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La ganadería hace un milagro en la

altillanura de Vichada
Una profunda transformación ganadera se está gestando en
Vichada, donde se podría consolidar la producción de entre
100.000 y 300.000 reses para carne de exportación. Su efecto
demostración puede impactar 5 millones de hectáreas.

 Gabriel Jaramillo, empresario. Dirigió la operación de Citibank en Colombia. Después, la


de Banco Santander en el país, luego en Brasil y posteriormente en México. Foto:
Fotografía: ALEJANDRO ACOSTA

*Por Jorge Ramírez Ocampo

Del 2 al 4 de febrero de este año tuve el privilegio de visitar la


Hacienda San José, en el corregimiento Nueva Antioquia, municipio La
Primavera, Vichada. Esta es una empresa ganadera liderada por Gabriel
Jaramillo Sanint, antiguo banquero profesional, que resolvió
reinventarse a los 60 años.

El conjunto de 8 fincas que componen la hacienda tiene un área de


unas 9.000 hectáreas. El primer trabajo consistió en una planeación
detallada de todas las actividades.  Se instaló la  infraestructura, que
incluye un sistema de decenas de kilómetros de vías en terraplén con
excelentes drenajes que se mantienen en buenas condiciones durante
todo el año
Actualmente tiene un tapete de pastos de 5.100 hectáreas, en las que
pastan 6.500 cabezas de ganado, con una densidad de 1,3 animales por
hectárea. Debe tenerse en cuenta que en las sabanas de la altillanura la
densidad normal es de un animal por cada 4 hectáreas. Esto representa
un aumento de  productividad  de 5,3 veces.  Para el fin de este año se
prevé llegar a 8.000 animales. Además, en estas sabanas solo se cría
ganado porque no son aptas para cultivos. En la Hacienda San José
están usando esas tierras con alta eficiencia.

En el desarrollo de la hacienda se prevé instalar 2.500 hectáreas


adicionales de praderas, respetando siempre las matas de monte y la
fauna que crece allí. En la programación para los próximos años se ha
diseñado la estrategia para llegar a 25.000 animales, con una densidad
de más de 3 reses por hectárea.

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Para lograr este milagro en solo 4 años, se usan variedades de pasto con
alto contenido de proteínas. Se comenzó con potreros de 60 hectáreas,
pero se han ido reduciendo a 5, tamaño que es considerado ideal.
Además, han instalado un sistema de cercas eléctricas con  energía
solary sus respectivas baterías.

La siembra de estos pastos con semilla es sumamente costosa. Por eso


se adquirió y se ha perfeccionado una tecnología con estolones, que
permiten sembrar hasta 20 hectáreas diarias, con un costo que es
menos de la tercera parte del de la siembra con semilla. Al año de la
siembra estas praderas quedan listas para su utilización.

Los potreros se distribuyen alrededor de sitios de descanso de 30 a 40


metros de diámetro, cuyo piso está afirmado para evitar el
encharcamiento durante el invierno con un material que hay en la
región que llaman ripio (una especie de recebo). En los sitios de
descanso se han montado tanques de agua fresca con una capacidad de
11.000 litros de agua cada uno, alimentados con
un  acueductosubterráneo que cubre la totalidad de la
h i d Ad á llí l l d l f l
requerido. Alrededor de cada sitio de descanso hay entre 8 y 16 potreros
(los necesarios para completar una rotación).

La explotación se hace con rotación de potreros. Para determinar el


número de cabezas que se deben utilizar en cada rotación, se hace un
aforo de la pradera, mediante la medición de su altura y el pesaje del
volumen de pasto por metro cuadrado. Las rotaciones se realizan cada
28 días.

En la técnica tradicional de explotación de praderas se suponía que el


pisoteo del ganado compactaba el suelo y producía un hard pan que
impedía la explotación eficiente. Además, era necesario renovar las
praderas cada 3 o 4 años con altísimo costo. Pero con la asesoría de los
brasileros se eliminaron estas costosas prácticas porque las raíces del
pasto bien manejado y con las correcciones y fertilizaciones realizadas
de forma técnica, previo análisis de suelos en laboratorios
especializados, se mantienen y mejoran permanentemente los suelos.

La variedad de ganado de carne que se ha considerado ideal para las


condiciones de la altillanura es el ganado Nelore de ciclo corto. Este
ganado es un cebuino originario de la India, que ha sido mejorado
durante los últimos 20 o 30 años en Brasil con un cuidadoso proceso de
selección genética. Así se ha logrado preñar a las terneras de 10 meses
y se ha reducido el ciclo de ceba de 48 a 24 meses.

L t bié L t d l i lt l bi J B d
En la mañana del 3 de febrero, cuando íbamos a desayunar a un potrero,
vimos a Amalia, una de las profesionales que trabajan en la hacienda,
que caminaba frente a 80 hermosas novillas que la seguían sin
necesidad siquiera de llamarlas. Después, esas novillas nos
acompañaron durante el desayuno y metían las narices en los platos…
Naturalmente, esa mansedumbre, junto con la excelente nutrición, ayuda
a que el ganado prospere rápidamente.

Para multiplicar esta raza se han llevado 60 vacas seleccionadas a una


hacienda que tiene el propietario en Pereira.  Allí se extraen 90
embriones por vaca al año, que se inseminan con semen de la mejor
calidad, con lo cual se logran implantar en hembras receptoras 3
embriones por cada una al año. El programa prevé llevar el número de
vacas Nelore seleccionadas para donadoras a 100. Esto permitirá
producir en Colombia alrededor de 3.000 animales Nelore de ciclo corto
de excelente calidad por año.

Mientras tanto, para llegar rápidamente a una escala de explotación


sostenible y rentable se ha adquirido ganado de la región que se ha
cebado con éxito en la hacienda. Los vientres de ese ganado se han
cruzado, mediante inseminación artificial, con ganado Angus, con muy
buenos resultados en adaptación, rusticidad, desarrollo y rendimiento
económico. El manejo del ganado se hace sin gritos ni golpes. Se guían
con unas banderas de asta muy larga para poderlos mover en los
corrales con mínimo estrés.

Para el transporte del ganado se adaptó la tecnología de la empresa


Minerva Foods de Brasil y así se ha logrado llevarlo desde el potrero
hasta el mercado de Villavicencio,  transportándolo en barcazas y
camiones, con agua y bolas de pasto que se cuelgan de las varillas del
medio de transporte y con mínimo estrés, con pérdida de solo 2% de
peso.
Todo este milagro se ha realizado con la participación de los habitantes
locales, incluyendo a los indígenas. Es sorprendente la disciplina, orden
y competencia con que trabajan estas personas, que al principio
terminaban sus tareas a las 10 de la mañana porque estaban cansados.
Pero ahora, gracias a la mejor nutrición y entrenamiento, y a la excelente
gerencia técnica y profesional, trabajan su jornada completa y son
admirablemente responsables y productivos, que se ganan un salario
digno y han mejorado su nivel de vida, el de sus familias y el de sus
comunidades.

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Con el paquete tecnológico ya consolidado y aplicado en la práctica, se


tiene previsto dejar la cría, con 25.000 vacas en San José, montar una
hacienda de levante entre Nueva Antioquia (Vichada) y Puerto Gaitán
(Meta), y otra hacienda para ceba entre Puerto Gaitán y Villavicencio. Así
se podrá llegar a consolidar una ganadería de 100.000 a 300.000 reses
para producir carne de exportación. La  financiación  de este proyecto
requerirá la constitución de un fondo de inversión que, en su primera
fase, demandará entre US$50 millones y US$75 millones.

Naturalmente, en la medida en que se siga cumpliendo el efecto


demostración que ya se está presentando en el entorno de la Hacienda
San José en Nueva Antioquia, se logrará en unos años impactar 4 a 5
Casanare para posicionar a Colombia como gran proveedor del mercado
de carne bovina, que  en los próximos 30 años deberá aumentar su
demanda en más de 70%, consecuencia de los mayores ingresos de la
población y de sus mayores requerimientos nutricionales.

Lo que pretende el proyecto es desarrollar un modelo sostenible y


replicable a gran escala para posicionar a Colombia en el mercado
mundial de carne, con calidad certificable en los mercados más
exigentes desde el punto de vista de calidad y competitividad.

De banquero a ganadero

Reinventarse parece ser una de las máximas del manizaleño Gabriel


Jaramillo Sanint. Es administrador de empresas de la Universidad
California State y su vida profesional la desarrolló en el sector
financiero. Comenzó en el Citibank, en donde llegó a ser presidente de
la filial colombiana. Luego pasó al Banco Comercial Antioqueño, el cual
fue adquirido por el español Santander y fue allí donde Jaramillo utilizó
sus habilidades al máximo. Primero fue la cabeza del Santander en
Colombia, para convertirse luego en el encargado de abrir las
operaciones de esta multinacional en Brasil. Posteriormente se trasladó
a México, donde siguió trabajando con el Santander por nueve años.

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calidad de 11.000 agricultores

Cuando llegó a la edad de pensión y se retiró de la vida de banquero, a


diferencia de muchas otras personas, su plan no era quedarse en la casa
y descansar tras tantos años de trabajo, sino seguir activo y devolver
parte de lo mucho que recibió en la vida. Su primer ‘nuevo’ trabajo fue
en organizaciones que combaten la malaria en el mundo, las cuales
ayudaron a que esta letal enfermedad se redujera de 1,5 millones de
muertes globales a menos de 200.000. Esta labor le valió la nominación
para dirigir en Suiza un organismo multilateral, llamado Fondo Global,
que lucha contra el Sida, la tuberculosis y la malaria.

Tras un año dirigiendo el Fondo, en 2013 estuvo en Colombia y un


amigo lo invitó a pasear por los Llanos Orientales Este viaje motivó a
sus conocimientos para ayudar a mejorar las condiciones económicas y
sociales de esa parte del país. Su siguiente paso fue comprar una finca
en el municipio de Nueva Antioquia, Vichada, que está en zona limítrofe
con Venezuela y a 350 kilómetros de Puerto Carreño.

Descubrió que las tierras de esta zona no son buenas para cultivar, pero
sí para la ganadería y decidió aprovechar su experiencia en Brasil, que
es uno de los mayores productores de carne bovina en el mundo, para
montar en su finca un negocio de cría de vacunos, con genética
avanzada y así lograr una hacienda ganadera de clase mundial.  Su
apuesta no solo es producir con la mejor calidad, sino de forma
sostenible con las comunidades que viven allí y sin necesidad
de subsidios del Estado. Hasta ahora, lo está logrando.

Proyectos ambiciosos

Tanto el sector público como el privado le están apostando a la


altillanura colombiana como un eje de desarrollo estratégico que
dinamizará la economía colombiana. Y no es para menos. En la región se
adelantan distintos proyectos que contribuirán al progreso no solo
económico sino social.

Uno de estos es el Corredor del Pacífico a la Orinoquia, que tiene una


longitud de 1.500 km y va desde Buenaventura, en el Valle del Cauca,
hasta Puerto Carreño, en el Vichada, pasando por cinco departamentos:
Valle del Cauca, Tolima, Huila, Meta y Vichada  e impactando
positivamente el transporte de todos los departamentos del centro del
país. Esta sería la única vía transversal del país, pues las vías actuales
son todas de norte a sur o de sur a norte y permitiría llevar productos a
los puertos para los mercados del Pacífico, como China, India, Malasia y
Corea, entre otros.

Los estudios fueron contratados por el Invías y actualmente están a


punto de ser entregados por la empresa consultora, según explica Clara
Leticia Serrano Castillo, directora Ejecutiva de la Asociación Empresarial
para el Desarrollo de la Orinoquia (Asorinoquía), quien anunció que se
está buscando la declaratoria de este proyecto como PINE (Proyecto de
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Sucre

Desde el punto de vista del sector privado, Serrano sostiene que  hay
muchos proyectos productivos que se pueden destacar, entre estos los
de Aliar La Fazenda, Poligrow Colombia, Manuelita Aceites y Energía y
Riopaila-Castilla, que además están enfocados en el desarrollo social
para los pobladores y cuentan con un componente ambiental muy
importante. Pero estas no son las únicas iniciativas que se adelantan en
esta zona del país.

El director del Centro de Estudios de la Orinoquía de la Universidad de


Los Andes, Carlos Montenegro, dice que el monto de los proyectos en la
región pueden superar los US$500 millones. Destaca programas
productivos en torno a productos agropecuarios como el marañón, con
1.500 hectáreas en Puerto Carreño (Vichada), y el trabajo en el Meta con
cadenas productivas como cacao, café, ganadería y maracuyá.  En este
sentido, se está fortaleciendo la asociatividad, con el fin de alcanzar
mejores resultados en materia de productividad. Montenegro afirma que
todos estos programas están enmarcados dentro de lo que se ha
denominado planeación regional, un trabajo conjunto liderado por la
academia y respaldado por los empresarios para impactar política
pública.

El exministro Guillermo Perry, en una columna publicada en El Tiempo,


sobre el proyecto de la Hacienda San José, afirma que para lograr un
desarrollo rural productivo, sostenible e incluyente en la región, es
necesario que el  Estado  ayude un poco más y obstaculice un poco
menos. “Un desarrollo agropecuario verdaderamente moderno significa
no solo usar las tecnologías y prácticas más productivas, sino también
las más avanzadas en materia de protección ambiental, bienestar
animal y responsabilidad social”, puntualiza.

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