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No
necesariamente representa la postura oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día.
Cuando se toca este tema pareciera que vacilamos, como si fuera nuestra debilidad, sin
embargo, el Espíritu de Profecía, junto con la Palabra de Dios, debieran ser motivo de
orgullo para nosotros los adventistas. Y ya que muchos no sabemos realmente quién fue
Elena G. de White, escribo este artículo. En él veremos qué es el don de Profecía, cómo
saber si un profeta es verdadero o falso y cómo el ministerio de Elena G. White cumple
con las normas de la Biblia.
Dios se ha revelado a la humanidad por medio de la naturaleza y la Biblia, pero por causa
de la caída, ahora también vemos el resultado del pecado en la naturaleza. Por esa razón,
Dios se reveló a Su pueblo por medio de personas a quienes la Biblia llama videntes o
profetas. Su tarea no era predecir el futuro en sí, sino declarar la voluntad divina, guiar al
pueblo de Dios, además de sostener y enseñar Su ley. Así, rl don de profecía es, entre
otras cosas:
Hay pasajes en la Biblia muy extraños que no podemos entender. Dios, en su sabiduría,
puesto que el enemigo también conoce Su Palabra, dejó mensajes en forma de código
para que sólo sus hijos pudieran descifrarlos. Ya que estas instrucciones, exhortaciones,
consuelos o predicciones, son para tiempos específicos, ya sea el pasado, presente o
futuro. Por esto el Señor levanta profetas para que proclamen esos mensajes divinos.
Moisés fue la primera persona en la nación de Israel llamada a ser profeta e intermediario
entre Dios y Su pueblo. Antes, Abraham fue intermediario entre Dios y Abimelec.
Además, es importante notar que los profetas fueron personas que tuvieron el deseo
constante de caminar con Dios. No es que no tuvieran ningún pecado, pero se esforzaban
en vivir en armonía con la voluntad revelada por Dios.
Entonces, es un error pensar que un profeta debe ser impecable. Eso es injusto, porque
también nosotros estamos susceptibles a fallar. Aunque Abraham omitió decir que Sara
era su esposa, Jonás no quería ir a predicar a Nínive y Moisés mató a un egipcio, ¡llegaron
a ser profetas! Todos tuvieron tanto momentos de gran fe, como de profundas caídas.
En 1956, Jean Dixon publicó una visión en la cual afirmó que un político demócrata sería
elegido presidente de los E.U.A. en 1960, sólo para ser asesinado durante su mandato.
John Kennedy, presidente elegido en 1960, fue muerto tan solo tres años después,
mientras estaba en su cargo. Pero, así como los magos egipcios convirtieron el río Nilo
en sangre y la vara en víbora cuando Moisés los enfrentó, el cumplimiento de una
predicción no es una garantía de que es una profecía verdadera de Dios.
Satanás también puede producir milagros que parecen genuinos y, sin embargo, por más
impresionante que sea la manifestación, siempre debemos comprobarla con la Biblia. 2°
Pedro 1:20 y 21 nos dice la manera en la cual Dios se comunica con los profetas: su mente
es iluminada por el Espíritu Santo y hablan o escriben con sus palabras lo que ven. La
inspiración no obra en las palabras ni expresiones del hombre, sino en el hombre mismo.
De esta manera, las declaraciones del hombre son las palabras de Dios.
Los profetas no fueron las plumas de Dios, sino sus escritores. En la Biblia jamás hay
dictados, ni escrituras automáticas y palabras escritas por Dios sólo las ya mencionadas
anteriormente. Si así fuesen todos los escritos, Dios hubiera escrito la Biblia directamente
con su dedo infalible, al igual que los escritos de Elena G. de White. Pero no, Dios usó el
filtro humano a través de visiones, sueños o inspiración, siempre respetando el libre
albedrío de las personas para proclamar ese mensaje.
Otra forma de probar a los profetas es que sus profecías se deben cumplir: Daniel predijo
el momento de la aparición del Mesías casi seiscientos años antes que naciera Jesús, e
Isaías profetizó que un rey llamado Ciro traería de vuelta a los judíos desde Babilonia y
reconstruiría el Templo en Jerusalén ciento cincuenta años antes, lo encontramos en
Esdras 1:1-4. Sin embargo, no todas las predicciones llegan a cumplirse si la gente
involucrada tiene un cambio de corazón. Como ejemplo tenemos a Jonás, quien afirmó
que Nínive sería destruida por Dios en cuarenta días. No obstante, no sucedió así. ¿Fue
Jonás un falso profeta? De ninguna manera, en cambio la profecía era condicional: su
cumplimiento dependía de cómo respondiera la gente al mensaje de Dios.
“…Y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros ancianos soñarán sueños y
vuestros jóvenes verán visiones…” (Joel 2:28, 29).
Durante el tiempo de la Reforma, Dios usó a personas como John Wycliffe, los hermanos
Wesley, Juan Hus, Martín Lutero, entre otros, para restaurar la verdad descuidada. Ellos
ciertamente tenían los dones del conocimiento, la sabiduría y enseñanza, pero ninguno
pretendió tener el don profético. Este don específico, de acuerdo a Apocalipsis 12:17,
debía manifestarse en el “resto de la descendencia de la mujer”. El pueblo de Dios,
simbolizado por una mujer pura y sus hijos, es presentado como una minoría. De esto
inferimos que en los últimos días sólo existirá un remanente, aquellos que:
En conclusión, el ministerio de Elena G. de White cumple con todas las indicaciones que
la Biblia, como regla de fe, da acerca de los profetas. Por haber sido la mensajera del
Señor, sus escritos proveen una fuente de verdad perdurable y dan consuelo, conducción,
instrucción y corrección para la iglesia. Además, demuestran el hecho de que la Biblia es
la regla con la cual se debe probar toda enseñanza y experiencia.
Elena vivió y trabajó durante sesenta años bajo los ojos críticos de miles de personas. Los
errores y las faltas eran expuestas, y todavía lo son, con gran satisfacción por los
opositores, pero estos dejan de ver la forma en que Dios la usó para levantar esta iglesia.
Entendemos que sólo Dios es intachable; sus mensajeros tenemos fallas.
Cualquiera que esté familiarizado con sus libros puede testificar que ella usó
profusamente las Escrituras. Ella se sumergió en la Biblia, por lo que escribió está en
armonía con la Biblia. ¿Consideraremos a los Testimonios como una adición a las
Escrituras? No, más bien hemos de considerar los escritos de Elena G. de White como un
telescopio, que no añade estrellas al universo, pero las acerca para verlas mejor.
Te invito a ti, lector, a que leas sus escritos con la luz mayor, la Biblia, y compruebes la
forma en que Dios usó a esta mujer, con errores y debilidades como tú y como yo, pero
que aún así exaltó a Jesús en todo lo que hizo.
“Los Adventistas del Séptimo Día debieran destacarse, entre todos los que profesan ser
cristianos, en cuanto a levantar a Cristo ante el mundo” -Elena G. de White
Tiempo atrás conocí a una señora cuyo hijo estudiaba en la escuela adventista. A través
del contacto con la escuela, comenzamos a estudiar Ia Biblia, pero ella parecía indiferente
a las verdades reveladas. Pero durante la serie de estudios, el Espíritu Santo tocó su
corazón y ella pidió ser bautizada. Argumenté que ella debía esperar hasta el fin de los
estudios, pues faltaban algunas lecciones. Ella preguntó qué asuntos faltaban, y uno de
ellos era sobre el don de profecía. Cuando comenté qué era el don de profecía, ella me
dijo: “Si Dios es el mismo, y el Espíritu Santo también; si había profetas en el pasado,
¿Por qué no podría haber hoy? Yo creo, yo acepto y puede marcar mi bautismo”. Poco
tiempo después ella fue bautizada, junto con su marido.
Gracias a Dios porque todavía existen personas que comprenden cuán importante es para
la iglesia en los dÍas actuales, y más con la confusión religiosa que se desparrama por
todas partes, Ia dirección de Dios para su pueblo a través de la revelación profética. Como
iglesia podemos afirmar con seguridad: somos Io que somos hoy gracias a la dirección de
Dios, a través de Ia revelación profética a Io largo de nuestra historia.
Comunicación ininterrumpida
El plan original de Dios era que existiese una comunicación directa con sus criaturas,
como sucedía con Adán y Eva, que diariamente conversaban con él. La entrada del
pecado, sin embargo, comprometió esa comunicación y Dios empezó a hablar con los
seres humanos a través de los profetas.
Uno de los ejemplos de cómo esa comunicación se procesa puede ser visto en Ia vida del
profeta Daniel. Este profeta se encuentra al mismo nivel que los otros grandes profetas de
las Sagradas Escrituras. Las visiones y los sueños que él vio y registró en su libro son
partes de la colección de escritos de los profetas. AI examinar el don de profecía en la
vida del profeta Daniel y en el resto de Ia Biblia, veremos que el don de profecía todavía
hoy está a nuestra disposición.
‘Vidente”, traducción del hebreo roeh (lsa. 30:10) o chozeh (2 Sam. 24:11; 2 Rey. 17:13)
es otra designación para las personas que poseían el don profético. Los términos “profeta”
y “vidente” se encuentran íntimamente relacionados. A través de los años, Dios concedió
revelaciones de su voIuntad a su pueblo, utilizando a las personas que habían recibido el
don de profecia.”En verdad,
nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas”
(Amós 3:7 cf. Heb. 1:1).
Identificando al profeta
Sueños y visiones: Los sueños ocurren mientras el profeta duerme. Las visiones, mientras
está despierto. No surgen de experiencias comunes de la vida, son inspirados por el
Espíritu Santo (Núm. 12:6;Dan. 7:1; 8:1).
La fuente del profeta: EI Espíritu Santo es la fuente de los mensajes que los profetas
recibieron en las visiones (2 Ped. 1:21;Amós 3:7).
EI trabajo del profeta: El don de profecía no es solamente Ia habilidad de prever el
futuro, pues alguien puede ser profeta sin necesariamente hacerlo. Algunos profetas,
como Daniel, previeron el futuro, pero otros no. Su trabajo fue el de edificar, animar y
confortar a la iglesia.
Seres humanos comunes: Los profetas bíblicos no fueron perfectos. Ningún profeta es
perfecto, pues todos son humanos. Pero la tendencia general de la vida de un profeta debe
estar en armonía con la Palabra de Dios.
Trabajo no registrado
Hay profetas cuyos nombres son mencionados en las Sagradas Escrituras, pero no se
tienen detalles de su obra. Tales personas recibieron el don Profético fuera de los relatos
sagrados. El apóstol Pablo deja claro que debemos probar a los verdaderos profetas y
absorber sus enseñanzas (1 Tes. 5:19-21). El apóstol afirma que, mientras estemos en la
Tierra, necesitaremos de todos los dones del Espíritu santo, incluido el de profecía.
AI examinar el don profético en las Sagradas Escrituras, queda claro que existieron tres
grupos de profetas:
2. Aquellos que transmitieron las orientaciones de Dios solamente de manera oral, sin que
haya libros en el canon sagrado con sus nombres, tales como Enoc, Elias y Juan el
Bautista.
3. Los que recibieron el don, pero sus nombres no se encuentran registrados en la Biblia.
3. El Espíritu de Profecía no debería ser utilizado como vara para oprimir al pueblo de
Dios.
6. Recordar que el Espíritu de Profecía no fue dado como una guía infalible de
informaciones periféricas.
Para reflexionar
¿De qué forma el hecho de conocer la enseñanza bíblica que dice: ”¡Confíen en el Señor,
y serán liberados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!” (2 Crón. 20:20) y la que
señala: “No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba,
aférrense a Io bueno” (1 Tes. 5:19-22) puede mejorar tu vida hoy?
La forma en que usas el Espíritu de Profecía, ¿es coherente con tu profesión de fe?
¿Buscas regularmente esta fuente de orientación como apoyo en Ia comprensión de las
Sagradas Escrituras? Ora y piensa en esto durante las próximas 24 horas.
2Crónicas 20: 1- 24
Los autores del Nuevo Testamento, así como varios otros cristianos también tenían el
don de profecía (Lucas 1:67; Mateo 11:14; Hechos 13: 1; 15:32; 21: 8-10). Pablo
escribió a los Efesios que el don de profecía en la iglesia permanecería “hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,
a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Ef 4:13). Por eso, el libro de
Apocalipsis dice que la iglesia remanente del tiempo del fin tiene “el testimonio de
Jesús” (Apocalipsis 12:17), que es “el espíritu de profecía” (Apocalipsis 19:10).
Para los primeros cristianos, el “espíritu de profecía” era una referencia al Espíritu
Santo, que transmite el don profético a los mensajeros de Dios. Esto también es
evidente cuando se compara con Apocalipsis 19:10 con Apocalipsis 22: 8 y 9.
La situación en ambos pasajes es el mismo. Juan cae a los pies del ángel para adorarlo.
La respuesta del ángel son palabras casi idénticas, pero hay una diferencia. En el
capítulo 19:10, los hermanos son aquellos “que tienen el testimonio de Jesucristo.” En
el capítulo 22: 9, estos mismos hermanos son simplemente llamados “profetas”.
Probando a un Profeta
Como sabemos que el don profético en el caso de Elena de White era genuino y no una
farsa, La Biblia nos da una serie de pautas para probar el don profético.
2. Armonía con la Biblia (Isaías 8:20) – Lo que el profeta enseña debe estar de
acuerdo con toda la Palabra de Dios, porque Dios no se contradice a sí mismo (Sal 15:
4; Mal 3: 6). Mientras que Elena de White no fue una teóloga, sus mensajes están en
armonía con las Escrituras.
5. La prueba del fruto(Mt 7:20) – La prueba del fruto lleva tiempo. Elena de White
vivió y trabajó durante 70 años bajo la mirada crítica de millones de personas, en su
mayoría escépticos, que tenían dudas y sospechas. En algunos casos, que eran bastante
duras. Cualquier supuesta omisión o inconsistencia fue y sigue siendo expuestos con
gran satisfacción por sus oponentes. Sin embargo, el fruto de su vida y trabajo da fe de
su sinceridad, celo y piedad cristiana.
A pesar de que los falsos profetas pueden pasar una o dos de estas pruebas, sólo el
verdadero profeta puede ser aprobado en todas ellas. Elena de White sin duda pasó
todas las pruebas bíblicas. La dirección de la gracia de Dios a través del don profético
de Elena de White debería hacernos más conscientes de la responsabilidad que tenemos
como iglesia remanente, y nos debe impulsar para terminar la obra que Dios nos ha
dado para hacer.
1 Bernard Grossfeld, The Targum Onqelos to Genesis, The Aramaic Bible (Collegeville,
MN: Liturgical Press, 1988), p. 138.
2 Idem, The Targum Onqelos to Leviticus and Numbers, The Aramaic Bible
(Collegeville, MiN: Liturgical Press, 1988), p. 145.
3 Hermann Strathmann, “martus, etc.,” Theological Dictionary of the New Testament,
ed. Gerhard Kittel, 10 vols. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1967), v. 4, p. 501.
4 Veja Herbert E. Douglass, Mensageira do Senhor: o ministério profético de Ellen G.
White (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 1999), p. 150-169.