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INTRODUCCIÓN
Para poder entender cómo se dieron las relaciones y diálogos de la construcción identitarias
de los pobladores olavarrienses es fundamental recordar el proceso de industrialización que
se dio en el partido de Olavarría. Éste implicó distintos cambios en el seno de la sociedad
minera, tendientes a dar respuestas a distintas coyunturas sociales, políticas y económicas
que se dieron en la escala temporal estudiada y que tuvieron singular implicancia en el
desarrollo de las comunidades industriales, afectando de manera particular a las fuerzas
productivas y a los medios de producción (Paz 1999). El estudio de estas comunidades, de
sus procesos de cambio y de sus referentes históricos, ha sido intensamente abordado desde
el marco de la sociología, la historia y la antropología social (Neiburg 1988, Paz 1999 y
Rosendo 1989, entre otros). El aporte de la antropología, la arqueología y la educación
permitiría enriquecer este enfoque interdisciplinario, confrontando y evaluando las
respuestas sociales, estructurales y tecnológicas estudiadas con indicadores materiales
factibles de ser recuperados, relevados y analizados por las distintas disciplinas. En síntesis,
se propone sumar una nueva perspectiva de estudio destinada a descubrir, ampliar y
contrastar el conocimiento histórico-social que se tiene del desarrollo industrial de la
región. Se propone rescatar del olvido experiencias de trabajo, oficios, profesiones, etc.
cuyas huellas materiales están a punto de perderse y fortalecer las identidades de las
localidades. Esto implica, en primer lugar interpretar los cambios ocurridos tanto en el
trabajo industrial como en los modos de vida de los habitantes de los diversos
asentamientos industriales. En segundo lugar se debe definir una serie de instrumentos
teóricos destinados a facilitar la inferencia del pasado, la recuperación y comprensión de la
"cultura material industrial" hoy desaparecida y el conocimiento de las condiciones
materiales de vida y trabajo en esas localidades extractivas mineras.
Los medios de producción existentes en las primeras épocas de la explotación minera en las
sierras del partido de Olavarría sufrieron cambios fundamentales con la llegada del capital
industrial. En un proceso similar al capitalismo latinoamericano la producción
agroganadera y la minería, cumplieron un papel relevante. A mediados del Siglo XIX, estas
actividades revelaron el carácter incipiente precapitalista de los sistemas económicos
(Vitale 1992) en el área. En nuestro país, hacia 1850, se acelera la concentración
monopólica de la tierra mediante la conquista de zonas habitadas por las etnias locales. Con
el desarrollo de ese sistema inicial comienzan a expresarse las nuevas relaciones sociales de
producción y surge la introducción de tecnología extranjera. En esta etapa, la ganadería y la
explotación minera fueron las bases para el despegue del modo de producción capitalista en
gran escala, conformando el capital originario de numerosos emprendimientos productivos.
Este crecimiento regional posibilita la explicación sobre la forma en que se fue dando en la
región la mediación sociedad humana-naturaleza y muestra claramente una racionalidad
ambiental basada en la idea de progreso y el adelanto científico y técnico. La llegada del
capitalismo a Latinoamérica se basa en un desarrollo desigual y combinado, marcando así
una importante tendencia en su desarrollo histórico. En este nuevo orden económico
mundial, la generación del excedente, la apertura de mercados y el aprovechamiento de los
recursos naturales va a tener incidencia en el nacimiento de la industria nacional. La
implantación de tecnología sofisticada en las localidades del partido de Olavarría, a partir
del asentamiento de las grandes empresas extractivas produjo los primeros cambios hacia
una "cultura industrial", ya sea desde el comportamiento productivo de las pequeñas
empresas mineras como desde las modificaciones en las conductas, hábitos, pautas
culturales, forma de vida de los habitantes de la región. Existen cambios en su
infraestructura productiva y habitacional durante este proceso de industrialización.
A partir del primer cuarto del siglo XX la clase obrera de Olavarría se fue concentrando
alrededor de las fábricas, con gran afluencia de inmigrantes de origen europeo. De esta
manera y a modo de ejemplo comentaremos que en la fábrica Loma Negra el mercado de
trabajo se conformó, en su gran mayoría, por obreros de origen italiano y portugués, aunque
también estaban presentes españoles y un número menor de origen centroeuropeo: polacos,
austríacos, yugoslavos, checos y alemanes, ruso alemanes, sirios libaneses, entre otros con
un colorido multicultural. En este “sistema de fábrica con villa obrera” se naturalizó la
experiencia de escuchar distintas cadencias, entender naturalmente ciertas palabras en
portugués, en italiano, en alemán, en polaco, se aprendió a respetar la diversidad, viviendo
la solidaridad de género principalmente entre las mujeres de la villa que compartían
canciones, danzas, comidas, ayudaban ante el nacimiento de un bebé, acompañaban en el
cuidado de los niños. Este fenómeno de la inmigración jamás ha detenido en Loma Negra :
años más tarde llegaron obreros del interior del país y los latinoamericanos: eran los
chilenos, paraguayos, uruguayos, bolivianos quienes se incorporaban a la vida del trabajo.
Se gestó una identidad marcada por el respeto a la diversidad bajo un paternalismo evidente
por parte del dueño de la fábrica que forjaba un sentimiento de seguridad para generar
trabajo y protección familiar. Representantes de todas las generaciones ingresaban a la
fábrica cementera, primero se empleaban a los padres, luego a los hijos, más tarde a los
nietos. Todos tenían un seguro y previsto lugar en el proceso productivo en esa “edad de
oro cementera”.
A partir de 1960, desde una perspectiva socioambiental los factores materiales, políticos o
sociales posibilitaron procesos de antropización y transformaciones estructurales y
económicas de relevancia en el área que están afectando actualmente al ecosistema serrano.
Ya en 1970 comienza en Olavarría el proceso de optimización de la competencia en el
mercado industrial, la minimización de los costos y la privatización o tercerización de
determinados servicios. Los obreros ya no son tan necesarios, la automatización permite
que unos pocos empleados puedan hacer funcionar las empresas mineras. La desocupación,
la faltar de trabajo hace que los jóvenes comiencen a emigrar. No existen espacios de
interacción social y laboral que los identifique con su localidad. Se generan momentos de
gran incertidumbre y de miedos ante la pérdida del empresario benefactor y el cercano
advenimiento del desempleo. A todo esto se suma la actividad desarrollada a lo largo del
cordón serrano olavarriense: las grandes industrias cementeras y las dedicadas a la
producción de cal y cerámicos afectan el desarrollo económico-productivo de pequeñas
empresas extractivas como las caleras y canteras que se dedicaban a una explotación casi
artesanal de la piedra desde el siglo pasado. El flujo de enormes capitales industriales
aliado a una nueva concepción del trabajo y los procesos productivos, produce cambios
radicales en las formas tradicionales de producción del sector minero de la zona, con un
aumento notorio de la productividad y de las estructuras fabriles. Estas transformaciones
económicas afectan por otra parte las relaciones sociales de producción, el modo de vida de
los obreros de la piedra y el ecosistema. Estas industrias extractivas provocan daños severos
en el medio ambiente, específicamente su suelo y el aire. La polución proveniente de las
distintas fábricas y la extracción exhaustiva en las canteras provocan un daño paisajístico
por las características de su producción, se van destruyendo cerros y aparecen mesetas
artificiales como producto del “destape” de esas canteras.
Otro fenómeno importante es la desaparición de pequeñas empresas mineras ante la
imposibilidad de competir con la “gran industria de la piedra”. Las localidades tienden a
transformarse en “pueblos en vías de extinción”; esto sucedió con La Providencia, el
poblado que rodeaba a las canteras ha quedado deshabitado y sus habitantes fueron
perdiendo su escuela y parte de su identidad al tener que emigrar a otras localidades.
Por otra parte, desde el punto de vista social y ambiental, es válido analizar las
consecuencias directas sobre la fuerza de trabajo de estas explotaciones y las concepciones
de identidad y patrimonio que los vecinos de la zona poseen sobre esta cuestión. Esos
insumos son esenciales para ver las posibilidades de revertir la situación actual. Un
acercamiento desde la educación formal que pueda articular conocimientos, una base
material y un determinado modo de vida de esas comunidades son básicos. Aquellos que
fueron preponderantemente trabajadores industriales ahora deben reconstruir aspectos
económico-sociales-laborales y fortalecer sus identidades locales. En ese proceso,
implementar proyectos comunes los ayudarán a crecer comunitariamente.
DESARROLLO FABRIL, PAUPERIZACIÓN, INTENTOS DE RECUPERACION
El desarrollo fabril local en la zona serrana del partido de Olavarría, provincia de Buenos
Aires estuvo hegemonizado por las actividades mineras desde las primeras décadas del
siglo XX. No sólo por las actividades extractivas, sino también por las industrias de
elaboración de los minerales. Es importante el desarrollo de estas actividades en la región,
sobre todo en la zona de las canteras Loma Negra, Calera Avellaneda y Sierras Bayas como
productoras de cemento y cal, además de las de Sierra Chica ricas en granito rojo, uno de
los pocos yacimientos que existen actualmente en el mundo de este tipo de mineral.
Estos procesos de implantación industrial han sido modeladores y articulan dos grandes
líneas de avance, ya que la institución industrial ligada a los procesos de producción
agrícola y ganadera permitió en muchos casos el desarrollo de grandes capitales industriales
en la zona y en los medios urbanos del partido se dio como consecuencia un proceso de
modernización derivado de la sustitución de importaciones (Sarlingo 1996). Cabe agregar
que esta implantación industrial ligada a la producción agro-ganadera, tuvo a partir de esa
primigenia actividad productiva en la zona, la posibilidad de convertir los recursos en el
capital originario, que en muchos casos, llevó a determinados agentes económicos a invertir
en la incipiente industria de la piedra. En cuanto a la cuestión económica, el objetivo del
Gobierno Nacional y de los grandes grupos económicos cercanos al poder, en las décadas
del veinte y treinta del siglo XX era superar la barrera impuesta por las tradicionales formas
de producción. La tecnología se convierte entonces en un mecanismo idóneo para lograr la
maximización de los procesos productivos y los beneficios de acuerdo a las tradicionales
formas de la economía ortodoxa y en concordancia con el paradigma de desarrollo –desde
arriba- y sus patrones de urbanización e industrialización, competencia y motivación
externa, opuestos a los postulados que intentan aplicar en un marco sistémico, criterios
alternativos de la eficiencia global de los factores locales, un patrón urbano-industrial
descentralizado y regionalizado, prestando atención a la tecnología apropiada, los criterios
culturales, la motivación endógena y metas sociales con sentido de colaboración y
solidaridad (Lacabana 1996: 21). A partir de 1970 el tipo de desarrollo desde arriba,
sumado a la innovación tecnológica y las nuevas formas de gestión sobre los recursos
humanos, producen un incremento en la descalificación laboral, conduciendo a la pérdida
de valorización del trabajo humano, incrementando la desocupación, la profundización de
la jerarquización de tareas, acentuando la intervención de los seres humanos sobre el medio
ambiente sin olvidar mencionar además la desaparición de distintas unidades productivas
de pequeña envergadura y sus comunidades de fábrica. Funciona entonces otra racionalidad
productiva donde el trabajo como valor central y el empleo mismo han perdido toda
importancia para la industria. A esto debe sumársele el incremento en los volúmenes
productivos, la modernización del proceso de trabajo, la incorporación de innovaciones
tecnológicas y su posición de fuerza en el mercado nacional, con un 70% del mercado
cautivo que hoy toma características monopólicas en el Partido de Olavarría al ser
propiedad de una sola empresa las principales unidades productivas en la fabricación del
cemento (i.e. Loma Negra y Sierras Bayas). A partir de los factores de carácter físico
geográfico, como la localización de los yacimientos, las cuestiones orográficas y climáticas,
el acceso directo a las principales rutas nacionales y provinciales que comunican la región
con los principales centros comerciales del país, se produce la facilitación de las relaciones
con los diferentes mercados. A esto debe sumarse la disponibilidad de mano de obra, la
ubicación de privilegio en el centro de la Provincia de Buenos Aires, elementos todos que
caracterizan en su conjunto el proceso de maximización de la tasa de ganancias. La región
que en el pasado fue solo un centro de mercado dedicado a la producción agro-ganadera, se
constituye hoy en un centro comercial de características mixtas, porque a mediados de la
primera mitad del siglo XX, a las actividades ganaderas se agregaron las industriales en sus
distintas ramas. Estos hechos han posibilitado transformaciones sin precedentes en todos
los ámbitos industriales que continúan hasta el presente con consecuencias inciertas.
A los efectos de la globalización de 1980, lo ocurrido a nivel nacional en las dos décadas
posteriores se suma hoy otras consideraciones aún más serias que tienen relación con el
modelo neoliberal y la ideología foránea de la flexibilización laboral. Asimismo estos
factores han sido determinantes en la conformación de desigualdades regionales y el
desnivel socioeconómico con otras regiones del país, admitiendo a su vez relaciones o
vinculaciones funcionales con otros centros de características similares. Creemos que el
análisis sistémico realizado sobre los distintos subsistemas que componen la estructura
productiva olavarriense, ha permitido visualizar en parte los procesos de cambio
estructurales y socioeconómicos que se desarrollaron en esta zona. La complejidad de este
tema se agrava con las transformaciones sociotécnicas y culturales más relevantes.
En síntesis, la prosperidad que vivieron las localidades o pueblos o “sistemas de fábrica con
villa obrera” en el partido de Olavarría pasó de un modelo de industrial benefactor,
paternalista, donde los habitantes del lugar vivían despreocupados, seguros de poseer
trabajo, vivienda y educación “para siempre”, en la cultura del consumo y la frivolidad, a
sufrir las consecuencias de la globalización y sus transformaciones socioeconómicas. Esa
primigenia sociedad industrial ofrecía a sus miembros una seguridad que incluía una amplia
gama de bienes sociales referidos a luz y agua gratuitos, la asistencia médica, la
distribución de regalos para Navidad, y Reyes, la atención a los enfermos por intermedio de
Fundaciones, garantías de educación en todos los niveles de la enseñanza, seguridad física a
los habitantes del “sistema de fábrica con villa obrera”, etc.
El quiebre surge en 1990, cuando aparecen las primeras “tercerizaciones” del trabajo
mediante empresas privadas contratadas, la “robotización” de las plantas cementeras y la
consecuente reducción de personal. Se generan situaciones iniciales de incertidumbre, de
inmovilización y carencia de participación. Este contexto de crisis deja a los individuos
aislados, inmovilizados, con miedo, a merced de sufrir riesgos de subsistencia. No estaban
preparados para enfrentar el despido encubierto o la jubilación anticipada; tampoco se
habían interesado en estudiar otras profesiones o aprender oficios alternativos, se
conformaron con cumplir con su horario de trabajo durante toda su vida. La fábrica
marcaba el ritmo seguro de sus vidas pero comienzan a aparecer preocupaciones concretas
y una difusa angustia existencial con múltiples respuestas. En algunos casos devinieron
frustraciones, deterioro de la conducta, violencia institucional o familiar y pauperización de
un sector de la sociedad. Mientras el trabajo tendía a estancarse y reducirse, aparecen
formas de asistencialismo para atenuar las dificultades sociales y económicas. Ante el
asombro de la comunidad surgen instituciones solidarias o cristianas como Cáritas,
Sociedades de Fomento, Cooperadoras, entre otras, quienes, con el apoyo de las autoridades
municipales y provinciales, sostienen comedores escolares y proveen elementos
indispensables para la vida cotidiana de las familias más necesitadas.
Pero a partir del año 2000 comunidades como la de Calera Avellaneda, que debió emigrar
masivamente a Olavarría porque un estudio detectó una veta importante debajo del pueblo
y se destruyeron todas sus casas, o como La Providencia con su canteras casi agotadas,
Loma Negra o Sierras Bayas con importantes cambios en sus condiciones de vida y de
trabajo, comienzan a reflexionar sobre su situación, se movilizan y se constituyen en
solidarias ante estos miedos. Se agrupan y asocian, forman espacios de interacción social,
bregan inicialmente por su identidad, sus recuerdos, su patrimonio, la calidad de su medio
ambiente. Estas nuevas estructuras de relación o redes que se están desarrollado en cada
una de las localidades enfatizan la necesidad de dar participación a todos en la gestión de
sus propios intereses, lo que requiere compromisos para garantizar espacios, basados en la
idea de que este tipo de racionalidad comunicativa neutraliza los conflictos y agiliza la
búsqueda de soluciones.
En estos espacios de miedos, de conflictos y de construcción de identidad la antropología,
la arqueología y la educación cumplen un importante rol al planificar estrategias de cambio
educativo y trabajar en equipo hacia una meta común: el patrimonio, las identidades y la
interculturalidad. El planteo está contextualizado en tres elementos: la institución donde se
sitúa, su entorno social y geográfico y su marco histórico. Sus respuestas están centradas en
impactar en estas poblaciones con necesidades concretas; que parten de una historia, con
una identidad previa que los marca y define. Se trata de poner en marcha un proceso de
transformación interna y externa de la sociedad que exige conocer, comprender todos sus
aspectos. Las propuestas generadas, discutidas y acordadas con la comunidad aparecen
como innovadoras y creativas porque nacen a partir de determinadas necesidades y
expectativas del contexto institucional, social e histórico en el que se sitúan. Se ha dejado
de pensar en soluciones estandarizadas o modelos que pueden ser transplantados sin una
reflexión crítica de las características de cada institución participante y su entorno pues sólo
puede llevar al fracaso y al desencanto tanto por parte de la comunidad educativa como de
la sociedad.
CONCLUSION
Frente a los cambios de la economía mundial y las distintas alternativas para resolver crisis
aparecen claros enfrentamientos entre los diferentes actores de estas localidades del partido
de Olavarría que tienden a tener menos protagonismo en el proceso de producción minera
debido al avance de la tecnología y la falta del pleno empleo en estos ámbitos. Luchan por
mantener una buena calidad de vida de la población en su conjunto y reducir las diferencias
sociales ocasionadas por el funcionamiento actual del mercado. En la actualidad, la
creación de nuevos espacios de interacción social (comisiones deportivas, asociación de
amigos de museos, de jóvenes abuelos, de clubes de servicio, generación de páginas web
como “Loma Negra nuestra gente”, etc.) surgen democráticamente orientados a reafirmar la
identidad de estos pueblos.
La búsqueda de soluciones alternativas de ofertas de trabajo ha dado como resultado
opciones tales como turismo rural y fabril, protagonismo en las fiestas temáticas populares,
restaurantes étnicos, casas de té, ofertas alojamiento en cabañas para disfrutar el paisaje
serrano, actividades diferentes y creativas realizadas en los distintos museos locales,
festejos aniversario de cada localidad, etc. Estas acciones son consideradas estrategias
eficaces consensuadas para movilizar a los distintos actores sociales, acercándolos a sus
propias historias en el presente, identificándose con su pasado y en vistas a un futuro mejor.
Cuando se reflexiona sobre estos temas referidos a los miedos, la inseguridad y el
patrimonio no se pude prescindir de las aportaciones realizadas desde la óptica de la
interpretación. Consideramos que las situaciones de crisis y de identidad deberían ser un
eficaz instrumento de gestión; dirigida al público en general y especialmente a los
habitantes de las localidades serranas con problemáticas cercanas a la “extinción”. La
educación tiene mucho para aportar en estos aspectos generando actividades propuestas en
un contexto recreativo; con mensajes breves, claros y atractivos y con aplicación de
actividades personalizadas. Este es un modo de contribuir al fortalecimiento social y
económico de estos pueblos y conservar su patrimonio natural cultural, tangible e
intangible.
Las aproximaciones interpretativas de estas localidades algunas considerados “en vías de
extinción”, muestra diversidad de interpretaciones y formas de actuar sobre los conceptos de
identidad, pasado, protección y patrimonio, así como intereses y necesidades diferenciales.
Distintas posturas subyacen en diferentes discursos aunque se está intentando materializar, a
través de la creación del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD), nuevos perfiles
docentes capaces de interpelar sus prácticas cotidianas, con un trabajo grupal y multivocal.
A modo de conclusión enunciamos que es imprescindible plantear la necesidad de
ordenación de los procesos de aprendizaje en torno al patrimonio cultural de acuerdo a cada
realidad, tratando de secuenciar el conocimiento en un orden significativo y desarrollar el
concepto “patrimonios” trabajando los contextos en un sistema de círculos concéntricos,
desde la dimensión personal a la colectiva (Fontal Merillas 2003: 100-101). Somos
conscientes que queda aún mucho camino por recorrer, el reconocimiento de las
particularidades de cada localidad con sus diversas instituciones, con sus fortalezas,
debilidades y posibilidades hace factible la creación de espacios de reflexión, de creatividad
y principalmente de transformación de su realidad en pos de los patrimonios e identidades
locales. Esta labor sistemática ha posibilitado “quebrar” la lógica del sentido común que
orienta las prácticas cotidianas a partir de modelos muchas veces estereotipados que
obstaculizan la posibilidad de construir alternativas. Cualquier aporte innovador tiene que
hundir sus raíces en unos principios rectores y debe ser coherente con éstos, para lograr una
conjunción entre teoría y práctica. Con estas reflexiones se pretende poner de manifiesto
que para poner en marcha un proceso de mejora en una localidad, el primer paso fue abrir
un debate sobre qué tipo de comunidad se quiere, para qué sistema económico y en qué
sociedad. De esta forma se entendió la idea de que, si se quiere evitar convertirse en un
pueblo en “vías de extinción” es imprescindible sustentar a sus habitantes, focalizando
especialmente en los jóvenes, ofreciendo igualdad de oportunidades laborales,
educacionales y de participación para que mejoren su nivel de vida. El primer y principal
apoyo consiste en que su educación sea inclusiva, de calidad, les provea de recursos y
fomente en ellos actitudes adecuadas para el futuro trabajo que desempeñarán.
Agradecimientos
Esta investigación ha sido efectuada gracias a subsidios otorgados al proyecto
“Investigaciones Arqueológicas Post-Conquista” (Núcleo consolidado INCUAPA, BID
1201/OC-AR- PICT 04-12776). Picto Educación Nº 36514/05. (ANPCyT-UNCPBA).
Bibliografía
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