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¿POR QUÉ ES EL FEMINISMO UNA TEORÍA CRÍTICA?


por Natalia Slepoy Benites-D
Marzo 2007

Desde que Olympe de Gouges redactara en 1789 la DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y LA CIUDADANA y en su epílogo
convocara a las mujeres a la rebelión de esta manera:

¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible.
[...] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.

quedaron establecidas las bases del desarrollo de una corriente de pensamiento, alumbrada poco tiempo antes, que tiene como signo de identidad
su avance en paralelo a la lucha social.

Es por ello que al abordar el interrogante ¿Por qué es el feminismo una teoría crítica? se hace indispensable tener presente la estrecha relación
dialéctica entre pensamiento crítico y movimiento social, … una vez más teoría y praxis.

Sin embargo, a lo largo de los tres siglos de historia de Feminismo diversas y variadas han sido las corrientes, las construcciones y
deconstrucciones, en contextos y períodos distintos se han generado múltiples propuestas, influencias diferentes han impulsado desarrollos
incluso opuestos y en definitiva, la pluralidad “redescubierta” de las mujeres se ha reflejado en sus pensamientos y acciones. De ahí que pueda
surgir una nueva pregunta acerca de si podemos hablar de un solo Feminismo o de varios feminismos y si estuviéramos en el segundo caso, si
todos los feminismos responden a una concepción crítica del mundo.

Se hace necesario entonces acudir a una interpretación de teoría crítica que vertebre el análisis. Nancy Fraser recoge la definición propuesta por
Marx como “la autoclarificación de las luchas y anhelos de la época” , destacando el carácter político del concepto. Esta autora se apoyará en este
significado para establecer criterios de valoración de una teoría crítica de la sociedad que para articularse como tal debe asumir como objetivos:

- Arrojar luz sobre el carácter y las bases de la subordinación


- Emplear categorías y modelos explicativos que revelen en lugar de ocultar las relaciones de dominancia masculina y subordinación femenina
- Desvelar el carácter ideológico de los enfoques rivales que ofuscaran o racionalizaran esas relaciones.

A lo largo de la historia de pensamiento y movimiento feminista grandes avances conceptuales y políticos se han sucedido fruto de polémicos
debates, encuentros y desencuentros teóricos y luchas sociales encabezadas por las mujeres empecinadas en acabar con el sistema de
dominación patriarcal.

Según la definición anterior una teoría será crítica en tanto cuestione y desvele las relaciones de dominación y subordinación y en tanto sea
propuesta para la acción representando las luchas de su tiempo, por tanto sólo si empuja hacia la transformación de las bases sociales de
dominación conservará su carácter crítico, cuestionador de lo establecido.

Por eso cuando en la etapa de “nacimiento de la conciencia” se constituye “la mujer” como sujeto político de derechos y de a poco pasa a ser
también sujeto político de cambio, representará no sólo un salto cualitativo en el paradigma ilustrado de la igualdad sino un cuestionamiento
estructural de una doctrina que de forma mayoritaria estaba escribiendo la historia de la igualdad en masculino.

Este salto será decisivo no sólo para reconocerse como sujetos activos y conformarse como movimiento social también lo será porque las mujeres
se reafirmaron no como objetos sino como sujetos de conocimiento, con perspectivas y puntos de vista específicos , este hecho posibilitará
desarrollar un cuerpo teórico propio, una mirada autónoma, una perspectiva determinada de la realidad.

Cuando las sufragistas en el XIX salen a las calles para reclamar los derechos civiles que como ciudadanas les corresponden están desarticulando
todo un engranaje de dominación patriarcal y anunciando uno de las bases teóricas del feminismo que asociará obtención de derechos a
distribución de recursos.

Cuando se hace una síntesis superadora al conceptualizar la división sexual del trabajo, cuestionando el rol reproductivo asignado a las mujeres y
el rol productivo asignado a los hombres, se está partiendo de otra teoría crítica profundamente transformadora para impugnar el modelo
androcéntrico sobre el que se asienta no sólo el sistema capitalista de producción sino también las propuestas políticas e ideológicas
cuestionadoras del sistema.

El análisis de la realidad asentado en la división entre el ámbito público y el ámbito privado-doméstico permite profundizar en los pilares de la
estructuración patriarcal de la vida, constituyen a su vez la clave para sostener la lucha política de las mujeres que durante tantos años
reclamarán (y siguen reclamando) sus derechos a formar parte de lo público, de lo político y a dejar de ser invisibles y estar sujetas al espacio
doméstico y familiar cumpliendo el exclusivo papel de madres y esposas.

Así, cuando el feminismo de los años 70 se levanta con la consigna de “lo personal es político” significa que los márgenes mismos de lo político
han cambiado y que no se está dispuesto a admitir que hay zonas de las cuales la simetría, la decisión conjunta y el diálogo estén excluidas.

Quedan acuñados además conceptos que concretarán mejor el tejido teórico que se va produciendo y que supondrán desde entonces un
cuestionamiento cotidiano a todas las ciencias sociales y formas de interpretación del mundo: patriarcado, androcentrismo, feminización de la
pobreza, sexo/género como construcciones sociales…

Incluso cuando se proponen nuevos órdenes simbólicos y se decreta la polémica “desaparición del patriarcado” se está proponiendo una forma
novedosa de concebir el mundo y un cambio radical de la naturaleza de y entre los sexos , que será muy fecunda.

Los encuentros con otros movimientos sociales y con otras mujeres supondrán el reconocimiento definitivo de la diversidad, de la pluralidad de
voces y miradas de las mujeres. El sujeto deja de ser homogéneo, las mujeres son distintas y viven circunstancias diferentes, se intenta erradicar
la visión etnocéntrica y se incorporan perspectivas que modificarán los propios discursos y prácticas feministas.

En definitiva, si bien esta enumeración no pretende ser exhaustiva, los ejemplos recogidos son clarificadores del desarrollo histórico del feminismo
como corriente crítica del pensamiento en tanto subvertidora del orden social.

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Sin embargo, podría resultar interesante dar vuelta a la pregunta propuesta y cuestionarse también si puede el feminismo dejar de ser una teoría
crítica. Para ello se puede realizar el proceso inverso del hasta ahora desarrollado y cambiar el punto de vista para centrarse en algunas
aportaciones o aplicaciones del feminismo que parecen no corresponderse con los criterios del esquema de análisis planteado.

Hagamos la pregunta al revés ¿puede el feminismo dejar de ser crítico?

Muchos de los aportes teóricos feministas han ido calando de forma progresiva en los discursos y prácticas, estructurales transformaciones
sociales han modificado la vida de las mujeres y del conjunto de la sociedad (si bien con profundas desigualdades según el rincón del planeta en
el que estemos), otros aportes han encontrado grandes resistencias y otros muchos han quedado desdibujados en políticas formales

Hay conceptos manejados en la actualidad que tienen su origen en el feminismo y, por tanto nacen en un marco crítico de pensamiento como
cuestionadores de sistemas de dominación, a los que se resignifica de forma acrítica y se adaptan a políticas que poco tienen de transformadoras.
Uno de los ejemplos más claros es el del concepto de género:

“la sustitución indiscriminada de feminismo por género produce efectos no deseados para las mujeres porque despolitiza el feminismo al vaciarles
su contenido crítico más profundo. Y la despolitización del feminismo debilita a las mujeres como sujeto político colectivo (…) el género se
convierte en un eufemismo para invisibilizar un marco de interpretación de la realidad que nos muestra la sociedad en clave de sistema de
dominación”.

Si este proceso de despolitización se realiza con uno de los principios básicos de la teoría feminista es de suponer que puede ser éste un proceso
más extendido y nada inocente.

Sin pretender resolver en su totalidad esta cuestión en este breve ensayo, se podría poner el acento en debates actuales y cuestionar bajo este
prisma cómo se articula hoy el feminismo, reflexionando a su vez sobre la forma en que toman cuerpo y se institucionalizan algunos de los
conceptos nacidos de la teoría feminista.

Para ilustrar este argumento tomamos como ejemplo algunos análisis prácticos desarrollados por distintas autoras sobre estos procesos de
resignificación que se concretan en los programas implementados a nivel institucional para fomentar la igualdad entre mujeres y hombres
desarrollados en la actualidad, los planes de igualdad y las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral.

Ejemplo 1.- Conciliación de la vida familiar y laboral: la paradoja de la reproducción de los roles tradicionales

Algunas autoras como María Bustelo y Elin Peterson cuestionan que el enfoque y planificación de la mayoría de las políticas de conciliación
actuales fomenten la igualdad. Plantean que en las medidas de conciliación no se están cuestionando realmente los distintos papeles que juegan
mujeres y hombres en la sociedad. En vez de desafiar la construcción social de “trabajo femenino” y “trabajo masculino”, parecen más bien
mantenerse las normas que atribuyen a las mujeres la responsabilidad exclusiva del trabajo reproductivo mientras que a los hombres se les
atribuye el papel de trabajadores que no tienen nada que ver con la conciliación .

Por tanto se reproducen los roles tradicionales de la división sexual del trabajo, son las mujeres las que siguen teniendo la responsabilidad de
resolver un “problema creado por su incorporación al mercado laboral” y siguen firmemente arraigados los viejos esquemas, incluso en aquellas
propuestas pensadas para generar cambios volvemos a tropezarnos con aquella división dicotómica de la realidad de lo privado y lo público en la
que una vez más lo privado es responsabilidad de las mujeres.

Las consecuencias inmediatas de la aplicación de estas medidas son el fomento de la doble jornada de las mujeres y la flexibilización de su
trabajo remunerado.

A ello se suma que como no hay medidas públicas efectivas que se hagan cargo de los “costos de la conciliación”, las alternativas que se
encuentran en las actuales circunstancias de la realidad española implican que la carga del “reparto” de tareas recaiga en otras mujeres, las
inmigrantes, reforzando la “cadena de cuidados”: mientras las mujeres de clase media que realizan trabajo remunerado están atrapadas entre la
norma de la “buena madre” y el ideal de la auto-realización a través del trabajo remunerado, la conciliación depende en gran medida del trabajo
de explotación de otras mujeres, en su mayoría de clase baja e inmigrantes.

De este modo, al no tener en cuenta el carácter y bases de la subordinación y ocultar las relaciones de dominación masculina y subordinación
femenina (como elementos conceptuales definitorios de una teoría crítica): es decir, la desigualdad de género y la división sexual del trabajo y, al
no poner el acento en el reparto equitativo de tareas y responsabilidades, se generan consecuencias tan perversas y aparentemente
contradictorias como el mantenimiento de los roles tradicionales de género, la división “natural” del “trabajo femenino” y el “trabajo masculino” o
la apuesta por la flexibilización laboral de unas y la explotación laboral de otras.

Ejemplo 2.- Los planes de igualdad y la carga del discurso heteronormativo

Otro exponente de la aplicación formal y acrítica de propuestas clásicas del feminismo es el análisis desarrollado por Raquel Platero acerca del
carácter heteronormativo de los Planes de Igualdad. Si bien establece diferencias entre las distintas generaciones de los Planes afirma que,
excepto los últimos planes de igualdad del País Vasco y Cataluña, todos conservan un patrón heterosexista y se apoyan en una representación
homogénea de las mujeres:

La ausencia es la representación dominante. Las lesbianas y otras sexualidades no normativas están ausentes de la mayoría de las políticas de
igualdad. Esta invisibilidad tiene que ver con las resistencias a conceptualizar a las mujeres fuera del patrón heterosexista. La ausencia de la
orientación sexual muestra una jerarquía de poder en relación al género, que podemos señalar como orden de género pero también de
heterosexismo. Estas representaciones refuerzan la ausencia de estatus de ciudadanía…

De este modo los programas institucionales desarrollados para promover la igualdad están atravesados de forma implícita por jerarquías de poder
entre las sexualidades normativas y las “desviadas”. Son ciegos a la diversidad social y siguen imponiendo una única manera de concebir la
sexualidad y el género. Resulta evidente que no sólo quedan excluidos del discurso todos los grupos no heterosexuales sino que en consecuencia
no se contemplarán en ninguna de las medidas políticas propuestas ni las diversas orientaciones sexuales ni la discriminación múltiple que estos
colectivos viven.

En este caso ni siquiera se desvela el carácter ideológico de los enfoques rivales que ofuscaran o racionalizaran esas relaciones [de dominación y
subordinación] porque el discurso dominante de la heterosexualidad es asumido como “neutral”.

No sólo se excluyen principios fundamentales desarrollados por el feminismo acerca de la diversidad de las mujeres y la necesidad de contemplar
los diferentes condicionantes de clase, etnia y orientación sexual, entre otros, junto al género en nuestros análisis, sino que ni siquiera se recogen

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problemas que tienen que ver con el reconocimiento de derechos sociales básicos.

Estas aportaciones cuestionan la aplicación institucional de ciertas políticas de género. Las redefiniciones o articulaciones prácticas de las ideas
feministas en la actualidad condicionan no sólo el discurso y producción teórica sino también la articulación del feminismo como movimiento social
y propuesta de transformación. El debate queda abierto…

Si este trabajo comenzaba recogiendo las palabras de Olympe de Gouges pronunciadas en 1789 termina, con toda la intención de trazar lazos
históricos, con la Ley Revolucionaria de las Mujeres del EZLN distribuida en todas las poblaciones tomadas por el Ejército Zapatista la
madrugada del 1ero. de enero de 1994 en Chiapas y dice así en su primer artículo:

Las mujeres, sin importar su raza, credo o filiación política tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su
voluntad y capacidad determinen.

Nuevamente es una llamada a la acción, el sujeto ha cambiado, se podría decir que ha crecido, no es necesariamente una declaración de
principios feministas, pero sí constituye una demanda surgida más de dos siglos después que la primera, en otro rincón del mundo, desde otras
mujeres, para seguir organizándose para cambiarlo todo.

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Notas

1. http://es.wikisource.org/wiki/Declaración_de_los_Derechos_de_la_Mujer_y_la_Ciudadana
2. FRASER, Nancy (1986), “¿Qué tiene de crítica la teoría crítica? Habermas y la cuestión de género”, en Benhabib, Seyla y Cornella, Drucilla,
Teoría feminista y teoría crítica, Valencia, Edicions Alfons el Magnanim. Institució Valenciana d’Estudis i Investigació, p.49
3. Ibid.
4. GROSS, Elizabeth (1986), “¿Qué es la teoría feminista?”, en Pateman, Carole y Gross, Elizabeth (eds.), Feminist Challenges. Social and Political
Theory, Boston, Northeastern University Press, pp. 85-105.
5. VALCÁRCEL, Amelia. (1998), “Feminismo y poder político”, Debate Feminista, nº 17, pp.223-233
6. RIVERA GARRETAS, María-Milagros (1994), Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista, Barcelona, Icaria.
7. COBO, Rosa. El género en las ciencias sociales (Documento entregado en clase)
8. BUSTELO, María y PETERSON, Elin (2005), “Conciliacio´n y (des)igualdad. Una mirada debajo de la alfombra de las poli´ticas de igualdad entre
mujeres y hombres”. SOMOS. Revista de Desarrollo y Educacio´n Popular, ''Hombres y mujeres: coeducacio´n", Primavera 2005 n. 7, pp. 32-37
9. Ibid.
10.PLATERO MÉNDEZ, Raquel. ¿Queremos las lesbianas ser mujeres? Retos del movimiento lésbico frente a los discursos del Feminismo de Estado
y la representación de las sexualidades no normativas. II Congreso de Lesbianas de la FELGT. Valencia, Diciembre 2005. (Artículo proporcionado
por Patricia Gresses)

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