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DIOS ES ESPIRITU

-Jn 4:20; 24-

Esta expresión en principio arroja luz sobre la naturaleza de Dios, que es inmaterial, por lo tanto intangible e
indivisible. Pero este texto está enmarcando en un contexto donde se no quiere llevar a pensar algo más. Y es que,
¿Qué relación tiene conmigo o en que nos compromete el saber que Dios es Espíritu? Sí, me aclara su esencia y
naturaleza, pero ¿Qué más? ¿Qué otra cosa quiere decir este verso que quizás no he percibido?

Cuando la mujer samaritana se dio cuenta que Jesús era más que un profeta y que por lo tanto conocía su vida
privada, trato de desviar la atención preguntándole sobre el lugar de adoración, si era samaria, o por el contrario
Jerusalén como afirmaban los judíos. La respuesta de Jesús fue sencilla y directa: ¡Dios es Espíritu!

-Samaritana: Pero ¿y nuestro templo?


-Jesús: Dios es Espíritu
-Samaritana: ¿Y qué hay de Jerusalén?
-Jesús: Dios es Espíritu

¡Qué profundo! Una verdad tan grande revelada en tan solo tres palabras. Dicho de otra forma, lo que Jesús le
quiso enseñar a aquella mujer y a nosotros es que hay una dimensión, un plano, una esfera mucho mayor que
cualquier templo, edificio o construcción, es el mundo del E.S. (Hch 17:24), que para nosotros era inaccesible, pero
Jesús nos abrió un camino vivo y nuevo a la presencia de Dios y por eso hoy tenemos libertad para entrar en el
lugar santísimo por su carne que fue rota por nosotros (Heb. 10:19-20).

Es licito decir entonces, que Dios vive en nosotros, pero que también nosotros vivimos en El (Hch. 17:28), que
somos templo del E.S. y a la vez su E.S. es nuestro templo, nuestro mundo, nuestra atmosfera y nuestro hábitat. No
podemos encerrar a Dios en cuatro paredes, Él es mucho más grande, como tampoco debemos encerrarnos a
nosotros mismos en las cuatro paredes de lo que llamamos templo, ni reducir nuestra relación con Dios al edificio
donde nos reunimos. Que nuestras cuatro paredes sean el Espíritu Santo, y si esta es una verdad que vivimos, Dios
no solo estará en la convención de jóvenes, o en el lugar de reunión, porque Dios es Espíritu y los que le adoran en
espíritu y verdad le satisfacen, le agradan, le llaman a contentamiento.

El mundo del Espíritu es sobrenatural, por eso entre nosotros no debe ser nada raro que haya sanidades,
liberaciones, prodigios, que se repartan dones, capacidades y habilidades dadas por el mismo Espíritu. Por eso el
hombre natural no puede entrar a esta esfera, ni percibir este mundo porque para él es una locura (1 Cor. 2.14) No
hay otro remedio para acceder, que naciendo de nuevo del E.S. por la palabra de Dios (Jn. 3.5) (1 Jn. 5:18) En la
biblia encontramos dos tipos de hombre: el que ha nacido una vez y el que ha nacido dos veces, el primero es de la
tierra, el segundo es del cielo, el primero es carnal, el segundo espiritual, el primero es de este mundo, el segundo
vive en el del Espíritu (Rom. 8:5).

El primer nacimiento nos dio entrada a este mundo, y nos hizo adámicos, y por lo tanto terrenales, pero el segundo
nacimiento nos introdujo al mundo del Espíritu, y en consecuencia nos hizo linaje, raza, imagen de Cristo, por eso
ya no andamos ni nos ocupamos en la carne sino en el Espíritu. (Ga. 5:16-17) (Rom. 8:6-8). No hay ningún poder, ni
si quiera la ley de Moisés, que pudiera capacitar al hombre para no pecar, creo con firmeza que la clave está en
hacer del E.S. nuestra ciudad de refugio, nuestra habitación, nuestro mundo. No funciona como dice la religión,
flagelando nuestra carne, funciona entrando, viviendo y permaneciendo día a día en la dimensión del E.S.
(Ro.8:1-3)

Pablo dice que nadie puede llamar a Jesús Señor sino por el E.S. (1 Cor. 12:3), entrando al plano del Espíritu, y
tampoco nadie puede adorar a Dios en espíritu y en verdad sino entiende la profundidad de lo que dijo Jesús: Dios
es Espíritu, no un concepto religioso o filosófico, menos una tradición enseñada por los hombre, no es algo estático
e inerte, Dios está vivo, y puede tocar, transformar, convencer, convertir, operar, ordenar.

(Génesis 1:2) dice que la tierra estaba DESORDENADA Y VACIA, pero en medio de ese caos el Espíritu de Dios se
MOVÍA sobre las aguas, y cuando aparece el Espíritu Santo los vacíos se llenan y el desorden desaparece, y fue así
como toda la creación fue ordenada, por la actividad del Espíritu Santo. Desde los albores de la historia Dios ha
testificado que el caos solo sucumbe por la actividad de su Espíritu Santo, por eso Dios nos exhorta a entrar a su
mundo porque allí todo es posible.

Hno. Gustavo Castañeda Bedoya

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