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EL GOBIERNO DE MACRI ES NEOLIBERAL?

Para determinar el perfil de la nueva gestión hace falta remontarse en la historia y


redefinir conceptos que se han mostrado flexibles en el tiempo; así, se podrá evaluar la
naturaleza de los cambios que propone el oficialismo
José NunPARA LA NACIONSEGUIR
José Nun
Miércoles 26 de octubre de 2016

"Todos hablan del neoliberalismo -me comentó mi amigo el novelista-. Incluso dicen
que hemos entrado a una nueva fase mundial del capitalismo. Pero te confieso que, por
más que trato, no consigo entender bien de qué hablan. Y menos cuando algunos meten
a Menem y a Macri en la misma bolsa." Le respondí que, como siempre, el significado
de una palabra había que buscarlo en su uso y que, por eso, echar un rápido vistazo
histórico podía servirnos a los dos. "¿Por qué a los dos?", me preguntó. "Porque yo
mismo quisiera comprender mejor hacia dónde se dirige el gobierno."
¿El gobierno de Macri es Neoliberal?
¿El gobierno de Macri es Neoliberal?.

Todo arrancó con el liberalismo. En Europa, en los siglos XVII y XVIII comenzaron a
crecer las ciudades y con ellas, una burguesía que se enfrentaba, por un lado, al poder
político de los reyes y de los nobles, y, por el otro, al poder espiritual de los papas y de
los obispos. De ahí las dos separaciones fundamentales que iban a instalar los ideólogos
liberales: una, económica, entre Estado y mercado; y otra, política, entre Estado e
Iglesia.

"Si me vas a dar una clase, pido más whisky", se sonrió mi amigo. "No, no. Quería
fijarle un punto de partida a nuestra historia, que explica la gran fuerza transformadora
que tuvo el liberalismo y que culminó en el siglo XIX. Claro que al ingresar al siglo
XX, el propio liberalismo había sufrido ya una separación importante." "¿Cuál?" "Se
bifurcaron el liberalismo político, defensor de la república y de las libertades
individuales, y el liberalismo económico, defensor de la propiedad privada y del
mercado." "Mozo, dos whiskies más, por favor."

En realidad, lo que iba a agregar era sencillo. Tanto que, en los años 20, en una famosa
polémica con Luigi Einaudi, el gran Benedetto Croce propuso simplemente que, para
evitar confusiones, al liberalismo económico se lo llamase liberismo, tal como en efecto
ha ocurrido en Italia. (Si lo hubiéramos hecho también aquí, habríamos despejado un
equívoco: entre 1880 y 1916, la "república oligárquica" fue decididamente liberista y
muy poco liberal). Sólo que, a la vez, había otros procesos que estaban en pleno
desarrollo: uno, la concentración del capital en grandes monopolios; dos, la creciente
expansión internacional de estas megaempresas; y tres, una feroz desregulación
financiera que fue una de las causas de la crisis de 1929/30 y de la Gran Depresión que
la siguió.

"Es a raíz de eso que el papel del Estado pasa a ser central en todas partes, ¿no?"
"Exactamente. Pero no nos engañemos. El mercado siempre dependió del Estado. Sin
ley no puede haber contratos exigibles y tampoco derecho de propiedad, como su
mismo nombre lo indica. Y para que haya ley tiene que existir el Estado. Esto dicho, es
cierto que su papel se expandió fuertemente, en contextos tanto autoritarios como
democráticos. Y más todavía después, en la Europa de posguerra." "Cuando aparecieron
los Estados de Bienestar que aplaudíamos de chicos." "Nosotros, sí. Pero los
capitalistas, cada día menos."

Sucede que los gobiernos europeos advirtieron que la producción en masa -el llamado
fordismo- exigía una demanda sostenida que pudiera absorberla, de manera que los
gastos bélicos del Warfare State fueron reemplazados por los gastos sociales del Welfare
State y se le dio una prioridad absoluta al pleno empleo. Se iniciaron así los llamados
"treinta años gloriosos", que marcaron el momento de máxima armonía entre el
capitalismo y la democracia liberal. Pero el esquema tenía dos puntos flojos: la inflación
y la caída de la tasa de la ganancia. Fueron los desencadenantes de la crisis de los 70,
junto con los aumentos en el precio del petróleo y la competencia asiática. Fue entonces
cuando un liberismo renovado comenzó a volver por sus fueros, al mismo tiempo que el
capital financiero desplazaba del centro de la escena al capital industrial. Y digo
"renovado" porque, a diferencia del liberismo clásico, éste acepta (y reclama) la
intervención estatal siempre que sea a su favor. Así fue como llegaron al gobierno dos
íconos de estos cambios: Margaret Thatcher (1979) en Gran Bretaña y Ronald Reagan
(1980) en EE.UU., y ambos se dedicaron a desregular los mercados, a bajar
drásticamente los impuestos a los ricos, a contener y reducir los salarios reales y a subir
las ganancias capitalistas.
primeroedu

"¿Y el neoliberalismo?" "De él estamos hablando, mi amigo. Es el nombre que le dieron


a este proceso en los Estados Unidos. Debieron agregarle el prefijo «neo» para
diferenciarlo del liberalismo que, en ese país, siempre tuvo connotaciones políticas
progresistas y ha sido partidario de la intervención del gobierno en la economía para
asegurar una mayor igualdad. Ahora cambiaron las reglas del juego, que pasó a ser
dominado por las grandes corporaciones internacionales. En el último medio siglo, el
comercio mundial se multiplicó por 15 y, revolución informática mediante, cada día del
año el promedio de las transacciones financieras que se realizan en el mundo supera al
total de las reservas del conjunto de los bancos centrales. La otra cara de la moneda es
que la mayoría de las economías desarrolladas no crecen o crecen poco, lo mismo que
los salarios. Mientras tanto, aumentan el desempleo y el subempleo y la concentración
de la riqueza alcanza niveles desconocidos. En EE.UU., el 1% de la población posee
bastante más del 40% de la riqueza y el 80%, menos del 7%. Peor aún: casi todas las
elecciones las ganan allí los candidatos que logran reunir más dinero. O sea que los
lazos entre las corporaciones y los políticos son más que estrechos." "Las famosas
puertas giratorias. Un día, CEO, y al otro, ministro. Pero supongo que hay diferencias
entre los países." "Claro que sí, y es lo que te debe haber confundido. El paradigma
neoliberal ha probado ser muy flexible. Por ejemplo, los manuales coinciden en que la
dictadura de Pinochet fue su expresión más pura y en que, después, los gobiernos de la
Concertación mantuvieron el modelo. Con esto, en los últimos 20 años se cuadruplicó el
PBI chileno, pero, por un lado, las corporaciones transnacionales se han venido llevando
de lejos la mayor tajada y, por el otro, la distribución del ingreso es una de las peores del
mundo. En cambio, los países escandinavos incorporaron buena parte de la agenda
neoliberal, especialmente las privatizaciones, pero sus gobiernos mantuvieron una
amplia protección social pese a los recortes, siguen existiendo sindicatos poderosos y la
igualdad relativa bajó, pero continúa siendo considerable." "Como para que un pobre
escritor como yo no se confunda. ¿Y por casa cómo andamos? ¿El gobierno es
neoliberal?"
Le dije a mi amigo que el repaso histórico comparativo me confirmó en la idea de que,
por más pragmático que quiera ser, al macrismo lo guía una lógica neoliberal que está
teniendo que adaptarse a nuestras circunstancias. En los países desarrollados, el nuevo
liberismo de los 70 cobró fuerza luego de tres décadas de prosperidad y uno de sus
objetivos fue frenar los supuestos "excesos" de la democracia, de la participación y de la
igualdad. El crecimiento había sido notable, eran muy bajas la desocupación y la
pobreza y muy elevados los salarios. Macri intentó provocar de entrada un shock
económico al estilo de los ChicagoBoys. Su gobierno liquidó el cepo, salió del default ,
eliminó las exenciones al agro y a la minería, suprimió el impuesto a los dividendos,
redujo los subsidios, se abrió al mundo y pidió ser miembro titular de la OCDE,
acérrima defensora de los principios neoliberales. No tenía un plan, pero tampoco lo
precisaba: para eso estaban el mercado y las grandes corporaciones. A la vez, a éstas les
pidió varios de sus CEO para ocupar cargos públicos. Pero las cosas no salieron bien.

"¿Por qué?" "Porque, a diferencia de las economías desarrolladas de los años 70,
veníamos de cuatro años de estancamiento y de una década y media sin aumentos de
productividad; carecíamos de una división de poderes auténtica y de instituciones
medianamente sólidas; la corrupción era rampante; casi un tercio de la población estaba
por debajo de la línea de pobreza y cerca de la mitad de la fuerza de trabajo, en la
informalidad; la mayoría de los datos del Indec eran falsos; la inflación resultaba
imparable; la tasa de inversión no superaba el 17% por año, y se calculaba que había
unos 400.000 millones de dólares fuera del circuito legal." "En un país así yo no meto
plata." "Es lo mismo que pensaron los grandes inversores y por eso, para su sorpresa y
sin perjuicio de los halagos que recibió, el shock de Macri no funcionó. De ahí el actual
cambio de rumbo, que apela al gradualismo y a la búsqueda de los acuerdos
económicos, sociales y políticos que antes no le habían interesado." "¿Te parece bien?"
"El abandono de la estrategia inicial, sí. Pero falta conocer todavía el Plan Productivo
con el que se preparan a negociar los acuerdos." "Me tengo que ir. Si me preguntan,
¿qué digo?: ¿Macri es neoliberal o no?" "Su orientación básica es sin duda neoliberal. Y,
a la vez, como te subrayé y dentro de ciertos límites, el paradigma neoliberal es bastante
flexible. Veremos qué resulta."

Politólogo, ex secretario de Cultura de la Nación


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José Pepe Nun "Nadie puede afirmar que una fórmula


Kirchner-Binner en 2011 sea ciencia ficción"
13/11/2009
A cuatro meses de su renuncia a la Secretaría de Cultura, José Pepe Nun reafirma su fe
kirchnerista ante Weekend. Asegura que la decisión de Kirchner de volver a presidir el
PJ obedece a una táctica que no traiciona principios. Y que el Gobierno debe ampliar su
base de sustentación para la etapa que se inicia. Apoya en general la ley de Medios K,
pero cree que debería haberse tratado después del 10 de diciembre. Su gran discrepancia
con los K: el Indec.
José "Pepe" Nun llega a la redacción de El Cronista Comercial a la hora pautada para la
entrevista, sorprendido y divertido a la vez. Camino al diario, se cruzó con una protesta
callejera que incluyó desnudos en plena vía pública y revolucionó el centro porteño.
"Manden un fotógrafo, es una nota imperdible", asegura, riéndose. Es que en el caso de
Nun, su condición de intelectual y politólogo serio y de renombre, no le impide ser
dueño de un envidiable sentido del humor. A cuatro meses de haber dejado su puesto
como secretario de Cultura de la Nación, se lo nota relajado. "Llevaba casi 5 años en el
cargo, me pareció que se había cumplido un ciclo y yo deseaba volver a la vida
académica", cuenta, sobre los motivos de su renuncia. Cordial, Nun aclara que concede
el reportaje con el fin de repasar su gestión en Cultura (ver recuadro), aunque el
entusiasmo con que responde a cada una de las preguntas sobre el kirchnerismo y la
dinámica política argentina, parece desmentirlo.
Su simpatía por los Kirchner sigue intacta. Nun admite que el país vive en un estado
constante de crispación, pero niega que el estilo confrontativo del matrimonio
presidencial sea el único responsable de esa situación. En cambio, le apunta a la
oposición: "Cuando uno no quiere, dos no pelean", dice. Sin nombrarla, también le
dedica una filosa ironía a Lilita Carrió, de quien fue hombre de consulta, allá por 2002.
También cuestiona el rol de los medios: "Hay una campaña incesante" para desprestigiar
al Gobierno, afirma. Y sostiene que la administración de Cristina Kirchner debería
avanzar hacia "un presidencialismo de coalición" para gobernar sin sobresaltos a partir
del 10 de diciembre, cuando el oficialismo pierda la mayoría en el Congreso.
l ¿Cómo ve a la Argentina de cara al Bicentenario?
- Voy a llamar en mi ayuda a un gran argentino, Joaquín V. González. En 1910, año del
Centenario, advirtió en un artículo que publicó el diario La Nación que la lección que
nos dejaba el siglo transcurrido era que Argentina era un país con unas potencias
increíbles, tierras feraces, minería, ríos, costas maravillosas, tenía todo para ser un país
extremadamente rico, pero que tenía un problema de tal gravedad que se atrevía a darle
el carácter de ley histórica de la Argentina, la ley histórica de la discordia argentina, del
desencuentro entre los argentinos. Esta tradición parece estar en el ADN argentino. Lo
que yo me proponía en Cultura con una conceptualización del Bicentenario como
momento catártico, era revisar todo esto que nos ha llevado a una visión amigo-enemigo
en vez de a una visión de adversarios. A la política concebida como juego suma cero.
l La Argentina vive hoy en estado de crispación constante. ¿No es el estilo confrontativo
del Gobierno el que genera este clima?
- Le contestaría con algo que me decía mi mamá cuando era chico: "Cuando uno no
quiere, dos no pelean". Es muy cómodo endilgarle al ex presidente o a la Presidenta la
responsabilidad en un país donde del otro lado hay personas iluminadas que han
hablado con Dios y por lo tanto saben por dónde debe encaminarse el país. Eso nos
enfrenta con una situación que hace que el diálogo se haga imposible. Es cierto que la
política argentina es una política de la crispación, del enfrentamiento, pero eso está
provocado por todos los que hacen política en la Argentina. En Argentina y,
particularmente, en los medios, todos el mundo se conduele por la suerte de los pobres,
sea de derecha, de centro o de izquierda. Todos sufren por los pobres. Ahora, yo diría
que el problema de la Argentina no son los pobres, son los ricos, no todos. Sí los ricos
que evaden, que no invierten, que tienen a su personal en negro...
l Convengamos que el que gobierna tiene una responsabilidad primaria con los pobres...
- Sin duda que tiene una enorme responsabilidad, pero si hubiera una opinión pública
alimentada por los medios que estuviera mostrando eso, el poder que tienen los lobbies
en la Argentina, mostrando por qué los bancos, grandes responsables de la crisis de
2001, el año pasado fueron el sector que más ganó en la Argentina, con tasas de retorno
del 80%, pero no hay ningún programa dedicado a eso.
l ¿Está de acuerdo con la Presidenta cuando dice que es obsceno que los medios
muestren a los pobres?
- No dijo eso. Dijo que le parecía obsceno que los medios mostraran benévolamente y
condoliéndose a los pobres cuando estaban solos, a un indigente o a un bebito enfermo,
pero que, en cambio, cuando los pobres se juntan para reclamar por sus derechos,
entonces se los estigmatiza, se los trata de presentar como criminales. Eso le parecía
obsceno.
l ¿No es obsceno que a los pobres se los barra bajo la alfombra cuando se manipulan las
cifras del Indec o no se las publica?
- Yo estoy de acuerdo con que eso es muy grave y que tiene que corregirse
urgentemente. Esa manipulación de los índices le hace un daño muy terrible al país
porque este es un país que necesita más que nunca confianza, credibilidad, instituciones
transparentes.
l ¿Por qué el Gobierno persiste en ese error?
- Es una discrepancia grave que tengo con el Gobierno. Se la expresé personalmente a la
Presidenta. Puedo dar fe que en 2007, 2008 no se han publicado estadísticas oficiales
sobre distribución del ingreso y eso me parece lamentable porque la distribución del
ingreso es seguramente mejor de lo que de esta manera se fomenta que se crea.
l Hay especialistas que dicen que desde que se dejaron de publicar las cifras la pobreza
aumentó y que la distribución del ingreso es más desigual que en los ‘90.
-El tema es un trabajo de adivinanzas, esos índices a los que usted alude son sumamente
precarios y manipulables. Lo grave es que si la inflación es del 15% y se dice que es del
10%, y se sabe que se están falseando las cifras, es seguro que la oposición va a decir
que es del 20 o del 25%. Entonces se hace un flaco servicio no diciendo la verdad.
l ¿Cambió su mirada sobre el Gobierno ahora que está afuera de la gestión?
- Realmente no, en el sentido de que siempre he sido bastante independiente en mi
forma de ver la realidad. Creo que se han cometido errores importantes, que se han
tratado de corregir, y que se han tomado medidas muy significativas en los últimos
tiempos como la asignación universal por hijo, que es un cambio histórico.
l ¿Le parece bien que el dinero de la Anses, de los jubilados, vaya a financiar el
programa?
- En realidad, lo que va a cubrir eso son los intereses que cobra la Anses por sus
inversiones para defender el capital de los beneficiarios del sistema jubilatario. Hay otro
aspecto, y es si eso no debería ser reforzado. Por ejemplo, me parece que es urgente
gravar la renta financiera.
l ¿Por qué el Gobierno no lo hace?
- Hay un pretexto, que yo creo que no sirve, que es para no crear nuevos impuestos y en
realidad acá no se trata de crear nuevos impuestos sino de eliminar una exención, la que
exime a los particulares de pagar intereses por las rentas financieras, que data de 1977,
la época de Martínez de Hoz. De esa época data también la eliminación de un impuesto
que me parece de estricta justicia, que es el impuesto a la herencia. Argentina es uno de
los pocos países en el mundo que no lo tiene. Un impuesto a la herencia cuyo producido
yo pedía se dedicara a Cultura, pero se podría dedicar a varias cosas, a la asignación
universal por hijo, a ir preparando el camino para una renta básica universal... A lo que
apunto es a que hay otras fuentes de financiamiento a las que también se debería apelar.
El Gobierno todavía tiene tiempo de implementarlas. Hacer esto supone enfrentarse con
enemigos terriblemente poderosos. Esto los medios tampoco lo ponen de manifiesto.
l ¿A quiénes se refiere?
- Basta pedir la lista de invitados a las recepciones de la Cancillería en los últimos 20
años y usted va a ver la presencia de los más poderosos empresarios de la Argentina en
todo tipo de evento. Tienen un poder de sanción muy fuerte. Tradicionalmente, en los
buenos años, el obrero era alguien que tenía empleo estable, buen salario y medidas de
seguridad social que lo protegían. Cuando quería protestar para reclamar un derecho, la
forma natural de protesta era la huelga. Como esto perjudicaba a sus patrones, se
negociaba. Los patrones tienen una forma similar de protestar que es el lock out, dejar
de producir. Los desocupados y subocupados, trabajadores informales, ésos no tienen
poder de sanción y la única forma de hacerse visibles es cortando rutas y calles.
l ¿Justifica los cortes?
- Me parece lamentable que en las proximidades del Bicentenario estemos en una
situación en que los cortes de ruta que hicieron los productores agropecuarios, que
tenían la posibilidad de dejar de producir, parecieran virtuosos a los medios y recibieran
un lugar expectable. Ahora, cuando los cortes los hacen lo que ahora se ha vuelto a
llamar "la negrada" o "los cabecitas" es intolerable, eso es "la violencia en la calle". Ésta
es una desigualdad con la que entramos al Bicentenario que tiene que ser denunciada.
l ¿Está de acuerdo con la reforma política que impulsa el Gobierno?
- Es un proyecto interesante, enmendable, porque me parece que tiene que haber una
cota mucho más favorable para que los pequeños o medianos partidos no desaparezcan.
l Tal como está, consagra el bipartidismo...
- Consagra el bipartidismo si es que mantiene exigencias tan altas para que un partido
tercero pueda existir. Son las reformas que hay que hacer. Me parece muy bien que el
Senado trate el proyecto con la nueva conformación que tendrá después del 10 de
diciembre.
l ¿Qué le parece la decisión de Kirchner de volver a presidir el PJ?
- Como no soy miembro del Partido Justicialista no tengo opinión. Son decisiones
tácticas, un político hace apuestas que salen bien o salen mal. Hay que estar dispuesto a
corregir.
l Se dice de Kirchner que es un pragmático. ¿Hay límites para el pragmatismo o en
política vale todo?
- No. Alguien una vez dijo de Lenin que era un oportunista con principios. Y yo creo
que es una buena definición de un político en actividad. Tiene que ser un oportunista
con principios, un pragmático con principios.
l ¿Kirchner mantiene sus principios?
- Los ha ido modificando porque en los años ‘90 apoyó a Menem...
l ¿Y los principios con lo que llegó al Gobierno? Apostó a la transversalidad, después a
la Concertación Plural y al final se abrazó a los intendentes del conurbano...
-Tácticamente. Ahora la noticia es que quiere que vaya en una fórmula con él Hermes
Binner. Hay constantes. Hay jueces muy duros de la acción política que son las Madres
y Abuelas de Plaza de Mayo que apoyan a este Gobierno. El principio de defensa a
ultranza de los derechos humanos es un principio al que este Gobierno adhiere por más
pragmático que sea. El principio que lo llevó a reconstruir la Corte es un principio de
Justicia que es importante que se profundice. El de igualdad, elevar el nivel de vida de
los que menos tienen, existe. Lo que creo es que hay un problema serio y es la
inexistencia de partidos políticos orgánicos que serían los que deberían dirigir la
movilización en apoyo de la concreción de ese tipo de principios.
l Este Gobierno debilitó a los partidos...
- ¿Entonces cómo Cobos es vicepresidente? La UCR tiene gobernadores en varias
provincias y que han sido reelectos. No es verdad que el Gobierno se haya propuesto
destruir a la UCR, ni siquiera le convenía. Tenemos por desgracia un régimen
presidencialista, yo preferiría uno parlamentarista. El régimen presidencialista puede ser
de dos tipos: un presidencialismo de mayorías o de coaliciones. Los brasileños se
caracterizan por un presidencialismo de coaliciones. Nosotros, desgraciadamente,
tenemos una tradición de presidencialismo de mayorías y nos encontramos muy
incómodos cuando se trata de instalar un presidencialismo de coaliciones. La
tranversalidad fue esa.
l ¿Y por qué fracasó?
- Porque los hábitos del corazón de la Argentina tienen que ver con un presidencialismo
de mayoría. En los primeros años del gobierno de Kirchner anduvo muy bien. Lo real es
que era una transversalidad apoyada en un presidencialismo fuerte.
l ¿No lo vive como una traición que Kirchner haya virado hacia el PJ ?
- Usted elige el término traición. Yo hubiera dicho esa táctica. No traicionó nada. Hoy
mismo, nadie puede afirmar que una candidatura Kirchner-Binner sea ciencia ficción,
tampoco que sea realidad, pero sí está en la agenda discutiéndose.
l Para los socialistas eso no tiene asidero.
- Falta mucho. Pero hablemos de la oposición, de cómo se fraccionan y no pueden
convivir, cómo Stolbizer ya se separó de Carrió, y como Solá no quiere estar en un acto
con Macri, y como De Narváez no quiere estar con ninguno de los otros dos. ¿Por qué
no hablamos de la Argentina? Todo aparece focalizado.
l ¿Coincide con Cristina en que los medios demonizan a su Gobierno?
- Yo creo que en buena parte es así.
l Pero Kirchner pasó de un gran apoyo a tener un fuerte rechazo de la opinión pública.
Eso no es una construcción mediática. ¿Qué pasó?
- Creo que tuvo que ver con una crisis que no es nacional, es internacional.
l Empezó antes, con la crisis del campo.
- Empezó simultáneamente. Por un lado, creo que fue la crisis. Por otro, una campaña
incesante. Yo he vivido en varios países; nunca en mi vida he visto que los principales
canales de TV tuvieran todos los días a las mismas figuras políticas. ¡Y diciendo las
mismas cosas! Poner un canal de televisión significa ver a Felipe Solá, a De Narváez...
l Pero nunca se los ve en el canal oficial.
- No veo el canal oficial para responderle.
l ¿Qué opina de la ley de Medios?
- Estoy de acuerdo con sus lineamientos generales. La oposición cometió errores
gravísimos. Si no se hubiera retirado del debate en Diputados, la famosa cláusula dando
un año a las empresas para ajustarse a la ley se podría haber modificado. Es un plazo
demasiado corto. Personalmente, creo que hubiera sido meor que la tratara el próximo
Congreso.
l ¿Qué piensa del bloqueo a la distribución de los diarios que llevó adelante Moyano?
- Si es como aparece descripto en los medios, me parece un tema desgraciado. Hay otras
formas de acción que no son bloquear la salida de los diarios. No creo que el Gobierno
esté detrás, ni creo que le convenga que Moyano adquiera tanto predicamento.
l ¿Hoy la base de sustentación del Gobierno está en la CGT de Moyano?
- Es muchísimo más amplia que eso. Creo que está en el sindicalismo. Yo desearía
fervientemente que se reconozca a la CTA porque el Gobierno tendría entonces un
apoyo más amplio, tanto el de la CGT como CTA.
l No se la reconoce por presión de Moyano.
- Pero yo creo que está inscripto en la lógica de los hechos que la CTA sea reconocida.
Más con la composición que va a tener el Congreso después del 10 de diciembre. El
Gobierno necesita ampliar su base de sustentación.
l ¿Cómo imagina que se va a parar el Gobierno frente al nuevo Congreso?
- Si pudiera hacer alguna sugerencia como politólogo, diría que se va a parar girando
más hacia un presidencialismo de coalición y abandonando la idea de un
presidencialismo de mayorías porque no va a tener mucha alternativa. Eso se puede
hacer bien o mal. Yo tengo altísima confianza de que lo haga bien. Particularmente,
porque tiene aliados potenciales, como el socialismo, que tiene una gran amplitud y está
dispuesto a apoyar todo lo que el Gobierno haga bien. z we
Su paso por la Secretaría de Cultura
José Nun asegura que el recorte de presupuesto que sufrió la Secretaría de Cultura (y
que afectó a casi todas las áreas de Gobierno) no fue impedimento para llevar adelante
una gestión rica en emprendimientos culturales, que se enfocó en tres objetivos
centrales: la construcción de ciudadanía, la inclusión social y el federalismo. Apenas
asumió en 2004, el ahora ex secretario buscó torcer la visión elitista según la cual la
Cultura se agota en el campo de las Bellas Artes. Puso en marcha el programa Libros y
Casas, que después copiaron países como México, Cuba y España. En 2005, creó el
ciclo Cafés Cultura Nación, dedicado a promover charlas-debate en todo el país, incluso
en cárceles y cuarteles militares. Una de sus primeras medidas fue la creación del
SINCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), con la más completa
información sobre la cultura del país en formato electrónico. Durante su gestión, la
Secretaría promovió la Campaña contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales y
organizó los dos primeros Congresos Argentinos de Cultura ( 2006 y 2008). También
impulsó el proyecto de Ley Federal de Cultura y consiguió el financiamiento del
gobierno español para crear la Casa del Bicentenario, en pleno centro porteño. En el
marco de los próximos festejos, impulsó los Debates de Mayo y los Foros del
Bicentenario, que reúnen a especialistas argentinos y latinoamericanos y luego son
publicados en forma de libr

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