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TEOLOGÍA INDIA
En breve escrito presento a grandes rasgos el tema de la Teología India, bajo la perspectiva
del presbítero Eleazar Pérez Hernández, sacerdote zapoteca de la diócesis de Tehuantepec,
México, que nació en Juchitán, Oaxaca; el 6 de septiembre de 1948 y fue ordenado
sacerdote el 8 de septiembre de 1974. Es uno de los grandes impulsores de la Teología India
en México y en Latinoamérica.
Obras principales
Impacto de su teología
Su aporte a la reflexión teológica desde la visión indígena ha sido muy amplia que abarca
no solo México sino gran parte de Latinoamérica, dirigiendo cursos, exposiciones,
simposios y participando activamente en los 8 encuentros continentales de Teología India
en América.
Algunos de sus escritos han sido llevados hasta la Congregación para la Doctrina de la Fe,
y a tenido oportunidad de platicar sobre estos casos con obispos que han colaborado en la
Congregación para la Doctrina de la Fe, especialmente con monseñor Ladaria, esto debido
a problemas porque ha sido muy criticado de ser continuador de la Teología de la liberación
de tinte marxista que ya en los años 80 había recibido sus amonestaciones, situación que él
afirma no buscar de ninguna manera.
Para los hijos de los habitantes originarios de este continente, la teología india consiste en
dar razón de nuestra esperanza milenaria. Es la comprensión que tenemos de nuestra vida
entera, guiada siempre por la mano de Dios. Es el discurso reflexivo que acompaña, explica
y guía el caminar de los pueblos indios a través de toda su historia. Existe desde que
existimos como pueblos.
La teología india tiene como sujeto al pueblo, ya que este la elabora en forma colectiva
resaltando el aspecto comunitario de nuestros pueblos. La teología india, en cuanto pro-
ducto del pueblo, usa como vehículo de expresión el lenguaje mítico y simbólico, no por
hallarse en una etapa atrasada o premoderna, sino porque los símbolos y los mitos expresan
más total y radicalmente el sentido profundo que le damos a la vida.
La teología india es, pues, una realidad de nuestros pueblos indios, y este ha estado siempre
ahí, desafiando el paso del tiempo, sufriendo sus inclemencias y oteando el horizonte a
través de la oscuridad de la noche impuesta sobre nosotros, pero esperando los rayos de luz
que anuncian la llegada del nuevo sol que ha de nacer para todos. La teología india existe
ahora, ha existido antes y creemos que existirá mañana, por tanto no hay que crearla, sino
reconocerla, respetarla y fomentarla. La tarea es darle su lugar en el concierto de las voces
humanas que se alzan para bendecir al Señor, no por conmiseración para con los más
Materia: Teología latinoamericana
Alumno: Armando Basilio Mateos
pobres entre los pobres, sino para salvaguardar la grandeza del espíritu humano y preservar
la misión evangelizadora de la Iglesia, que se pone en entredicho cada vez que son
golpeadas o derribadas, como árboles inútiles, las esperanzas utópicas de los pueblos.
Con todo, mientras vamos construyendo nuestro propio camino como pueblos
diferenciados, convenimos en calificar de ‘india’ a nuestra teología, así, en singular, para
indicar la matriz social en que es reelaborada a partir de 1492. Por ser producida por pue-
blos oprimidos, es una teología de resistencia a la opresión; opresión que ha hermanado en
el dolor a pueblos con culturas diversas y grados distintos de desarrollo. A 500 años de la
colonización de Europa sobre América, hoy somos más hermanos que antes. Los ‘indios’
somos el primer fruto amargo del ‘encuentro de dos mundos’.
En consecuencia, la condición de ‘indios’, aunque ofensiva, nos acerca a los demás pobres
de América y del mundo. Nosotros no escogimos ser ‘indios’, como tampoco los demás ex-
plotados eligieron esa situación. La maldad de algunos nos hizo «indios», esclavos a los
negros y explotados a todos los pobres. Por eso, como «indios», tenemos que pugnar por la
liberación nuestra y la de todos los pobres de la tierra.
El mosaico policromado de culturas que existía antes y subyace ahora bajo el estereotipo de
‘indios’ o indígenas tendrá que surgir también en este proceso de rescate de la ‘teología
india’, en la esperanza de que llegará el día en que sean derribados totalmente los
estereotipos y sin enmascaramientos de ninguna especie surjan nuestros pueblos con sus
rostros propios liberados. Habrá entonces un abanico plural de teologías indias: yaqui,
purépecha y hñahnú; tojolabal, mam y pipil; ngóbe, emberá y xavanti; aymara, shuara y
pemón; etc. Todas diferentes pero hermanas entre sí y con las demás teologías del mundo.
Este es nuestro horizonte futuro, y por él oramos, por él trabajamos y empeñamos nuestra
vida entera.
Otra cuestión, que atañe a quienes somos indígenas y somos al mismo tiempo parte
integrante de nuestras Iglesias, es si hay que hablar de teología ‘india’, en el sentido de una
producción propia y auténtica de los pueblos indios, o más bien hay que hablar de teología
india cristiana, en el sentido de un producto indio bautizado y bendecido por la Iglesia. En
otras palabras, ¿de qué teología hablamos aquí: de la que hacen los pueblos indios o de la
que intentamos hacer los indios en la Iglesia? En consecuencia, ¿el interés que nos mueve
por la recuperación del pensamiento religioso de nuestros pueblos nace de una sincera
convicción de que este pensamiento vale por sí mismo, o sólo recibe su valor en cuanto que
cabe o puede caber en el marco teológico de nuestras Iglesias?
El asunto nos conmociona, porque nosotros estamos divididos interiormente por un doble
amor que no nos deja vivir tranquilos: amamos a nuestro pueblo y creemos en su proyecto
de vida, pero también amamos a la Iglesia y creemos en su proyecto de salvación. Dos
amores que han convivido en nosotros y que han convertido nuestros corazones y nuestras
conciencias en campo de batalla, donde el último, con mejores armas, bombardea
constantemente al primero. Nosotros somos hijos de pueblos que para sobrevivir han tenido
que cavar fosas profundas donde guardan sus tesoros o han tenido que usar máscaras que
esconden su identidad. Somos hijos también de Iglesias cuya práctica misionera ha sido,
con bastante frecuencia, sumamente intolerante frente a las creencias de nuestros pueblos,
tildándolas de diabólicas, bestiales o simplemente primitivas. Esta es la tragedia existencial
de los indios cristianizados; tragedia que nos empuja constantemente a la tentación de
superar el problema con una polarización extrema: o estamos con la Iglesia o estamos con
nuestro pueblo.
Sin embargo, no dejamos de ser optimistas, ya que a pesar de todo, estamos convencidos de
que es , y vale la pena intentarlo, reconciliar los dos amores, porque sabemos que no hay
contradicción insuperable entre los planteamientos fundamentales, de la Iglesia, que son los
mismos de Cristo, y los planteamientos teológicos de nuestros pueblos. Los anhelos más
Materia: Teología latinoamericana
Alumno: Armando Basilio Mateos
profundos de nuestra gente son también los anhelos más profundos de Cristo. Las
diferencias son superficiales, de forma, no de contenido. Más aún, muchos de estos
contenidos están mejor conservados en nuestros pueblos, por la limpieza de corazón de los
pobres, y, en este sentido, creemos que el diálogo teológico será no sólo benéfico para los
pueblos indios sino enriquecedor para la Iglesia que, a través de los indios, se reencontrará
con lo más puro de la tradición cristiana, y podrá orar con Cristo: “Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y
se las has revelado a los pobres y sencillos. Sí, Padre, porque así lo has querido tú” (Lc
10, 21). Además, hay que tener en cuenta que no existe una única teología cristiana. En la
Iglesia existen muchas teologías, y cada una auxilia al pueblo de Dios en la mejor
comprensión y vivencia de la fe cristiana.
Esto no quiere decir, que para hacerse cristiana la teología india deba renunciar a su
carácter autóctono, a su contenido mítico y simbólico, a su método integral, a su sujeto
colectivo. Al contrario, debe conservarlos y potenciarlos como aportes válidos para las otras
teologías. Conviene recordar lo que ya es un consenso antiguo en la Iglesia: lo que es
auténticamente humano es también auténticamente cristiano. Basados en este principio,
sostenemos que una teología auténticamente india (en cuanto que lo indio, como etnia, en el
fondo es un llamado de atención a nuestra esencia de hombres y mujeres creados por Dios)
es también auténticamente cristiana. En consecuencia, nuestra labor frente a ella no consiste
en querer vestirla de cristianismo, sino en mostrar su sentido profundamente cristiano
cuando aborda problemas de la vida, del hombre y de la mujer, del pueblo y de la
comunidad, del futuro y del más allá. La compatibilidad entre la fe cristiana y la fe india es
asombrosa.
CONCLUSIÓN
Como mencionaba al principio esto es solo ha sido una presentación a grandes rasgos de la
propuesta de Teología India de don Eleazar. La invitación es, a quien se vea interesado o
sea un cristiano perteneciente a una de las culturas originarias de nuestros pueblos
latinoamericanos a poder profundizar mayormente el tema en los diferentes artículos y
otros grandes pensadores teólogos al respecto del tema, de esta forma tener un panorama de
esta manera de llevar a cabo una reflexión teológica. Es realmente interesante entrar a
recuperar todo el sentido religioso que poseían nuestros antepasados y como en muchas
cosas se asemejan al pensamiento judeo-cristiano como una gran muestra de las Semillas
del Verbo, de cómo Dios se ha ido manifestando a los diferentes pueblos y culturas del
mundo en la búsqueda de su Creador y finalidad de la vida.