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Roland Schimmelpfennig y Justine del Corte

CANTO MINOR
Para el centenario del nacimiento de Pablo Neruda
Obra por encargo del Goethe Institut Santiago y el Teatro Nacional Chileno

CANTO MINOR
Zum 100. Geburtstag von Pablo Neruda
Auftragsarbeit für das Goethe-Institut Santiago und das Teatro Nacional

Spanisch von Margit Schmohl


Santiago, Chile, 2005

Alle Rechte vorbehalten, insbesondere das der Aufführung durch Berufs- und Laienbühnen, des
öffentlichen Vortrags, der Verfilmung und Übertragung durch Rundfunk und Fernsehen. Das Recht
der Aufführung ist rechtmäßig zu erwerben vom:
All rights whatsoever in this play are strictly reserved. No performance may be given unless a licence
has been obtained. Application for performance etc., must be made before rehearsals begin, to:

S. Fischer Verlag, Theater & Medien


Hedderichstraße 114, 60596 Frankfurt a.M.
Tel. 069 – 6062-271, Fax 069 - 6062-355
e-mail: theater@fischerverlage.de

Die Rechte an der Übersetzung liegen bei Margit Schmohl, Email: msh@entelchile.net.

Förderung der Übersetzung durch: / This Translation was sponsored by:


PERSONAJES:

Malva
Arturo

La mujer del cuchillo


La mujer con el jabón
La pareja en la cama
y otros.

Lugar: Isla Negra

Dos actores o más.

2
1.
Parral, Talcahuano, Labranza, Boroa, Ranquilco, Imperial, Temuco, Santiago,
Rancagua, Curicó, Valdivia, Concepción, Valparaíso, Carahue, Imperial Bajo,
Colombo, Singapur, Varennes-sur-Seine, Ceylán, Anuradapura, Polonaruwa,
Batavia, Granada, México, Topolombambo, Sinaloa, Sonora, Yucatán, Anahuac,
Nayarit, Michoacán, Janitzio, Jalisco, Paricutín, Tehuantepec, Chiapas,
Xochimilco, Machu Pichu, Iquique, Guayaquil, Carahue, Pisagua, Toltén,
Tundra, Taiga, Irkutsk, Ulan Bator, Atacama, Capri, Anacapri, Barcelona,
Buenos Aires, Tashkent, Samarkanda, París, Wellawatha, Mandalay, Kunming,
Nanking, Tshungking, Java, Boroa, Nueva Dehli, Collipulli, Jenán, Suchumi,
Abchasia, Kolchis, Melipilla, Armenia, Eriwan, Byurakan, Moscú, Leningrado,
Formosa, Somosierra, Lota, Coronel, Chillán, Padre Las Casas, Guayaquil,
Iquique, San Martín de los Andes, Roma, Madrid, Puerto Ibáñez, Varadero,
Chile Chico, Talca, Estrecho de Magallanes, Ranquil, Salvador, Puerto Montt,
José María Caro, Frutillar, Puente Alto, Talcahuano, Cautín, Puerto Saavedra,
Chiloé, Lota Alto, Isla Negra.

2.
MALVA
Lo único que indico a la gente, sin que me pregunten, es el pequeño mascarón
de proa . Es el más pequeño de toda la colección. Fue tallado en madera de
encina, alguna vez llevó vestimentas de colores, pero los años y el agua las
tiñeron de negro, completamente negro.
Pertenecía a un barco más bien pequeño y se llama: María Celeste.
María Celeste. Una francesa.
Cada año en invierno sus ojos fijos en el horizonte lloran.
Lágrimas verdaderas escurren por su pequeño rostro de madera. Eso se lo
muestro a la gente, aunque no hayan preguntado nada.
Sería terrible imaginarse que la pequeña María Celeste llora y la gente pasa por
su lado sin reparar en ella.

ARTURO
Además es una atracción.

MALVA
¿Por qué llorará? ¿Y por qué en invierno? Viene de tan lejos - seguro que es por
una trágica historia de amor.
Quizás alguien se ahogó ante su mirada; o quizás se hundió todo el barco en
invierno y con él todos los marineros. O María Celeste era alguna vez una niña
común y corriente - y en un frío invierno francés fue secuestrada, arráncandola
de una vida feliz. Delante de los ojos de su amado, asesinado en ese instante - y
luego unas fuerzas oscuras la convirtieron en encina y la clavaron por siempre
en el barco francés como prisionera. La sola idea es terrible.

3
ARTURO
Ahora yo supongo que la madera negra, impregnada durante décadas con la sal
del agua de mar atrae la humedad - esta se condensa y cae como gotas de los
ojos de madera cuando comienza a hacer frío. En invierno. Es lógico, ¿no?.

3.
Una mujer asiática. Lleva puesto un Sarong. Tiene un cuchillo en la mano. Está
en un estado de máxima excitación. Se ve bellísima. Tiene un gran cuchillo en la
mano. De un gramófono se escucha Paul Robeson.

4.
ARTURO
Ha llegado la tarde. Llueve. Desde hace horas. La tarde es mi hora favorita del
día. No sabría decir por qué.
Si tuviera que renunciar a una hora del día, nunca escogería la tarde.
Renunciaría a la media tarde.
Ahora a menudo me toca trabajar aquí en las tardes. O de noche. Los turnos van
rotando. Uno no puede elegir. Hay un sistema establecido.
Cada vez extienden más los horarios de visita de la casa. Y eso que la gente
prefiere venir en las mañanas o al mediodía.
Jamás renunciaría a las tardes, pero sistema es sistema. Por lo general nos toca
trabajar en el mismo turno. Yo ya había llegado. Ella llegó después. Un día de
octubre. Con su boina vasca gris.

Contento.

Tiene un nombre que se parece al nombre de una planta.


Tiene un nombre que se parece a una flor.
Malva.

5.
MALVA
Adoro la casa en la que trabajo.
Me encanta estar aquí en las mañanas. Esa es la hora más hermosa del día. Aquí
en la casa, y en general. Adoro las mañanas. Si pudiera cambiar una hora del
día, cambiaría la noche por 12 horas de mañana.

6.
ARTURO
Tiene unas piernas increíbles. Todo el tiempo le miro las piernas, pero no se da
cuenta, porque sé disimular muy bien.
Más o menos así. (Muestra cómo se hace)

4
O así.
Siempre lleva faldas, pero de largo y formas diferentes. Y con cada falda
zapatos diferentes. Por eso sus piernas todos los días se ven distintas. Y uno
nunca sabe qué falda se pondrá al día siguiente.

7.
MALVA
Sólo espero el día en que se roben al pequeño mascarón de proa. La pequeña
María Celeste, que viene de Europa. Me parece estar viendo cómo lo lograron,
cómo me doy cuenta demasiado tarde y cómo los veo escapar con ella por la
playa.
Y cómo luego emerge del oleaje el tentáculo colosal de un pulpo gigante y les
arranca el pequeño mascarón de proa, agarra los ladrones del cuello con los
otros tentáculos, y entrechoca sus cabezas hasta que se rompen, revientan y se
vacían al mar, donde la mazamorra cerebral de ladrones, aún tibia, es tragada a
sorbos por los peces.
Ya está.

8.
ARTURO
Cuando lleva faldas ajustadas hasta la rodilla, sólo se ven sus pantorrillas. Por lo
general se pone zapatos de taco alto con este tipo de falda, y por eso en los días
de la falda a la rodilla se sienta más a menudo que los otros días. Estos son los
días de las piernas cruzadas. Y son definitivamente los mejores.

9.
MALVA
Siempre me he preguntado si los tentáculos de pulpo son realmente brazos o
más bien son piernas. Quizás sean ambas cosas. En todo caso son TAMBIÉN
piernas, porque no hay, que yo sepa, ningún animal que SÓLO tenga brazos –
sería terrible por lo demás.

10.
ARTURO
Están los días de medio muslo, los días de las faldas cortas – tiene dos: una recta
y una con pliegues, ambas de color negro – con ellas se pone zapatos bajos.
Esto no deja de tener un cierto encanto, no se puede negar. Sus pantorrillas
tienen un impacto completamente diferente con zapatos bajos. Siempre tiene
piernas.
Increíble.
Los días lunes lleva una falda que apenas cubre la rodilla y zapatos de medio
taco. Todos los lunes. Esta es la única falda previsible. Es la falda menos
interesante; podría saltarme perfectamente los lunes.

5
Cuando no me mira durante demasiado tiempo, - lo cual sucede - a veces no me
mira durante días enteros, entonces digo algo que la enfurece. La miro mientras
no me mira, cuento hasta tres y digo rompiendo el silencio del turno de noche:
"Una cosa está clara: si tuviera un dormitorio como ése, también habría sido
poeta.“
Eso la enfurece.

Pausa.

Siempre.

11.
MALVA y ARTURO están sentados en dos sillas muy distantes entre ellas.
Afuera es de noche, está oscuro. Lluvia intensa. MALVA está leyendo un libro.
ARTURO no está haciendo nada. De vez en cuando mira hacia MALVA. Sobre
todo a sus piernas. Afuera arrecia el temporal. La lluvia golpea la casa. Turno de
noche. MALVA mira a ARTURO, que está tomando café.

MALVA
En la noche comienza a tomar café.
Justo al anochecer. A mi se me quitaría el sueño.

ARTURO
¿Quieres un café?

MALVA
No tomo café en la noche.

ARTURO
¿Pero tú tampoco tomas café en la mañana, no?

MALVA
No.

ARTURO
Es que tú sencillamente no tomas café.

MALVA
No.

Truenos y relámpagos. Se va la luz por un momento.


Después de un rato de espera.

MALVA

6
No vuelve.

ARTURO
Ya volverá.

Pausa.

MALVA
Pero no vuelve.

ARTURO
Cálmate un poco ¿ya?

Pausa.

MALVA
No veo nada.

ARTURO
¿No me digas que tienes miedo?

MALVA
Esto no es normal.

ARTURO
Ya ha pasado antes.

MALVA
¿Y qué hacen entonces?

ARTURO
Tienes miedo.

MALVA
Bueno, ¿qué hacen entonces?

ARTURO
Buscamos una linterna.

Pausa.

MALVA
¿Y?

7
ARTURO
¿Y qué?

MALVA
¿La vas a buscar?

ARTURO
¿A quién?

MALVA
La linterna.

ARTURO
¿La linterna? ¿Ahora, ya?

MALVA
Sí, ya - .

ARTURO se levanta de su silla y choca con algo.

ARTURO
Auuu.

MALVA
Anda a buscarla.

ARTURO
¡Ya! Ya voy. Si voy.

ARTURO sale del escenario. MALVA sola.

MALVA
¿Hola?

Pausa. MALVA se calla. Llueve. De pronto.

MALVA
¿Hola? -- ¿Hola? Oh Dios.

ARTURO regresa. En la mano lleva una linterna.

MALVA
¿Arturo? ¿Eres tú?

8
ARTURO
No me explico por qué no funciona. Quizás sean las pilas.

MALVA grita
¿Qué es esto?

MALVA grita y da golpes con pánico en su falda.

ARTURO
¿Qué pasa?

De nuevo se golpea.

MALVA
¡Un bichol! ¡Hay un bicho aquí!

ARTURO
¿Dónde? Dime ¿dónde?

MALVA
¡Ayúdame! Por favor ¡ayúdame!

ARTURO
¿Pero dónde? ¿Qué bicho?

Sacude la linterna. Pero no se enciende. Ella da un chillido agudo y de pánico.

MALVA gritando
¿Eres tú?

ARTURO
¿Yo?
¡Yo estoy aquí!

Se enciende la linterna. MALVA se ha levantado la falda dando golpes de ciego


con las manos. Da saltos por la sala presa del pánico.

MALVA
Está en --- está en ---- creo que está debajo de mi falda ----

ARTURO
¿Qué cosa? ¿Qué bicho? ¿Qué es?

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ARTURO levanta la falda y alumbra con la linterna.

MALVA chilla
¿Lo pillaste?

Agarra a manotazos la cabeza de ARTURO.

ARTURO
Espera. Auu. Para ...

MALVA pega otro grito.

MALVA
¡Creo que está en mi calzón! ¡Un insecto enorme! ¡Una araña! Enorme! ¡O un
escarabajo!

ARTURO
¡Sácatelo! ¡Rápido! ¡Sácatelo!

MALVA da brincos chillando.

ARTURO
¡Por favor! ¡Sácatelo!

MALVA se arranca el calzón a tirones y lo tira lejos. Pasa las manos por sus
piernas y la falda. Se calma un poco.

ARTURO
¿Ya se fue?

MALVA llorando y sin aliento


Creo que sí.

ARTURO
¿Sí?

MALVA
Sí. Creo que sí.

ARTURO
Mejor, déjame ver...

MALVA
Gracias. Se fue ...o crees --

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ARTURO levanta su falda con la linterna y mira por debajo.

MALVA
- ¿Está allí?

En ese preciso instante vuelve la luz. MALVA baja de inmediato su falda y le


lanza una mirada de disgusto a ARTURO.

ARTURO
Ya no estaba. Creo.

MALVA seca
Si sé.

ARTURO recoge con cuidado el calzón. MALVA alerta. De pronto ARTURO se


sobresalta infinitamente. Entonces MALVA también.

MALVA
¿Qué?

Pausa.

ARTURO
Nada.

Breve pausa.

Te lo quieres poner ...

MALVA toma su calzón y lo arrepolla en la mano.

MALVA
Era un escarabajo enorme. Me mordió. Lo sentí.

ARTURO
¿Dónde?

Sin respuesta.

ARTURO
¿Crees que era venenoso?

MALVA

11
¿Cómo lo voy a saber?

ARTURO cuidadoso
¿Y cómo era?

MALVA
No sé. No lo alcancé a ver bien. Yo diría que era de un azul metálico, de
resplandor oscuro, color cañón de fusil. Negro reluciente y resistente. Tan
resistente que podría haberme parado encima de él sin romperlo. Un escarabajo
con una caparazón como esa no necesita ningún veneno. Era enorme. Nunca he
visto un escarabajo tan grande. Y tenía patas peludas como de araña con rodillas
color de coral, que se asomaban sólo cuando caminaba - carne de escarabajo al
desnudo. Las patas eran pinzas filudas y el ancho hocico colgaba en belfos
desgarrados en la lucha, en parte muertos. Un ojo estaba ciego y turbio, y quizá
ya se estaba pudriendo. Creo haber visto que tenía una lengua. Larga y reseca y
cubierta de garfios delgados como un cabello y cortantes como una hoja de
afeitar, de quitina o algo así. Así era. ----- O algo parecido. Mal que mal estaba
oscuro.

Pausa. ARTURO la mira. Ella lo mira a él.

ARTURO
Qué bueno que se haya ido.

MALVA
Sí. Gracias a Dios.

12.

Querido hijo, mi pequeño pez luminoso, lo siento tanto, no pretendía dejarte


solo tan pronto, sin recuerdos de mí, mi pequeño pez de agua dulce con
nostalgia del mar. Un mes, es muy poco. Lo siento tanto.
Si te busqué. No creas que no te busqué, siempre te busqué, nunca estabas en el
mismo lugar donde estabas recién, por qué será que te llevan todo el tiempo
lejos de mí, para que tenga que buscarte, me preguntaba. Tu padre no me
contestaba, no me miraba, tus hermanos me respondían con su silencio cuando
les hablaba, les preguntaba. Entonces te vi en tu cuna. Mi pequeño pececito, y
llorabas. Te ofrecí mi pecho, pero no lo tomaste, no mamaste, tus suaves labios
boqueando solitarios en el vacío de las profundidades del mar -. Llorabas
desconsoladamente, mi diminuto hijo. Y yo enloquecía de tristeza y desazón y
una noche me abalancé sobre tu padre, que dormía en su cama y que no me
había vuelto a tocar desde que la tuberculosis me desgarrara como un trapo
apolillado. Le mordí los labios, pero él no habló, lo agarré a golpes y no se

12
movió, entonces grité. Nada. Y en medio de la oscuridad, desde tu cuartito, tu
pequeño llanto penetraba hasta nuestra cama. Y tu padre despertó y se incorporó
y auscultaba la noche, ¡pero no escuchó mis preguntas desgarradoras! Fue
entonces que tomé su pito de aviso y di la señal de partida a todos los trenes del
mundo con un solo e inaudito silbato que clamaba al cielo, y de pronto me miró.
Por fin me miró. Y dijo en forma muy, muy calmada: "Ya no has de sufrir más.
Te lo haré entender. Mañana. Esta noche te quedarás dormida en mis brazos,
serás sonámbula como siempre desde hace 78 días y buscarás como siempre al
pececito. Y mañana por la mañana entenderás.“ Me dormí debajo de su axila,
pero como la cama se llenó de grava negra al envejecer la noche, me mudé y me
acosté a tu lado en la cuna en que nadabas. Eras tan dulce, mi pequeño pez.
Luego salió el sol y tú sonreías en sueños y yo fui a preparar tu papa, antes de
que vuelvan a hacerlo por mí. Estaba de pié delante del aparador. Allí había una
nota que era nueva. Y que decía: "Este momento es difícil para ti, pero debes
entender: Resígnate. No podrás comunicarte con nosotros. Estás muerta.“ Y el
mismo papel colgaba de tus mamaderas de pez . Y del reloj. Y en la estufa. En
todas las ventanas, en todas las puertas, en mi silla y en la caja de té. Entonces
comprendí.

Tú naciste en julio. Un mes después, consumida por la tuberculosis, dejé de


existir. Tú no me recuerdas y ni siquiera sabes que me miraste con tus ojos.
Pero lo hiciste.

Rosa Neftalí Basualto Opazo,


Maestra del Liceo de Niñas No 2 de Parral

13.

ARTURO
¿Qué vas a hacer esta noche?

MALVA
¿Quién?

Breve pausa

ARTURO
Tú.

MALVA
¿Yo?

ARTURO
Sí. Tú.

13
MALVA
¿Yo?

ARTURO
Sí.

14.
Tendrá unos 33. Al regresar del trabajo en el museo, lo primero que hace es
encender el televisor. Un modelo viejo, sólo blanco y negro, la imagen es mala,
se escucha más de lo que se ve, de todos modos no mira. Ni siquiera escucha.
Mientras la tele está encendida, se prepara algo de comer en la cocina. A veces
se pone a pensar en qué podría cocinar: se acuerda de las cosas que le gustaba
comer: pollo con arroz y huevo frito o un budín o bistec a lo pobre. De entrada
una sopa y luego ensalada, todo hecho por él. Es buen cocinero, aunque no lo
parezca.
Pero no cocina. Está en la cocina preparándose unos sandwich. Una y otra vez se
propone beber poco en la noche. Sólo raras veces lo logra. Muy de vez en
cuando.

Siempre soñó con ser rockero. Para ser preciso, un rockero como el "Boss“,
como Bruce Springsteen. Pero soñar con ello, le bastaba. El Boss vivía su vida
por él, gracias a Dios. Una gira mundial de ésas sería demasiado agotadora para
él. Siempre lejos de casa, siempre viajando -

A los 16 tuvo su primera polola. Era la hija del dueño de la botillería en la


esquina de su barrio. Tenía el pelo largo, que recogía detrás de las orejas al
hablar, como si hablar y dejar-el-pelo-detrás-de-las-orejas fueran una y la misma
cosa. A veces, de manera totalmente inesperada, podía suceder que en medio de
la conversación la atacara un intenso tartamudeo con lo cual además sus ojos
eran sacudidos por temblores y parpadeos tan espasmódicos, como si quisieran
ayudar a empujar fuera la palabra. Cuando tartamudeaba dejaba el pelo en su
lugar.
Se agarraban a besos sobre las cajas con las gaseosas color naranja furioso,
cuando su padre no estaba. ¿Adónde iría? Más tarde una de las botellas de
cerveza estalló en las manos de su padre y un fragmento de vidrio rajó su ojo
izquierdo. Los adultos pensaron que el nivel de presión en la botella había sido
demasiado alto, que debía haber sido mal llenada o sacudida en exceso cuando
trajeron el pedido. Después de ese episodio, no quiso volver a verlo. Nunca más.
El, hasta el día de hoy, piensa en ella.

El departamento donde vive ahora lo compartía en una época con dos amigos.
Luego uno de ellos se casó y se mudó a su propio departamento con su mujer, y

14
el otro consiguió un empleo como mecánico automotriz en Valparaíso. Desde
entonces vive solo en el departamento. Eso es demasiado caro. Pero buscar otro
departamento, los arreglos, la mudanza – agotador

Durante un tiempo trabajó como taxista. Un par de meses. Le gustaba eso de


conocer otros lugares sin tener que salir nunca de la ciudad. Le gustaba conocer
gente, de la que sabía que no la vería nunca más.
Luego vinieron los años como chofer de micro.
Manejaba micros para diferentes empresarios, los jefes cambiaban, las micros
permanecían. Máquinas grandes. Todo el día detrás de aquel gran volante, muy
por encima de la calle. El ruido de las puertas que se abrían y cerraban.

Hasta que un buen día se encontró de nuevo en la calle, y entonces comenzó el


tiempo en la "casa". Mintió cuando comenzó a trabajar allí. Dijo que tenía
experiencia. Le creyeron. Vaya a saber uno por qué. Debía estar sentado en una
silla y vigilar sillas, ladrillos, mascarones de proa y ventanas.
La pega es realmente agradable. A veces echa de menos la calle, pero a cambio
desde la casa se ve el mar. Si desde aquí uno nadara siempre hacia el poniente,
en algún momento llegaría a la Argentina.
Su canción favorita del "Boss“ es "Everybody’s got a hungry heart“.

15.
ARTURO de pie sobre el escenario. Quizás MALVA está sentada en su silla,
observándolo, o ARTURO está solo. Sobre una pequeña mesa delante de
ARTURO, un cofrecillo. ARTURO saca un pito de ferroviario y sopla. Da una
señal.

ARTURO
En marcha.

Emite un silbido.

ARTURO
'En marcha' es fácil.

Emite un silbido.

ARTURO
Este es el padre de todos los silbatos: el clásico.

Vuelve a silbar.

ARTURO

15
Este es el momento más grande, de mayor orgullo para el silbador. A su silbido,
como a una orden, un coloso se pondrá en marcha. Un colibrí ordenando a un
dinosaurio,
un mamut,
un rinoceronte y la historia comienza un nuevo capítulo. El sabe: se le
escuchará. Todos esperan su señal. El ha dado la señal. "YO he dado la señal.“
El tren parte.

Mientras silba, el silbador lo percibe: El influye en la historia. Los hombres no


están conscientes de ello, pero lo intuyen:
Con el silbato comienza el intermedio entre dos capítulos de su historia, entre un
antiguo punto final y un nuevo punto de partida. El viaje mismo sólo es el hoyo
negro, la interrupción entre dos estaciones.

Silba.

ARTURO
Las puertas se cierran únicamente a mi señal. Ruido de puertas cerrándose en el
hall de la estación. Ellas separan a los que parten de los que se quedan. Ambos
saben que ahora no hay vuelta atrás, uno se irá y el otro se quedará. Y nada
podría parar el tren ahora. Ahora que di la señal. El colibrí.

Mira el pito.

ARTURO
Una cosa tan pequeña.

Breve Pausa.

Un tren tan grande -

Devuelve el pito al cofrecillo y busca en su interior. Mientras tanto habla.

ARTURO
El silbido es el himno nacional del dolor de la partida, es su implacable
fanfarria, vitorea lo ineludible: la separación.
Me despedí, entre lágrimas y besos ardientes, nunca antes había besado como
entonces, cuando supe que jamás la volvería a ver, y ella supo que no lo sabe y
aún así lo sabe. Está en el andén, desearía caerse a pedazos de dolor absurdo,
goza en este desgarro en el que siente todo lo monstruoso que en ella estuvo
guardado y sin desempacar aún. Hunde las uñas en su rostro que nunca había
sido tan suyo como ahora y se desfigura al despellejarlo con las uñas, dejando
rastros azules en la piel.
Qué pasaría si:

16
El pito callara,
el tren no saliera,
se quedara.

¡Yo podría bajarme o ella podría subirse!


¡Qué desilusión!
La glorificación del pasado, que ya había comenzado con el pito del ferroviario,
se tornaría imposible.

16.
El ruido de un tren.
Una mujer asiática. Lleva puesto un Sarong. Tiene un cuchillo en la mano. Está
en un estado de máxima excitación. De un gramófono se escucha Paul Robeson.
Se ve bellísima. Tiene un gran cuchillo en la mano.

17.

El silba con otro pito.

ARTURO
Hay otros pitos.

Silba con el otro pito.

ARTURO
Hay pitos para los trenes con los cuales siendo niño uno deja el terruño por
primera vez.
Esos son trenes confortables, los vagones grandes como castillos, uno está
orgulloso, tendrá algo que contar, se huele el ancho mundo, y todo lo que hay
allí afuera ya no te atemoriza porque aparentemente de pronto lo dominas, sin el
menor esfuerzo, como si de frentón te lo pudieras echar al bolsillo, tan
inofensivo y débil parece todo allí afuera. Porque lo dejas atrás y ni siquiera te
afecta. Porque pasa flotando como un mero soplo y detrás de la curva se
disuelve en aire.

En silencio ARTURO envuelve los pitos como frágiles polluelos.

18.
MALVA
Esta predilección por los insectos.
¿Qué crees tú qué significa?

17
ARTURO
No sé, ¿tenía predilección por los insectos? Sí? ¿Cómo lo sabes?

MALVA
La casa está llena de insectos. En todas partes hay insectos atravesados por un
alfiler.

ARTURO
Obvio, cualquier otra cosa que no sea insecto se pudre.

Breve pausa.

MALVA
En ese caso no trabajaría aquí, si se le hubiera ocurrido coleccionar elefantes en
descomposición. O perros.

ARTURO
¿Quieres un poco de mi café?

MALVA no responde. Mira al vacío en silencio y como en shock. El se sirve café


express de un termo en una pequeña taza que lleva en el bolsillo de su pantalón.

MALVA (en voz más baja como hablando sola):


Patalean atravesados por un alfiler sobre el cartón, en el cual pusieron un letrero
con su nombre. Imagínate: Te matan en un cementerio - es decir, al lado de una
tumba, en la cual ya está puesta tu lápida,
¡con indicación de nombre y especie!
Y cuando miran a su alrededor buscando ayuda, verán a diestra y siniestra puros
camaradas muriendo, que agitan sus alas trémolas, como si al menos éstas
pudieran aún salir volando dejando atrás el tronco sangrante y preso .... quizás
hay familiares entre ellos ...

ARTURO
Bueno, así es no más: los insectos se mueren. Sabes ¿cuántos insectos hay en el
mundo? Te imaginas demasiadas cosas. Se me ocurre que eso no debe ser muy
bueno para la salud. Mejor imagínate qué pasaría, si los insectos no se murieran.

MALVA
Hay escarabajos que llegan a tener 100 años.

ARTURO
No le pongas tanto.

18
MALVA
Si no lo hago a propósito. Eso de imaginar.
Aquí hierve de insectos.

Breve pausa.

19.
El plan era hacer el amor en las camas de poetas famosos. Habían tomado
providencias. Dado que tenía que ser rápido, ninguno de los dos llevaba ropa
interior, además ella siempre vestía de falda.

Todo había comenzado en Key West. La cama de Hemingway era muy grande e
incitante y miraba hacia las palmeras. Arriba colgaba una foto del poeta con un
pescado. Eso le dio la idea. Debían darse prisa, la casa estaba llena de gente.

2 horas en la cama de Dylan Thomas en su casa en Laugharne. La casa de Dylan


Thomas no es muy visitada. Es una antigua casa de botes en una isla azotada por
el viento.

A veces era imposible, porque no los dejaban solos. En la casa de D’Annunzio


cerca de Gardone, en cada habitación había no uno sino dos guardias. Para
vigilar las interminables y horrendas cursilerías.

Donde más los pillaron fue en Alemania.


En la casa de Bertolt Brecht a orillas de un lago cerca de Berlín los pilló una
visitante de pelo corto que de inmediato gritó auxilio como si la estuvieran
matando. La cama del poeta era una cama de una plaza. Se parecía a un catre de
campaña y rechinaba como un viejo coche de guagua.

En la casa de Goethe en Weimar fueron descubiertos por la guía de un grupo de


turistas japoneses, justo cuando habían comenzado. Los retuvieron y
denunciaron, pero si hoy se ingresa la palabra "Goethe“ en el buscador de la
internet japonesa, aparece una foto de los dos en plena fechoría sobre el lecho de
muerte de Goethe. www.koitsi-wakame.nip/12.goethe. jpg

Excelente resultó en Capri y la isla adyacente Anacapri. Allí habían vivido


tantos poetas que podían hacer el amor varias veces en el día, a pesar de que en
muchas casas no resultaba y Gorki ni siquiera tenía una cama.

Finalmente en la cama de Neruda pasó. La dejó embarazada por descuido. La


cama de Neruda les quedaría grabada en la memoria durante mucho tiempo.

20.

19
ARTURO
Te sorprenderá. Pero me sé de memoria un poema.

MALVA
¿Tú te sabes de memoria un poema?

ARTURO
Y trata de un insecto. Incluso se llama "El insecto“.

MALVA
No me digas.

ARTURO
No eres la única que simpatiza con los insectos.
¿Quieres que lo recite?

MALVA
Dale -

ARTURO
"De tus caderas a tus pies
quiero hacer un largo viaje.

Soy más pequeño que un insecto.


(Enfatiza especialmente la palabra "insecto")

Voy por estas colinas,


son de color de avena,
tienen delgadas huellas
que sólo yo conozco,
centímetros quemados,
pálidas perspectivas.

Aquí hay una montaña.


No saldré nunca de ella.
Oh qué musgo gigante!
Y un cráter, una rosa
de fuego humedecido!

Por tus piernas desciendo


hilando una espiral
o durmiendo en el viaje
y llego a tus rodillas
de redonda dureza

20
como las cimas duras
de un claro continente.

Hacia tus pies resbalo,


a las ocho aberturas
de tus dedos agudos,
lentos, peninsulares,
y de ellos al vacío
de la sábana blanca
caigo, buscando ciego
y hambriento tu contorno
de vasija quemante!“ (de: LOS VERSOS DEL CAPITAN)

¿Un bello poema, no?

MALVA
Pero si no trata de un insecto.

ARTURO
Claro que lo hace. Trata del viaje de un insecto.

MALVA
Pero se trata de una mujer desnuda y las partes de su cuerpo.

ARTURO
Recorridas por un insecto.

MALVA
¡Pero si el insecto no es el tema!

ARTURO
A mi me parece que es un poema sobre un insecto.

MALVA
Si te parece. Se supone que el experto en poesía eres tú.

Breve pausa.

ARTURO
El poema del insecto no es mío, por si piensas eso.

Breve pausa.

MALVA

21
Oh.

ARTURO
Exacto.

21.
En la mañana, tan pronto se despierta se levanta. No se queda ni un segundo
despierta en la cama. Lo primero que hace es ir a la ventana y mirar hacia
afuera, como si quisiera asegurarse donde está. Como si lo hubiera olvidado
durante la noche.

Acto seguido se va a duchar. Se ducha durante mucho rato. Con singular


esmero. Como si su cuerpo ya no le perteneciera. Parece un rito. Lava cada parte
del cuerpo por separado. Como si quisiera asegurarse que todo sigue en su lugar,
que no ha perdido algo en sus largos viajes, olvidado una pierna en una
habitación de hotel o dejado por descuido en la estación de ferrocarriles, que no
ha dejado una rodilla en el muelle, un hombro perdido en el control de
pasaportes.
Usa un jabón blanco, sin perfume - el más discreto de todos los jabones. Luego
se seca y sale del baño. Se viste. Ropa interior muy blanca sin adornos. Siempre
lleva faldas. Por lo general con blusas entalladas o beatles delgados y ajustados,
en los cuales sus senos se insinúan a la perfección.

Siempre había estado huyendo, errante. Algo que sin embargo nunca admitiría,
quizás ni siquiera lo sienta así. Pero así es.
Al principio sólo se mudaba de pieza. Siempre había algo que no le gustaba: el
arrendador, la vista, el olor.
Más tarde, cuando estudiaba en la universidad, ya se estaba mudando
regularmente de ciudad en ciudad. Siempre había una razón.
Después le llegó el gran amor, un desastre. Al final descubrió que el hombre la
había estado engañando todo el tiempo.
Sea como fuere, eso le dio un motivo para abandonar nada menos que el país y
cambiarlo por otro. A partir de ese momento cambiaba de país con cada nueva
desilusión. Y luego incluso de continente. Ahora está aquí.
Después de vestirse toma té. Nada más. Mientras tanto lee poemas de un libro y
espera que llegue la hora para partir al trabajo.

En algún momento, el museo fue una casa habitación.


Desde que trabaja allí ya no habla de que en otra parte sea mejor, de que por eso
tenga que ir a otro lugar, que por eso tenga que irse de aquí. Aunque no lo sabe,
pero la casa le da la sensación de hogar. Con el transcurso del tiempo ha
convertido a cada silla, cada ladrillo, cada mascarón de proa y cada ventana en
un repuesto de su cuerpo perdido en la huida.

22
22.

ARTURO
¿Vas a hacer algo más tarde?

MALVA
¿A qué te refieres?

ARTURO
Me refiero a esta noche.

MALVA
¿Qué quieres decir?

ARTURO
Bueno, qué voy a querer decir, lo normal pues, cuando uno pregunta: ¿tienes
planes para esta noche?

MALVA
¿Si tengo planes para esta noche?

ARTURO
Sí.

MALVA
Yo. No.

ARTURO
¿No?

MALVA
Creo que no. No.

ARTURO
Ah.

MALVA
Eso creo.

ARTURO
Ah.

23
23.

Hijo mío,
de verdad lamento haberte abandonado tan pronto. Pero la tuberculosis fue
implacable. Durante cuatro semanas fui tu madre – después de tantos años
muerta, desde el punto de vista de hoy y de aquí, desde la eternidad, diría: peor
es nada.
Cuida el abrigo de tu padre. Ya sé que no es muy bonito – nadie esperaría
refinamiento y buen gusto de la empresa de ferrocarriles. Pero el invierno será
frío y sin el abrigo te enfermarás, ¡con lo flaco que estás! Te robarán el abrigo
en uno de esos bares, en los que te emborrachas con tus amigos en vez de
estudiar – ¿Y entonces qué harás? Tendrás que pasar todo el crudo invierno en la
cama de la insaciable viuda rubia, de la que sólo me queda advertirte con
insistencia, ¡mi pececito luminoso! Ella te llama Roberto cuando enloquece de
pasión; ya eso no es sano para un hombre que se llama Pablo. Además: el amor
en tales cantidades no se aviene con la desnutrición. Sin ir más lejos, ya te ves
como un espantapájaros en el abrigo de tu padre, ¡flaco como un hilito y
puntiagudo como un cuchillo! Deja de alimentarte de puros cuyes asados y
conejillos de Indias con arroz viejo, por muy pobre que seas. Un amante debe
estar bien alimentado, o no es un amante, o las viudas terminan matándolo.

Tu padre siempre comió bien. Si trabajaras en vez de escribir versos, podrías


comprarte otras cosas para comer mejor.
¡Esto de escribir versos será tu ruina y acabará por costarte hasta la cabeza!

Tu madre.

24.
Josie Bliss, una mujer asiática. Lleva puesto un Sarong. Tiene un cuchillo en la
mano. Está en un estado de máxima excitación. De un gramófono se escucha
Paul Robeson.
Se ve bellísima. Tiene un gran cuchillo en la mano.

JOSIE BLISS
Escondí todos los telegramas: entre los desechos de cocina, en mis zapatos,
debajo de la casa de los grillos, en la jalea, en el medidor de luz! Sí! Son
demasiados -

Breve pausa.

24
¡Odio los telegramas y aún más las cartas! ¡Todas esas cartas! Las quemo – Las
quemo, se los doy de comer a los perros en la calle, las echo a la olla y las
rompo en pedazos. Romperlas es lo mínimo -

Te llegan demasiados telegramas y demasiadas cartas -

Breve pausa.

De noche rondo sigilosamente tu cama. Me doy vueltas, arrastrando aún el olor


a selva.
Impediré tu huida. Tu huida a las cartas y los telegramas y los consulados en
Ceilán o dondequiera. Estoy vestida de blanco cuando rondo tu cama, en la que
finges dormir con la conciencia tranquila. Y yo, llevando flores blancas en el
pelo: seré lo último que tus ojos verán –nunca habrás de olvidar esta imagen.

Se tensa terriblemente.

¡Respiras demasiado cuando duermes!


¿A quién aspirarás?
¡Dímelo! ¡Despierta y dímelo!

Suelta un grito breve y de dolor.


Concentrada:

Hoy besaste sólo 11 veces mis pequeños pies,


sólo 7 veces hiciste el amor conmigo, sólo 76 veces dijiste que me amas -

Breve pausa.

Me aplastarás y yo te mataré.

Contemplo tus zapatos viejos que dejaste aquí para no levantar sospechas, y yo
te maldigo, maldigo tus zapatos, maldigo las cartas, maldigo tu almuerzo,
maldigo el teléfono, maldigo tus pantalones, maldigo mis piernas, maldigo las
moscas, maldigo el cuchillo de cocina que erró el blanco en la noche, maldigo el
lápiz y la ciudad de la que vienes y la ciudad a la que vas huyendo de mí,
maldigo Chile entero!

Breve pausa.

¿Y de qué me sirve un poema?

Hace su mejor esfuerzo para controlarse un poco.

25
Aquí estoy, traje nuestros discos favoritos y arroz de Rangún, porque aquí no
habría pensé, y una alfombra enrollada, sobre la cual te despedazaré, después de
que me hayas hecho el amor las 2589 veces que le debes a mi cuerpo. Me
abalanzo sobre tus visitantes, los insulto, los maldigo, y a las mujeres las
amenazo con el cuchillo que está destinado a ti.

CUANDO MUERES TE MATO - Cuando hablas por teléfono, te mato! Cuando


te abrochas los zapatos, te mato! Cuando cierras los ojos, te mato!
Me abalanzo sobre ti, cuando sales desnudo de la ducha, te arranco el corazón o
la mitad del pulmón o un riñón.
"Bebo tu sangre, rompo tus miembros uno a uno. Y me quedo velando por
años en la selva tus huesos, tu ceniza, inmóvil, lejos del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte, cruzado por las lianas, inmóvil en la lluvia,
centinela implacable de mi amor asesino.“ (CITA DE NERUDA: "El tigre“
de "El deseo“, Los Versos del Capitán)

Tengo problemas con poemas.

Pausa. Josie se ve como perdida.


Con voz más baja y llorando y rápido:

No me dejas entrar a tu casa, me tienes miedo dices, ya no me amas digo yo,


estoy dispuesta a partir – pero tienes que acompañarme al barco. En el barco
beso tus brazos, tu traje, tus muñecas, las palmas de tus manos, tu pantalón,
cuando me tiro al suelo mi cara está completamente blanca de la tiza en polvo de
tus blancos zapatos. Completamente blanca.

Pausa. Abatida:

Siempre quise tener un hombre con una nariz grande.

Pausa

Aquí todos tienen las narices pequeñas.

Pausa

Qué noche tan inmensa, qué mundo tan solitario.

Pausa. Llorando.

Cuando mueras, mi miedo habrá llegado a su fin.

26
25.

ARTURO
Quizás podríamos ....

MALVA
¿Cómo dices?

ARTURO
O sea sólo si no tienes otros planes. Podríamos....

MALVA
No.

ARTURO
¿No?

MALVA
No tengo.

ARTURO
No tienes, dijiste.

MALVA
No.

26.
Parral, Talcahuano, Labranza, Boroa, Ranquilco, Imperial, Temuco, Santiago,
Rancagua, Curicó, Valdivia, Concepción, Valparaíso, Carahue, Imperial Bajo,
Colombo, Singapur, Varennes-sur-Seine, Ceilán, Anuradapura, Polonaruwa,
Batavia, Granada, México, Topolombambo, Sinaloa, Sonora, Yucatán, Anahuac,
Nayarit, Michoacán, Janitzio, Jalisco, Paricutín, Tehuantepec, Chiapas,
Xochimilco, Machu Pichu, Iquique, Guayaquil, Carahue, Pisagua, Toltén,
Tundra, Taiga, Irkutsk, Ulan Bator, Atacama, Capri, Anacapri, Barcelona,
Buenos Aires, Tashkent, Samarcanda, París, Wellawatha, Mandalay, Kunmín,
Nankín, Tshungkín, Java, Boroa, Nueva-Dehli, Collipulli, Jenán, Suchumi,
Abchasia, Kolchis, Melipilla, Armenia, Eriwan, Byurakan, Moscú, Leningrado,
Formosa, Somosierra, Lota, Coronel, Chillán, Padre las Casas, Guayaquil,
Iquique, San Martín de los Andes, Roma, Madrid, Puerto Ibáñez, Varadero,
Chile Chico, Talca, Estrecho de Magallanes, Ranquil, Salvador, Puerto Montt,
José María Caro, Frutillar, Puente Alto, Talcahuano, Cautín, Puerto Saavedra,
Chiloé, Lota Alto, Isla Negra.

27
27.

MALVA
Demasiada soledad es un crimen.

ARTURO
¿Un crimen de quién?

MALVA
No sé. Es un crimen sin autor.

ARTURO
Eso no existe.

28.
Una mujer alrededor de los 50, gordita, con un vestido floreado y una cartera
algo pasada de moda, algo barata.

MUJER:(con voz baja)


Robé un jabón.

Pausa.

MUJER: (perpleja)
Robé un jabón.

Pausa.

MUJER:(sigilosamente)
Simplemente lo tomé, no sé, lo tomé, estaba allí y lo tomé y lo metí en mi
cartera.

Breve pausa.

¿Adónde podría haberlo metido, sino?

Breve pausa.
Ahora está en la cartera.

La mujer registra su cartera. Encuentra el jabón, pero no lo saca.

MUJER

28
Sí, allí está. ¡Oh Dios! ¿Por qué lo hice?
No lo sé. ¿Qué voy a hacer ahora?
Me fui a este tour - Hace tiempo que quería hacerlo, una amiga me había dicho
que era muy bonito y que no me lo podía perder y entonces mi marido me lo
regaló para mi cumpleaños: Un viaje hasta aquí en bus y una visita guiada.
Primero pensé que me acompañaría, pero después no tenía ganas y me dije:
antes de perder la entrada - porque nunca se sabe - te vas sola.
De pronto, el cielo se abrió cuando viajamos para acá.
Y la visita guiada fue realmente ...

Breve pausa.

muy linda,

Breve pausa.

te mostraban todo, muy interesante, y luego la mujer contó una historia de un


mascarón de proa que supuestamente llora en invierno, y era cierto: tenía
lágrimas en los ojos.
Eso me impresionó. No me esperaba algo así. Así como tampoco había esperado
que el tiempo mejorara tan de repente. Y pensé: ahora sí que se perdió de algo.

Breve pausa.

Y entonces, te explicaban los muebles y al final llegaba el broche de oro, y te


mostraban el "baño erótico“.

Pausa.

MUJER
No era como me lo había imaginado. Ya hablaban del "baño erótico", antes de
que pisáramos siquiera la casa.

Breve pausa.

Era un baño común y corriente, si me preguntan a mí, con la única diferenca de


que de las paredes colgaban unas fotos de mujeres. Fotos viejas. Semidesnudas.
La gente se abría paso a empujones, apretujándose en la puerta para ser los
primeros en ver algo y yo pensé: eso es demasiado estúpido, mejor espero y
miro al final.

Breve pausa.

29
Puede que ese haya sido mi error - pero bueno no sabía qué me esperaba – no
pude dejar de pensar: quizás hay algo muy tremendo que ver ahí, entonces la
gente te va a mirar cómo tú estás mirando. Eso me habría dado vergüenza.
Y de un momento a otro todos habían desaparecido, todos corrieron detrás de la
guía, a la siguiente habitación, y me quedé sola. Sola en el "baño erótico".

Breve pausa.

MUJER
Y allí estaba el jabón.

Pausa.

MUJER
Estaba allí, en una jabonera vieja, no muy bonita y vi en seguida que había sido
usado, estaba resquebrajado y reventado en la mitad y las grietas eran grises,
como en los jabones usados por manos sucias del trabajo en el jardín. O como en
el caso de jabones muy viejos -

Breve pausa.

¡Dios!

Breve pausa.

¿Qué voy a hacer ahora?


¡ Ni pensarlo, no puedo salir de aquí con el jabón! Porque entonces lo habré
robado de verdad – por el momento, en estricto rigor, sólo lo tomé. No sé por
qué – ¡nunca he hecho algo parecido! En toda mi vida he hecho algo parecido.

Breve pausa.

Ahora qué -

La mujer mira dentro de su cartera, toca el jabón y saca la mano rápidamente


como si se hubiera quemado o algo por el estilo...

MUJER:
Simplemente me acerco a ellos, mejor a la mujer y le digo que encontré el jabón
en el piso. Que simplemente estaba allí. En el dormitorio. Donde estaba esa
parejita. Pero entonces hubieran sospechado de ellos, y eso que se veían tan
inocentes.

Pausa breve y desesperada.

30
MUJER:
¿Qué pasa, si ya descubrieron que desapareció el jabón, si ya sospechan de mí?!!
En este caso seguro que están esperando que lo devuelva a su sitio para pillarme
in flagranti. –Quizás el espejo en el baño sea de esos que permiten mirar desde
el otro lado y ver lo que la gente hace en el baño, sin que se den cuenta -
Yolanda, ¿por qué hiciste esto?
¿Quién sabe, cuánto vale este jabón? La verdad es que nunca se sabe – podría
ser como una reliquia. Porque si no tuviera ninguna importancia, no lo habrían
exhibido. ¡Milagro qué no haya sonado ninguna alarma cuando pasé la mano
por sobre la cuerda de seguridad!

Breve pausa.

¡Dios!

Pausa. La mujer mira dentro de su cartera. Pausa.

MUJER:
A lo mejor lo filmaron todo.

Se ve descompuesta.
Huele su mano. La mano con la que un rato atrás había tocado el jabón.

MUJER:
No hay caso.
Tengo que salir de aquí cuanto antes, y tengo que poner el jabón en alguna parte
donde lo puedan encontrar y donde no le pase nada.

La mujer mira a su alrededor. Busca en su cartera. Saca un papelito arrugado,


lo alisa y escribe algo con un lápiz. Luego deja el papelito sobre la silla del
vigilante del museo. Con mucha rapidez extrae el jabón de la cartera y lo
coloca sobre el papel y se aleja lo más rápido que puede, preocupada de que no
se vea como una fuga, poniendo su mejor cara de yo no fui.

29.

ARTURO
Entonces, si realmente no tienes planes, podríamos hacer algo.

Breve pausa.

ARTURO

31
Podríamos – ¿quieres ir a comer algo conmigo? Descubrí un local muy
agradable. Una marisquería.

MALVA
No puedo mover mi brazo. ¡Mira esto! Debería irme a casa.

ARTURO
¡El local te queda cerca! Desde ahí no demorarías nada en llegar a tu casa.

MALVA
Pero en estas condiciones no puedo ir a un local.

ARTURO
Pero tampoco estás en condiciones de pararte en la cocina a preparar comida.

MALVA
De cualquier forma no como en la noche.

ARTURO
Ah.

Breve pausa.

MALVA
Sólo ocasionalmente.

ARTURO
¡Ah!

30.
Mi querido Pablo:

¡Con los Andes no se juega!


Te lo digo, porque pronto tendrás que cruzarlos. No pasará mucho tiempo hasta
que el Presidente de tu propio país le ponga precio a tu cabeza y te declare fuera
de la ley. ¿Qué significa eso? - Que a quien se le venga en gana puede
asesinarte, meterte un balazo, colgarte, ahogarte, matarte a palos, cortarte la
cabeza o descuartizarte, a plena luz del día, en plena calle, a vista y paciencia de
todo el mundo, si le da la gana, a ti, ¡mi gran róbalo! - y aún más, recibirá una
recompensa de tu propio país.
No querrás creerme y te parecerá imposible; pero así será.

32
Pero la suerte estará de tu lado, quédate tranquilo. Porque junto a la madera y la
lluvia elegiste al pueblo como tu amigo, te hiciste su poeta, su boca y su voz - y
por eso no estarás solo en tu camino.

Tu padre por fin hizo las paces con tu elección de ser poeta, y también te
perdonó que hayas empeñado su reloj con las dos banderitas entrecruzadas,
pintadas sobre la esfera, para hacer imprimir a escondidas a sus espaldas tu
primer libro. Este cambio de actitud no tiene que ver con que haya entendido
algo. Sino porque le dejó una honda impresión saber cómo las mujeres - incluso
cuando ya seas gordito como un viejo salmón - te perseguirán enamoradas
durante toda tu vida.

Pero antes por desgracia aún tienes que cruzar la cordillera. No tengas miedo. Si
te abrigas bien, no te pasará nada, porque yo estaré contigo. Seré el caballo que
te llevará a través de los desfiladeros escarpados, que cruzará nadando contigo
en tus angustias mortales las gélidas aguas torrenciales, seré la inesperada fuente
termal de aguas volcánicas, el calor que, liberado de las entrañas cordilleranas,
te acogerá en su regazo hacia el final de tu viaje.
También tu pueblo te acompañará. Los arrieros, los hombres que arriesgan su
vida para guiar al poeta hacia la libertad, que siempre cabalgan detrás tuyo, el
lazo en la mano listo para sacarte del río o salvarte de caer a los precipicios.
Y esta vez también estará contigo tu padre reconciliado: Al fin del mundo, en
medio del bosque impenetrable, allí donde el diablo perdió el poncho, encerrado
por la nieve y los lagos, oculto entre el follaje inmenso y murmurante//oculto en
el murmullo y la inmensidad del follaje 1, pasarás semanas enteras al amparo de
un aserradero hospitalario, bajo cuya sierra incansable se escuchan los quejidos
de árboles milenarios, árboles moribundos, de cuyas entrañas escucharás las
voces más antiguas del mundo, - y el silbido lejano de un pito ferroviario:
porque de estos titanes del bosque se fabrican durmientes. Allí estará tu padre.
Así que no estás solo en la infinita soledad de silencio verde y blanco, en medio
de la amenaza de frío, nieve y persecución.
Creo que tu madrastra te hará tropezar en tu camino con un queso o unos
calzoncillos de saco harinero – no estoy muy segura. No nos hablamos mucho.
Antes de pisar Argentina escribirás en el último refugio chileno cerca de la
frontera: "Hasta pronto patria mía, me voy llevándote conmigo.“ Y así será.
Seguirás viajando por el mundo entero, darás la vuelta al mundo tres veces y aún
así nunca dejarás Chile. Un viajero estático.

En resumidas cuentas, en realidad ni tienes que preocuparte por ese asunto de la


cordillera. Tan protegido como tú no la ha cruzado nadie.
Te abraza
Tu mamita

1
Opcional (alternativas separadas por doble slash)

33
31.1.

ARTURO
Hay trabajos donde sólo está permitido estar de pie.
Por ejemplo los vendedores en las grandes tiendas. Los vendedores de las
grandes tiendas tienen prohibido sentarse. Los obligan a vender las corbatas, las
medias, las máquinas de afeitar de pie. Incluso cuando no hay clientes a la vista.
Yo por mi parte trabajé muchos años sentado. Como chofer de micro. Cuando
me paraba al final del turno, muchas veces tenía la sensación de no poder
caminar. Como si ya no tuviera piernas.
Con un colega, a quien le pasaba lo mismo, siempre iba a uno de esos cafés
donde las camareras llevan faldas cortitas y tienen que estar siempre de pie, – y
tomábamos 'café con piernas'. Nos reíamos diciendo que sólo íbamos a ese lugar
para recordar la existencia de las piernas, porque nos daba la sensación de que
ya no las teníamos. Pero obviamente íbamos para mirar las chicas. Esto tenía
algo tranquilizador y excitante a la vez.
Cuando después de un turno iba al cine, siempre me ponía reclinado contra la
pared del fondo, para ver la película desde allí.

Breve pausa.

Ver una película de pie te produce un efecto muy distinto a verla sentado.
En una ocasión después de un turno de noche fui a la matinée, y el cine estaba
completamente vacío. Aparte de mi, no había nadie. Así que me paré adelante,
muy cerca de la pantalla, y entonces me sentí como si estuviera dentro de la
película, como si realmente fuera parte de ella. Allí fue cuando me besó Kristin
Scott Thomas. Esa sensación daba. Esa es la sensación que da realmente cuando
uno está parado directamente delante de la pantalla. Después se puso un poco
raro cuando el tipo, el novio de Kristin Scott Thomas, me besó también; mejor
me hubiera sentado poco antes, pero no pude reaccionar tan rápidamente.
Claro que a la inversa pasa lo siguiente: cuando tengo que estar de pie
demasiado tiempo, entonces sólo quiero sentarme. Es cuestión de tiempo. Como
todo, probablemente. Aunque en realidad aguanto mucho tiempo estar parado,
cuando quiero.
Estuve dos horas parado bajo la lluvia en la cola de la boletería, un par de años
atrás, cuando el Boss vino a la ciudad. Casi dos horas - hasta que los primeros
empezaban a devolverse, diciendo que ya no había entradas. Me quedé parado
porque pensé que en una de esas mentían, pero a partir de ese momento me
dolían las piernas. Y luego resultó que efectivamente ya no había entradas.
Agotadas. La pregunta es, si uno está parado por gusto o por obligación. Si tiene
algún sentido o no lo tiene y qué se está esperando. Porque una cosa está clara:
quien está parado, espera. Siempre. No existe un estar parado que no signifique
espera.

34
31.2.
Una pareja. Desde hace años intentan hacer el amor en las camas de poetas
famosos.

ELLA:
¿Aquí?

EL:
¿Ahora?

ELLA:
Espera -

EL:
¿Viene alguién?

ELLA:
Momento - Un momento.

31.3.

ARTURO
Nos hemos puesto de acuerdo, ella y yo: cuando hay poca gente, nos sentamos.
Cuando hay mucha gente nos quedamos de pie. Para que vean por encima de las
cabezas de los demás visitantes que estamos aquí, que vigilamos y que nos
podrían preguntar algo. Cuando alguien nos parece sospechoso, cuando da la
impresión de ser de esos que todo lo quieren tocar o que enseguida sacan una
Coca Cola o algo para comer, en ese caso también nos quedamos de pie. El estar
de pie te da más autoridad.

Me encanta su manera de sentarse. Increíble. En cada habitación tenemos una


silla para nosotros, y a lo largo de un día cambiamos varias veces de habitación -
y de silla. No hay ningún plan para eso, uno lo hace como le venga en gana o
dependiendo de lo que esté pasando en ese momento. Obviamente la idea es que
nunca estemos sentados en la misma habitación - cuando hay gente. Pero por lo
general intento arreglármelas para estar por lo menos en la habitación del lado y
poder observarla a través de la puerta. Verla sentada allí. Cómo lo hace.
Su manera de estar sentada puede variar mucho y depende de la silla que ocupe
en ese momento

Breve pausa.

- y de la falda que lleve puesta en ese momento.

35
31.4.
Una pareja. Desde hace años intentan hacer el amor en las camas de poetas
famosos.

ELLA:
Ven -

EL:
¿Ahora?

ELLA:
Ven, rápido -

EL:
¿Estás segura?

ELLA:
Ya pues, ven -

EL:
Bueno ya -

31.5.
ARTURO
Con faldas anchas en casi todas las sillas está sentada como una reina, salvo la
silla bajita. Con ésta, la falda se arremolina en el suelo, y se ve como si tuviera
unas piernas cortas. Por eso suelo confiscar esta silla en los días de las faldas
largas. Sólo en los días con las faldas a la rodilla anchas y los zapatos bajos me
gusta ponerle la silla baja: porque en ésa está sentada de manera especial, con
esa falda: igual que una colegiala. En los días con las faldas ajustadas, a la
rodilla y las botas me encanta verla sentada en el sillón de mimbre de respaldo
alto. Casi da la impresión como si se quedara dormida en cualquier momento o
como si presenciara el baile de unos esclavos, lo que la aburre un poco.
Pero lo más increíble es cuando se pone la falda muy corta. Entonces evita
sentarse lo más que puede, pero naturalmente no aguanta así todo el día. En los
días de esa falda hago todo lo que pueda para estar en la habitación contigua y
estar atento al momento cuando se sienta – en esos días intento acercarle la
"cigüeña".

31.6.

36
Una pareja. Desde hace años intentan hacer el amor en las camas de poetas
famosos.

ELLA:
Sí -

EL:
Sí -

ELLA:
Sí -

EL:
Sí -

Breve pausa.

ELLA:
¿Viene alguién?

EL:
No, no viene nadie -

ELLA:
Sí, alguien viene -

EL:
No, no viene nadie.

ELLA:
No -

EL:
No -

ELLA:
Sí -

EL:
Sí -

ELLA:
Sí -

37
31.7.

ARTURO
La "cigüeña“ es una silla un tanto alta, algo desvencijada con patas muy
delgadas, demasiado juntas.
Se ve increíble cuando está sentada sobre esa silla con la falda corta -
Obviamente cruza las piernas, porque sabe que yo podría entrar en cualquier
momento. Siempre cruza la pierna derecha sobre la izquierda, los muslos uno
sobre el otro; yo sé, cuando lo veo, que se tocan. Pero la silla es demasiado alta,
para apoyar la planta del pie izquierdo, que no debe perder contacto con el suelo.
Por lo tanto tiene que ponerlo en punta. Y con eso, la pantorrilla izquierda, toda
la pierna izquierda se ve como sí llevara zapatos de taco alto con la falda corta!
¡Alabada sea la cigüeña!

(breve risa pícara)

Pero cuando sólo roza el suelo con la punta del pie izquierdo, entonces su
posición desde ya inestable se hace aún más insegura sobre esta silla
desvencijada, y es por eso que al poco rato enrolla la pierna derecha alrededor
de la pierna izquierda. Prácticamente entreteje las piernas. No se me ocurre
cómo lo hacen las mujeres; los hombres no pueden hacer eso. Y al mismo
tiempo endereza la espalda aún más para equilibrarse y cruza los brazos bajo sus
pechos. Los cruza firmemente, como si de esta forma pudiera agarrarse de sí
misma para no caer de la cigüeña. Esta espalda derecha y estos brazos cruzados
le dan un aire dominante, de superioridad. Simultáneamente su cuerpo hace
esfuerzos permanentes y desesperados para no caerse. Esta combinación me
gusta.
Desamparo y superioridad unidas en un sólo cuerpo de mujer. – Y además con
estas piernas.

Breve pausa

Increíble.

ARTURO se levanta de la silla y sale del escenario. En su trasero está pegado


un pedazo de jabón. Pero no se da cuenta. Sale del escenario con el jabón en el
trasero.

31. 8.
Una pareja. Desde hace años intentan hacer el amor en las camas de poetas
famosos.

38
EL:
Oh Dios -

ELLA:
Sí-

EL:
Gran Dios -

ELLA:
Eso, eso fue -

EL:
Sí - eso fue -

ELLA:
Sí, eso fue -

EL:
Eso fue realmente -

ELLA:
Sí, eso, eso fue realmente -

32.

Cerro: Cerro Alegre, Cerro Mariposa, Cerro Polanco, Cerro del Hospital, de la
Mesilla, de la Rinconada, de la Lobería, de las Jarcias, de las Alfareras, de los
Chaparro, de la Calahuala, del Litre, del Molino, del Almendral, de los
Pequenes, de los Chercanes, de Acevedo, del Pajonal, del Presidio, de las
Zorras, de Doña Elvira, de San Estéban, de Astorga, de la Esmeralda, del
Almendro, de Rodríguez, de la Artillería, de los Lecheros, de la Concepción, del
Cementerio, del Cardonal, del Arbol Copado, del Hospital Inglés, de la Palma,
de la Reina Victoria, de Carvallo, de San Juan de Dios, de Pocuro, de la Caleta,
de la Cabritería, de Vizcaya, de don Elías, del Cabo, de las Cañas, del Atalaya,
de la Parrasia, del Membrillo, del Buey, de la Florida. 2

33.

Está oscuro. MALVA aparece con una linterna y cruza el escenario. Al pasar
por la silla (en la cual hasta hace poco estaba sentado ARTURO), se percata de
un papel. Lo toma y lee. Dice: "LO SIENTO TANTO “.

2
Cita de "Confieso que he vivido", Capítulo "El Vagabundo de Valparaíso", págs. 91/92, Editorial Seix Barral

39
MALVA
¿Lo siento tanto?

No entiende qué significará eso, por qué él escribió eso. Dobla cuidadosamente
el papelito, lo mete en el bolsillo de su falda y se va.

34.

Entrada de ARTURO y MALVA. ARTURO apoya a MALVA, ella cojea y se


queja y no puede apoyar la pierna derecha.

MALVA
Auauaau.

ARTURO
¿Cómo te pasó eso?

MALVA
Auauaua.

ARTURO
¿Cómo fue que te pasó eso?

MALVA
Me quebré la pierna. Quebrada en mil pedazos.

ARTURO
Aquí te dejo.

MALVA
AAAAAAh

ARTURO
Te pondré aquí.
¿Ya?

La deja en una silla.

MALVA (débil)
Aaah

ARTURO

40
¿Está bien así? Voy a echar un vistazo.

Levanta levemente la pierna rota. MALVA da un alarido. ARTURO empuja la


falda un poquito hacia arriba y toca la pierna.

MALVA
¡ Pero si no es allí! Si no me disloqué el muslo.

ARTURO
Pensé....

MALVA
Suelta mi muslo, por favor.

ARTURO
¿Pensé que estaba quebrado?

El palpa su pantorrilla. Malva llora y ríe a la vez.

MALVA
¡Me estás haciendo cosquillas!

ARTURO
¿Dónde te duele? ¿Aquí?

MALVA suelta un chillido breve.


¡Ah! - ¡Deja de manosearme! Así no puedo concentrarme dónde me quebré!

ARTURO la suelta. MALVA levanta el pie en el aire, moviéndolo con mucho


cuidado, lo gira. Primero en una, luego en otra dirección.

MALVA
Auch. ¡Aquí es!

ARTURO
Si quieres saber si el pie está quebrado tienes que apoyarte en él.

MALVA
Estás loco. ¡No me voy a parar con esto ahora! ¡No tienes idea cómo duele!

ARTURO
¿Qué fue lo que hiciste?

MALVA

41
¿Nada, no hice nada! Voy por el pasillo chico, tú sabes, el pasillo chico, no el
pasillo angosto, sino el chico, el cortito, que casi no es un pasillo, y no está la
luz prendida. Pero yo me conozco el pasillo chico de memoria, tan grande no es,
y nunca prendo la luz sólo para pasar por allí. Y de repente piso algo. Lo
primero que me pasa por la cabeza: ¡una tortuga! ¡Pobrecita! Pero de inmediato
me queda claro que eso no es posible. ¿Por qué de pronto habría de andar una
tortuga por el pasillo chico? ¿De dónde podría venir? Y ¡zas! me resbalo. La
cosa esta simplemente me sacó por el aire, perdí el equilibrio, y en realidad
habría caído hacia atrás, pero pensé en fracción de segundos: detrás de mí está la
vitrina con el cuerno de narval, si caigo allí me corto la cara con el vidrio de la
vitrina y más encima puede que se rompa el cuerno - ¡este cuerno tan singular!
Así que intento - cuando comienzo a caer hacia atrás - caer hacia adelante, para
al menos caer hacia adelante, aunque allí esté la casa de los grillos - mejor la
casa china de los grillos que el cuerno de narval, mejor la casa de los grillos;
está llena de insectos, pero están todos muertos desde hace décadas los insectos
que están encerrados allí, alcanzo a pensar, - así que a ésos ya no les puede
pasar nada, y si se rompe la casa, seguro que se podrá volver a pegar - De
cualquier manera la rotura de la casa de los grillos no sería tan grave como un
cuerno de narval quebrado, pienso rápido. Y en el último momento lo logro,
giro mientras voy cayendo y me desplomo hacia adelante. Caí de bruces y de
paso arranqué la casa de los grillos de la cómoda. ¡Hubieras escuchado el ruido!
¡Ese crujido! Me jalé hacia arriba agarrándome de la silla que estaba allí, de la
cigüeña. ¡Justo de esa cigüeña desvencijada! Tuve suerte de no volver a dar de
bruces en el suelo. Salí del pasillo cojeando - o arrastrándome - y no me atreví a
encender la luz para ver qué pasó con la casa de los grillos. Pero sí vi, qué me
hizo resbalar.
No lo puedo creer.

ARTURO
¿Y no dijiste que fue una tortuga?

MALVA
¡No lo vas a creer!

ARTURO
¿Qué fue?

MALVA
Fue una barra de jabón.

ARTURO
¿Una barra de jabón? ¿No fue una tortuga?

MALVA

42
Un jabón.

ARTURO
¿Un jabón?

MALVA
Sí. Un jabón. Como en una película, ¿no crees? ¿No es un clásico en una de
esas películas?

ARTURO
¿Un jabón?

MALVA
Como en una de esas películas - ¿no has visto?

ARTURO
¿Pero cómo diablos llegará un jabón allí? Nada que ver un jabón allí.

MALVA
Pero era un jabón. Todavía debe estar allí.

ARTURO
Quizás sí fue una tortuga.

Breve pausa.

¿Qué hará aquí?

Breve pausa.

Voy a revisar. ¿Quieres? También por la casa de los insectos.

MALVA
¡Sí Por favor! No puedo ir para allá. Quién sabe qué desastre dejé.

ARTURO
Vuelvo al tiro. Si pasa algo, me llamas.

MALVA
Gracias.

ARTURO se va. MALVA queda sola. Pequeña pausa. MALVA respira profundo.

MALVA

43
Sorprendente todo lo que se alcanza a pensar en un segundo así. Todo lo que
cabe en un segundo.

Breve pausa.

MALVA
Todo lo que pasó por mi mente en este brevísimo segundo. Y todo
simultáneamente. Ni siquiera sé cómo es posible. Y por qué será así, sobre todo
en esos instantes de reacción; esto tiene que tener algún sentido en la naturaleza.
¿Pero cuál?
En el momento de resbalar sobre el jabón, el cual tomé por una tortuga, pensé en
qué habrá pasado con mi libreta café de direcciones.
- Mi primera libreta de direcciones.
Era pequeña,
pero bastante gruesa
y estaba encuadernada en cuero sintético café
y en la tapa delantera, más bien fea, estaba grabada la palabra
"Remember“.

Con los años, el libro feo engordó cada vez más.


Lo llené de papeles que me parecían importantes. De notas con direcciones
apuntadas a la rápida delante de un café o en una fiesta, papelitos que te pasan
justo cuando estás a punto de irte, y que significan que uno se volverá a ver.

Al final tenía 13 entradas para "El Paciente Inglés" en mi libreta. En el


transcurso de un par de años vi la película doce veces y obviamente cada vez
lloré. Pero no crean que allí donde todos lloran: cuando él, llorando, vuela en su
avión sobre el inmenso y abrasador desierto, y sin embargo ella ya ha muerto
hace tiempo; sino en la parte en la que ella, después de su paseo juntos al
desierto, en el cual por equivocación quedaron encerrados en el auto durante la
tormenta de arena, sube por esa inmensa escalera de piedra hacia el gran edificio
y él se queda abajo - mirándola con tanta nostalgia y tan terriblemente perdido,
como si se pudiera gritar con los ojos.
Y ella no se da vuelta.
Una vez vi la película con un hombre.

Se ríe

Yo pensé que cuando saliéramos del cine, yo sería para él lo que ella en la
película. Tal como para mí él era Ralph Fiennes. Pero se durmió en la película, y
cuando regresamos a casa dijo que los pechos de Kristin Scott Thomas le
parecían repugnantemente chicos, que lo encontraba realmente asqueroso, que
no le entraba en la cabeza cómo era posible que le dieran un papel en una
película a una actriz así y que durante toda la película había esperado con ansias

44
el momento de poder ir a comer algo, hacer el amor conmigo y no tener que ir a
trabajar mañana.

La entrada de ese hombre se quedó por una eternidad en mi libreta.

Al final estaba llena de direcciones antiquísimas, probablemente la mayoría de


ellas incluso obsoletas hace rato, apuntes garabateados, papelitos ajados y hojas
secas de arce y gingko, y la cubierta estaba tan desgastada que ya no decía
"Remember“ sino que parecía decir "November“

Y cuando me estoy resbalando sobre el jabón, justo cuando pienso "¡esto es una
tortuga!“, pienso simultáneamente: ¿Por qué demoraste tanto en comprarte una
nueva?

Una libreta de direcciones tiene algo de un cementerio. Y además es peligrosa.


A veces me ha pasado que busco el número de teléfono de alguien que en ese
momento quiero llamar, y de repente me salta una dirección a la vista que ya no
creía tener, y que pertenece a una persona que no quería recordar nunca más.
De la cual creía haberla borrado de mi vida y archivado hace tiempo, ¡sin pensar
que todavía, todos los días, la ando acarreando en mi cartera! A todas partes -
Todos los días!
Entonces me pongo a tachar la dirección, cuando me atrevo. Porque muchas
veces lo único que hago es volver a cerrar rápidamente la libreta, como si con
ello pudiera borrar lo sucedido.
Hago como si no hubiera leído la dirección de ese individuo. Pero con ello
obviamente sólo arriesgo que la próxima vez me vuelva a pasar lo mismo. Pero
tachar tampoco es mejor. Más bien es peor. Resulta que cuando te vuelves a
topar con el nombre tachado - (y eso pasa todo el tiempo, porque una palabra
así, tachada, es mucho más llamativa y te salta a la vista aunque sólo estés
hojeando) - intentarás - lo quieras o no - recordar a quién fue que tachaste. Es
como un reflejo, no lo puedes evitar. Y entonces más me pongo a pensar en esa
persona tachada. Y el recuerdo de ella y de la época que ya parecía haber
olvidado hace tanto tiempo, me vuelve a atormentar. A veces días enteros. Eso
es terrible.
Me pregunté cuando resbalé en el jabón, si habrá personas a las que les gusta
acordarse de todo con agrado. De todos los nombres en sus libretas de
direcciones.

Breve pausa

Una vez decidí, cambiar las páginas con las direcciones y las páginas con los
cumpleaños por otras nuevas y traspasar sólo aquellos nombres y fechas que
quería recordar y que todavía necesitaría. Quería limpiar mi agenda y descargar

45
el lastre, - igual que un barco sobrecargado - que de otra manera se hunde.
Quería comenzar una nueva vida.

Breve pausa

Fue horrendo.
Cuando me di cuenta cuántos nombres y cuántas fechas debía borrar, cuántos
episodios de mi vida no quería recordar, tuve que pensar en un cementerio. Me
sentí como un sepulturero que vacía las tumbas y bota los cadáveres deshechos,
– sólo para desocuparlas para otros cadáveres nuevos.
Con cada nombre que botaba de su tumba en mi libreta, botaba una parte de mi
vida, una parte que ya no quería tener, de la que ahora deseaba no haberla tenido
nunca. – Mi vida resultaba cada vez más corta. Quedaban tan pocos nombres,
tan pocos cumpleaños, que mi vida se encogía hasta quedar en unos pocos años.
Ni siquiera los nombres de mis padres quedaron; de modo que ni siquiera había
tenido una niñez.
Fue desalentador, te diré. No quedaba casi nada de mi vida. Ni un solo hombre,
con el que todavía quería o habría podido relacionarme, aunque sólo sea en una
lejana amistad, prácticamente ningún amigo cuya amistad se haya conservado a
través de la distancia entre los países y los años. En mi tierra se decía: "un amigo
que deja de serlo, nunca fue un amigo “. Siempre he pensado que eso es cierto.
Pero si es cierto, entonces nunca he tenido amigos.

Pegué nuevas páginas y quemé las páginas viejas y todos los papelitos y
entradas de cine y hojas de árboles. Pero obviamente no sirvió. Cuando al cabo
de tres semanas me atreví por fin a volver a tomar en la mano la agenda vacía,
me di cuenta que los fantasmas del recuerdo también estaban pegados en la fea
cubierta, en la que ahora sólo se alcanzaba a leer "member“, y que las páginas
nuevas no servían dentro de la cubierta vieja. Me compré inmediatamente una
nueva libreta - a pesar de que tenía tan poco dinero. Pero de vuelta en la casa
tenía la sensación que eso todavía no bastaba. La nueva libreta se parecía
demasiado a la antigua. Volví a la tienda y cambié la libreta. Por otra que era
más pequeña y roja y de gamuza. Demasiado cara. Volví a cambiar la libreta 4
veces. Al final tenía una que era minúscula y traía una sola página por letra y
estaba forrada con felpa verde neón. Fea. Barata. Y poco práctica, tan chica. Me
dieron un nota de crédito por el valor del monto restante, que perdí en el acto
porque no cabía en la nueva libreta. Es muy difícil de manejar, tan chica es. Pero
ya no tenía ni lo más mínimo en común con la libreta antigua. Y combinaba tan
poco conmigo que tenía la sensación que en realidad no formaba parte de mí, y
que por lo tanto ya no acarrearía nada mío conmigo. Eso era fantástico.
Era reconfortante.

Pausa.

46
La casa de los grillos está hecha de la más tierna caña de bambú, diminutos
cuartos se alzan uno sobre el otro, cada uno con su grillo preso, hasta formar un
palacio de casi un metro de altura. Una maravilla. La trajo de la China. Más
tarde guardó allí su colección de escarabajos; cada escarabajo muerto tenía su
propia pequeña habitación.
Pero originalmente en todas ellas había grillos vivos. No podría haber dormido
con semejante bulla. Pero la casa es hermosísima.

ARTURO vuelve a escena.

ARTURO
Veamos, pasa lo siguiente: allí había un jabón, efectivamente. Lo reconocí de
inmediato. Es el del baño erótico.

MALVA
¡No!

ARTURO
No te digo. Lo devolví a su lugar. Y la casa de los grillos ...

MALVA
¿Cómo se vé?

ARTURO
En el fondo no le pasó nada. Esas cosas de bambú son firmes, en eso los chinos
son expertos. Eso sobrevive mil años. – Pero falta un bicho.

MALVA
¿Un bicho?

ARTURO
¡Acuérdate!, allí estaban todos esos escarabajos que él coleccionó.

MALVA
¿Y?

ARTURO
Ahora están casi todos de espaldas. Se ve cómico. Pero el más grande, el más
feo, ese falta. Desapareció. Quien sabe desde cuándo, no tiene por qué ser de
ahora. Pero recién ahora me di cuenta.

47
35.

Mi Pablo, mi Pablosote, mi grande y viejo Narval

Los años pasan. Uno se va gastando, crece, se desarrolla, sufre y goza. Los años
nos quitan y nos traen la vida, las despedidas son más frecuentes. Esta
experiencia también la tuviste hace tiempo ya. Al fin y al cabo ahora tienes más
años que los que yo jamás alcancé a tener.

Ya sobreviviste a tantos amigos – si no dejas de escribir a cada uno un poema de


despedida, ¡terminarás por convertirte en un registro de difuntos! Quizás estés
comenzando a preguntarte cómo será morir uno mismo. Y quizás me preguntes
a mí.

Yo no estaré allí en cuerpo presente, eso es seguro. No hay nada más triste, más
inconcebible para una madre que la idea de dejar al propio hijo solo en el
momento de morir. De no poder acompañarlo en la más solitaria y terrible de sus
horas – porque una misma ya no está en este mundo.

Pero te prometo algo: Vendré a tu lado el día en que mueras. Estaré contigo, tal
como estuve contigo en tu nacimiento y te ayudaré a cruzar el umbral, tal como
lo hice entonces cuando naciste, mi narval, mi pecesito. Es menos difícil de lo
que se teme.
Uno se abre paso por el canal que comunica el mundo de los vivos con el mar de
los muertos, con el lago de las almas, los dolores de la despedida te van
empujando a la fuerza. Sabes, a partir de ese momento ya no hay vuelta atrás y
por ello ya no tiene sentido oponerse. Ya has luchado tanto. Ahora, en el final de
tu vida, háztelo fácil: entrégate.

Tú tienes una voluntad tan grande, mi gran pez. Si no te abandona en tu hora


final, como no te abandonó en la hora de tu nacimiento, morir te será fácil. La
cabalgata cruzando la cordillera fue más difícil.
No pienses más. No pienses en lo que vendrá. No pienses en los generales. No
pienses en la tortura. No pienses en los amigos que morirán. No pienses en los
años grises de un futuro que ya no te compete. Todo ha terminado para tí. Y te
aseguro: para ser un pez, lograste muchas cosas.

Tu madre que te ama

36.

ARTURO

48
Este restaurante es absolutamente nuevo. Apenas lleva una semana. En la puerta
colocaron un mascarón de proa que lleva un delantal blanco y un gorro de
cocinero.

MALVA
¿Un gorro de cocinero?

ARTURO
Porque es un restaurante. Bastante ingenioso, ¿no?

MALVA
¿Y qué barco llevaría un mascarón así – con delantal y gorro de cocinero?

ARTURO
No, si este no es de ningún barco, lo mandaron a hacer especialmente para el
restaurante, este nunca ha visto el mar; probablemente incluso es de plumavit o
papel maché.

MALVA
Qué ridículo.

ARTURO
A mí me pareció bastante ingenioso.

Breve pausa.

ARTURO
Como es una marisquería ...

37.
Nunca calla el mar, ni de día ni de noche. Nunca está quieto. Nunca descansa.
En las noches se escucha las olas y el suave susurro de la arena sobre los marcos
de madera de las ventanas.
El ruido de la arena sobre los marcos de las ventanas.
El ruido de un tren que aquí no existe.
El ruido de un pitazo a lo lejos.
Y las paredes comienzan a hablar. Las paredes y los muebles de noche
comienzan a hablar. Devuelven el eco del día.
- Mickey, Mickey, look at all those insects. Kinda creepy, dont you think.
- Look at all the funny statues - is that like for ships and stuff?

49
Once monjas, llegaron de Italia, dieciocho horas de vuelo. Ahora realizan una
visita guiada por la casa de Pablo Neruda, la casa está en tierra firme, pero se
llama Isla Negra. La edad de las monjas es difícil de estimar, algunas quizás no
pasen de los veinticinco, otras seguramente tienen más de sesenta. Todas llevan
ropas idénticas: falda negra, blusa negra, encima una chaqueta sencilla. La toca.
Algunas de ellas llevan toscos lentes plateados. La visita guiada llega al así
llamado "Baño erótico“ de Neruda - un pequeño toilette con paredes rojas, de las
que cuelgan fotografías de desnudos en blanco y negro.
- Y aquí hemos llegado al "Baño erótico“.
Ni una sola de las monjas se atreve a echar una mirada.
- Don Antonio, Don Antonio... abochornadas llaman a su acompañante
masculino.

Un grupo de obreros de Rusia recorre la casa, vienen de Irkutsk, Compañero


Neruda, nunca olvidaremos lo que nos dijiste en aquel entonces, pero imagínate
lo que pasó, el socialismo murió, y ahora qué haremos - qué haremos ahora?
- Eso, eso fue realmente -
Por allí, unos chinos que dicen en chino:
Mira el mar - mira lo lejos que estamos de casa.
Y también llegan hombres y mujeres
que dicen,
Don Pablo, ¿no podría haber vivido unos añitos más?
¿No podrías haber destruido al general con un sólo poema?
- Robé una barra de jabón del "baño erótico“.
- Si tuviera un dormitorio como este, también habría sido poeta.
Don Pablo, el hombre que vive en el departamento encima del mío, parece ser el
hombre que me torturó durante varios días. Señor Neruda, ¿qué voy a hacer
ahora? ¿Qué voy a hacer ahora con él?

38.

ARTURO
También podríamos ... hacer otra cosa.

MALVA
¿Quiénes?

ARTURO
Nosotros.

Breve pausa.

ARTURO
Podríamos ir al cine.

50
MALVA
Oh no. Ya no voy al cine.

ARTURO
¿En serio?

MALVA
Ya no hago eso.

ARTURO
Oh.

Una pausa más larga.

MALVA
¿Dónde se supone que está la marisquería? Yo no he visto ninguna en mi barrio.

ARTURO
Está en la XXXX.

MALVA
¿En la XXXX?

ARTURO
Sí.

MALVA
Aha.

ARTURO
Sí.

39.
ARTURO
Soñé que volví a ser chofer de micro. El turno había comenzado en la
madrugada. Recién estaba amaneciendo. Santiago de Chile de madrugada. La
micro estaba vacía. En ninguno de los paraderos había gente. Yo paraba, abría
las puertas, el ruido de las puertas que se abren, pero nadie subía.
Y entonces de pronto la micro estaba llena y vi muchas caras conocidas, caras
de personas que antes, cuando todavía era chofer de micro, había llevado cada
mañana al trabajo. Volví a ver todas esas caras de mujeres y hombres que hace
mucho tiempo había olvidado. Y luego, en Esmeralda con Mac Iver, subió un

51
hombre, un extranjero, me di cuenta al tiro, que preguntó cuánto costaba el
pasaje y pensé para mis adentros, pero si esta voz la conoces, y sólo entonces lo
reconocí: era el Boss.
- ¡Boss!, le dije, ¿adónde quieres ir?
Y él dijo: De gira mundial.
- ¿De gira mundial?
- Sí, de gira mundial y tú eres mi chofer.
Me volví hacia todas esas personas en la micro, en el bus de la gira, en el bus de
la gira mundial, hacia las viejitas con las caras quemadas por el sol, hacia los
trabajadores, hacia la joven mujer que siempre tenía ese aire de tristeza, y que
después dejó de tomar la micro durante un par de meses y que luego una mañana
volvió y se veía aún peor que antes, hacia ellos giré mi asiento y pensé: ahora
toda esta gente irá de gira mundial.

40.

MALVA
Soñé que estoy acostada en la cama de Neruda, durmiendo. En su casa, en la
casa de Neruda en Isla Negra. Pero ya no era un museo, ahora era mi casa, yo
vivía allí, era mía, se había convertido en mi hogar.

Estoy allí en su cama, que se convirtió en mi cama, durmiendo, y de pronto entre


sueños siento algo mojado a mi alrededor, algo húmedo, tibio. Despierto y me
doy cuenta que mi cara está hundida en un almohadón mojado, en la boca tengo
un sabor a sal y barniz de madera y luego me doy cuenta que también las
sábanas están empapadas, y me incorporo.
En la habitación está oscuro. Pero en el piso se refleja la trémula luz de la luna,
una luna de contornos tan nítidos como si la viera en un espejo. Me pregunto
cómo es posible que la luna que veo en mi piso tiemble y la del cielo no, y
pongo los pies sobre las tablas brillantes, relucientes del parquet. ¡Y ya estoy
con los pies en el agua! Toda la habitación. Llena de agua tibia. Y el agua va
subiendo.
Desde afuera escucho el murmullo de las olas soñolientas en la noche ... y luego
también un ruido como de una llave que gotea desde la habitación contigua.
¡Pero si allí nunca hubo una llave!
Me pongo una bata de seda (como Kristin Scott Thomas en el Paciente Inglés) e
intento llegar a la habitación del lado. Pero no es fácil. Porque el agua ya ha
subido tanto que mi cama se levantó del piso y pasa flotando lenta y
majestuosamente por mi lado. La silla larga, la cigüeña, gira a su alrededor
nadando de espaldas. El ropero, la cómoda se despegan lentamente del suelo y
ya bambolean como boyas pesadas.

52
Paso nadando por el lado de mis muebles....a través del pequeño pasillo.
La casa de los grillos viene a mi encuentro, los tallos que la mantenían unida se
disolvieron en el agua liberando a los insectos. Cientos de escarabajos,
mariposas, grillos, abejas y lepidópteros desecados se han hinchado con el agua
tibia, han despertado de su muerte de sequía a la vida y vuelan, danzando en
círculos y emitiendo zumbidos agudos, por las ventanas abiertas sobre el mar de
metálica negrura hacia la luna blanca como la leche.

Cuanto más me acerco a la habitación contigua, más claramente percibo el llanto


y los sollozos de una mujer. Sollozos con acento francés. Y entonces la veo.

Allí está, de espaldas a mi, mirando por la única ventana cerrada de la casa hacia
las olas, todo ese mar resplandeciente como brillantes negros.
„María Celeste“, le pregunto, "¿por qué lloras?“
"La mer“, dice ella "¡La mer!“.
Y al decirlo, sus lágrimas tan grandes como uvas, ruedan de sus ojos pintados y
su voz suena tan triste como los mirlos en mi tierra, cuando se pone el sol y cae
la noche. En tanto, María Celeste cruje un poco con su cuerpo de madera.
"¿Quieres escucharlo mejor, el mar?“ le pregunto y le abro la ventana. Pero nada
más abrirla, el viento lleva el aroma de sal y caracolas, de algas, de tormenta y
de barcos a la casa y las aletas nasales de María Celeste comienzan a temblar,
cuando aspiran el aire, y su llanto es mucho, mucho más intenso que antes.

Siento que el agua me llega casi al cuello, y está claro que debo salir de la casa,
si quiero evitar ahogarme en sus lágrimas.
Miro a mi alrededor buscando una maleta en la que pueda salvar al menos un
par de cosas. El cuerno de narval por ejemplo, mi boina vasca gris y mis libros
favoritos. Pero no hay maleta en ninguna parte. Porque regalé todas mis maletas
cuando me vine a vivir aquí.

Entretanto el caudal arrancó mis ropas del armario y de las gavetas de la


cómoda, que ahora cubren la superficie del agua como enormes hojas de
nenúfares que se deslizan a mi lado. El jabón del baño erótico me circunda una
vez nadando ligero como un cuy de espuma. Alegremente se disuelve en una
multitud de burbujas de espuma borboteantes, tan rápido como si tuviera un
pequeño motor fuera de borda.
Siento como toda la casa comienza a tambalear suavemente y a girar despacio
mientras estoy nadando hacia la terraza y me pongo a salvo en la playa.

Estoy de pie en la arena tibia. Y delante de mí, mi casa, la casa de Neruda, se


despegó del suelo, gira en una alfombra de lágrimas sobre la arena y se deja
arrastrar lenta y silenciosamente por el suave oleaje hacia el mar abierto. Ya no
se escucha a María Celeste. Dejó de llorar.

53
Cuando de pronto una voz gangosa llama desde el agua: "¡Adios! ¡Qué te vaya
bien! ¡Y cómprate una maleta!“. Y alcanzo a divisar cómo un escarabajo
gigante, negro, de un resplandor oscuro, color cañón de fusil, con rodillas
coralinas, hocico ancho con una lengua larga y reseca y ojos resplandecientes
me hace señas desde la ventana de la casa que se aleja flotando.
“¿Quién eres?“, le grito. Y aún alcanzo a escuchar "¡Soy yo, el narval, el
pequeño pez luminoso!“ - y termina agregando: "¡realmente tus piernas son
bastante buenas!“.

Y entonces la casa desaparece en la distancia, durante un tiempo aún se ve la


bandera azul con el pez blanco flameando en el techo
y luego nada más.

54

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