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la existencia de una autoridad que actúa como agente principal (El Gobierno o el
conjunto de autoridades públicas de un país.)
Unos Fines y/o Objetivos cuyo logro se persigue.
El carácter deliberado de las acciones que la citada autoridad desarrolla en el
terreno económico.
La existencia de unos instrumentos o medios que pueden ser manipulados o
alterados por las autoridades para alcanzar los fines propuestos.
Conviene señalar que la existencia de comunidades de países que persiguen una mayor
integración económica o los procesos integradores que se están desarrollando en el
continente americano) hacen que no sólo podamos hablar la política económica del
gobierno de un determinado país, si no de las políticas económicas, propias dichas
organizadas supranacionales, pactadas o acordadas por los respectivos gobiernos y
puestas en práctica por una autoridad que a veces está en alguna medida, al menos por
encima de las de los países integrantes.
En función de los objetivos perseguidos, pero sobre todo del carácter propiamente dicho
de las políticas económicas llevadas a cabo, de su nivel de actuación y del período en el
que se desea operar, es posible diferenciar varios tipos de políticas, que aquí
estudiaremos con más detenimiento:
Política de proceso incluye todas aquellas actuaciones que están más directamente
encaminadas a resolver problemas y desequilibrios específicos derivados del
funcionamiento del “PROCESO” de la economía. En este amplio bloque se integran,
políticas sectoriales ligadas a la solución de los problemas más específicos de una rama
de actividad, hasta las políticas de ajuste orientadas a estabilizar la evolución de los
precios, recuperar el equilibrio de la balanza de pagos o suavizar el ciclo económico entre
otras.
El punto central de atención son las tres grandes categorías de instrumentos, que suelen
utilizarse en política económica, los cuales permiten diferenciar entre políticas
cuantitativas, políticas cualitativas y reformas fundamentales.
Un ejemplo de ello sería la modificación del cuadro fiscal del país, introduciendo nuevas
figuras impositivas o modificando el peso relativo de los distintos impuestos en el conjunto
del sistema. Un buen numero de políticas cualitativas, aunque no todas, pueden
identificarse con los que anteriormente se calificaron como políticas de ordenación.
Como ejemplos de políticas de este tipo, podrían citarse tanto las acciones encaminadas
a influir en las decisiones de producción y/o fijación de precios por parte de las empresas
singulares de una rama productiva determinada como el establecimiento de impuestos
sobre productos muy determinados para desincentivar su consumo, o las sanciones
legales y otras medidas similares que afecten a productores o consumidores, individuales
o en grupos bien delimitados.
En las economía, el corto plazo suele referirse a períodos de tiempo que, como máximo,
abarcan los 18 e incluso a veces los 24 meses. El medio plazo se ha identificado
convencionalmente con períodos de 4-5 años. Y los análisis, proyecciones y programas a
largo plazo se han ligado a períodos superiores a los 8 años, pudiendo abarcar incluso
hasta los 12-15 años, como suele hacerse a la hora de definir los planes de largo alcance
en materia de infraestructuras, de energía o de ordenación del territorio.
Las políticas a corto plazo, o de carácter coyuntural, suelen diferenciarse claramente de
las que tienen como horizonte el medio o largo plazo. Las primeras toman como
referencia unos objetivos en términos de estabilidad de precios, el logro de una
determinada tasa de crecimiento del país, o la reducción del déficit publico a un cierto
porcentaje del PIB.
Fines generales se identifican con aquellos propósitos de carácter más general de una
sociedad se ha propuesto alcanzar. Ejemplos de “FINES GENERALES” son: El bienestar
material, la igualdad, el respeto a las libertades individuales, la solidaridad, la seguridad y
el orden entre otros.
Denominacion en términos
Significado
abreviados
FINES INTERNOS
Bienestar económico Elevación del nicel de vida de todos los ciudadanos.
Desarrollo de la personalidad Facilitar el desarrollo completo de las capacidades y aptitudes individuales.
Equidad e igualdad Igualdad ante la ley en las capacidades básicas de desarrollo personal.
Libertadad individual Libertad de palabra, de expresión y de asociación.
Los objetivos económicos (que muchos autores califican también como objetivos puros,
de política económica) son los que están más íntimamente ligados al bienestar económico
general. Los cinco que normalmente figuran en cualquier programa de política económica
son los siguientes:
Estabilidad de precios.
Pleno empleo.
Objetivos demográficos:
Hay dos observaciones que conviene hacer con respecto a esta propuesta. La primera es
que el último de estos objetivos difícilmente puede considerarse como estrictamente
económico. Indudablemente, el tamaño y, sobre todo, la estructura de la población tienen
vinculaciones muy claras con el desarrollo de cualquier economía, especialmente si en un
objetivo de este tipo se incluyen la movilidad geográfica de la población, el apoyo a la
natalidad y los criterios sobre las inmigraciones de otros países.
Esto implica la necesidad de precisar la meta concreta target que se desea alcanzar, ya
que sólo así será posible valorar más tarde en qué medida la política económica estuvo
bien orientada y en qué medida se alcanzaron los objetivos deseados. Conviene notar, sin
embargo, que cuando las autoridades cuantifican la meta o metas a conseguir adquieren
un compromiso claro con la sociedad, que permite a ésta valorar el grado de éxito o de
fracaso de la acción del gobierno.
Cuando los objetivos se corresponden con determinadas magnitudes económicas cuyo
seguimiento estadístico es posible, cosa que afortunadamente sucede en un buen número
de casos, la cuantificación de los objetivos a lograr puede llevarse a cabo por alguna de
las siguientes alternativas:
Limites máximo y mínimo, entre los cuales deberá situarse una cifra absoluta o una tasa
de variación de la magnitud elegida como indicador.
Si se plantea el tema de forma aislada, el logro de cada uno de los posibles objetivos
podría tratarse como un problema independiente. Fijando la meta a lograr, bien sea un
máximo o mínimo, o una banda con unos límites bien definidos y dadas unas
determinadas condiciones o restricciones, el problema se reduciría a saber si contamos
con él los instrumentos adecuados para alcanzar la citada meta. Teóricamente, el
problema podría tener, pues, una clara solución. Sin embargo, la realidad económica es
bastante más compleja. Las exigencias de los ciudadanos a sus gobernantes no se
reducen nunca a un solo objetivo, y las promesas y propósitos de quienes están
desempeñando un gobierno o de quienes desean conseguir más votos desde la oposición
suelen referirse a un amplio conjunto de objetivos, ya sean estrictamente económicos o
de carácter social y político.
Que existan o puedan existir conflictos entre los objetivos a lograr no significa,
obviamente, que la política económica se enfrente con un problema de imposibilidad.
Todo lo contrario. La existencia de conflictos se convierte en una de las razones de la
política económica o, si se quiere, en uno de los elementos que justifican el planteamiento
de distintas alternativas político económicas y la elección de una de ellas como la más
satisfactoria para la comunidad.
Corresponden al caso en el que dos o más objetivos son realmente incompatibles entre
sí. El conflicto se manifiesta, en último término, en que cualquier deseo de lograr en
mayor grado un determinado objetivo supone la necesidad de disminuir o tener que
renunciar inevitablemente al logro de otro objetivo. En realidad, el número de conflictos
fundamentales o absolutos es relativamente bajo. Podría existir, en principio, entre el
objetivo incremento de la producción de un país y el aumento del tiempo de ocio.
Este tipo de relación se daría entre dos objetivos cuando el logro de uno de ellos suponga
la posibilidad de mejorar simultáneamente el segundo. Uno de los ejemplos más citados
es el de las relaciones entre el crecimiento económico y la creación de empleo.
En teoría, cabe plantearse también esta opción. Significaría que el logro de un objetivo no
guarda relación alguna con otro objetivo, que mantendría inalterada su posición. En la
práctica no existen ejemplos claros en los que esto suceda. Los objetivos de política
económica están generalmente muy interrelacionados y, en consecuencia, se producen
conflictos entre ellos que dificultan el logro simultáneo y en grado máximo de los mismos.
La búsqueda de combinaciones posibles de los distintos objetivos se convierte, así, en
una necesidad.
Instrumentos
Tipos de instrumentos
Los instrumentos que las autoridades pueden utilizar para conseguir los objetivos y metas
propuestos son relativamente numerosos y, desde luego, bastante heterogéneos.
Desde una óptica más concreta, aunque compatible con la anterior, los instrumentos de
política económica suelen presentarse distinguiendo una serie de familias o grupos, tales
como:
Los instrumentos de política monetaria: constituyen uno de los grupos más amplios.
En general, se orientan a regular o controlar la expansión de la cantidad de dinero y la
evolución de los tipos de interés. Se trata de instrumentos que reflejan la interacción entre
el gobierno central del país por lo común a través del Banco Central de cada país o bien
del Banco Central de un conjunto de países que acuerdan una política monetaria común.
Las políticas de rentas: que pueden afectar a los salarios y a otras rentas, como los
alquileres, los dividendos, los márgenes de beneficios, tienen un carácter bastante
singular. Pueden consistir, simplemente, en una imposición gubernamental, en cuyo caso
debería formar parte claramente de los controles definidos en el grupo anterior; o pueden
ser consecuencia de pactos y acuerdos entre las partes implicadas, como ocurre cuando
empresarios y sindicatos alcanzan acuerdos que favorecen la estabilidad y, a veces, una
mejor distribución de la renta.