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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLAREAL

FACULTAD DE PSICOLOGIA

PROGRAMAS PREVENTIVOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES


GUÍA DE DEPRESIÓN EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

INTEGRANTES:
Alejos Alvarez, Jaret Luciana
Huamaní Arcila, Jhonathan Arturo
Najarro Lizarbe, Sheyla
Vergara Ludeña, Kelly

Lima – Perú
2018
DEPRESION EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

1. Depresión en Niños

Actualmente la depresión constituye uno de los principales problemas


sanitarios, por razones cuantitativas, según los datos epidemiológicos, y por
razones cualitativas, ya que esta afección ocasiona sufrimientos individuales y
comunitarios considerables.

La depresión es un trastorno del humor, constituido por un conjunto de


síntomas, entre los que predominan los de tipo afectivo (tristeza, apatía, irritabilidad)
y se pueden presentar síntomas de tipo cognitivo, volitivo y físicos (Alberti, 2003)

Las actitudes sobre la presencia de los trastornos del humor en la edad


infantojuvenil han ido evolucionando en el pensamiento psiquiátrico desde la
negación de su existencia antes de la adolescencia tardía, hasta su reconocimiento
como entidad propia, incluso en edades tempranas.

Después de su reconocimiento, la investigación de la depresión infantil ha


avanzado hasta convertirse en la actualidad en uno de los temas más importantes
de la psicopatología infantil (Kaslow et al., 1999) tanto por el elevado número de
casos presente en nuestra población, así como por las perturbaciones que causa
en su desarrollo.

La depresión infantil es un cuadro complejo y de reconocimiento relativamente


reciente como entidad clínica dentro de la psicología (Méndez, 2002), tiene un modo
de presentación polimorfo y puede enmascararse con los distintos trastornos que
aparecen en determinados cuadros psicopatológicos (Harrigton, 2005)

Raskin (1977) sostiene que la depresión en la infancia aparece de forma


sumergida, con sintomatología somática y trastornos psicopatológicos diversos, que
difieren de las normales manifestaciones depresivas. Señala además que estos se
traducirían en conductas observables y manifiestas como trastornos de conducta,
hiperactividad, enuresis, trastornos del aprendizaje, quejas somáticas,
desobediencia, delincuencia, fobias, irritabilidad, ansiedad de separación, bajo
rendimiento escolar, etc. Harrigton (2005) señala que las manifestaciones
somáticas están marcadas por la edad del niño y pueden agruparse según su
desarrollo evolutivo.

Según el Instituto Nacional de Salud (2009) un niño con depresión puede fingir
estar enfermo, negarse a ir a la escuela, aferrarse a un padre, o preocuparse de
que uno de sus padres pueda morir, asimismo los niños mayores pueden estar de
mal humor, meterse en problemas en la escuela, ser negativos e irritables, y sentirse
incomprendidos. Señales como esta pueden percibirse como cambios de ánimo
normales típicos de los niños mientras avanzan por las etapas del desarrollo, puede
ser difícil diagnosticar con exactitud que una persona joven padece depresión.

Para Bragado (1999) el contexto familiar en el que vive el niño juega un papel
trascendental en el desarrollo de la depresión, los factores de riesgo mas comunes
son la existencia de conflictos entre los padres y dificultades emocionales.

Investigaciones han mostrado que la depresión en la niñez a menudo persiste,


recurre, y se prolonga en la adultez especialmente si no se recibe tratamiento. La
presencia de la depresión en la niñez también tiende a predecir enfermedades más
graves en la edad adulta (Weissman, 1999)

En los niños la depresión tiene un gran impacto sobre su crecimiento y


desarrollo personal, sobre el rendimiento escolar y sus relaciones interpersonales
(Marcelli, 1998) es por ello que científicos y médicos han comenzado a considerar
seriamente el riesgo de la depresión en niños.

1.1. Características de la depresión infantil

Las características de la depresión pueden aparecer prácticamente a


cualquier edad. Aunque la depresión de un niño y la de un adolescente constituyen
el mismo trastorno, los cambios biológicos, psicológicos y sociales que ocurren con
la edad explican que la depresión presente ligeras variaciones en función de las
etapas del desarrollo infantil.

En general, durante la infancia predominan las reacciones psico-fisiológicas


y motoras como irritabilidad, rabietas, llanto o problemas de control de esfínteres,
mientras que en la adolescencia adquieren relevancia respuestas cognitivas como
el desagrado por la propia imagen corporal, ideas catastrofistas o visión pesimista
del futuro. Es decir, en las edades tempranas los niños muestran más síntomas de
carácter exteriorizado (Weiss, 1992) mientras que en la adolescencia los síntomas
tanto cognitivos como afectivos son interiorizados y se presentan con mayor
intensidad. (Del Barrio, 1997, Servera, 2002)

En la depresión infantil los niños y adolescentes pueden sentirse más


irritados que tristes.

Depresión entre los 3 y seis años: depresión afectiva

 tristeza

 llanto

 desamparo

 desesperanza

 retraimiento

 separación

 problemas relacionados con la crianza

 sueños, juegos y fantasías:

 fracaso

 dolor

 muerte

 sueños negadores

Depresión entre los 7 y 12 años: autoestima negativa y depresión de culpa

 autoestima disminuida

 baja valoración de uno mismo


 ideas equivocadas

 importancia y necesidad de ser valorado, admitido

 miedo a ser explotado, rechazado

 ideas anticipadas de fracaso y desgracia

 depresión de culpa

Más de 10 años

 después de pérdida, catástrofe, hecho aversivo continuado…

 Cuidado suicidio

 culpabilidad excesiva

 autoestima punitiva

 pensamientos pasivos-activos destrucción

 siempre disculpándose

 queriendo agradar

 si reciben refuerzo se sienten peor

2. Depresión en adolescentes:

Los cambios físicos de la niñez a adolescencia son muy rápidos e


importantes por el crecimiento y los cambios psicoemocionales también son de gran
importancia.

Durante este período de la vida hay muchas interrogantes, pocas respuestas


y desconcierto ante los cambios en general, tal hecho provoca en ciertos
adolescentes malestar emocional, como la sintomatología depresiva, que surge
como resultado del propio proceso de la adolescencia. Para Craig (2001), la
depresión durante la adolescencia ocurre junto con otros trastornos como la
ansiedad y los trastornos de conducta, en respuesta a tensiones internas y externas.
A este respecto Conger (1980), considera que la depresión en los
adolescentes suele manifestarse de una manera distinta a la que se encuentra entre
los adultos que la padecen. Los adolescentes pueden mostrarse con dificultad al
expresar abiertamente sus sentimientos, de manera que la depresión en los
adolescentes puede tomar una de las siguientes dos formas: En la primera, el
adolescente puede quejarse de una falta de sentimientos y de una sensación de
vacío, más no es que el adolescente carezca de sentimientos, sino que no puede
manejar o expresar los que ahora tiene. Un segundo tipo de depresión, se basa en
las antiguas y repetidas experiencias de derrota o fracaso, este tipo de depresión
se acentúa ante la pérdida de una relación querida, como la de los padres o la de
algún amigo.

En este mismo sentido, Musacchio (1992), destaca que el adolescente


atraviesa necesariamente por momentos en los que se siente vacío y teme esa
sensación desagradable que se reitera sin que él tenga control de esta. En
ocasiones, la sensación de vacío se liga a alguna razón conocida: la pérdida de
algún amigo, o un novio(a), la muerte de algún ser querido, un fracaso escolar, etc.
En otras ocasiones, la causa de este vacío es más subjetiva o difícil de precisar

Es importante no confundir la tristeza normal con la depresión o viceversa. Arieti


(1990), considera que hay una estrecha relación entre la tristeza, una emoción
normal, y la depresión, que es un síntoma o estado psiquiátrico. En la adolescencia
son válidos los criterios diagnósticos usados para los adultos.

3. Epidemiologia en el Perú
En los últimos 10 años las atenciones por salud mental en niños y
adolescentes han cambiado, pues se están diagnosticando depresiones en
menores de 5 años de edad, pero el pico se está presentando entre los 7 y 8
años. Scamarone (2018) refiere
Estos pequeños no lo verbalizan, pero presentan falta de energía, dificultad
para disfrutar del entorno o jugar con la mascota, así como irritabilidad o
somatización, con dolores estomacales, de cabeza etc., que no tienen causa
orgánica, pero son niños que se desmoronan fácilmente con el tema de la
tristeza. Ante estos casos, lo principal es abordarlo en la familia para que no sea
un tabú y buscar orientación, pues en el 60% de los casos se maneja y se
soluciona, pero en 30% de los casos necesita una intervención de psiquiatría
infantil con algún medicamento”
Esto puede causar ganes problemas en la curva del crecimiento, bajo
rendimiento escolar, problemas interpersonales y familiares. Así mismo, el
riesgo de suicido es mayor. (Sausa, 2018)

4. MODELOS EXPLICATIVOS
A lo largo de la historia diferentes modelos han tratado de dar explicación a
la depresión infantil. Podemos agruparlos en dos grandes bloques:
Modelo Biológico.
Modelo Psicológico.

4.1. Bases biológicas


Viendo desde el punto de vista biológico, la ciencia trata de dar como posible
explicación 3 posibles motivos:
 Por una disminución de la actividad de la serotonina (neurotransmisor
cerebral).
 Por una disfunción del sistema neuroendocrino (aumentan los niveles
de cortisol y disminuye la hormona de crecimiento).
 Por efecto de la herencia (caso de padres depresivos).

Desde el descubrimiento de la acción antidepresiva de la imipramina, por


Roland Kuhn en 1958, ha sido posible investigar las bases bioquímicas de
los trastornos depresivos. Existe un problema de neurotransmisión, con
déficit en la función neurotransmisora de la serotonina y/o las catecolaminas
noradrenalina y dopamina. El fenómeno puede estar causado por un bajo
nivel de síntesis de los neurotransmisores, un exceso de destrucción (por
los enzimas monoaminoxidasa y/o catecolamin-orto-metil-transferasa), un
exceso de recaptación por la primera neurona, una mala utilización por baja
permeabilidad de los receptores de la segunda neurona, o un déficit de
transmisión en esta segunda neurona (fallo del segundo mediador). Es
razonable pensar que todos los mecanismos citados están involucrados, ya
sea de forma primaria o secundaria.

La depresión es una enfermedad orgánica. Muchos de sus síntomas son


psíquicos, pero otros (astenia, trastornos del sueño, falta de concentración,
etc.) afectan a la esfera física. Las depresiones, todas las depresiones,
tienen un claro componente bioquímico cerebral.

Desde 1978 y a través de los trabajos de Joaquín Puig-Antich (Director


del Servicio de Investigación Clínica en Psiquiatría Infantil, Columbia
University) se comprueba que las depresiones infantiles responden a
similares parámetros biológicos que las depresiones en adultos.

El estado actual de los conocimientos induce a pensar que sea cual


sea el tipo de depresión, existe alteración bioquímica.

4.2. Bases Psicológicas


Desde el punto de vista psicológico, el Psicoanálisis cree que la
depresión se produce por la pérdida de un objeto (Spiz). El objeto puede ser
la autoestima (del yo-según Freud), o la muerte de un ser querido. Mientras
el Conductismo cree que la depresión infantil se produce por falta de
reforzamientos a través de la ausencia de refuerzos (Lazarus), deficiencia
de habilidades sociales (Lewinsohn, 1974) y acontecimientos negativos
ocurridos en la vida del niño.
Por otro lado la escuela Cognitiva refiere a la existencia de juicios negativos,
errores y distorsiones cognitivas de sí mismo, de el mundo que lo envuelve
y del futuro (Beck), experiencias de fracasos, modelos depresivos
(Bandura), indefensión aprendida (Seligman), ausencia de control (Rehm,
1977) y y atribuciones negativas.
En la actualidad más bien se admite una compleja interacción de distintos
factores tanto de carácter biológico como social que sirven de base a la
aparición de las distintas conductas normales y patológicas. Es necesario
que se dé una cierta vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que
combinadas dan lugar a la aparición de una conducta desajustada.
En el caso de la depresión infantil, los elementos que suponen una
vulnerabilidad son de naturaleza biológica, personal, social y demográfica
(Del Barrio, 1997).

4.2.1. Familia y Escuela


Asimismo siendo la familia el entorno más inmediato del niño, en sus
cuidados y atención, se basa la posibilidad de supervivencia del sujeto
humano, pero no sólo su supervivencia física, sino personal ya que el
niño desde los 0 meses hasta los 3 años, desarrolla todos los elementos
básicos con los que más tarde va a construir su vida futura: lenguaje,
afectos, hábitos, motivaciones.
El apego que la madre y el hijo se dan mutuamente es el vehículo
de una adecuada integración social y personal del niño. Los apegos
inseguros se han relacionado con todo tipo de problemas de conducta y
también con la depresión, así como un apego seguro es la meta ideal
de prevención de la aparición de depresión infantil. Así mismo la
depresión materna aparece claramente definida como uno de los
factores de riesgo asociados al desencadenamiento de una depresión
en el niño.
Más tarde también son indispensables para el normal desarrollo
emocional del niño las buenas relaciones con los padres. Una y otra vez
numerosos expertos han señalado cómo las malas relaciones con los
padres son la fuente específica de muy diversos problemas infantiles, y
también claro está de la depresión.
En relación con la familia también se ha estudiado el puesto que se
ocupa entre los hermanos. En muchas investigaciones aparece la
posición intermedia como la más vulnerable a desarrollar trastornos de
tipo emocional. Los padres deben prestar especial atención a la
construcción de una adecuada autoestima y autoeficacia en el niño, así
como incentivar en ellos la capacidad de afrontamiento, y el manejo
adecuado de la frustración, todo ello constituye la prevención primaria
de la depresión infantil.
En cuanto a la escuela, sabemos que la localización precoz de
cualquier deficiencia de aprendizaje en un niño y su pronta solución es
imprescindible para lograr una situación de progreso normal y aceptable,
eliminando así la posibilidad de trastornos afectivos que conlleven a la
aparición de depresión infantil. Muchos autores han relacionado la
depresión infantil con el rendimiento escolar, unas veces considerándolo
como causa y otras como efecto de la depresión. De hecho un niño
deprimido puede descender su rendimiento en la escuela, pero también
puede comenzar sus síntomas depresivos por un fracaso académico.
De ahí radica la importancia de una buena evaluación y seguimiento por
parte del maestro para detectar estos cambios en el alumno.
Referencias

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2007.Recuperado de: htt//www.fiesterra.com/giuas2/depresion

Arieti, S. (1990). Psicoterapia de la depresión. México: Paidós.

Craig, G. (2001). Desarrollo Psicológico. México: Pearson Educación.

Conger, J. (1980). Adolescencia: generación presionada. México: Harper & Row


Latinoamericana, S.A. de C.V.

Del Barrio V. (2002). Primera adaptación del CDI-S a población española. Acción
Psicológica ; 1 (3) 263-72

Harrington, J. Y Hassan, J. (2005). Depression in girls during latency. Br. J. Med.


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Kaslow, N. J., Borden, K. A., Collins, F. L., Forrest, L., Illfelder-Kaye, J.,Nelson, P.
D., et al. (2004). Competencies Conference: Future directionsin education and
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Marcelli D. (1992). Adolescencia y depresión: un abordaje multifocal. Barcelona:


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Méndez, F. (2002). El Niño que no sonríe. Madrid: Pirámide.

Ministerio de Salud de Chile [MINSAL]. (2004). Estudio y evaluación atención


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MINSAL: http://www.minsal.cl.

Musacchio, A. (1992). Drogadicción. Argentina: Paidós


Sausa, M. (2018). Menores ocupan el 70% de atenciones en salud mental
[INFOGRAFÍA]. Peru21. Recuperado de https://peru21.pe/peru/cifras-salud-mental-
peru-menores-ocupan-70-atenciones-infografia-394376

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