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Sustancia: se le concibe como lo que está por debajo o sostiene aquellas cualidades
capaces de producir en nosotros ideas simples. Para Locke tales sustancias son
imposibles de conocer, más allá de si estas son reales o no. Los empiristas posteriores
serán más radicales, y negarán cualquier realidad a la sustancia.
Esencias: para la filosofía clásica, el término coincide con sustancia. Locke admite junto
a esta tradición que esencia es aquello por lo cual una cosa es lo que es. Sin embargo,
establece que esta esencia real nos es desconocida y solo podemos conocer la esencia
nominal. Es decir, conocemos una serie de características o condiciones para que una
cosa sea nombrada como esa cosa, no lo que es. Por ejemplo, del río conocemos ciertas
características como que tiene agua, esta corre en una dirección, desemboca en otros
ríos o en el mar, etc. Todo aquello que coincida con tales características le nombraremos
río.
Locke afirma que en algunas cosas la esencia real coincide con la esencia nominal. Por
ejemplo las formas geométricas, pero ello se debe a que son productos de nuestra propia
mente.
Fe: hay que recordar que Locke escribe desde el puritanismo de su época. Más allá del
mundo y de la certeza se encuentra la revelación de la fe, la cual es la máxima dignidad.
Es la seguridad que va más allá de toda duda, sobre la base de la revelación y el
asentimiento a la misma (“un asentimiento fundado en la razón más elevada”). El
individuo establece una relación directa con Dios sin intervención alguna de tipo
eclesiástica o social.
CONTENIDO: John Locke (1632-1704) fue un filósofo empirista inglés, reconocido como
uno de los más importantes exponentes de esta corriente filosófica. Su importancia
radica en que fue el primero en realizar una formulación paradigmática, metodológica y
críticamente consciente del empirismo. Hasta ese momento, otros autores como Occam
y Hobbes habían dado pasos importantes para el desarrollo del empirismo, pero es
Locke quien construye un sistema coherente y consistente, allanando el camino a figuras
fundamentales que vendrán después, como Hume y Kant.
Locke se plantea una preocupación muy concreta: hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos
intelectuales y hacia dónde no. ¿Qué cosas podemos conocer y qué cosas no podemos
conocer? ¿Qué cosas debemos o necesitamos conocer para gobernar correctamente
nuestras opiniones y acciones y qué otras son irrelevantes?
Por lo anterior, no existen las ideas innatas. Ningún intelecto es capaz de crear o destruir
ideas y es, entonces, la experiencia el límite y el horizonte al cual se halla vinculado el
intelecto humano.
En primer lugar, Locke discute el consenso universal como prueba del innatismo. Dice
que habría otras formas de explicar el consenso universal, pero que aún así, este
consenso de las ideas no existe, pues tanto los niños como los deficientes mentales no
conocen los principios de identidad y de no contradicción. Es imposible que tengan ideas
innatas impresas pero que no las conozcan. De la misma forma, las ideas morales y de
Dios no son innatas porque es fácil encontrar diferencias en el comportamiento entre
diversos pueblos. Lo que nosotros consideramos malo, será bueno para otras culturas;
unas conocen de Dios y otras no.
En segundo lugar, no es posible crear o destruir ideas simples, solo pueden ser
combinadas de muchas maneras para crear ideas complejas. Por ejemplo, cualquier
industria toma diversos materiales para fabricar un artículo, pero en sentido estricto no
crea nada, solo combinada materiales ya existentes. Así, Locke lanza el desafío de
alguien que sea capaz de imaginar un sabor que nunca ha probado, con lo cual aceptaría
que los ciegos tienen percepciones claras del color y los sordos del sonido.
En tercer lugar, es la experiencia la que provee a la mente de ideas simples, las cuales
serán los materiales del pensamiento. La mente frente a la experiencia es pasiva, ya que
esta se deja afectar por la “cualidad” de los objetos, presente siempre en ellos (solidez,
extensión, figura, cantidad y movimiento). Se trata entonces de un conocimiento objetivo,
en donde el cuerpo afecta al sujeto y produce la idea simple.
Ahora bien, una vez que la mente posee ideas simples, el intelecto actúa sobre ellas de
forma activa, realizando operaciones de combinación y asociación, con el fin de recordar,
imaginar y razonar. El sujeto actúa sobre las ideas simples para producir ideas
complejas que Locke clasifica en tres categorías: de modo, de sustancia y de relación.
Las ideas de modo se refieren “a esas ideas complejas que, cualquiera que sea su
combinación, no contengan en sí el supuesto de que subsisten por sí mismas, sino que
se las considera como dependencias o afecciones de las substancias. Tales son las
ideas significadas por las palabras triángulo, gratitud, asesinato, etc.”
Las ideas de substancia se refieren a asociaciones de que algunas ideas siempre van
juntas y suponemos que existe un sustrato al que están subordinadas. Así, por ejemplo,
de todos los hombres particulares extraemos características que son comunes a todos
para formar la idea o sustancia de “hombre”.
Por último, las ideas de relaciones surgen de confrontar ideas entre sí. Cada idea puede
ser puesta en relación a otras ideas de infinitos modos. De estas relaciones se resaltan
las relaciones de causa-efecto, de identidad y de relaciones morales. Por ejemplo, un
hombre puede ser respecto a otros hombres padre, hermano, hijo, amigo, enemigo… Un
suceso cualquiera puede ser consecuencia de otro o podemos decir que algo es igual a
otra cosa, etc.