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Universidad Nacional de Colombia

Departamento de sociología
Sociología política

Gabriel Solano Iglesias


Juan Fernando Garcés Velásquez
Hanna Cortés Ruiz

Estructura partidista de Cambio Radical: alianzas de élites económicas regionales con


oligarquías políticas nacionales

Abstract:
Cambio Radical ha sido un partido crucial para las rondas desde la primera década del siglo XXI,
fortaleciendo y ampliando la coyuntura del desvanecimiento del bipartidismo. En el siguiente
trabajo, identificamos a este partido político como una maquinaria política precisa con una
estructura para-el-polipartidismo clara, para el acontecimiento de la recolecta de votos para la
presidencia del 2018. En ello, se encuentran dos tipos de políticos definidos, así como un
proyecto superpuesto de élites económicas regionales y oligarquías políticas que se benefician
mutuamente. Identificamos las imbricaciones entre estas distintas estructuras y el sistema de
partidos en el polipartidismo. Haciendo una tipología de las relaciones estructurales del partido,
identificamos las relaciones entre éste, los círculos regionales de élites burguesas, las oligarquías
partidistas, el sistema de alianzas del polipartidismo y el escrutinio de dos vueltas, a la luz de la
coyuntura electoral del año 2018.

Palabras clave: Cambio Radical, maquinaria política, estructura partidista oligárquica,


polipartidismo, burguesía regional

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Introducción

Fue Louis Althusser quien, en el ocaso de su trayectoria intelectual, dispuso la simiente


del <<materialismo aleatorio>>. No obstante tratarse de un texto maduro, conspicuo por su
brevedad y expansión cognitiva, su materialismo aleatorio goza de una lozanía y un inusitado
vigor; luminaria en la senectud del comunismo francés, ya plenamente hermanado -tras el embate
del 68, la vehemencia de los 70 y el apocamiento de los 80- con el establecimiento social-
pragmático de Miterrand. La novedad de su apuesta estriba en una <<ontología>> de la
contingencia, como opuesta al materialismo dialéctico o la ontología de la necesidad teleológica.
Que la palabra <<ontología>> no engañe: más que una ontología, Althusser hace del
materialismo aleatorio una sensibilidad, una determinada tesitura del pensamiento político y
teórico que vibra entre la coyuntura, el concepto y la agencia política. La perspectiva de ontología
es, siempre-ya, una consideración de naturaleza metodológica. Como sensibilidad, como
experiencia –a su manera- estética, el materialismo aleatorio es una ética del encuentro con el
mundo sensible: no ya como totalidad concreta, sino como agrupación de múltiples y
contingentes; de individuales y atómicos, dispuestos, arreglados y enlazados en la situación y en
la sucesión histórica de situaciones. Se declara antihegeliano a este respecto: Esta multiplicidad
afirmativa no es otra que la afirmación enérgica de la primacía de lo positivo sobre lo negativo;
así, un rechazo de la teleología e incluso de la preeminencia del sujeto (“(…) sustancia como
sujeto”) sobre la situación. Ante todo, es un materialismo que goza de la desaparición del
“objeto”: v. gr. la sociología del orden social parte del objeto cognitivo del sistema, de la
armonía, del sentido, etc. La perspectiva del materialismo del encuentro parte desde la nada hacia
el algo. La nada y la contingencia que dan concreción y consistencia a la lluvia de átomos
abstractos son su partida y también su derrotero. Éste es el inusitado vigor político y teórico del
materialismo aleatorio. El análisis de coyuntura que ofrecemos se guarda de preguntar <<¿Por
qué hay algo en vez de nada?>> –interrogante que está en el seno del funcionalismo, de la
sociología política del orden y el consenso, etc.-. Renuncia a la consideración de los problemas y
los objetos, para abocarse a la situación y su preeminencia sobre los elementos, los cuales son en
tanto tienen lugar en la situación; en tanto consisten en ella.

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Es un esfuerzo epicúreo el que conduce a Althusser por la senda de la afirmación de lo que existe,
no por la vía de la Idea o el Principio, sino por el de la “desviación”; la contingencia, el
accidente. El mundo, antes de ésta, es la lluvia anónima de átomos en el vacío: Esto es, antes del
mundo no había sino la materia del mundo, en átomos singulares. Computable en inexistente, en
tanto inefectiva e inoperante. Es el clinamen, el despliegue del encuentro contingente, de la
desviación mínima, que orienta un átomo a otro, lo que inaugura el acaecer del mundo, y no el
Principio o la Idea. Una ontología-metodología del clinamen toma por objeto nada más que el
vacío sobre el cual se proyecta la formación contingente de la situación política. Situaciones
“(…) provisionales doblemente, no sólo en tanto que van a ser superadas, sino también en tanto
habrían podido no advenir jamás, o no habrían advenido más que como efecto de un <<breve
encuentro>> (Althusser, 2002, p.61).” Que sea, pues, un análisis de coyuntura desde la
“inestabilidad radical”; un análisis de la imposición de la situación sobre la consistencia
puramente abstracta de los elementos. No hablamos de una estructura previa, sino de un producto
contingente del clinamen político en el seno de nuestra ontología-metodología. La consistencia
individual de nuestro objeto, Cambio Radical, es puramente abstracta. Aquello que se impone por
sobre un partido singularmente plástico, infinitamente maleable, es la <<toma de consistencia>>
de la situación: la imposición de una contingencia estructurada por sobre la singularidad
abstracta, sin ocluirla. Cambio Radical no es definible sino por su lugar en el reparto de la
situación. Su consistencia descansa en la disposición de los átomos -oligarquías, élites,
negociaciones, multiplicidades-, y no en su autosuficiencia singular, que es puramente abstracta.
Que sea, así, un análisis del lugar de esta singularidad en la situación, tanto en su radical
actualidad como en su despliegue en una suerte de “necesidad” –no como necesidad teleológica,
sino como devenir-necesario de contingentes-. Es el despliegue de este aleatorio devenir-
necesario el que nos hace decantar por tres hipótesis fundamentales:

1. El proyecto de equipo del Junior de Barranquilla -uno de los polos económicos de la familia
Char-, con la llegada de Teo y Chará, supone un estímulo electoral para la maquinaria política
de Cambio Radical . (Que nos remite a la disposición y “topología” de élites políticas y
económicas regionales, superpuestas en la estructura partidista.)

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2. Cambio Radical es un partido que emerge sólo bajo el campo de posibilidad del
<<polipartidismo>>, como expuesto por Duverger. (Hipótesis que nos conduce por la senda de
las relaciones primordiales de la consolidación del partido -miembros y electores- hasta la
incidencia de las modalidades de escrutinio presidencial, para retornar de nuevo a la estructura
primordial de miembros y electores, pasando por un análisis de las oligarquías partidistas y la
naturaleza de las alianzas -modalidad de consistencia-.)

3. La Misión Carismática Internacional, última deserción de Centro Democrático, se acoplará a la


intención de voto de Germán Vargas Lleras, candidato extraoficial de Cambio Radical. (Esta
hipótesis, en apariencia descabalada, nos invitará a explorar la naturaleza de la relación entre los
“simpatizantes” y los “electores” con los círculos internos partidistas.)

I. Elementos para una estructura y topología de Cambio Radical como partido:


<<toma de consistencia>> en la coyuntura electoral
Un análisis estructural de Cambio Radical en tanto partido político considera la disposición de
los actores en el espacio de posibilidades y configuraciones, en primer lugar, para luego dar
cuenta de la posición del partido como tal en el sistema de los partidos, su disposición en la
situación. La toma de <<consistencia>> de Cambio Radical se baraja en estos elementos de
posición. Hablamos, por tal razón, de topología: una analogía geométrica. Una ciencia de los
locus, invariantes, superficies.
La naturaleza de la participación es, pues, la primera dimensión que debemos precisar. Duverger
(1988) expone dos tipos de partidos con respecto a la naturaleza de la afiliación: los partidos
directos y los indirectos. Los primeros se refieren a una forma directa, sin mediación, de hacerse
miembro del partido; los segundos son partidos integrados por instituciones (gremios, iglesias,
etc.), donde la afiliación ocurre por mediación de éstas. La naturaleza de la afiliación, para
Duverger, da cuenta de los propósitos misionales del partido, de su orientación ideológica-
pragmática: los primeros están más inclinados a la ortodoxia, a la homogeneidad ideológica y
teórica. La estructura es efecto de este enfoque. Los indirectos, sin embargo, son más
pragmáticos, reformistas. No llevan el lastre de la ortodoxia. Cambio Radical es un partido de
afiliación directa; su fuerza, anticipamos, no reside, sin embargo, en el círculo de los miembros.

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Pero es un partido fundamentalmente pragmático, con poco interés en la ortodoxia teórica y
política (“¡Deje de criticar y póngase a trabajar!” es la consigna que invita a adherirse
oficialmente). Comprenderemos más tarde la naturaleza de este pragmatismo, opuesto no sólo a
la unidad teórico-política, sino al pensamiento teórico como tal. Sus propósitos misionales trazan
sólo un espectro vago del liberalismo político:

“Ser reconocido como un partido político que encarna los principios de la democracia, que incide
de manera determinante para mejorar la vida de los colombianos, luchando contra la corrupción,
la violencia y promoviendo una economía que busque la prosperidad y la dignidad de quienes
habitan en nuestro país.”

La adhesión formal no es, sin embargo, la fuerza fundamental de Cambio Radical. La estructura
de participación se juega en círculos de gradación, entre 1) electores, 2) simpatizantes, 3)
militantes y el 4) círculo interno. Se articula de la siguiente manera, como expuesto por
Duverger:

Los electores (1) son el conjunto de quienes votan por los candidatos propuestos; los
simpatizantes (2), el subconjunto de los electores con una inclinación política orientada hacia el
partido. Este subconjunto implica compromiso y razonamiento propiamente político. Es, sin
embargo, un concepto evanescente. Se trata de una inclinación ideológica fuerte, y uno de sus

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indicadores primordiales es –hasta cierto punto- la recurrencia electoral; esto es, elementos
duraderos y estables del grupo 1. Pero no se restringe a la mera recurrencia; es fundamentalmente
un ejercicio de reconocimiento de la propia preferencia política, siempre-ya vinculada al partido.
Implica “(…)un elemento de propaganda; lo acerca igualmente a otros simpatizantes y crea los
primeros lazos de una comunidad.” (Ibíd. p.131)

Los militantes (3) se refieren a el círculo de miembros adscritos y recurrentes, hasta cierto punto
agentes ideológicos. El círculo interno (4) es propiamente el círculo de miembros operantes, con
cargos, con lugar en la estructura burocrática del partido.

Las relaciones entre estos distintos conjuntos, su capacidad de identificación , movilización y


recurrencia determinan el carácter ya democrático, ya oligárquico del partido. Pues si no hay una
relación orgánica entre los círculos interiores que conducen y animan la identificación política,
ideológica, incluso agónica con los círculos interiores, de lo que se habla es de oligarquía
(Duverger, 1988, p.121). La relación entre miembros/círculo interno y electores determina el
carácter oligárquico de una estructura partidista. El grado de disparidad entre electores y
miembros da cuenta del grado de oligarquía que penetra en los regímenes democráticos. En
adelante, nuestra exposición intentará, a partir de estos elementos de estructura el carácter
oligárquico de Cambio Radical, divididos en tres tipos de cortocircuito entre tipos y electores,
que dan cuenta de su naturaleza fundamentalmente oligárquica. Antes de éstos, empero,
ampliemos la idea de <<estructura oligárquica>>. Duverger es amplio en esta descripción. Los
partidos oligárquicos se destacan por la formación de un “círculo interior” de jefes; una clase de
difícil acceso y renovación. Es un círculo que tiende hacia su autorreproducción. Presenta
Duverger (1988, p.182) tres tipos fundamentales de círculos interiores. Reparemos, de nuevo, en
que Duverger se basa en una argumentación con una metodología típico-ideal. Así, se barajan los
círculos interiores entre “camarillas”: clanes constituidos en torno a un líder influyente. La
clientela del jefe monopoliza los puestos. Ejemplo conspicuo de este tipo es el círculo interno de
Centro Democrático. El Cambio Radical de la Costa Atlántica presenta una forma similar: gravita
en torno a la familia Char, que goza, no de un dominio carismático, sino económico-burocrático.
Esta élite regional y su superposición con la estructura oligárquica de los partidos es ejemplo

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privilegiado –Universal concreto- de la relación entre las élites regionales burguesas con la
estructura partidista. Esta forma de consolidación de círculos internos es tan cercana a la
“camarilla” como al “equipo de dirección”; la conformación puramente pragmática y tecnócrata
de expertos en gobierno, expertos ideológicos, etc. Éste abandona el carisma y pasa a ser
suplantado por la dominación intelectual-técnica. Está, sin embargo, supeditada a la persona del
tecnócrata, y en tanto tal, opuesta al círculo interno burocrático. Este último tipo llega a un nivel
propiamente kafkiano de despersonalización e institucionalización. Es, pues, tanto más frecuente
en los regímenes de partido único.
Podemos advertir que estos tipos de círculos internos guardan relación con la tipología de los
políticos expuesta por Wright Mills, que trataremos más adelante. La diferencia entre la camarilla
y el equipo de dirección podemos ya sentirlo en la distancia entre el político profesional y el
intruso. La figura tutelar de Alejandro Char implica estas dos dimensiones; implica la antinomia.
Cambio Radical es, en general, un partido que gravita en las antinomias entre lo central y lo
local, el profesionalismo y la intrusión, la camariilla y el equipo de dirección, el fanatismo
carismático y la tecnocracia liberal.
El relevo generacional de la familia Char es ejemplo paradigmático del relevo de los círculos
internos. Se trata de un proceso parcial y controlado, como expone Duverger. En los partidos de
naturaleza eminentemente oligárquica, el relevo recuerda a la respuesta aristotélica a la paradoja
de la barca de Teseo: cambian las piezas de manera progresiva, pero el círculo interno permanece
el mismo. La relativa juventud de Cambio Radical como partido impide una empiria del relevo
generacional del círculo interno. Sin embargo, el ejemplo del liberalismo augura con precisión su
forma. De hecho, podríamos aventurarnos a afirmar que la importancia de Carlos F. Galán en
Cambio Radical da cuenta de una suerte de relevo generacional en el seno del liberalismo.
Uno de los indicadores privilegiados para la oligarquía de los círculos internos partidistas es la
forma de postulación al órgano legislativo: “Los escrutinios de lista, de naturaleza colectiva y
partidista, refuerzan la oligarquía, mientras que los escrutinios individuales la atenúan.”
(Duverger, 1988, p.181) Ello porque la aprobación y priorización de los postulados depende de la
autorización del círculo interior actual. El escrutinio de lista es una de las herramientas de
reproducción autopoiética de estos círculos oligárquicos cerrados. Es éste, incluso, uno de las
dádivas principales para las alianzas electorales. La Misión Carismática Internacional, que

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trataremos inmediatamente, se asía al uribismo por medio de estas listas cerradas, y ésta fue la
razón explícita de su deserción. Ahora Centro Democrático perdió a una de sus mayores fuerzas
electorales y propagandísticas.
Aseveramos que Cambio Radical es un partido que encarna el alma del concepto de
<<polipartidismo>> de Duverger. Se trata, no de una consecuencia inmanente, sino de un átomo
que puede tomar consistencia sólo en la situación dispuesta por el polipartidismo. Buitrago
(2007) nos advierte de una relación coyuntural entre la disolución del bipartidismo y el relevo de
las élites –que exploraremos más adelante-. ¿En qué devino el bipartidismo tras el Frente
Nacional? Advierte Duverger que “Se confunde con el multipartidismo la ausencia de partidos.
“Un país donde la opinión se divide en grupos numerosos pero inestables, efímeros, fluidos, no
corresponde a la noción verdadera de multipartidismo.” (Ibíd. p.256) Esta cita resulta para
nosotros absolutamente crucial. Asistimos, en la coyuntura del posconflicto y la JEP a una
situación de este tipo: la acomodación del voto de opinión no ocurre con respecto a un partido; la
opinión política es siempre ya previa a la articulación partidista. ¿Supone esto que en Colombia
se pasó del bipartidismo a la ausencia de partidos? En lo absoluto. EL mismo Duverger ofrece las
herramientas para conceptualizar la situación limítrofe, antinómica del sistema partidista
colombiano (Duverger es, a su manera, un materialista aleatorio: conoce la primacía de la
situación y la topología por sobre la singularidad abstracta). La deslocalización partidista del
reconocimiento político, en varios casos, es lo que llama poderosamente al grupo que se opone a
la JEP de los lindes del uribismo hacia Vargas Lleras. Vargas Lleras amenaza con tomar en
usufructo el capital electoral de Centro Democrático. Los partidos, pues, -con notables
excepciones en partidos como las AICO, PACOCOL, el Partido Liberal actualmente existente,
etc.- presentan una función cualitativamente distinta a la de los sistemas bipartidistas, e incluso
los multipartidistas más comunes. Así, Duverger presenta el concepto de <<polipartidismo>>;
una categoría intermedia entre el multipartidismo y la ausencia –o autorreferencialidad electoral-
de los partidos. Se refiere a una estructuración que propicia el surgimiento de las empresas
electorales; partidos que estriban fundamentalmente en el escenario electoral, unidos a una
dinámica de élites económicas y a una fetichización de los votos. Duverger cita que el
polipartidismo es la tendencia de la derecha en sendos países, donde menta los latinoamericanos
(p. 265).

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El polipartidismo está anclado a un sistema de escrutinio de dos vueltas. Así, ¿de qué hablamos,
en concreto, cuando hablamos de polipartidismo? De un sistema insistente de alianzas,
préstamos, transmisiones, en un campo electoral-ideológico. El escrutinio de dos vueltas supone
la importancia fundamental de las alianzas partidistas que comprometen en dos o más círculos
internos de partido, al círculo de los electores. El número de partidos tiene un lugar fundamental
en este juego de alianzas. Y estas alianzas, en el caso de Cambio Radical son de naturaleza
fundamentalmente electoral. Es preciso, pues, ver a Cambio Radical en este clinamen
althusseriano: un partido que cobra consistencia, ser, en un sistema de alianzas y posiciones
estructurales entre partidos en el sistema del polipartidismo.
¿Es posible aseverar la existencia de un círculo de simpatizantes exclusivos de Cambio Radical?
¿Una afinidad ideológica precisa que no designe –como su “Misión”- nada más que un campo de
juego entre el liberalismo y el conservatismo moderados? La respuesta es una negativa. El
republicanismo estadounidense es posible trazarlo en su identificaicón y reconocimiento político
desde el siglo XIX; caso análogo con el liberalismo colombiano. El uribismo, incluso, en su
primitivismo carismático goza de un reconocimiento doctrinal puntual. Cambio Radical, empero,
es un partido de situación; de clinamen. Un partido definido por la coyuntura del
multipartidismo; los sistemas de alianzas y las posiciones estructurales entre partidos. Cambio
Radical pasó desde la Unidad Nacional en las elecciones del 2014, hasta una posición totalmente
antagónica ante la implementación de los acuerdos que apoyó irrestrictamente en la segunda
vuelta de Santos. La coyuntura electoral los hace decantarse por una trayectoria más cercana a la
oposición uribista que a otra cosa.
Cambio Radical es un partido en el sentido exclusivamente polipartidista: un avatar del campo
de posibilidad, del reparto y topología del polipartidismo.
Efectuemos, pues, nuestro regreso a la estructura primordial: la relación entre electores y círculos
internos y miembros. La oligarquía partidista, expresada en esta desconexión, fue ya
suficientemente probada y notada empíricamente. Precisemos, ahora, las tres formas
fundamentales del cortocircuito entre electores y oligarquía partidista. La identificación con las
ideas o con la comunidad política de la derecha, por darse en un sistema polipartidista de
transmisión, apoyo, alianzas –que difumina y complejiza la relación entre miembros y electores-
no está restringida al ámbito partidista; ni las ideas pertenecen a los partidos, ni los partidos

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corresponden unívocamente a un conjunto de ideas políticas –lo cual está demostrado con
suficiencia en el cambio posicional de Cambio Radical con respecto a la JEP-. Así, el círculo de
los simpatizantes se acerca más a una serie de reivindicaciones políticas de la derecha en general,
que a un partido en particular. Hay siempre ya un camino sinuoso desde la “simpatía” político-
ideológica hasta el apuntalamiento o concreción partidista-electoral de las mismas en el sistema
polipartidista de alianzas. Lo cierto es que a Cambio Radical no le es inherente un grupo de
simpatizantes. Los electores le son puramente circunstanciales; ya pragmáticos, ya pagados, ya
compañeros de viaje. El cortocircuito entre Cambio Radical como estructura partidista y los
electores se presenta en tres formas:
1. El voto pragmático: es uno de esos instrumentos propios del sistema de escrutinio de segunda
vuelta. Se trata de un grupo de electores no-simpatizantes que emplean el voto desde una
consideración plenamente instrumental. EL candidato de la Unidad Nacional fue ampliamente
electo en segunda vuelta por los electores antiuribistas, que no expresamente santistas. Es opuesto
al voto de opinión; un voto donde prima la identificación y el reconocimiento políticos. Ésta es la
primera de las efigies de la estructuración oligárquica del partido-en-el-polipartidismo que es
Cambio Radical.
2. La compra de votos, ampliamente registrada en la Costa caribe y en el resto de regiones, puede
tomar lugar tanto en la puerta de las urnas, como en un proceso sistemático de yuxtaposición
estructural entre la élite económica regional y la oligarquía política. Aquí queda enfatizado el
carácter de empresa electoral que cobra Cambio Radical en sus instancias locales. La empresa
electoral; esa quimera conjetural de la superposición entre democracia y capitalismo en el marco
del polipartidismo. Esta relación estructural de yuxtaposición la exploraremos en los numerales
siguientes.
3. La tercera y más interesante es la que hemos contorneado acuñando el concepto de
<<simpatizantes flotantes>>. Hablamos de, en el marco de las alianzas electorales del
polipartidismo, un anclaje del electorado al partido empleando el sistema de participación de otro
partido –por ejemplo, es el uribismo ideológico el que puede servirse de la plataforma estructural
y burocrática de Cambio Radical para coronarse en las elecciones de 2018-. La vinculación entre
círculos de participación de distintas estructuras es una labora de apuntalamiento de
simpatizantes ideológicos de la derecha que están flotando sin partido hasta el periodo de

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elecciones. Esta función es exclusiva del polipartidismo: el elector del republicanismo
estadounidense es republicano todo el año; el elector de Cambio Radical lo es provisionalmente,;
sólo en la coyuntura electoral. Los “simpatizantes flotantes” son una fuerza electoral que se
apuntala a las distintas estructuras partidistas, fluctúa y se desplaza constantemente entre ellas.
No hablamos de una estructura como mostramos en la figura anterior. Hablamos de una topología
de la oligarquía que consiste en esta desconexión, este cortocircuito, entre electores y estructuras
partidistas.

Estos electores son siempre ya simpatizantes (2) de la derecha, y se apuntalan, transmiten y


fluyen en las distintas estructuras partidistas-del-polipartidismo (4ª, 4b, 4c, 4d). No están
circunscritos unívocamente al partido, sino a un conjunto de ideas que encuentran concreción
electoral en un candidato o partido, ya en la primera o en la segunda vuelta. Estos electores-
simpatizantes de la derecha ideológica, compañeros de viaje de los distintos partidos-del-
polipartidismo, son los “simpatizantes flotantes”.
La Misión Carismática Internacional, de clara tendencia derechista, era una de las principales
fuerzas electorales de Centro Democrático (El Espectador, 2017). Los simpatizantes derechistas
de esta congregación devienen ahora en “simpatizantes flotantes”, que deben encontrar
apuntalamiento, concreción electoral en un candidato de esta ronda. Germán Vargas Lleras,

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especialista en partidos-del-polipartidismo, en partidos definidos por el clinamen y la situación,
puede ser aquel que tome en usufructo estos simpatizantes flotantes; estos simpatizantes
provisionalmente anclados a la estructura partidista –extraoficial- de Vargas Lleras, pero que de
ninguna forma circunscriben unívocamente al partido.
Miremos en esta clave el diagrama propuesto: 4ª es la estructura electoral de Centro Democrático
-aquí, a diferencia de en el diagrama anterior, 4 no designa la camarilla interna, sino la totalidad
de la estructura electora-; 4b, Cambio Radical; la Misión Carismática Internacional es el
subconjunto 2 a -no representado gráficamente-. Éstos pasan de estar anclados al círculo 4 a -
esto es, pertenecer al conjunto (4a 2a)- a estar anclados al 4b –pertenecer al conjunto (4b 2a)-.
En una hipotética segunda vuelta entre el candidato de la alianza Robledo-López-Fajardo y
Vargas Lleras, más y más elementos de 2 pasarán a articularse, a integrar el conjunto 4a 2. Este
tercer tipo de cortocircuito entre miembros y electores, semblante de la oligarquía estructural
partidista (Duverger, 1988, p.130) toma cuerpo en el hecho de que aquello que existe en 2, existe
allí antes de ser apuntalado por una estructura electoral partidista. Esta situación del
polipartidismo derechista podría interpretarse como la ineficacia del partido como institución
político-ideológica. O mejor aún, podría pensarse que la estructura electoral no es cada 4
singular, sino el conjunto de los cuatros; un sistema partidista que siempre ya participa de una
forma u otra en y de la estructura electoral de los otros. El escrutinio de segunda vuelta, con sus
alianzas electorales y desplazamiento de simpatizantes flotantes, lo prueba.

II: Vargas Lleras y los Char: clasificación de tipos

Es claro que el bastión político de Cambio Radical y de Vargas Lleras para las elecciones del
2018 es la Costa Atlántica. La relación de Vargas Lleras con el clan Char le dio una masiva
cantidad de votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2014 a la dupla con
Juan Manuel Santos; una de las razones por las que no ganó el Sí en el plebiscito fue el inicio del
distanciamiento de Vargas Lleras con el proceso de paz, que se tradujo en la poca participación
que hubo en la Región Caribe. No es nada desacertado asegurar que la alianza que tiene Vargas
Lleras con la familia Char, cuyo miembro más reconocido actualmente es Alejandro, alcalde de

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Barranquilla, es una de las principales razones por las que Cambio Radical cuenta con la mejor
maquinaria electoral de frente a las elecciones del 2018.

Cuando existe una relación con tanta influencia en la política nacional, además de reconocer a
Vargas Lleras y los Char como actores principales en la coyuntura se hace necesario hacerse la
pregunta sobre el tipo de políticos que son. Mills (1987), en el contexto de la posguerra
estadounidense, habló de 2 principales tipos de políticos: el político profesional y el intruso
político. Dentro del primero se encuentran los políticos de partido y los políticos burocráticos,
que se diferencian por si han llegado al mundo de la política desarrollando su carrera en un
partido determinado o en el sector administrativo del Estado.

Los políticos profesionales son entonces aquellos que han dedicado una parte importante de su
carrera en el mundo político, ya sea desde el partido o desde la burocracia, mientras que los
intrusos políticos son las personas que ha pasado la mayor parte de su vida profesional por fuera
de la actividad política, que no tienen conocimiento extenso sobre cómo se dan las funciones de
gobierno y que representan principalmente los intereses de los grupos económicos a los que
pertenecen. Vargas Lleras y los Char son representación clara de los dos tipos de políticos,
aunque debe aclararse que no pueden enmarcarse completamente dentro de las clasificaciones
que da Mills.

Vargas Lleras es un político profesional que se ha desarrollado tanto en el partido como en la


burocracia, alternándose entre las dos esferas. Inició su carrera política en el partido liberal como
concejal de Bojacá a los 19 años, pasando luego al concejo de Bogotá hasta que en los años 90 se
convirtió en senador; estuvo presente por 4 períodos consecutivos en el Senado de la República,
convirtiéndose en las elecciones del 2006 en el senador con más votos; ejerció además la
presidencia de este órgano del 2003 al 2004. Después de ser derrotado en las elecciones del 2010
entró a ser parte del gobierno de Juan Manuel Santos, desempeñándose en varios ministerios,
hasta que renuncia a la vicepresidencia para buscar la candidatura presidencial.

Es un sujeto que hace parte de una familia tradicional de la política colombiana, que entró desde
muy joven al mundo de la política y ha desarrollado su carrera tanto en la búsqueda de cargos

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electorales como ejerciendo posiciones administrativas de alto rango, desde las cuales buscó
aumentar su influencia en miras de conseguir el máximo cargo del país. Si alguien merece el
título de político profesional en Colombia es él, pues su vida profesional ha estado
completamente inmersa en la actividad política, que ha sabido moverse en distintas instancias del
poder buscando siempre la forma de asegurar sus intereses. Por ejemplo, al unirse a Cambio
Radical logró escalar vertiginosamente en este partido hasta convertirse en su director en el 2004,
haciéndose notoria su influencia cuando este partido logró en las elecciones del 2006 asegurarse
15 puestos en el Senado y 22 en la Cámara de Representantes. Es decir, Vargas Lleras se apropió
del partido, aprovechando al máximo su capacidad electoral y demostrando que tiene una
grandísima maquinaria electoral, así implique alianzas con sujetos involucrados en actividades
sospechosas, por no decir criminales (no hay que olvidar lo sucedido con Oneida Pinto).

Los Char, por su parte, han sido un clan económico con fuertes incursiones en el mundo de la
política. Fuad Char, el jerarca de la familia, entró en la política luego de ser nombrado
gobernador del Atlántico en 1984 por Belisario Betancur; después de ejercer este cargo entró al
Senado, en el cual ejerció en 4 períodos. Sin ser un senador muy destacado ha sido todo un barón
político que ha logrado consolidar a su círculo familiar en varias posiciones importantes, creando
alianzas provechosas como la que sostiene con Vargas Lleras; no por nada es directivo de
Cambio Radical.

Si bien su participación en la actividad política ha sido harto amplia, no ha dejado nunca de lado
su actividad económica, la cual ha sido prioritaria y de la cual hace parte el resto de la familia; es
entonces un clan que tiene su origen en la actividad económica, que hace parte de la burguesía
industrial y financiera, y que ha logrado posicionarse en los últimos años como un fuerte grupo
político sin ser parte de las familias tradicionales, aunque ha sabido aliarse con estas.

Alejandro Char, como figura más visible del clan en la actualidad, no puede ser encasillado
completamente como político profesional o como político intruso porque su carrera ha sido
igualmente notoria en las dos esferas. En lo económico, además de participar en los negocios

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familiares, creó su propia constructora llamada justamente Alejandro Char & Cía; su profesión es
la de ingeniero civil, carrera no muy común entre los hombres de política.

No obstante, su carrera política ha sido igual de brillante o incluso más que la económica,
ejerciendo siempre en cargos electorales en los que ha tenido altos niveles de apoyo y desde los
cuales se ha consolidado como uno de los actores políticos más importantes de Colombia, con
una maquinaria política que lo respalda y que puede poner al servicio de sus alianzas, lo que se ha
visualizado claramente en esta carrera presidencial con Vargas Lleras. Alejandro Char representa
a la segunda generación de una familia que aunque tiene su inicio en un intruso político se perfila
cada vez más como un grupo político de muchísima fuerza, en un bastión regional que puede ser
importantísimo aliado en el que la principal cabeza va a ser Alejandro, tal como se dio cuenta
Vargas Lleras.

Al hacer la tipificación de estos dos actores se hace evidente la importancia de entenderlos dentro
de la relación que se da entre las emergentes élites regionales y las tradicionales élites políticas
nacionales. Los Char aparecen como representantes de una burguesía industrial que se desliga de
los grandes capitales agrícolas y ganaderos representativos del Caribe, que buscan posicionarse
como el principal actor tanto económico y político de la región, buscando a la vez aumentar
considerablemente su influencia a nivel nacional. Vargas Lleras, por otra parte, es el
representante de una familia históricamente asociada con la política, desarrollándose él como
profesional exclusivamente en el campo político, que se dio cuenta que aliarse con la élite
regional emergente que son los Char le posibilita acceder a una importantísima maquinaria
política.

III. Élites económicas regionales y oligarquías políticas nacionales; influencia electoral.


Si bien se habló de los tipos de políticos y sus características en el partido de cambio radical, es
relevante ver las formas como las oligarquías políticas, se tienen que apoyar en las élites
regionales o bien, ser reemplazadas por ellas en ciertas partes del país por su influencia en la
región, como es el caso de los Char, como élites económicas en ascenso y su influencia dentro
partido y la región del norte, y la oligarquía política es descenso de la cual es Germán Vargas

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Lleras, la cual tiene que depender cada vez más de la regional mencionada anteriormente.
El apoyo que la vieja oligarquía tiene que acudir a las élites responde a un cambio de estructura
que se ha venido presentando desde finales del siglo XX. Buitrago (2007), se refiere a esto como
un relevo a causa del debilitamiento del bipartidismo y el centralismo estatal a finales de siglo
“El último relevo de las élites políticas fue en los años 80 del siglo pasado: tras la crisis
de representación del bipartidismo liberal-conservador, estimulada por el régimen del
Frente Nacional mediante la fragmentación partidista y el clientelismo, ascendieron al
plano nacional las élites regionales, en detrimento de los ‘jefes naturales’. en los años
ochenta ascendieron las élites regionales por el debilitamiento partidista,” (Buitrago,
2007. p 197 )

Como señala el autor previamente, desde los años ochenta se dio el último relevo, y con la
constitución de 1991, se afirmó las formas de gobierno regional por aquel debilitamiento. No es
raro entonces, que con aquel debilitamiento, Cambio Radical surgiera en el año de 1998, como
una respuesta más a la fragmentación política, y oligarquías como Lleras tuviesen que ir
cambiando y direccionando sus fuerzas a varios partidos políticos en periodos irregulares para su
relevancia y oportunidad política.

Ahora bien, el clan Char, encabezado por Fuad Char tuvo su relevancia desde mitades del siglo
XX, con la fundación de Olímpica, la compra y generación de Olímpica stereo, accionistas
mayoritarios en el Junior, entre mucho otros negocios más que les abrió la puerta al mundo de la
influencia y el voto. Su fructífera producción en la esfera financiera e industrial del país les
permitió incursionar en la política en tanto, estas intervenciones y relevos no alteran
financieramente las estructuras del país (2007 . p 197) porque aquella se mantiene dinámica entre
las elite y la oligarquía.
El clan Char -principalmente Fuad Char y Alejandro Char- son sin duda una de las maquinarias
más importantes para el propósito del partido en las elecciones presidenciales del 2018 y el
apoderamiento del Estado como senado, gobernación y alcaldía.
Alejandro Char, fue alcalde en el periodo 2008-2011 y ahora en el periodo 2016-2019; su
influencia en la región caribe hace de su papel más que fundamental para el proyecto de Cambio

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Radical y la candidatura de Vargas Lleras particularmente. con una favorabilidad del 97%, Char
es quizá uno de los políticos más queridos e importantes del país, su sintonía y constantes
apariciones hacen de Char una pieza clave para el triunfo de las actividades económicas
regionales de su clan, así como las intenciones de voto para su partido, pues según informes de
agosto del 2017 a la revista Semana (anexo 5), esta intención se encuentra alta en la costa norte
gracias al carisma de los Char.
Este apoyo a las oligarquías nacionales por parte de las élites económicas nacionales recae
además en llevar los actos políticos y de favorabilidad a campos que se creen extra políticos,
recordando a Gramsci; la política no tiene un único espacio, y no se ejercen acciones únicamente
allí, se llevan a campos que aporten favorabilidad y buena vista para el partido. Como lo es el
Junior desde el año 2017; el accionista principal del Junior es el jefe del clan Char Fuad Char, así
que los Char son los accionistas y tomadores de decisiones a lo que respecta con la suerte del
equipo barranquillero. No es de sorprender entonces, que un año antes de las elecciones
principales los Char decidieran invertir en nuevos jugadores de muy alta categoría como lo son
Yimmi Chará y Teófilo Gutiérrez, conocidos ahora como el dúo ‘Chateo’, y el mismo alcalde de
barranquilla fuera quien diera la noticia en un evento público en la ciudad.
Las fuertes inversiones, traída de jugadores de primer nivel, y mejora de la imagen pública no es
otra cosa más que una estrategia financiera y política para el favorecimiento de los Char y sus
socios de partido, una razón más para que el fortalecimiento tanto económico, como social y
político de las élites regionales se rectificara con mayor poderío y así, sean cruciales para el
fortalecimiento de un partido que tiende a movilizarse con mayor fuerza en la época de
elecciones.
El Carisma de Alejandro Char y sus constantes apariciones públicas como prueba de confianza y
credibilidad en su ciudad, y las inversiones por parte de los Char al equipo más representativo de
la costa norte caribeña, son una de las grandes razones por las cuales tienen un altísimo apoyo en
la región, pues la gente asocia su gran ingenio en los negocios y visión empresarial, es decir, su
capacidad administrativa en la empresa con su capacidad y visión administrativa del gobierno
local, y por ende, quien tenga el apoyo del clan Char es el individuo más adecuado para la
presidencia del país, porque va acorde con lo que representan los Char, guardando con extremo
cuidado la proporción del caso, puede ser comparado con lo que sucedió con Trump en los

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Estados Unidos; sus habilidades de jefe así como sus capacidades administrativas y carismáticas
hicieron de él un candidato que representa ciertos valores y población ‘olvidados’ por el gobierno
anterior, capaz de articular esas cualidades para la política y su victoria.
Por último, queremos resaltar que los Char no han recurrido al clientelismo armado al cual se
refiere Buitrago para el éxito de las élites regionales, este clan se caracterizan por ser demasiado
emprendedores. Emergen desde la burguesía financiera costeña para dar así una “ (...)
transformación estructural en lo económico, lo político y lo social.” (2007. P.198) Sin duda, las
estructuras políticas oligárquicas y las élites económicas burguesas se encuentra superpuestas en
Cambio Radical para así influir en la intención de voto en el 2018.

Conclusiones

Cambio Radical es un partido que surge como posibilidad en el espacio dispuesto por el sistema
del polipartidismo. Éste hace abdicar las funciones fundamentales y estructuras primordiales de
representación política de los partidos en sistemas bipartidistas o multipartidistas comunes, y es
una categoría fronteriza entre el multipartidismo lo que es propiamente la ausencia de partidos
políticos. Es en esta clave que el polipartidismo, situación que toma consistencia gracias al
<<clinamen>> del escrutinio de dos vueltas y otras características de todo un sistema de partidos,
se presenta como una red compleja de alianzas, intercambio, maquinaria y cortocircuito entre los
electores y las estructuras partidistas. Cuando hablamos de polipartidismo, hablamos siempre de
una imbricación, una intrusión de la forma de mercantilziación capitalista en la democracia; a
nivel del voto, la representación y las estructuras políticas mismas. Esta situación no se limita a
una mera superposición entre élites y oligarquías, sino a todo un continuum moebiano, a un
movimiento dialéctico en que la oligarquía política es siempre-ya un momento constitutivo de la
élite económica, y viceversa. Muestra de ello es que en el polipartidismo, el voto y la
identificación política pasan por un momento de “fetichización”, de venta. El concepto de
“maquinaria política” o de “empresa electoral” nos comunican este fenómeno. Cambio Radical y
la familia Char son “universales concretos” que permiten, en su singularidad, dar cuenta de una
situación estructural de la forma de disposición del sistema de la política y su imbricación con el
sistema de clases y élites. Ya Buitrago nos ponía al tanto de que aquello que está en juego en la

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progresiva fragmentación del bipartidismo en un sistema polipartidista obedece al relevo de las
élites nacionales, y no un proceso autoreferenciado de <<la política>> en que la fragmentación
partidista es producto inmanente del desacuerdo intestino entre los partidos, como propone
Duverger. Develar la clave de la imbricación entre élites y oligarquía partidista es la via regia
para la comprensión del sistema político del polipartidismo, y en últimas, para la relación íntima
entre el capitalismo tardío y la democracia actualmente existente.

Bibliografía y Hemerografía
-Althusser, L. (2002). Para un materialismo aleatorio. Madrid: Arena Libros.
-Buitrago, F. (2007). Siete tesis sobre el relevo de de las élites políticas. Bogotá: Hechos del
Callejón.
-Gómez Buendía, H. (2017). Vargas Lleras ganará las elecciones. El Espectador.
-Duverger, M. (1988). Los partidos políticos. México: Fondo de Cultura Económica.
-El Espectador. (2017). Álvaro Uribe pierde un aliado clave: la Misión Carismática Internacional.
-Mills, C. Wright. (1987). La élite del poder. México: Fondo de Cultura Económica.
-Partido político colombiano para el cambio - Cambio Radical. (2017).
Partidocambioradical.org. Retrieved 25 November 2017, from
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- (2017, November 22). Álvaro Uribe pierde un aliado clave: la Misión Carismática Internacional.
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pierde-un-aliado-clave-la-mision-carismatica-internacional-articulo-724432

Anexos

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