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PDVSA, Ramírez y Empresas Mixtas al Desnudo

Por: Einstein Millán Arcia


Luego de la estatización de los convenios y asociaciones estratégicas,
que venían operando en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) en 2007,
PDVSA dio continuidad al desarrollo de la producción proveniente de
dichos activos, bajo la óptica del plan siembra petrolera propuesto en
2005, pero no fue sino hasta 2010 cuando se inició la constitución de las
empresas mixtas. Sobre CVP recayó la responsabilidad de la
administración de dichas empresas; unas 45 en total, de las cuales 43
serian responsables de desarrollar actividades en el área de
producción. El número real de empresas mixtas operativas en la
actualidad es un secreto bien guardado, sin embargo se estima que no
excedan en el mejor de los casos del 40% al 45% del total inicial.

La razón que aludían Ramírez y Del Pino para aquel momento, era que
la creación de dichas empresas apuntaba hacia la plena soberanía del
recurso, la promoción de la inversión, el justo pago de regalías e
impuestos y el desarrollo de los recursos de la Faja Petrolífera de
Orinoco. Luego de más una década desde 2007, ninguno de esos
objetivos ha sido alcanzado. Por el contrario, el cambio resulto ser
contraproducente, inconveniente y desventajoso para el mejor interés
del país.

A menos de un año del 2019, la nación espera sedienta por esos


6.000.000 B/D prometidos desde 2007, de los cuales 4.000.000
provendrían de la FPO. Hoy la FPO produce escasamente unos 750.000
a 850.000 B/D y acusa un grave riesgo de continuar cediendo
producción. El país espera aun por el arribo de las mil millonarias
inversiones en masa y la llegada de las cuantiosas ganancias
impositivas ofrecidas desde entonces.

El espejismo, la mentira y el saqueo a que ha sido objeto Venezuela y


específicamente PDVSA, constituyen una verdadera tragedia nacional.
El inédito rescate de nuestra industria petrolera ocurrido entre 2002 y
2007 de la mano de un puñado de Venezolanos, fue tirado por tierra a
partir de entonces, por un grupúsculo de verdaderos traidores a la
patria.

Mientras PDVSA “remontaba” producción de pesado extrapesado


(X/Xp) entre 2007 y 2013 a razón de 60.000 B/D por año en promedio, el
volumen de condensado, liviano, mediano; de mayor valorización,
menos costoso de producir y más apetecible ante los mercados
globales, se desplomaba en similar proporción, a la par que se
desmontaban operaciones en las áreas tradicionales, para redirigirlas
hacia la FPO en detrimento del patrimonio publico.

El volumen neto incremental; es decir el balance entre la producción


fresca y la producción perdida (señalado en rojo en la figura anterior)
era en realidad y a efectos prácticos “cero”, mientras el costo de
producir cada barril se remontaba peligrosamente, al pasar según
cifras oficiales de US$4.93 por barril en 2007 a US$18.05 por barril en
2014. Un aumento neto de US$13.12 por cada barril producido; es
decir un 266%. Apenas dio inicio la actividad de estas empresas
mixtas en 2010, el costo de producción comenzó su indetenible
carrera exponencial.
Ese aumento notorio en los costos, calculado a la producción y precio
del barril promedio real en dicho periodo, significó perdidas para la
nación de alrededor de US$36.000 millones (RT), promovido por
erradas estrategias de negocio, ineficiente actividad operacional y una
galopante y despiadada corrupción. Los proyectos estrella del plan
siembra petrolera defendidos por Rafael Ramírez y Eulogio Del Pino,
no eran más que sumideros, que añadían pérdidas incalculables a la
nación.

A partir de mediados de 2014, con el deterioro de los precios del barril


y ante lo evidente del desastre que habían creado, los cabecillas de
PDVSA para entonces, comenzaron a manipular cifras mediante los
ingresos financieros. Implementaron como práctica el maquillaje y
falseo de producción (casos Occidente, morichal, PDVSA Gas Anaco y
Norte de Monagas). Cometieron fraude contra la nación en franca
“conchupancia” con los más altos niveles de la corporación. Para
entonces la producción tanto en las áreas tradicionales como en la FPO,
se desplomaba sistemáticamente entre 160.000 @ 190.000 B/D por año
mientras PDVSA entraba en una espiral de endeudamiento y
dependencia foránea.

El comportamiento de producción según datos oficiales, tanto para la


contribución PDVSA (rojo), como para la contribución del socio
(verde) para las empresas mixtas. A juzgar por esos resultados
oficiales, no existe un solo activo en donde ni PDVSA, ni sus socios
foráneos hayan sostenido o elevado producción. Es decir, PDVSA no
solo falló en desarrollar sus propios activos al erróneamente
abandonar la actividad y el esfuerzo de inversión necesarios para
asegurar su salud operativa, sino que también fracasó en desarrollar
aquellos de las empresas mixtas.

Aun con esa perspectiva por delante, los cabecillas de PDVSA hacían
intento por destacar lo positivo de la creación de dichas empresas, al
desmontar la vieja tesis de que el crudo de la Faja Petrolífera del
Orinoco era bitumen, mientras hacían alarde del proceso de
mejoramiento de dichos crudos. En cierta forma estaban en lo correcto,
porque en la FPO existe una variedad de crudos que van desde los 4 @
5 API hasta los 15 @ 17 API, que de ninguna manera se ubica dentro
del concepto de bitumen. Sin embargo, perdían de vista el momento y
la referencia histórica, ya que estamos hablando de la última porción
de la década de los 70, cuando se promovía el proyecto “Guanipa 100”
en San Tome. Para entonces no existía la tecnología de mejoramiento
(upgrader), ya que la construcción del primer mejorador en el país
tuvo inicio en 1997 y estuvo operativo recién entrado el siglo XXI.
Mientras tanto acudían al uso de diluente para mezcla y transporte
(Mesa-30).
La perforación de largo alcance/direccional aunque conocida desde
mediados/finales de los 60, estaba aun en pañales en el mundo y
también en Venezuela. Tampoco existía para entonces un mercado
multipolar consolidado, ni menos aun la infraestructura instalada
aguas abajo para su entero procesamiento. En cuanto a este ultimo
aspecto, debemos admitir con humildad, que la visión de
“multipolaridad” y sobretodo diversificación planteada por el
expresidentes Chávez hacia los mercados del Este, fue y sigue aun
siendo una estrategia correcta que merece continuidad; sobretodo ante
la amenaza latente proveniente de la creciente producción de crudo del
norte y las expectativas de crecimiento de polos de consumo en esa
región del mundo y particularmente e India, SE Asia y China.

Pero sin embargo, ante la adopción de un plan de desarrollo y


estrategias de negocios erradas que en esencia hirieron de muerte a
PDVSA, esos milagrosos procesos de mejoramiento y esas empresas
mixtas promovidas por la administración Ramírez-Del Pino, han
resultado ser un costoso espejismo, que trajo para muchos la
oportunidad de hacerse de sumas mil millonarias en corrupción a
través de actividades de compra y venta de crudo, productos y mil
millonarios equipos que al final terminaron por encarecer vilmente
el barril.

Entre 2002 y 2011 PDVSA importaba en promedio entre 15 y 25 MB/D


de crudo y productos. En 2012 con el aun no aclarado siniestro de
Amuay, esa cifra se elevó hacia 70 a 90 MB/D. Hoy día bajo la mano de
Manuel Quevedo y su equipo, ese volumen se ha multiplicado,
habiendo escalado hasta 171 MB/D al cierre de Marzo’2018.
El estado y PDVSA no solo terminaron perdiendo soberanía, al ceder
propiedad a sus socios extranjeros sobre un recurso que les pertenece,
cuando antes eran simples operadores, sino que además han
incrementado alarmantemente la dependencia foránea tanto en
producción interna, como en importación de crudo y derivados.

El hecho histórico que destacaba Rafael Ramírez y sus acólitos, no era


más que el otorgamiento de la propiedad a esos socios foráneos del
recurso explotado; del petróleo extraído, aunque PDVSA se reservaba
el derecho a su comercialización. Lo que en el papel representaba una
ventaja desde el punto de vista impositivo, arrojaba cifras rojas en la
práctica, al balancearlas contra las perdidas operacionales y de valor
de oportunidad de nuestros decadentes productos en el mercado, al
haber enviado al descuido las áreas tradicionales, al entrar en un
desplome generalizado de nuestra producción y al haber elevado
nuestros costos de producción a cifras sin precedentes.

A fin de cuentas y en cuanto al hecho impositivo se refiere, no hacia


falta crear empresas mixtas, cuando con la simple reforma de la ley de
impuesto sobre la renta, se pudo haber obtenido un efecto similar. De
hecho, el Seniat impuso a los Convenios Operativos una tasa del 50%,
ya que correctamente sostenía que su actividad no era un servicio sino
una operación. En consecuencia, para lograr la migración de la tasa
impositiva al 50% no era necesario el cambio del modelo de negocios
de convenios a mixta, sino el error.

Lo que no decía el dúo Ramírez/Del Pino era que tanto las estrategias
como los modelos de negociación con esos 43+ socios, era desventajosa
para el país y atentaría contra la futura operatividad de Petróleos de
Venezuela. La pondría de rodillas; a la merced de sus socios en un
futuro no muy lejano, como en efecto ha sucedido.

Tanto el gobierno como PDVSA han caído en la trampa; en las garras


del animal del que tanto habían despotricado. A casi dos lustros de la
creación de dichas empresas, PDVSA está en un estado critico de
dependencia extranjera, su flujo de caja y capacidad propia de
inversión minima necesaria para mantener su propia operatividad esta
herida de muerte, enfrenta serias medidas restrictivas que le impiden
acceso a mercados y financiamiento, severamente endeudada,
particularmente con China, Rusia e India.

Al haber llegado al nivel crítico de producción de 1.4-1.5 MMBD que


tanto advertimos desde finales de 2017, PDVSA enfrenta el dilema de
incumplir compromisos internacionales o dejar de suplir el mercado
interno. Posee un sin numero de procesos judiciales y demandas
abiertas en su contra y esta en riesgo de perder mercados por escasa
credibilidad y confiabilidad.

Estos y otros hechos respaldados por cifras oficiales derivadas de “la


gestión” de Rafael Ramírez y Eulogio Del Pino, demuestran la
presencia de elementos que apuntan hacia un monumental daño
patrimonial a la nación. En artículo reciente, publicado por el ex
directivo de PDVSA; el experimentado Geólogo Gustavo Coronel
[http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2018/06/ramirez-muestre-sus-
documentos-y-de-la.html] se suman a lo anterior, una serie de
elementos documentados por dicho autor, sobre otras tantas
irregularidades detectadas durante dichas gestiones, que abonan
nuestra percepción y que merecen ser igualmente investigados.

Imposible de aceptar que toda esa destrucción haya sido un hecho


aleatorio y fortuito, donde no haya habido intervención pensada de
intereses no solo desde dentro, sino que también más allá de las
fronteras de nuestro país, con el único objetivo de hacerse de PDVSA;
de destruirla. Hoy la desgracia continua, pero representada en la
propia acción e inconveniente presencia de la ineptitud personificada
en la presidencia de PDVSA y su directiva.

No hay que perder de vista, el desempeño de las empresas mixtas, ya


que constituye una amenaza grave y real para el país. Estas empresas
mixtas aparte de no haber cumplido con sus compromisos, no creen en
amiguismos sino en ganancias y están en la práctica sofocando lenta y
consistentemente a nuestra industria, haciendo cada vez más cierta
una posición de insolvencia y dependencia, que pudiese desembocar
en la perdida forzosa de activos medulares.

Esos modelos de negocio deben ser revisados y renegociados lo antes


posible, pero desde una posición de poder, de conocimiento y de
interés nacional.

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