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CRIMEN ATROZ

UN ULTRAJE AL PERIODISMO DE AMÉRICA.


14 ABR 2018 | 6:30 H

El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, confirmó hace algunas horas el asesinato del
equipo periodístico del diario El Comercio, de Ecuador, compuesto por los reporteros
Javier Ortega y Paúl Rivas y del conductor Efraín Segarra, secuestrados el 26 de
marzo en Mataje, localidad situada en el límite noroccidental de la frontera con
Colombia.

Los periodistas realizaban su trabajo. Como hace la prensa libre, que es contar las
historias que no siempre agradan a los poderosos, violentos o criminales, ellos se
desplazaron hasta esa zona para reportar cómo se encuentran sus habitantes desde
que se iniciaron los ataques de un grupo disidente de las Fuerza Armadas
Revolucionarias Colombianas (FARC) desde enero pasado.

Ese grupo, autodenominado Frente Oliver Sinisterra, participa también en otras


actividades ilegales, como el narcotráfico y la minería ilegal, la principal razón por la
cual se resistieron al acuerdo de paz llevado a cabo por el Gobierno del presidente
Juan Manuel Santos y las FARC, con la participación de las NNUU.

La terrible noticia ha caído como una bomba en dos eventos que se realizan en la
región en paralelo. En Lima se lleva a cabo la Cumbre de las Américas, donde 20
presidentes y 30 delegaciones debaten sobre corrupción y gobernabilidad. A pesar de
que el presidente Moreno debió retornar a Quito cuando el canal RCN de Colombia
recibió las fotos que indicaban que los periodistas fueron asesinados, el clima de la
Cumbre se resistía a tomar en cuenta esta tragedia. Esto puede entenderse
considerando que buena parte de los gobiernos de la región o son responsables de
actividades de acoso a la prensa o han sido permisivos con la ola de ataques a los
periodistas por parte de grupos violentos y narcotraficantes.

En Medellín (Colombia) se realiza su reunión de medio año de la Sociedad


Interamericana de Prensa (SIP) que, precisamente, debate el espiral de violencia
contra la prensa, un ciclo que durante la última década se ha desarrollado en espiral.
Por esa razón, el presidente de la SIP y director de este diario, Gustavo Mohme
Seminario, ha señalado que este es “un atentado atroz que merece nuestra enérgica
condena por la forma, por la alevosía, la premeditación y la cobardía en la que fue
cometido. Pensamos que estos actos de barbarie ya estaban superados en nuestra
era”.

Haciendo las cuentas, como lo ha señalado Mohme, este crimen se perpetra para que
la sociedad no esté informada. Por esa razón, la SIP, al pronunciarse, considera que
este crimen es un ultraje al periodismo y acierta en su demanda a los gobiernos para
que actúen con la máxima celeridad y energía.

Los medios de Ecuador y Colombia, en distintos momentos de este drama,


consideraron que los gobiernos involucrados pudieron hacer más para que los
periodistas tengan más seguridad para realizar su trabajo y para volver con sus
familiares, haciendo patente la falta de voluntad de los gobernantes para encarar todas
las formas de violencia, una de las cuales se descarga sobre quienes mantienen a la
sociedad informada.

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