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Estudio 4

Señales Espirituales
No siempre las circunstancias que nos rodean son malas. Algunas veces la circunstancia es una
situación de tomar decisiones.
Al tomar decisiones, la mayor dificultad tal vez no sea en escoger entre lo bueno y lo malo, sino
entre lo bueno y lo mejor. A menudo se presentan varias opciones que parecen ser todas
buenas. En tiempos así, el lugar para empezar es decir con todo su corazón:
Señor, cualquiera que sea tu voluntad, la haré. Cualquiera que sea el costo, y cualquiera que sea
el ajuste que tenga que hacer, hasta donde pueda conocer mi corazón, me comprometo a seguir
tu voluntad a tiempo. ¡Señor, la haré sin importar lo que a mí me parezca!

Cuando Dios alista todo para que demos un nuevo paso o tomemos una nueva dirección en su
actividad, siempre será continuación de lo que Él ya ha estado haciendo en su vida.

Si usted no dice esta oración al principiar la búsqueda de la voluntad de Dios. Entonces usted
en realidad no está diciendo: Hágase tu voluntad, sino que estará diciendo: Hágase tu voluntad
siempre y cuando no contradiga la mía. “Si se niega a hacer lo que el Señor le ordena, entonces
simplemente Él no es su Señor”.
Si en realidad es su Señor, su respuesta siempre será afirmativa. Por eso al tomar decisiones,
siempre empiece aquí. No prosiga mientras no pueda decir sinceramente: “Lo que quieras de
mí, Señor, lo haré”.

En el antiguo testamento leemos que las gentes levantaban señales o altares como
recordatorios de sus encuentros con Dios. Lugares tales como Bet-el (casa de Dios) llegaron a
ser recordatorios de la gran actividad de Dios en medio de su pueblo. Moisés le puso por nombre
a un altar como “El Señor es mi estandarte”. Estos altares o señales fueron marcas visibles de
grandes encuentros espirituales con Dios.

Viendo la Perspectiva de Dios


Vemos que Dios obra en forma continua para realizar sus propósitos. Lo que hizo en el pasado
lo hizo con el propósito del reino en mente. Lo que está haciendo en el presente es continuación
de su obra en el pasado, y con el mismo propósito del reino en mente. Cada acto de Dios se
construye sobre el pasado, con la mirada puesta en el futuro

Cuando Dios llamo a Abraham, empezó a formar un pueblo para sí mismo.


Cuando llamo a Isaac, este vio la perspectiva de Dios cuando Él le recordó su relación con su
padre Abraham (Gn. 26:24).
A Jacob, Dios se identificó como el Dios de Abraham y de Isaac (Gn. 28:13).
Cuando Dios vino a Moisés le ayudo a ver su perspectiva de lo que estaba haciendo en la historia.
Le dijo que era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
En cada nuevo paso de su divino plan, Dios incluyo una persona. Al llamarla, a menudo Dios le
recordaba su actividad, de modo que el individuo pudiera ver la perspectiva de Dios en lo que
estaba ocurriendo.

Así también ahora con nosotros Dios quiere incluirnos en sus propósitos. Él ha estado obrando
en el mundo siempre (Jn. 5:17). Ha estado obrando, realizando sus propósitos en su vida desde
antes de que usted naciera. Dios le dijo al Profeta Jeremías: “Antes que te formase en el vientre
te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones, Jer. 1:5.
Recuerde cuando Dios está listo para que usted de un nuevo paso, o tome una nueva dirección
en su actividad, siempre será continuación de lo que Él ya ha estado haciendo en su vida. Él no
se sale por la tangente, ni da rodeos sin sentido.

El edifica nuestro carácter de manera ordenada y con un propósito divino.

Así como al Profeta Jeremías, antes que nos formase en el vientre de nuestra madre Él ya nos
conocía y antes que naciésemos nos santifico y ahora Él continúa trabajando en nuestra
transformación conforme a sus propósitos.

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