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Irrompible
(Unbroken)

J.A. Zollicoffer
Índice

Sinopsis

Créditos

Biografía de la autora
Sinopsis
Nadia es una chica que lleva a sus espaldas un gran secreto de familia y
una gran responsabilidad, luchar contra el mal.

Cuando conoce a Cory, está cansada de su vida, de la soledad que sus


responsabilidades acarrean y considera su secreto una maldición

¿Será capaz de confiarle a otra persona cuáles son sus habilidades?

¿Huirá Cory despavorida si descubre lo que Nadia es capaz de hacer?


Créditos
Título original: Unbroken
Traducido por Nyra
Corregido por mom1977
Diseño de documento y portada por Dardar
Editado por Xenite4Ever 2018

Descargo de responsabilidad: Aunque el título no es mío, la historia y los


personajes sí lo son.

Sexo: Hay expresiones de amor físico entre personas del mismo sexo.

Violencia: No lo suficiente como para importar.

© 13 de junio de 2011
—No puedo hacerlo... No lo haré.

—Pero debes hacerlo, Nadia. La responsabilidad que nos fue confiada


no se ha roto durante varias generaciones. Debes tomar su lugar... es tu
deber.

—No, madre, no puedes pedirme esto. Quiero mi propia vida.

—Ninguna de nosotras tiene su propia vida, Nadia. Ni yo, ni Nonie, ni tú


tampoco. Desde que el primero de nosotros se contaminó, excavando
cinabrio1 en las minas de España, nuestro papel ha sido el de guardianes.
Todas debemos estar alerta cuando escuchamos la llamada. Es nuestro
destino.

—Entonces seré la primera en hacer oídos sordos —se prometió justo


antes de que Nadia Sullivan saliera de la habitación dejando a su madre
molesta, confundida y también orgullosa.

—No te preocupes —dijo la persona sentada en un rincón en la sombra—


, solo tiene veintitrés años, vendrá. Está en su sangre. Cuando llegue el
momento, hará lo que debe hacer.

Sophia sonrió mientras miraba lo que estaba haciendo su madre. La


mujer mayor había acumulado suficiente metal líquido en la palma de su
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mano para formar una delicada campana de plata. Una vez que tomó
forma, sacudió suavemente su creación y se escuchó un suave tintineo,
haciéndola sonreír. Desde su retiró de la lucha contra el crimen, Louisa
Sullivan había elegido construir cosas que le proporcionaran alegría, en
lugar del metal mortal de su pasado.

Sophia observó un rato más, antes de pasarse la mano por su oscuro


cabello.

—Eso espero, mamá, porque si se aferra a esta vena obstinada suya, será
la primera vez en todo nuestro linaje que uno de los nuestros no esté en
su lugar.

***

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Cinabrio: Sulfuro de mercurio, muy pesado y de color rojo oscuro, del cual se extrae el
mercurio.
Nadia caminó apresuradamente por la acera con las manos metidas en
los bolsillos de su abrigo ajena a las miradas que estaba recibiendo, sin
darse cuenta ni preocuparse. La única vez que reconoció su entorno fue
cuando escuchó una alarma que sonaba a lo lejos, dudó por un instante,
antes de continuar. Pero cuando las sirenas comenzaron a gemir, y varios
coches de policía pasaron corriendo, resistirse a la tentación de seguir se
hizo más difícil.

Su corazón le suplicaba que investigara el origen de las alarmas, pero su


alma no le permitía a sus pies cambiar de dirección. Sabía que si iba a
mantener su rumbo necesitaría una distracción, por lo que creó
pequeñas esferas en su bolsillo y las hizo girar esperando quitar su enfoque
de cualquier crimen que se hubiera cometido.

—Odio esto. ¿Por qué no puedo ser como todos los demás? No pedí
esto —refunfuñó—, mamá y Nonie están tan dedicadas que solo se
tomaron el tiempo para encontrar un varón adecuado para tener un
bebé antes de volver a la lucha por el bien. Eso no es para mí. Quiero
amor, romance, una familia, yo... Lo quiero todo —se quejó—, no solo una
porción del pastel, quiero todo.

Cuanto más agitada se ponía, más rápido sacudía el metal en su bolsillo. 7


He pasado mi vida entera viendo cómo, primero Nonie y luego mamá,
han puesto la lucha por la justicia por encima de todo lo demás, incluso
su vida personal. Nadia resopló. Especialmente una vida personal.

Nadia pensó en la única vida que había conocido en los últimos veintitrés
años. Los hábitos de su madre y su abuela estaban pintados en su
memoria como una mancha permanente. Cuando las mujeres no
estaban escuchando los escáneres de la policía, o curioseando en las
sombras tratando de evitar travesuras, trabajaban en la tienda familiar.

El negocio era una pequeña parada rápida, en su mayoría vendía


artículos básicos para el hogar, como pan, leche y huevos, algunas
bebidas de barril, salchichas a la parrilla, papel higiénico y gasolina
barata. Era el tipo de lugar que pedía a gritos que robaran en él una o
dos veces al mes, pero en todos los años que había estado abierto, solo
unas pocas personas habían sido lo suficientemente tontas como para
intentarlo. Después de que se dieron cuenta de que las mujeres que eran
dueñas del lugar no estaban tan indefensas como habían pensado, no
fue un error que se repitiera.

En las pocas ocasiones en que se intentó, el agresor fue reducido antes


de que pudiera desenfundar un arma. En un abrir y cerrar de ojos, la
mujer que había estado parada tranquilamente en la caja registradora,
al siguiente segundo sujetaba un cuchillo extremadamente afilado en el
cuello del criminal. La lección la aprendieron rápidamente... dejar
tranquila la tienda de Sullivan.

Nadia sacudió su cabeza ante los recuerdos. No, eso no es para mí, se
recordó a sí misma. ¿Cómo pueden vivir una vida sin compañía?
Patrullar las calles oscuras en largas noches solitarias no puede
mantenerte a salvo y cálida. Los escáneres policiales no te abrazarán ni
calmarán la tensión cuando hayas tenido un día horrible, y sin duda,
pasar horas y horas vigilando a tus clientes para asegurarte de que no te
roban, no alimenta ese lugar dentro de tu corazón donde el amor
prospera.

Nadia continuó lamentando su herencia en todas las formas que podía


imaginar, hasta que una voz femenina con un toque de humor, la sacó
de su melancolía.

—Oye, alta, morena y apresurada, ¿hacia dónde te diriges?

Nadia buscó la fuente de la interrupción, y se sintió aún más molesta


cuando una rubia bajita, vestida con una chaqueta de cuero marrón y
un sombrero de fieltro, se movió desde su lugar contra un edificio de
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ladrillo.

—¿Me hablas a mí? —preguntó la irritada mujer.

—No veo ninguna otra morena de 1.82 de altura que corra por la acera,
así que, sí. Estoy hablando contigo.

Sus ojos azules rodaron. Hoy no estoy de humor para una Baby dykes2
pensó Nadia.

—Cualquier otro día, pero hoy no, niña —dijo ella ignorándola—.
Encuentra a alguien más para que pruebe tus encantos

Antes de decir otra palabra, los ojos verdes se pasearon arriba y abajo
por el largo cuerpo musculoso con interés.

—En primer lugar, no soy la niña de nadie. Segundo... —Hizo una pausa—
, si te estuviera seduciendo, ya estarías en mi cama, y tercero, ¿de verdad
crees que soy encantadora? —preguntó con una gran sonrisa.

Nadia miró a la mujer por un momento, y tuvo que admitir que la


pequeña rubia tenía cierto encanto, y la amplia sonrisa en su rostro hizo

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Baby dykes: Lesbiana joven e inexperta deseosa de aprender.
que, la combativa mujer, pareciera aún más entrañable. Nadia sintió
que la tensión comenzaba a abandonar su cuerpo, y por primera vez ese
día se sintió menos irritable. Sabía que estaba más relajada, cuando hizo
lo que hizo a continuación.

Cuando se dio cuenta del viejo sombrero que llevaba la otra mujer
estalló en carcajadas. Profundamente, la risa la hizo doblarse, pero no
duró mucho. Después de vislumbrar la expresión de frustración en la cara
de la mujer más pequeña, se recompuso y se aclaró la garganta.

—Um... lo siento. ¿Qué dices si hacemos una tregua y comenzamos de


nuevo?

Decidió tomar el camino más rápido al ignorar el ataque de risa temporal


que acababa de ver, y la mujer bajita aceptó el indulto.

—Me gustaría. —Recordando lo miserable que parecía ser la mujer unos


segundos antes, la rubia hizo una sugerencia—. Pareces una mujer que
necesita una bebida y una larga conversación. ¿Qué dices si nos
movemos de la acera abarrotada a un lugar mucho más silencioso?

A Nadia solo le tomó un momento considerar la invitación. ¿Qué podría


pasar? pensó. 9
—Me parece bien —sonrió Nadia—. Te sigo.

—Bien, conozco el lugar.

***

Nadia se sorprendió cuando la llevó a un bar que parecía sacado de


una película de Indiana Jones. La iluminación era tenue, parecía haber
un fino velo de polvo flotando en el aire, y había un ventilador que se
movía lentamente colgando del techo. Lo único que faltaba era un
mono que llevara fruta.

—Toma asiento, larguirucha. Voy a pedirnos un trago.

—Mi nombre no es larguirucha. Es Nadia. Nadia Sullivan.

Una mano fuerte se extendió para presentarse.

—Mi nombre es Cory Barton, y cuando vuelva, podemos tener esa


charla—. Cuando Cory regresó, se sentó frente a la mujer morena y le
entregó uno de los dos tragos que llevaba, pero antes de decir nada se
quitó el sombrero y lo colocó con reverencia en el asiento vacío junto a
ella—. Ahora, cuéntame tus problemas, Nadia Sullivan.

Nadia tomó unos sorbos del fuerte licor antes de colocar el vaso sobre la
mesa, luego pasó lentamente su dedo por el borde, decidiendo, por
ahora, cambiar de tema.

—¿Sabe el dueño de este lugar que estamos en el siglo veintiuno? —


preguntó ella, comentando sobre la decoración.

Cory resopló.

—Sí, lo sabe, pero le gusta este... ambiente.

Nadia levantó una ceja.

—¿Cual?

—Le gusta la clientela que atrae este ambiente.

Fue entonces cuando Nadia echó un buen vistazo a la habitación. Era


media tarde, por lo que solo había unas pocas personas diseminadas por
el gran espacio, pero esos pocos pintaban una imagen interesante.

Había un hombre sentado solo en una mesa, pero jugaba a la vez como 10
si fueran dos jugadores de cartas. Una mujer estaba sentada en una
cabina con un hombre de cabello blanco, y parecían mantener una
conversación en un idioma que no le resultaba familiar a Nadia.
Finalmente, su atención se centró en un hombre que estaba sentado al
final de la barra. Parecía tener unos cuarenta y cinco años, cabello rubio
polvoriento y serios ojos marrones. Llevaba una capa multicolor para
protegerse del frío, y una botella de cerveza estaba frente a él. De vez
en cuando, miraba hacia su mesa y se alejaba cuando Nadia mantenía
su mirada demasiado tiempo.

—¿Qué pasa con el tipo que usa el poncho?

Cory miró por encima del hombro y saludó. Cuando el hombre le devolvió
el saludo, ella sonrió y le guiñó un ojo.

—Ese es Thomas. Es el dueño del lugar. Solo está asegurándose de que


estés bien.

Sus ojos azules se agrandaron.

—Yo... ¿de verdad? ¿En serio?

Los ojos verdes la mantuvieron en su lugar.


—Muy en serio. A lo largo de los años, ha habido momentos en los que la
gente vagaba y causaba algunos problemas... ya sabes, poniéndose
realmente alborotadores. Los universitarios en su mayoría. Tomarían unas
copas y pensarían que sería genial comenzar una pelea en el bar.
Supongo que el aspecto del lugar alimenta la necesidad borracha de un
joven de recrear esas escenas de viejas películas —Los ojos de Cory se
suavizaron—. No puedo decir que los culpe demasiado, este lugar es un
poco antiguo.

Nadia se rio a carcajadas.

—¿Un poco? En cualquier momento, estoy esperando que Clint


Eastwood, vestido con su atuendo de High Plains Drifter3, atraviese la
puerta, con el cigarro y todo.

***

Las mujeres llevaban sentadas un par de horas, hablando de todo,


excepto de lo que molestaba a la mujer morena. Cuando Cory vio que
el vaso de Nadia estaba vacío, levantó dos dedos, y en un abrir y cerrar
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de ojos, el camarero vino con dos nuevas bebidas.

Más personas habían entrado, y alguien había apretado unos botones en


la vieja máquina de discos, llenando la habitación con la voz de Frank
Sinatra. Al igual que todo lo demás en el bar, las canciones y el método
de su entrega estaban desactualizados. Una moneda le compraría cinco
giros de una selección de más de doscientos discos de vinilo que,
sorprendentemente, no tenían rasguños ni saltos. “El viejo de ojos azules4”
cantaba a su manera, el registro sonaba como si fuera un nuevo
lanzamiento.

Para cuando llegaron a su quinta ronda, Cory decidió que era hora de
volver a intentar que la mujer se abriera. Extendió la mano y la apoyó
sobre la de Nadia. Su intención era ofrecer consuelo, pero cuando sintió
que un calor inusual subía por su brazo, se sintió mareada y retrocedió,
devolviendo su mano a su vaso.

3 High Plains Drifter; Titulada en castellano La venganza del muerto en Hispanoamérica


e Infierno de cobardes en España, es una película estadounidense del género del
Oeste dirigida por Clint Eastwood y estrenada el 1 de enero de 1973.
4
El viejo de ojos azules: Se refiere a Frank Sinatra.
—¿Qué cosas te molestaron tanto hoy? —preguntó ella.

Al darse cuenta de la forma en que Cory retrocedió, Nadia supuso que


debía haber sentido algo extraño y no quería tocarla. Figuras, pensó. No
puedo decir que la culpe. Tampoco me gustaría tocarme.

—No lo entenderías —dijo Nadia con una voz autocrítica.

Al escuchar la miseria en la voz de la mujer, Cory casi la toca otra vez,


pero recordó lo que la había sucedido la última vez y se detuvo.

—Te sorprendería lo que yo entiendo.

Nadia permaneció en silencio por un momento, deseando encontrar el


coraje para compartir su secreto. No era algo que normalmente hacía,
nunca lo había hecho realmente, pero había algo en Cory que hacía
que Nadia sintiera que podía confiar en ella.

—Vamos a pedir otra bebida primero.

Cory se dio cuenta de que Nadia se estaba emborrachando, pero pensó


que, si la mujer necesitaba un poco de fortaleza líquida para contar su
historia, entonces que así fuera.

Después de tomar un trago de su sexta bebida, Nadia miró la máquina 12


de discos, y por un momento se vio atrapada al ver el brazo mecánico
intercambiar un disco por otro.

—Genial —dijo en voz soñadora antes de mirar a su compañera de


bebidas a través de los ojos nublados—. Dudo que entiendas un
fenómeno de la naturaleza.

—Pruébame, fue la fácil respuesta.

—Me encantaría probarte.

Era difícil saber quién estaba más sorprendida por el comentario. Entre
las mejillas rosadas de Cory y las orejas rojas de Nadia, ambas mujeres se
sonrojaban por la vergüenza... ¿o era un súbito arrebato de pasión?
Ninguna de las dos mujeres estaba segura, pero Nadia estaba segura de
una cosa. Cuanto más bebía, menos inhibida se sentía, y si no tenía
cuidado se iba a poner en ridículo ya que cada vez era más difícil negar
su atracción por la bonita rubia.

Haciendo caso omiso de su pequeño desliz en un leve flirteo, Nadia volvió


a la conversación.
—Bueno. Entonces, ¿crees que puedes entenderlo? ¿Qué tal esto? —
ella respiró profundamente—. Soy una fábrica de metal ambulante y
hablante.

—No entiendo —fue todo lo que dijo Cory.

—¡¿Ves?! ¡Lo sabía! —Nadia la acusó.

Cory puso los ojos en blanco.

—Deja de ser una tonta. Lo que digo es que no entiendo lo que eso
significa.

—Oh —dijo Nadia.

Llenó de aire sus pulmones para calmar sus nervios, y supo que había
bebido demasiado cuando en lugar de darle a Cory una respuesta que
tuviera sentido, deliberadamente creó un charco de metal líquido en la
palma de su mano. Ella permaneció en silencio y observó mientras se
transformaba rápidamente en una cuchara, luego en un tenedor, y
finalmente en una llave de metal.

—¿Ves? Un fenómeno de la naturaleza.

Cory observó con asombro, pero no dijo ni una palabra cuando cada 13
elemento se formó, se endureció en el aire, y luego con la misma rapidez,
comenzó a licuarse nuevamente y finalmente se reincorporó al anfitrión.

Nadia no sabía si su compañera estaba borracha o simplemente


asombrada, pero Cory no pareció para nada desconcertada por la
exhibición, de hecho, extendió la mano y tocó a Nadia, y por segunda
vez volvió el calor, pero esta vez ambas mujeres lo sintieron. Se miraron
mutuamente tratando de entender qué era.

Finalmente, Cory se alejó, pero esta vez Nadia no se sintió abandonada


por la ausencia. Cuando miró a los inmutables ojos verdes de la otra
mujer, todo lo que vio fue aceptación, y por primera vez en su vida, sintió
que había esperanza.

Necesitando romper el silencio que se había establecido entre ellas, Cory


aclaró su garganta.

—Um... ¿el metal siempre tiene que ser reabsorbido?

—No, depende de mí. Parece que tengo un suministro interminable —


contestó Nadia, sintiéndose menos agobiada.
—Bueno, creo que lo que hiciste parecía más genial que extraño —dijo
Cory.

—Entonces hay algo muy malo contigo —acusó Nadia mientras le


indicaba al camarero que les trajera otro trago.

Cory inclinó la cabeza y estudió a la otra mujer.

—No hagas eso —dijo con simpatía—. No hay nada malo contigo por ser
como eres, o porque a mí no me parezca extraño. —Entonces para
aligerar la situación, ella se encogió de hombros—. O tal vez lo hay —
sonrió—. Entonces, ¿por eso estabas tan enfadada antes? ¿Debido a
esta habilidad especial?

—No, en realidad no —Nadia exhaló y se pasó la mano por el pelo. Algo


que ella había visto hacer a su madre innumerables veces a lo largo de
los años—. La habilidad no me molesta. Estoy acostumbrada a eso. Lo
que me molesta es la responsabilidad que conlleva. Mi madre y Nonie...
—Cuando una ceja rubia se elevó a modo de pregunta. Nadia se
explicó—. Nonie es mi abuela. De todos modos, esperan que renuncie a
mi vida como ellas lo hicieron.

—¿Qué quieres decir? 14


Nadia miró el vaso que tenía en su mano.

—Ninguna se ha casado, o ha tenido una relación seria. Creían que era


más importante luchar por el bien y proteger a los inocentes en lugar de
establecerse y formar una familia.

Cory fue muy cautelosa con su respuesta.

—¿Cómo puedes decir eso? Estás aquí. Ellas están aquí. ¿Eso no forma
una familia?

Los ojos azules ardieron por un segundo antes de enfriarse.

—Soy una heredera. Una heredera de una dinastía de Vengadores. Eso


es lo que somos, eso es lo que hacemos. Nos criamos para continuar la
línea, y luego seguir. No hay lugar en nuestras vidas para maridos,
esposas o familias numerosas.

Esto no sonaba cierto para Cory, por lo que ella siguió intentándolo.

—¿Vosotras tres no os queréis?

Nadia sintió que la habían abofeteado.


—¡Por supuesto que nos queremos! Mi madre y Nonie son las personas
más importantes del mundo para mí.

—Entonces son una familia —Cory simplemente informó a la mujer


sentada frente a ella.

Sintiéndose avergonzada incluso por haber hecho que Cory pensara que
las mujeres no se querían profundamente, Nadia trató de aclarar su
punto.

—No... no es que no conozca el amor, pero quiero más para mí que una
vida de servicio.

Cory permaneció en silencio, tratando de pensar en que decir.

—¿No crees que puedas tener ambas cosas?

Ella rodó sus ojos.

—¿Quién podría tratar con una esposa que siempre acecha en las
sombras esperando que empiecen los problemas? Creo que eso es
mucho pedirle a alguien.

Los ojos de Cory brillaron con malicia.


15
—Te sorprenderías, larguirucha. A veces puedes encontrar comprensión
en el lugar que menos te lo esperas.

***

—No voy a ir —dijo Nadia arrastrando las palabras.

—Vamos, larguirucha —Dime dónde vives para que pueda llevarte a


casa.

—No... no lo haré. Dormiré aquí antes de regresar a esos... a esos...


personajes de cómics —Nadia dijo justo antes de que su frente diera un
suave golpe en la mesa de madera.

Cory se tapó la boca con la mano y amortiguó la risa que se le había


escapado tan pronto como la cabeza de Nadia golpeó la mesa. Tan
triste como parece, pero no puedo evitar encontrarlo adorable, pensó
Cory.

—Bueno, no puedo dejarte aquí —dijo finalmente a la parte superior de


la cabeza oscura. Buscando en los bolsillos de la alta mujer, solo había
encontrado una tarjeta bancaria, y un teléfono cerrado, pero ninguna
identificación que diera una dirección—. Creo que tendré que llevarte a
casa conmigo —informó a la mujer ebria.

La cabeza oscura se levantó y las cejas de ébano se movieron


lascivamente.

—Ese fue tu plan todo el tiempo, ¿no? —bromeó Nadia justo antes de
que le diera hipo.

Cory estaba a punto de protestar, pero luego se encogió de hombros. Tal


vez lo fue, pensó. No podía negar que la había encontrado muy
atractiva desde el primer momento en que la había visto.

Cory hizo que Thomas la ayudara a salir del bar llamado —The Lair 5—,
medio arrastrando, medio empujando a su alta compañera hasta
meterla en un taxi que esperaba para llevarlas a casa.

***

La mayor parte del viaje en taxi transcurrió con Nadia, repentinamente 16


muy cariñosa, tratando de besar a Cory en cualquier parte de piel
expuesta que pudiera encontrar, y cuando llegaron al edificio de Cory,
Nadia ya no estaba tan borracha como antes, pero aun necesitaba la
ayuda de Cory para entrar al apartamento.

—Vamos, larguirucha, tienes que ayudarme un poco.

—Ya te lo he dicho, mi nombre no es larguirucha —murmuró Nadia.

—Bien vale. Nadia, tienes que ayudarme, pesas una tonelada.

—¿Crees que estoy gorda? —Nadia hizo un puchero.

Cory se hubiera reído si no hubiera estado intentando mantener a Nadia


en pie.

—No, no seas ridícula, pero es un poco difícil sujetar a un metro ochenta


y dos de diosa ebria cuando solo tienes uno sesenta y cinco de altura.

—¿Crees que soy una diosa? —preguntó Nadia mientras trataba de


besar a Cory en los labios.

5
The Lair: La guarida, el escondite
—¿Qué te pasa? —preguntó Cory, haciendo caso omiso de la pregunta
de la diosa.

—Lo siento. Yo... no suelo beber tanto —Entonces, con cierta claridad,
Nadia hizo una observación—. H... ¿cómo es que todavía estás sobria?

—Vengo de una larga lista de bebedores. Mi tolerancia es bastante alta


—fue la despreocupada respuesta.

—Oh —fue todo lo que dijo Nadia.

Cuando Cory finalmente consiguió poner a su invitada en el sofá, se quitó


el abrigo. Una vez que estuvo situada, la alta mujer se recostó sobre los
cojines y comenzó a respirar profundamente, por lo que Cory le quitó los
zapatos y los calcetines.

Una vez que Cory había quitado a la alta mujer la mayor parte de la ropa
que se atrevió, cubrió a Nadia con una manta y pasó suavemente el
dorso de sus dedos por el rostro de la mujer somnolienta.

—¿Qué? ¿No hay un beso de buenas noches? —murmuró Nadia.

Cory saltó, sorprendida de que su invitada estuviera ahora despierta. Ella


se enderezó y puso sus manos en sus caderas. 17
—En tu condición, dudo que pudieras encontrar mi boca —sonrió.

Una gran mano la hizo avanzar.

—¿Quieres apostar?

Era muy tentador. Antes, le había tomado toda la fuerza de voluntad a


la rubia para no ceder y dejar que la morena tomara su boca en el taxi,
pero independientemente de lo tentador que era, sabía que no estaría
bien.

—No, no quiero apostar, ahora voy a dormir.

Cuando Cory se dio la vuelta para irse, oyó una burla en su espalda.

—¿Qué pasa, Cory? ¿Estás asustada? ¿No crees que puedas


manejarme?

Nunca había sido una persona capaz de retroceder ante un desafío,


Cory regresó al sofá, miró a la mujer morena y, sintiendo que no tenía
nada que perder, se inclinó con la intención de darle a la mujer un rápido
beso en los labios, pero Nadia tenía otros planes.
Cuando la rubia estuvo lo suficientemente cerca, una mano la sujetó por
la parte posterior de su cabeza, acercándola, sin dejarla espacio para
escapar. Cory pensó en alejarse. Tener que luchar a tientas con los
avances borrachos no estaba en su agenda esta noche. Pero la mano
firme que la mantenía en su lugar, y la suave lengua que estaba
presionada contra sus labios provocó un zumbido involuntario
proveniente de la garganta de Cory, y ella abrió su boca, invitando a
Nadia a entrar.

Cuando sus labios finalmente se separaron, ambas mujeres estaban sin


aliento.

—Oh cielos —jadeó Cory.

—Oh cielos, si —agregó Nadia, sonando más sobria que antes del beso.
La calidez de ese toque en el bar no era nada comparado con el calor
que lentamente consumía a la alta mujer.

Cory se había preguntado si era solo el alcohol lo que estaba haciendo


que Nadia fuera tan cariñosa, o si había una verdadera atracción entre
ellas. Ahora, mientras permitía que las fuertes emociones fluyeran entre
ellas, tuvo su respuesta... definitivamente había una atracción. Entonces,
cuando Nadia se movió para un segundo beso, Cory la encontró a mitad
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de camino.

Oh, qué diablos, pensó Cory justo antes de tocar sus labios. ¿Por qué
luchar contra esto?

El beso comenzó lento, pero se puso tan caliente, que antes de que
Nadia supiera lo que estaba haciendo, tenía los pies en el suelo y había
sentado a Cory en su regazo. Pronto los tics borrachos se convirtieron en
caricias decididas.

Las manos de Cory se sujetaban fuertemente al cabello oscuro mientras


sus caderas comenzaban a moverse sobre el firme estómago de Nadia,
buscando alivio para su palpitante centro. Pero cuando sintió que crecía
demasiado rápido, supo que si no se detenían iba a llegar al clímax allí
mismo, así que rompió el beso y se levantó, tirando de su invitada con
ella.

—Vamos.

—¿A dónde vamos? —preguntó Nadia sin aliento, pero sin ofrecer
resistencia mientras la sacaba de la sala de estar.

—A un lugar donde tendremos más espacio para movernos.


Al darse cuenta de que se dirigían a la habitación, Nadia ni siquiera pensó
en fingir que no sabía lo que estaba por suceder. Comenzó a quitarse la
ropa dejando un rastro en el camino. Cory tampoco estaba jugando, y
cuando las mujeres llegaron al dormitorio, Nadia estaba totalmente
desnuda, y Cory solo vestida con un par de bragas de seda.

Los ojos azules llenos de pasión se posaron en la ropa interior de la chica


y el deseo de Nadia se intensificó.

—Oh, baby dyke tiene un secreto.

—No soy baby dyke —Cory dijo mientras se quitaba las bragas—. No dejes
que el sombrero te engañe, larguirucha. —Cory se tumbó en la cama,
exhibiendo toda su feminidad—. Ven aquí y déjame mostrarte algunas
cosas.

Nadia no dudó, se unió a su compañera en la cama y la cubrió con la


longitud de su cuerpo. La sensación de piel con piel hizo que ambas
mujeres se mojaran al instante.

—Mmm... me gusta sentirte —susurró Cory.

—A mí también.
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Nadia no podía esperar más. Ahora que se estaban tocando, quería
recorrer todo el cuerpo de debajo de ella. Comenzó con un beso lento
en los labios de Cory, rozando suavemente con su lengua, explorando el
calor de la dulce boca de Cory. Sus manos vagaron por curvas suaves y
profundas depresiones que no dejaban lugar a dudas de que era toda
una mujer. Luego, poco a poco, se abrió camino hasta un pecho que
llevaba deseando desde el momento en que Cory se tumbó en la cama.

—Tu cuerpo es perfecto —murmuró Nadia con su boca alrededor de un


pezón apretado.

—Gracias... me ha llevado veintidós años hacerlo crecer —Cory se quedó


sin aliento.

Nadia pasó su lengua por el valle entre los altos montículos de Cory antes
de moverse para darle al otro pecho la misma atención. Cuando llegó
al pezón rosado, se lo metió en la boca, lamió y chupó hasta que se puso
rígido.

—Tiempo bien empleado —ella la felicitó.


Cuando Nadia metió el pecho dolorido más profundamente en su boca,
Cory arqueó su espalda y clavó sus dedos en gruesos mechones oscuros,
tratando de empujar más de su pecho en la boca de su amante.

—Sí —siseó ella.

El sonido del placer envió a la mano de Nadia en una misión de


descubrimiento, que comenzó con la caricia de una cadera
redondeada antes de que llegara a un trasero perfecto. Apretó y
acarició hasta que sintió a su compañera moverse intentando que su
mano bajara. Fue entonces cuando su maravillosa mano se movió hacia
el frente e hizo su camino entre las piernas de la mujer rubia. Cuando
finalmente alcanzó el tesoro, encontró una fuente de humedad
esperando a que la tocara. Comenzó a pasar sus dedos por los húmedos
pliegues y extendió los jugos alrededor del botón duro que casi tenía un
pulso propio.

La voz de Cory temblaba con pasión acumulada.

—Yo... me voy a correr.

—Todavía no —prometió Nadia—. Primero quiero probarte.

Cory gimió con anticipación carnal. Sabía que moriría si no encontraba


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la liberación pronto.

El sonido vigoroso alimentó el deseo de Nadia, y se movió más abajo en


el cuerpo de su amante. Quería ahora, más que nunca... necesitaba
probar la esencia de esta hermosa mujer. Ella besó su camino hacia un
estómago bien tonificado, y continuó hasta que pasó sus labios sobre
unos rizos rubios pulcramente recortados. Cuando finalmente alcanzó su
objetivo, separó las piernas de su amante y acurrucó sus hombros entre
los temblorosos muslos.

—Hueles tan bien —susurró mientras acariciaba el húmedo calor que la


esperaba.

Cory estaba a punto de decir algo para que se diera prisa, cuando sintió
una cálida lengua deslizarse a lo largo de su sexo, antes de golpear la
punta sobre su clítoris muy hinchado.

—¡Oh, Dios! —gritó, y levantó sus caderas de la cama.

Nadia envolvió sus brazos alrededor de los muslos y se sumergió, lamiendo


toda la entrada de la inundación, mientras mantenía a Cory sujeta con
sus brazos.
—Mmm... muy bien —murmuró Nadia.

Ahora ella estaba nadando en el fondo de la piscina, y no se distraería


de su placer. Al menos esa era su intención hasta que sintió que las
caderas de Cory comenzaron a hacer embestidas profundas y
decididas, y luego supo que su amante necesitaba más. Antes de
abandonar su puesto, empujó su lengua una última vez, bebiendo la
mayor cantidad de dulce néctar que pudo reunir. Luego, en un
movimiento fluido, su boca se movió hacia arriba para cubrir el brote
descuidado de su amante, y dos dedos se arremolinaban alrededor de
la entrada esperando, burlándose un poco antes de ser empujados al
interior.

—¡Dulce madre! —gritó Cory. Luego comenzó a cantar mientras


conducía sus caderas con más fuerza—. No pares, no pares, no pares.

Hasta ese momento, los labios y la lengua de Nadia habían llevado a


Cory más alto de lo que nunca había estado, pero cuando los dedos de
la mujer entraron en ella, todo cambió, y por primera vez en su vida,
estaba llena... completamente llena.

Cory podría haber jurado que en el momento en que los largos dedos de
Nadia entraron en ella, se expandieron, cubriendo cada centímetro de
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espacio vacío que quedaba dentro, alejando la necesidad de suplicar
por más. Se sentía tan bien que no creía que pudiera ser mejor que esto,
pero cuando la succión aumentó alrededor de su clítoris ya demasiado
sensibilizado, estuvo perdida. Cory sintió que sus ojos rodaban hacia la
parte posterior de su cabeza y de inmediato fue golpeada por un
orgasmo tan poderoso que pensó que se volvería ciega por la intensidad.

Bajó sus manos y presionó la cara de Nadia con más fuerza sobre su
montículo, su cabeza se echó hacia atrás en éxtasis, y su boca estaba
abierta, mientras gritaba.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Si si si!

Ella se liberó de los sentimientos hasta que todo el placer había sido
ordeñado de su cuerpo, y se quedó temblando con las réplicas. Soltó el
cabello de Nadia, esperando encontrar algunos en sus manos. Tiró de su
amante para que se tumbara encima de ella, sabiendo que, si el deseo
de Nadia se acercaba al tono febril del suyo, la mujer oscura necesitaba
desesperadamente alivio.

Cuando Nadia se movió lo suficiente como para montar a horcajadas


sobre la pierna de Cory, casi lloró por el tan necesario contacto. Nunca
en su vida había estado tan excitada. Inmediatamente comenzó a
moverse a lo largo del muslo de Cory, dejando un rastro mojado mientras
trataba de mantener el ritmo del orgasmo que se estaba construyendo.
Su rostro estaba enterrado en el hueco del cuello de Cory, y la cama se
movía con cada embestida mientras sus gruñidos se volvían más fuertes.

Sus cuerpos se balanceaban cada vez más rápido, y para sorpresa de


Cory, estaba empezando a encenderse otra oleada de placer. Pero
incluso a través de la seductora neblina que amenazaba con consumirla,
aún era capaz de encontrar la suficiente fuerza para alcanzar a su
amante, enviando la excitación de Nadia a un lugar que igualaba el
suyo. Y cuando sintió que los jugos de su amante comenzaban a fluir entre
sus dedos, Cory movió su mano libre por la lisa extensión de la espalda de
Nadia, agarrando un puñado de carne firme para mantener a la mujer
más alta castigada, guiando sus movimientos hasta que lo sintió otra vez.

Abrieron los ojos, se miraron en ellos, y Nadia pensó: ¿Qué me está


pasando? justo antes de que un estremecimiento le robara todo
pensamiento.

***
22

A la mañana siguiente, Cory abrió los ojos e inmediatamente sintió el


calor que le recorría toda la espalda. Recordando con quién había
pasado la noche, una sonrisa floreció en su rostro y se movió hacia atrás,
presionando su trasero más apretado contra el cojín de suaves rizos
acurrucados contra su trasero.

—Mmmm... no me hagas comenzar —murmuró Nadia en un capullo de


cabello rubio.

—¿Por qué no? —preguntó Cory mientras retiraba la mano grande de su


cintura, y se movía hasta su boca para un beso.

—Porque, antes de hacer cualquier otra cosa, necesito llamar a mi


madre y a Nonie, y hacerles saber que estoy bien. Probablemente se
estén volviendo locas ahora. Apagué el teléfono cuando salí de la casa,
y nunca llamé para avisarles de que estoy bien.

—Entonces será mejor que te muevas. Cuanto antes te vayas antes


vuelves —dijo con voz somnolienta.
Nadia se acercó a Cory besando su suave cabello. Sintió que, por
primera vez en su vida, tenía los ojos bien abiertos y estaba mirando a un
mundo completamente nuevo. Se sentía abierta y viva, y sabía que era
por la mujer que tenía en sus brazos.

Sabía, sin lugar a dudas, que no habría nada que esta mujer le pidiera y
que ella no haría. Esta era LA mujer, la mujer por la que ella haría cualquier
cosa. Nunca en su vida los breves flirteos que había experimentado la
afectaron de esta manera. Cory Barton lo era, y si la rubia de ojos verdes
le pedía que nunca arriesgara su vida como luchadora contra el crimen,
sabía que lo haría.

Al darse cuenta de que Nadia no había hecho ningún movimiento para


salir de la cama, Cory tiró de las sábanas de encima de sus cuerpos
desnudos exponiéndolos a ambos al aire.

—Ve a hacer tu llamada y date prisa. Necesito que me mantengas


caliente —El aire helado, más que el sonido de la voz de su amante, sacó
a Nadia de sus pensamientos. Cuando se movió para salir de la cama
escuchó una confesión soñolienta mientras Cory intentaba encontrar un
lugar en que no se notara el aire fresco—. Eres como mi manta eléctrica
personal. 23
—¿Tienes una bata que me puedas prestar? Hace frío aquí.

—Toma el edredón —dijo Cory antes de ponerse una almohada sobre la


cabeza, tratando de no despertarse por completo—. Y sube el
termostato cuando salgas. La caja está en la pared con el interruptor de
la luz. Por alguna razón, olvidé subirlo anoche.

Nadia podía oír la sonrisa en la soñolienta voz.

—Volveré en un segundo —dijo entre dientes.

La mujer desnuda rápidamente se deslizó por el suelo de madera con los


pies descalzos.

—Cielos, hace frío aquí —dijo justo antes de encontrar el termostato y


ponerlo a veintiséis grados.

Cuando vio sus jeans desechados en medio de una larga línea de ropa
que conducía al dormitorio, los agarró, sacó el teléfono de uno de sus
bolsillos y llamó a su casa. Solo dio media llamada antes de que
contestaran en el otro extremo.
—Hola, mamá... no, estoy bien. Lamento haberos preocupado a ti y a
Nonie... no, no volveré a hacerlo... te quiero también. Escucha... mamá,
tengo algo que decirte... conocí a alguien...

***

Cuando la pareja finalmente salió de la cama, fueron a desayunar. Nadia


pensó que era simplemente otra de las peculiaridades adorables de su
amante cuando descubrió que Cory estaba orgullosa de no poseer
ninguna habilidad culinaria y su cocina lo demostraba. Los
electrodomésticos parecían nuevos, y los armarios y el refrigerador
estaban vacíos. Las únicas señales de que la persona que vivía allí alguna
vez comió algo fue el microondas salpicado de comida y el congelador
lleno de comidas congeladas.

Cory cogió su sombrero de fieltro del gancho de la pared, y las nuevas


amantes salieron por la puerta.

—Quería preguntarte, —comenzó Nadia mientras la puerta se cerraba


detrás de ellas—. ¿Qué pasa con el sombrero?
24
Cory toco el ala del sombrero.

—¿Qué? ¿No te gusta?

—Claro —Nadia se encogió de hombros—. Es extraño que una mujer de


veintidós años salga por ahí con el sombrero de su abuelo.

—Incorrecto, el sombrero de mi bisabuela —dijo Cory.

—¿Oh, en serio? Es una historia que tienes que contarme.

—Lo haré —prometió Cory—. Tan pronto como tenga algo en el


estómago.

La pareja no lo sabía, pero la comida y la conversación iban a retrasarse.

***

Las mujeres estaban a punto de entrar al comedor de la esquina cuando


la puerta se abrió, y dos hombres enmascarados salieron corriendo.
Acababan de robar y los ladrones estaban escapando.
Uno de ellos chocó contra Cory y la desequilibró, pero cuando Nadia
extendió la mano para sujetarla antes de que golpeara la acera, uno de
los matones pensó que estaba tratando de bloquear su ruta de escape
y levantó su arma, comenzando a disparar sin previo aviso.

No hubo tiempo para pensar. Todo fue instinto y reacción. Antes de saber
lo que estaba haciendo, Nadia levantó una mano, con la palma hacia
afuera y los cinco dedos extendidos. Luego, en rápida sucesión, se
formaron paneles de metal creando un escudo lo suficientemente
grande como para proporcionar cobertura para ambas mujeres.
Mientras una mano protegía su seguridad, la otra mano impidió que Cory
cayera al suelo.

Ambas mujeres respiraban con dificultad, estremeciéndose cada vez que


una bala rebotaba en el metal. Fueron los rápidos sonidos los que hicieron
que Nadia se diera cuenta de lo peligrosa que era la situación, y cuando
el ruido se detuvo, ella replegó su escudo y colocó a Cory de nuevo en
pie.

—¿Estás bien? ¿Recibiste un golpe?

Nadia pasaba sus manos frenéticamente por el cuerpo de Cory,


buscando algún indicio de una lesión. Finalmente, Cory comenzó a
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mover sus manos para hacer que se detuviera.

—Estoy bien, larguirucha, pero se están escapando.

Ambas mujeres volvieron la cabeza y vieron las espaldas de los hombres


en retirada. Solo verlos hizo que la ira de Nadia se disparase. Se dio
cuenta de lo cerca que había estado de perder a Cory, de perder algo
que nunca pensó que tendría. Fue entonces cuando dos dagas
comenzaron a formarse en la palma de sus manos, pero, antes de que
pudiera arrojarlas, Cory la detuvo.

—No. Permíteme.

—¿Permitirte? ¿Permitirte qué?

Sus rubias cejas se movieron, y en lugar de contestar, Cory se concentró


en los hombres que corrían hacia su auto para escapar. Luego, como un
crupier que reparte cartas, ella dio dos rápidas sacudidas de su muñeca.

Fue entonces cuando Nadia sintió que el vello de sus brazos se elevaba,
y un pulso de energía pasó por su lado, haciendo que sintiera en su piel
como si algo se arrastrara por la superficie. Sus ojos siguieron el camino
invisible que se desplegaba, y juraría que vio dos bolas de poder, brillando
como una ola de calor, rodando en dirección a los criminales. Eso fue
bastante impactante, pero cuando ambos hombres volaron de repente
por el aire, como si hubieran sido golpeados por un ariete, y aterrizaron
en el pavimento... fuera de combate, se quedó con la boca abierta.

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Nadia cuando pudo hablar de


nuevo.

Cory se pulió las uñas en las solapas de su abrigo antes de sacar su


teléfono.

—Solo es algo que me gusta llamar el puño de la furia.

—El puño de...

Cory levantó una mano para evitar que Nadia hablara.

—Hola, ¿comisaría? Envíen a la policía a Capital Boulevard. Acaban de


robar en el restaurante de Ronnie. Cory cerró el teléfono y centró toda su
atención en su amante.

—¿Qué decías?

—Estaba diciendo que tienes algunas explicaciones que darme.


26
***

Se habían mudado a un par de calles del restaurante, pensando que


probablemente era mejor estar fuera del área cuando llegara la policía.
Explicar la aparición repentina de escudos de bloqueo de balas y puños
invisibles de energía no era una conversación que quisieran tener, así que
caminaron y hablaron, compartiendo tanto sobre ellas mismos como
pudieron mientras paseaban por una calle abarrotada.

Cory le explicó que ella también tenía habilidades. Un poder que fue el
resultado de uno de los intentos de su antecesor cuando la ciencia sobre
la fisión nuclear todavía estaba empezando. Les sorprendió una explosión
en el laboratorio cuando uno de sus colegas intentó dividir un átomo y se
produjo un bombardeo de neutrones. El colega murió, pero el pariente
de Cory vivió. El problema era que la energía cinética y el intenso calor
que se había liberado habían cambiado su ADN para siempre, y al igual
que el bombardeo de neutrones, era un regalo que continuaban dando
a sus herederos.
—Entonces, ¿estamos un poco en el mismo barco? —preguntó Nadia
con una sonrisa.

—Te veo muy entusiasmada Nadia, pero sí, definitivamente estamos en el


mismo barco.

—¿Es electricidad lo que disparas?

—No, es más como una energía que se genera justo antes de que surja.

Una especie de bala energizada en la mandíbula. Un golpe de poder si


quieres.

—Eso es fabuloso.

—Sí, bueno, me gusta —dijo Cory con una sonrisa.

—¿No te sientes sola? Ya sabes... ¿no tienes a nadie con quien puedas
compartir tus problemas?

La sonrisa de Cory se hizo más grande.

—No para nada. Hay un lugar especial al que puedo ir, un lugar donde
puedo pasar el rato y socializar con personas como yo... como nosotras
—hizo un gesto entre ellas. 27
—Eso suena genial —dijo Nadia con nostalgia—. Me encantaría que me
llevaras allí alguna vez.

Cory sonrió.

—Ya lo he hecho, larguirucha.

Nadia parecía confundida.

—¿Cuándo? Solo hemos estado en tu apartamento y en ese pequeño y


polvoriento ba...

Bajó la voz y una sonrisa torcida se dibujó en la comisura de sus labios. Ella
se golpeó en la frente y se rio.

—¿The Lair? ¡¿Ese lugar atiende a personas como nosotras?! —preguntó


con entusiasmo.

—Sí —fue la corta respuesta.

—Debería haberlo sabido, quiero decir, el nombre es muy obvio —


Entonces Nadia se quedó pensativa—. ¿No te importa la responsabilidad
de todo esto?

—No, en realidad no —dijo Cory.


—¿No te hace sentir que te roba la vida?

Cory se encogió de hombros.

—No quiero que suene como un cliché, pero ¿Cómo es el dicho? “A


quién mucho se le da, mucho se le exigirá”, o algo así. Lo veo más como
un regalo que otra cosa.

—¡¿Un regalo?! Si esta carga es un regalo, quiero que alguien me diga


dónde puedo devolverlo.

Cory negó con la cabeza.

—Te diré lo que mi papá me dice. Piensa en esto de esta manera. El


universo debe pensar que eres muy especial para elegirte para proteger
a la humanidad, pero si eso no es suficiente incentivo para ti, piensa en
aquellos que son como nosotros pero que tienen intenciones dañinas. La
población deberá mantenerse a salvo de sus poderes.

Nadia pensó en esto por unos minutos. Cory tenía razón. Ella estaba
viendo esto desde el ángulo equivocado. Todo este tiempo había
pensado en sus habilidades como una maldición, pero ahora vio que
había otro lado en esto. Era una benefactora, una buscadora de la paz,
una protectora de los inocentes. Sonrió. Se le había otorgado el don de
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la nobleza, no la maldición del aislamiento que siempre había visto en su
rareza. Miró a la mujer bajita que estaba a su lado y sonrió. Ahora quería
ser digna.

—¿Qué dices si unimos fuerzas? —le preguntó a su compañera.

—¿Como que? ¿El dúo dinámico del nuevo milenio? —bromeó Cory.

Nadia tarareó.

—Eso no está mal, pero ¿qué tal, martillo y uñas, o mejor aún, martillo y
clavos, o incluso, punto de pulso?

La frente de Cory se frunció en confusión.

—¿Punto de pulso? ¿Que es eso?

—Ya sabes, esa energía pulsante que envías, y las cosas puntiagudas que
puedo hacer —dijo con una gran sonrisa.

Cory puso los ojos en blanco.

—Eres tan cursi, larguirucha. Pero mi papá siempre me dijo que el sentido
del humor era un componente muy importante en una relación.
Nadia estaba encantada de que Cory sintiera que tenían una relación.
La mujer alta estaba tan emocionada que apenas podía evitar saltar
hacia arriba y hacia abajo en el medio de la calle. Nunca imaginó que
la vida podría ser tan maravillosa.

—Tu padre parece un hombre sabio. Espero poder conocerlo alguna vez.

Cory se sonrojó.

—Bueno, ya lo has hecho.

—¡¿Qué?! ¿Cuándo?! —preguntó Nadia.

—Él, um... es dueño de The Lair.

Cory cerro sus ojos con fuerza esperando una lluvia radiactiva. Cuando
no pasó nada, abrió un ojo y vio una sonrisa brillante y unos brillantes ojos
azules que la miraban.

Su amante se rio.

—Vamos, Puño de Energía. Déjame llevarte a casa para conocer a la


gente. Mamá y Nonie te van a querer —dijo Nadia entusiasmada.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó Cory mientras 29


caminaban por la calle.

Antes de contestar, Nadia formó un aro de plata en la palma de su mano,


luego deslizó el metal pulido sobre el dedo de Cory, y colocó su brazo
sobre los hombros de la mujer más pequeña.

—Porque lo sé —dijo la heroína con una sonrisa.

Fin
Biografía de la autora

J.A. Zollicoffer es una autora muy popular en la red, y ha escrito muchas


novelas, novelas cortas e historias cortas.

Historias Cortas
Blue Silence (2006)

Conqueror's Destiny (The) 2009

First Date (2016)

Fusion (2007)

Unbroken (2012)

Window Shopping (2012)


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Novelas Cortas
Generations - Book 1 (2006)

Generations - Book 2 (2007)

Generations - Book 3 (2008)

Reawakening (The) (2011)

Sands of Change (2012)

Street Life (2009)

Symon (2009)

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