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CONFERENCIA

El cerebro del niño: desarrollo normal (no alterado)


y alterado por daño perinatal
Miguel Marín-Padilla

Resumen. Analizamos algunos aspectos morfológicos y funcionales del desarrollo normal y alterado (por daño perinatal) Profesor emérito de Anatomía
Patológica y Pediatría. The Geisel
del cerebro del niño. Tanto el desarrollo normal como el alterado son procesos evolutivos que de manera progresiva in-
School of Medicine at Dartmouth.
terconectan sus distintas regiones. Se analiza en detalle la evolución neuropatológica de hemorragias subpiales y periven- Hanover, New Hampshire, Estados
triculares y la del infarto de la sustancia blanca. Cualquier tipo de daño cerebral causa una lesión local con posibles reper- Unidos.

cusiones a distancia. Todos los componentes (neuronas, fibras, capilares sanguíneos y neuroglía) de la región afectada Correspondencia:
sufren alteraciones. Los destruidos quedan eliminados por el proceso inflamatorio y los que sobreviven se transforman. Prof. Miguel Marín Padilla.
The Geisel School of Medicine at
Las neuronas piramidales con dendritas apicales amputadas se transforman en células estrelladas, las terminales axóni- Dartmouth. 5 The Courtyard. NH
cas y de la glía radial se regeneran y la región afectada se reinerva y revasculariza con morfología y función alteradas 03755 Hanover (Estados Unidos).
(corticogénesis local alterada). El sistema microvascular específico de la sustancia gris protege sus neuronas del infarto de E-mail:
la sustancia blanca. Pese a sobrevivir, la sustancia gris queda desconectada de las fibras aferentes y eferentes amputadas miguel.marin-padilla@
por el infarto con una morfología y posible función alteradas (corticogénesis local alterada). Cualquier lesión local puede dartmouth.edu

modificar el desarrollo morfológico y funcional de regiones distantes interconectadas funcionalmente con ella (corticogé- Declaración de intereses:
nesis distante alterada). Proponemos que cualquier lesión cerebral local puede alterar la morfología y función de las re- El autor manifiesta la inexistencia
de conflictos de interés en relación
giones interconectadas de manera morfológica y funcional con ella para acabar afectando al desarrollo neurológico y con este artículo.
psicológico del niño. Estos cambios pueden marchar a través de distintas regiones del cerebro (auras epilépticas) y, si
Aceptado tras revisión externa:
acabaran alcanzando la región motora, resolverse en la tormenta motora que caracteriza la epilepsia. 18.06.13.
Palabras clave. Alteraciones a distancia. Daño local. Desarrollo neurológico y psicológico. Epilepsia.
Cómo citar este artículo:
Marín-Padilla M. El cerebro del niño:
desarrollo normal (no alterado)
y alterado por daño perinatal.
Rev Neurol 2013; 57 (Supl 1): S3-15.
Es más importante conocer el cerebro después del nacimiento y sus componentes (los no
que tiene una enfermedad que la alterados y los alterados) continuarán estableciendo © 2013 Revista de Neurología
enfermedad que tiene el cerebro. contactos funcionales con las regiones próximas y
M. Marín-Padilla distantes que irán transformando su organización
estructural y funcional. Cualquier daño cerebral alte-
Introducción ra el cerebro donde se da (corticogénesis local altera-
da) y puede influir en la evolución de regiones próxi-
La evolución del cerebro del niño es progresiva, en- mas y distantes del cerebro con las que mantienen
vuelve a todos sus componentes y sucede desde la interrelaciones funcionales (corticogénesis remota
semana 6 hasta la 40 del embarazo. Durante este alterada). Ambos tipos de alteraciones, locales y dis-
tiempo, una variedad de procesos interrelacionados tantes, pueden acabar contribuyendo en la patogé-
ocurren en la evolución de sus componentes neuro- nesis de trastornos neurológicos y psicológicos, in-
nales, microvasculares, fibrilares y gliales, y en la for- cluyendo la epilepsia, de los niños afectados [6].
mación de distintos de sus estratos (capas) y regiones Los cambios evolutivos ocurren durante el desa-
[1,2]. El conocimiento de estos procesos y el tiempo rrollo prenatal del cerebro del niño (normal o alte-
en el que han evolucionado son importantes en sí rado) y coinciden con las diferentes etapas de creci-
mismos, y también lo son a la hora de interpretar las miento del embrión. Determinar cuándo y a qué
alteraciones del daño cerebral perinatal y su posible edad se dan estos procesos evolutivos es fundamen-
relación con secuelas neurológicas y psicológicas. El tal e implica el desarrollo de funciones importantes
daño cerebral perinatal es también un proceso evo- del niño tanto normal como anormal (alterado). La
lutivo que envuelve los componentes neuronales, fi- actividad cerebral del niño puede estar alterada si
brilares, microvasculares y gliales que sobrevivieron sobrevive a un daño cerebral perinatal [3-8].
a la lesión original [3-5]. Tanto el cerebro normal (no En estudios sobre la epilepsia, se ha dado mayor
alterado) como el alterado seguirán evolucionando énfasis a los aspectos clínicos [7,8] que a los neuro-

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M. Marín-Padilla

patológicos [9-12] y, aún menos, a los evolutivos desarrollo prenatal de la región motora del cerebro
[3-6]. En este trabajo, tratamos de hacer un estudio de algunos mamíferos, incluyendo el ser humano.
comparativo entre la corticogénesis no alterada Con una beca de los Estados Unidos vine al Institu-
(normal) del cerebro del niño y la alterada por daño to Cajal (1967) para estudiar sus viejas preparacio-
cerebral perinatal. Soy de la opinión de que es más nes con el método de Golgi, aprender la técnica y
importante conocer el cerebro que tiene una enfer- usarla a mi vuelta a los Estados Unidos. Recono-
medad que la enfermedad que tiene el cerebro. ciendo la imposibilidad de estudiar todas las regio-
El artículo representa un resumen (incompleto) nes del cerebro humano, decidí por varias razones
de las dos conferencias que presento en el Congre- estudiar sólo una de ellas, la región motora. Algu-
so Conjunto de las Sociedades Española e Ibero- nos, incluyéndome, pensamos que el cerebro es un
americana de Neurología Pediátrica (Valencia, sep- órgano premotor que controla y opera los movi-
tiembre de 2013). mientos del animal en la búsqueda de alimentos y
pareja y en evitar peligros [1,13-15]. Aunque la
Metodología esencia de los movimientos, la musculatura y la
anatomía básicas no han variado en la evolución
Como director (1962-1999) del Servicio de Anato- del mamífero, la actividad motora ha ido aumen-
mía Patológica Pediátrica del Dartmouth-Hitch- tando de manera progresiva en complejidad y des-
cock Medical Center (Hanover, Estados Unidos), he treza del erizo al ratón, el gato, el mono y el hom-
tenido acceso directo a cerebros de niños que mo- bre. La actividad motora de cualquier mamífero
rían por prematuridad o por diferentes problemas responde a sus necesidades y estará plasmada en la
clínicos y a los que se les realizó autopsia y estudios región motora de su cerebro, que la ejecuta [1,16,
post mortem. En este material, había cerebros no al- 17]. Además, los humanos somos capaces de expre-
terados de niños que murieron por causas que no sar nuestros pensamientos a través de acciones mo-
les afectaron y cerebros alterados por una variedad toras. La palabra hablada, escrita, cantada o mani-
de daños perinatales [3-5]. pulada (el lenguaje de los sordomudos) es simple-
En el estudio de estos cerebros (no alterados y mente la expresión motora de los pensamientos. La
alterados), se ha usado de preferencia el método rá- columna de aire respiratorio se va progresivamente
pido de Golgi. Cortamos de manera manual piezas maniobrando para producir sonidos a su paso por
fijadas en solución de ácido ósmico y dicromato po- la laringe, la faringe, la boca, la lengua y los labios
tásico y teñidas en una solución de nitrato de plata por la actividad muscular combinada y concomi-
(cortes de unos 150 µm de grosor), montadas en la- tante de estas regiones. Escribir, pintar, esculpir, to-
minillas de cristal y cubiertas con resina Damar. car un instrumento musical o practicar un deporte
Además, estudiamos piezas de cerebros no alte- son también actividades motoras controladas y ma-
rados y alterados fijadas en formalina o en solución niobradas por las neuronas piramidales, con la co-
de Bouin y teñidas con una variedad de técnicas laboración de otras, de la región motora del cere-
neurohistológicas, por ejemplo, H&E (distribución bro. En busca de una posible explicación de cómo
neuronal), Bodian (distribución axonal) y luxol fast es posible aumentar la destreza motora sin que la
blue (distribución mielínica), y de algunas inmuno- musculatura ni la anatomía hayan cambiado en
histoquímicas, como GFAP (morfología glial), neu- esencia, decidimos estudiar el desarrollo, la compo-
rofilamento antihumano (neuropilo cortical y neu- sición y la organización estructural de la región
ronal), parvalbúmina (neuronas inhibitorias), MAP2 motora del cerebro de embriones y fetos de algunos
(morfología dendrítica) y sinaptofisina (contactos mamíferos, como el ratón, el hámster, el gato y el
sinápticos y neuronas inhibitorias). hombre [17], así como los cerebros alterados por
El método rápido de Golgi ha sido fundamental daño perinatal de algunos niños [3-6,18]. De estos
en la demostración de alteraciones neuropatológi- estudios evolutivos, analizamos y comentamos sólo
cas en neuronas, fibras, vasos sanguíneos y la glía algunos aspectos del desarrollo normal y alterado
en lesiones corticales agudas (días), subagudas (se- (patológico) del cerebro del niño.
manas) y crónicas (años) en los casos que sobrevi-
vieron al daño original.
Desarrollo del cerebro no alterado del niño
Observaciones
El cerebro humano comienza su desarrollo en el
Los comentarios que presentamos y tratamos en embrión de 6 semanas de edad con la formación de
este artículo son el resultado de años de estudio del una organización cortical primordial que, para las 7

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Conferencia

semanas, está establecida (Fig. 1). Esta corteza pri-


mordial se forma muy rápido (en días) a través de la Figura 1. Montaje de fotos y microfotografías que ilustra varios aspectos del desarrollo del cerebro pri-
mordial en embriones humanos de 43 y 50 días de edad. Cortes de los cerebros (teñidos con hematoxili-
superficie subpial del cerebro, es avascular y común
na y eosina) de ambos embriones cubiertos por el plexo capilar anastomótico de la piamadre (flechas) y
a los todos mamíferos (Figs. 1a, 1b). Está formada que muestran su composición y organización plexiforme subpial. La corteza primordial tiene neuronas
por neuronas y fibras aferentes de origen extracor- (n), algunas horizontales de Cajal-Retzius (C-R), de origen extracortical y avascular. La zona germinal es
tical y por los axones eferentes de sus neuronas. Su hipercelular y el epéndimo tiene algunas células en mitosis. Corte cefálico del embrión de 43 días de
edad que incluye los tres compartimientos (lamelas) de la meninge, el dural (D), el aracnoideo (A) con
formación precede la migración de las neuronas pi- los vasos sanguíneos y el pial con el plexo capilar anastomótico (PCP) que cubre todo el cerebro y de
ramidales, que son distintivas del cerebro del ma- donde se acaban originando todos los vasos perforantes. También se muestran la corteza cerebral pri-
mífero. Aunque esta corteza primordial no está mordial (CC), la zona germinal, el epéndimo y el ventrículo (V). Detalle de la membrana limitante glial
vascularizada, su cercanía al plexo anastomótico externa (D) de un ratón de 12 días de edad (microscopía electrónica) que muestra los pies gliales (unidos
por desmosomas) que la forman, un capilar perforante del plexo pial, con célula rojas, entrando en el
capilar de la piamadre, que cubre todo el cerebro, le cerebro y la lámina basal (flechas) manufacturada por los pies gliales que cubre todo el cerebro y lo deli-
proporciona el oxígeno necesario para su función mita desde el punto de vista anatómico y funcional.
(Figs. 1a, 1b, 1c). Las neuronas, fibras y organización
plexiforme subpial de la corteza primordial del ma-
mífero recuerdan la corteza primitiva de anfibios y
reptiles [18]. Este parecido no es sorprendente, ya
que la anatomía básica, la musculatura del cuerpo y
de las extremidades (aun con paletas y sin dedos), el
rabo y los movimientos ondulantes del embrión de
mamífero joven son similares a los de cualquier otro
vertebrado. Es posible que el embrión del mamífero
haya heredado el diseño motor original de los repti-
les para mover la musculatura y que este bosquejo
esté representado en su corteza primordial. Dentro
de esta corteza primordial, se formará de manera
progresiva la nueva corteza (neocorteza), que dis-
tingue a todos los mamíferos. Durante la posterior
incorporación de las neuronas piramidales, los va-
sos sanguíneos perforantes del plexo pial comienzan
a penetrar en el cerebro (Fig. 1d).
La neurona fundamental de la nueva corteza del
mamífero es la célula piramidal. Este nuevo tipo
neuronal es una innovación del mamífero caracte-
rizada por un desarrollo, morfología y función en-
tre los vertebrados. Las neuronas piramidales son
de origen ependimario (cortical) y se incorporan
progresivamente dentro de la corteza primordial,
de manera que separan sus elementos en los que
quedan por encima y los que quedan por debajo de
ellas. Los elementos que quedan por encima de la
placa piramidal serán los componentes de la capa
primera de la neocorteza del mamífero, y los que
quedaron por debajo serán los componentes de la
subplaca. Las neuronas piramidales son atraídas
por las secreción de Reelin de las células de Cajal-
Retzius y, usando las fibras de la glía radial como ni el lugar (estrato o capa) de su cuerpo (Figs. 2-4).
guías que alcanzan la capa primera, establecen con- Mientras que la anatomía y la musculatura esencial
tactos con sus elementos y quedan ancladas funcio- del mamífero no han cambiado durante su evolu-
nalmente a ella de por vida (Figs. 2-4). ción filogenética, la capacidad y destreza motora
La característica fundamental de esta nueva han ido aumentado a través de edentados, roedo-
neurona es la capacidad de alargar anatómica y fun- res, carnívoros, primates y humanos. Para controlar
cionalmente la dendrita apical e incorporar la in- el aumento en la actividad y destreza motora, los
formación sensorial adicional para mover al animal mamíferos han incorporado a su cerebro este nue-
sin perder ni el anclaje funcional a la capa primera vo tipo de neurona piramidal, que aumenta el ta-

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M. Marín-Padilla

tas nuevas neuronas emigran y forman de manera


Figura 2. Montaje de fotomicrografías y un dibujo con cámara lúcida (método rápido de Golgi) que ilustra progresiva una placa de neuronas piramidales indi-
la estructura, composición y organización de la corteza cerebral de fetos humanos de 15 semanas de edad.
ferenciadas dentro de la corteza primordial. Para
Dos cortes (a, c) del cerebro (método rápido de Golgi) muestran neuronas piramidales de diferentes tama-
ños ancladas funcionalmente a la capa primera con axones descendentes y los axones horizontales (fle- las semanas 15-16, esta placa está formada, se com-
chas) de las células de Cajal-Retzius. A esta edad, los axones descendentes de muchas piramidales aún no pone sólo de neuronas piramidales indiferenciadas
han alcanzado la sustancia blanca. Montaje de fotomicrografías (d) que ilustra el diferente tamaño de las y mide entre 250 y 300 μm de grosor (Figs. 2a, 2b,
neuronas piramidales que forman la placa piramidal y una vista general del cerebro a esa edad. El tamaño
(longitud de la dendrita apical) de estas neuronas refleja su llegada a la capa primera: las más grandes y
2c, 2d). Todas están ancladas funcionalmente a la
profundas fueron las primera en llegar y las más pequeñas y superficiales, las últimas en alcanzar la capa capa primera, tienen dendritas apicales lisas y sin
primera. A esa edad, algunas de las piramidales más viejas, grandes y profundas comienzan a desarrollar espinas, cuerpos lisos y sin dendritas basales y axo-
dendritas basales (P1, flecha) y algunas, espinas apicales (cabeza de flechas), lo que refleja el comienzo de nes descendentes sin colaterales. Las neuronas pi-
su actividad funcional. Montaje de dibujos con cámara lúcida que ilustra aspectos fundamentales en el
desarrollo del cerebro humano en la semana 15 de embarazo. La capa primera (I) con células de Cajal- ramidales alargan anatómicamente su dendrita api-
Retzius (C-R), la placa piramidal (PCP) con neuronas de distinto tamaño ancladas funcionalmente a ella y cal desde unos 15 μm a las 8 semanas de edad hasta
algunas células indiferenciadas cruzando el estrato piramidal (P1) profundo coincide con el comienzo de su unos 300 μm a las 15 semanas sin perder el anclaje
actividad funcional. Estas células son de origen extracortical y precursoras de las neuronas inhibitorias del
cerebro. La subplaca (SP) tiene numerosas fibras y neuronas piramidales y de Martinotti (m) que, a esa
funcional a la capa primera ni el lugar (estrato) de
edad, comienzan a perder su anclaje funcional original con la capa primera y a retraerse. Algunas fibras su cuerpo. La longitud de la dendrita apical de cada
aferentes (af) y de la glía radial (gf) que alcanza la capa primera están ilustradas. Escala: 100 µm. neurona refleja el tiempo de llegada de la capa pri-
mera. Las más grandes y profundas fueron la pri-
mera en llegar a la capa primera y las más pequeñas
a y superficiales las últimas en incorporarse a la cor-
b
teza (Figs. 2a, 2b, 2c, 2d, 3 y 4).
Desde la semana 15 de embarazo hasta el naci-
miento (y durante el desarrollo posterior), las neu-
ronas piramidales alargaran funcionalmente la den-
drita apical e incorporan de manera progresiva
membrana funcional sináptica (Figs. 2-4). Este tipo
de crecimiento es único y específico de la neurona
piramidal del mamífero, lo que le permite incorpo-
rar información sensorial adicional para operar el
aumento de actividad motora sin cambiar su esen-
cia. De este modo, todas van creciendo, junto con el
grosor de la sustancia gris, hacia arriba (Figs. 2-4).
c d
En el cerebro humano (región motora), durante
las semanas 15 y 16 de embarazo, se producen cam-
bios anatómicos y funcionales fundamentales. Las
dendritas apicales de las neuronas de proyección de
la subplaca y los axones de las células de Martinotti
comienzan a perder los contactos originales con la
capa primera y regresan (Fig. 2d). Algunas de las
neuronas piramidales profundas (las más grandes,
más viejas y las primeras en llegar a la capa primera)
comienzan a desarrollar dendritas basales y algunas
espinas apicales denotan el inicio de su actividad
funcional (Figs. 2b y 2d). Mientras que la actividad
funcional de las neuronas de proyección de la sub-
placa cesa, la de las nuevas neuronas piramidales
motoras comienza (Fig. 2d). Los axones descenden-
tes de las piramidales profundas (más viejas y más
maño y la longitud en relación con la actividad mo- grandes) formarán las nuevas conexiones funciona-
tora de cada especie [1,17]. les (vía piramidal) con los distintos centros subcor-
Como las neuronas piramidales tienen que al- ticales y sustituirán a las de la corteza primordial en
canzar y retener sus contactos con la primera capa, el control de la actividad motora del feto.
todas tendrán que alargar anatómicamente la den- El primer plexo microvascular intrínseco de la
drita apical para permitir la llegada de las siguien- sustancia gris se forma, a esta edad, a través de la
tes. A partir de las semanas 8 y 15 de embarazo, es- capa piramidal profunda y coincide con la actividad

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funcional de sus neuronas. Los primeros astrocitos


protoplasmáticos de la sustancia gris se reconocen Figura 3. Montaje de fotomicrografías (método rápido de Golgi) de cerebros de fetos humanos (de 29,
30, 32 y 33 semanas de edad) y de un recién nacido que ilustra la maduración progresiva, estratificada y
asociados al nuevo plexo capilar [2]. El plexo capilar
ascendente de la región motora. Ejemplos de la región motora del cerebro de estos fetos (a, b, c y d) que
anastomótico se forma entre vasos perforantes con- muestran la maduración de sus distintos estratos piramidales (P1, P2, P3 y P4). La formación de dendri-
tiguos [2]. También se observan, por primera vez, tas basales y de espinas dendríticas ha sido el criterio usado de su maduración. La maduración funcional
neuronas indiferenciadas que cruzan en tangente la del cerebro y su estratificación (formación de capas o estratos) progresa de abajo arriba. Comparación
(e, igual aumento) del tamaño y la función (número de espinas dendríticas apicales) entre la piramidal
zona de las neuronas piramidales profundas y coin- gigante del primer estrato piramidal P1 (capa V en la terminología vigente) de la región motora de un
ciden con el comienzo de su actividad funcional feto de 15 semanas de edad y la de un recién nacido. A las 15 semanas de edad, la piramidal profunda
(Fig. 2d). Estas células, de origen extracortical, son (P1) mide unos 270 µm, tiene dendritas basales cortas y algunas espinas apicales, al nacer la dendrita
las precursoras de las futuras neuronas inhibitorias apical mide unas 1.500 µm y tiene miles de espinas dendríticas. La maduración funcional de esta neuro-
na motora previa al nacimiento es un proceso extraordinario, ascendente y poco reconocido.
del cerebro [1]. A esa edad, las neuronas piramidales
de los estratos superiores permanecen indiferencia-
das y sin capilares sanguíneos ni astrocitos proto-
plasmáticos (Figs. 2a, 2b, 2c y 2d).
La maduración funcional posterior de las pira-
midales de la sustancia gris es un proceso estratifi-
cado y ascendente (Figs. 3 y 4). Las piramidales pro-
fundas y más antiguas establecen el primer (P1) es-
trato piramidal funcional de la corteza motora hu-
mana entre las semanas 15 y 16 de embarazo. Este
primer estrato piramidal está acompañado de sus
sistemas microvascular y glial. Nuevos estratos pi-
ramidales se van estableciendo e incorporando de a
abajo arriba a la corteza cerebral motora (Fig. 3). b
Durante las 20 semanas de embarazo, se añade un
segundo estrato piramidal funcional (P2) con sus
sistemas microvascular y glial. A las 25 semanas de
embarazo, se añade un nuevo estrato funcional (P3)
a los ya existentes; a las 30 semanas, se incorpora
un cuarto estrato funcional (P4); a las 35 semanas
se añade un quinto (P5), y al nacer, un sexto estrato
funcional (P6) (Fig. 3). Durante la maduración fun-
cional ascendente de la sustancia gris, se van incor- c d e
porando neuronas no piramidales, células inhibito-
rias y los sistemas microvasculares y gliales, de aba-
jo arriba, coincidiendo con los diferentes estratos
piramidales funcionales y ascendentes. Estos pro-
cesos van acompañados y posiblemente están con- Es posible que la principal neurona inhibitoria
trolados por la penetración ascendente en la sus- del cerebro sea la célula en cesto [1]. La incorpora-
tancia gris del cerebro de las fibras talámicas y de ción progresiva de estas neuronas, de origen extra-
otras fibras aferentes. cortical, a la corteza cerebral coincide con la madu-
El número de estratos piramidales que se forman ración ascendente de los diferentes estratos pirami-
en la región motora del cerebro del mamífero res- dales de la sustancia gris. Estas neuronas forman
ponde a –y refleja– la actividad motora de cada es- nidos de terminales axosomáticas (inhibitorias) al-
pecie y aumenta durante su evolución filogenética rededor del cuerpo de las neuronas piramidales
[16,17]. Los edentados establecen sólo dos estratos (Fig. 5). Están orientadas en el espacio y distribui-
piramidales básicos en su cerebro, los roedores tres, das dentro de rectángulos funcionales verticales y
los carnívoros cuatro, los primates cinco y los hu- perpendiculares al eje longitudinal de la circunvo-
manos seis [17]. Los seres humanos añaden un sép- lución cortical. Este territorio funcional mide aproxi-
timo estrato piramidal durante el desarrollo del ce- madamente unos 1.000 µm de ancho, 500 µm de
rebro posterior al nacimiento [1]. Este nuevo estra- alto y 50 µm de grosor [1]. Una célula en cesto esta-
to piramidal evoluciona de la placa piramidal origi- blece contactos con numerosas piramidales dentro
nal residual que aún se reconoce en el cerebro mo- de su territorio funcional y cada nido pericelular
tor del recién nacido (Fig. 4). puede estar formado por las terminaciones axóni-

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rragia periventricular y el infarto de la sustancia


Figura 4. Montaje de dibujos con cámara lúcida, tomados de prepara- blanca. La neuropatología de estas lesiones y su im-
ciones con el método rápido de Golgi, de la región motora del cerebro
pacto en el desarrollo del cerebro del niño son las
de niños recién nacidos que ilustra su organización estructural (citoar-
quitectónica), las neuronas piramidales y algunas células inhibitorias: mejor estudiadas y conocidas [3-5].
en cesto (b), bipenachadas (d) y en candelabro (c). El tamaño de las La lesión hipoxicoisquémica perinatal (antes,
neuronas piramidales oscila entre las pequeñas de los estratos superio- durante o después del nacimiento) es la principal
res y recientes y las grandes de los inferiores y remotos. Todas están
ancladas funcionalmente a la capa primera y a las células de Cajal-
causa del desarrollo alterado del cerebro del niño
Retzius (C-R). La neurona piramidal es una innovación del mamífero [3-5]. Las lesiones traumáticas perinatales acarrea-
que se caracteriza por alargar anatómica y funcionalmente la dendrita ran de modo invariable lesiones hipoxicoisquémi-
apical e incorporar la información sensorial adicional necesaria para cas [19]. A fin de cuentas, las anomalías genéticas
mover al animal, sin perder su esencia: anclaje a la capa primera y lu-
gar o estrato cortical del cuerpo. La corteza motora ha crecido desde del cerebro con repercusiones en el desarrollo de
unas 300 µm de grosor (15 semanas de embarazo) hasta cerca de este órgano tras el nacimiento también están aso-
2.000 µm en el momento del nacimiento del niño. El crecimiento mor- ciadas con alteraciones morfológicas y funcionales.
fológico y funcional del cerebro humano previo al nacimiento y sus
neuronas es sorprendente y poco reconocido. En el dibujo se comparan
La evolución de estas lesiones tras el nacimiento
las dos nomenclaturas, la vigente a la izquierda y la que proponemos a es, en nuestra opinión, una de las causas principa-
la derecha. Escala: 100 µm. les en la patogénesis de ulteriores trastornos neu-
rológicos y psicológicos de niños afectados por
daño cerebral perinatal [4,5]. La edad del niño, la
localización, la extensión y el tipo de lesión contri-
buirán significativamente a la evolución del cere-
bro posterior al nacimiento y a las secuelas neuro-
lógicas o psicológicas.
El patólogo sólo puede estudiar, reconocer y eva-
luar estas lesiones si el niño muere y se hacen los
pertinentes estudios neuropatológicos post mortem
del cerebro dañado [3-5]. De este modo, y depen-
diendo del intervalo entre daño cerebral y defun-
ción, se han podido reconocer y evaluar el daño ce-
rebral agudo (días), subagudo (semanas) y crónico
(años) (Tabla). En algunos de los casos estudiados,
el daño cerebral crónico ya estaba asociado con epi-
lepsia clínica [5,6].

Hemorragia subpial

Las hemorragias subpiales pueden ser extensas, pe-


queñas e incluso microscópicas (Fig. 6a). Estudiar
la neuropatología de una hemorragia grande es in-
útil, ya que la destrucción del tejido nervioso es ex-
tensa y su causa original está totalmente anulada.
Para apreciar la neuropatología temprana y posible
etiología, es preferible estudiar hemorragias peque-
cas de varias neuronas inhibitorias (Fig. 5). El tiem- ñas y recientes, incluyendo las microscópicas, antes
po de incorporación de estas neuronas (de largo de la destrucción de la región afectada [3].
recorrido) a los distintos estratos piramidales pue-
de ser importante en la evaluación e interpretación Fase aguda (días)
de los trastornos psicológicos infantiles. Durante esta fase, lo primero que se observa es un
edema subpial que afecta a los pies terminales de la
glía radial y, por consiguiente, a la membrana limi-
Desarrollo del cerebro alterado del niño tante glial externa del cerebro (Figs. 6a, 6b y 6c). Si
el edema subpial persiste, habrá ruptura de los pies
Analizamos la neuropatología evolutiva de sólo tres gliales, daño en la membrana limitante glial y esti-
tipos fundamentales de lesiones causadas por daño ramiento de los vasos perforantes con posible rup-
cerebral perinatal: la hemorragia subpial, la hemo- tura y hemorragia local (Figs. 6a, 6b y 6c). La ruptu-

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ra de los vasos perforantes es la principal causa de


la hemorragia subpial (Fig. 6c). Figura 5. Montaje de fotomicrografías y dibujos con cámara lúcida de preparaciones con el método rápi-
do de Golgi que ilustra varios aspectos de las células inhibitorias en cesto de la corteza motora humana.

Concentración de nidos pericelulares alrededor de los cuerpos de las grandes piramidales de la corteza
Fase subaguda (semanas) motora del niño recién nacido, sin células en cesto y con ellas. Ejemplos de neuronas inhibitorias en cesto
La extensión de la hemorragia determinará el daño de los estratos piramidales P6, P5 y P4 (región motora) y sus correspondientes dibujos con cámara lúci-
a los elementos de la piamadre, de la membrana li- da. Comparación (a gran aumento) de los nidos pericelulares que las células en cesto forman alrededor
de los cuerpos (N), no teñidos, de las grandes piramidales profundas de la corteza motora de un niño
mitante glial, de la capa primera y de la parte supe- recién nacido (método de Golgi) y los de un hombre de 25 años de edad (tinción de sinaptofisina). El
rior de la sustancia gris (Figs. 6d, 6e, 6f y 6g). En la parecido es sorprendente y muchos de los contactos sinapticoaxosomáticos son reconocibles. Las nume-
zona afectada, aparecen células inflamatorias, ma- rosas terminales axónicas que forman estos nidos están marcadas (flechas) en ambas imágenes.
crófagos con hemosiderina y nuevos vasos sanguí-
neos tras la inflamación. Los elementos dañados aca-
ban siendo eliminados por el proceso inflamatorio.
Durante esta fase, comienza la regeneración de nue-
vos pies gliales, amputados por la hemorragia, con
reparación de la membrana limitante glial y la re-
vascularización de la zona afectada con nuevos va-
sos sanguíneos tras la inflamación (Fig. 6h). Estos nue-
vos vasos no son aptos para la función neuronal [2].
Las neuronas que sobreviven a la hemorragia su-
fren cambios morfológicos y supuestamente fun-
cionales. Las neuronas piramidales afectadas han
perdido las terminaciones de las dendritas apicales,
amputadas por la hemorragia, y se han transforma-
a b c
do en neuronas de morfología estrellada (Fig. 6h).
Las terminaciones de fibras aferentes y de la glía ra-
dial, igualmente amputadas por la hemorragia, se
regeneran e invaden la región afectada (Fig. 6h). Al-
gunos de estos cambios morfológicos persisten y
alteran la neurohistología y la función de la zona a b
afectada, posiblemente de por vida.

Fase crónica (años)


Esta fase se caracteriza por la formación de hete-
rotopías leptomeníngeas formadas por elementos Tabla. Distintos tipos de lesiones (agudas, subagudas, crónicas y remotas) secundarias al daño cerebral
perinatal y sus características fundamentales.
cerebrales que pasaron al espacio meníngeo duran-
te la ruptura de la MUGE del cerebro (Figs. 6d, 6e, Tiempo Características
6f y 6g). Pueden ser microscópicas (Figs. 6d y 6e),
pequeñas y reconocerse a simple vista (Figs. 6f y 6g) Lesión aguda Días Reparación rápida del lugar dañado por los procesos inflamatorios
o extensas y cubrir gran parte de la superficie cere-
bral. Con frecuencia, las heterotopías leptomenín- Reorganización morfológica y funcional de las neuronas,
Lesión subaguda Semanas
las fibras, los vasos y la glía en la zona afectada.
geas extensas están asociadas con la epilepsia [5,6].
La reparación de la membrana limitante glial del Reorganización morfológica y funcional de los elementos que
Lesión crónica Meses
cerebro se lleva a cabo en territorio meníngeo. sobrevivieron a la lesión continua (corticogénesis local alterada a)
Las neuronas alteradas (transformadas), las fi-
bras aferentes aberrantes y la proliferación de as- Reorganización morfológica y funcional de los elementos

Lesión remota Años distantes interconectados funcionalmente con la lesión
trocitos fibrilares y anomalías vasculares son com- original (corticogénesis distante alterada a).
ponentes comunes de las heterotopías, en especial
de las extensas (Fig. 6h). La sustancia gris subya- a Ambas desempeñan un papel crucial en la patogénesis de la epilepsia y de otras secuelas neurológicas y psico-
lógicas secundarias al daño cerebral perinatal.
cente a la heterotopía está invariablemente altera-
da, con desplazamiento y desorganización de neu-
ronas, fibras y vasos sanguíneos (Figs. 6c, 6d, 6e, 6f
y 6g). Algunas de las alteraciones morfológicas de El estudio neuropatológico del cerebro de niños
la sustancia gris subyacente a las heterotopías per- y adolescentes (años después del daño original) ha
sisten e implican alteraciones funcionales locales. demostrado una variedad de alteraciones estructu-

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M. Marín-Padilla

Hemorragia periventricular
Figura 6. Montaje de fotomicrografías y un dibujo con cámara lúcida de preparaciones con el método
rápido de Golgi que ilustra varios aspectos de hemorragias subpiales agudas y subagudas por daño hi-
La hemorragia periventricular puede ser extensa,
poxicoisquémico perinatal. La hemorragia subpial (a) puede ser microscópica, mediana y extensa, se
asocia a edema (b) de los pies gliales, con ruptura de los vasos perforantes y con deformación de la sus- mediana, pequeña y microscópica (Fig. 7). Las exten-
tancia gris subyacente. Las fases subagudas y crónicas se caracterizan por la formación de heterotopías sas pueden estar asociadas con una hemorragia in-
leptomeníngeas (d, e, f, g) formadas por componentes (neuronas, fibras, vasos sanguíneos y glial) del traventricular, por ruptura de la pared del ventrícu-
cerebro que pasaron a las meninges a través de la ruptura de la membrana limitante glial externa. La
sustancia gris subyacente a la heterotopía está invariablemente deformada (d-g), lo que implica altera-
lo, que por lo general es mortal (Figs. 7b y 7c).
ciones funcionales locales. El dibujo con cámara lúcida (h) muestra residuos tras la inflamación subpial La zona periventricular del cerebro, durante su
de macrófagos con hemosiderina y de nuevos vasos sanguíneos y algunas alteraciones neuronales en la evolución previa al nacimiento, sufre cambios im-
sustancia gris subyacente. Las piramidales afectadas han perdido parte de sus dendritas apicales amputa- portantes. Esta zona cerebral es de gran actividad
das por la hemorragia y se han transformado en neuronas estrelladas e irregulares. Regeneración de las
terminaciones de fibras aferentes (f) y de la glía radial (gf), también amputadas por la hemorragia. Algu- celular y vascular entre las semanas 15 y 27 del em-
nas de las neuronas transformadas tienen dendritas largas, irregulares y desviadas. Estas alteraciones barazo. En ella se originan muchos de los tipos neu-
morfológicas implican cambios funcionales locales. Escala: 100 µm. ronales y gliales del cerebro que de manera progre-
siva irán emigrando, de abajo arriba, usando las fi-
bras de la glía radial como guías, hasta sus diferen-
a h tes regiones y zonas. Todas las neuronas piramida-
les, los astrocitos fibrilares (sustancia blanca) y
protoplasmáticos (sustancia gris) y los especiales de
la capa primera se originan en esta zona [20]. Du-
b
rante el período activo, esta región es hipercelular y
está muy vascularizada. Sus vasos sanguíneos son
grandes, de paredes finas y vulnerables, en especial
durante la regresión fisiológica (entre las semanas
c
24 a 27 de embarazo). La ruptura de estos vasos es
la causa principal de las hemorragias periventricu-
lares que pueden darse en niños que nacen antes de
tiempo o que padecen hipoxia neonatal (Figs. 7a,
7b, 7c, 7d y 7e). Las hemorragias periventriculares
d e frenan la emigración neuronal y glial en la zona
afectada y pueden producir heterotopías periven-
triculares de los elementos rezagados [10-12]. En la
clínica pediátrica, las heterotopías periventricula-
res se asocian con frecuencia a la epilepsia. En estu-
dios experimentales de ratas con epilepsia inducida,
f también se han descrito heterotopías periventricu-
lares funcionalmente activas con neuronas y vascu-
larización alteradas [21].

Fase aguda (días)


g Estudiar la neuropatología de las hemorragias peri-
ventriculares extensas es inútil porque el daño es
amplio y ha anulado su causa o etiología original. El
estudio de las hemorragias microscópicas recientes
ha permitido demostrar necrosis focal del endotelio
vascular con formación de trombo de fibrina, rup-
tura de la pared vascular afectada y hemorragia lo-
cal (Fig. 7f ). Con frecuencia, estas hemorragias son
rales y neuronales en la sustancia gris adyacente a múltiples (Fig. 7d) y tienen tendencia a unirse unas
las heterotopías leptomeníngeas, a veces asociada con otras, lo que causa daños extensos (Fig. 7e).
con epilepsia (Figs. 8 y 9). Además de la desorgani-
zación de la sustancia gris, la alteración neuronal Fase subaguda (semanas)
más fácil de reconocer en la sustancia gris alterada La necrosis celular en la región afectada es extensa
es la presencia de neuronas gigantes con morfolo- con destrucción local de la glía radial y, en conse-
gía dendrítica alterada. cuencia, se detiene toda la emigración neuronal y

S10 www.neurologia.com  Rev Neurol 2013; 57 (Supl 1): S3-S15


Conferencia

glial hacia las sustancias blanca y gris del cerebro.


Células inflamatorias, macrófagos con hemosideri- Figura 7. Montaje de fotomicrografías y un dibujo con cámara lúcida de preparaciones con el método
rápido de Golgi, que ilustra varios aspectos evolutivos de la hemorragia periventricular por daño perina-
na y gliosis reactiva de astrocitos fibrilares rellenan
tal. Lo habitual es que la hemorragia periventricular tenga lugar en la zona germinal, en especial duran-
el área afectada (Figs. 7g y 7h). En preparaciones te su regresión fisiológica, y puede ser microscópica, pequeña (a) o extensa (b, c) con hemorragia ventri-
con el método de Golgi, se reconocen bolos de re- cular con frecuencia mortal. Su causa es la necrosis endotelial de la pared del vaso (f) con formación de
tracción de la glía radial dañada por la región afec- trombos de fibrina, ruptura del vaso y hemorragia local. Por lo general, las hemorragias son múltiples
(d) con tendencia a unirse unas con otras y formar hemorragias extensas (e). Durante sus fases subagu-
tada y la sustancia blanca adyacente (Figs. 7h y 7i). das, nuevos vasos posteriores a la inflamación y macrófagos con hemosiderina invaden la zona afectada
La revascularización de la zona afectada por los va- (g, f) y las fibras de la glial radial amputadas por la hemorragia se retraen y forman bolos de retracción
sos tras la inflamación participa en la reparación de típicos (b, i). El dibujo con cámara lúcida (i) ilustra estos cambios de la zona periventricular afectada. La
la zona y de la pared ependimal del ventrículo da- pared ependimal (EP) del ventrículo (i) se repara con la incorporación de nuevas células. Células migrato-
rias rezagadas por el daño de las fibras de la glía radial forman con frecuencia heterotopías periventricu-
ñado (Figs. 7g, 7h y 7i). lares funcionalmente activas que con frecuencia se asocian con la epilepsia. La edad de los casos estudia-
dos está recogida en la figura.
Fase crónica (años)
La zona periventricular dañada desaparece práctica-
mente y acerca la sustancia blanca a la superficie a b f
ventricular, lo que permite que algunas de sus fibras
inerven las heterotopías locales y contribuyan al
mantenimiento de su actividad funcional anómala.
Neuroblastos y glioblastos migratorios detenidos por
c d
la hemorragia y las fibras aberrantes de la sustancia g
blanca participan en la formación de estas heteroto-
pías locales. Durante el desarrollo del cerebro tras el
h
nacimiento, estas heterotopías podrían interconec-
tarse de manera funcional, a través de la sustancia
blanca, con la gris, alterar localmente su función y
acabar participando en la patogénesis de trastornos
neurológicos y psicológicos del niño afectado.

Infarto de la sustancia blanca

El infarto de la sustancia blanca es mucho más co- e


mún y extenso que el de la sustancia gris [4]. Las
diferencias y la riqueza de sus sistemas microvascu-
lares son las causas de su diferente vulnerabilidad.
No cabe duda de que la microvascularización del
cerebro del mamífero evoluciona para proteger a la pilar pial se desprende en su totalidad [1,2]. La ex-
sustancia gris, donde las neuronas residen, con más tracción de las meninges deja la superficie del cere-
eficiencia que en ninguna otra parte del cerebro. bro lisa y sin vasos sanguíneos aparentes o visibles.
La microvascularización del cerebro humano Se necesita una buena lupa para ver los numerosos
comienza a las 8 semanas de edad y se mantendrá orificios microscópicos y equidistantes que cubren
activa durante la vida previa y posterior al naci- toda la superficie. Estos orificios representan las
miento del individuo [1,2]. Todos los vasos perfo- entradas de los vasos perforantes que se han ampu-
rantes que entran en el cerebro durante su desarro- tado al extraer las meninges. Otra explicación posi-
llo se originan en el plexo capilar anastomótico de ble es el hecho de que, mientras los senos venosos y
la piamadre (Figs. 1a, 1b y 1c). El plexo capilar de la las arterias y venas aracnoideas son visibles a sim-
piamadre representa el tercer compartimiento vas- ple vista, los capilares de la piamadre son microscó-
cular de las meninges junto con el aracnoideo con picos e invisibles [1,2].
las arterias y venas cerebrales y el dural con los se- Durante todo el desarrollo del cerebro (previo y
nos venosos [1,2]. El plexo capilar de la piamadre posterior al nacimiento), vasos perforantes del plexo
no está descrito de modo adecuado en los libros de pial continúan penetrando en el cerebro a distan-
embriología o anatomía. Esta negligencia podría cias equidistantes, entre unos 400 a 600 μm [1,2].
explicarse por el hecho de que, al extraer las menin- Por lo tanto, el número de dichos vasos que entran
ges (lo que invariablemente precede el estudio ana- en el cerebro aumentará de modo exponencial du-
tómico o neuropatológico del cerebro), el plexo ca- rante su crecimiento y expansión. Éstos atraviesan

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M. Marín-Padilla

necen extrínsecos al tejido nervioso [2]. Los vasos


Figura 8. Montaje de fotomicrografías que ilustra los procesos evolutivos (subagudos y crónicos). Duran- perforantes constituyen el compartimiento micro-
te las fases subagudas, la zona infartada se licua con formación de cavidades (b), el sistema microvascu-
vascular extrínseco del cerebro. Los espacios de
lar de la sustancia gris del infarto de la sustancia blanca por daño perinatal y la sobrevivencia de la sus-
tancia gris sobrevive al daño y se reorganiza hasta establecer un vena terminal paralela (a) a la zona de Virchow-Robin permanecen abiertos al intersticio
la necrosis que retiene la circulación sanguínea a través de la sustancia gris y protege sus neuronas. Pese meníngeo y funcionan como el único sistema de
a que la sustancia gris sobrevive al daño, está profundamente transformada, ya que las fibras aferentes drenaje del cerebro que carece de sistema linfático
de la sustancia blanca y las fibras eferentes hacia otras regiones corticales se han amputado por el infar-
to. Durante las fases crónicas, la sustancia gris que bordea el infarto de la sustancia blanca ha preservado
[2,22]. Este sistema de drenaje prelinfático del cere-
su sistema microvascular y ha sobrevivido aunque profundamente alterada. Se reconoce una sustancia bro es adecuado en circunstancias normales pero
gris más o menos intacta (fechas) en casos de encefalopatías multicísticas subagudas (c) y crónicas (f), ineficiente en entidades patológicas caracterizadas
en porencefalias (d), en ulegiria (e) y en hidranencefalias (g), todas caracterizadas por cavidades resi- por daño cerebral múltiple o recurrente, como la
duales en la sustancia blanca de diferentes tamaños.
enfermedad de Alzheimer y otras encefalopatías de-
generativas [22,23].
a b Entre vasos perforantes contiguos de la sustan-
cia gris se establecen plexos capilares anastomóti-
cos, de abajo arriba, que entran en contacto con los
elementos neuronales, gliales y fibrilares del cere-
bro y representan su sistema microvascular intrín-
seco o barrera hematoencefálica [2]. Estos capila-
res anastomóticos son más abundantes en la sus-
tancia gris, donde residen las neuronas, que en la
blanca. Los espacios intercapilares son también
más pequeños en la sustancia gris que en la blanca.
El mayor número de capilares y su cercanía al plexo
pial proporciona a la sustancia gris una mejor pro-
c d
tección contra el daño hipoxicoisquémico. Este he-
cho explicaría la mayor vulnerabilidad de la sus-
tancia blanca del cerebro, con menos capilares, al
daño perinatal.

Fase aguda (días)


La lesión aguda del infarto de la sustancia blanca
consiste en la necrosis y fragmentación de las fibras
e g afectadas (aferentes y eferentes) [4]. La fragmenta-
f
ción de estas fibras va acompañada de un aumento
de células inflamatorias mesodérmicas (macrófa-
gos) y nerviosas (micrófagos de la gliosis reactiva).
La subsiguiente licuefacción de las fibras afectadas
por la actividad de las células inflamatorias y la eli-
minación del detrito por macrófagos resulta en la
formación de pequeñas cavidades en la región afec-
tada, con tendencia a confluir unas con otras y au-
mentar progresivamente de tamaño (Figs. 8b, 8c, 8d,
8e, 8f y 8g).
todo el grosor del cerebro, alcanzan la región peri-
ventricular y establecen un plexo anastomótico en- Fase subaguda (semanas)
tre ellos. Nuevos plexos de capilares anastomóticos, El área dañada (necrosada) acaba transformándose
entre los vasos perforantes contiguos, se irán esta- en cavidades de tamaño y extensión variables que
bleciendo de manera progresiva, de abajo arriba, pueden envolver parte de uno o de ambos hemisfe-
durante la maduración funcional estratificada y as- rios cerebrales (Figs. 8c, 8d, 8e, 8f y 8g). Un gran
cendente de la zona periventricular, la sustancia número de fibras aferentes con destino a la sustan-
blanca, la subplaca y finalmente la sustancia gris. cia gris y de eferentes con destino a otras regiones
Los vasos perforantes permanecen dentro de los corticales y subcorticales amputadas por el infarto
espacios de Virchow-Robin que se formaron cuan- deja a muchas regiones cerebrales sin inervación
do penetraron en el cerebro y, por lo tanto, perma- funcional. La falta de inervación anterógrada y re-

S12 www.neurologia.com  Rev Neurol 2013; 57 (Supl 1): S3-S15


Conferencia

trógrada de la sustancia gris que bordea el infarto


implica cambios morfológicos y funcionales en la Figura 9. Ejemplos de corteza cerebral (sustancia gris) alterada en casos de epilepsia secundaria a daño
perinatal. Detalle de la corteza cerebral de una niña epiléptica de 11 años (a y b) que bordea a una ence-
región afectada y, con probabilidad, de otras regio-
falopatía multicística occipital con neuronas gigantes anormales (a) en la capa segunda, teñidas con
nes cerebrales próximas y distantes interconectadas fuerza con neurofilamento. Son neuronas estrelladas con dendritas largas e irregulares y con distribución
de manera funcional con ella. Estas alteraciones lo- axónica local y que a gran aumento (b) parecen formar nidos pericelulares de sinapsis axosomáticas (*)
cales y distantes pueden participar en la evolución alrededor del cuerpo de neuronas piramidales locales. Podrían representar células inhibitorias en cesto
hipertróficas que compensarían por la hiperactividad de las neuronas excitadoras. Corteza cerebral de un
de los trastornos neurológicos y psicológicos de los niño de 5 años con epilepsia para comparar la estructura de una zona no alterada (c) con una alterada
niños afectados. (d) cercana a una heterotopía leptomeníngea. En la zona no alterada (c), se reconocen las capas primera
y segunda con sus elementos normales. En la zona alterada (d), la capa primera está anulada con neuro-
Fase crónica (años) nas desplazadas, un aumento de astrocitos fibrilares (gliosis reactiva subpial) y desorganización de las
neuronas de la capa segunda con tendencia a formar grupos celulares. Estas alteraciones morfológicas
Es importante reconocer que, en todas las entida- implican alteraciones de la actividad funcional de la zona. Véase también la figura 5 y los nidos pericelu-
des neuropatológicas que resultaron de infartos de lares de un niño recién nacido y un adulto de 25 años de edad.
la sustancia blanca, la sustancia gris circundante
sobrevivió al daño original (Figs. 8c, 8d, 8e, 8f, 8g).
Los sistemas microvasculares extrínseco e intrínse- b
co de la sustancia gris sobreviven al infarto de la
sustancia blanca y protegen sus sistemas neurona- a
les (Figs. 8a y 8b). La sustancia gris circundante al
infarto de la blanca sobrevive en casos de encefalo-
patías multicísticas agudas (Fig. 8c) y crónicas (Fig.
8f ), en porencefalias (Fig. 8d), en hidranencefalias
(Fig. 8g) y en ulegirias (Fig. 8e).
Pese a la supervivencia, la sustancia gris que
bordea el infarto de la sustancia blanca queda pro-
fundamente alterada, con las conexiones nerviosas
retrógradas y anterógradas destruidas (Figs. 8c y c d
8d). Las neuronas piramidales de proyección han
perdido las conexiones axónicas con otras regiones
del cerebro y tampoco reciben fibras de la sustan-
cia blanca, y ambas se han amputado por la necro-
sis [5]. Por lo tanto, la sustancia gris que bordea
cualquier infarto de sustancia blanca queda des-
nervada y desconectada con otras regiones cere-
brales y su morfología y función estarán alteradas
(Figs. 9a, 9b, 9c y 9d). Estas alteraciones neuropa-
tológicas progresarán a lo largo del desarrollo del
niño e influirán en las regiones próximas y distan-
tes de su cerebro. El desarrollo morfológico y fun-
cional alterado de esta sustancia gris aislada segui-
rá evolucionando tras el nacimiento e influirá en el
desarrollo neurológico y psicológico posterior del
niño afectado.
La presencia de neuronas grandes e irregulares,
desde que se mencionaron por primera vez en 1971 26]. La corteza cerebral de un niño epiléptico de 5
en el cerebro, se ha descrito con frecuencia en le- años de edad muestra alteraciones significativas en
siones epilépticas [23-26]. Estas grandes neuronas la sustancia gris adyacente a una heterotopía lepto-
son estrelladas con dendritas múltiples, largas e irre- meníngea (Figs. 9c y 9d). Numerosas neuronas des-
gulares, de distribución axónica local, y se tiñen con plazadas ocupan la capa primera del cerebro (que
fuerza en preparaciones de neurofilamento (Figs. 9a suele ser pobre en neuronas), el número de astroci-
y 9b). El aumento del neurofilamento de estas neu- tos fibrilares (gliosis reactiva) está elevado y las
ronas podría reflejar una hipertrofia funcional. Se neuronas de la capa segunda están desorganizadas
ha propuesto que podría representar células en ces- con formación de grupos (Fig. 9d). Se necesitan es-
to hipertrofiadas que compensarían la hiperactivi- tudios adicionales para esclarecer estas observacio-
dad de las neuronas motoras del foco epiléptico [23, nes y opiniones.

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M. Marín-Padilla

Conclusiones of perinatal brain damage, I. Hemorrhagic lesions of neocortex.


J Neuropath Exp Neurol 1996; 55: 746-62.
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Hemos tratado de enfatizar que el desarrollo (pre- of perinatal brain damage, II. White matter lesions of the
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normal (no alterado) como del alterado (por daño 5. Marín-Padilla M. Developmental neuropathology and impact
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perinatal) son procesos evolutivos, cambiantes e neocortex. J Neuropath Exp Neurol 1999; 58: 407-29.
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ponentes neuronales, fibrilares, microvasculares y (acquired cortical dysplasia) and epilepsy. In Williamson P,
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neocortex. Complications and sequelae. Arch Dis Child 1974;
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mas clínicos (neurológicos y psicológicos) que aca- Boston: Blackwell Scientific; 1991. p. 807-38.
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Exp Neurol 2011; 62: 1129-43.
portamiento neurológico y psicológico del niño se 21. Marín-Padilla M, Knopman D. Developmental aspects
tienen que volver a estudiar y evaluar para así sumi- of the intracerebral microvasculature and perivascular
nistrar los medios adecuados para estas investiga- spaces: insights into the brain response to late-life diseases.
J Neuropathol Exp Neurol 2011; 70: 1-10.
ciones. Lo que hemos descrito y explicado en este 22. Marín-Padilla M. Patología y patogenia de la epilepsia
trabajo son resultados de observaciones prelimina- secundaria a encefalopatías hipóxico-isquémicas. Rev Neurol
1997; 25: 673-82.
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cimiento y su evolución en el cerebro del niño. Psychiatry 1971; 34: 369-97.
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S14 www.neurologia.com  Rev Neurol 2013; 57 (Supl 1): S3-S15


Conferencia

The child’s brain: normal (unaltered) development and development altered by perinatal injury

Summary. In this study we analyse some of the morphological and functional aspects of normal and altered development
(the latter due to perinatal injury) in the child’s brain. Both normal and altered development are developmental processes
that progressively interconnect the different regions. The neuropathological development of subpial and periventricular
haemorrhages, as well as that of white matter infarct, are analysed in detail. Any kind of brain damage causes a local
lesion with possible remote repercussions. All the components (neurons, fibres, blood capillaries and neuroglias) of the
affected region undergo alterations. Those that are destroyed are eliminated by the inflammatory process and those that
survive are transformed. The pyramidal neurons with amputated apical dendrites are transformed and become stellate
cells, the axonal terminals and those of the radial glial cells are regenerated and the region involved is reinnervated and
revascularised with an altered morphology and function (altered local corticogenesis). The specific microvascular system
of the grey matter protects its neurons from infarction of the white matter. Although it survives, the grey matter is left
disconnected from the afferent and efferent fibres, amputated by the infarct with alterations affecting its morphology and
possibly its functioning (altered local corticogenesis). Any local lesion can modify the morphological and functional
development of remote regions that are functionally interconnected with it (altered remote corticogenesis). We suggest
that any local brain injury can alter the morphology and functioning of the regions that are morphologically and
functionally interconnected with it and thus end up affecting the child’s neurological and psychological development.
These changes can cross different regions of the brain (epileptic auras) and, if they eventually reach the motor region, will
give rise to the motor storm that characterises epilepsy.
Key words. Epilepsy. Local injury. Neurological and psychological development. Remote disorders.

www.neurologia.com  Rev Neurol 2013; 57 (Supl 1): S3-S15 S15

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