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Un gran problema, un grave error.

Valentina Ruiz Ruiz

Universidad del Cauca.


Economía.
Historia económica Colombiana II.
Mayo 2018.
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Un gran problema, un grave error.

La mayoría de los países latinoamericanos, durante los últimos años del siglo pasado sustentaron

sus planteamientos ideológicos y políticos, en la idea de que para poder desarrollar de manera

adecuada un capitalismo avanzado y reorganizado dentro de sus correspondientes territorios, era

imprescindible dejar que las fuerzas de mercado actuaran de forma libre. Es decir, de forma que

se promoviera una apertura de mercados nacionales, los procesos de privatización e incluso

disminuyendo cuantiosamente la influencia del Estado en la regulación económica; todo esto

como principio para intentar implementar la famosa dinámica de crecimiento económico que el

modelo neoliberal generaba en otros lugares del mundo.

Debido a las transformaciones antes brevemente nombradas, se hace necesario plantear como

esto ha generado en los sistemas de las sociedades actuales nuevos “paradigmas”, siendo

algunos beneficiosos y otros por el contrario debilidad constante; ya que, detrás de esto se

encuentran los efectos reales de la implementación del sistema en mención en Latinoamérica.

Debido a todos los cambios efectuados por tal sistema las transformaciones más radicales se

dieron principalmente en la forma organizacional de la producción económica, acompañada de

ciertos cambios en el papel del Estado, en los ingresos para algunas personas y en el nivel de

bienestar. En cuanto a estos aspectos, se identifica un alto grado de polarización de la riqueza,

incremento de la pobreza y por ende, desarticulación en la sociedad; conflictos y retos con los

que algunos países de Latinoamérica tendrían que llegar a los primeros años del siglo XXI.

Si bien los altibajos causados han sido de un elevado número, uno de los sectores con vistas

hacia ciertos mejoramientos es el sector de servicios, pero pese a esto, la precaria situación en el

campo laboral y de producción evidencian que el crecimiento que se llegaba a presentar era

conforme al sistema social de tipo desarticulado; pues se encontraba impulsado por muy pocos
sectores, esencialmente el exportador, que aunque el propósito de los países era lograr su auge; 3

lo único a lo que se llegaba era a que estos fueran vistos como espacios de inversión, en realidad

en muy baja potencialidad, porque pese a esto la inversión productiva no lograba incentivarse.

Las determinaciones hechas entonces, generaron cierta fragilidad en términos financieros y

claramente fuertes relaciones subordinadas para con países extranjeros; esto debido al

incremento del endeudamiento y, por lo que no es secreto alguno, la poca capacidad de

negociación.

De este modo la mayoría de las economías latinoamericanas carecen de respaldo por parte del

sector industrial, debido a la poca participación en procesos productivos de este tipo; ya que,

estas se han caracterizado por ser economías de servicio; a causa de las ineficientes, e incluso

inexistentes, políticas de carácter industrial, científico y tecnológico, que fortalezcan la necesaria

articulación del mercado interno, con el externo, pues el abismo en la existencia de cadenas

productivas se preveía gigantesco.

El determinado proceso de transformación, con índole de globalización, crea también un

ambiente de heterogeneidad entre los países; pues cada contraste histórico hace que definir en

conjunto a los países latinoamericanos sea difícil y tal dificultad se incrementó más aun con la

política económica que implementaron durante los últimos años del siglo XX. Pero son estas

escazas semejanzas aquellas que permiten evidenciar a consideración su inclusión en el sistema

de desarrollo económico neoliberal.

En este caso, cabe nombrar nuevamente, que una de las semejanzas que se les atribuye a estos

países es la dependencia externa, en donde la reinserción en la dinámica de la economía mundial

actuaba como objetivo de acción, acentuando las relaciones de dominación y dependencia.


Por otro lado, la relación entre el Estado y el mercado, fuera de que con el paso del tiempo se 4

debilita, hace que el primero en mención, asigne recursos propiciando ciertas desigualdades;

debido a la falta de innovación en las elites de poder existentes y la puesta en marcha de forma

errónea de las prácticas democráticas. Es decir que, el Estado deja de ser conductor, al reducir su

búsqueda a lo estrictamente político (no asume la producción de infraestructura e incluso

desconoce su obligación de proveer seguridad social); así, solo se ve su actuación como una

perspectiva solamente asistencial.

Debido a la depresión surgente en los mercados internos, se abre paso a la informalidad; tanto en

los procesos de producción, como en el intercambio de productos; hecho que desde cierto punto

ha permitido resolver momentáneamente el posible estallido social, que todas las condiciones

subversivas pudieran crear. Sin embargo, este aspecto también contribuye a incentivar

multiplicidad de conflictos sociales, entre ellos el más destacable, la pobreza.

De esta manera, el considerar el crecimiento económico como base y prioridad del modelo que

hace algún tiempo algunos países latinoamericanos decidieron implementar, pude ser el error

más nefasto que se pudiese cometer, desde cierta perspectiva hablando, no se desconoce que el

crecimiento económico puede establecerse como un factor fundamental en el camino hacia el

desarrollo; pero no por esto se pueden descuidar otros factores, como lo son: aspectos éticos,

morales, sociológicos, etc. Que sin duda alguna deben tenerse en cuenta para realizar una

adecuada observación del nivel de bienestar de las sociedades.

Cada sociedad genera determinados requerimientos y el Estado por su parte debe estar preparado

para definir cuáles serán sus pautas de acción, con el fin de propiciar satisfacción a estos. Lo que

quiere decir que la noción de bienestar solo puede alcanzarse desde un esfuerzo mancomunado y

una correspondiente construcción colectiva. Pero por el contrario, es más que claro que los
intereses sociales implementados por las políticas neoliberales, benefician al capitalista, a costa 5

del estropeo de los trabajadores y aunque en un principio mejore la silueta de los sectores

financieros, obstruye también el mejoramiento de sectores más dependientes del mercado

interno.

La tendencia neoliberal contemporánea, remonta nuevamente una crítica hacia el

proteccionismo, restándole importancia a las adversidades creadas por los condicionamientos

externos; dejando de lado los fundamentos que muestran que las fuertes modificaciones en la

matriz histórica que “obstruye el desenvolvimiento productivo”, ha creado devastadores efectos,

como el desmoronamiento de las pocas industrias locales, al no tener como ir a la par con la

lluvia de importaciones extranjeras propiciadas por la disminución de impuestos arancelarios e

incluso haciendo que día a día se pierda credibilidad en los parámetros libre-cambistas

También los neoliberales suelen atribuir el “atraso” de Latinoamérica, a algunas cuestiones de

tipo cultural interno; omitiendo recordar a los grupos capitalistas que suelen beneficiarse de esto

y toma como explicación a las dificultades que se tienen la enorme dificultad para desplegar

potencialidades, obligando a sus gobiernos a destinar importantes cantidades presupuestales para

poder contener la rebeldía que general este modelo.

En general, el neoliberalismo ha logrado desenvolver una importante afluente ideológica; a partir

de una naturalización de la opresión, que justifique las acciones de quienes tienen el poder. Se

presenta con aires de racionalidad, pero en el fondo promueve planteamientos engañosos, por

ejemplo, la existencia de oportunidades para todos los individuos; cuando en realidad lo único

que hace es plantear ideas que desarrollen bases fuertes al servicio de las clases capitalistas y de

sus egoístas objetivos.


Todo este proceso de liberación económica trajo consigo un incremento en la flexibilidad 6

laboral y por ende la salarial, abriendo puertas a salarios mínimos demasiado reducidos o que se

incrementan en niveles demasiado bajos, carencia de empleos de orden público y una ausencia

de protección casi total para los trabajadores. Es decir, una vulnerabilidad mayor de estos, para

que se encuentren más a disposición de los empresarios, de manera que, ellos puedan decir de

forma libre sobre la continuidad de los trabajadores en sus correspondientes lugares de trabajo.

Pero hay que tener en cuenta también, que el neoliberalismo no es más que una nueva expresión

del capitalismo; por ende, los procesos conflictivos de trasfondo corresponden a este último, que

es el que promueve el deseo frenético de la acumulación, sin prestar importancia a los medios

que se empleen, siempre y cuando se llegue a su fin.

En síntesis desata demasiada conmoción el hecho de observar como el modelo neoliberal, a

rasgos generales, ha plantado en Latinoamérica las raíces de sus concepciones, surgentes en el

ideal de que la única forma de hallar estabilidad económica, es la de la imposición del mercado

por encima de cualquier otra cosa.

Recogiendo todos los aspectos anteriores, que han sido tratados de una forma muy general, es

posible plantear que la realidad de los países latinoamericanos, bajo el manejo de teorías

neoliberales, los ha llevado a que dentro de ellos se haga valido el decir común “ricos, cada vez

más ricos y pobres, cada vez más pobres”; ya que es muy notorio como cada vez no solo la

riqueza, sino también el poder, pertenecen a una excluyente y privilegiada elite. Fuera de esto, se

presentan fuertes estancamientos en la economía, a raíz de la ausencia de políticas adecuadas;

por ejemplo, de tipo social, el incremento de la deuda externa, las inadecuadas condiciones

laborales e incluso explotación este ámbito, evidenciada en los bajos salarios y peor aún tales
condiciones obligan a la población a ser parte de este modelo; porque o se amoldan a el, o no 7

habrá posibilidad alguna de subsistencia.


Lista de referencias 8

Aranda, S. (1991). Crisis y nuevos modos de desarrollo. Nueva sociedad, (113). 91-100.

Ramos, J. (1997). Un balance de las reformas estructurales neoliberales en América

Latina. Revista de la CEPAL. (62). 15-38.

Vial-S, A. (1992). La reforma neoliberal del Estado. Temores para el continente. Nueva

sociedad, (121). 156-163.

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