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Irrompible
(Unbroken)
J.A. Zollicoffer
Índice
Sinopsis
Créditos
Biografía de la autora
Sinopsis
Nadia es una chica que lleva a sus espaldas un gran secreto de familia y
una gran responsabilidad, luchar contra el mal.
Sexo: Hay expresiones de amor físico entre personas del mismo sexo.
© 13 de junio de 2011
—No puedo hacerlo... No lo haré.
—Eso espero, mamá, porque si se aferra a esta vena obstinada suya, será
la primera vez en todo nuestro linaje que uno de los nuestros no esté en
su lugar.
***
1
Cinabrio: Sulfuro de mercurio, muy pesado y de color rojo oscuro, del cual se extrae el
mercurio.
Nadia caminó apresuradamente por la acera con las manos metidas en
los bolsillos de su abrigo ajena a las miradas que estaba recibiendo, sin
darse cuenta ni preocuparse. La única vez que reconoció su entorno fue
cuando escuchó una alarma que sonaba a lo lejos, dudó por un instante,
antes de continuar. Pero cuando las sirenas comenzaron a gemir, y varios
coches de policía pasaron corriendo, resistirse a la tentación de seguir se
hizo más difícil.
—Odio esto. ¿Por qué no puedo ser como todos los demás? No pedí
esto —refunfuñó—, mamá y Nonie están tan dedicadas que solo se
tomaron el tiempo para encontrar un varón adecuado para tener un
bebé antes de volver a la lucha por el bien. Eso no es para mí. Quiero
amor, romance, una familia, yo... Lo quiero todo —se quejó—, no solo una
porción del pastel, quiero todo.
Nadia pensó en la única vida que había conocido en los últimos veintitrés
años. Los hábitos de su madre y su abuela estaban pintados en su
memoria como una mancha permanente. Cuando las mujeres no
estaban escuchando los escáneres de la policía, o curioseando en las
sombras tratando de evitar travesuras, trabajaban en la tienda familiar.
Nadia sacudió su cabeza ante los recuerdos. No, eso no es para mí, se
recordó a sí misma. ¿Cómo pueden vivir una vida sin compañía?
Patrullar las calles oscuras en largas noches solitarias no puede
mantenerte a salvo y cálida. Los escáneres policiales no te abrazarán ni
calmarán la tensión cuando hayas tenido un día horrible, y sin duda,
pasar horas y horas vigilando a tus clientes para asegurarte de que no te
roban, no alimenta ese lugar dentro de tu corazón donde el amor
prospera.
—No veo ninguna otra morena de 1.82 de altura que corra por la acera,
así que, sí. Estoy hablando contigo.
Sus ojos azules rodaron. Hoy no estoy de humor para una Baby dykes2
pensó Nadia.
—Cualquier otro día, pero hoy no, niña —dijo ella ignorándola—.
Encuentra a alguien más para que pruebe tus encantos
Antes de decir otra palabra, los ojos verdes se pasearon arriba y abajo
por el largo cuerpo musculoso con interés.
—En primer lugar, no soy la niña de nadie. Segundo... —Hizo una pausa—
, si te estuviera seduciendo, ya estarías en mi cama, y tercero, ¿de verdad
crees que soy encantadora? —preguntó con una gran sonrisa.
2
Baby dykes: Lesbiana joven e inexperta deseosa de aprender.
que, la combativa mujer, pareciera aún más entrañable. Nadia sintió
que la tensión comenzaba a abandonar su cuerpo, y por primera vez ese
día se sintió menos irritable. Sabía que estaba más relajada, cuando hizo
lo que hizo a continuación.
Cuando se dio cuenta del viejo sombrero que llevaba la otra mujer
estalló en carcajadas. Profundamente, la risa la hizo doblarse, pero no
duró mucho. Después de vislumbrar la expresión de frustración en la cara
de la mujer más pequeña, se recompuso y se aclaró la garganta.
***
Nadia tomó unos sorbos del fuerte licor antes de colocar el vaso sobre la
mesa, luego pasó lentamente su dedo por el borde, decidiendo, por
ahora, cambiar de tema.
Cory resopló.
—¿Cual?
Había un hombre sentado solo en una mesa, pero jugaba a la vez como 10
si fueran dos jugadores de cartas. Una mujer estaba sentada en una
cabina con un hombre de cabello blanco, y parecían mantener una
conversación en un idioma que no le resultaba familiar a Nadia.
Finalmente, su atención se centró en un hombre que estaba sentado al
final de la barra. Parecía tener unos cuarenta y cinco años, cabello rubio
polvoriento y serios ojos marrones. Llevaba una capa multicolor para
protegerse del frío, y una botella de cerveza estaba frente a él. De vez
en cuando, miraba hacia su mesa y se alejaba cuando Nadia mantenía
su mirada demasiado tiempo.
Cory miró por encima del hombro y saludó. Cuando el hombre le devolvió
el saludo, ella sonrió y le guiñó un ojo.
***
Para cuando llegaron a su quinta ronda, Cory decidió que era hora de
volver a intentar que la mujer se abriera. Extendió la mano y la apoyó
sobre la de Nadia. Su intención era ofrecer consuelo, pero cuando sintió
que un calor inusual subía por su brazo, se sintió mareada y retrocedió,
devolviendo su mano a su vaso.
Era difícil saber quién estaba más sorprendida por el comentario. Entre
las mejillas rosadas de Cory y las orejas rojas de Nadia, ambas mujeres se
sonrojaban por la vergüenza... ¿o era un súbito arrebato de pasión?
Ninguna de las dos mujeres estaba segura, pero Nadia estaba segura de
una cosa. Cuanto más bebía, menos inhibida se sentía, y si no tenía
cuidado se iba a poner en ridículo ya que cada vez era más difícil negar
su atracción por la bonita rubia.
—Deja de ser una tonta. Lo que digo es que no entiendo lo que eso
significa.
Llenó de aire sus pulmones para calmar sus nervios, y supo que había
bebido demasiado cuando en lugar de darle a Cory una respuesta que
tuviera sentido, deliberadamente creó un charco de metal líquido en la
palma de su mano. Ella permaneció en silencio y observó mientras se
transformaba rápidamente en una cuchara, luego en un tenedor, y
finalmente en una llave de metal.
Cory observó con asombro, pero no dijo ni una palabra cuando cada 13
elemento se formó, se endureció en el aire, y luego con la misma rapidez,
comenzó a licuarse nuevamente y finalmente se reincorporó al anfitrión.
—No hagas eso —dijo con simpatía—. No hay nada malo contigo por ser
como eres, o porque a mí no me parezca extraño. —Entonces para
aligerar la situación, ella se encogió de hombros—. O tal vez lo hay —
sonrió—. Entonces, ¿por eso estabas tan enfadada antes? ¿Debido a
esta habilidad especial?
—¿Cómo puedes decir eso? Estás aquí. Ellas están aquí. ¿Eso no forma
una familia?
Esto no sonaba cierto para Cory, por lo que ella siguió intentándolo.
Sintiéndose avergonzada incluso por haber hecho que Cory pensara que
las mujeres no se querían profundamente, Nadia trató de aclarar su
punto.
—No... no es que no conozca el amor, pero quiero más para mí que una
vida de servicio.
—¿Quién podría tratar con una esposa que siempre acecha en las
sombras esperando que empiecen los problemas? Creo que eso es
mucho pedirle a alguien.
***
—Ese fue tu plan todo el tiempo, ¿no? —bromeó Nadia justo antes de
que le diera hipo.
Cory hizo que Thomas la ayudara a salir del bar llamado —The Lair 5—,
medio arrastrando, medio empujando a su alta compañera hasta
meterla en un taxi que esperaba para llevarlas a casa.
***
5
The Lair: La guarida, el escondite
—¿Qué te pasa? —preguntó Cory, haciendo caso omiso de la pregunta
de la diosa.
—Lo siento. Yo... no suelo beber tanto —Entonces, con cierta claridad,
Nadia hizo una observación—. H... ¿cómo es que todavía estás sobria?
Una vez que Cory había quitado a la alta mujer la mayor parte de la ropa
que se atrevió, cubrió a Nadia con una manta y pasó suavemente el
dorso de sus dedos por el rostro de la mujer somnolienta.
—¿Quieres apostar?
Cuando Cory se dio la vuelta para irse, oyó una burla en su espalda.
—Oh cielos, si —agregó Nadia, sonando más sobria que antes del beso.
La calidez de ese toque en el bar no era nada comparado con el calor
que lentamente consumía a la alta mujer.
Oh, qué diablos, pensó Cory justo antes de tocar sus labios. ¿Por qué
luchar contra esto?
El beso comenzó lento, pero se puso tan caliente, que antes de que
Nadia supiera lo que estaba haciendo, tenía los pies en el suelo y había
sentado a Cory en su regazo. Pronto los tics borrachos se convirtieron en
caricias decididas.
—Vamos.
—¿A dónde vamos? —preguntó Nadia sin aliento, pero sin ofrecer
resistencia mientras la sacaba de la sala de estar.
—No soy baby dyke —Cory dijo mientras se quitaba las bragas—. No dejes
que el sombrero te engañe, larguirucha. —Cory se tumbó en la cama,
exhibiendo toda su feminidad—. Ven aquí y déjame mostrarte algunas
cosas.
—A mí también.
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Nadia no podía esperar más. Ahora que se estaban tocando, quería
recorrer todo el cuerpo de debajo de ella. Comenzó con un beso lento
en los labios de Cory, rozando suavemente con su lengua, explorando el
calor de la dulce boca de Cory. Sus manos vagaron por curvas suaves y
profundas depresiones que no dejaban lugar a dudas de que era toda
una mujer. Luego, poco a poco, se abrió camino hasta un pecho que
llevaba deseando desde el momento en que Cory se tumbó en la cama.
Nadia pasó su lengua por el valle entre los altos montículos de Cory antes
de moverse para darle al otro pecho la misma atención. Cuando llegó
al pezón rosado, se lo metió en la boca, lamió y chupó hasta que se puso
rígido.
Cory estaba a punto de decir algo para que se diera prisa, cuando sintió
una cálida lengua deslizarse a lo largo de su sexo, antes de golpear la
punta sobre su clítoris muy hinchado.
Cory podría haber jurado que en el momento en que los largos dedos de
Nadia entraron en ella, se expandieron, cubriendo cada centímetro de
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espacio vacío que quedaba dentro, alejando la necesidad de suplicar
por más. Se sentía tan bien que no creía que pudiera ser mejor que esto,
pero cuando la succión aumentó alrededor de su clítoris ya demasiado
sensibilizado, estuvo perdida. Cory sintió que sus ojos rodaban hacia la
parte posterior de su cabeza y de inmediato fue golpeada por un
orgasmo tan poderoso que pensó que se volvería ciega por la intensidad.
Bajó sus manos y presionó la cara de Nadia con más fuerza sobre su
montículo, su cabeza se echó hacia atrás en éxtasis, y su boca estaba
abierta, mientras gritaba.
Ella se liberó de los sentimientos hasta que todo el placer había sido
ordeñado de su cuerpo, y se quedó temblando con las réplicas. Soltó el
cabello de Nadia, esperando encontrar algunos en sus manos. Tiró de su
amante para que se tumbara encima de ella, sabiendo que, si el deseo
de Nadia se acercaba al tono febril del suyo, la mujer oscura necesitaba
desesperadamente alivio.
***
22
Sabía, sin lugar a dudas, que no habría nada que esta mujer le pidiera y
que ella no haría. Esta era LA mujer, la mujer por la que ella haría cualquier
cosa. Nunca en su vida los breves flirteos que había experimentado la
afectaron de esta manera. Cory Barton lo era, y si la rubia de ojos verdes
le pedía que nunca arriesgara su vida como luchadora contra el crimen,
sabía que lo haría.
Cuando vio sus jeans desechados en medio de una larga línea de ropa
que conducía al dormitorio, los agarró, sacó el teléfono de uno de sus
bolsillos y llamó a su casa. Solo dio media llamada antes de que
contestaran en el otro extremo.
—Hola, mamá... no, estoy bien. Lamento haberos preocupado a ti y a
Nonie... no, no volveré a hacerlo... te quiero también. Escucha... mamá,
tengo algo que decirte... conocí a alguien...
***
***
No hubo tiempo para pensar. Todo fue instinto y reacción. Antes de saber
lo que estaba haciendo, Nadia levantó una mano, con la palma hacia
afuera y los cinco dedos extendidos. Luego, en rápida sucesión, se
formaron paneles de metal creando un escudo lo suficientemente
grande como para proporcionar cobertura para ambas mujeres.
Mientras una mano protegía su seguridad, la otra mano impidió que Cory
cayera al suelo.
—No. Permíteme.
Fue entonces cuando Nadia sintió que el vello de sus brazos se elevaba,
y un pulso de energía pasó por su lado, haciendo que sintiera en su piel
como si algo se arrastrara por la superficie. Sus ojos siguieron el camino
invisible que se desplegaba, y juraría que vio dos bolas de poder, brillando
como una ola de calor, rodando en dirección a los criminales. Eso fue
bastante impactante, pero cuando ambos hombres volaron de repente
por el aire, como si hubieran sido golpeados por un ariete, y aterrizaron
en el pavimento... fuera de combate, se quedó con la boca abierta.
—¿Qué decías?
Cory le explicó que ella también tenía habilidades. Un poder que fue el
resultado de uno de los intentos de su antecesor cuando la ciencia sobre
la fisión nuclear todavía estaba empezando. Les sorprendió una explosión
en el laboratorio cuando uno de sus colegas intentó dividir un átomo y se
produjo un bombardeo de neutrones. El colega murió, pero el pariente
de Cory vivió. El problema era que la energía cinética y el intenso calor
que se había liberado habían cambiado su ADN para siempre, y al igual
que el bombardeo de neutrones, era un regalo que continuaban dando
a sus herederos.
—Entonces, ¿estamos un poco en el mismo barco? —preguntó Nadia
con una sonrisa.
—No, es más como una energía que se genera justo antes de que surja.
—Eso es fabuloso.
—¿No te sientes sola? Ya sabes... ¿no tienes a nadie con quien puedas
compartir tus problemas?
—No para nada. Hay un lugar especial al que puedo ir, un lugar donde
puedo pasar el rato y socializar con personas como yo... como nosotras
—hizo un gesto entre ellas. 27
—Eso suena genial —dijo Nadia con nostalgia—. Me encantaría que me
llevaras allí alguna vez.
Cory sonrió.
Bajó la voz y una sonrisa torcida se dibujó en la comisura de sus labios. Ella
se golpeó en la frente y se rio.
Nadia pensó en esto por unos minutos. Cory tenía razón. Ella estaba
viendo esto desde el ángulo equivocado. Todo este tiempo había
pensado en sus habilidades como una maldición, pero ahora vio que
había otro lado en esto. Era una benefactora, una buscadora de la paz,
una protectora de los inocentes. Sonrió. Se le había otorgado el don de
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la nobleza, no la maldición del aislamiento que siempre había visto en su
rareza. Miró a la mujer bajita que estaba a su lado y sonrió. Ahora quería
ser digna.
—¿Como que? ¿El dúo dinámico del nuevo milenio? —bromeó Cory.
Nadia tarareó.
—Eso no está mal, pero ¿qué tal, martillo y uñas, o mejor aún, martillo y
clavos, o incluso, punto de pulso?
—Ya sabes, esa energía pulsante que envías, y las cosas puntiagudas que
puedo hacer —dijo con una gran sonrisa.
—Eres tan cursi, larguirucha. Pero mi papá siempre me dijo que el sentido
del humor era un componente muy importante en una relación.
Nadia estaba encantada de que Cory sintiera que tenían una relación.
La mujer alta estaba tan emocionada que apenas podía evitar saltar
hacia arriba y hacia abajo en el medio de la calle. Nunca imaginó que
la vida podría ser tan maravillosa.
—Tu padre parece un hombre sabio. Espero poder conocerlo alguna vez.
Cory se sonrojó.
Cory cerro sus ojos con fuerza esperando una lluvia radiactiva. Cuando
no pasó nada, abrió un ojo y vio una sonrisa brillante y unos brillantes ojos
azules que la miraban.
Su amante se rio.
Fin
Biografía de la autora
Historias Cortas
Blue Silence (2006)
Fusion (2007)
Unbroken (2012)
Symon (2009)