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Efectivamente parece que Jesús se enfrenta a una situación de estrés en su trabajo. Trataré de
explicar cómo y porqué se puede llegar a estar “quemado” en el trabajo con el objetivo de que
Jesús y cualquier otra persona que pueda sentirse como él analicéis y comprendáis su
situación.
El proceso de estrés tiene lugar cuando las demandas del ambiente, en este caso el ambiente
laboral, superan nuestros recursos para afrontarlas. Existe un tipo concreto de estrés laboral
llamado “síndrome de burnout” o “síndrome del profesional quemado”. Este síndrome se
describe como un estado mental persistente, negativo y relacionado con el trabajo, en
individuos “normales”, caracterizado principalmente por agotamiento, acompañado de distrés,
sensación de eficacia reducida, disminución de la motivación y el desarrollo de actitudes
disfuncionales en el trabajo. Así, las tres dimensiones fundamentales de burnout serían:
Despersonalización: respuesta impersonal, fría y cínica hacia los usuarios -en el caso
de Jesús, los alumnos
En cuanto a las fuentes de estrés que afectan a los profesores son diversas pero podríamos
agruparlas en tres grupos: factores sociales, factores organizacionales y factores personales.
Entre los primeros, podemos destacar el deterioro de la imagen del profesor que se viene
dando en los últimos años en nuestra sociedad así como la falta de reconocimiento social de la
profesión docente. Y un tercer factor social tendría que ver más con las políticas educativas
adoptadas en los últimos años, consistentes en la introducción de nuevas reformas, sin duda
con buenos propósitos, pero con escasa dotación de los recursos formativos, humanos y
materiales para ejecutarlas con éxito.
Por lo que se refiere a las características personales de los profesores, algunas de las que
relacionan en mayor medida con el desarrollo del síndrome del profesor quemado serían:
tendencia a la ansiedad, inestabilidad emocional, una baja autoestima y baja autoeficacia
percibida, el estilo de personalidad caracterizada por la impaciencia y la urgencia, una excesiva
implicación laboral y actitudes hostiles hacia los demás, que el profesor crea que tiene escaso
control sobre las cosas importantes que le suceden y que éstas se deben a factores externos,
como la suerte, un estilo de pensamiento irracional (poco realista, exagerado y negativo) y un
estilo de afrontamiento de las dificultades caracterizado por la evitación o las estrategias
pasivas más que por las estrategias de manejo activas.
P or último, y en respuesta a la pregunta, “¿qué puedo hacer para mejorar esta situación?”,
trataré de ofrecer a Jesús y a todo aquel que pueda sentirse quemado en el trabajo algunas
pautas fundamentales que se resumen en 10 actuaciones:
Espero que estas pautas resulten de ayuda. No obstante, me daría por satisfecha con que estas
líneas hayan contribuido en alguna medida a clarificar la situación emocional de las personas
que, como Jesús, puedan sentirse realmente estresados en el trabajo, ya que la mera
comprensión de un problema nos tranquiliza y nos sitúa más cerca de emprender las acciones
necesarias para resolverlo o en todo caso mitigarlo.