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FACULTAD DE DERECHO

LA EUTANASIA
FACULTAD DE DERECHO

DOCENTE:

CURSO

ALUMNO:

ADOLFO TORRES PERES

CHICLAYO 11 de Junio 2018


CUERPO DEL ARTÍCULO

CAPITULO I: Ideas teóricas sobre la eutanasia.

Etimología y definición

Formas de aplicar la eutanasia

CAPITULO II: Problema seleccionado

Antecedentes históricos

Situación en el Perú

CAPITULO III: Postura de la iglesia

¿Qué dice la iglesia?

Visión de Juan Pablo II

CAPITULO IV: Punto de vista ético – moral

Dr. Gustavo Bueno

Juramento Hipocrático

CAPITULO V: Punto de vista jurídico

Constitución política

Código penal

Dr. Luis Alberto Bramont-Arias Torres

CAPITULO VI: Conclusión

CAPITULO VII: Bibliografía.

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INDICE

RESUMEN:............................................................................................................................................ 3
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................. 4
IDEAS TEÒRICA ................................................................................................................................. 5
PROBLEMA SELECCIONADO ........................................................................................................ 6
1. POSTURA DE LA IGLESIA ....................................................................................................... 7
1.1. LAS RELIGIONES: ………………………………………………………………………..7
1.2. LA IGLESIA CATÓLICA: .................................................................................................. 7
2. PUNTO DE VISTA ÈTICO – MORAL ...................................................................................... 9
3. PUNTO DE VISTA JURÌDICO................................................................................................. 11
3.1. DERECHO NATURAL: ..................................................................................................... 11
3.1.1. Perspectiva Jurídica Internacional De La Eutanasia: ............................................. 11
CONCLUSIÒN .................................................................................................................................... 15
BIBLIOGRAFÌA ................................................................................................................................. 16

2
RESUMEN:

En resumen, la eutanasia es una práctica que tiene siglos efectuándose, con el único fin de
ayudar a los enfermos que sufren a causa de alguna enfermedad degenerativa, irreversible y
mortal. La eutanasia libera a las personas de la cárcel que se tornan sus vidas al adquirir
alguna condición fatal. Esta práctica, no causaba conflicto alguno entre los antiguos griegos,
sin embargo y con el auge de Aristóteles como el filósofo predominante de la época, esta
práctica se convirtió en algo dañino. Aristóteles expresó en su Ética a Nicómaco, que el
suicidio y la eutanasia, constituían ofensas contra el Estado y por lo mismo, el permanecer
vivo se convirtió en un deber cívico. Si bien los gobernantes de la antigua Grecia sólo
establecieron medidas para efectuar el suicidio y la eutanasia de manera legal, los Estados
modernos siguieron la pauta establecida por Aristóteles siglos atrás. Hoy día, las naciones
siguen el precepto de que la eutanasia y el suicidio son prácticas ilícitas, ya que la mayoría de
los Códigos Penales y Cívicos, tienen como uno de sus criterios, que uno de los deberes
principales de los ciudadanos es el permanecer vivo.

In summary, euthanasia is a practice that has been taking place for centuries, with the sole
purpose of helping patients suffering from a degenerative, irreversible and deadly disease.
Euthanasia frees people from prison who turn their lives to acquire a fatal condition. This
practice did not cause any conflict between the ancient Greeks, however and with the rise of
Aristotle as the dominant philosopher of the time, this practice became harmful. Aristotle
expressed in his Nicomachean Ethics that suicide and euthanasia constituted offenses against
the State and, therefore, staying alive became a civic duty. Although the rulers of ancient
Greece only established measures to effect suicide and euthanasia in a legal manner, modern
states followed the pattern established by Aristotle centuries ago. Nowadays, nations follow
the precept that euthanasia and suicide are illegal practices, since most of the Penal and
Civic Codes have as one of their criteria that one of the main duties of citizens is to stay alive.

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INTRODUCCIÓN

La palabra Eutanasia se traduce directamente como bien morir, sin embargo en la realidad
esta palabra pretende justificar el asesinato, ya que implica el poder dar término a una vida al
plantearse la posibilidad de legislar el término. Tener el derecho de que la muerte o la
elección del momento pueda ser a petición personal, familiar o gubernamental, contradice la
semántica del mismo término.

Por consiguiente, Eutanasia entonces, se ha vuelto un término ambiguo, ya que su


traducción directa no concuerda con la idea que se busca al legislar sobre el tema. Eutanasia
entonces: “Es la eliminación de personas que alguien considera inútiles o estorbosas...” Suena
grotesco plantearlo así, pero esta es la triste realidad.

Es algo curioso, pero esto sucede todos los días, incluso hay legislaciones que no solo lo
permiten sino que lo justifican; en Perú, a través del Proyecto de Ley Nº 4215/2014 se han
manejando los razonamientos para hacer que los peruanos no veamos con disgusto la
posibilidad de reglamentar una práctica tan oscura como el asesinato a sangre fría, de las
personas ancianas, minusválidas o pequeñas (incapaces en resumen).

Es decir, eliminar sin culpa personal o comunitaria a los más desprotegidos, argumentando
razones puramente de sentimiento, sin apelar a la razón, haciendo sentir al asesino como
víctima y no como el victimario en el que en realidad se convierte. Por lo expuesto, en el
presente trabajo argumentaré la contraposición de la posibilidad de legalizar la eutanasia para
que las personas tomen conciencia de que esta propuesta implica una visión utilitarista de la
persona y el solo considerar la legitimidad del término se contrapone con el derecho a la vida.

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IDEAS TEÒRICA

La eutanasia es la acción u omisión de una acción que provoca la muerte de una persona
con una enfermedad incurable para evitar sufrimientos físicos y psicológicos. También se
habla de eutanasia aplicada a animales. Esta palabra procede del griego εὖ (eu, 'bien')
y θάνατος ('muerte'). En ocasiones se habla de la 'eutanasia' en otros términos como 'suicidio
asistido' aunque en términos estrictos, el suicidio asistido es la muerte de una persona
provocada por ella misma de manera voluntaria y activa pero utilizando los medios o la
información necesaria sobre los procedimientos proporcionados por otra persona de forma
deliberada.

Entre las formas de aplicar la eutanasia se encuentran en primer lugar la Eutanasia


directa o indirecta que tiene el objetivo provocar la muerte. Dentro de este apartado, la
eutanasia puede ser activa (si se administran sustancias letales que causan la muerte, es decir a
través de una acción) o pasiva, también llamada adistanasia (si no se administran o se dejan
de administrar tratamientos que mantienen con vida a la persona, es decir, por
omisión). Mientras que la eutanasia indirecta tiene el objetivo de aliviar el sufrimiento de un
enfermo. En este sentido, por ejemplo, ciertos tratamientos paliativos que se utilizan como
analgésico también provocan de una manera indirecta el acortamiento de la vida.

En segundo lugar se encuentra la Eutanasia voluntaria o involuntaria que se produce


cuando una persona con uso de sus capacidades pide o ha pedido en el pasado que sea
ayudado para morir, mientras que la eutanasia no voluntaria se puede dar, por un lado, cuando
una persona no está en posesión de sus capacidades físicas o psíquicas para pedir la eutanasia
pero ésta voluntad fue expresada con anterioridad. Por otro lado, también se puede dar cuando
una persona no posee estas capacidades pero se realiza el procedimiento de igual manera.

Finalmente se encuentra la Eutanasia eugénica o piadosa que tiene como finalidad la


muerte de una persona por motivos sociales y/o raciales. Se trata de provocar la muerte en
personas por causas eminentemente sociales, como por ejemplo, ocurría en Esparta con recién
nacidos con algún tipo de deficiencia. Cuando se produce en fetos se suele hablar de 'aborto'.
Mientras que la eutanasia piadosa tiene por finalidad evitar dolor y sufrimiento a una persona
enferma.

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PROBLEMA SELECCIONADO
En lo referente a sus antecedentes históricos, hay que destacar que la eutanasia no es un
hecho surgido en la actualidad sino que estaba ya presente en las primeras sociedades
humanas. Fue aplicada por primera vez por Francisco Bacon en el siglo XVII.

En los pueblos primitivos se encuentran diversos tipos de prácticas eutanásicas, que van de
la eutanasia piadosa, dirigida a aliviar los sufrimientos de enfermos incurables, a la eutanasia
eugenésica, con la que se libraba al grupo social de sujetos deformes o incapaces. En esta
época el fenómeno de la muerte estaba fuertemente ritualizado y el ejercicio de la eutanasia
era simplemente una forma más de ese rito, por eso se conoce con el nombre de “eutanasia
ritualizada”.

Posteriormente, con la aparición de la medicina científica el acto de la eutanasia pasa a ser


encargado a los médicos, en vez de a los familiares, hechiceros, magos o similares. En esta
fase la eutanasia se medicaliza pues era una práctica no sólo permisible sino que era común en
las actuaciones médicas y fue defendida por personajes tan influyentes como Platón.

Por otro lado, la situación de la eutanasia en el Perú vive un intenso debate en torno a la
legislación de la eutanasia. El detonante fue la propuesta realizada por la comisión especial
revisora del código penal peruano del congreso avalada en primera instancia y que fue
discutido en el legislativo.

La comisión especial, integrada por parlamentarios, representantes del ministerio de


justicia, del colegio de abogados de lima y de las universidades, tuvieron el encargo de revisar
y elaborar un proyecto de ley para modificar el código penal, que después deberá ser discutido
en el congreso.

Esta comisión acordó modificar el artículo 112 del código para permitir a los jueces eximir
de sanciones a las personas que interrumpan la vida de un enfermo, siempre que este lo
solicite expresamente. Pero este proyecto no ha culminado debido a la discusión que trae
consigo por los aspectos éticos, morales, religiosos y jurídicos que implica.

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1. POSTURA DE LA IGLESIA

1.1. LAS RELIGIONES: Así, en plural han jugado un papel determinante en la


configuración de las diversas sociedades hasta llegar a las actuales. Sin duda
representan una de las construcciones humanas más influyentes. Durante siglos, las
religiones institución han establecido las normas sobre lo que debe y lo que no debe
hacerse, determinando la moral pública y también la privada de las sociedades, hasta
el punto de trasladar a las leyes civiles unos principios y valores propiamente
religiosos que, todavía hoy, en pleno siglo XXI, es posible identificar en el
ordenamiento legal de sociedades modernas, que se definen como aconfesionales o
incluso laicas. Pretendemos analizar en este trabajo por qué las religiones han jugado
este papel predominante en el establecimiento y control de la moral pública y, más
concretamente, qué posiciones mantienen aquellas con relevancia en nuestro ámbito
cultural, especialmente el catolicismo, respecto a una cuestión como la eutanasia que,
en opinión del teólogo católico Juan José Tamayo, “es un tema incómodo para la
ética, quizá por una concepción sacral e idealizada de la vida y por una imagen
trágica de la muerte y del miedo a la nada.

Abordamos este análisis desde el más sincero y total respeto por las creencias
particulares que, en la esfera espiritual y religiosa, forman parte del núcleo
fundamental de la propia persona. Un respeto que no impide la crítica y el rechazo de
algunas actitudes, pasadas y presentes, por parte de las jerarquías eclesiales, “los
funcionarios de la Iglesia”, en acertada expresión de otro teólogo, Hans Küng, cuya
posición se explica ampliamente en este artículo. Pondremos atención especial a las
discrepancias con la dogmática oficial que, dentro de la propia institución religiosa,
mantienen respecto de la eutanasia y el suicidio quienes, para un observador externo,
sostienen discursos y actitudes vitales más ajustados a la figura de Jesús, un judío
nazareno enfrentado a las estructuras religiosas de su época, que relatan los Evangelios
Canónicos. Lo hacemos con la declarada pretensión de ayudar a quienes puedan
encontrar alguna dificultad para encajar su pertenencia a una institución religiosa que
condena, duramente, lo que su propia conciencia no considera incompatible con su fe.
Pondremos el foco principal en el catolicismo, como religión mayoritaria, no exclusiva
entre los creyentes españoles, pero sin olvidar referencias a otras religiones con
presencia minoritaria.

1.2. LA IGLESIA CATÓLICA: Actualmente, es una de las voces más combativas en


contra de la eutanasia ya que es la actuación cuyo objeto es causar la muerte a un ser
humano para evitarles sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar que
su vida carece de calidad mínima para que merezca el calificativo de digna. Así
considerada eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un
hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la
atención y cuidados debidos.

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Otra de las posturas es la visión del Papa Juan Pablo II frente a la Eutanasia ya que
distingue dos puntos totalmente diferentes y debatibles: La conciencia y las
decisiones personales. Lo que se propone como criterio ético legal para regular las
relaciones entre los ciudadanos. El aprecio por toda vida humana fue un verdadero
progreso introducido por el cristianismo. Lo que ahora se presenta como un progreso
es, en realidad, un retroceso que hay poner en la cuenta de ese terrible lado oscuro de
nuestro modo de vida de hoy, al que el Papa ha llamado ‘cultura de la muerte’.
Eutanasia es la actuación cuyo objetivo es causar la muerte a un ser humano para
evitarles sufrimientos; bien a petición de éste, o bien por considerar que su vida
carece de calidad mínima para que merezca el calificativo de digna. Así la eutanasia
es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya
mediante la suministración de un medicamento que logre acabar con la vida o con
la abstención de los cuidados necesarios hacia el enfermo.
De la eutanasia, así entendida, el Papa Juan Pablo II nos enseñó solemnemente:
‘De acuerdo con el Magisterio de mis Predecesores y en comunión con los Obispos
de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de
Dios en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona
humana’.
¿Un católico puede estar a favor de la eutanasia? El Sistema Informativo de la
Arquidiócesis de México (SIAME) publicó una guía sobre la posición de la Iglesia
sobre la mal llamada “muerte dulce”, recordando que “la vida es un don de Dios y
solo Él tiene poder para darla y quitarla”.
La reflexión del SIAME se enmarca dentro de la aprobación de la eutanasia en la
Constitución de Ciudad de México en enero del 2017, tras una propuesta “empujada
por Jesús Ortega, del Partido de la Revolución Democrática”.
Para el informativo de la Arquidiócesis de México, “la Sagrada Escritura es clara
al señalar que la vida es un don de Dios y solo Él tiene poder para darla y quitarla.
Bajo esta idea, toda persona, institución o gobierno deben hacer todo lo posible para
ayudar a conservar la vida propia y la de los demás”.
Por esto, subrayó, “no es posible que ninguna persona, institución o gobierno
considere que tiene derecho a quitar la vida de otra persona”. “¿Qué sería de la
humanidad si alguien se atreviera a decir quién debe vivir y quién no?”, cuestionó.
El informativo católico mexicano señaló que en la actualidad “se considera que la
persona ha muerto cuando se le declara muerte cerebral. Cuando esto ocurre, aunque
los órganos del cuerpo se conserven funcionando, se considera que la persona ha
muerto”.
“En estos casos, resulta apropiada la donación de órganos para ayudar a que
otros continúen viviendo”, destacó. Sin embargo, advirtió, “mientras el cerebro siga
funcionando se considera que la persona se mantiene viva aunque haya perdido
motricidad (movimiento), sensibilidad, conciencia (aparentemente), y capacidad de
comunicación”.

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2. PUNTO DE VISTA ÈTICO – MORAL

Según el Dr. Gustavo Bueno, desde el punto de vista moral, los problemas de la
eutanasia no son ahora las virtudes de la firmeza o de la generosidad, sino los principios
de utilidad o peligrosidad que actúan en orden a la recurrencia del grupo.

Por consiguiente, en el juramento hipocrático podemos encontrar los principios éticos


por los cuales los médicos deben regirse, aunque más concretamente los encontramos en
la Carta de los Derechos de los Enfermos, en la cual se hace referencia al derecho a una
muerte digna. Entre los principios éticos que aquí se manifiestan se encuentran los de no
maleficencia, de beneficencia y autonomía.

En cuanto al principio de beneficencia, este implica que el médico debe buscar en todo
momento la cura del enfermo poniendo a su disposición todos sus conocimientos. Por
tanto el médico no podría causarle la muerte en tanto que no supone mejoría ni cura para
el paciente. El problema surge con los pacientes incurables o terminales, a los que este
principio no parece afectar ya que su enfermedad no tiene cura y su destino es la muerte.
La cuestión es si esa muerte, que ocurriría a corto o a largo plazo, se podría adelantar para
evitar el sufrimiento innecesario del enfermo.

La Bioética tiene también unos principios jurídicos que la sustentan, como son el
principio de la santidad y calidad de la vida, que defienden que la vida es digna de
protección y respeto con independencia de las circunstancias en que se viva. Estos
principios suponen una gran barrera a la eutanasia, que sería considerada como la
violación más grave a los mismos.

Hablamos del “valor de la vida humana” pero, como personas y como sujetos sociales,
nos importa cada vez más señalar en qué consiste y a qué nos obliga si queremos poner en
práctica esa valoración. El conocimiento actual de la vida humana, desde el punto de vista
biológico, alcanza un detalle y una profundidad que nos permite formular con más y
mejor precisión una idea esencial: que cada ser humano es único e irrepetible, valioso por
el hecho de serlo y de vivir. La Ciencia positiva nos muestra cómo es el inicio de la vida
del hombre y cuándo llega su final natural. También propicia mejores intervenciones para
mantener y prolongar la salud a lo largo de nuestro ciclo vital. Pero, el salto a ese ámbito
de los valores sigue siendo fruto de una actitud de compromiso. Como lo ha sido en tantas
ocasiones que a lo largo de la Historia nos llevaron a construir un sistema de valores
basado en el ser humano como fin, no como medio. Y sobre todo, cuando se asentó el
mensaje de que la trascendencia de la vida humana está precisamente en la aceptación de
nuestra pertenencia a una misma especie, con unos derechos que alcanzan a todos.

La promoción de la eutanasia, tan intensa en algunos ámbitos, se suele basar en la


consideración de situaciones-límite muy concretas. Hay que deslindar lo que puede ser el
análisis de casos específicos, de lo que debe ser un principio irrenunciable: nadie tiene
derecho a provocar la muerte de un semejante gravemente enfermo, ni por acción ni por
omisión. Una sociedad que acepta la terminación de la vida de algunas personas, en razón
a la precariedad de su salud y por la actuación de terceros, se inflige a sí misma la ofensa

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que supone considerar indigna la vida de algunas personas enfermas o intensamente
disminuidas. Al echar por tierra algo tan humano como la lucha por la supervivencia, la
voluntad de superar las limitaciones, la posibilidad incluso de recuperar la salud gracias al
avance de la Medicina, se fuerza a aceptar una derrota que casi siempre encubre el deseo
de librar a los vivos del “problema” que representa atender al disminuido.

Desde la perspectiva de la autonomía personal, no es equiparable el derecho a vivir,


que alienta en todos casi siempre, con el supuesto derecho a terminar la propia vida. Sin
embargo, la eutanasia supone un acto social, una actividad que requiere la actuación de
otros, dirigida deliberadamente a dar fin a la vida de una persona. Los interrogantes que se
abren con su regulación, y sus alcances y límites, son abismales. Por muy estricta que sea
la regulación, será inevitable el temor a una aplicación no deseada.
Alabamos la pasión por la vida que lleva a tantas personas privadas de salud, incapaces de
valerse del todo por sí mismas, a luchar para seguir adelante.

Nos esforzamos por un avance de la Ciencia que propicie más y mejores tratamientos,
muchos podrían alcanzar a personas que a día de hoy están enfermas y sin posible
curación. Seguimos anhelando el ofrecer pronto resultados prácticos, resultantes del
avance inmenso en el conocimiento biológico. Todo ello se inserta en las mejores
actitudes que el hombre puede tener, las que nos diferencian como especie. Aunque
tenemos la certeza de que llegará la muerte de todos nosotros, estamos pertrechados para
luchar por una vida, más larga y mejor, que nos capacite para ejercer todo lo que nos hace
humanos, hasta el final.
Habremos de seguir investigando; sin duda podremos establecer, cada vez mejor, desde
cuál es la situación de los enfermos terminales y sus expectativas de supervivencia, hasta
el perfeccionamiento de los criterios de muerte clínica.

Pero, una sociedad que acepta la eutanasia abre un camino en el que para muchos ya no
hay retorno posible. La inversión del valor del curar o aliviar –al enfermo terminal
también, por supuesto- como principio esencial de la Medicina, sustituyéndolo por el de
provocar la muerte, puede abrir vías cuyos límites son impredecibles. La Ciencia y la
Práctica Médica tienen cada vez más y mejores instrumentos para actuar y para discernir;
reclamar que se empleen a favor de la vida humana es un derecho de todos.

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3. PUNTO DE VISTA JURÌDICO
3.1. DERECHO NATURAL:
Desde la óptica del Derecho Natural se diferencian dos tipos de eutanasia: la occisiva
(es la que mata) y la lenitiva (destinada a aliviar dolores). La occisiva se puede producir
por varios motivos, así por ejemplo se encuentra la eutanasia eugenésica (cuyo fin es
provocar la muerte a personas con discapacidades y defectos físicos), la racial, la
eutanasia por motivos económicos (contra aquellas personas que constituyen una carga y
un gasto innecesario¨, usada principalmente durante el régimen nazi) y la eutanasia
piadosa. Dentro de la occisiva, podemos encontrar la occisiva omisiva, que resulta de no
usar los medios necesarios y adecuados para la conservación de la vida. Entre estos
medios se encuentran los ordinarios y los extraordinarios, entre los cuales solo es
necesario usar los ordinarios para conservar la vida, porque de lo contrario se cometería
eutanasia.
Desde el punto de vista del derecho natural toda acción dirigida a acortar la vida es
condenable, debido a que la vida humana es inviolable. Por esto el consentimiento del
paciente no tiene valor a la hora de permitir el cese de la vida, salvo cuando se trate de
eutanasia lenitiva. Esta forma de eutanasia si está admitida según el derecho natural.
3.1.1. Perspectiva Jurídica Internacional De La Eutanasia:
A nivel internacional la mayoría de los países no permiten la eutanasia ni el
suicidio médicamente asistido, sin embargo hay algunos países que han
despenalizado estas prácticas.
Holanda:
En Holanda empezaron a aparecer sociedades pro-eutanasia desde 1973 y
poco a poco fue cobrando fuerza hasta que logro respaldo legal, ya que durante el
período 2000-2001 las dos cámaras del parlamento holandés aprobaron la ¨Ley de
verificación de la terminación de la vida a petición y suicidio asistido¨ que entró
en vigor en el año 2002. A pesar de que esta ley no define expresamente la
despenalización de la eutanasia, esto se puede inferir según lo preceptuado en el
artículo 1, inciso c) y el artículo 2 inciso f), en los cuales se distinguen dos
conductas médicas: ¨la terminación de la vida a petición del paciente¨ y el
¨auxilio al suicidio¨; lo que demuestra que en los países bajos se suele llamar
eutanasia a ¨la finalización intencional por parte de un médico de la vida de un
paciente a petición de este¨. La Ley holandesa autoriza la eutanasia o el auxilio al
suicidio siempre y cuando sea un médico quien la realice y cumpla con los
requisitos planteados en su artículo 2:
 Convencimiento de que la decisión del paciente es voluntaria y bien
meditada.
 Convencimiento de que el padecimiento del paciente es insoportable y sin
esperanzas de mejora.
 Información al paciente sobre la situación en que se encuentra y
perspectivas de futuro.
 Convencimiento junto al paciente de que no existe ninguna otra solución
razonable para la situación en que se encuentra.

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 Consultar por lo menos a un médico independiente, quien una vez visto al
paciente informará por escrito sobre el cumplimiento de los requisitos
contemplados en el inciso a) y b).
 Llevar a cabo la terminación de la vida o el auxilio al suicidio con el
máximo cuidado y esmero profesional posible.
Bélgica:
En el senado de Bélgica se inició en 1997 un acalorado debate en torno a la
cuestión de la eutanasia a recomendación del Comité Consultivo de Bioética de
ese país. A partir de 1999 se presentaron y discutieron varios proyectos de ley
sobre el tema de la eutanasia y el final de la vida, hasta que en mayo de 2002 se
aprobó la ¨Ley relativa a la eutanasia¨. Esta ley define la eutanasia como: ¨el
acto, practicado por un tercero que pone fin intencionalmente a la vida de una
persona a solicitud de esta¨. Aunque según esta definición cualquier persona
puede ser el sujeto activo en de la eutanasia, la ley hace referencia al médico en
sus artículos 3 y 4. En Bélgica el médico que realice esta práctica debe cumplir
con determinados trámites de notificación, sin embargo no se exige que el
paciente este aquejado de un sufrimiento insoportable ni que sea necesariamente
residente del país.
Estados Unidos:
En el caso del estado de Oregón en los Estados Unidos, el suicidio
medicamente asistido fue despenalizado en 1997. La Oregon´s Death With
Dignity Act, nombre de la ley que despenaliza el suicidio médicamente asistido
en Oregón, faculta a todos los residentes mayores de 18 años que se encuentren
en pleno uso de sus facultades mentales y sufran una enfermedad terminal con un
pronóstico de seis meses de vida, para que puedan solicitar a su médico una
receta de medicamentos cuya finalidad es terminar con su vida.
Suiza:
En Suiza la asistencia al suicidio no está penalizada, sino que el Código penal
suizo en su artículo 115 permite el suicidio asistido, con la condición de quien
incite o asita al suicidio no lo haga por un motivo egoísta (Por motivo no egoísta
se entiende que el quien auxilie al suicidio no obtenga a cambio ningún tipo de
beneficio material, afectivo o psicológico), pues de lo contrario , de intentarse o
de llegar a consumarse el acto se la impondrá una sanción de cinco o más años o
una pena pecuniaria. Aunque la norma penal Suiza establece que cualquier
persona puede ser el sujeto activo de la incitación o el auxilio al suicidio, la
Comisión Nacional Ética por una Medicina Humana excluye que de esto se pueda
interpretar el derecho de los pacientes residentes a exigir a cualquier ciudadano,
sea médico o no, la ayuda para suicidarse. Es por esta razón que en el país
existen organizaciones no gubernamentales para la ayuda al suicidio. Con el fin de
evitar que se cometieran abusos y excesos que comprometieran el fin altruista de
esta de esta norma, en el año 2005 el poder legislativo propuso que los poderes
públicos supervisaran a las asociaciones de ayuda al suicidio, y en el año 2006 se
le hizo una serie de recomendaciones para una mejor evaluación de la capacidad
del paciente:
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 Que la capacidad de discernimiento acerca da la decisión de poner fin a su
vida con ayuda de un tercero se verifique mediante entrevistas personales
reiteradas.
 Que el deseo de suicidarse emane de un sufrimiento grave ocasionado por
una enfermedad, lo que debe entenderse en un sentido amplio que incluya
los sufrimientos derivados de un accidente o de una discapacidad.
 Que la asistencia al suicidio no debe aportarse a personas que presentan una
enfermedad psíquica en las que el deseo suicida constituya una expresión o
un síntoma de esa misma enfermedad, para lo cual se debe consultar a un
especialista.
 Que el deseo de morir sea duradero y constante, es decir que no obedezca a
una crisis pasajera o a un impulso repentino.
 Que otras posibilidades de ayuda al paciente hayan sido efectivamente
exploradas, contando en todo caso con la voluntad del paciente para ello.
 Que esta evaluación no sea efectuada por una sola persona, sino que por lo
menos sea confirmada por otra persona.
Cuba:
Según la constitución de la República de Cuba en el capítulo VII Derechos,
deberes y garantías fundamentales, artículo 50: ¨Todos tienen derecho a que se
atienda y proteja la salud. El Estado garantiza este derecho¨. Este artículo obliga al
estado a cuidar y velar por la salud y la vida del hombre, por lo tanto además
condenar cualquier acción que sea contraria al normal desarrollo de la vida
humana o sea al acortamiento de esta.
La Constitución de la República de Cuba en su preámbulo declara ¨… nuestra
voluntad de que la ley de leyes de la República este presidida por este profundo
anhelo, al fin logrado de José Martí:
¨Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto a de los cubanos a
la dignidad plena del hombre¨…¨
Además en el Capítulo I de la Constitución (Fundamentos políticos, sociales y
económicos del Estado), artículo 9 plantea: ¨El Estado: … garantiza la libertad y
la dignidad plena del hombre…¨

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Perú:

En la Constitución Política del Perú, en el capítulo I, artículo 2 señala que


"Toda persona tiene derecho a la vida”, por esto es que para evitar la aplicación
de la eutanasia se ha creado una serie de normas que regulan la pena de muerte,
el genocidio, y la misma eutanasia.

Por esto, en cuanto a la prohibición de la eutanasia, por ser una forma


específica de la privación arbitraria de la vida, aunque ni
los tratados internacionales, ni la Constitución establezca su prohibición expresa,
se puede encontrar su prohibición en el Código Penal Peruano, en el capítulo de
Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud, tipifica el delito de "Homicidio por
piedad", en el artículo 112 que señala lo siguiente: "El que, por piedad, mata a un
enfermo incurable que le solicita de manera expresa y consciente para poner fin a
sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de tres años".

Tal como señala el Dr. Luis Alberto Bramont-Arias Torres, especialista


en Derecho Penal, nuestra legislación ha tipificado en el homicidio por piedad a
la eutanasia activa, mas no a la pasiva, ni la indirecta. Pero, no obstante tipifica el
homicidio por piedad, el legislador lo ha atenuado disponiendo una pena máxima
de 3 años pues brinda vital importancia al consentimiento expreso y voluntario
del enfermo, colocando al que realiza la eutanasia como un mero colaborador,
por lo que es este acto de colaboración lo que se castiga.

Así, existen tres aspectos fundamentales para concluir que estamos,


legalmente, frente a la figura de la eutanasia activa u homicidio por piedad: el
móvil de piedad que es el que impulsa al autor del hecho, la petición expresa y
consciente de la víctima y la existencia de dolores intolerables que hacen difícil
la vida del paciente.

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CONCLUSIÒN
La vida nos ha sido dada; no decidimos por nosotros mismos la existencia, por esto es que
ésta vida es la única que tenemos, no es la que hubiéramos querido tener o la que mejor nos
hubiera acomodado según nuestra opinión o circunstancia.

Esta constatación nos tiene que forzar a ver que el hecho de que la vida de los demás o de
alguna persona en particular, no se nos haga placentera o suficientemente digna a nuestros
ojos, ya sea poniéndonos en su perspectiva, o desde nuestro punto de vista personal, no nos da
de ninguna manera la licitud para intervenir en ella si no es que para mejorarla, nunca para
destruirla o bloquearla.

Ya que generalmente los que toman la decisión de proporcionar la muerte, no es el


enfermo mismo, por propia aceptación de una vida difícil, sino, generalmente la decisión es
tomada por personas ajenas a él, o familiares; pensando en evitar sufrimiento. Y es claro que a
toda persona le resulta violento pensar en el sufrimiento ajeno, pero esto no justifica terminar
con él. ¿Por qué no buscar más bien darle sentido a este mismo sufrir y procurar que la
persona sufriente se lo encuentre? Cada vida es un proyecto en construcción, el ser humano es
un ser inacabado cuyo diseño no es nuestro, por lo tanto no podemos estar autorizados a
intervenir en él.

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BIBLIOGRAFÌA

SPAEMANN Robert, Lo Natural y lo Racional, ed. Rialp, Madrid 1989.

SPAEMANN, R., Personas. Acerca de la distinción entre algo y alguien. Eunsa, Pamplona.

SS BENEDICTO XVI, Carta Encíclica “CARITAS IN VERITATE”, Roma, Junio 2009.

VON HILDERBRAND Dietrich, Moral Auténtica, ediciones Guadarrama, Madrid 1955.

Cruz, P.A; Algunas consideraciones en torno al derecho a la vida y la eutanasia.

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