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CONTROL CONSTITUCIONAL
Tabla N° 1
Del proceso ante la Sala Constitucional
Por su parte el artículo 25, ordinales 1 a 4 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo
de Justicia de 2010, ha precisado estas atribuciones de la Sala Constitucional, al atribuirle
poderes para:
1
Allan R. Brewer-Carías: La Justicia Constitucional, Tomo VI, Instituciones Políticas y Constitucionales, op.cit, pp. 137
y ss.
1. Declarar la nulidad total o parcial de las leyes nacionales y demás actos con
rango de ley de la Asamblea Nacional, que colidan con la Constitución de la
República.
2. Declarar la nulidad total o parcial de las constituciones y leyes estadales, de las
ordenanzas municipales y demás actos de los cuerpos deliberantes de los estados
y municipios que sean dictados en ejecución directa e inmediata de la
Constitución de la República y que colidan con ella. 3. Declarar la nulidad total o
parcial de los actos con rango de ley que sean dictados por el Ejecutivo Nacional,
que colidan con la Constitución de la República.
4. Declarar la nulidad total o parcial de los actos en ejecución directa e inmediata
de la Constitución de la República, dictados por cualquier otro órgano estatal en
ejercicio del Poder Público, cuando colidan con ésta.
Conforme a esta doctrina, por tanto, y habiendo sido eliminada de la ley Orgánica
del Tribunal Supremo la exigencia de que la ley impugnada mediante la acción popular
tuviese que afectar los derechos e intereses del recurrente, todo habitante del país con plena
capacidad jurídica puede intentar la acción de inconstitucionalidad contra las leyes, sin
distingo alguno, sean emanadas de la Asamblea Nacional, de los Consejos Legislativos de
los Estados de la federación o de los Concejos Municipales (Ordenanzas).
Sin embargo, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, en la misma sentencia
Nº 796 de 22 de julio de 2010 (Caso: Asociación civil Súmate, Francisco Javier Suárez y
otros)3 , después de reconocer el carácter popular de la acción, le negó a una conocida
Asociación Civil, la Asociación Civil Súmate, que se ha destacado precisamente por su
activa participación en materia de control sobre los procesos electorales y para garantizar el
ejercicio del derecho activo y pasivo al sufragio, el derecho a participar en el control de
constitucionalidad de las leyes, desestimando la cualidad de la misma como Asociación
para interponer una acción popular contra los actos estatales de convocatoria a un referendo
aprobatorio para una enmienda constitucional, declarando su "falta de legitimación" para
interponer una demanda de nulidad.
En consecuencia, la Sala Constitucional, pura y simplemente, sin autoridad alguna
para ello, desestimó la cualidad de la Asociación Civil "para interponer la presente
demanda de nulidad, por carecer de legitimidad para actuar en defensa de intereses
extranjeros sobre asuntos de política interna".
2
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Julio/796-22710-2010-09-0555.html
3
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Julio/796-22710-2010-09-0555.html
O sea, que conforme a esta arbitraria doctrina jurisprudencial, en definitiva, la
acción popular de inconstitucionalidad dejó de ser "popular", en el sentido de que para la
Sala Constitucional no "toda persona" tiene la cualidad o interés procesal para intentarla,
careciendo de legitimación, por ejemplo, según la Sala, aquellas "personas" que liderizen
sectores que sean de oposición "al gobierno legítimo y democrático".
Cuando la ley vigente, cuya aplicación se pida, colidiere con alguna disposición
constitucional, los jueces aplicarán ésta con preferencia.
Por otra parte, en sentencia Nº 3.126 del 15 de diciembre de 2004, (caso: “Ana
Victoria Uribe Flores”), esta Sala al analizar los fallos sobre los cuales la Sala ejerce la
revisión, ratificó el criterio en cuestión: “(...) el control de esta Sala se realizará respecto
de aquellos fallos en los que efectivamente se haga un pronunciamiento definitivamente
firme sobre la desaplicación de una norma por control difuso (…)”.
Asimismo, en sentencia Nº 1.696/2005 la Sala estableció lo siguiente en relación con
la posibilidad de revisar las decisiones definitivamente firmes de control de la
constitucionalidad remitidas por los tribunales de instancia:
“(…) Ahora bien, una vez realizado el control difuso, a partir de la vigente
Constitución, la Sala Constitucional tiene la facultad de revisar las sentencias que
lo contengan, tal como lo señala el artículo 336.10 constitucional; y a falta de una
Ley Orgánica que lo regule, y antes de que se promulgara la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, la Sala había decidido que las sentencias de última
instancia que aplicaran el control difuso, debían ser informadas a la Sala
Constitucional, a fin de calificar si el control había sido mal o bien aplicado.
En sentencia de 8 de agosto de 2001 (Caso: Jesús Pérez Salazar y Rafael
Muñoz), la Sala sostuvo que ‘el juez constitucional debe hacer saber al Tribunal
Supremo de Justicia sobre la decisión aprobada, a los efectos de la revisión
discrecional atribuida a la Sala Constitucional conforme lo disponen los artículos
335 y 336.10 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela’.
La doctrina anteriormente expresada en forma general, tuvo lugar con motivo de
un amparo basado en el artículo 3 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales, y fue reiterada en sentencia del 4 de noviembre de
2003 (Caso: Ballardo Martín Natera) donde la Sala distinguió la desaplicación de
una norma por inconstitucional, por un juez distinto a ella, cuyo fallo debía serle
informado, de la nulidad de un acto procesal, por considerarlo el juez de la causa
inconstitucional, supuesto en que no era necesario ni consulta ni información a la
Sala.
En fallo de 25 de mayo de 2001, dictado por esta Sala con carácter vinculante, ya
se estableció que el poder de anular actos procesales por atentar contra la
Constitución o sus principios, no constituían un control difuso, sino la obligación
de aplicar la ley, cuya base es la propia Constitución, y declarar írrito el acto
procesal realizado en contravención a la Constitución.
Tales sentencias –en ese sentido- no se consultan con el Superior, ni se informan
a la Sala.
Pero, en relación a las sentencias de cualquier Tribunal, donde por colidir con la
Constitución se desaplican normas jurídicas (legales o sublegales), desde el fallo
No. 1225 de 19 de octubre de 2000 (Caso: Ascánder Contreras Uzcátegui), la
Sala sostuvo: ‘…el Tribunal o Sala desaplicante deberán remitir a esta Sala
Constitucional copia de la decisión, a la cual anexarán copia de los autos, con el
fin de someterlo a la revisión correspondiente, todo en obsequio de la seguridad
jurídica y de la coherencia que debe caracterizar al ordenamiento jurídico en su
conjunto’. Ese mismo criterio fue reiterado por esta Sala en sentencia No. 1998
de 22 de julio de 2003 (Caso: Bernabé García), y en fallo No. 3268 de 20 de
noviembre de 2003 (Caso: Jhon Jairo Gutiérrez).
En consecuencia, es claro que el criterio de la Sala, antes de la vigencia de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, ha sido que el juez que declare un
control difuso y desaplique una norma, debe informarlo a esta Sala.
Tal obligación se extiende al Juzgado que por cualquier motivo conozca una
causa en segunda instancia, así no entre a decidir la apelación, pero que se entere
que hubo un control difuso declarado por el inferior y no conste que informó a la
Sala de lo decidido.
En supuestos donde la alzada no entre a conocer, por cualquier causa, el fondo de
la apelación, pero conoce del control difuso realizado por el inferior, el juez de la
alzada debe enviar los autos a la Sala, a fin de que se cumplan los trámites
relativos a la seguridad jurídica.
Considera la Sala que mantener la seguridad jurídica y la coherencia del
ordenamiento jurídico es materia de orden público, ya que de no lograrse estas
metas surgiría un caos que afecta a toda la sociedad.
Por ello, opina que lo relativo al control difuso es materia de orden público
constitucional, y así se declara (…)”.