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.. LA Ri;PÚBLICA O DE LO JUSTO

LIBRO SÉPTIMO
155

-Represéntate ahora el estado de la_ naturaleza hwnana respecto de


la ciencia y de la ignorancia, según el cuadro que de él voy a trazarte.
Imagina un antro subterráneo que tiene todo a lo largo una abertura que
deja libre a la luz el paso, y, en,ese antro, unos hombres encadenados·
desde su infancia, de suerte que no puedan cambiar de lugar JÚ volver
la cabeza, por causa de las. cadenas que les sujetan las pienias y el cuello,
pudiendo solamente ver los objetos que tengan delante. A su espalda, a
cierta distancia y a cierta altura, hay un fuego cuyo fulgor les alumbra,
y entre ese fuego y los cautivos se halla un camino escarpado. A lo largo
de ese• camino, imagina un muro semejante a esas vallas que los ·
charlatanes ponen entre ellos y los espectadores, para ocu-ltar a ést.Qs el
· juego y los secretos trucos de las maravillas que les muestran. - T o d o
eso me represento. - F i g ú r a t e WlOS hombres que pasan a lo largo de ese
muro, po ando objetos dé todas clases, figuras de hombres y de
animales de madera o de piedra, de suerte que todo ello se aparezca por
encima del muro. - L o s que los portean, unos hablan entre sí, otros
,,
" pasan sin decir nada. - ¡ E x t r a ñ o cuadro y extraños prisioneros!
- S i n embargo, se nos parece_n punto por.punto. Y , anfe todo, ¿crees
.
•·,:, que verán otra cosa, de sí mismos y de los que se hallan.ª su lado,
más que las sombras que van a producirse frente a ellos al. fondo de la
cavenia? ...:.¿Qué.más pueden ver, puesto que desde su nacimiento se
hallan for.zados a tener siempre inmóvil la c a b e z a ? - ¿ Verán, asimismo,
otra cosa que las sombras de los objetos qúe,pasen por detrás de ellos?
- N o . - c S i pudiesen conversar entre sí, ¿no convendrían en dar a las
sombras que ven los nombres de esas mismas cosas? -Indudablemente.
- Y si al fondo de su prisión hubiese un eco que repitiese las palabras
d·e los que pasan, ¿no se figurarían que oían hablar a las sombras misnias
que pasan por delante ·de sus ojos? - S í . -Finalmente, no c,eerían que
_¡, existiese nada real fuera de las sombras. - S i n duda .
..:..Mira ahora lo ·que naturalmente habrá de sucederles, si son "líber- .
t.ados de sus hierros y se les cura de -su error. Desátese a .uno- de esos
cantivos y oblíguesele inmediatamente a levantarse, a volver la cabeza,
.· a caminar y a mirar hacia la luz; nada de eso hará sin infinito trabajo;
,,1 la luz le abrasará los ojos, y el deslumbramiento que le produzca le
t.
.,. , impedirá distinguir los objetos cuyas sombras veia antes. ¿Qué crees
que respondería si se dijesen que. hasta entonces no ha visto más que
, ,, fantas1TlaS, que aho tiene ante Jos ojos objetos más reales y más pró .
'..' ximos a la v.erdad?.Si se le müestran luego las cosas a medida que va-

-
. :;
y:an presentándos , y se Je obliga. en fuerz.:i de preguntas, a decir qu
$;·_es cada una de ellas, ¿no se le SUJ)lirá en perplejidad,
.
y no se persuadi_rá
·•·
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a que lo que antes veía eta más real que Jo que ahota se le muestra? y antes de que sus ojos se hayan ·repuesto; cosa que no podría suceder
- S i n duda. - Y si le obligase a mirar al fuego, ¿no enfermaría de los sino 'después de pasado bastante tiempo, tuviese que discutir con los
ojos? ¿No desviaría sus miradas para dirigirlas a la sombra, que afronta demás prisioneros sobre esas sombras, ¿no darla.qué reír a los demás,
sin esfuerzo? ¿No estimaría que esa sombra posee algo más claro y que dirían de él que, por haber subido a lo alto, ha perdido la vista,
distinto que todo lo que se le hace ver? -Seguramente. - S i ahora se ·añadiendo que seria una locura que ellos quisiesen salir del lugar en que
le arranca de la caverna, y se le. arrastra, por el sendero áspero y se hallan, y que si a alguien se Je ocurriese querer sacarlos de allí y
escarpado, hasta la claridad del sol, ¡qué suplicio no será para él ser así llevarlos a la región superior, habría que apoderarse d él y darle
arrastrado!, ¡qué furor el suyo! Y" cuando haya llegado a la luz libre, muerte? -Indiscutiblemen te. ·
ofuscados con su fulgor los ojos, ¿podrla ver nada de la multitud de -Pues ésa es precisamente, m i querido Glaucón, la Ímagen de la
objetos que llamamos seres reales? - L e sería imposibl e., al primer Cóndición humana. E l antro subterráneo es este mundo visible; el fuego
pronto. -Necesitarla tiempo, sin duda, para.acostumbrarse a ello. L o que lo ilumina, la luz del sol; el cautivo que sube a la región superior y
que mejor distinguiría sería, primero, las sombras; luego, las imágenes la contempla, el alma que se eleva hasta la esfera inteligible. H e aquí,
de los hombres y de los demás objetos, pintadas en la superficie de las a lo menos, mi pensamiento, puesto que· quieres saberlo. Dios sabe si
agt is; finalmente, los objetos mismos. De ahí dirigiría sus miradas al cie- es cierto. Por mi parte, la cosa me parece tal como voy a decir. E n los
lo, cuya vista sostendría con mayor facilidad durante la noche, al últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que se percibe
claror de la luna y de las estrellas, que por el día y a la luz del sol. - S i n con trabajo, pero que no puede ser percibida sin _concluir que ella es la
duda. -Finalmente, se hallaría en condiciones, no sólo de ver la imagen causa prirnera de cuanto hay de bueno y de bello en el universo; que
del sol en las agt1as y en todo aquello en que se refle'ja, sino de fijar en ella, en este mundo visible, produce la luz y el astro de quien la.luz viene
él la mi.rada, de contemplar al verdadero so(·en verdadero lugar. - S í . directamente; que, en el mundo invisible, engendra la verdad y la
- D e s p u é s de esto, dándose a razonar, llegará a concluir que el sol es inteligencia; que es preciso, en fin, tener puestos los ojos en esa id ea , si
quien hace las estaciones y los años, quien lo rige todo en el mundo queremos conducimos cuerdam_ente en la vida públi a y privada. - S o y
visible, y que es en t:ierto modo causa de lo que se veía.en la caverna. de tu parecer, en cuanto puedo comprender tu pensamiento. - C o n s i e n •
- E s evidente que llegaría por grados hasta hacerse esás reflexiones. te, pues, asimismo, en no extrañarte de que los que han llegado a esa
- S i llegase entonces a recordar su primera morada, la idea que en · sublime contemplación desdeñen la intervención de los asuntos hwna-
ella se tiene la sabiduría, y a sus. compañeros de esclavitud, ¿no se . , , nos, y que sus almas aspiren sin tregua a establece·rse en ese eminente·
alborozaría de su mudanza, y no tendría compasión de la·desdicha de lugar. La cosa debe ser as/, si es conforme a la pintura alegórica que de
aquéllos? -Seguramente. - ¿ C r e e s que sintiese todavía celos de los ella he trazado. - A s í debe ser. ,
honores, de las alabanzas y recompensas allí otorgados al que más ' - ¿ E s de extrañar que un hombre, al pasar de esa divina contempla-
rápidamente captase las sombras a su paso, al q4e recordase con mayor ción a la de los miserables objetos que nos ocupan, se turbe y parezca
seguridad las que iban delante, detrás o juntas, y que por tal razón seria ridículo cuándo, antes de haberse familiarizado con las tinieblas que le
el más hábil en adivinar su aparición, o que envidiase la condición de rodean, se ve obligado a (\isputar ante los tribunales, o en algún otro
lqs que en la prisión eran más poderosos y más honrados? ¿No preferí- lugar, acerca áe _sombras y fantasmas de justicia, y" a expli < r en qué
. 'l;'
ría, como Aquiles en Homero, 1 pasarse la vida al servicio de un pob forma los concibe ante personas que jamás vieron a la propja justicia?
labrador y sufrirlo todo, antes que volver a su .primer estado y a sus - N a d a de sorprendente veo en ello. - U n hombre seos.ato se hará la
ilusiones primeras? reflexión dt: qué la vista puede ser turbad de dos maneras y por dos
. - N o d11do que estaría dispuesto a soportar todos los males del causas <?p,uéstas.: por ·el paso de la luz a la oscuridad, o por el de· la
-mundo, mejor que vivir•de tal suerte. - P u e s P.9n atención -a esto otro: Qscuridad a- la luz; y aplicando _a.los ojos del alma lo que acontece a fos
Si de nuevo tomase a su prisión, para -vol.ver a ocupar én ella su antiguo ' . del cuerpo, uando la _vea turbada y embarazada para dist.inguir ciertQl'
·puesto, ¿no se encontraría como enceguecido, en el súbito "tránsito de la - objetos, en.lugarderefrsesin·razóo de semejante perplejidad, exami t¡ ará
luz del día a la oscuridad? - S í . - Y si mientras aún no distingue nada, . si proviene de que descienda de un estado más lwninoso, osi e pÓfque,
pasando de la ignorancia a la lu:i:,.quedeofuscada por su ful,gorex,cesivo.
En el segundo caso, la felicitará por su perp.lejidad; en el primero,
l Odisea, R.up. XI, v. 490.
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compadecerá su suerte; o, si quiere reírse a costa·suya, sus burlas serán porq11e en toda su conducta no tienen un fin fijo a que puedan referir
menos ridículas que si se dirigi,;sen al alma que vuelve a de s c ender de todo lo que hagan en la vida pública o en la vida privada; los otros,
la morada de la luz. -Sensatísimo es lo que dices. porque jamás consentirán en encargarse de semejante fardo, creyén ose
- A h o r a bien, si todo esto es cierto, fuerza es concluir de ello que la ya, en vida, en las islas afortunadas? - Tienes razón.
ciencia oo·enseña en la fonna en que cierta gente pretende. Se alaban - S e g ú n eso, a nosotros, que fundamos una república, nos incumbe
. de hacerla penetrar en un alma en que nada hay de ella, aproximada- obligar a lo s naturales excelentes a que se apliquen a la más sublime de
mente como podría darse vista a unos ojos ciegos. - A voz en cuello lo todas las ciencias, a contemplar el bien en s( mismo y a elevarse hasta
dicen. - P e r o el presente discurso nos hace ver que todos poseen en su él por el escarpado camino de que hemos hablado; mas después que
alma la facultad de aprender, con un órgano a ello de s tinado; que lodo ' hayan Ílegado a el, y cuando lo hayan contemplado durante cierto
el secreto consiste en apartar a ese órgano, con toda el alma, de la visión tiempo, librémonos de permitirles lo que hoy se les pern1ite. - ¿ P u e s
·de lo que nace, hacia la contemplación de lo que es, hasta que pueda tan duros hemos de ser con ellos? ¿Por ·qué condenarlos a vida misera-
fijar sus mir.adas en lo que hay de más luminoso en el ser; es decir, según ble, cuando pueden gozar de condición más dichosa? - O t r a vez; olvi-
nosotros, en el bien; del mismo modo que, si el ojo no estuviese dotado das, mi querido amigo, que _el legisla<lor no debe proponerse la felicidad
de movimiento propio, ocurriria por fuerw que lodo el cuerpo de cierto orden de ciudadanos con exclusión de los demás, sino la
habría de girar con él, en el tránsito de las tinieblas a la luz; ¿no es asi? felicidad de todos; que, con esta mira, debe unir a los ciudadanos en los
- E n efecto .. misrnos intereses, induciéndoles por la-persuasión o por la autoridad a
- E n esa evolución que se obliga a hacer al alma, todo el arte que wios a otros se den parte en las ventajas que están en condiciones
consiste, pues, en hacerla girar de la manera más fácil-y más útil. No se de prestar a la comunidad; )í que, a formar con cuidado semejantes
trata de conferirle facultad de ver, que ya tiene; pero su órgano está ciudadano s , no pretende dejarles libertad ,para que hagan el uso que les
orientado en mala dirección, no mira adonde es debido, y eso e s lo que plazca de sus facultades, sino servirse de ellos para robustecer el vínculo
hay que corregir. - M e parece que no hay otro secreto. del Estado. - V e r d a d dices, lo había olvidado.
- S o b r e poco más o menos, ocurre a las demás cualidades del alma - P o r lo demás, observa, mi querido Glaucón, que no seremos
lo que a las del cuerpo; cuando no han sido dadas por la naturaleza, se culpables de injusticia para con los filósofos que se hayan formado entre
adquieren mediante la educación y el cultivo. Mas por lo que hace a la nosotros, y que tendremos buenas razones que alegarles para obligarlos
facultad de saber, como quiera que es de naturaleza más divina, jamás a encargarse de la guardia y conducta de los demás. En otros Estados,
· pierde su virtud; tínicamente pasa a ser útil o inútil, ventajosa o nociva, les diremos, es más disculpable que los filósofos se sustraigan al peso
segtín la dirección que se le imprima. ¿No has observado aún hasta de los asuntos públicos, porque sólo a si mismos deben su sabiduría, y
dónde llega la sagacidad de esos hombres y a quienes se da el 11ombre ·se forman a pesar del gobierno; justo es que quien no debe más que a
\le pícaros redomados, y con qué penetración su mísera alma distingue si pr,opio su nacimiento. y crecimiento no esté obligado a .guardar
todo aquello que le interesa? Su vista no es débil ni se halla turbada, reconocimiento alguno a nadie; pero a vosotros os hemos fonnado en in,
sino que, como la obligan a que sirva de instrumento a su malicia, son terés del Estado tanto como en el propio vuestro, para que seáis en
tanto más perjudiciales cuanto más sutiles y clarividentes. - L a obser• nuestra república, corno ocurre en la de las abejas, nuestros jeTes y
vación es justa. - S i desde la infancia se hubiesen descuajado esas nuestr o s reyes; con este designio os hemos dado educación más perfec-
inclinaciones criminales que, como otros tantos pesos de plomo, arras- ta, que.os hiciese· más capaces que todos los demás de aliar el estudio
tran al alma hacia los placeres sensuales y grosero s y las fuerzan a qu·e de la sabiduría al manejo de los asuntos. Descender, pues, todos y cada
mire siempre a lo bajo; si, después de haberla lib r a do de esos pesos, se uno de vosotros, á la morada común; avezad vuestros ojos a las tiniebl s
hubiese orientado su mirada hacia la verdad, con la misma sagacidad la que en ella reinar; cuando os hayáis familiarizado con ellas, juzga is
hubie r a distinguido. - A s i parece. - ¿ N o es consecuencia verosímil, o infinitamente mejor que los demás de las e.osas que allí se ven;· d1slln-
,
más bien necesaria, de cuanto queda dicho, que ni los que no han . guiréis mejor que ellos los fantasma de lo.bello, de lo justo y del bien,
recibido ninguna educación y no tienen ningún conocimiento de la ,_ · porque en otra parte háb<íis visto la esencia de lo bello, de lo justo y de
verdad, ni aquellos a quienes se ha dejado pasar toda su vida en es¡udio lo'bueno, Así,. para vuestra dicha tanto como para la felicidad pública,
y me.dilación, son propios para la gobernación de los Estados; l o s unos, el gobierno de nuestro Estado será una realidad, y no un sueño como en
, .

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los más de los otros Estados, en que los jefes' se pelean por vanas que es? Pero al mismo tiempo n'le hago otra reflexión. ¿No hemos dicho
sombras, y se disputan encarnizadamente la autoridad, que estiman que era preciso que nu e s tros filósofos se adiestrasen di,sde su juventu.d
1 • como un gran bien. Pero la verdad es que todo Estado en _que los que, en el ejerci¡:io de las armas? - S í . -Fuerza es, pues, que J·a ciencia que
deben mandar no dejar, ver ninguna solicitud por su elevación, e s de buscamos, apat!e de esa primera ventaja, tenga, además, otra. - ¿ C u á l ?
rigor que esté bien gobemado, y que reine en él la concordia, mientras - L a de no ser inútil para los guerreros, - S i n duda que ha<:e falta que
que allí donde el mando es codiciado y disputado, no puede dejar de ·
· sea, con tal que ello sea posible.
asl .
· ocurrir todo lo contrario. -Verdad es. - ¿ N o hemos admitido ya en· nu e s tro plan de educación la música y
- ¿ S e resistirán nu e s tros disclpulos contra la fuerza de esas razone s ? la gimnástica? - S í . - P e r o la gimnástica tiene por objeto lo que está
¿Se negarán a aswnir por tumo el peso dei gobierno, para ir a pasar sujeto 'a la generáéJón y a la _corrupción, puesto que su finalidad consiste
luego juntos )a mayor parte de su vida en la 'legión de la pura luz?. en examinar lo que puede awnentar o disminuir las fuerzas del cuerpo.
-Imposible e s que se nieguen a ello, porque son justos, y lo que les -Verdad es. - P o r tanto, no es la ciencia que buscanios: - N o .
pedimos es asimi¡,mo justo; asl es que cada wio de ellos, contrariamente _:¿Será esa ciencia la música, tal como la hemos explicado ant e s ?
a lo que en otras partes se usa, cargará con el mando como wi yugo -Pero, si bien_ recu_erdas, la música corresponde a la gimnástica, si bien
inevitable. - A s í es,.mi querido amigo. - S i puedes encontrar, para los en un género opuesto. Su finalidad, decíamos, consiste el) acordar, por
que han de ejercer el mando, alguna condición que prefieran al mandó, así decirlo, el ,alma de los guerreros por me.dio de la annonía, y ef!
podrás asimismo hallar una república bien gobemada, porque en ese regularizar sus movimientos por medio del ritmo 'y de la mesura, pero
Estado sólo mandarán aquellos que sean verdaderamente ricos; no ricos no en comunicarle una ciencia, Para ese fin emplea los discursos,
de oro, .sino de °sabiduría y virtud, únicas riquezas de los que son vérdaderos o fabulosos; pero no he visto que encerrase ninguna de las
auténticamente dichosos; pero allí donde hombres pobres, gehtes ham- ciencias 'que buscas, y que soq propias para elevar .el alma hasta el
brientas de bienes que por sí mismas no tienen nada, aspiran al mando, conocimiento del bien. -Exactamente me recu'erdas lo que dijimos: la
creyendo encontrar en él la dicha que buscan, el gobierno será siempre música, en efecto, no ·nos ha parecido que contuviese nada por el' estilo
malo; disputará la gente, se arrancarán unos a otros la autoridad, y ésa de eso. Pero, entonces, mi'querido Glaucón, ¿dónde podremos t.ncontrar
lucha doméstica e intestina perderá finalmente al Estado con sus jefes. esa ciencia? ¿No en las artes mecánicas; según tú confiesas. son dem -
- N a d a más cierto. -Ahora bien, ¿conoces alguna otra condición, siado bajas para eso? -Indiscutiblemente. Con todo, si ponemos aparte
fuera de la del verdadero filósofo, que inspire desprecio hacia las la música, la gimnástica y las arte s , ¿qué otra ciencia puede quedár
dignidades y cargos públicos? -Ningtl)la otra conozco· fuera de ésa. después de -eso? - S i fuera de eso no encontramos 'nada, tomemos
- P u e s debe confiarse la autoridad a aquellos que no están celosos de alguna cie!'cia universal. -¿CtL-íl? -Aquella que es COtT\Ílll, deila cual
poseerla; de otra manera, la rivalidad hará surgir disputas entre ellos. · hacen uso todas las arte s y todas las ciencias, y que e s preciso aprender
- S i n duda. - ¿ A quiénes obligarás, pues, a que acepten ehnando, sino C(?mo uf!• de las primeras--Pero ¿qué ciencia es ésa? - L a que enseña
a aqueIÍOs que, mejor instruidos que nadie en la cienéia de gobernar, a· conocer lo que es uno, dos, tres; ciencia vulgar y fácil. La llamo en
tengan otra vida y otros honores que .prefieran a lo s que la vida civil le s general la ciencia de los números y del cálculo. ¿No es verdad que
ofrece? - N o me dirigiré a otros. -¿Quieres que.examinemos ahora ningún arte, ninguna ciencia pueden pasarse sin ella? -Convengo en
juntos de qué manera habremos de formar los hombres de ese carácter, ello . .:._Ni; por consiguiente, el arte militar, - L e es· absolutamente
y cómo les haremos pasar de las tinieblas a la luz, como se dice que han'. necesano.
pasado algunos cle los inflemos a la morada de los dioses? - ¿ Y aún - E n verdad que Palamede s ,2 en las tragedi s, nos presenta siempre,
me preguntas que si lo quiero? - N o se trata aqúí de arrojar un tejuelo, a Agamenón como a un divertido general. ¿No has observado que se
como en el juego, sino de imprimir a.1 alma un movimiento que, del día jacta<le ha!,er inventado los números, de haber dado el plan de campaña
tenebroso que la rodea, la eleve hasta la verdadera luz del ser por el ante Troya, y de ha_ber enumerado los barcos y todo lo demás, co1no si
camino que por esta ra,..ón llamaremos de la verdadera filosofía. - P e r - antes.de él hubiera sido imposible contar toqo eso, y I propio Agame-
fectamente. t - A s í conviene ver cuál es, entre las ciencias, la que es más nón no supiese cuántos pi e s _tenía, puesto que, si hemos de creerle, ni
propia para· producir ese efecto. - S i n duda. - P u e s dime, mi querido
Glaucón, ¿qué ciencia es la que eleva al alma de lo que nace hacia lo 2 Personaje de tragedia, sin que se sepa a ptmlo fijo de cuál.
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siquiera sabía contar? ¿Qué idea quieres que se tuvi e s e de semejante no puede hacerlo sino después de haber juzgado de lo que es blando, y
general? - U n a idea desventajosísima, si la cosa fuese cierta. - ¿ H a r , as!' da cuenta al alma de que el cuerpo que le afecta es al mismo tiempo
a. tu parecer, ciencia más necesaria para el guerre,:o que la de los duro y blando. - A s í es. - ¿ N o es inevitable que entonces se vea
nú eros y del álculo? Indispensable es pata él, si qui.ere entender algo perpleja el alma ante esa relación del tacto que le dice que una misma
de la ordenación de un ejército, o más bien si quiere ser hombre. cosa es dura y blanda? La s.ensación de gravedad y la de ligereza ¿no
obligan igualménte al alma a ser presa de las· mismas incertidwnbres
:-¿ ompartes la misma idea que yo .•"':rea de esta ciencia? - ¿ Q u é
idea. - M e parece que presenta la ventaJa que buscamos, la de elevar respecto a la naturaleza ae la gravedad y de la ligereza, cuando la misma
al alma a la_ pura inteli encia, y llev rla a la contemplación de Jo que sensación le dice qt1e el cuerpo .es pesado y ligero. - T a l é s testimonirna
es; mas nadie sabe servirse de ella como es debido. - N o entiendo . han de· paiecer1e sobremanera· extraños al alma, y requier;.n un ser(o
a tratar de explicarte lo que pienso. A medida qtie yo vaya examen por parte de ella. - N o sin .razón, por tanto, el alma, llamando
. -:-Vo_y entonces en su auxilio al entendimiento y a la reflexión, trata de
d1stmgu1endo entre las cosas que creo propias para elevar el alma y las
. que no lo son, considera tú sucesivam nte el mismo objeto que yo. exatninat si cada uno de esos testimonios se refiere a una spla cosa o a
Veremos mejor así si la cosa es•tal como yo imagino. - H a b l a . ·-Mira dos. - S i n duda. - Y si e s tima que s.on dos cosas, cada una de ellas le
SI no es verdad que, de las "'?sas sensibles; unas en modo alguno invitan parecerá una y distinta de la olnl. - E n efecto. -,-Por tanto, si cada una
al en.tendimiento a que dirija hacia ellas su atención, porque los sentidos de ellas le parece ser una,y una y otra dos, coooebirá a entrambas aparte;
son Jueces competent e s de ellas, mientras que otras hay que obligan al porque si las concibi•era como si no fuesen separadas, ya no s.ería la
entendimiento a reflexionar, porqu'e · tos sentidos no sabrían emitir concepción de dos cosas, sino de una s.ola. -Perfectamente.
'ning(tn ano_jui.cio acerca _de ellas. - S i n duda te refieres a los objetos - L a vista, decíamos, percibe el grandor y la pequeñez, no como dos
que d1stingu1mos desde lejos, y a los esbozos. - N o has penetrado bien cosas separadas, sino como cQsas confundidas; ¿no es as.í? - C i e r t a •
lo que quiero decir. - ¿ P u e s de qué quieres hablar, entonces? - P o r mente. - Y para poner en claro esa sensación confusa, el entendimiento,
'.:'bj os que _no itw_it.,n al alma a la reflexión, entiendo aquellos que no '· haciendo lo contrario.de la vista, se ve forzado a considerar el grandor
1nc1tan al mismo tiempo dos.,;ensaciones contrarias; y por objetos que y la pequ ñez, no ya como confundidos, sino como disiintos el \'.IJlO de
mvttan al alma a reflexionar, entiendo aquellos otros que hacen nacet la oti;a. - E s verdad: - A s í , esto hace nacer en nosotros el pensamiento·
dos sensaciones opuestas, cuando la relación de los sentidos no dice de preguniamos a nos.otros mismos qué son pequeñez y grandor. - S i .
te inantemente si se trata de tal cosa o de ·su contrariá,.ya sea que el -Precisamente porque hemos distinguido entre un algo visible y un
obJeto hiera de cerca los sentidos, o ya los af<, cte de lejos. Para que algo inteligible. -Perfectamente. - E s o · es lo que yo queria hacerte
comprendas meJor m1 pensamiento, repara en e s tos ires dedos: el · comprender cuando decía que, de los objetos s.ensibles, unos inciian al
meñique, el que le sigue y el de en medio. Perfectame te: Imagina que · • . alma a la reflexión, designando. asl a l_ós que producC'1 a la vez dos
los supongo vistos de cerca, y haz después conmigo esta observación. sensaciones contrarias;· los otros no invitan al espíritu a reflexionar,
- ¿ C u a l ? - C a d a uno de ellos nos parece igualmente ser un dedo. Poco porque solamente una reflexióti hacen nacer en él. - A h o r a lo compren-
importa, a este respecto, que lo veamos en medio o en el extremo, blanco ·. do, y pienso como tú.
o negro, grueso o menudo, y así sucesivamente. Nada de eso obliga al - ¿ E n cuál de e s as dos clases sitúas el número y la unidad? - N o s.é
alma a regunt.,r a_l entendimiento qué cosa sea un dedo, porque jamás decirte. - J u z g a de ello por lo que acabamos de decir. Si logramos un
ha at st1guad? la v¡sta qúe un dedo fuese al mismo tiempo otra cos.a que o
conocimiento suficiente de la unidad por medio de la vista de cualquier
un dedo. - S m duda que no.'-Razón tengo, pues, al decir que, en este otro sentido, ese conocimiento no podrá dirigimos hacia la contempla•
caso, nada despierta ni excita al entendimiento. - E n efecto. ción de la esencia, como a propósi_to del dedo decfamos hace un
- P e r o J u z g a la vista como es debido del grandor o de la pequeñez m.omento. 'Pero si la vista nos ofrece siempre alguna contradicción en
de tus dedos? ¿Le es indiferente, para juzgar bien, que uno de ellos esté ,la unidad, de modo que ya no nos parece una unidad, sino una 'reunión
en medio o en el extremo? ¿Otro tanto digo del grosor y de la finura, . de unidades, entonces s.e necesita un juez que deci\la; el alma, perpleja,
de· lo blando y de la dureza al tacto. En general, ¿es exacta la relación despierta en sí al entendimiento, y se ve forzada a hacer pesquisas, y a
que de todos esos puntos dan los sentidós? ¿No es más bien esto lo que preguntarse a sí misma qué es la unidad. En este caso, el conocimiento
cada uno de ellos hace? E l s.entido destinado a juzgar de lo que es duro, de-la unidad es uno de los que elevan al alma y la vuelven hacia la
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-contemplación del ser. - P e r o la vista de la unidad produce en · ese efecto. - A s i m i s m o habr:ás observado que los que han nacido
n<:Sotros el efecto de que ha bias, porque vem o s al mismo tiempo la calculadores, dotados de espíritu de combinación, tienen mucha facili-
misma cosa como una y múltiple hasta el infinito. - ¿ Y lo que ocurre dad para casi todas las ciencias, y que ,los mismos espíritus pesados,
a la unidad, no ocurre asimismo al número, cualquiera que, éste sea? cuando se han adiestrado suficientemente en el cálculo, consiguen con
- S i n duda. -'Ahora bien, la aritmética y la ciencia del cáic'ulo tienen ello, cuando menos, la ventaja de adquirir más facilidad y penetración.
por objeto el número. - S í . - P . o r consiguiente, una y otra llevan al - A s í es. - P o r lo demás, dificil te serla hallar muchas ciencias en cuyo
conocimiento de la verdad. -Perfectamente. aprendizaje cueste más profundizar que en esto. - B i e n Jp creo. - A s í ,
- P u e s ya tenemos aquí dos de las ciencias que buscamos. - N e c e - por todas ésas razones, no debemos desdeñarla; mas es preciso aplicar
sarias son, en efecto, al guerrero para disponer bien un ejército; al a ella desde muy temprano a los 11ue hayan nacido dotad o s de un natural
filósofo, para salir de lo que nace y muere, y elevarse hasta la esencia excelente. -Consiento en ello.
misma de las cosa ; porque sin esto jamás habría un auténtico matemá- -Adqptémoslo,'pues. Veamos si alguna otra ciencia relacionada con
tico. - Tienes razón. - P e r o aquel a quien confiamos la custodia de ést¡,, nos conviel)eO no. - ¿ Q u é ciencia es ésa? ¿No será la geometría?·
nuestro Estado es a la vez guerrero y filósofo. - S í . -Pongamos, pues, - L a rhisma. -Evidentemente nos conviene, a lo menos en lo que se
como ley para aquellos que entre nosotros es_tán destinados a ocupar los refiere a.las operaciones·de la guerra. Porque, en igualdad de circuns-
,primeros puestos, que se apliquen en la ciencia del cálculo, que la tancias, un geógrafo se entender:á mejor que. otro cualquiera en lo
estudien, no superficialmente, sino hasta que, por medio de la pura pertinente a sentar uh campo, tomar pl zas fuertes, conc ntrar un
inteligencia, hayan llegado a conocer la esencia de los números; no para ejército, obligarle a hacer todas las evoluciones acostumbradas en una
hacer que •a ciencia sil'ya, como hJcen los mercaderes y negociantes, acción o en una marcha. - S i be de serte franco, para eso no hacen falta
para las ventas y compras, sino para aplicarla. a las necesidades de la 1Ú mucha geometría ni cálculo. Lo que hay que ver es si la parte más
guerra, y facilit.1r al alma el camino que debe llevarla desde la espera elevada de. e p ciencia .tieride a hacer más fácil al espíritu la contempla-
de las cosas perecederas a la contemplación de la verdad y del ser. ción de·la.idea del biel'i. Porque dijimos que ése.es el resultado de las
-Perfectamente. ciencias que obligan al alma a volverse hacia la parte en que está ese
- A d v i e r t o ahora cuán bella en sí es esta ciencia del cál ulo, y cuán ser, el más dichoso de todos los seres, que el alma debe esforzarse en
útil para el designio que nos proponemos, cuando se estudia por sí contemplar de todas las maneras. - T i e n e s .razón. - P o r tanto, si la

.
misma, y no para hacer·de ella u'n negocio. - ¿ Q u é es lo que tanto t.e geometría mueve al alma a contemplar la esencia e las a , nos
admira de ella? - L a virtud que posee para elevar el alma, como
acabamos de decir, obligándola a razonar sobre los números tales cuales
..
conviene· si se detiene en sus accidentes, no nos conviene. - S i n duda.
-A):,ara bien, ninguno de cuant o s poseen el más leve barniz de geome-
son en si mismos, sin tolerar jamás que sus ·cálculos versen sobre tría nos negará que la.finalidad de esa ciencia es directamente contrar,ia
números visibles y palpables. Sin duda sabes los versados en esta· al lenguaje que emplean los que de ella tratan. - ¿ ó m o a.sí? - S u .
1muy
cienc-ia. Si' en su presencia tratas de div.idir la unidad propiamente dicha, lenguaje es divertido, aunque no tengas más rem,:dio que usarlo.
se burlan de ti 'Y no te escuchan; pero si la divi,des, ell o s la multiplican Hablan de cuadrar, de prolopgar, de añadir, y así .sucesivamente, como
en la misma medida, temiendo que la unidad no aparezca tal cual es, si realmeote operasen, como si todas sus demostraciones tendiesen a la
sino como una reunión de partes.' - T i e n e s razón. - Y si se les pregunta: práctica; cuanoo toda esta esencia no tiene otro objeto que.el conoci-
"¿De cjué número habláis? ¿D<inde están esas unidades tales cuales las miento. - V e r d a d es. - P u e s convén todavía 'en o\ra cosa. - ¿ E n qué?
suponéis; perfectamente iguales entre si, sin que haya entre ellas la - E n que tiene por'objeto el conocimiento de lo que es si mpre, y n o
menor diferencia, y que no están compuestas de partes?", ¿qué crees tú de lo que nace y perece. - S i n dificulta¡::l convengo en ello, porque la
que respondan, mi querido Glaucón? - C r e o que responderían que geometría tiene ¡,or objeto el conocimiento de lo permanente. -'-Por
hablan de esos números que no c,acn bajo los sentidos., y que sólo pueden tanto, atrae al alma hacia la verdad,.forrna en ella el espíritu filósóficc;,,
ser captad o s por el pensamiento. - P u e s bien ves, mi querido amigo, ' ·obligándola a dirigir'hacia lo alto sus miradas, en lugar de, pos.irlas,
que no podemos pasan,os absolutamente sin esa ciencia, puesto que es como suele hacerse, en ,Jas cosas terrenas. -'Nada más cierto.·,-Di.s-·
evidente que obliga al alma a servirse del entendimiento para conocer pondremos, pues, expresamente, que los ciudadanos de nuestrcPEstado
la verdad·. - V e r d a d es que es maravillosamente adecuada pal'a producir no descuiden I estudio de la geometría; tanto más-, cuanto qtle::l.p¡u1e
· 166 PLATÓN LA Rm>ú8LICA O l)íl LO JUSTO 167

· de esta ventaja principal tiene otras que no son de desdeñar. - ¿ C u á l e s ? individuos se prestarían a sus miras, y, gracias a esfuerzos concertadoo
- A n t e todo, aquellas de que hablasle tú, y que atañen a la guerra. y sostenidos, no tardaría en descubrirse la verdad, puesto que hoy
Además, comunica al espíritu facilidad para las restantes ciencias; así mismo, pese al desdén que se tiene hacia esa ciencia, y aunque el
vemos que hay una diferencia palmaria entre el que está versado en pequeño número de los que a ella se en_tregan no co prende toda su
geometría y el que no lo está. -Grandísima es, en efecto, la' diferencia. utilidad, con todo, la sola fuerza del hechizo que ella ,:Jerce vence todoo
- H a r e m o s pues, que aprendan esta otra ciencia nuestros jóvenes lo s obstaculos, y hace cada dia nuevos progresos No tiene nada de
discípulos. - M e parece muy bien. extraño, por tanto, que haya llegado al estado en que la vemos. - C o n •
- ¿ S e r a la tercera ciencia la astronomía? - ¿ Q u é le parece? - P e r - vengo en que no hay punto digno de'estudio que sea más atray nte que
fectamente; tanto más, cuanto que no es menos necesario a1 guerrero ése. Pero, por favor, explícame lo que hace un instante de 1as. ¿No
que al labrador o que al pilolo poseer un conocimiento exacto de las ponías antes que nada la geometría o ciencia de las superficies? - S - í .
estaciones, de los meses y de los años. - L a verdad es que eres - Y a seguida la astronomía, volviendo luego sobre tus pasos. - E s o
demasiado bueno. Parece que temas que el vulgo te reproche que hagas es porque, al querer aprcsuranne demasi,\do, retrocedo en. (ugar de
entrar ciencias inúliles en tu plan de educación. Las ciencias de que avanzar. A seguida de la geometría, debía hablar de la forrnac1on de lo s
hablamos ofrecen una considerable ventaja, pero que pocas gentes saben sólidos; pero viendo que nada se ha descubierto aún en ese terreno, le
apreciar. Consiste esa ventaja en purificar, er, rea11imar un órga110 del di de lado para pasar a la astronomfa, es decir, a los sólidos en mo-
alma extinguido y cegado por las demás ocupaciones de la vida, órgano vimiento. -Perfectamente. -Pongamos, pues, la astronomía en cuar-
cuya conservación nos importa mil veces más que la de los ojos del to Jugar, suponiendo descubierta la ciencia de los sólidos desde el
cuerpo, puesto. que solamente gracias a él percibimos la verdad. Cuando momento en que se ocupe de ella el Estado. - M u y probable es, en
hayas dicho esto, los que piensen corno nosolros en este punto te efecto. Pero como tú me reprochaste que hiciese un torpe elogio de la
aplaudirán; pero no esperes el sufragio de los que jamás se han hecho astronomía, voy a alabarla de manera conforrne a tus idea . Me parece
estas reflexiones, y que no ven en esas ciencias otra ulilidad que aquella que es evidente para todo el mundo que la astronomía obhga al alma a
de que has hablado tú. Ahora bien, mira bien de qué hablas ahora. A mirar a Jo alto, y a pasar de las cosas de la tierra a la contemplación de
menos que no razones para unos ni para otros, sino para li mismo, aun las del cielo. - E s o será evidente acaso para otro que no sea yo, porque
cuando te halles en disposición de no-envidiar a los demás la utilidad Jo que es por mi parte no pienso completamente lo mismo. - ¿ P e s qué.
que puedan sacar de tus palabras. - C i e r t o que es principalmente por piensas tú de eso? - C r e o que, tal como la estudian los que la en gen en
mí por quien gusto de interrogar y de responder. filosofía, hace mirar abajo. - ¿ Q u é quie r es decir con eso?
- S i es como dices, volvamos sobre nuestros pasos, porque no hemos - M e parece que te forrnas una idea singularísima e lo que o lla,:no
tomado en cuenla la ciencia que sigue a la geometría. - ¿ P u e s cómo ha conocimiento de las cosas superiores. ¿Crees, por I<;> visto, que s1 alguien
sido eso? - D e las superficies hemos pasado a los sólidos en movimien- distinguiese alguna cosa considerando de arriba abajo los ornamentos
to, antes de ocupamos de los sólidos considerados en si mismos. E l de un techo, miraría con los ojos del alma y no con los del cuerpo?
orden exigla que, después de lo que está compuesto de dos dimensiones, Puede ser que tengas razón tú, y que yo me haya engañado groseramen-
tomásemos los sólidos que poseen tres; es decir, el cubo y todo aquello te. Por mi parte, no puedo reconocer otra ciencia que haga mirar al_ lma
que posee profundidad. - V e r d a d es. Pero me parece, Sócrales, que aún a Jo alto, salvo la que tiene por objeto loquees y que nose ve, adqu1erase
no se ha hecho ningún descubrimiento en ese lerreno. - E l l o obedece esa ciencia mira11do arriba con la boca abierta, o agachando la cabeza
a dos causas. La primera es que ningún Estado hace bastante caso de y con los ojos enlomados; mientras que_si alg i n '?ira h?c_ia arriba, con
esos descubrimientos, y que se trabaja penosamente en ellos porque son la boca abierta, para aprenderalgosens,ble, nt s1qu1era d1re que aprenda
penosos. La segunda es que los que a ellos se dedican necesitarían de algo,'sino que no hay nad;, sensible que sea objeto de ciencia; ni que_ su
un gufa, sin el cual serán inútiles sus inveslig ciones. Ahora bien, es alma mire hacia arriba, sino hacia abajo, aun cuando estuviese tendido
dificil encontrar un buen guia, y aun cuando se hallase alguno, en el bo c a arriba sob r e la tierra o sobre el mar. - R a z ó n tienes para rep r e n-
presente estado de cosas, los que se oc::upan de esas investigaciones derme. No encuentro más que lo que merezco. Pero d_ime qué es )o q':'e
tienen demasiada presunción para que consintiesen en obedecerle. Mas censuras en la forma en que hoy .se estudia la astronomía, y qué cam?10
si un Estado dirigiese esos trabajos y les' concediese alguna estima, loS: habrfa que introducir en ese estudio para hacerlo útil a nuestro propósito.
LA REPÚOl.,ICA O 011 LO JUSTO 169
168 PLATÓN
movimientos astronómicos; y, que estas dos ciencias, astronomía 1
- H e l o aquí. Que se admite la belleza y el orden de los astros de que
música, es·cosa que dicen los pitagóricos, y nosotros con 11?;-· ¿No es
está ornado el cielo, nada mejor; mas como, después de todo, son esos
eso? .:_sí: - C o m o la cl\estión·es grave, adoptaremos su opm1on en este
objetos sensLbles, quiero que se ponga su belleza muy por debajo de la
· punto, y en otros más,. si ha lugar a ello, observand cuidadosamente,.
belleza verdadera que producen lá rapidez y la lentitud reales en sus . ':'
con todo nuestra máxima. ¿Qué máxima? - L a de velar por que no se·
relaciones mutuas y en los movimientos que comunican los astros,
obligue ; nuestros discípulos a hacer estudios imperfecios q e les
según el verdadero número y todas las verdaderas figuras. Ahora bien, _no
conduzcan al. ténnino a que deben llevar todos nuestros conoc1m1entos,
esas cosas escapan a la vista, y sólo pueden ser captadas por el enten-
como-hace un instante decíamos a propósito de la astronomía . ¿No sabes
dimiento y por el pensamiento. ¿Crees tú lo contrario? - E n modo
' que la música-no es hoy mejor tratada que su he¡:manay Limitase esta
algWlo.
ciencia a la medida de los tonos y de los aco,des sensibles; trabajo tan
- Q u i e r o , pues, que la belleza del cielo visible no sea sino imagen·
inútil como el de los astrónomos.
del cielo inteligible, y que nos sirva como servirían a un geómetra las
- V e r d a d es que no hay cosa más divertida. Nuestros músicos habl.an
figtiras ejecutadas por Dédalo o por cualquier otro escultor o pintor. No
sin cesar de matices diatónicos, tienden el oído como para sorprender
podría dejar de considerarlas como obras maestras de arte; m sal mismo
al paso los sonidos; unos dicen que oyen_ un sonid medio entre dos
tiemPQ creería que sería ridículo estudiarlas en serio, con la esperanza ':'
tonos, y que ese sonido es el más pequeno. de los intervalos que los
de descubrir en ellas la verdad tocante a la relación de igualdad, a la del
separan; los otros sostienen, por el contrario, q_u sos (\os.tonos son
todo y su 1 itad, o cualquier otra. - ¿ N o le sobraría razón para juzgar
perfectamente semejantes; todos prefieren _el. JUICIO del oído al del
que eso fuese ridículo? - ¿ N o tendrá el mismo pensamiento el verda-
entendimiento. - H a b l a s de esos famosos mus1cos que no dan reposo a
dero astrón9mo al considerar las revoluciones celestes? - C r e e r á sin
las cuerdas, que las someten de continuo al tormento de las clavijas.
duda que el que ha hecho el cielo ha dado a su obra la belleza que el
- M u c h o más lejos podría llevar esta descri p c ión, hablar de los gol p e s
artista humano ha dado a la suya. Pero ¿no estás convencido de que
de.arco.que l e sdan, y de las acusaciones de que las abrum_an por su
tendrá por extravagan'cia el imaginarse que las relaciones entre el día y
obstinación en no dar ciertos sones o en dar los que no se les piden; pero
la noche, entre los días y los meses, los meses y los años, y, finalmente,
los dejo, y declaro que no es de ellos d quienes quiero hablar: sino de
de las revoluciones de los astros entre si o con las de.l sol sean siempre
aquellos a quienes nos hemos propuesto mterrogarsobre annoma. Éstos:
las mismas, sin cambiaf jamás, cuando SOlo se trata de fenómenos
a Jo menos, ha n lo mismo que los astrónomos: mdagan de. que
materiales y visibles, y tratar de descubrir en ello por todos los medios
números resultan los acordes que hieren el oído; pero no llegan hasta
la verdad misma? - A h o r a que te comprendo, me parece que. la cosa es
ver en esos acordes exclusivamente un medio de• descubrir cuáles son
tal como dices. - N o s serviren.,os, pues, de los astros en el estudio de los números armónicos y cuáles no, ni de dón1e procede esa diferencia
la astronomía, como quien se sirve de las figuras en geometrfa, sin
entre ellos. -Semejante indagación seria verdaderamente. sublime.
detenemos en lo qu,e ocurre en el cielo, si queremos llegar a s.er
- L l e v a a) descubrimiento de lo bello y de_ lo bueno; mas s1 toma de
verdaderos astrónomos ,y sacar alguna utilidad de la parte inteligente
.otra forma o con otro fin, de nada servirá. - T I creo.
de nuestra alma, que sin eso nos será iní,til. - C o n eso haces el estuaio de
-Pie.nso en efecto, que si el estudio de. todas las ciencias de .que
la astronomía mucho más difícil de lo que es hoy. '-Presumo que
acabamos de hablar tuviese como fin hacer conocer las relaciones
prescribiremos el mismo método respecto de las demás ciencias; de otra.
íntimas y generales que esas ciencias mantienen entre sí, sería entonces
suerte, ¿de qué servirían nuestras leyes? Pero ¿podrías indicanne alguna
ese estudio de gran ayuda para la finalidad que nos proponemos; de lo
otra ciencia que pueda servir a nuestro propósito? - N o acude ninguna
contrarío, no valdría la pena de entregarse a él. - S o y de to,r!lrecer;
a mi pensamiento en este momento.
mas ese trabajo, Sócrates, sería muy largo y penoso. - ¿ Q u e quieres
- S i n embargo, el movimiento, a· lo que me parece, '110 presenta sólo
dec'ir? Esto aún no es más que el preludio. ¿No sabes que todo esto no
una forma única, sino que posee varias. Acaso un sabio pudiese enun,e-
. es mas que una especie de preludio del aire que te.nemas qu aprender1
rarlas todas. Por nuestra parte, sólo nombraremo.1- las dos que nos son , ¿Son, en efecto, a juicio tuyo, dialécticos todos los que estan versa.dos
conocidas. -¿Cuáles son? - L a astronomía es la primera; la otra, la . 'en esas ciencias? - C i e r t o que no; sólo he encontrado un reduc1d(s1mo
. que se corresponde con ella. - ¿ C u á l es esa otra? -Parece que los oídos número que fo fuese. - P u e s qué, ¿crees que sin estar en cond1c1ones
han sido hechos para los sonidos am1ónicos, como los ojos para los
170 PLATÓN LA R,:,PúOLICA O Dí! LO JUSTO 171
de dar o de entender la razón de cada cosa pueda jamás conocerse bien probar si existe algo semejante, ¿no es eso? - S í . - Y que ,¡ólo la
lo que dijimos que es· preciso saber? - N o lo creo. dialéctica puede descubrirlo a un espíritu diestro·en las ciencias que
- H e aquí, al fin, mi querido Glaucón, el aire de que acabo de sirven de preparación a aquélla, siendo imposible la cósa por cualquier
hablarte: la dialéctica. Esta ciencia, aun siendo como es puramente otro camino. - E s o es propiamente lo que se trata de probar. - H a y ,
espiritual, puede ser representada por el órgano de la vista, que, como cuando menos, un punto que nadie nos discutirá: que este método es el
hemos demostrado, se eleva gradualmente del espectáculo de los ani- único que trata de llegar regularmente a la esencia de cada cosa: porgue,
mal.es al de los astros, y finalmente a la contemplación del mismo sol. en primer lugar, la mayor parte de las artes sólo se ocupa de las
Así, el que se apÍica a la dialéctica, v_edándose absolutamente el uso de opiniones de los hombres, y de sus gustos, de la producción y de la
los sentidos, se eleva exclusivamente por medio de la razón hasta la fabricación, o incluso simplemente del mantenimiento de los ¡itoductos
esencia de las cosas, y si prosigue sus indagaciones hasta haber captado de la naturaleza o del ar1e. En cuanto a las artts restantes. como la
con el pensamiento la esencia del bien, ha llegado al límite de los geometría y todas las del mismo orden, que, según nosotros, tienen
cono imientos inteligibles, como el que veel sol ha llegado al límite del algún comercio con lo que es, vemos que el conocimiento que poseen
conocimiento de las cosas visibles. -Verdad es. - ¿ N o es esto lo que del ser se asemeja a un sueño; que les será imposible siempre verlo con
llamas tú la marcha de la dialéctica? - S i n duda. -Recuerda al hombre la clara visión que distingue la vigilia del ensueño, mientras no se
d la caverna que decíarnos: empieza por ser libertado de sus cadenas; eleven por cima de sus hipótesis, de las cuales no pueden dar razón.
después, dejando las sombras, se vuelve hacia las figuras a11ificiales y ¿Qué medio hay, pues, de dar nombre de ciencia a demostraciones
hacia el fuego que las ilumina. Finalmente, sale de ese lugar subterráneo fundadas, en principios inciertos, y sobre los cuales, con todo, descansan
para subir hasta los lugares que el sol alwnbra; y como quiera que sus las conclusiones y las proposiciones intermedias? - N o hay ningún
débiles ojos no pueden al principio fijarse en los animales, ni en las medio.
plantas, ni en el sol, recurre a sus imágenes pintadas en la superficie de -Solamente, pues, el método dialéctico, dando de lado las hipótesis,
las aguas, y a sus sombras; pero estas sombras pertenecen a seres reales, se remonta hasta el principio para establecerlo firmemente, extrae poco
y no a objetos artificiale..c; como en la caverna, y no se han fonnado a poco el ojo del alma del tremedal en que se halla hundido, y lo eleva
gracias a la luz que el prisionero tomaba por el sol. El estudio de las a lo alto con la ayuda y por·ministerio de las artes de que hemos hablado.
ciencias de que hemos habkido produce el mismo efecto. Eleva la parte Varias veces les hemos dado nombre de ciencias, por acomodamos al
más noble del alma hasta la contemplación del más excelente de todos uso; mas habría que darles otro nombrO: que ocupase el término medio
los sere.s, como, en el otro caso, el órgano más agudo del cuerpo humano entre la oscuridad de la opinión y la evidencia de las ciencias; antes nos
se eleva hasta la contemplación de lo más luminoso que existe en el hemos servido del nombre de conocimiento razonado. Pero me parece
mundo material y visible. que tenemos que examinar cosas demasiado importantes para que nos
- D e acuerdo estoy con lo que dices. Con todo, considerada en cierto detengamos en una disputa de nombres. -Tienes razón. - M i parecer
aspecto, la cosa me parece difícil de admitir; considerada en otro es;'pues, que sigamos llamando ciencia a la primera y más perfecta
aspecto, me parece difícil de rechazar. Mas como quiera que no es ésta forma de conocer, conocimiento razonado a la segunda, fe a la tercera,
la única vez que hablaremos de este asunto, y a menudo habremos de conjetura a la cuarta, comprendiendo a las.dos últimas bajo el nombre
volver sobre ello más adelante, supongamos que es conio decimos, y de opinión, y a las dos primeras bajo el de inteligencia, de suerte que lo
vengamos ahora a nuestro aire, y estudiémos1o con tanto cuidado como ' que nazca sea objeto de la opinión, y lo que es, de la inteligencia; y que
pusimos en estudiar el preludio. Dinos, pues, en qué consiste la dialéc- la inteligencia sea respecto de la opinión, la ciencia respecto de la fe, el
tica, en cuántas especies se divide y por qué caminos se llega a ella. conocimiento razonado respecto de la conjetura, lo que la esencia es
Porque hay indicios de que el tém,ino a que esos caminos conducen es respecto de Jo que nace. Dejemos por ahora, mi querido Glaucón, el
el reposo del alma y el final de su viaje. - N o podrías seguinne hasta examen de las razones en que se funda esta analogía, así como la manera
allí, rni querido Glaucón. Por mi parte, '1º faltaría la buena volpntad;_lo de dividir en dos especies el género de objetos que cae bajo la opinión,
que te haría ver no seria ya la imagen del bien, sino el bien mismo. Tal y el que pertenece a la jnteligencia, para no lanzamos a discusiones más
es mi pensamiento, cuando menos. Por lo demás, que sea o no el bien prolijas que todas cuantas hemos sostenido hasta ahora. - E n la medida
n1ismo. la cuestión no es ésa ahora, sino· que de lo que se trata es de en que me ha sido posible seguirte, me adhiero a todas las otras cosas
172 PLATÓN LI\ R PÚOLICI\ O DE 1.0 JUSTO 173

que has dicho. - ¿ N o llamas dialéctico a aquel que conoce.la razón de - L a ,culpa en que hoy se incurre, y que tanto daño ha hecho a la
la esencia de cada cosa?¿ Y no dices de un hombre que no puede separar filosofía, viene, como antes dijimos, de que no se tiene bastante respeto
con el entendimiento la idea del bien de todas las demás, ni dar una a la dignidad de esa ciencia. No está hecha para espíritus bastardos, sino
definición precisa de ella, ni vencer todas las objeciones como un para talentos francos y veraces. - ¿Qué entiendes por eso? - E n primer
hombre valeroso en un combate; ni demostrar esa idea por modo real, lugar, que los que quieran aplicarse a ella deben hallarse a cupierto de
arrollando todos los obstáculos con un razonamiento irresistible no todo reproche en lo que atañe al amor al trabajo. No deben ser en parte
dirás de él, repito, que no conoce el bien por esencia ni ningún otro bien; laboriosos, en parte indolentes, cosa que ocurre cuando un joven, lleno
que si aprehende algún fantasma de bien, no es por ciencia, sino· po r de ardor por el gimnasio, por la caza, por todos los ejercicios del
medio de la opinión; que su vida transcurre en tm profundo ·sueño cuerpo, no tiene por otra parte ningún apego a cuanto es estudio,
acompañado de ensueños, y c!el cual no despertará antes de bajar a los conversaciones, indagaciones cienHfici1s• y teme este género de trabajos.
inficmos para donnir alli con perfecto y acabado sueño? -Cierta- Otro tanto digo del que es de condición opuesta. - N a d a más cierto.
mente que lo diré. - P e r o si algún día te hallases en efecto encargado - ¿ N o incluiremos también en el rango de los naturales imperfectos
de la educación de los mismos discípulos que aquí fonnas por modo de respecto al estudio de la verdad a aquellas almas que detestando la
discurso, no los pondrías, sil) duda, al frente del Estado, con pleno poder mentira voluntaria y no pudiendo tolerarla en sí mismas sin repugnancia,
para disponer eo Jos mayores asuntos, si sus pensamientos fuesen para ni sin indignación en los demás, no sienten el mismo hor.ror hacia la
ello_s lo que son en geometría las líneas irracionales' y no pudiesen da mentira involuntaria, ni se desprecian a sus propios ojos uando se ven
razon de más nada. - C i e r t o que no. - L e s prescribirás, pues, que se convictas de ignorancia, y se revuelcan en ella con la misma. compla-
apliquen especialmente a la ciencia de interrogar y responder de la cencia que el cerdo en el fango? - S i n duda que sí.
manera más sabia posible. - S í , así se lo prescribiré contigo. - P o r - N o hay que poner, pues, menos atención en disting.uir las naturales
tanto, estimas que la dialéctica es, por así decirlo el supremo ápice y francos de los naturales basiardos, en la que ataiie a la templanza, a la
colmo ele las demás ciencias; que no hay ninguna otra que deba ponerse fuerza, a la grandeza de alma y a las demás virtudes. Por no saber
por cima de ella, y que cierra la serie de las ciencias que import,, distinguirlas, las particulares y los Estados encomiendan sus intereses,
aprender. - E n efecto. - T e falta, por consiguiente, designar aquellos éstos, a magistrados; aquéllos, a amigos débiles e incapates. - T o d o
a quienes daremos parte de. esas ciencias, y de qué manera se las eso es demasiado frecuente.
enseñaremos. · - A s í es, evidentemente. -¿Recuerdas cuál es el carácter· -Tomemos, pues, todas nuestras medidas para hacer una buena
de los que hemos escogido para goben1ar? - S í . - T ú mismo pensabas decisión. P rque si sólo aplicamos a estudios y a ejercicios de esa
que debíamos escoger hombres de ese temple, y que debía preferi r s e a importancia a sujetos a las cuales no les falte nada, ni en la referente al
los más finne.s, de más mérito, Yt a ser posible, mas hem,osos; mas no cuerpo ni en lo atañedero al alma, la propia justicia no tendrá ningún
. basta con esas ventajas corporales y con la nobleza de sentimientos, es reproche que hacemos y nuestro Estado y sus leyes se conservarán; pero
preciso que, además, tengan disposiciones convenientes para la educa- sí aplicamos a esos trabajos a sujetos indignos, ocurrirá lo contrario, y
ción que queremos darles. -¿Qué-disposiciones son ésas? - L a saga- cubriremos a la filosofía de un ridículo mucho mayor aun . . . - S e r i a
cidad necesaria para el estudio de las ciencias, y la facilidad para una vergüenza para nosotros. - S i n duda; pero no me doy cuenta de que
aprender. Porque el alma desmaya mucho más pronto ante las dificul- ya misma doy aquí ocasión de que serian a mi costa. - ¿ P u e s en qué?
tades de las ciencias abstractas que ante las de la gimnástica, porque el - O l v i d o que todo esto no es sino un proyecto en el aire, y hablo con
trabajo es sólo para ella, y el cuerpo no lo comparte. -Verdacl es. - E s tanta vehc1nenda como si la cosa se ejecutase.ante nues_tras ojos. La que
preciso, además, que tengan memoria, voluntad, ·amor al trabajó, y a así me ha caldeado el'áníma ha sido que mientras hablaba puse los ojos
todo género de trabajo, sin distinciones; de otra manera, ¿cómo crees en la filosofía, y·viéndola tratada con el mayor desprecio no he podido
que consientan en aliar tantos ejercicios del cuerpo con tantas reflexio- menos de dar testimonio de mi indignación contra los que la ultrajan.
nes y trabajos del espíritu? -Jama!; consentirán en ello si no han nacido - T u oyente no encuentra que hayas dicho nada que sea demasiado
otados del más dichoso nat urn l. fuerte. - P u e s el orador no piensa lo mismo. Sea de ello lo que quiera,
no olvidemos que nuestra primera elección recaía en los ancianos, y que
no estaría fuera de lugar aquí en una elección por estilo de aquélla;
174 PLATÓN ,. REPÚllUCA O Dll
1A LO JUSTO 175

porque no hay que creer a Solón cuando dice que 1111 viejo puede prescritas, cuando hayan lleg do a ed de treinta añ_os _I promoverás
aprender muchtLS cosas. Más bien estaría en estado de correr que de a mayores honores, y distinguirás, aphcandolos a la d1a)echca, a los que,
aprender. No, todos los grandes trabajos son para la juventud. -Cierto sin ayuda de sus ojos ni de otros sentidos, puedan, con la sola fuerza de
es eso. la verdad, elevarse hasta el conocimiento del ser. Y aquí es, mi querido
- D e s d e su más tierna edad, por Linto, debemos aplicar a nuestros Glaucón, donde hay que tomar las mayores precauciones. - ¿ P o r qué?
alumnos al estudio de la aritmética, de la geometría y de las demás - ¿ H a s puesto atención en el gran mal que hoy día reina en la dialéctica?
ciencias que sirven de preparación a la dialéctica; pero hay que desterrar - ¿ Qué mal? - Q u e está Llena de desorden. - Verdad es. .
de las fomws de la enseñanza todo lo que pueda sonar a coacción y a
traba. - ¿ P o r qué razón' -Porque un espíritu libre no debe aprender los que de él se dejan llevar? - ¿ E n qué son isculpables? - L e s ocurre
-¿Crees que haya algo de extrañar en ese orden, y no disculpas a

nada como esclavo, Sean obligados a volúntarios los ejercicios del Jo mismo que a un hijo supuesto que, educado en el seno de una fam1ha
cuerpo, el cuerpo no por eso obtiene menos provecho de ellos; pero las noble, opulenta, entre fasto y aduladores, se perc tase, al llegar ª. su
lecciones que por fuerza se hacen entrar en un alma no quedan en ella. mayor, que los que se dicen sus padres no lo son, sm poder descubrir a
-Verdad es. - N o uses, pues, de violencia para con los niños en las los que lo son verdaderamente. ¿Podrías decirme cuál_cs fuesen sus
lecciones que les des; haz. más bien de sueI1e que se instruyan jugando; sentimientos respecto de sus aduladores y de sus pretendidos parientes,
con e o estarás más cerca de conocer las disposiciones de cada uno de antes de que tuviese conocimiento de su posición, y después que
ellas. - L o que dices me parece muy sensato. - ¿ T e acuerdas también estuvies.e instruido acerca de ella?, ¿o quieres saber cuál es mi sentir en
de lo que antes deeiamós de que había que llevar a la guerra a los nifios, esto? - ¡ Y a lo creo que quiero! - M e imagino que primero tendría más
montados a caballo, hacerles espectadores del combate, acercarles in- respeto a su padre, a su madre y a los demás a quienes consideraría
cluso a la pelea, cuando esto pueda hac-erse sin peligro, y hacerles en como parientes, que no a sus aduladores; que pondría más solicitud en
c1e110 modo probar la sangre, como se hace con las cachorros de presa. socorrerlés si los viese en la indigencia, que estaría menos dispuesto a
- M e acuel'do de. eso. -Pondrás aparte a los que hayan mostrado más maltratarlos de palabra o de obra; en una palabra, que en las cosas
paci ' : nci en los traba os, más valor en los peligros, y rnás ardor para esenciales les obedecería antes que a sus aduladores, todo el tiem¡,o en
las c1enctas. - ¿ A que edad? -Cuando hayan acabado sus cursos de que ignorase su estado. - A s í parece. - M a s apenas hubiese s.ibido la
ejercicios gimnásticos; porque en todo ese tiempo, que será de dos o verdad, cuando su respeto y sus atenciones disminuirían para con sus
tres af,os, !es es imposible hacer ninguna otra cosa, puesta que nada es padres, y aumentarían para con sus aduladores, se entregaría a éstos con
mas ':".em1g_o d": la_s ciencias que la fatiga y el sueño. Por otra parte, los menos reservas que antes, siguiendo en todo sus consejos y -viviendo
eJcrcIc1os gImnast1cos son una prueba a la que es muy importante que públicamente en la mayor familiaridad con ellos; mientras que no se
se les someta. - A s í la creo. cuidaría ni poco ni mucho del padre y de los parientes supuestos, a
-Pasado ese tiempo, cuando hayan alcanzado la edad de veinte años, menos que fuese de natura I muy sensato. - L a cosa no dejaría de ocurrir
concederás las más honrosas distinciones aquellos a quienes hayas tal como dices. Pero ¿cómo aplicar ese cuadro al desorden de que le
escogido, y les presentarás en su conjunto las ciencias que habrán quejas?
estudiado en detalle en su infancia, con el fin de que se acostumbren a - H e aquí cómo: ¿no se nos educa desde niños en principios de
ver de una ojeada las relaciones que mantienen entre sí las ciencias, y a justicia y de honestidad que honramos, a que obedecemos como a
conocer la naturaleza del ser. - E s e método es el único que pueda · nuestros padres? -Cierto. - ¿ N o ocurre lo mismo con las máximas
afim1ar en ellos los conocimientos que hayan adquirido. - E s , asimis- opuestas· a ésas; máximas que sólo tienden al placer, que ofuscan y
mo, el medio más seguro de distinguir el espíritu dialéctico de cualquier acosan a nuestra alma como otros tantos aduladores, pero que nos
otro. Porque el que sabe agrupar los objetos desde un punto de vista i,ersuaden, cu3ndo menos a los más cuerdos de nosotros, que coriservan
general, ése ha nacido para la dialéctica; los demás no son aptos para siempre el mismo respeto a la n1isma sumisión para ]as máximas en que
ella. - S o y del mismo parecer. -Después de haber observado cuida- han sido educados?--También eso es verdad. Ahora, si se llegase a
dosamente cuales son los mejores ingeni o s en ese genero, y cuales los preguntar a uno que se hallase en esa disposición de espíritu qué cosa
que hayan mostrado más constancia y fin11eZ-<1, bien en el estudio de las sea lo honesto, y si, después de haber respondido él conforme a lo que
ciencias, Uien en los trabajos de la guerra, bien en las restantes pruebas ha aprendido de labios del legislador, se refutase su respuesta, se le
176 Pl,ATÓN LA RcPúOLtCA O DI! LO JUSTO 177
confundiese reiteradamente y se le llevase a dudar de si .hay algo que años: cuatro o seis? Pongamos cinco, Después de eso les harás que
sea honesto en sí más bien que deshonesto, si se hace otro Canto respecto desciendan de nuevo a la caverna, obligandoles a pasar por los empleos
de lo justo, de lo bueno y de las-rcslantcs cosas a que consagra más militares y por las demás funciones propias de su edad, con el fin de
reverencia, ¿qué partido crees que adople en lo que se refiere al respeto que a nadie cedan en experiencia. En todas tus pruebas observarás si
y swnisión que debe tener a esas cosas º -Necesariamente habrá de pennanecen firmes aun cuando se vean dislraídos y solicitados por todas
honrarlas y respetarlas menos que antes. - M a s cuando haya llegado a pactes, o si se dejan ablandar, por poco que sea. -¿Cuánto tiempo
no tener ya el mismo respeto a esas máximas, y a no reconocer ya las durarán esas pruebas? - Q u i n c e años. Entonces será tiempo de conducir
intin1as relaciones que con él mantienen, y cuando, por otra parte, le sea a término a aquellos que a los cincuenta años hayan salido puros de esas
imposible descubrir por sí mismo lo verdadero, ¿cabe que siga otras pruebas, y que se hayan distinguido en las ciencias y en todo su
máximas que aquellas que le halaguen? - N o . - P o r consiguiente, comportamiento, obligándoles a que dirijan el ojo del alma hacia el ser
pasará a ser rebelde a las leyes, de sumiso que antes era. - S i n duda. que ilwnina las cosas todas; a que contemplen la esencia del bien, y a
- A s í , los que se aplican de esa manera a la dialéctica, tienen que que se sirvan de ella, después, como de modelo para regular sus
empezar con este inconveniente, y, después de todo, merecen que se les costumbres, las del Estado y las de cada ciudadano, ocupándose casi
perdone. - Y que se les compadezca, además. siempre del estudio de la filosofía, pero cargando, cuando les llegue la
- A h o r a bien, con el fin de no exponer a nuestros discipulos al mismo vez, con el peso de la autoridad y de la administración de los asuntos,
inconveniente, cuando hayan llegado a edad de treinta años, antes de con la sola mira del bien público, y en la persuasión de que se trata
aplicarlos a la dialéclica, lomarás todas las precauciones necesarias. menos de un puesto honroso que de un deber indispensable. Entonces,
-Perfectamente. - ¿ N o es, ante todo, excelente precaución la de después de haber trabajado sin tregua en formar y dejar al Escado
prohibirles la dialéctica mientras son demasiado jóvenes? Sin duda no suc;esores dignos de sustituirles, podrán pasar de esta vida a las islas
ignoras que los jóvenes, cuando han aprendido las primeras•lecciones afortunadas. El Estado les erigirá magníficos sepulcros, y, si el oráculo
de la dialéctica se sirven de ella como de una diversión, y toman como de Apolo los encuentra bien, se les harán sacrificios como a genios
juego el contradecirse sin descanso. Siguiendo el ejemplo de aquellos tutelares, o a lo menos como a almas bienaventuradas y divinas.
que los han confundido en la disputa, confunden, a su vez, a los demás; - A c a b a s de fabricar, Sócrates, como un hábil escullor, cumplidos
y, semejantes a los perrillos cachorros, se divierten zarandeando y hombres de Estado. - D i también mujeres, mi querido Glaucón, porque
desgarrando con el razonamiento a todos aquellos que se les ponen a no creas que he hablado más bien de los hombres que de las mujeres,
tiro. - A l natural los pintas. - T r a s muchas élisputas en que han sido siempre que estén dotadas de la conveniente aptitud. Así debe ser,
tan pronto vencedores como vencidos, suelen acabar por no creer ya en puesto que en nuestro sistema es preciso que todo sea común entre los
nada de lo que antes se reían. Con ello dan a los demás ocasión de que dos sexos. - P u e s bien: ¿me concedéis ahora que nuestro proyecto de
los denigren a ellos y a la filosofia. - N a d a más cierto. - E n edad más Estado y de gobierno es algo más que un simple deseo? Difícil es su
madura no se dará en semejante mat1ía; se imitará más bien a los que ejecución, sin duda; pero es posible, y sólo es posible como queda dicho.
conversan con propósico de descubrir la verdad, que no a los que se A saber: cuando se vea al frente de los gobiernos a uno. o a varios
contradicen por diversión y juego. filósofos auténticos que, considerando con ojos desdeñosos los honores
El que de esa suerte obi-a se granjeará fama de hombre sens3to y que en tomo a ellos son objeto de disputa, poniendo la justicia por
moderado, y pondrá a la profesión filosófica en un grado de estima en encima de todo, como lo de más imponancia y necesidad, sumisos en
que antes no se encontraba. - M u y bien. todo a sus leyes y aplicándose a haterla prevalecer, emprendan la
- P o r vía de precaución dijimos también antes que solamente debía reforn1a del Estado. - ¿ D e qué manera? -Relegarán al campo a todos
admitirse a los ejercicios de la dialéctica a los espírilus graves y de peso, los ciudadanos que excedan de diez años; y, habiendo así sustraído a los
en lugar de admitir en ellos, como hoy día se hace, al primero que llegue hijos de esos ciudadanos a la influencia de las actuales costumbres,
aw, cuando a menudo no traiga la menor dispOGición para el caso. que son las costumbres de sus padres, los educarán confonne a sus
- T i e n e s razón. -¿Bastará con que se conceda a la dialéctica el doble propias costumbres y a sus propios principios, que son los que antes
del tiempo concdido a la gimnástica, aplicándose a ella sin tregua y tan hemos expuesto. Por este medio establecerán en el Estado, en poco
exc1usivamente como antes a los ejercicios del cuerpo? -¿Cuántos tiempo y sin crabajo, el gobierno de q, e hemos hablado, y le harán
LA RllPÚOLICA O Dll LO JUSTO 179
178 PLATÓN
de todos el segundo, o si la cosa es de otra suerte. Y, en el momento
sobremanera dichoso. -Indiscutiblemente. Creo, Sócrates, que has
en que yo te rogaba que me describieses por menudo esas cuatro
dado con la manera de que nuestro proyecto se ejecute, supuesto que
especies de gobierno, Adimanle y Polemarco nos interrumpieron y le
llegue a ejecutarse algún dia. -Acabemos aqui nu'.'°5tro discurso t?canle
empuja_ron a la digresión de que ahora salimos. -Fidelísima es tu
al Estado y al hombre que a él se asemeja. No es d1fic1IJuzgarcual haya memoria.
de ser ese hombre con arreglo a nuestros principios. - S i n duda que no, - H a z , pues, como los atletas: vuelve a presentam1e el mismo lance,
y, como bien dices, la materia está agotada. y responde a la misma ptegunta con lo que entonces pensabas responder.
- S i es que puedo. -Quisiera saber cuáles son los cuatro gobiernos a
que te referías. - N o me costará trabajo complacerte. Conocidísimos
son lodos cuatro. El primero y más alabado es el de Creta y Lacedemo-
nia. El segundo, a que se da también el segw1do lugar, es la oligarquía,
gobierno sujeto a gran número de males. El tercero, enteramente opuesto
al segundo, y menos estimado que él, es la democracia. Viene finalmen-
te la tiranía, que no se parece· a ninguno de los otros tres gobiemos, y
que es la mayor enfen11edad de un Estado. ¿Puedes nornbranne algún
otro gobiemo que tenga fonna propia y distinta de éstas? Porque las
soberanías y principados venales entran en el número de éstas de que
hablo, y se encuentran así entre los bárbaros como entre los griegos.
,.' - H a y , en efecto, muchos y muy extraños. -Pues ahora ya sabes que
hay necesariamente tantas especies de gobiemos como caracteres de
hombres. ¿Crees, en efecto, que la forma de los Estados provenga de
las encinas y de /.as r.ocas, 2 y no de las costumbres de los miembros de
que se componen, y de la dil'ección que ese conjunto de miernbros
Ílllponga a todo el ·resto? - E n modo alguno.
- A s í , puesto que hay cinco especies de gobiemo, debe haber cinco
caracteres del alma que se correspondan con ellas. Sin duda. - Y a he-
mos tratado del carácter que corresponde a la aristocracia, y con razón
hemos dicho de él que es bueno y justo. - E n efecto. - N o s falta ahora
recorrer Jos caracteres viciosos, empezando por el que es celoso y
ambicioso, formado con arreglo al modelo del gobiemo de Lacedemo-
nia, y siguiendo luego con los caracteres oligárquico, democrático y
tiránico. Ctiando hayamos reconocido cuál es el más· injusto de esos
caracteres, lo opondremos al más justo, y, comparando la justicia pura
con la injusticia asimismo sin mezcla, acabaremos por ver hasta qué
punto una y otra nos hacen felices o desventurados, y si debemos optar
por la injusticia, siguiendo el consejo de Trashnaco, o rendimos a la
fuerza de las razones que nos hostigan para que sigamos el partido de
la justicia. - D e b e m o s proceder tal como dices. - C o m o ya hemos
empezado por examinar las costumbres del Estado antes de pasar a las
de los individuos, por creer que semejante método era el más luminoso,
¿no le p3rece 'oportuno que sigarnos con él, y que, después de haber
' 2 1/im lt t, XXII, 125. <Mi:w,. XIX. 161.

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