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Tratamiento

Aunque no existe un tratamiento efectivo para el proceso subyacente de la


angiopatía amiloide cerebral, pueden tomarse algunas medidas para prevenir
hemorragias. La presión arterial elevada se debe tratar de forma agresiva, e incluso
la presión sanguínea normal se puede reducir tanto como sea tolerable por el
paciente. Los fármacos antiagregantes plaquetarios como la aspirina o los
anticoagulantes y fibrinolíticos pueden ocasionar hemorragias y deben ser evitados
en la medida de lo posible. Si se presentan episodios convulsivos se pueden
emplear fármacos antiepilépticos aunque el valproato sódico se debe evitar por sus
efectos antiplaquetarios.

Una vez que la hemorragia se presenta el paciente se debe ingresar para el


control de la presión arterial, determinación del daño neurológico y
tratamiento de soporte. Puede ser necesaria la cirugía para eliminar la
hemorragia aunque el sangrado puede ser difícil de controlar. En ocasiones,
la angiopatía amiloide cerebral se asocia a vasculitis o inflamación de las
paredes vasculares. En estos, la administración de corticoides o
inmunosupresores puede ser útil
No existe tratamiento efectivo conocido. El objetivo del tratamiento es aliviar los síntomas. En algunos
casos, se requiere rehabilitación para la debilidad o la torpeza. Esto puede incluir fisioterapia, terapia
ocupacional o terapia del lenguaje.

El trastorno empeora lentamente.

Epidemiología

La incidencia mundial de HIC alcanza los 10-20 casos/100.000 habitantes/año,


estimándose que estas cifras se duplican cada 10 años después de los 35 años. En
España la incidencia asciende hasta los 15 casos por 100.000 habitantes/año,
siendo más frecuente en varones mayores de 55 años 1,2.

Son factores mayores de riesgo la edad, el sexo, la HTA y el alcohol, mientras que
la diabetes y el tabaco resultaron ser factores de riesgo menor. La HTA es el factor
de riesgo más claramente implicado en la HIC (55-81%), sobre todo en pacientes
que incumplen el tratamiento, mayores de 55 años y jóvenes fumadores. La HTA se
encuentra en el 91% de los pacientes en el momento de la hemorragia y en el 72%
de los casos los pacientes son hipertensos conocidos3-5.

El consumo de alcohol de más de 50-100 g/día aumenta el riesgo de hemorragia en


relación con dos mecanismos: su efecto hipertensor, que altera la integridad
vascular, y las alteraciones de la coagulación derivadas de la hepatopatía
subyacente1,3-6. Otros factores de riesgo de HIC son genéticos, como la mutación
del gen que codifica la subunidad α del factor XIII de la coagulación (responsable
de la formación de fibrina) y la angiopatía amiloidea, más frecuente en ancianos 1,3.
Los factores de riesgo que debemos documentar en la historia clínica para orientar
la etiología de la HIC son: HTA, historia previa de ictus, tabaquismo, drogas como
la cocaína, tratamiento con anticoagulantes orales (ACO) y antiagregantes,
enfermedades hematológicas u otras que alteren la coagulación 4,5

Algunos datos acerca de la localización y morfología de la HIC detectada en la TC pueden ser


de importancia en el diagnóstico etiológico. La localización más común de las HIC hipertensivas
es el putamen (30-50%), seguido de la sustancia blanca subcortical (30%) y el cerebelo (16%).
Si la localización es lobular, el papel de la HTA es menos significativo, y es más frecuente la
angiopatía amiloide como causa, especialmente en pacientes mayores de 60 años con cierto
grado de deterioro cognitivo17. Otras causas frecuentes de hemorragia lobular son las
malformaciones arterio-venosas (7-14%), tumores (7-9%) y discrasias sanguíneas, incluyendo el
tratamiento anticoagulante (5-20%). En el 3% de los pacientes la hemorragia se encuentra
confinada al sistema intraventricular18.

Dadas la frecuencia de crecimiento de la hemorragia en la fase aguda y su asociación con el


deterioro neurológico y una mayor morbi-mortalidad19, actualmente se están investigando
técnicas que ayuden a predecir dicho crecimiento. El empleo de angiografía por TC (angio-TC)
con contraste puede ayudar a la identificación de pacientes en riesgo de expansión de la
hemorragia basado en las presencia de extravasación de contraste en la hemorragia (spot
sign)20,21. Esta técnica también es útil para la detección de causas secundarias de HIC, como
malformaciones arterio-venosas, tumores o trombosis venosas

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