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La cebada es una planta monocotiledónea anual que te pertenece la familia las gramíneas.
Está presente en nuestra cultura alimentaria desde tiempos remotos. Con una extensión de
cultivo cercana a los 55 millones de hectáreas, está entre los cinco cereales más cultivados
en todo el planeta.
Se trata de un cultivo que se adapta con facilidad a cualquier ambiente. A partir de los cinco
grados ya puede iniciar su germinación, y después necesita entre 15 y 20 º para florecer y
después madurar. Para los fríos invernales, también la cebada los soporta bien, incluso hasta
diez grados bajo cero.
Raíz: La semilla, para poder germinar debe pasar de un 10% a un 40% de humedad.
Cuando la radícula alcanza alrededor de 4 cm. De longitud, comienza la aparición de las
raíces seminales; éstas, junto con la radícula, conforman el sistema radical primario. El
sistema radicular primario pierde prácticamente toda importancia en la medida que
comienza el desarrollo de las raíces principales ocoronarias. Estas comienzan a formarse al
estado de tercera hoja, desde la corona de la planta ubicada en el subnudo correspondiente
al punto de unión del Mesocotilo con el Coleóptilo, raíces coronarias que sirven de anclaje
y proveen de agua más nutrientes a la planta.
Tallo: El tallo principal se origina en forma subterránea a partir del punto de crecimiento, el
cual, inicialmente, se ubica en el lugar de unión del Mesocotilo con el Coleóptilo. El tallo
principal permanece bajo el suelo, creciendo lentamente hasta alcanzarla superficie; poco
antes de que esto ocurra y aún bajo el nivel del suelo, se produce un ligero engrosamiento
del primer nudo, hecho que marca el comienzo de la fase de encañado. Tallo formado por 5
a 7 entrenudos y puede alcanzar una altura entre 0,6 a 1,3 m. de donde nacen las hojas que
produce follaje muy denso, los tallos son huecos y no se distingue Floema de Xilema, el
tallo al completar su desarrollo termina en una inflorescencia denominada espiga.
Hojas: Las hojas de las plantas de cebada son más largas y de un color más claro que las de
trigo, siendo en general glabras y rara vez pubescentes, su ancho varía entre 5 y 15 mm,
provistas de dieciocho a veinticuatro nervaduras. Los cultivares primaverales se
caracterizan por presentar hojas lisas. Las hojas están compuestas por una vaina, una
lámina, dos aurículas y una lígula. La vaina de cada hoja envuelve la sección del tallo
ubicada por sobre el nudo a partir del cual se originan, en la unión de la vaina con la lámina
se observa un par de aurículas largas y abrasadoras (característica propia de la especie) las
cuales son glabras y pueden presentarse pigmentadas por antocianinas, la lígula es glabra,
corta y dentada.
Las hojas, desde un punto de vista morfológico, pueden dividirse en tres grupos: a) Primera
hoja: la lámina es de punta redondeada; tiene aurículas reducidas y presenta una pequeña
vaina. B) Hojas ubicadas entre la primera y la superior: tienen una lámina de mayor
crecimiento y terminan en punta aguda. C) Hoja superior o bandera: en general presenta
una lámina pequeña y una vaina mucho más larga que las hojas que la preceden.
Raquis. Es articulado y lleva dientes o nudos alternos en los que se insertan las espiguillas.
El raquis puede presentar de 10 a 30 nudos dependiendo del número de hileras de la espiga.
Crecimiento y desarrollo.
Germinación.
La germinación se produce después de la imbibición o hidratación de las semillas. Se inicia
la transformación de las reservas nutritivas del embrión (germen), para lo que se requiere la
acción del calor y oxigeno. Aparece el desarrollo del Coleóptilo y la Coleorriza. La
temperatura mínima para la germinación va de 3° a 4° C, la temperatura óptima esa los 20°
C y la máxima entre 28° a 30° C.(E – 00 Z) a (E – 07 Z).
Emergencia.
Demora entre 5 a 10 días según tempera-tura del suelo y humedad. El Coleóptilo es el
órgano que emerge primero, está es una estructura puntiaguda y dura que rompe el suelo y
permite dar paso a la primera hoja. La radícula y raíces seminales, sistema radical primario,
da paso a raíces definitivas a formarse en el estadio de tercera hoja desplegada,
inmediatamente debajo del suelo, en la corona, ubicada en el subnudo en el punto de unión
del Mesocótilo con elColeóptilo. Las semillas proceden de los primordios o rudimentos
seminales de la flor, una vez fecundados y maduros. Su función es la de dar lugar a un
nuevo individuo, perpetuando y multiplicando la especies a la que pertenece. La semilla
consta esencialmente de un embrión (formado por un eje embrionario y uno, dos o varios
cotiledones), una provisión de reservas nutritivas, que pueden almacenarse en un tejido
especializado (albumen o endospermo) o en el propio embrión, y una cubierta seminal que
recubre y protege a ambos.
Las semillas son la unidad de reproducción sexual de las plantas y tienen la función de
multiplicar y perpetuar la especie a la que pertenecen. Además, es uno de los elementos
más eficaces para que la especie se disperse, tanto en el tiempo como en el espacio. Para
que la semilla cumpla con su objetivo es necesario que el embrión se transforme en una
plántula, que sea capaz de valerse por si misma y, finalmente convertirse en una planta
adulta. Todo ello comprende una serie de procesos metabólicos y morfogenéticos cuyo
resultado final es la germinación de las semillas.
Sin embargo, las semillas de muchas especies son incapaces de germinar, incluso cuando se
encuentran en condiciones favorables. Esto es debido a que las semillas se encuentran en
estado de latencia. Por ello, mientras no se den las condiciones adecuadas para la
germinación, la semilla se mantendrá latente durante un tiempo variable, dependiendo de la
especie, hasta que llegado un momento, pierda su capacidad de germinar. Cuando una
semilla germina, la primera estructura que emerge, de la mayoría de las especies, después
de la rehidratación de los diferentes tejidos es la radícula. En aquellas semillas, en las que la
radícula no es el primer acontecimiento morfológico, se consideran otros criterios para
definir la germinación como: la emergencia del coleoptilo en granos de cereales; la
obtención de plantas normales; o el aumento de la actividad enzimática, tras la
rehidratación de los tejidos.
Fase de hidratación: La absorción de agua es el primer paso de la germinación, sin el cual el
proceso no puede darse. Durante esta fase se produce una intensa absorción de agua por
parte de los distintos tejidos que forman la semilla. Dicho incremento va acompañado de un
aumento proporcional en la actividad respiratoria.
La duración de cada una de estas fases depende de ciertas propiedades de las semillas,
como su contenido en compuestos hidratables y la permeabilidad de las cubiertas al agua y
al oxígeno. Estas fases también están afectadas por las condiciones del medio, como el
nivel de humedad, las características y composición del sustrato, la temperatura, etc. Otro
aspecto interesante es la relación de estas fases con el metabolismo de la semilla. La
primera fase se produce tanto en semillas vivas y muertas y, por tanto, es independiente de
la actividad metabólica de la semilla. Sin embargo, en las semillas viables, su metabolismo
se activa por la hidratación. La segunda fase constituye un período de metabolismo activo
previo a la germinación en las semillas viables o de inicio en las semillas muertas. La
tercera fase se produce sólo en las semillas que germinan y obviamente se asocia a una
fuerte actividad metabólica que comprende el inicio del crecimiento de la plántula y la
movilización de las reservas. Por tanto los factores externos que activan el metabolismo,
como la temperatura, tienen un efecto estimulante en la última fase.
En las dos primeras fases de la germinación los procesos son reversibles, a partir de la fase
de crecimiento se entra en una situación fisiológica irreversible. La semilla que haya
superado la fase de germinación tendrá que pasar a la fase de crecimiento y originar una
plántula, o por el contrario morir.
Período Vegetativo: Tiempo entre siembra y fin de macolla, planta solo produce raíz, tallos
y hojas. El tiempo en el desarrollo de planta responderá a factores como:
Fecha de siembra.
Compactación suelo.
Profundidad de siembra.
Disponibilidad de agua y nutrientes.
Control de insectos y malezas.
Control de enfermedades
CULTIVO DE LA AVENA
Produce mejores rendimientos en las zonas frías (con inviernos moderados exentos de
heladas) y en terrenos fértiles y equilibrados que tengan buen drenaje para mantener bien la
humedad. Tras la cosecha del cultivo anterior, el terreno se prepara con grada de discos,
enterrando tallos y residuos de dicha cosecha (abono verde) para aumentar el contenido de
materia orgánica del terreno y para desmenuzar la tierra.
El fruto es el cereal utilizado como alimento. Actualmente está muy valorado por sus
propiedades alimentarias. Cada semilla está contenida en un fruto llamado cariópside, el
cual exteriormente presenta una estructura denominada pericarpio; éste corresponde a la
fusión de las paredes del ovario y se presenta unido a la testa de la semilla. Internamente
está formado por el endosperma y el embrión, este último está constituido por la coleorriza,
la radícula, la plúmula u hojas embrionarias, el coleoptilo y el escutelo o cotiledón. Las
semillas, que son alargadas y acanaladas pueden ser, dependiendo del cultivar, oblongas o
cilíndricas. Su color varía comúnmente del blanco al amarillo, aunque también hay
cultivares cuyas semillas presentan colores que varían del violáceo al negro. En Avena
sativa los granos conservan las glumas, formadas por la lema y la palea, después de la trilla,
lo que determina que se denominen como cubiertos, las glumas posteriormente son
eliminadas para dejar los granos pelados o desnudos.
El tallo es grueso, pero con poca resistencia a cambios inesperados; tiene, en cambio, un
buen valor forrajero. Las hojas son planas y alargadas. En la unión del limbo y el tallo
tienen una lígula, pero no existen estípulas. El color de la avena es verde azulado, lo que le
distingue de la cebada, que es verde más claro. La inflorescencia de la avena es en panícula.
Es un racimo de espiguillas de dos o tres flores, situadas sobre largos péndulos. Es
importante señalar que la avena, es la que contiene más proteínas dentro de los cereales
después de algunas variedades de trigo, pero de mejor calidad biológica que este último.
Además de proteínas, contiene el doble de grasas que el trigo, la cual está constituida
principalmente por ácidos grasos insaturados.
Es planta autógama. La dehiscencia de las anteras se produce al tiempo de abrirse las flores.
Sin embargo, existe cierta proporción de flores que abren sus glumas y glumillas antes de la
maduración de estambres y pistilos, por lo cual se producen degeneraciones de las
variedades seleccionadas. El fruto es en cariópside, con las glumillas adheridas. El grano de
avena es un magnífico pienso para el ganado caballar y mular, así como para el vacuno y el
ovino. Es buena para animales de trabajo y reproductores por su alto contenido en vitamina
E. Se emplea también en productos dietéticos para la alimentación humana, así como en la
fabricación de alcohol y bebidas. Se cultiva mucho como forraje verde o asociada con
cebada o con veza. Al igual que el trigo y la cebada pertenece a la familia de las gramíneas.
La avena es muy exigente en agua por tener un coeficiente de transpiración elevado,
superior incluso a la cebada, aunque la puede perjudicar un exceso de humedad. Por esta
razón apuntada, la avena exige primaveras muy abundantes de agua, y cuando estas
condiciones climatológicas se dan, se obtienen buenas producciones. Es planta rústica, poco
exigente en suelo. Se da bien en terrenos ácidos comprendidos entre pH 5 y 7. Por
consiguiente, no debe cultivarse en terrenos calizos. Por su rusticidad puede sembrarse
detrás de trigo o de cebada en segundas o terceras pajas.
La agricultura ecológica ayuda mucho a rentabilizar los cultivos de cereales como la avena,
debido a que el precio de venta del grano es mayor en la avena ecológica, sobre todo para
las producciones destinadas a harineras ecológicas que producen harina para consumo
humano. Las prácticas ecológicas requieren restablecer y mejorar los niveles de materia
orgánica que hay en la tierra, restituyendo residuos agrícolas al suelo como paja y
aportando extras de materia orgánica, además de disminuir el laboreo cambiando la labor
de vertedera por cultivador y el establecimiento de una rotación de cultivos adecuada
indispensable para mantener la fertilidad de los suelos y evitar problemas de plagas y
enfermedades. La rotación de cultivos debe alternar plantas de familias distintas e
introducir leguminosas.
Crecimiento y desarrollo.
Selección y mejora.
El mejoramiento genético debe estar centrado en la calidad nutricional del grano. Lo que no
significa que se debe descuidar el rendimiento y la adaptación ambiental del cultivo.
Técnicas de cultivo.
Mejores raíces
La avena es una planta herbácea anual, perteneciente a la familia de las gramíneas. Tiene
raíces más abundantes y profundas que las de otros cereales, lo cual le permite absorber
mejor los nutrientes del suelo y por ello requiere menos fertilizantes. Sus tallos son gruesos
y rectos. Pueden medir medio metro y hasta un metro. Están formados de varios entrenudos
que terminan en gruesos nudos, la parte donde nacen las hojas. Éstas son planas y
alargadas. Su borde libre es dentado, el limbo es estrecho y largo, de color verde oscuro,
áspero al tacto y en la base lleva numerosos pelos. Los nervios de la hoja son paralelos y
muy marcados. La flor de la avena es un racimo de espiguillas situado sobre largos
pedúnculos. El fruto es en cariópside, o grano, con las glumillas adheridas. La avena es una
planta de climas fríos, muy sensible a las altas temperaturas sobre todo durante la floración
y la formación del grano. Exige mucha agua para su desarrollo porque presenta gran
transpiración. Es poco exigente en suelos, pues se adapta a terrenos muy diversos. Prefiere
los profundos y arcillo-arenosos, ricos en cal pero sin exceso, y que retengan la humedad.
La avena está más adaptada que los demás cereales a los suelos ácidos, por tanto suele
sembrarse en tierras ricas en materias orgánicas.
Usos.
Grano: A partir del grano puedes obtener tus copos de avena. Se hierven los granos con 3
veces su volumen de agua durante unos 45 minutos para que se hinchen. Después de ponen
sobre una superficie dura y se aplastan con un rodillo y, cuando se sequen, quedarán copos
de avena. Los granos también pueden molerse para obtener harina de avena para repostería
y panadería. La harina también se usa para hacer cataplasmas, baños calmantes,
mascarillas… El agua infusionada de sus granos también tiene muchos usos. Para obtener
el agua de avena se cuecen 4 cucharadas de avena en 2L de agua hasta que quede sólo 1L.
Si queremos cocer el grano tendríamos que dejarlo a remojo toda la noche anterior y poner
1 parte de avena en grano con 4 partes de agua con sal y cocer durante 1 hora y media en
olla tradicional.
Copos: es la forma más cómoda de usar la avena. Se pueden hacer galletas, tartas, panes,
muesli, ensaladas, salsas, cremas, papillas, gachas o porridge, batidos… los copos de avena
también pueden cocerse para su consumo reduciéndose mucho su tiempo de cocción a 5-10
minutos.
Leche o bebida de avena: se obtiene al cocer los granos de avena limpios y triturados. Se
usa como sustitutivo de la leche y es apto para intolerantes a la lactosa y alérgicos a la
proteína de la leche de vaca.
Harina: se usa para elaborar galletas, panes bizcochos… Se considera una harina semi-
panificable. Se aconseja mezclar con otras harinas panificables.