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Las políticas públicas industriales en el período 2003-2011

Políticas sectoriales y desarrollo industrial1

Mgter. Jorge S. Zappino2


Walter Ciani**

Introducción

La política pública industrial es, sin dudas, una herramienta insoslayable para el desarrollo
económico e inclusivo de un país. En los últimos 25 años del siglo XX, de claro predominio
neoliberal, el pueblo argentino asistió al triste espectáculo mediante el cual dicha herramienta fue
desprestigiada y abandonada. Desde el FMI y el Banco Mundial se planteaba que la dicha política
sólo fomentaba prácticas corruptas y que el mercado era el único camino para una asignación
eficiente de los recursos.

La política pública industrial puede ser vista desde dos enfoques: a) como una respuesta a las
fallas de mercado y b) como una visión donde no busca compensar distorsiones sino generar y
estimular determinados sectores para alterar y moldear una nueva estructura productiva. En el
primer caso, la intervención busca resolver, por ejemplo, las dificultades de acceso al crédito para
las PyME, la falta de mano de obra calificada, etc. En el segundo caso, la intervención pasa por la
inexistencia de determinados mercados y la acción directa del Estado para generarlos o
promoverlos.

Desde la segunda perspectiva, que es la que adoptamos en el presente trabajo, la política pública
industrial se asume como una pieza imprescindible para pensar un modelo de país inclusivo. Y
para esto, la mirada tiene que ir mucho más allá de la supuesta racionalidad del mercado. Se trata
de encauzar políticas de desarrollo industrial que coadyuven a generar empleos con salarios
dignos, promuevan el desarrollo y la integración regional, profundicen la innovación tecnológica
necesaria para la agregación continua de valor y generen una distribución del ingreso más justa.

Las experiencias internacionales más exitosas muestran que el camino al desarrollo es opuesto al
que la Argentina adoptó desde 1976 hasta 2003. Como ejemplo, podemos referirnos a las
recientes experiencias de las economías del este asiático. En los años cincuenta, Corea producía
unos pocos productos primarios y era una economía sumamente atrasada. Unas décadas más
tarde, es una nación que alcanzó un altísimo desarrollo tecnológico y una integración al mercado

1
Trabajo realizado en el marco de la Dirección de Investigaciones del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP),
Secretaría de Gabinete, Jefatura de Gabinete de Ministros.
2
Lic. en Ciencia Política (FSOC-UBA), Magister en Historia Económica y de las Políticas Económicas (FCE-UBA).
** Asistente Técnico de Investigación (INAP). Estudiante de la Lic. en Gestión de Políticas Públicas (UNTREF).
mundial a través de su complejo exportador. Los resultados pueden verse en la mejora en el
bienestar de la población y en una distribución del ingreso mucho más equitativa.

A comienzos de la década del setenta, el PBI per cápita de la Argentina era cuatro veces más alto
que el de Corea, a partir de entonces el contraste es notorio: el PBI per cápita argentino se
estancó, gracias a las recetas neoliberales y los experimentos monetaristas iniciados en 1976,
mientras que el coreano prosiguió su crecimiento. En el año 1989, Corea alcanzó el mismo nivel
que la Argentina y en la actualidad lo supera en casi un 60%. Esto se explica de manera muy
simple: el predominio de la ideología neoliberal, una verdadera máquina de destrucción masiva de
industrias, empleos y educación.

Primera Parte. El desmantelamiento de un país en crecimiento: la industria argentina antes


y después de 1976

El sector industrial argentino de la segunda mitad del siglo XX

A partir de la dictadura cívico militar iniciada en 1976 se produjo la ruptura del proceso de
industrialización sustitutiva que había comenzado en la segunda y tercera década del siglo XX en
la Argentina. Para comprender este desmantelamiento de la industria, hay que remontarse a los
treinta años anteriores a aquella funesta fecha (1946-1976). MODIFICADO

La industria nacional llegó a 1976 en las mejores condiciones de su historia. Esta situación se
sustentaba en los siguientes hechos: a) acumulaba varias décadas de crecimiento continuo, sólo
interrumpida por crisis coyunturales, b) se encontraba en un proceso de expansión que la había
llevado hacia 1974 al uso total de su capacidad instalada, c) se lanzaban nuevos proyectos de
expansión de las ramas básicas y d) las exportaciones de productos manufacturados habían
alcanzado su nivel más elevado hacia 1974.

El modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) fue implantado como único
recurso eficaz en respuesta a la aguda crisis económica internacional de los años treinta. Sin
embargo, fue a partir de 1946, y frente a la reaparición de la oferta extranjera de bienes y
capitales, cuando el primer gobierno peronista otorgó una mayor protección industrial, confiriendo
a este sector una política de desarrollo a largo plazo.

Durante su primera fase de aplicación, 1946-1959 (1959 ESTA BIEN, PORQUE AUN EN 1958
SEGUIA EN PIE EL PROYECTO DESARROLLISTA DE FRONDIZI. RECIEN A FINES DE 1959,
FRONDIZI PONE A ALSOGARAY Y DEJA DE LADO EL PROYECTO.) 1958? dicho modelo
funcionó de acuerdo a las variaciones en los precios. La imposición por parte del Estado de
aranceles proteccionistas permitió a las empresas absorber, sin perder rentabilidad, los mayores
costos laborales. En este contexto, primaron las políticas de inversión, gasto público y consumo
asalariado para atraer la demanda de bienes industriales.

Por otra parte, la segunda fase, entre los años 1959-1975, fue más expansiva pero altamente
inestable. El modelo se configuró sin reservas de mano de obra y con un movimiento obrero
fuertemente organizado, situación que sólo pudo ser contenida mediante diversos acuerdos
políticos con los sindicatos y las centrales obreras, inflación y regulación autoritaria. Pese a esto,
la crisis de los años setenta no pudo ser contenida. (MODIFICADO) Según Canitrot, dicha crisis
presentó dos etapas: la primera, iniciada a mediados de 1969, correspondió a la progresiva
disolución del sistema autoritario-militar y se caracterizó, en lo económico, por el descenso del
ritmo de crecimiento y el ascenso de la tasa de inflación. En la segunda etapa, comenzada en
1973 con el peronismo en el poder, se intentó repetir, sobre bases políticas endebles, un acuerdo
de precios y salarios que finalizó en un proceso inflacionario galopante (Canitrot, 1980, pp. 14-15).

Si bien la industria argentina entró en crisis entre 1975-1976, ya en los años anteriores en sus
más óptimas condiciones podían verse importantes componentes negativos en cuanto a sus
limitaciones. (MODIFICADO) Las principales debilidades o insuficiencias se encontraban en
aquellos sectores destinados a la producción de insumos industriales y de bienes de capital,
escenario que conducía a dos problemas: por un lado, se hacía necesario importar dichos
insumos, que afectar la balanza comercial producían inestabilidades perjudiciales en las etapas de
expansión. Por otro, se evidenciaba una importante falta de desarrollo en el propio proceso de
creación de tecnología, que excluía cada vez más a las industrias locales de la frontera productiva
de los países desarrollados, provocando con ello efectos comparativamente escasos en la
evolución de la productividad.

En este sentido, Diamand observó que cada ciclo tenía un momento de auge y uno momento de
caída. La explicación habitual era la insuficiencia del poder político para llevar adelante un
programa económico exitoso. Diamand discutió esta idea y argumentó que el error se encontraba
en que el país tenía una estructura productiva desequilibrada, conformada por un sector
agropecuario con alta productividad, que producía a precios internacionales y exportaba; y un
sector industrial con una productividad más baja, cuyos precios superaban a los del mercado
mundial y, también, eran elevados para el mercado interno. En este aspecto, Diamand señaló que
en las economías con baja productividad industrial (como Argentina), el tipo de cambio actuaba
como un nivelador que permitía competir en el mercado mundial (al costo de salarios más bajos).
El tipo de cambio era fijado en función de los precios de la producción agropecuaria, que era,
además, el sector que proveía las divisas para importar los bienes de capital. De esta manera, a
los ojos del establishment, la industria era ineficiente y tendía a generar sucesivas crisis en el
sector externo. La estructura productiva desequilibrada, entonces, se caracterizaba por una
divergencia crónica entre el consumo de divisas y su generación (Diamand, 1972, pp. 1-2).
Esta situación, además, se vio agravada por la particularidad de que en la economía argentina los
bienes exportables son bienes-salario. Es decir, la canasta de consumo masivo estaba
conformada básicamente por bienes de exportación, con lo cual el aumento en la capacidad de
consumo interno generaba un menor excedente exportable, al tiempo que se estancaba la
producción agropecuaria. (se quiere afirmar que aún hoy la exportaciones argentinas coinciden
con los bienes-salario? O solo se refiere al pasado? Unificar tiempos verbales en función de ello.
(MODIFICADO)

La industrialización, producto de ese modelo de acumulación, constituyó el propósito común y


permanente de las políticas económicas, siendo la protección arancelaria, la promoción industrial
y el crédito subsidiado los principales instrumentos de políticas para dicho fin. De esta manera,
durante esos años se generó un mecanismo de transferencia de recursos hacia el sector
industrial. Basta decir, para finalizar, que entre 1955 y 1976, la participación del sector industrial en
el Producto Bruto Interno fluctuó entre un mínimo del 29% al inicio del período y un máximo del
36% hacia 1974, con caídas no muy pronunciadas en 1960 y 1963.

La dictadura cívico militar y el cambio de modelo económico 1976-1983

Con la puesta en marcha del plan económico de Martínez de Hoz en abril de 1976, el modelo
descripto fue abortado y reemplazado por un esquema de acumulación al que se denomina de
valorización financiera. Esta reconfiguración trajo consigo profundas modificaciones de la situación
imperante en la Argentina hasta ese momento3.

El nuevo patrón de acumulación trajo aparejada una crisis y una reestructuración de la producción
industrial inéditas en la historia. En resumen, podemos decir que los establecimientos industriales
disminuyeron casi el 30% -más de 35 mil plantas industriales- y la ocupación se redujo más de un
tercio -más de 500 mil obreros- (Lozano, 2005, p.1).

Una vez puesto en práctica el plan económico de Martínez de Hoz, la actividad industrial comenzó
a soportar los aspectos más duros del nuevo esquema. En efecto, se modificó abruptamente el
marco al que se ajustaba la producción, desmantelándose el Estado benefactor mediante la
política de dejar sin efecto las regulaciones y subsidios.

El programa económico produjo una reversión completa de las políticas implementadas en el


período de la ISI, anulando los instrumentos utilizados por este modelo y proponiéndose como
objetivos la apertura de la economía, la libre operación de los mercados de capitales, la
desregulación de los diferentes mercados y un proceso de privatizaciones periféricas.

Se pueden reconocer dos etapas de la política industrial durante el gobierno militar: la primera,
entre 1976 y fines de 1978, la segunda desde 1978 hasta el fin de la dictadura. La primera etapa
3
El desarrollo del nuevo patrón de acumulación fue posible debido a una nueva relación entre el capital y el trabajo junto a un
replanteo de la situación dentro de la propia esfera del capital. Ambos traen como consecuencia un escenario social caracterizado por
una profunda desigualdad.
apuntó al ´sinceramiento de la economía´ mediante la reducción de los aranceles de importación.
La segunda etapa puso en práctica la apertura externa tanto de bienes industrializados como de
capitales, lo que ocasionó una cruda contracción de la producción y una merma en los salarios,
todo ello enmarcado en la gradual eliminación de la vigencia de exportaciones subvencionadas y
el desarrollo de crecientes importaciones4.

La estrategia arancelaria provocó la apertura del mercado local a la competencia de bienes


importados. Las reducciones tarifarias fueron efectuadas a fin de eliminar la que se decía era una
protección excesiva implícita. (MODIFICADO) Para diciembre de 1978, estas disposiciones dieron
lugar a un nuevo programa de reducción arancelaria gradual y progresiva, previsto de tal manera,
que en un plazo no mayor a seis años, la industria argentina debía quedar completamente abierta
a la competencia internacional.

Finalmente, para 1980, el equipo económico extendió las disposiciones hasta llegar a la reducción
de los gravámenes extra arancelarios, de manera tal que la economía argentina se aseguraba una
efectiva apertura del mercado interno a la competencia exterior, transmitiendo de este modo, un
claro mensaje a la industria, la cual debía ser desmantelada de toda estructura posible de
resguardo para su producción local. (MODIFICADO)

Los resultados de estas políticas económicas y arancelarias pudieron advertirse en aquellas


ramas integradas por empresas pequeñas y medianas con grandes innovaciones tecnológicas
que operaban en mercados altamente competitivos y con innovaciones tecnológicas
(MODIFICADO)-como la electrónica de consumo- fueron casi destruidas por los productos
importados (Schvarzer, 1986, p.92).

De acuerdo a Gerchunoff y Llach, las importaciones, estimuladas por el retraso del dólar y por la
apertura, representaron una competencia que para muchas ramas manufactureras resultó
perjudicial y, además, provocaron un fuerte déficit de comercio. De esta manera, entre los años
1974 y 1980 la industria redujo entre 3 y 4 puntos su participación en el PBI (Gerchunoff y Llach,
1998, pp.371-373).

Otra línea de acción fue la implementación de una serie de proyectos de promoción industrial
emergentes del gobierno peronista. Estos proyectos gestados durante el período 1973-1976 y
convalidados posteriormente por el gobierno militar, eran planes centrados en la industria básica,
como ser proveedores de insumos intermedios para el mercado interno, y que en su mayoría
demandaban inversiones masivas en capital, difíciles de obtener sin un considerable apoyo del
Estado. Cabe aclarar, que gran parte de estos proyectos no fueron siquiera contemplados y
mucho menos realizados5. Formalmente, la promoción industrial de la dictadura militar comenzó el
27 de julio de 1977 cuando se dictó la Ley 21608, que fortalecía la participación de empresas

4
Las crecientes importaciones, como en el período anterior, provocaban que los cuellos de botella externos se reavivaran con más
frecuencia.
5
Como son los casos de la Petroquímica Bahía Blanca inconclusa desde 1985, Celulosa Puerto Piray o Álcalis de la Patagonia.
privadas. Promovió, especialmente, la producción de bienes intermedios de uso difundido como
papel, aluminio, acero, petroquímica, etc., incluyendo un paquete de beneficios referidos a
exención, reducción, suspensión o diferimiento de impuestos, amortización acelerada de activos
fijos, privilegios o contracciones de derechos de importación y eventuales regulaciones
cuantitativas temporarias a las importaciones. Asimismo, permitió eliminar cualquier diferencia
existente entre las empresas nacionales y extranjeras, confiriendo a ambas igual derecho a la
promoción. Por otra parte, anuló la posibilidad de otorgar créditos a las empresas promocionadas,
en consonancia con las propuestas de reestructuración del régimen financiero local6.

En 1979, la legislación se amplió a través del otorgamiento de subsidios para la radicación de


actividades industriales en la provincia de La Rioja; posteriormente se incluyeron a San Luis,
Catamarca y San Juan. Esta nueva normativa tuvo como objetivo tratar de desplazar las
actividades de los polos industriales tradicionales (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) hacia nuevas
zonas.

Ambas disposiciones de promoción industrial fueron llevadas a cabo mediante el estrecho lazo
que existía entre el Estado y los grupos económicos, siempre en torno al llamado ´compre
nacional´ y de precios especiales sobre aquellos bienes y servicios provistos por las empresas
públicas. Conjuntamente, dichos grupos recibían concesiones para operar servicios en beneficio
del desarrollo social7. MODIFICADO

De esta manera, las decisiones económicas fueron entretejiendo una difícil situación para los
sectores urbanos, en especial para la pequeña industria, pues los establecimientos fabriles se
vieron privados de sus recursos y fueron sometidos a la creciente competencia de los artículos
importados, con lo cual transitaron el camino hacia su paralización, el despido de personal y el
cierre de numerosas plantas. Así, el conjunto de la actividad industrial atravesó una severa
depresión.

Mientras tanto, y con el objetivo de alcanzar la ansiada competitividad, el gobierno apostó a captar
nuevas inversiones extranjeras a las que -desde la legislación aprobada entre 1976 y 1977-
concedía mayores beneficios fiscales y condiciones favorables para la repatriación de divisas8.

Un párrafo aparte merece la sanción de la Ley de Entidades Financieras. Durante la


industrialización sustitutiva una de las funciones principales del Banco Central era regular el
sistema financiero, lo cual implicaba, entre otras cosas, regular la tasa de interés de la economía.
6
De acuerdo con esta ley, el monto de inversión de los proyectos aprobados entre los años 1978-1980 suma 1288 millones de
dólares. Los proyectos que mayor cantidad de dinero recibieron (580 millones de dólares) nunca se llevaron a cabo.
7
Se puede citar, por ejemplo, la creación de la terminal de ómnibus de la Ciudad de Buenos Aires, efectuada a través del grupo
Pescarmona o bien la recolección de residuos a cargo del grupo Macri.
8
Se trata de la Ley 21382 de Inversiones Extranjeras y la Ley 21526 de Entidades Financieras dictadas en 1976 y 1977
respectivamente. La primera otorga los mismos derechos a una empresa extranjera que a una nacional. No impone casi ningún límite
sectorial a la propiedad extranjera. Les permite transferir utilidades, dividendos e incluso el capital en cualquier momento y casi sin
restricciones, abre el acceso al crédito interno, consagra una ficticia independencia jurídica entre la casa matriz y su sucursal en la
Argentina, que le permite desentenderse en caso de problemas, entre otras. MODIFICADO Con esta ley, la dictadura reemplazó la
de radicaciones extranjeras de 1973 (Ley 20557). Desde 1979 se libera a las entidades bancarias y financieras de la obligación de
mantener una reserva mínima del 20% sobre sus fondos del exterior.
La reforma financiera introducida por la dictadura militar implicó la desregulación del sistema
financiero y, por lo tanto, la liberalización de la tasa de interés. De esta manera, la tasa de interés
de la economía pasó a ser fijada por el mercado. La aplicación de esta ley a partir de 1977
significó una desvinculación definitiva de la producción con el crédito para el desarrollo. En otras
palabras, en la etapa de la ISI la valoración de la industrialización era sinónimo de desarrollo
económico. Una característica representativa sobre esta concepción industrialista era la
desconfianza otorgada al mercado de capitales como instrumento eficiente para el crecimiento
económico de un país. De esta manera, las políticas económicas proveían un esquema de
financiamiento subsidiado de la industria a través de la intervención y regulación del Estado en las
relaciones de precios, impuestos y gastos.

Por otro lado, la reforma prohibía al Banco Central financiar los déficits públicos como sucedía
durante la industrialización sustitutiva. De esta manera, el déficit del Estado empezó a ser
financiado en gran parte en el mercado financiero local. Este resultado, junto con la liberalización
de la tasa de interés, produjo que la misma comenzara a subir, incluso estableciéndose por
encima de la tasa de interés internacional.

Este proceso se unió con otra política a medida: la liberalización de la cuenta de capital de la
balanza de pagos, que permitió al sector privado, específicamente los grandes grupos económicos
pedir prestado dinero en el extranjero y fugarlo libremente.

Todas estas modificaciones posibilitaron que el capital concentrado interno se endeudara en el


exterior a una tasa de interés relativamente más baja para colocarla en el sistema financiero local
a una tasa de interés más elevada, es decir, valorizaban financieramente en el mercado interno la
masa de dinero que pedían prestada en el exterior. De esta manera, comenzó a generarse el gran
incremento de la deuda externa privada argentina, motorizada por el capital concentrado interno.

Esta reforma afectó la toma de decisiones en materia de inversión sobre los bienes de capital y
sobre la creación e incorporación de innovaciones tecnológicas. En esta estrategia, la valorización
financiera fue más importante que la producción, en tanto los activos fijos comenzaron a funcionar
como garantía para tomar nuevos créditos, que luego se destinarían a la especulación y no al
desarrollo de la capacidad productiva. En función de este juego especulativo, las industrias se
compraban y vendían reiteradas veces.

Este cuadro desalentador terminó de concretarse a lo largo de 1978, cuando se procedió a


implementar el enfoque monetario de balanza de pagos y se diagramó la llamada ´tablita´
cambiaria9, delineándose a partir de allí un nuevo cronograma de rebajas en los aranceles. El
objetivo de estos mecanismos fue restringir el incremento de los precios, exponiendo de esta
manera a la producción local a la competencia de las importaciones.
9
Tras un fuerte ingreso de capitales registrado en 1979 por las altas tasas internas que permitían una ganancia en dólares del 50%
anual, comenzó a generarse una espiral de desconfianza en torno al esquema de la ´tablita´ cambiaria. La ´tablita´ se basaba en la
fijación anticipada del tipo de cambio, con un cronograma de devaluaciones decrecientes que debían converger con la tasa
inflacionaria en un período de ocho meses y que, al fracasar, disparó una fuerte fuga de divisas a medida que el atraso cambiario se
ampliaba.
Al mismo tiempo, se restringían las dimensiones de la industria, se concentraba la propiedad
industrial en manos de grupos económicos y empresas transnacionales diversificadas.

Como ilustración de lo dicho, en las siguientes tablas se puede observar la evolución de las
principales variables de la industria manufacturera durante esos años.

Gráfico 1

Evolución del PBI total e industrial y participación de la industria en el PBI total, 1974-1983

Fuente: elaboración propia sobre la base de información del BCRA

En el gráfico 1 se advierte que el PBI industrial cayó en forma pronunciada, lo mismo que su peso
relativo en el PBI total (pasó del 26,9% del PBI global al 23,8%). Estas cifras confirman que en
este período la industria dejó de ser el núcleo dinamizador de la actividad económica, siendo
desplazada por un modelo basado en las actividades financieras y especulativas. MODIFICADO

Por otro lado, vale aclarar que no todas las ramas industriales evolucionaron de la misma manera.
En la tabla 1 se observa que mientras los rubros textil, confecciones y cueros, y madera y muebles
tuvieron caídas del 32,8% y 41% respectivamente, la rama de maquinaria y equipo se contrajo
más del 25%. En este sentido, la industria de bienes de capital, que en 1974 explicaba casi el 30%
del PB industrial, redujo su participación a poco más del 25% en 1983. De la misma manera, otros
rubros como el de alimentos, bebidas y tabaco registraron caídas muy fuertes debido a la pérdida
de demanda interna. La contracción de la actividad de la construcción (-37,3%), principal
demandante de la industria cementera, arrastró al complejo en su conjunto.

Por el contrario, solamente los sectores de productos químicos y las industrias metálicas básicas
revelaron un crecimiento modesto al cabo del período. Esto fue consecuencia de la maduración de
grandes proyectos de inversión, concretados al amparo de la promoción industrial, en su mayoría
formulados en los últimos años de la fase de crecimiento ininterrumpido 1964-197410.

Otra dimensión analítica es la relación entre tales medidas y el intercambio comercial de


manufacturas con el exterior. MODIFICADO La apertura de las importaciones y las
modificaciones en el tipo de cambio de las mismas produjeron transformaciones sustantivas en el
comercio exterior de los productos industriales. En este sentido, en 1976 el intercambio comercial
de manufacturas producía un superávit cercano a los 900 millones de dólares corrientes. Cinco
años después, en 1980, registró un déficit superior a los 2.500 millones de dólares, mientras que
en el último año de la serie (1981) se verificó un desbalance comercial próximo a los 300 millones
de dólares. La consecuencia fue que las compras/ importaciones? MODIFICADO dejaron de
responder, como en el período anterior cual?, MODIFICADO a los requerimientos de insumos
intermedios y bienes de capital. En la tabla 2 pueden apreciarse estos cambios: la participación de
los bienes intermedios pasó del 63,4% en 1976 a menos de la mitad en 1981. En cambio, los
bienes de consumo pasaron de representar apenas el 2,2% a cerca del 20%. Por su parte, la
importación de bienes de capital incrementó su participación en casi 5%.

Tabla 1

PBI industrial según grandes divisiones, 1974-1983 (en Australes a precios de 1970 y
porcentajes)

Años Evolución
Rubro 1974 1976 1981 1983 1974-1983
Alimentos, bebidas y tabaco 520,2 521,0 514,8 491,5 -5,5
Textiles, confecciones y cuero 325,5 293,7 196,5 218,8 -32,8
Madera y muebles 53,4 40,0 38,8 31,5 -41,0
Papel, imprenta y
publicaciones 141,5 124,8 100,2 113,1 -20,1
Productos químicos 334,3 344,5 338,0 367,8 10,0
Minerales no metálicos 132,0 129,8 109,5 111,0 -15,9
Industrias metálicas básicas 134,9 117,0 119,1 142,5 5,6
Maquinaria y equipos 732,5 672,7 516,1 544,2 -25,7
Otras manufacturas 176,2 166,4 143,3 149,8 -15,0
-140,3
Total 2.550,5 2.409,9 2.076,3 2.170,2 MODIFICADO
Fuente: elaboración propia sobre la base de información del BCRA

10
Son los casos de Indupa, Polisur, Petropol, Petroquímica Bahía Blanca, Aluar, Dálmine-Siderca y Acindar.
En el mismo sentido, las exportaciones de productos industriales no tradicionales mostraron una
expansión en el período estudiado. La importancia de los bienes de capital durante el período de
la ISI se revirtió fuertemente. MODIFICADO En la tabla 3 pueden apreciarse los datos que
acompañan lo que venimos diciendo: la pérdida de participación superior al 25% del rubro
maquinarias y equipos en el total de exportaciones industriales no tradicionales muestra la
intensidad del proceso de desindustrialización. El coeficiente de exportación de este rubro se
contrajo del 5,8% en 1976 al 4,3% en 1981.

Los capitales oligopólicos canalizaron sus excedentes hacia el mercado mundial. Esto explica que
las exportaciones de metales no ferrosos se incrementaran entre 1976 y 1981 de 5 millones de
dólares a más de 130 millones (el coeficiente exportador pasó del 1,6% al 21,2%), y que las
siderúrgicas hicieran lo propio de 117,3 a 290,4 millones de dólares respectivamente (casi
duplicando el coeficiente de exportaciones del 4% al 7,2%), al tiempo que las ventas al exterior de
productos químicos y petroquímicos se elevaron de 139,6 a 386 millones de dólares
respectivamente.

Tabla 2

Composición de las importaciones según el tipo de bien, 1976-1981

Bienes Bienes
Bienes de de
Año Total Intermedios Combustibles consumo Capital
1976 100,0 63,3 17,9 2,2 16,6
1977 100,0 53,5 16,5 3,3 26,7
1978 100,0 53,3 12,6 5,5 28,6
1979 100,0 49,5 16,6 10,5 23,4
1980 100,0 49,3 10,4 17,6 22,7
1981 100,0 49,1 11,9 17,1 21,9
Fuente: elaboración propia sobre la base de información del INDEC

En el marco del proyecto político de la dictadura, la apertura económica permitía una mayor
especialización en la eficiencia MODIFICADO y aprovechar las ventajas de la moderna división
internacional del trabajo. De allí que otro de los legados del programa económico haya sido una
marcada reprimarización del tejido productivo-exportador.
Tabla 3

Participación de las exportaciones industriales en el total y de las principales ramas


industriales en el total de las exportaciones fabriles no tradicionales, 1976-1981

Participación en exportaciones industriales no tradicionales


Alimentos Hierro Metales Maquinaria
Industria en y y no y
Export.
Año Totales bebidas Químicos Combustibles acero ferrosos equipo Resto
1976 23,6 7,6 15,1 2,1 12,7 0,5 45,9 16,1
1977 23,0 9,1 12,7 2,1 8,1 0,8 38,8 28,4
1978 25,1 9,4 12,9 3,3 15,7 1,4 34,3 23,0
1979 22,4 10,7 14,4 2,8 12,6 3,1 31,9 24,5
1980 26,6 9,0 17,5 13,1 7,4 6,0 27,4 19,5
1981 25,6 6,2 16,5 26,4 12,4 5,6 20,4 12,6
Fuente: elaboración propia sobre la base de información del INDEC

Por último, en la tabla 4 se pueden apreciar los indicadores del comportamiento sectorial entre
1974 y 1983. El volumen físico de la producción (VFP) industrial se contrajo aproximadamente el
10%, declinación acentuada en el período 1979-1982, cuando descendió casi al 19%. Con
respecto a la ocupación, la cantidad de obreros industriales ocupados se redujo en más de una
tercera parte entre 1976 y 1982, tendencia que se revirtió ligeramente en 1983 en respuesta a la
recuperación en la producción EL DATO ESTA REFLEJADO EN EL CUADRO, EN LA ULTIMA
FILA) y el proceso eleccionario. En el mismo sentido, la productividad promedio de la mano de
obra tuvo un crecimiento significativo, tanto referida a obreros ocupados (37,6%) como en función
de las horas trabajadas (29,9%).

Para finalizar, es importante destacar dos cuestiones fundamentales. Por un lado, este nuevo
modelo económico fue impuesto por la dictadura militar a través del terrorismo de Estado, que
implicó la desarticulación de todo tipo de oposición popular. Por otro lado, este modelo rentístico -
financiero fue legitimado y profundizado, en concordancia con las recomendaciones del Fondo
Monetario Internacional, por los sucesivos gobiernos democráticos entre 1983 y 2003.
Tabla 4

Indicadores de la industria manufacturera (1974=100)

Volumen Horas- Horas Productividad


físico de Obreros Productividad obrero Productividad trabajadas Salario Costo / costo
Año producción ocupados del trabajo trabajadas horaria por obrero real salarial salarial
I II III = I / II IV V = I / IV VI = IV / II VII VIII IX = III / VII
197
4 100 100 100 100 100 100 100 100 100
197
5 96,5 103,8 92,9 101,3 95,3 97,6 96,6 88,5 104,9
197
6 93,6 100,4 92,3 99,5 94,1 99,1 65,0 57,0 163,7
197
7 98,9 94,3 105 98,9 100 104,9 64,1 62,8 167,2
197
8 88,1 85,1 103,5 88,6 99,4 104,1 63,2 66,4 155,8
197
9 102 83,3 122,5 89,7 113,7 107,7 72,2 77,7 157,6
198
0 99.7 76,8 129,7 81,9 121,7 106,6 80,4 96,2 134,9
198
1 83,8 67,2 124,7 68,8 121,8 102,4 72,2 83,2 149,8
198
2 83,0 63,6 130,6 66,1 125,6 103,9 65,9 61,5 212,4
198
3 90,4 65,7 137,6 69,6 129,9 105,9 82,7 81,4 169,0
Fuente: INDEC

En otras palabras, a partir de 1976 se generó un corte en la historia argentina que llevó a cambios
políticos, económicos y sociales. En particular, las políticas económicas implementadas por la
dictadura militar provocaron una transformación radical del esquema de funcionamiento de la
economía argentina vigente desde la primera mitad del siglo XX.

El resultado fue un fuerte proceso de desindustrialización de la economía argentina. El plan


impulsado por Martínez de Hoz fue un proyecto antipopular, excluyente, regresivo y represivo, el
cual apuntó a lograr una atomización social generalizada mediante el empleo de una profunda
reestructuración productiva y una modificación en la anterior organización de relaciones
económicas y políticas. Dicho plan tuvo como principal objetivo abandonar definitivamente
cualquier orientación industrialista vigente en el país desde 1930. Este plan sería retomado en la
década de los años noventa, profundizado y ‘mejorado’, tal como veremos en la segunda parte.

Segunda parte. ´Mejorando´ a Martínez de Hoz.

Convertibilidad y desindustrialización en los años 90

Los años noventa se transformaron en una etapa trascendente en relación con el


desenvolvimiento económico y social de la Argentina. En efecto, en el transcurso de esa década la
economía atravesó un proceso de profundas transformaciones estructurales, en el que se
retomaron y profundizaron gran parte de las estrategias llevadas a cabo por la última dictadura
militar (en especial, aquellas vinculadas al ´disciplinamiento´ de los sectores populares y de ciertas
fracciones empresarias). Tales transformaciones trajeron consigo el afianzamiento de las
principales gestiones que se impusieron como modelos distintivos del régimen de acumulación
que se fue configurando en el país, como vimos en la primera parte, a partir de la segunda mitad
del decenio de los setenta (concentración económica, centralización del capital, predominio de la
valorización financiera, distribución regresiva del ingreso y fragmentación social).

A partir de allí tiene lugar el desarrollo de una etapa que ha sido caracterizada como de virtual
desaparición del Estado, preeminentemente en la esfera económica, resultado de decisiones
políticas que imponían el retiro de los poderes públicos de numerosas áreas vitales. De esta
manera, a través de diversos planes se procuró salir de la hiperinflación y la recesión,
privilegiando el cumplimiento con los acreedores externos, los bancos y los grandes grupos
económicos nacionales.

A partir de esas decisiones, el Gobierno menemista abandonó pronto sus promesas electorales de
´salariazo´ y de ´revolución productiva´, puso en marcha un programa económico de corte liberal
mediante el cual se transfirieron los activos públicos a grandes empresas nacionales y
transnacionales, aceptando las recomendaciones del FMI y el Banco Mundial. El plan consistió en
la reducción sustancial del gasto público con el objeto de desarticular los mecanismos del Estado
benefactor utilizados para intervenir en la vida económica. Este recorte significó un deterioro en la
calidad de servicios que brindaba el Estado, generando en los usuarios un consenso que apoyara
las privatizaciones. Cabe señalar que las primeras privatizaciones fueron las de los canales de
televisión, que luego cumplieron un rol fundamental en el afianzamiento de la ideas privatizadoras;
desde los medios de comunicación fueron innumerables los programas y los artículos en los que
diversas personalidades condenaban al Estado por su ineficiencia, justificando la necesidad de
una apertura económica que desarmara toda la protección estatal acumulada durante décadas.
Cronológicamente se sucedieron tres planes económicos, el primero fue el denominado Plan
Bunge & Born implementado por funcionarios de la empresa del mismo nombre y llevado a cabo
primero por Miguel Ángel Roig y luego por Néstor Rapanelli como ministros de Economía. El
objetivo de este plan fue estabilizar la economía para acabar con la inflación mediante un fuerte
control de precios y cierre a las importaciones; el plan fracasó, la inflación no se detuvo y le
sucedió una profunda recesión.

Luego de la renuncia de Rapanelli en 1990, asumió como ministro Antonio Erman González quien
lanzó un plan denominado Erman I, caracterizado por una liberalización de precios que generó
nuevos brotes inflacionarios. Con un nuevo golpe de timón, González modificó su plan
estableciendo condiciones para los encajes bancarios.

Esta medida agravó la recesión y generó una caída de las importaciones, lo que permitió alcanzar
el superávit comercial. Gracias al superávit, el dólar se estabilizó y se incrementaron las reservas
mediante el aumento de la presión tributaria y la baja de la inflación. En esos años, y producto de
las condiciones mencionadas anteriormente, se logró un superávit fiscal que permitió afrontar
compromisos de deuda. Sin embargo, la recesión impidió que el beneficio se mantenga durante
mucho tiempo, obligando a recurrir a un nuevo ajuste fiscal. Estos planes fueron la simiente del
Plan de Convertibilidad.

En 1991 ante la renuncia de González es designado Domingo Cavallo, quien puso en marcha el
denominado Plan de Convertibilidad. El Plan, encuadrado en una versión fuerte del
neoliberalismo, pretendía asegurar el libre juego del mercado y de la competencia y tenía como
objetivo principal liberalizar la economía. Además, apuntaba a desmontar la participación del
Estado e instrumentar un gran recorte en las funciones del poder público, que era visto como la
principal fuente de inestabilidad económica. De igual modo, se apuntó a minimizar la inflación,
profundizar la reforma estructural y las privatizaciones, impedir la emisión monetaria sin respaldo,
favorecer la importación, equilibrar las cuentas fiscales reduciendo el gasto público y flexibilizar el
mercado laboral.

Con la implementación del Plan de Convertibilidad, la industria argentina sufrió una marcada
reestructuración. En el transcurso de esos años, se registraron cambios significativos en la
economía argentina, particularmente en el sector manufacturero. Como consecuencia de ello, la
industria local resultó sumamente afectada, consolidándose la tendencia a la ´desindustrialización´
(pérdida de participación de la actividad manufacturera en el PBI global) que se había iniciado con
el plan económico de Martínez de Hoz.

La competencia externa -producto de la apertura indiscriminada de las importaciones-, un


profundo cambio de los precios relativos derivado de la aplicación de la paridad uno a uno con el
dólar, las modificaciones en el sistema impositivo y en las tarifas de servicios derivaron en la
destrucción de grandes sectores del tejido productivo. La eliminación simultánea de casi todos los
mecanismos de promoción11, sumada a una elevada tasa de interés, generaron las condiciones
para la pérdida de capacidades técnicas y productivas.

El cambio de los precios relativos produjo asimetrías en la evolución de los costos, por ejemplo los
bienes y servicios no transables con el exterior y los protegidos natural o normativamente de la
competencia externa, y, por otra, los transables, con la consecuencia del deterioro de los precios
industriales respecto al de los servicios.

Esta importante reconfiguración de la estructura de precios y rentabilidades relativas de la


economía local impactó negativamente sobre la industria manufacturera en diversos sentidos. Por
un lado, tendió a desincentivar la formación de capital en el ámbito fabril, lo cual disminuyó la
capacidad de crecimiento -presente y futura- del sector y del conjunto de la economía argentina.
Por otro lado, trajo aparejado un aumento significativo en los costos empresarios. En este
contexto, la industria local resultó profundamente afectada provocando una pérdida de su
participación en el PBI global.

Al mismo tiempo se produjeron cambios en la estructura productiva en distintos frentes: algunas


ramas prácticamente desaparecieron, como la electrónica de consumo; otras se contrajeron a su
mínima expresión, como la textil, la metalúrgica y, en particular, la producción de máquinas,
herramientas y bienes de capital; unas pocas se consolidaron, sobre la base de un número
reducido de grandes plantas existentes que se habían fortalecido en el período previo, como la
siderurgia y la petroquímica; mientras que un grupo muy reducido exhibió un avance de cierta
importancia como alimentos y automotriz. Estos cambios tendieron a establecer un perfil industrial
más básico y menos integrado, lo cual volvió a la industria más dependiente de las importaciones
de equipos e insumos.

En ese período desaparecieron el 18% de los establecimientos industriales (20.000 plantas), con
la consecuente pérdida del empleo: más 350.000 trabajadores desocupados, lo que representaba
alrededor del 27% de los ocupados (Lozano, 2005, p. 6). Esto último hizo mella también en el
tamaño de los establecimientos de grandes y medianas dimensiones que se achicaron
fuertemente.

Luego de la crisis hiperinflacionaria de 1989, la industria entró en una fase de crecimiento: entre
1991 y 1994 creció al 7,8% anual. Sin embargo, tomando el período 1991-1997, el crecimiento del
PBI industrial se encuentra por debajo de los períodos de gran desarrollo fabril anterior al golpe de
Estado de 1976. Además, si se toma en cuenta el crecimiento del PBI (6,1% anual) y el PBI
industrial (5,3%) queda claro que el sector fabril pierde peso en el valor agregado total. La fase
expansiva 1991-1994 no pudo sostenerse más que cuatro años. El núcleo de este crecimiento
industrial estuvo vinculado a sectores productores de bienes no transables. Sin duda, el
crecimiento de los primeros años de la Convertibilidad se explica por la existencia de una

11
Además de la liquidación del Banco Nacional de Desarrollo, la eliminación de leyes de desgravación impositivas y las medidas de
compre nacional.
significativa capacidad ociosa. Por otro lado, el nivel de inversión en la industria entre 1990 y 1996
fue solamente del 1,6% anual -si bien superó la desinversión de la década de los ochenta- no
alcanzó los niveles de los quinquenios 1970-1975 y 1975-1980: 2,4% y 2,6% respectivamente. El
período recesivo que comenzó en 1998 despeja toda duda respecto del desempeño industrial en
la década: entre 1998 y 2001 el producto industrial cae un 18% (Bonvecchi, 2000, p.3). En el
gráfico 2 se analiza el volumen físico de producción entre los años 1993 y 2002.

Gráfico 2

Volumen físico de la producción, 1993-2002 (1997=100)

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC-Encuesta Industrial

El gráfico muestra que el VFP aumentó en los años de la Convertibilidad apenas un 5% hasta
1998, a año partir del cual -coincidiendo con el período recesivo- MODIFICADO comenzó un
descenso ininterrumpido que culmina con una caída de casi 40% con respecto al último año antes
de la recesión. Por otro lado, según se observa en el gráfico 3, la mano de obra industrial
disminuyó casi un 4% anual, lo que significó que en 1999 era un 22% menor a la registrada en
1993; para el año 2002 había caído más de un 30% respecto de 1993 disminuyendo, además, la
extensión media de la jornada laboral (HOT/OO).

Además, la productividad laboral creció más de un 30%, mientras que la productividad horaria se
elevó un 32%, para descender ambas un 20% entre los años 1999 y 2002. Este aumento puede
ser explicado por el masivo proceso de expulsión de mano de obra que tuvo lugar durante esos
años. Las horas obrero trabajadas, por su parte, disminuyeron casi al mismo ritmo que el empleo.

Por último, como muestra el gráfico 4, el salario medio industrial aumentó más del 6% a partir de
1994, para comenzar a caer y situarse en 1999 en los mismos niveles que en 1993; a partir de allí,
la recesión lo hizo caer aún más, situándose en el año 2002 cerca de un 3% por debajo del nivel
de 1993.

En lo relativo a los mecanismos de política industrial, muchos de los antiguos beneficiarios de la


promoción industrial se volcaron al negocio de las privatizaciones, al tiempo que procuraron
preservar sus rentas en el sector industrial. En términos globales, el proceso de cambio estructural
que se verificó en la distribución económica local reforzó las tendencias que el quiebre del proceso
sustitutivo trajo aparejadas, sobre todo las vinculadas a la utilización de las ventajas naturales, la
reprimarización del aparato productivo y el crecimiento de sectores ligados a los servicios públicos
y privados.

Gráfico 3

Obreros Ocupados, Horas Obrero Trabajadas, Extensión Media de la Jornada Laboral,

1993-2002 (1997=100)

Nota: Obreros Ocupados (OO), Horas Obrero Trabajadas (HOT), Extensión Media de la Jornada Laboral (HOT/OO).
1993-2002 (1997=100)

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC-Encuesta Industrial

Gráfico 4

Salario medio real industrial 1993-2002 (1997=100)


Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC-Encuesta Industrial

La declinación industrial fue acompañada por modificaciones en la composición sectorial, la


disminución de la integración local y la centralización de la producción. En términos de la
composición sectorial, la tendencia entre mediados de los ochenta y el primer lustro de los
noventa es hacia un incremento en la participación de la producción de alimentos y refinación de
petróleo, es decir a un incremento en la participación de algunas de las producciones industriales
vinculadas a las ventajas comparativas naturales a nivel internacional y a una pérdida en la
importancia de las producciones de bienes de capital y de las vinculadas a tecnologías más
complejas, generando un marcado grado de ´primarización productiva´; una fuerte desintegración
de la producción fabril local, en especial de las PyME, derivada de la creciente importancia que
asumió la compra en el exterior de insumos y/o productos finales por parte de las firmas
industriales, las de mayor tamaño relativo; la conformación de una estructura de precios y
rentabilidades relativas que tendió a desalentar la inversión en el ámbito manufacturero.

Estas modificaciones sectoriales produjeron una profunda regresión en términos del grado de
integración nacional, en la importancia de la fabricación nacional de los insumos, es decir
disminuyó el grado de integración local, mutando cada vez más a ser una actividad de ´armado´
de bienes en base a la provisión de insumos importados. Cabe señalar que esta característica se
consolida aún en las actividades industriales que se expandieron acentuadamente durante la
década como es el caso de la industria automotriz.

La otra modificación importante está vinculada al proceso de privatización de las empresas


públicas, ya que en apenas cuatro años fueron transferidas al sector privado la casi totalidad de
las empresas públicas productoras de bienes y servicios que, en su conjunto, generaban cerca del
8% del PBI total, y poco más del 20% de la inversión. Parte de las empresas transferidas por el
Estado eran firmas industriales que representaban no menos del 20% del valor de producción que
generaban las 200 empresas industriales más grandes12. La privatización de empresas públicas

12
Entre ellas se encontraban SOMISA, YPF, etc.
también tuvo efectos indirectos porque las empresas no-industriales que se privatizaron, en
muchas ocasiones, pasaron a ser propiedad de grupos económicos o conglomerados industriales
extranjeros, para los cuales dichas adquisiciones estaban relacionadas directa o indirectamente
con sus producciones (Rapoport, 2000). Esta creciente concentración de la producción en torno a
un conjunto reducido de grandes empresas generó una fuerte concentración económica.

Finalmente, en el período 1998-2002, el producto industrial cayó un 18%; existe coincidencia en


señalar los débiles impulsos a la instrumentación de políticas de desarrollo industrial en
consonancia con los lineamientos del Consenso de Washington. MODIFICADO

Tercera parte. Salir del invierno: políticas públicas y reindustrialización 2003-2011

El entorno macroeconómico 2003-2011

Entre 1998 y 2001, la profundización de los niveles de desocupación, la caída de precios, salarios
locales y del nivel de producción derivaron en una caída del PBI de más del 8%, a precios
constantes. La demanda interna cayó un 12% y, uno de sus principales componentes, la inversión
bruta fija se derrumbó un 31,3%. La recesión tuvo particular virulencia en la industria
manufacturera (-18%) y en la construcción (-26%), lo que derivó en una agudización de los
problemas de empleo y en una caída de los salarios nominales: entre 1998 y 2001 la
desocupación abierta trepó del 12,4% al 18,3%13. Por otra parte, se profundizó el proceso de
centralización del capital y concentración de los mercados.

En términos globales, la década de los noventa generó un retroceso sin precedentes en el nivel de
recursos destinados al desarrollo industrial: el gasto público asignado a la industria fue, en pesos,
menos de un 27% del correspondiente a 1991. Asimismo, en 1980 el gasto en industria medido
como porcentaje del PBI era más de dos veces y media el de 199114.

En 2002 se verificó una caída del 11% del PIB, un aumento de precios del 41% y un índice de
pobreza récord que alcanzó al 57,5% de la población. Desde 1998 hasta 2002 el PIB había caído
más del 20%, lo que dio lugar a la depresión más grave de la historia argentina, superando
inclusive a la registrada durante la crisis de 1930.

Luego de la grave crisis de 2001-2002, se hizo necesario un profundo replanteo de la política


económica. En primer lugar, se decidió la flotación del peso y la estabilización de su valor
conforme a las señales del mercado. Paralelamente, el gobierno comenzó a instrumentar un
nuevo plan económico, basado en el superávit presupuestario, la flexibilidad cambiaria, el
desenvolvimiento positivo del balance de pagos autónomo, la adecuación de la oferta monetaria a
la demanda del público y un mayor rol del Estado en materia de inversiones, desarrollo regional y
política social.

13
Datos de INDEC.
14
Datos de INDEC.
La modificación de la estructura de precios relativos y la consecuente expansión de la producción
y exportación de bienes y servicios a las que condujo la devaluación permitieron revertir el ciclo
económico y dar lugar a un proceso de crecimiento que, como veremos más adelante, se mantuvo
desde el segundo semestre de 2002 hasta fines de 2008. La expansión de la demanda
internacional de productos agrícolas y de las industrias relacionadas fue un factor favorable que
complementó a las políticas internas, propiciando un fuerte aumento de las exportaciones.

Para el período 2003-2011 el crecimiento del PIB superó el 50% con una tasa anual promedio de
8,5%. Por el lado de la demanda agregada, el consumo, que representa un 65% del PIB, tuvo un
crecimiento interanual de 6,7% durante 2008, MODIFICADO mientras que la inversión interna
bruta registró un aumento interanual de 9%. Con esa evolución, el coeficiente de inversión -la
relación entre el valor de la inversión y el del PIB- alcanzó en 2008 el 23%, cuando en 2002
representó sólo el 11% de ese agregado.

Desde el tercer trimestre de 2007, el dinamismo de los sectores productores de servicios explica
la mayor parte del crecimiento del nivel de actividad. La dinámica del sector servicios fue
explicada principalmente por el incremento de las actividades de intermediación financiera y de
transporte, almacenamiento y comunicaciones (ambas crecieron 12,7% en 2008). El crecimiento
de los sectores productores de bienes se debió, principalmente, al aumento del 5% del nivel de
actividad de la industria manufacturera y, en menor medida, al de la construcción (3,7%). En 2008,
el sector agropecuario registró una cosecha récord de cereales y oleaginosas superior a 95
millones de toneladas15.

La recuperación se reflejó, también, en el mercado laboral, donde se observó una continua


mejoría. Al cierre del año 2008, la tasa de desocupación se ubicó en 7,3%, llegando a los niveles
de octubre de 1992, la cifra más baja de los últimos 16 años. Un aspecto positivo de la evolución
que se registra está dado por la creación de empleo, es decir que aumentó tanto la cantidad de
personas ocupadas como la tasa de actividad16.

Hacia mediados de 2008 la crisis económica mundial, con epicentro en Estados Unidos y Europa,
impactó negativamente tanto en los países desarrollados -muchos de los cuales han entrado en
recesión- como en los países en desarrollo y las economías emergentes. El impacto sobre la
Argentina se verificó en la desaceleración de la tasa de crecimiento.

En 2009 la crisis internacional significó el primer desafío a la solidez del modelo macroeconómico
vigente desde 2003, con una profunda contracción de la demanda agregada mundial, dada por la
fuerte caída de las exportaciones, la inversión y el consumo de bienes durables. Este proceso fue
acompañado por el quiebre y reversión de la tendencia alcista de los precios de los principales
commodities que exporta la Argentina.

15
Datos de INDEC, Ministerio de Economía y Centro de Estudios para la Producción (CEP).
16
Según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el mayor número de personas ocupadas, junto a la
recomposición de los ingresos, permitió bajar paulatinamente el nivel de pobreza e indigencia desde el 54% y 28% del total de la
población en el año 2003 al 17,8% y 8,7% en junio de 2008 respectivamente.
Sin embargo, la macroeconomía argentina superó el desafío y por primera vez en décadas no
desencadenó la ruptura del esquema económico vigente. Finalmente, el cierre de 2009 arrojó
como saldo un leve aumento del PIB de 0,9%. En este sentido, es importante aclarar que la crisis
no trajo desequilibrios en los frentes fiscal y externo, y no se tradujo en situaciones complicadas
en los mercados cambiarios y financieros.

Si bien el crecimiento se desaceleró respecto de las elevadas tasas del período 2003-2008 (8,5%
anual promedio) no se produjo una contracción del PBI. La retracción de la demanda de
exportaciones condujo a una caída en las decisiones de inversión y de gasto en bienes de
consumo durable. El consumo no durable privado de bienes y servicios internos operó como
principal amortiguador de los desajustes provocados por la crisis. De manera equivalente, del lado
de la oferta fueron los servicios (en su mayoría no transables), más que los bienes (en su mayor
parte transables o de inversión), los que sostuvieron el desempeño económico.

El otro sostén de la actividad fue la política fiscal expansiva destinada a recuperar la demanda
agregada. En este sentido, el consumo público se expandió en 2009 un 7,2% anual real, y fue
acompañado por varias medidas tales como la Asignación Universal por Hijo, obras públicas,
préstamos al consumo financiados con fondos de ANSES y la expansión de la inversión directa y
de las transferencias de capital a las provincias entre otras.

Luego del freno de 2009, producto de la crisis internacional, y la mayor sequía en décadas, la
economía argentina terminó 2010 con un crecimiento de casi el 9%. Los factores más importantes
detrás de esta recuperación fueron, sin duda, una cosecha récord, un paquete de políticas
económicas expansivo (fiscal, monetaria y de ingresos), un contexto internacional favorable (por el
crecimiento de Brasil a tasas sorprendentes, que traccionó al sector industrial local y la demanda
de commodities de China en un marco de precios altos) y un clima de estabilidad financiera que
garantizó un escenario sin grandes sobresaltos.

Según el Índice General de Actividad (IGA, elaborado por Orlando Ferreres) 17, las industrias
manufactureras tuvieron un crecimiento del 9,3%, en línea con otros indicadores del sector como
el Estimador Mensual Industrial (EMI) del INDEC y el Índice de Producción Industrial 18 (IPI) de
FIEL. En este crecimiento, el sector clave volvió a ser el automotriz, con una expansión interanual
cercana al 45% según la mayoría de estos indicadores que intentan captar la evolución industrial.

Durante 2011 la economía nacional continúo mejorando, consolidándose un crecimiento anual del
PIB de 9,9%, apuntalado por el crecimiento del mercado interno, la inversión -fundamentalmente
la de equipo durable- y el consumo privado. Además, se destacó la contribución expansiva de los
sectores productores de bienes. En particular, resalta el fuerte crecimiento de la industria
manufacturera (impulsada por autos, metalmecánica y alimentos y bebidas), la construcción y la
producción agropecuaria. Nuevamente, en el sector servicios los de mayor dinamismo fueron los

17
Ver http://www.ojf.com
18
http://www.fiel.org/
asociados con la producción de bienes.

Volver a empezar: industria y devaluación

En enero de 2002 se devaluó el tipo de cambio. Este hecho tuvo un gran impacto en la economía
y en la sociedad y provocó situaciones de crisis en varios sectores. No es el objetivo de este
trabajo desarrollar esos efectos económico-sociales, pero sí centraremos la atención en las
consecuencias que produjo la devaluación en la industria argentina.

Al analizar las cifras se ve claramente que el impacto fue positivo pero no uniforme. Se verificó un
mayor grado de sustitución en aquellos sectores donde la Argentina posee una oferta local y una
tecnología de producción que acompaña los estándares internacionales. Ejemplo de esto son los
rubros de alimentos y bebidas (68,3%); textiles, cueros y calzado (52,9%); material eléctrico e
instrumentos de medición (42,7%) y celulosa y papel (41,1%), entre otros19.

Al mismo tiempo, las exportaciones no reaccionaron inmediatamente a la devaluación; hacia fines


de 2002 los resultados eran menores a los del año anterior a nivel general, con comportamientos
diferenciados según sectores, lo cual evidencia que el comercio exterior no funciona sólo sobre la
base del tipo de cambio.

En cambio, la sustitución de importaciones se tornó inevitable con el nuevo valor del dólar, pero
subsistía la falta de desarrollo de muchos insumos que no se producían en el país, mientras que
otros producidos localmente eran commodities con precio internacional en dólares. Hacia fines de
2002, el 55,9% de las grandes firmas industriales ya habían reemplazado insumos importados por
nacionales20.

La devaluación del tipo de cambio corrigió los precios relativos de la economía, los cuales habían
sido resultado del proceso de apreciación cambiaria durante los noventa, acompañado de un
fuerte crecimiento de los precios de los bienes no transables, con un sesgo muy negativo para las
actividades productivas. La devaluación incrementó la competitividad al atacar de modo directo los
denominados ´factores precio´ vinculados a aquella (costo del capital, laboral, impositivo, tipo de
cambio).

En un primer momento, frente al cambio de modelo económico, las expectativas fueron muy
pesimistas. Se pronosticaban cierres masivos de establecimientos y se abrían muchos
interrogantes acerca de la capacidad del aparato productivo para dar respuesta al cierre de la
economía, generado por la interrupción de las importaciones que pasaron de 30.000 millones de
dólares anuales en los noventa a 8.900 millones de dólares en 2002 y cuya composición no
incluía, en general, bienes finales21.

19
Datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP). Ministerio de Economía.
20
Encuesta de grandes empresas realizada por la Secretaría de Industria, 2002.
21
Datos de INDEC.
Pese a las expectativas negativas, con el correr de los años no se verificaron cierres de empresas,
el aparato productivo se recompuso y pudo dar respuesta a los requerimientos de la demanda
doméstica con productos nacionales, que no eran tan distintos en términos de calidad de aquellos
que se importaban en los años noventa.

El desempeño de la economía con relación al crecimiento del nivel de actividad, la generación de


empleo, la mejora muy significativa de los márgenes empresariales y de la ecuación financiera, y
la recomposición del proceso de inversión nos permiten caracterizar un progreso notable en el
sector industrial.

Pero, simultáneamente, al comparar el contexto productivo actual con el existente tres décadas
atrás, se evidencia el largo camino que todavía queda por transitar. El PBI industrial per cápita del
año 2003 recuperó los niveles del final de la Convertibilidad, pero fue un 40% menor de los
valores promedio que el país tenía a principio de los años setenta. Asimismo, en ese período el
sector manufacturero descendió su participación en el PBI del 26% al 16%. No existe ninguna
experiencia histórica en el mundo donde se haya producido tal caída de su aparato productivo.

Lo que no puede desconocerse es que a partir del cambio de precios relativos ocurrido con la
salida del régimen de Convertibilidad se removió uno de los principales factores que durante la
década de los 90 inhibieron la competitividad tanto interna como externa de la industria argentina.

Sin embargo, es claro que un tipo de cambio elevado es condición necesaria pero no suficiente
para garantizar la expansión y la diversificación de las exportaciones. En este sentido, el Estado
argentino aprendió de las experiencias nacionales más exitosas en materia de desarrollo
industrial, que enseñan que ese proceso virtuoso nunca es fruto de la libre acción del mercado,
sino de políticas activas por parte del Estado. En estos años se materializaron, por ejemplo, en el
financiamiento subsidiado, la política de compra del sector público, el impulso al desarrollo de
proveedores por parte de las grandes empresas industriales, el estímulo a la adopción de normas
internacionales de calidad, la eliminación de distorsiones en el abastecimiento de insumos
difundidos, entre otros.

La política industrial: promoción y programas sectoriales

La política industrial en la Argentina es el resultado de numerosas leyes y programas enhebrados


en sucesivas capas geológicas que subsisten en el tiempo, del desmantelamiento de las
instituciones de desarrollo iniciado por la dictadura cívico-militar del 76 -consolidado en los años
90- y de un enfoque de fallas de mercado.

Si -como se dijo en el apartado I- la restricción externa es lo que limitó históricamente el desarrollo


del país, los ejes de cualquier política pública industrial deben, necesariamente, ser la sustitución
de importaciones y la industrialización exportadora.
En tal sentido, desde 2003 la política industrial impulsada por el Estado priorizó, por un lado, la
generación de nuevas ramas de producción sustitutivas de importaciones y, por otro, el estímulo
para el desarrollo de cadenas productivas con cuellos de botella sobre ciertos insumos.

Uno de los aspectos centrales del sendero virtuoso comenzado hace ocho años consistió en
enfatizar el estímulo a las actividades intensivas en el uso de conocimiento. En tal sentido, el
desafío fue doble en términos de estimular la creación de nuevas ramas productivas y promover la
reconversión de otras que hoy operan pero que podrían incorporar de manera decisiva los
insumos tecnológicos y de diseño de una manera más intensiva en sus funciones de producción.
MODIFICADO

El principal desafío consiste en recuperar una mirada estratégica que desarrolle un patrón de
especialización que apunte a una sociedad inclusiva en la que el empleo de calidad y la
distribución de la riqueza sean ejes centrales. En los últimos años, la Argentina experimentó un
proceso sostenido de creación de empleo que redujo drásticamente las elevadas tasas de
desocupación, que habían comenzado a crecer a mediados de los 90 y alcanzaron su punto
cumbre durante la crisis de 2001 y 2002.

La diferencia es clara y notable. El régimen macroeconómico de los 90, caracterizado por el atraso
cambiario y la rigidez de las herramientas de política económica, indujo un creciente proceso dual
en lo social. En este marco, el divorcio entre ´ganadores y perdedores´ fue notable: aún en años
de crecimiento su impacto sobre la mayor parte de la población fue muy pobre y el efecto derrame
inexistente.

Por el contrario, el régimen de la posconvertibilidad, basado en un tipo de cambio real alto y


estable, tiene fuertes efectos sobre el empleo y genera una economía que funciona de manera
más homogénea y acompasada. Pero con ello no alcanza para alterar drásticamente la matriz
productiva y distributiva. Puede entonces señalarse que mientras el primer régimen no genera
efectos de derrame, el segundo claramente sí los tiene. MODIFICADO

Políticas públicas orientadas al sector industrial

Hasta fines de 2011 se hallaban, entre muchos otros, los siguientes planes y regímenes. 22 Vale
aclarar que el propósito del presente apartado no es la evaluación de resultados de cada una de
las políticas industriales implementadas, sino una breve descripción que sirva como marco de
referencia para poder interpretar las injerencias de dichas políticas en los resultados de las
variables de crecimiento industrial analizadas. En un próximo trabajo se intentará realizar una
aproximación más exhaustiva del impacto de cada uno de los planes y regímenes detallados a
continuación.

22
Datos de la Secretaría de Industria, Ministerio de Economía, y SEPyME.
Régimen de Régimen mediante el cual las PyME pueden obtener financiamiento con
Bonificación de Tasas tasa bonificada por la Secretaría de Pequeñas y Medianas Empresas,
dependiendo de la línea, puede reducirse en hasta 8 puntos. Las líneas a
las cuales está destinado este financiamiento van desde la adquisición de
capital de trabajo e inversiones productivas hasta el desarrollo de Parques
Industriales.
Licencias no Procedimiento administrativo que requiere la presentación de una solicitud
automáticas de como condición previa para efectuar la importación de diferentes bienes.
importación El objetivo que persigue la implementación de estas licencias es el
monitoreo anticipado de las importaciones, a los efectos de detectar
alertas tempranas sobre la base de la información estadística recogida y
realizar análisis para la toma de decisiones, que puedan traducirse en
medidas puntuales. Bienes comprendidos: juguetes, pelotas, calzado y
sus partes, papel, bicicletas, artículos para el hogar, neumáticos para
bicicletas, motocicletas, manufacturas diversas, productos textiles,
productos metalúrgicos, hilados y tejidos, neumáticos, tornillos y afines,
autopartes y afines, autos de alta gama, moldes y matrices, vidrio,
productos varios. Existen excepciones que facilitan los trámites para
insumos de producción de autos y autopartes, metalmecánica, notebooks,
netbooks y celulares, textiles, juguetes y bienes de capital. (se puede
resumir la enumeración?) MODIFICADO
Ley de Promoción de Ley de Promoción de Inversiones (LPI) para bienes de Capital que tiene
Inversiones por objetivo -a través de beneficios fiscales para pequeñas, medianas y
grandes empresas- ampliar el nivel de inversiones que viene
desarrollándose en el país y, de esta manera, continuar fomentando la
incorporación de valor agregado a la producción, la generación de empleo
genuino y el incremento de las exportaciones. Desde su aplicación, se
logró un mayor desarrollo productivo, perfeccionar la integración local,
incrementar la competitividad y el mejoramiento tecnológico. La ley
contempla el acceso a dos beneficios fiscales para aquellas empresas
que realicen inversiones en bienes de capital nuevos: la devolución
anticipada del IVA y la amortización acelerada del impuesto a las
ganancias. La efectivización de dichos beneficios genera una mejora
significativa en la ecuación económica financiera de los proyectos de
inversión. Las actividades comprendidas son aquellas que están
consideradas como industria manufacturera. MODIFICADO
Programa de Programa lanzado en 2010 para financiar de proyectos de inversión.
Financiamie Éstos están generando un incremento en las exportaciones, en la
nto sustitución de importaciones y en la generación de puestos de trabajo.
Productivo Hasta el año 2011 existían en el programa 100 iniciativas por 2600
del millones de pesos. La magnitud de los préstamos productivos va desde
Bicentenario 800 mil hasta 500 millones de pesos. Todos los proyectos involucrados
2010 apuntan a cambiar la matriz productiva nacional y profundizar el proceso
de industrialización en todo el territorio.
Programa Parques Programa de financiamiento para infraestructura externa e interna de
Industriales del agrupamientos productivos (parques industriales) en todo el país y de
Bicentenario otorgamiento de créditos para la radicación de empresas en los mismos.
Los parques industriales mejoran la eficiencia de las empresas e
incentivan la agregación de valor en la industria manufacturera y servicios
mediante la radicación de empresas procesadoras de las materias primas
en las zonas agrícola-ganaderas. Además permiten afianzar el desarrollo
industrial regional y hacen viable una ubicación alternativa para aquellas
industrias que quedaron localizadas en el tejido urbano y que perdieron la
convivencia pacífica con las áreas residenciales. En el período 2003-2011
se triplicó el total de parques industriales que pasó de 80 a 280, de los
cuales el 80% son provinciales y municipales y el resto privados. En el
mismo período, la cantidad de PyME dentro de parques aumentó un
345% (llegando a 7.745) y los empleos crecieron 304% (llegando a
238.300 puestos de trabajo). Por otro lado, las PyME dispuestas a
radicarse en parque industriales pueden acceder a créditos del Banco
Nación con tasas bonificadas por el Ministerio de Industria, que destina 22
millones de pesos para subsidiar la tasa de préstamos por 300 millones
de pesos.23
Régimen de incentivo Régimen que instrumenta un bono fiscal para fabricantes de bienes de
para la fabricación de capital, informática y telecomunicaciones radicados en el territorio
bienes de capital, nacional. El beneficio consiste en la percepción de un bono fiscal para ser
informática y aplicado al pago de impuestos nacionales por un valor equivalente a un
telecomunicaciones porcentaje (que comenzó en 10% y en la actualidad se sitúa en el 14%)
del importe resultante de detraer del precio de venta, el valor de los
insumos, partes o componentes de origen importado incorporados al bien,
que hubieren sido nacionalizados con un derecho de importación del 0%.
El mismo es nominativo y puede ser cedido a terceros una única vez.
Puede ser utilizado por los sujetos beneficiarios o los cesionarios para el

23
Secretaría de Industria.
pago de la totalidad de los montos a abonar en concepto de Impuesto a
las Ganancias, Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, Impuesto al
Valor Agregado (IVA), Impuestos Internos, en carácter de saldo de
declaración jurada y anticipos.
Compre nacional- Regímenes que tienen por objetivo utilizar el poder de compra del Estado
contrate nacional como instrumento de promoción y protección de la industria nacional, con
especial énfasis en las PyME. El régimen obliga a la Administración
Pública Nacional, sus dependencias, reparticiones y entidades
autárquicas y descentralizadas, a las empresas del Estado y a las
concesionarias de servicios públicos a preferir en sus compras y
contrataciones la adquisición y locación de bienes de origen nacional y la
contratación de obras y servicios con proveedores locales. La aplicación
se hace automáticamente en todas las licitaciones del Estado nacional y
las empresas proveedoras de servicios públicos, en cualquier lugar donde
éstas se efectúen. Los proveedores de bienes de origen nacional gozan,
en las contrataciones realizadas por los sujetos enumerados
precedentemente, de una preferencia del 7% en caso de que la oferta la
realice una PyME o del 5% si la oferta la realiza otro tipo de empresa.
MODIFICADO
Saldo técnico del IVA Programa mediante el cual los saldos técnicos acumulados por los
fabricantes locales, originados por la diferencia entre la alícuota del 10,5%
(decreto 493/2001) y la aplicada a la compra de insumos, partes y piezas
destinadas a la fabricación de los bienes de capital al 21% y al 27%,
reciben un tratamiento similar al aplicable a los exportadores.
Régimen de incentivo Régimen que otorga un beneficio en el pago de un reintegro en efectivo
a la competitividad de sobre el valor de las compras de autopartes locales, que sean adquiridas
las autopartes locales por las empresas fabricantes de determinados productos automotores.
Fondo Nacional para Fondo constituido bajo la forma de fideicomiso financiero con el fin de
el Desarrollo de la realizar aportes de capital y brindar financiamiento a mediano y largo
Micro, Pequeña y plazo, para estimular nuevas inversiones productivas y la consolidación
Mediana Empresa de nuevos proyectos. Los recursos son aportados en una primera etapa
(FONAPyME) por el Estado nacional -por hasta $100.000.000-, y está abierto a aportes
de organismos internacionales, entidades públicas y privadas, y gobiernos
provinciales o municipales. Mediante el Fondo se financian inversiones en
activos fijos, nuevos y usados, y capital de trabajo para proyectos
orientados al mercado interno, con énfasis en la sustitución de
importaciones y que contemplen un alto impacto en el desarrollo regional,
generación de empleo y valor agregado.
Fondo de Garantía Fondo que otorga garantías en respaldo de las que emitan las
para la Micro, Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) y los Fondos Provinciales,
Pequeña y Mediana Regionales o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se constituyó con
Empresa un aporte inicial equivalente a $ 100.000.000 a cargo del Estado nacional,
(FOGAPyME) y permite también aportes provenientes de otros organismos, tanto
nacionales como internacionales y privados.
Promoción de Programa que tiene por objetivo identificar clusters con alto potencial para
Clusters y Redes el desarrollo regional, trabajar con los actores de cada bloque productivo,
Productivas con diseñar, implementar y modificar políticas para la constitución y el
Impacto en el desarrollo de los bloques productivos. Al mismo tiempo se consideran las
Desarrollo Regional necesidades de cada región y sector, brinda apoyo técnico y financiero
dirigido a MIPyME que constituyan bloques productivos o que integren
otros tipos de articulación vertical u horizontal. Los beneficiarios son
grupos asociativos constituidos por cinco o más micro, pequeñas y
medianas empresas, legalmente establecidas en la Argentina, que
soliciten asistencia técnica y económica para implementar, desarrollar y/o
fortalecer los grupos asociativos, con el objetivo de mejorar la eficiencia y
la competitividad, para generar un fuerte impacto en el sector productivo y
en la región que integran.
Reintegros a la Régimen que consiste en la devolución total o parcial de los tributos
exportación interiores que se hubieran pagado en las distintas etapas de producción y
comercialización de las mercaderías a exportar manufacturadas en el
país, nuevas y sin uso. Las alícuotas de reintegro consisten en un
porcentaje que se aplica sobre el valor FOB de la mercadería a exportar.
Esta alícuota se asigna a los productos de acuerdo a la clasificación en la
Nomenclatura Común del Mercosur. Si la mercadería se elaboró en base
a insumos importados directamente por el exportador, el reintegro se
otorgará sobre el Valor Agregado Nacional, es decir que la alícuota será
aplicada sobre el valor FOB, una vez deducido el valor CIF de los
insumos importados. Las alícuotas vigentes varían entre el 0% y el 6%. El
pago de reintegros lo efectiviza la Dirección General de Aduanas, previa
presentación de la documentación que acredite el embarque de la
mercadería.
Régimen de Draw– Incentivo promocional que permite a los exportadores obtener la
Back restitución de los derechos de importación, tasa de estadística y el IVA
que hubieran pagado por los insumos importados, luego utilizados en la
elaboración del producto exportable y de sus envases y/o
acondicionamientos de otra mercadería que se exporte.
Régimen de Régimen para promover las inversiones en exploración y explotación de
promoción de la sustancias minerales comprendidas en el Código de Minería. Los
actividad minera emprendimientos mineros comprendidos en el presente régimen gozan de
estabilidad fiscal por el término de treinta años contados a partir de la
fecha de presentación de su estudio de factibilidad.
Fondo para la Fondo para apoyar proyectos y actividades cuya finalidad es la
Investigación generación de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos,
Científica y desarrollados por investigadores pertenecientes a instituciones públicas y
Tecnológica privadas sin fines de lucro radicadas en el país.
(FONCyT)
Fondo Tecnológico Fondo que financia proyectos de innovación tecnológica con el fin de
Argentino (FONTAR) mejorar la productividad del sector privado. El FONTAR administra
recursos de origen público y privado, y cuenta con distintos instrumentos
de financiamiento para los proyectos, que se implementan por medio del
proceso de convocatorias públicas o ventanilla permanente.
Fondo Fiduciario de Fondo fiduciario creado en el 2004, a partir de la sanción de la Ley de
Promoción de la Promoción de la Industria del Software (Ley 25922). Financia las
Industria del Software siguientes actividades: proyectos de investigación y desarrollo
(FONSOFT) relacionados con las actividades comprendidas en el régimen de
promoción (creación, diseño, desarrollo, producción e implementación y
puesta a punto de los sistemas de software), programas de nivel terciario
o superior para la capacitación de recursos humanos, programas de
asistencia para la constitución de nuevos emprendimientos y Créditos
Exporta: programa de créditos para la iniciación o consolidación en la
actividad exportadora de empresas PyME productoras de software.

El Plan Estratégico Industrial 2020

No quedan dudas que la principal política industrial del período es el lanzamiento del Plan
Estratégico Industrial (PEI) 2020.

El Plan es el resultado de numerosos foros que fueron convocados por el Gobierno nacional con
el fin de sentar sus bases. En estos foros, los sectores integrantes de las cadenas de valor
elegidas estratégicamente para formar la trama central del tejido productivo argentino validaron los
lineamientos y objetivos propuestos por el Estado. Además se alcanzaron nueve consensos
centrales acerca de las principales líneas estratégicas propuestas.
Las cadenas de valor24 fueron elegidas por distintos motivos que pueden separarse en seis
grandes grupos: importancia en el PBI y trayectoria en la industria argentina; recursos naturales
altamente competitivos; entramado productivo; difusión de tecnología; mercado interno y balanza
comercial e inserción internacional. Los capítulos dedicados a cada sector en particular
contemplan, además del análisis de su evolución en los últimos años, metas cuantitativas para la
producción, comercio exterior y empleo; lineamientos estratégicos planteados teniendo en cuenta
las características de la cadena de valor y los enunciados de las propuestas y recomendaciones
para el cumplimiento de los objetivos proyectados. Los informes correspondientes a cada cadena
de valor seleccionada se estructuraron a partir del análisis de su desempeño en el período 2003-
2010. De manera sintética presentamos los datos más significativos:25

Uno de los principales puntos del Plan es la importancia que se asigna a temas como la provisión
de insumos difundidos; la mayor industrialización de materias primas agropecuarias; el
financiamiento; el sostenimiento del mercado interno y la consolidación de las exportaciones
industriales.

En el primer caso, el Plan afirma que el Estado implementará las políticas que sean necesarias
para garantizar una industria nacional de insumos difundidos a escala y competitividad
internacional. El objetivo es reducir la posición dominante en productores de chapa, papel, aceros
especiales, plástico, polipropileno y aluminio, entre otros, y lograr que los productos lleguen a los
industriales que los utilizan a precios similares a los internacionales, situación que hoy, en muchos
de esos insumos, no ocurre.

Respecto de la agregación de valor en materias primas agropecuarias, como cuero, lana, algodón,
se destaca la necesidad de garantizar la provisión de esos insumos básicos de calidad para las
industrias usuarias, ampliar la oferta y adecuar las condiciones de comercialización.

En materia crediticia, el Plan asegura que el Estado impulsará medidas para que la financiación
bancaria llegue con más volumen al sector productivo, a través de bonificación de tasas,
regímenes específicos para cada cadena de valor y fomento de la banca especializada y regional.

Finalmente, el objetivo principal es la consolidación de una industria de nivel internacional, y para


esto se requiere de un salto exportador, principalmente de las cadenas de valor con mayor
capacidad de integrar eslabones y mayor valor agregado e innovación. El desafío será profundizar
la integración de las cadenas productivas entre los países del Mercosur y la Unasur, orientada a
una industrialización más equilibrada entre los países miembro, utilizando tanto la administración
de comercio como los incentivos a la inversión regional, sin dejar de aprovechar las oportunidades
que brindan los grandes mercados en alimentos, manufacturas y otros productos.

El último capítulo del PEI 2020 está dedicado a puntualizar los nueve consensos centrales
24
Las cadenas son: alimentos, cuero, calzado y marroquinería, textil e indumentaria, industria forestal, automotriz-
autopartes, maquinaria agrícola, bienes de capital, materiales para la construcción, química y petroquímica,
medicamentos y software y servicios informáticos.
25
Para más datos, véase Plan Estratégico Industrial 2020 – Ministerio de Industria.
alcanzados acerca de las principales líneas estratégicas de política industrial propuestas. Sus
enunciados son los siguientes: necesidad de un Estado presente que articule con el sector privado
la implementación de las políticas públicas; un mercado interno pujante es el pilar de la inversión,
la agregación del valor y el aumento de la competitividad; el crecimiento con inclusión implica
federalizar la industrialización; para consolidar de manera definitiva una industria a nivel
internacional es necesario dar un salto exportador, con el objetivo de alcanzar una escala de
producción competitiva en la agregación de valor y en la incorporación de conocimiento e
innovación; una política de abastecimiento de insumos difundidos de clase mundial; la
competitividad de las cadenas de valor basadas en materias primas agropecuarias requiere
disponer de esos insumos en calidad, cantidad y precios adecuados; acceso a mayor
financiamiento para la inversión y el comercio exterior; ampliar y profundizar la oferta de formación
profesional y capacitación laboral de acuerdo con las demandas de la industria e impulsar una
política de apoyo a la generación y la incorporación de innovaciones, diseño y marketing en cada
eslabón de las cadenas de valor y en cada etapa de los procesos productivos.

La sustitución de importaciones y el renacimiento exportador

Las importaciones en 2010 fueron 976 millones de dólares menores a las de 2008 (año récord)
con un nivel de actividad 10% superior que la de aquel año, lo que implicó que se sustituyeran
importaciones por unos 7.600 millones de dólares en dos años. Así, la participación de las
importaciones en relación al PBI cayó del 17,6% al 15,5%.

La sustitución de importaciones fue significativa en sectores como electrodomésticos y productos


electrónicos, teléfonos celulares, calzados, indumentaria, autopartes, juguetes y muebles, entre
otros. El incremento de la sustitución de importaciones no es casualidad, sino que es el resultado
de una política industrial en la que se prioriza la defensa del trabajo argentino y el agregado de
valor.

En 2010 se alcanzó un superávit de 12.000 millones de dólares similar a la media de los años
2004-2008, períodos en los que la economía creció a un promedio del 8,4% anual y en el que el
comercio no se vio afectado por crisis locales o internacionales como los años 2002/03 o el 2009.

Las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI) crecieron 2.000 millones de dólares
en 2010 respecto del año récord que fue 2008 (un 9%); al tiempo que las importaciones cayeron
casi 1.000 millones de dólares en una economía que entre 2008 y 2010 creció un 10%, lo que
habla de un claro proceso de sustitución de importaciones basado en medidas como las Licencias
No Automáticas (LNA) emitidas desde el Ministerio de Industria y otras citadas en el apartado
anterior.

En el cierre de la balanza comercial de 2010 se destaca la consolidación de una tendencia inédita


en el comercio exterior argentino: las exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI)
superaron en participación a las manufacturas de origen agropecuario (MOA), explicando el 35%
del total exportado en 2010.

Las importaciones de bienes de consumo tuvieron un leve aumento respecto de 2008 del 5%,
mientras que el nivel de consumo aumentó 9%, lo que demuestra que fue el incremento de la
producción nacional –sustituyendo importaciones– lo que permitió abastecer el crecimiento del
consumo en este período.

Por su parte, la suma de las exportaciones registradas en 2008 y 2010 representan el bienio de
mayores ventas al exterior de la historia nacional, con 138.500 millones de dólares en total.
La aplicación de medidas de defensa comercial contra la competencia desleal y el monitoreo del
flujo de importaciones permitió aumentar la sustitución de importaciones.

Con respecto a las exportaciones industriales, en el primer cuatrimestre del año 2011, registraron
una marca histórica superando los 8.000 de dólares, un 18% por encima del anterior récord
registrado en el mismo período de 2010. Esto significa mayor agregación de valor, ingreso de
divisas y, en consecuencia, más empleo. Así, las MOI y las MOA fueron los rubros de mayor
participación en las exportaciones argentinas con el 34% del valor total en ambos casos26.
(eliminar en ambos casos?) MODIFICADO

La reindustrialización argentina en datos

Como dijimos al comienzo, la devaluación de 2002 provocó un cambio en los precios relativos de
la economía, generó incentivos opuestos a los vigentes durante la década anterior; las
rentabilidades sectoriales se modificaron tanto en términos absolutos como relativos a favor de la
producción de bienes transables (Kosacoff, 2009, p. 120). Ha sido la industria el sector líder de
ese proceso de recuperación y reversión de las tendencias desindustrializadoras de la década de
los 90. Dentro de ella, la rama manufacturera mostró evidentes niveles de recuperación y
dinamismo.

Con nueve años consecutivos de mejora, el Estimador Mensual Industrial (EMI) alcanzó un récord
histórico. En el gráfico 5 se evidencia que el crecimiento industrial fue significativo, tanto si se lo
observa desde el año 2003 (incremento acumulado de 58,4%) como desde el pico anterior al ciclo
recesivo de 1998 (42,8%), especialmente si se toma en cuenta que desde 2000 a 2003 cayó un
26%. Cabe señalar, también, que la tasa de crecimiento se mantuvo en un 24,1% debido al
impacto negativo que implicó el conflicto agropecuario surgido en marzo de 2008 y de la crisis
económica internacional, en particular en las expectativas privadas.

En el marco del crecimiento de la industria manufacturera, las ramas textiles, metalmecánicas,


materiales para la construcción, automotriz y electrónica mostraron mayor dinamismo, aunque aún
no recuperaron los valores previos a la crisis. Algunas han recuperado sus valores históricos,
26
Datos de INDEC.
aunque a ritmos más lentos27 y son aquellas ramas basadas en el uso de recursos naturales como
insumos básicos, metales, químicos, papel, combustible y alimentos.

Por su parte, el Volumen Físico de la Producción también mostró un fuerte crecimiento. En el


gráfico 6 se observa que el VFP creció a un promedio anual del 10% desde el 2003 hasta 2011,
acompañando la dinámica citada en el párrafo anterior. Además, puede apreciarse que la caída
acumulada para el año 2002 es de un 33,6% y el crecimiento acumulado a partir de 2003 es de
casi un 90%. En el año 2005 ya se había recuperado lo perdido en los años recesivos antes de la
crisis, a partir de ese año y hasta fines de 2011 se produce un crecimiento de un 61,4% respecto
del último año anterior a la recesión. ¿1997? MODIFICADO

Pueden observarse cuatro etapas claramente diferentes. La primera, entre los años 2003 y 2004,
donde se registra un crecimiento promedio del 15,8%; la segunda etapa, entre 2005 y 2008,
donde se produce un desaceleramiento y el VFP crece a una tasa interanual promedio del 8,3%;
la tercera etapa en el año 2009, donde el crecimiento se sitúa en un escaso 0,5% como producto
del problema del sector agrario y de la crisis económica internacional; y finalmente una cuarta
etapa desde 2010 hasta el presente donde se recupera el crecimiento con tasas promedio del
11,4%.

27
Esto se explica porque en los años noventa, estos sectores estaban próximos ya al máximo de su capacidad instalada y requieren
grandes inversiones de lenta maduración.
Gráfico 5

Estimador Mensual Industrial (EMI) 2003-2011 (2006=100)

Fuente: elaboración propia en base a datos de INDEC – Estimador Mensual Industrial

La divergencia entre el crecimiento de la primera y la segunda etapa puede explicarse por el bajo
nivel de producción al cual muchas ramas estaban operando, producto de la caída anterior y la
consiguiente baja utilización de la capacidad instalada, lo cual permitió incrementar la producción
sin la necesidad de realizar grandes inversiones de capital. Ya en la segunda etapa, la producción
crece a un ritmo más lento producto de nuevas inversiones y nuevas plantas.

Gráfico 6

Volúmen Físico de la Producción 1997-2011 (1997=100)

Fuente: Elaboración propia en base a datos INDEC. Encuesta Industrial.


En el mismo sentido, el gráfico 7 muestra que la capacidad productiva instalada comienza a
registrar incrementos a partir del 2003 y hacia el 2004 se revierte la tendencia de crecimiento a un
promedio del 5,2% anual hasta el 2007. En el año 2008 el crecimiento se desacelera y sólo
alcanza un 3,9%, producto del estallido de la crisis financiera internacional a mediados de ese
año. La mayor aceleración del crecimiento se da entre 2006 y 2007, donde la CII crece más del
7% cada año. MODIFICADO

La ampliación de la Capacidad Instalada (CI) comienza a incrementarse en 2004 cuando el


crecimiento de la actividad industrial presenta ritmos que -después de haber aprovechado la
capacidad ociosa existente- requieren ser sustentados con nuevas inversiones. En 2003, el
aumento de la UCI había sido de 16,6% y constituyó el 100% del impulso (la caída en la CI se
debió a una tasa de inversión neta negativa en 2002 y 2003).

El hecho de que la ampliación de la CI explique el 77% de la expansión de la actividad


manufacturera en 2008 indica que nuevos recursos productivos estaban permitiendo que el EMI
creciera al 5%. En el año 2009, por las razones citadas anteriormente, se produce una reversión
de la UCI que muestra un resultado negativo, mientras que la CI crece significativamente menos
que los años anteriores, para recuperar la tendencia creciente a partir de 2010.

En lo que respecta al empleo industrial en este período tuvo una tendencia creciente, que dio por
terminado el proceso de expulsión de trabajadores industriales producido en las últimas décadas.

Gráfico 7

Variación de la Capacidad Instalada Industrial y el uso de la misma con respecto al

Estimador Mensual Industrial 2003-2011

Fuente: Centro de Estudios de la Producción – Ministerio de Industria


Como se observa en la tabla 5, el empleo creció a una tasa media anual del 4%. Aquí también se
pueden distinguir dos etapas: la primera, a partir del año 2002, donde se produce un crecimiento a
una tasa promedio del 7,2%, que acompaña el incremento del volumen físico de la producción.
Posteriormente, entre los años 2006 y 2007 el crecimiento se estabiliza en orden al 5%, para sufrir
una caída, producto del impacto de la crisis financiera internacional, de poco más de dos puntos
en el año 2009. A partir de ese año y hasta 2011, se recupera el crecimiento a una tasa promedio
del 2,7%. Asimismo se produce un aumento de los salarios medios industriales, que superan el
promedio del resto de las actividades. Es así que entre los años 2003 y 2011, el mismo (el
salario)?? aumenta a una tasa promedio del 25%. MODIFICADO

En este contexto el sector industrial se convirtió en la base de la recuperación económica, que fue
acompañada, además, por un fuerte crecimiento del empleo y del salario. Por otro lado, el
incremento en la productividad del empleo también fue muy significativo entre 2003 y 2008,
especialmente en los años 2006 y 2007, con tasas que superaron a los mejores años de la
década del 90, situándose cerca del 23%. A partir de 2008 la misma continuó creciendo a un ritmo
promedio del 6,2% anual.

En este proceso de creación de empleo, las actividades que generaron mayor cantidad de puestos
de trabajo son aquéllas que justamente más habían expulsado mano de obra entre 1998 y 2002,
las ramas intensivas en trabajo y orientadas al mercado interno. En cambio, los sectores
exportadores o productores de commodities industriales produjeron menor expulsión durante la
crisis y en el período estudiado (no esta indicado en el texto) MODIFICADO han sido las de
menor dinamismo.

Tabla 5

Obreros ocupados, productividad y salario industrial 2003-2011 (1997=100)

Año VFP OO PL HOT PH HOT/OO SMRI Relación


PL/SMRI
I II III = I / IV V = I / VI = IV / VII IX = III / VII
II IV II
2003 82,4 73,3 112,4 70,5 116,9 96,2 121,6 92,4
2004 94,0 80,7 116,5 79,1 118,8 98,0 153,6 75,8
2005 102,6 85,9 119,4 84,1 122,0 97,9 186,3 64,1
2006 112,5 90,5 123,9 87,5 128,1 96,7 233,6 53,0
2007 122,5 94,9 129,1 91,3 134,2 96,2 284,6 45,4
2008 129,2 97,5 132,6 92,5 139,8 94,9 356,2 37,2
2009 129,9 94,0 138,2 86,9 149,5 92,4 418,3 33,0
2010 145,5 95,3 152,6 89,8 162,0 94,2 558,9 27,3
2011 161,4 98,3 164,2 91,9 175,6 93,5 729,4 22,5
VFP = Volumen Físico de la Producción, OO = Obreros Ocupados, PL = Productividad Laboral,
HOT = Horas Obrero Trabajadas, PH = Productividad Horaria, SMRI = Salario Medio Real
Industrial.
Fuente: Elaboración propia en base a datos INDEC. Encuesta Industrial.

Hacia fines de 2011, la actividad industrial llevaba ya 25 meses de crecimiento interanual?


ininterrumpido. MODIFICADO Entre enero y diciembre ese crecimiento acumuló una suba del
7,4% respecto al mismo período de 2010.

Se destaca el dinamismo de los sectores de papel y cartón, vehículos automotores, la industria


metalmecánica (sin automotriz), las industrias metálicas básicas y los productos minerales no
metálicos. Todos esos bloques registraron incrementos por encima del promedio de la industria
con un 4,1%.

Como se produjo una expansión mayor de la producción industrial (reflejada en una suba
interanual del EMI del 4,1%) que de la utilización de la capacidad instalada, puede inferirse que la
inversión en el sector manufacturero siguió aumentando durante el 2011.

Además, la ampliación de la capacidad instalada durante 2011, es decir de la inversión productiva,


creció un 3%. Durante el mismo año la inversión productiva alcanzó el 21,9% del PBI, superando
en 1,8% al mismo período de 2010. Este proceso estuvo dinamizado por el equipo durable de
producción, que creció un 33,4% mientras que la construcción se incrementó 8,8%. De esta
manera, el equipo durable explicó el 48,4% de la inversión y el 10,6% del PBI, marcando un nuevo
récord en el período28.

La inversión productiva en el período

Existen distintas formas de estimar qué tasa de inversión es necesaria para crecer a determinado
ritmo y cada una otorga resultados distintos. De todos modos, en el caso argentino este análisis
se dificulta debido a que no existen en los últimos cincuenta años demasiadas experiencias de
períodos de crecimiento estable en el país.

No obstante, los períodos de expansión anteriores pueden tomarse como una aproximación,
aunque imperfecta, de la tasa necesaria, como puede verse en la tabla 6. El período de
crecimiento más prolongado desde la posguerra fue de 11 años y a un ritmo del 5% anual, que se
logró con un ratio de inversión sobre PBI de 21,1% y de equipo durable sobre PBI de 6,7%. El
actual ciclo de expansión -si bien desacelerado en 2009 por la crisis financiera internacional-
presenta un crecimiento acumulado del PBI y una tasa de inversión total prácticamente iguales a

28
Datos de INDEC y Secretaría de Industria.
las de entonces, así como una tasa de inversión en equipo durable superior a todos los períodos
anteriores.

Por su parte, la inversión acompañó este proceso de reactivación y alcanzó en el tercer trimestre
de 2008 una tasa de 23,1%, superando el valor registrado en el primer año de la recesión, tal
como muestra el gráfico 8. El incremento de la inversión posterior a la salida de la Convertibilidad
ha sido incluso más intenso que el del PBI, aumentando la capacidad productiva y la oferta. En
efecto, el crecimiento acumulado entre 1998 y 2008 fue de 46% para la inversión y de 33% para la
actividad económica agregada, ambos indicadores superaron en 2005 los niveles alcanzados en
1998. Por otro lado, la participación de 23% de la Inversión Bruta Interna Fija (IBIF) en el PBI en
2008 constituye el mayor nivel de las últimas décadas. La evolución reciente indica que el
aumento del stock de capital permitió sostener las altas tasas de crecimiento del producto.

De hecho, desde 1998, la antigüedad del parque instalado ha aumentado paulatinamente,


generando problemas de obsolescencia en algunas ramas y empresas; esta situación resultó
particularmente agravada durante la crisis por un proceso de desinversión neta. Después de una
caída del orden del 85% entre 1998 y 2002, las importaciones de bienes de capital se recuperaron
rápidamente; sin embargo, aquéllas dirigidas a la industria manufacturera resultaron en 2005 un
40% más bajas que las registradas en 1998, sin que, al mismo tiempo, se haya registrado un
proceso significativo de sustitución por producción local (Kosacoff, 2009, p. 121).

Tabla 6
Crecimiento del PBI, tasa de crecimiento y de inversión 1945-2010 (en pesos constantes de
1993)

Inversión
Tasa de en
Duración de
Crecimiento crecimiento la Tasa de Equipo
fase
del PBI Promedio expansiva IBIF/PBI Durable /
del PBI
acumulado anual PBI (años) promedio PBI
1946-
1948 28,0% 8,5% 3 17,6% 5,1%
1953-
1958 35,0% 5,1% 6 17,0% 4,1%
1964-
1974 72,0% 5,0% 11 21,1% 6,7%
1991-
1994 36,0% 7,9% 4 17,9% 6,5%
1996-
1998 18,0% 5,8% 3 19,7% 8,0%
2003-
2010 65,0% 7,4% 8 20,3% 8,1%
Fuente: Centro de Estudios para la Producción. Secretaría de Industria – Ministerio de Industria

Donde pueden encontrarse algunas dificultades es en lo que respecta a las exportaciones


industriales: su crecimiento se dio en el contexto de fuertes desequilibrios en la estructura del
comercio industrial con el exterior. El rasgo dominante del intercambio de manufacturas de origen
industrial ha sido la generación de déficits crecientes, debido a las continuas necesidades de
importaciones de diverso tipo para garantizar el funcionamiento industrial.

De hecho, la actividad industrial pasó a requerir más importaciones por unidad de producción que
durante la Convertibilidad, a pesar de la vigencia de un tipo de cambio mucho más elevado. El
hecho de que se hayan generado desequilibrios crecientes en divisas y que ello se verifique con
países avanzados y con Brasil evidencia que el crecimiento industrial aún no consiguió revertir las
tendencias a la desarticulación productiva acumuladas durante más de treinta años.
A diferencia de lo ocurrido durante la década del 90, la recuperación de la inversión fue financiada
con ahorro interno, dado que el ahorro externo (el ingreso neto de capitales) ha resultado negativo
en todos los años posteriores a la salida de la Convertibilidad.

Adicionalmente, el sector público contribuyó positivamente al ahorro doméstico al verificar


superávit primario, tras los sucesivos déficits de la década pasada.

Gráfico 8

Fuentes de financiamiento de la inversión (en % del PBI a precios corrientes) 1993-2010

Fuente: Centro de Estudios para la Producción. Secretaría de Industria – Ministerio de Industria

Gráfico 9 (CAMBIAR GRAFICO POR EL ENVIADO EN EXCEL)

Evolución de la Inversión Interna Bruta y composición (en millones de pesos y %), a


precios de 1993, 2003-2010

Fuente: Centro de Estudios para la Producción. Secretaría de Industria – Ministerio de Industria

Con respecto a la composición de la inversión, el gráfico 9 muestra que el mayor dinamismo que
registró el equipo durable y reproductivo trajo aparejado que el incremento de la Inversión Bruta
Interna Fija viniera acompañado de un aumento en su participación en el total invertido. Así, este
componente pasó de representar 33% de la IBIF en 2003 a 46% en 2010, con un alza de 13
puntos porcentuales en 8 años, que alcanzó así el máximo desde la década del 9029.

Consideraciones finales del período 2003-2011

El análisis de los datos reunidos muestra de manera clara e indiscutible que el proceso de
recuperación vivido por la industria manufacturera argentina desde 2003 no quedó solamente en
eso, sino que a partir de 2005 muestra de forma evidente que a la recuperación le siguió el
crecimiento.

Para poder entender este proceso, es necesario tener en cuenta la devastación provocada en la
economía en general y en la industria en particular desde 1976 en adelante y hasta la crisis fines
de 2001. Una observación parcial, además, pretende ignorar el devastador proceso de
desindustrialización con la consecuente fragmentación del mercado laboral y destrucción de las
áreas técnicas del Estado dedicadas a ese sector durante la década del noventa.

El renacer industrial que se inició a mediados de 2002 estuvo basado en la protección del
mercado interno; esta protección fue producto de la decisión de mantener un tipo de cambio real
elevado, facilitando de esa manera la posibilidad de exportar para una gran parte de la industria.
El rápido agotamiento de la capacidad ociosa hacia el año 2006 implicó un proceso de inversión
que, aunque moderado por la crisis internacional desatada a fines de 2008, muestra un proceso
irreversible de crecimiento. De este proceso inversor debe emerger en la esperada etapa de
consolidación de crecimiento industrial a partir de ahora.

Hasta 2003, el incremento en el nivel de actividad industrial se basó en la combinación de un


mayor uso de la capacidad instalada y la intensificación de la jornada laboral (horas extras y
ampliación de turnos), pero desde fines de dicho año la industria manufacturera fue uno de los
principales motores de crecimiento del empleo. MODIFICADO El crecimiento de la inversión en
el sector industrial fue notable y, más aún, el hecho de que no fuera motorizado por las grandes
firmas. Por el contrario, se observa un comportamiento bastante homogéneo entre diferentes
sectores con disímiles presencias de grandes empresas y PyME.

Muchas veces se afirma que la recuperación del crecimiento manufacturero tuvo que ver casi
exclusivamente con el aumento del grado de utilización de la capacidad instalada, y que no hubo
inversiones sustanciales. La información disponible indica lo contrario: el crecimiento de la
producción industrial basado en el uso de capacidad ociosa es un fenómeno que explica el
despegue manufacturero hasta mediados de 2004. A partir de ese momento, como indican las
cifras detalladas más arriba, el grado de utilización de la capacidad instalada tiende a estancarse
o a registrar leves incrementos, en algunos casos de carácter estacional. Esta situación tiene lugar

29
Datos del Centro de Estudios de la Producción (CEP), Ministerio de Industria.
en forma concomitante con un crecimiento de la producción industrial a tasas elevadas, lo que
queda reflejado al observar la evolución del indicador de ampliación de la capacidad productiva.

La Argentina es un país conformado por tres grandes bloques productivos: el primero esta
integrado por los grandes centros urbanos, fundamentalmente el Gran Buenos Aires, Rosario y
Córdoba, núcleos centrales de la industria manufacturera, centros de consumo y de servicios. El
segundo comprende a la pampa húmeda, con su producción agropecuaria y las industrias y
servicios asociados. El tercero abarca a las economías regionales y la extracción de hidrocarburos
y minerales. Los tres bloques tuvieron un fuerte período de prosperidad en esta etapa. El primero
tuvo el impulso a partir de la recuperación manufacturera y del consumo. El segundo disfrutó de
los elevados precios internacionales y el tipo de cambio alto, al tiempo que expandió su propia
frontera a partir del avance de la soja. Y el tercero también creció gracias a mejores precios y la
dinámica de la economía en su conjunto.

A fines de 2010, por primera vez en la historia, la participación de las manufacturas de origen
industrial (MOI) superó a las de origen agropecuario (MOA) en el total de las exportaciones. La
participación de las MOI fue del 34 % en el total exportado, mientras que las MOA alcanzaron un
32%, lo cual representa tres veces más que la registrada en la década de los 90. MODIFICADO

Estas cifras son resultado de una mayor diversificación de productos, mercados y participación de
PyME en las exportaciones, rompiendo la tradicional dicotomía mercado interno versus
exportación. Otro aspecto a destacar es que al comparar los saldos de comercio de las MOI de
2010 y 2008, se observa que la Argentina achicó el déficit industrial en 3.721 millones de dólares,
un 16% respecto del año récord de la economía, anterior a la crisis internacional. (año 2008?)
MODIFICADO

Desde el 2003 la industria está atravesando el ciclo de crecimiento industrial continuo más alto y
prolongado de sus 200 años de historia, con crecimiento de las exportaciones con valor agregado
y aumento de la participación en las importaciones de bienes de capital.

A modo de conclusión

La estructura productiva de una nación es el principal determinante de su grado de desarrollo


económico. Los países de mayores recursos y distribución del ingreso más equilibrada se
respaldan en industrias altamente sofisticadas. En cambio, en los países menos avanzados,
generalmente, la actividad primaria tiene una mayor participación en la economía y constituye la
principal fuente de divisas.

Esta diferenciación nos dice que los procesos históricos de desarrollo industrial revelan que las
estructuras productivas basadas en los recursos naturales no bastan para alcanzar el desarrollo.
Deben complementarse con industrias que promuevan la generación de empleos y la distribución
del ingreso y la inclusión de las clases más postergadas. Modificar ese patrón sólo es posible a
través de la preservación y del fomento por parte del Estado de las cadenas de valor.

Luego de la crisis de 2001, la Argentina se encontraba en un estado de catástrofe social con más
de la mitad de los trabajadores con problemas laborales (y un 25% de desocupación), un 50% de
los ancianos sin cobertura previsional, un 56% de personas en situación de pobreza y más de un
cuarto de la población sin los recursos mínimos indispensables para su subsistencia. El trabajo no
registrado trepaba a cerca del 60% de los asalariados, de cada 10 empleos que se creaban sólo
uno era formal (y además se destruían más puestos de trabajo que los que se creaban), el salario
real no paraba de caer y los indicadores de desigualdad trepaban a niveles récord. En otras
palabras, el Estado ausente y las políticas asociadas al Consenso de Washington dejaban al
´alumno modelo de la comunidad financiera internacional´ en una situación de precariedad social
sin precedentes históricos.

A mediados de 2003, el gobierno implementó un nuevo modelo macroeconómico de acumulación


productiva con inclusión social.

La evolución de la industria a partir de ese año la ha llevado a revertir en parte su tendencia de


casi treinta años a perder participación relativa en el producto total. Este desempeño ha estado
acompañado por otros dos rasgos distintivos del perfil post devaluación: la expansión simultánea
de la mayoría de las ramas manufactureras y la creación generalizada de empleo. En el marco de
un cuadro macroeconómico y de incentivos más favorable, muchos sectores han remontado total
o parcialmente el terreno perdido durante el período de la Convertibilidad.

Un hecho que resalta claramente en los últimos años es que se está produciendo uno de los
cambios estructurales más importante que puede mostrar el actual modelo económico: la
ausencia de la restricción externa.

La restricción externa, como vimos en el apartado I, se manifestaba en ciclos de stop and go de la


economía y consistía en la carencia de divisas para sostener el crecimiento. En tal sentido, el
economista Pablo Gerchunoff (2006) reflexiona acerca del fin del ciclo stop and go. El autor
argumenta que el sector externo ha cambiado y destaca que, tomando en cuenta el valor, el
volumen, el término del intercambio y el poder de compra de las exportaciones en una período de
más de 120 años, el desempeño de la última década y media es aún superior al que va desde el
primer Roca hasta la Gran Guerra, esto es, superior a aquella etapa que la historiografía
denomina ‘expansión exportadora’.

Esos cambios domésticos se desarrollan en un contexto internacional donde la demanda de


materias primas es impulsada por Asia, la región más dinámica del mundo. A la vez, esa región del
globo induce la caída de los precios de importación (bienes tecnológicos de punta) producidos
con mano de obra barata. Ese cambio estructural del comercio internacional -que favorece a la
Argentina- se monta sobre la recuperación de la solvencia perdida a fines de los setenta ¿?
Gerchunoff destaca que la reestructuración de la deuda resolvió el principal problema.
MODIFICADO

Finalmente, ¿Cuáles son los aspectos concordantes o discordantes entre la etapa actual y las
anteriores? En primer lugar, el crecimiento de los últimos años estuvo basado en el ahorro interno
de la economía, la Argentina creció sin necesidad de financiamiento externo.

Este es un punto fundamental que marca una ruptura con el modelo rentístico-financiero puesto
en marcha en 1976 y profundizado en la década de los 90, así como también una diferencia
sustancial con el esquema agroexportador. En segundo lugar, el sector industrial, basado en el
mercado interno, ha vuelto a ser un elemento principal de las altas tasas de crecimiento del PBI,
acompañado ahora por una situación favorable en el frente externo que sigue siendo
predominantemente primario-exportador.

Con respecto a la todavía alta dependencia de las divisas obtenidas por los productos primarios y
a los niveles de compromisos creados por el endeudamiento externo previo, constituyen sin duda
factores de riesgo que, en el caso de que las tendencias cíclicas se reviertan, pueden volver a
producir restricciones en la balanza de pagos.

Sin embargo, los superávit fiscales favorables diferencian netamente este proceso de los
anteriores, dejando un margen apreciable para hacer frente a futuras turbulencias y sostener el
crecimiento.

Para finalizar, en base a lo analizado en los apartados precedentes, puede afirmarse que el rumbo
de la política económica procura establecer un puente entre el modelo de desarrollo del período
de industrialización, la necesidad de resolver el déficit social producto de décadas de predominio
neoliberal y el aprovechamiento de las nuevas condiciones de la economía mundial. Algo así
como si la Argentina estuviera retomando el hilo de Ariadna para recuperar el terreno perdido
desde hace más de treinta años.
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