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ENSAYO DEL TEXTO “PSIQUE Y CUERPO EN LOS

TIEMPOS DE LA GLOBALIZACIÓN”

PROFESORA: NERY ESPARZA CUEVAS OCAMPO

ALUMNO: RIVERA DÍAZ JOSUE EMMANUEL

SEXTO TRIMESTRE
INTRODUCCIÓN AL LECTOR

Éste análisis no es para nada correcto en lo político, advierto leer con la mente abierta en las
posibilidades y tolerante ante ideas que puedan parecer descabelladas. La idea es conjugar
elementos que ayuden a la reflexión (fundamentada teóricamente) del texto en cuestión. El lector
podrá notar momentos de reflexión en el que me confronto con mis propias ideas y cuestiono el
más mínimo detalle, respetando siempre la opinión las autoras Frison, Gaudio y Aulagnier.
Como es imposible una forma de expresión desde la inexistente objetividad, pido disculpas
adelantadas si usted, querido lector, se siente ofendido por que algunas ideas le parecen
tendenciosas, es imposible contener la subjetividad.

El presente ensayo es un paseo por la relación existente entre la pareja, el medio social y
el niño, abordando temas como la familia y los modelos. Continúa con la problemática existente
entre el cuerpo y la globalización, las nuevas tecnologías y la niñez, en ambos puntos se
argumenta con autores contemporáneos que tratan las nuevas problemáticas emergentes del
contacto con lo digital y con la homogeneización de la cultura. Por último, está la mentira como
parte importante del proyecto identificatorio, donde se alimenta el discurso con la introducción
de las actividades lúdicas.

En fin, disfrute de la lectura y forme su propio criterio.

ENSAYO

La autoras comienzan planteandonos la siguiente idea “la relación que mantiene la pareja
parental con el niño lleva la huella de la relación de la pareja con el medio social que la rodea”

Al respecto, tengo me gustaría partir por el hecho de que la familia nuclear funciona como un
transmisor del discurso de una sociedad, es el primer contacto del niño con el exterior.
Braunstein definiría a todos los actores sociales (incluidos los padres) como sujetos ideológicos,
éste sujeto no habla, es hablado, está liberado y limitado a la vez por el mismo lenguaje, y por
una construcción sociohistórica (1980 : 76). El “proceso de identificación” que citan Frison y
Gaudio, es sumamente subjetivo, pero habla de una subjetividad distinta, colectiva, familiar. Si el
niño crece en una familia marginada, el discurso ideológico será distinto a, por ejemplo, si se
desarrolla en una familia privilegiada en la jerarquía social.

Desde antes de su nacimiento, el niño ya carga con una gran cantidad de expectativas, ya
tiene un lugar a ocupar. Con las nuevas tecnologías, incluso el sexo puede determinarse antes del
parto. Estas expectativas responden a cuestiones estadísticas y culturales, que ponderan la
normalidad y relegan lo opuesto. Es decir, desde antes de concebirse, el niño ya está inserto de
una u otra forma en la vida social.

“[...] a través de la propia organización familiar los sujetos [..] no solo encuentran
modelos genéricos primarios, sino además, es en parte a esta organización familiar y sus
prácticas de crianza las que conforman la idea de lo que familia es, [...] y es precisamente
la idea de familia el que dota de sentido en gran parte lo que la maternidad y el papel
respecto a esta tienen en la sociedad [...].” (Castañeda 2016 : 121).

Los deseos de un cuerpo sano se hacen explícitos, sano = normal. El cuerpo adquiere un valor
social. Justo mencionan Frison y Gaudio “El cuerpo también es hablado desde lo social” (1) y
esta sociedad, tiene mucho que decir.

Internet es hoy en día el medio audiovisual por excelencia. Es imposible definir sus
alcances, su infraestructura no deja de crecer y su número de usuarios se extienden por todo el
mundo. Como una encarnación semipalpable de la globalización, conecta personas con países, y
países con continentes.
De todo el entramado digital que nos ofrece la web, las redes sociales destacan por que
nos permiten crear perfiles idealizados de nosotros mismos, “conocer” personas, admirar y ser
admirados.

A raíz de la popularización de la selfie, la imagen cobró un nuevo sentido, el mundo de


los smartphones se adaptó a esta nueva tendencia incorporando una cámara frontal, como un
espejo de bolsillo en el que el usuario puede admirarse tanto como desee. Después, las redes
sociales también evolucionaron, y un nuevo monstruo emergió: “Instagram”. A diferencia de sus
competidoras, Instagram se distingue por darle prioridad a la imagen, por ser un altar de
momentos “felices” y, mayormente, cuerpos ejercitados y esbeltos. Estos modelos son la
aspiración de las nuevas generaciones, que desde temprana edad ya tienen acceso a una cuenta
con tanta facilidad como resulte mentir en su fecha de nacimiento. Las retratos en papel,
funcionaban como una máquina del tiempo para instantes específicos, el consumo de éstas era
íntimo, el álbum familiar no salía de la casa y solo algunas visitas tenían la fortuna de acceder a
esa parte de nuestra vida. A diferencia, la selfie desde su producción está pensada para el
consumo de un público masivo y no identificado, ya no basta con el reconocimiento del círculo
social, la aceptación exige popularidad, y la popularidad se compone de “followers” y “likes”.
Todo esto ha desencadenado en la comercialización de nuestras identidades y la falta de
autenticidad, la actividad en redes está sumamente cuidada y pensada. Para producir esta
autotematización del yo, Leibrandt establece tres puntos: “1. La atención de los demás (dominio
de las técnicas multimediales de presentación). 2. Valoración positiva por los demás. 3.
Auto-reconocimiento” ( 2015:8).

El culto a la personalidad parecería un término laxo para referirnos a aquellos arquetipos


exclusivamente corporales, pero no lo es. El cuerpo es producto del discurso social, un cuerpo
modelo exige un cambio en el estilo de vida y en la conducta.

“Los modelos plásticos se distribuyen en las películas, la televisión y otras exhibiciones


audiovisuales y o suelen acompañarse de instrucciones directas al observador de hecho,
los medios audiovisuales de masas ejercen, hoy por hoy, una gran influencia en las pautas
de conducta social” (Bandura y Walters, 1974 : 86)

Consecuencia de éste bombardeo de información audiovisual y una sociedad que


privilegia la belleza superficial, tenemos desde la Anorexia, como lo mencionan Frison y
Gaudio, o tratamientos de ortodoncia que desgastan el esmalte en pos de unos dientes hermosos.

Más adelante, las autoras nos señalan que lo visual no sólo predomina en lo corporal,
también en lo lúdico. El desarrollo infantil sufrió una alteración a partir de la introducción del
infante al mundo digital y la realidad se modificó, pues el mundo virtual no conoce tiempo ni
espacio. Después nos presentan un mundo caótico en el que las prácticas culturales están
homogeneizadas como un síntoma de la globalización, los niños y adolescentes ya no salen y
exploran, descubren de primera mano el mundo. Hasta este punto me parece una reflexión
tendenciosa.

Los medios digitales son una oportunidad, los niños de ésta generación tienen una
relación equilibrada con ambas realidades. La formación académica en preescolares y primarias
no se ha sustituido, el infante tiene la posibilidad de afrontar la realidad de lo tangible en la
escuela, puede explorar a placer, caerse y levantarse, convivir con niños y adultos. Quizá en casa
el encuentro con los medios tecnológicos sea mayor, consecuencia de un presente económico
inestable en el que el padre y ahora, también la madre, tienen jornadas laborales mucho más
rigurosas. Pero ahora el niño tiene la oportunidad de consumir contenido que implica la puesta en
práctica de muchos sentidos que le ayudan a definir sus aptitudes y desarrollarse de forma
integral, el internet, a diferencia de la T.V., abre un mundo de posibilidades e inclusive, su
optimización llega a tal grado, que el mundo virtual y el real puedan fusionarse sin perder la
parte lúdica.
En julio de 2016, Niantic (una empresa desarrolladora de videojuegos para
smarthphones), reveló “Pokemon GO”, una aplicación que homenajeaba a un mundo
caricaturesco permitiendo al usuario realizar la captura de criaturas míticas que se encontraban
en distintos puntos de tu localidad, el usuario se veía en la necesidad de salir a las calles y
conocer su ciudad, al mismo tiempo que se ejercitaba, jugaba y socializaba con otros fanáticos
intercambiando monstruos o confrontándolos.

Más adelante nos presentan el eterno conflicto en la psique, catexias y contracatexias se


confrontan durante toda nuestra vida, por lo que es importante que en el “Proceso identificatorio”
haya certezas, de lo contrario el sujeto sufrirá la trayectoria.

Pero si las instituciones que nos otorgan esas certidumbres ( el hábitat, la familia, el lugar
de trabajo, etc.) están en crisis, ¿Cómo podemos identificarnos en el proceso? (Castoriadis 1996 :
2).

El niño obtiene las certezas de las significaciones imaginarias sociales, que son las que
normativizan y configuran el mundo social, definen lo bueno y lo malo, lo que se debe y no
hacer, construyen una realidad que firmamos todos cuando las reproducimos cual autómatas.
Entonces, ¿No sería mejor para el niño abandonar el mundo de las certezas?, ¿Cuestionarse
absolutamente todo, inclusive su propia existencia?, ¿ Se podrían presentar una serie de verdades
y realidades y dejar que él decida el decida ser o no ser?, ¿No es ese espíritu de libre
pensamiento y acción el que exigían (unas líneas atrás) les devolvieran las tecnologías que lo
habían encapsulado?.

La realidad es compleja, y las respuestas, tristemente, simples. Si el cambio es constante,


lo que hoy damos por hecho, un segundo después debe ser cuestionado.
Edgar Morin, en su libro ​Introducción al pensamiento complejo​, señala 3 principios para la
producción de conocimientos en esta realidad compleja:
● El principio dialógico, que nos dice que dos términos opuestos pueden complementarse
sin dejar de ser antagónicos.
● La recursividad, en donde la causa se vuelve efecto y el efecto causa.
● El principio hologramático, que ve las partes en el todo y el todo en las partes.

No pretendo hacer una apoteosis de Edgar Morin y obligarlos a creer en ésto como una
cuestión dogmática, porque sería risible y paradójico, si estoy hablando de cuestionar
absolutamente todo. Lo que presento es una forma distinta de entender la realidad, es una de las
opciones de la gran baraja existente.

A partir de aquí, abandono mi ideal utópico anterior, pues es cierto que desde que
emergemos del vientre, pertenecemos desde el ya a una zona estatal regulada (en términos
políticos), firmamos el pacto social, sin discusión. Aceptamos una serie de normas y reglas de
comportamiento y desde entonces, la labor de los padres se centrará en transmitir herramientas a
sus hijos (respondiendo a las expectativas del Estado) que les permitan crecer y desarrollarse
respetando las leyes, de lo contrario, las consecuencias atentarían contra su propia supervivencia,
y el proyecto familiar de preservación de la especie fracasaría.

Más adelante, las autoras presentan a la mentira como la base del pensamiento autónomo.
A partir de ésta, el sujeto puede construir su propia historia; “El yo podrá ocupar entonces el sitio
de enunciante de pensamientos con función identificante [...] En el lugar del relato ofrecido por
el portavoz elabora una construcción que le permite dar sentido a su presente, reconocerse en un
pasado e investir un futuro” nace el yo como proyecto identificatorio.

En este punto estoy de acuerdo, el hecho de dudar del discurso del portavoz, en este caso
los padres, permiten al individuo la posibilidad de construir por sí mismo su proyecto
identificatorio. Esto no quiere decir que su sistema de creencias quedará fuera, porque será parte
importante de su identidad, pero ahora él tiene la posibilidad pensar el yo ideal.
El juego tiene un papel fundamental en la concepción de la mentira y la construcción del
proyecto identificatorio, pues como Paul Harris menciona en su texto “Los niños y las
emociones” que entre los 2 y 3 años los niños evocan situaciones fingidas o imaginadas, pero sin
confundirlas con la realidad y las proyectan en sus juegos. (1992 : 23)

CONCLUSIONES

Las sociedades seguirán modificándose y el discurso será siempre distinto, los padres
deberán adaptarse a esa forma de interpretación de la realidad velando siempre por lo que al niño
mejor le convenga, será una tarea frecuentemente revalorativa, las acciones herméticas no son
nunca una opción pues el ser humano busca siempre la relación con el Otro.

La megaesfera digital/social de hoy en adelante será una constante, y el bombardeo de


información, próspero. Los cuerpos no pueden seguir anhelando modelos imposibles, deben
necesariamente de encontrar su posición desde el rumbo de la aceptación. Lo que debe cambiar
es el ojo con el que se miran las imagenes de lo presentado, dejar atrás la visión de culto.

La integración del niño al mundo virtual tampoco debe ser un detonante del desarrollo
desarrollo interrumpido o intermitente, se pueden conjugar perfectamente bien ambos aspectos.
El tiempo es esencial a la hora de marcar el equilibrio. La era digital impulsa al niño a buscar
nuevas formas de relacionarse sin dejar atrás las prácticas cotidianas, no debe ser un obstáculo,
sino un potenciador de aptitudes sociales.

Por último, el proceso identificatorio debe otorgar certezas que sirvan como herramientas
para el desenvolvimiento del individuo en la sociedad a lo largo de su vida, para controlar,
irónicamente, el conflicto eterno entre catexias y contracatexias.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

● Aulagnier, P. (1988) “La violencia de la interpretación” Buenos Aires, Ediciones


Amorrortu.
● Bandura, A. / Walters, R. (1974) "Aprendizaje social y desarrollo de la personalidad"
Alianza Editorial.
● Braunstein, N. (1998) Sujeto de la conciencia, sujeto del discurso, sujeto en: Psiquiatría,
teoría del sujeto, psicoanálisis. México: Siglo XXI. 67-79.
● Engels, F. (1884) "El origen de la familia la propiedad privada y el estado" Moscú:
Progreso.
● Fernández, A. (2016) "La mercantilización del selfie como medio de construcción de las
identidades sociales" Revista Universidad del Zulia 32 (9) 706-717.
● Freud, S. (1923) “El yo y el ello” en Obras completas de Sigmund Freud. Buenos Aires
& Madrid: Amorrortu editores.
● Hall, S. (1999). “Compendio de psicología freudiana” México: PAIDÓS. 56-61.
● Harris, P. (1992) "Los niños y las emociones" Madrid : Alianza.
● Liebel, M. (2000) “La otra infancia. Niñez trabajadora y acción social” Nicaragua:
IFEJANT.
● Lévi-Strauss, C. (1974) “La familia”, en Polémica sobre el orígen de la familia.
Barcelona: Anagrama. 7-49.
● Marueta, M./ Osorio, M. (2009) "Psicología de la familia en países latinos del siglo XXI"
México: Amapsi.
● Molina, M. (2006) "Análisis de la mentira infantil, propuestas de intervención" Jaén.
● Morin, E. (1990) "Introducción al pensamiento complejo" París: Gerisa.

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