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GESTION PUBLICA EN EL PERU– ¿EL CONGRESO ES EL EJEMPLO?

¿El Congreso de la Republica puede ser eficiente, moderno y ejemplo de la Administración


Publica?, NO, no es que pueda, DEBE SERLO, ya que los ojos del País (vía Prensa) están
puestos en el.
Imaginemos una empresa que tiene 120 socios (congresistas), todos con oficinas en las
instalaciones de la empresa; todos pueden contratar personal y originar gastos; además pueden
cambiar al personal a discreción; escuchan, piden o exigen informaciones de toda índole a
todo nivel; no siguen los planes ni presupuestos aprobados, arrasan jerarquías y le enmiendan
la plana a los profesionales y técnicos pagados para realizar funciones especializadas, que no
se llegan a aplicar para no contradecir a los ¡dueños de la empresa! (congresistas); lo cual
genera un clima servil, donde todos, desde gerentes hasta personal de limpieza priorizan sobre
sus responsabilidades principales, atender los mínimos requerimientos de los dueños de la
empresa= ¡mediocridad total!;
Esta imagen que no podría sostenerse en la actividad privada porque constituiría la quiebra de
cualquier empresa, es la que se ve en el Congreso, donde es pecado ir contra el Sistema,
donde el profesional capaz o es sacado de la institución tarde o temprano (porque es
malinformado a los congresistas) o es asimilado al “sistema” y sigue la corriente para
mantener el trabajo; olvidándose de sus conocimientos y sumiéndose en la inopia, apatía e
indolencia, pues si no se recibe la orden explicita y dependiendo de donde venga (por el peso
del congresista que pide) no se realiza, no se rechaza pero “se mece” a quien realizó el
pedido (secretaria, asesor, etc.); no importa si dicho pedido corresponde; y a la inversa si el
que pide tiene la influencia suficiente, se le atiende, aunque no corresponda dicha solicitud;
tal es el caso de equipamiento para oficinas muy por encima de los acuerdos de Mesa al
respecto, y de las necesidades para realizar funciones congresales;
Recientemente y debido en gran parte a la presión pública se han racionado y reducido gastos,
pero el clima sigue ahí intacto, esperando que la temporada dura, pase para seguir
dilapidando los dineros del Estado, porque en el descontrol de gastos, la parte administrativa
se ve beneficiada ya que tiene sustento para realizar compras de bienes y servicios por encima
de las normas correspondientes, para atender a tal o cual congresista; sabemos que la
Administración del Congreso deja mucho que desear y decisiones aisladas no solucionarán tal
costumbre,
Peter F. Drucker en su libro “los desafíos de la administración en el siglo XXI”, señala
que el centro de una sociedad, una economía y una comunidad modernas no es la tecnología;
no es la información; no es la productividad; es la institución administrativa como órgano de
la sociedad para producir resultados. Y la administración es la herramienta específica, la
función especifica, el instrumento especifico para hacer que las instituciones sean capaces de
producir resultados. Esto sin embargo, exige un nuevo paradigma final de la administración:
La preocupación y responsabilidad de la administración son todas las cosas que afectan el
desempeño de la institución y sus resultados, ya sea interna o externamente, bajo el control
de la institución o totalmente al margen de el.
Y dicha acción se vincula con lo único permanente “EL CAMBIO”, no se puede evitar el
cambio, solo se puede caminar con el. En consecuencia, una de las tareas centrales de la
administración para el siglo XXI es que las organizaciones se conviertan en líderes del
cambio. Un líder del cambio ve a este como una oportunidad. Lo busca, sabe como encontrar
los adecuados y hacer que sean eficaces tanto fuera de la organización como dentro de ella.
Esto requiere:
1. políticas para hacer el futuro.
2. métodos sistemáticos para buscar y prever el cambio.
3. el modo correcto de introducir el cambio, tanto dentro de la organización como fuera
de ella.
4. políticas para equilibrar el cambio y la continuidad.
Si como los gurús de la administración en países de mayor envergadura que el nuestro, desde
hace décadas declaran la administración pública idéntica en prácticas y filosofía a la gestión
empresarial, para obtener eficiencia en nuestro Congreso podríamos realizar un paralelo:
a) Los congresistas (dueños de la empresa) constituyen la Asamblea General de Accionistas
= Pleno del Congreso.
b) Cuando la empresa tiene muchos accionistas eligen a representantes para dichas
Asambleas: Consejo Directivo Ampliado = Comisión Permanente.
c) Dichas Asambleas eligen a su Directorio = Mesa Directiva.
d) En su oportunidad (normas de presupuesto) el Directorio presenta a la aprobación de la
Asamblea los Planes del Año y al comienzo del año siguiente la Memoria (resultados) del
Año Anterior.
e) A partir de la aprobación del Plan Anual (que incluye presupuestos y actividades que
pueden variar según los objetivos y decisión del Directorio con cargo a dar cuenta); el
Directorio toma decisiones y dirige la administración a través del personal que la
Gerencia General (en este caso con la Oficialía Mayor) toman a su cargo a través de
procedimientos, reglamentos, normas, manuales, etc. Capacitándolos, evaluándolos y
disciplinándolos, bajo su responsabilidad; de tal forma que no se interfiere la gestión para
no perjudicar los resultados, como si sucede en el Congreso;
¿Por que existe esta practica?; por historia y experiencia en general todo aquello que no es
parte de la solución, es parte del problema, y todo desorden que se mantiene a pesar de su
perjuicio a la institución donde se desarrolla, es porque beneficia a alguien, no es casualidad,
es el Sistema que conviene defender;
Al respecto, transformar el “SISTEMA”, involucra la formación de una Cultura de Calidad, y
esto como lo explica Helga Drummond en su libro “LA CALIDAD TOTAL”-El
movimiento de la calidad, requiere invertir los supuestos fundamentales de la gestión.
No se trata de cambiar dentro del sistema, sino que “es el propio sistema lo que se debe
cambiar”.
El primero de los supuestos a los que hay que dar vuelta es la preocupación por los logros a
corto plazo. Una Gestión de Calidad precisa una mejora continua, en el camino se verifican
resultados como disminución del desperdicio; aumento de la productividad e incremento de
los resultados. Crear una cultura de calidad no tiene nada que ver con la exigencia de un
compromiso fanático del personal, sino que se refiere al abandono de los principios de gestión
empresarial que han quedado anticuados.
Solo una gestión recta, empresarial y de mano firme, puede realizar los cambios que en el
Congreso constituirían ejemplo para las demás dependencias públicas del país, ahora que se
empieza a desarrollar la burocracia de las regiones:
1. Los Planes y Presupuestos deben ser aprobados en relación a las actividades programadas
del Congreso en labor legislativa, en trabajo de comisiones, en labor congresal y en
relación a esto en lo que corresponda al servicio parlamentario (área legislativa-
administración);
2. Siendo dichos documentos instrumentos de gestión estarán bajo el manejo de la
Administración, que solo en casos de necesidad pondrá a consideración de la Mesa
Directiva, las decisiones que modifiquen partidas con cargo a dar cuenta al Pleno para su
aprobación, ratificación u observación (anual),
3. El Reglamento del Congreso tendría que establecer que los únicos congresistas con
responsabilidades administrativas (de dirección) son los miembros de la Mesa Directiva,
así como identificando esta instancia como la única a la que pueden acudir para cualquier
requerimiento administrativo.
4. Lo anterior tendría múltiples efectos, anularía el tiempo y pretestos para una gestión
deficiente de quienes son requeridos por los congresistas, cortaría de raíz las “visitas” en
hora de trabajo de personal que se pasea por despachos y comisiones y daría la libertad
para ejecutar la “gestión gerencial” emanada por la Oficialía Mayor y Gerencia General.
5. El Congreso debe dar ejemplo de gestión controlada y moderna, aplicando una
administración de centros de responsabilidad (Costos), donde todas las actividades estén
estandarizadas y cuya ejecución sustenten los gastos programados; con una serie de
medidas racionales se podría inicialmente reducir el presupuesto hasta en 25% con
resultados cualitativamente superiores.
6. De tal forma que los ambientes, el equipamiento, el personal y los materiales
correspondientes a Despachos, Comisiones, Mesa Directiva y demás dependencias se
establezcan en razón a su aplicabilidad y no a quien lo pide; si partimos que los
resultados se logran con el trabajo intelectual (es decir calidad) y no con la cantidad; se
dejará esa carrera de tener oficinas más grandes, más lujosas, más personal, más
computadoras, más celulares, más etc.
7. En cada cambio de gobierno, la administración recibe las oficinas, la Oficialía con la
Mesa Directiva establecen la distribución por bancada y la entrega por sorteo, que luego
de común acuerdo pueden intercambiarse, pero no se necesita mas áreas, si el número de
congresistas no aumenta, como sucedió en el 2001, respecto al 2000 y ese año respecto al
de 1995, donde siendo la misma cantidad de legisladores se han aumentado el área
ocupada en un 45% (2 Edificios de Jr. Huallaga y uno más frente a la Plaza Bolívar,
costado del Congreso).
8. El Congreso así como dio ejemplo de eliminar los “services”, incorporando al personal
de limpieza, pude dar ejemplo de aplicación de una escala de remuneraciones acorde con
la realidad del país, donde la remuneración del congresista sea la más alta (sin los gastos
operativos), incorporándose al sueldo el monto de la función congresal (que por
definición no es aplicable), así también el “refrigerio” se incorporaría a la remuneración;
estableciendo como norma que esta es única para todos los efectos, mantener “conceptos
varios” origina ventaja de unos sobre otros y las diferencias abismales que ahora se ve en
el sector público.
9. La propuesta de limitar a 3,100.00 la remuneración pensionable (Silva Ruete), es muy
atinada (puede hacerse referencia a las UIT). Respecto a una escala remunerativa
aplicable a todo el sector público (central, regional, local, empresas etc.) eliminando el
concepto de empleados públicos con régimen laboral de actividad privada ¡que
silogismo!
10. Si se aplican estas medidas de manera técnica y gradual, necesarias para todo el país en el
congreso se ahorrará el equivalente a cerca de 80 millones de soles anuales mínimo,
además de los efectos que por mejor gestión siempre se obtiene cuando el ajuste de
cinturón es para todos y además se establecería los hitos orientadores a todo el sector
publico.
11. A lo señalado, se puede proyectar conceptos de racionalidad, estableciendo topes
mínimos y máximos, tanto para remuneración como para pensiones, así como una única
escala salarial para todo el sector público (en el entendido que toda entidad que maneje
fondos públicos cuenta con trabajadores de la actividad estatal). Si a estos niveles se le
relaciona con factores de U.I.T., los montos se actualizarían automáticamente en cada
aumento de esta unidad de referencia tributaria.
12. Existen múltiples medidas que se pueden establecer no solo para reducir gastos, sino para
dar valor al trabajador del Congreso, cambiando los “accesorios de poder” como los
celulares, por la estima del trabajo en una institución eficiente, con cultura empresarial.
Los congresistas y el personal responsable del cambio: asesores y ejecutivos, constituyen lo
que ahora se denomina como “los trabajadores del conocimiento” quienes para responder a
su rol primero deben enfrentar exigencias del mundo de hoy:
1. Tienen que preguntarse: ¿quién soy? ¿cuales son mis puntos fuertes? ¿como trabajo?
2. tienen que preguntarse: ¿cual es mi lugar? ¿Cuál es mi aporte?
3. tiene que asumir la responsabilidad de las relaciones.
Los cambios en el Congreso llevan a través de su administración un reto imprescindible para
el cambio en la administración publica y por ende en el éxito de la gestión del Estado; pero
este proceso permanente debe ser gradual y sostenido; manos a la obra, que no se puede tapar
el sol con un dedo, ni negar la enfermedad que esa no es la solución, ¡hay que aplicar la cura!
Cambiar la estructura orgánica, “contratar personal de confianza”, despedir trabajadores, en si
mismas no son ni buenas ni malas medidas, sino están unidas al cambio y formación de la
cultura empresarial o en este caso institucional. Si estas medidas contribuyen a que el
trabajador se sienta motivado y orgulloso de su trabajo O.K., pero si como hasta ahora
provoca una estampida para conseguir ayudas congresales, descuidando su responsabilidad
laboral, caemos en mas de lo mismo y lo que es una credo aceptado por todos trabajadores
inmersos en el sistema: “estamos en el Congreso y aquí todo puede pasar, tenemos 120 jefes,
no hay que chocar con el sistema, no te metas en problemas (no controles, no llames la
atención al mal trabajador que puede estar envarado etc.)
Y por ultimo lo que nadie quiere tocar (ni los periodistas mas ácidos), quizás por falta de
análisis, la democracia está bien, ¿pero elegiríamos por votos entre el público quien debe
operar de emergencia a alguien accidentado o pediríamos un cirujano? Y así podríamos poner
innumerables ejemplos.
Por tanto, la democracia está bien pero entre quienes tienen capacidad y competencia para
asumir la responsabilidad a la que postula; y todo en su nivel y por lógica incuestionable:
¿Todo postulante a un cargo no debiera conocer del cargo que tanto le cuesta conseguir?,
entonces quienes tienen que legislar deben de conocer de ello, y así en todo nivel de cargo por
elección publica.
¿Cómo se soluciona esto?, con responsabilidad y criterio, así de simple, si a los miembros de
mesa, se les capacita para una labor tan sencilla como contar votos, ¿no debe capacitarse a los
futuros alcaldes, regidores, consejeros regionales, presidentes de región, congresistas y todo
político que va a tener decisión sobre dineros y futuro del país?, sería ilógico no pensar así;
pero así estamos, cualquiera puede solo con el requisito de edad y de no tener antecedentes
penales, ser elegido y gobernar, y luego nos sorprendemos que andamos mal, porque ojito,
esta bonanza no es producto de nuestra sapiencia administrativa en la gestión pública, un
simple análisis por sectores provocaría un estremecimiento en la columna vertebral de cada
peruano, ¿qué paso con la denuncias en el poder Judicial? y ¿los demás casos?, es que
nuestros periodistas no terminan su labor, preguntan para mantener la atención del momento y
no llegan a conclusiones, porque solo interrogan no investigan.
Nos falta levantarnos las mangas de la camisa para seriamente y no para la foto, ponernos a
trabajar, por ejemplo la Contraloría

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