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PSICOANÁLISIS, MUJERES Y ARTE

La ficción no tiene garantía de pertenencia. Puede estar en el compartimento de “recuerdos”,


en el de “sueños”, en el de “cuentos y relatos literarios”, en el de “mentiras e inventos” pero es
siempre una construcción.

La vida parecería preceder a la historia que sin embargo antecede todo nacimiento. Por eso
no existe ninguna genética, embriología o teoría biológica capaz de satisfacer la pregunta ¿De
dónde venimos? El lenguaje nos precede, decía Lacan. La vida humana no es reductible al
funcionamiento orgánico, de ello dan cuenta los movimientos que promueven acuerdos jurídicos
para morir dignamente, pues nada más doloroso que el funcionamiento de los órganos donde ya no
hay sujeto. Ello remite a lo siniestro del muerto en vida, del muerto para la construcción de esa
ficción singular que circunscribe un deseo irrepetible, mientras la máquina orgánica prosigue ciega
un camino que no va a ninguna parte.

Eso es posible hoy con la ciencia. Los tejidos, el material genético de un sujeto puede ser
esclavizado por los fines terapéuticos o investigativos, en últimas, por la voluntad de poder de otros
sujetos, cuyo saber les ha permitido llevar la esclavitud de sus semejantes más allá de la muerte.

Nuestro tiempo está marcado por el agigantamiento de las distancias que siempre han
existido entre el saber y la ética. Pese a que las relaciones de estas dos instancias se modifican en
la historia, desde los pintores de las cavernas de Lascaux, el desnivel entre ellas ha sido tratado por
aquellos que denominamos artistas y los sujetos interesados por el cuerpo, como debieron ser los
primeros médicos. Medio pintores, medio brujos, medio curanderos, el deseo de fijar algo del bien y
el mal, para no ser presas inermes de lo desconocido, los autores de la escritura pictórica dan
cuenta de un aprendizaje construido para hacer público lo íntimo. Mostrar lo que el cuerpo
experimenta y que duele de no tener palabras que lo ciernan en su polivalencia. La palabra y la
razón no alcanzan ciertos resquicios de la experiencia donde lo imaginario toma el relevo para
comunicar algo que no se deja recubrir nunca completamente.

Estos tres registros diferentes se anudan en el sujeto: el de los símbolos, el de las imágenes
y el de lo inaprensible real, cernidos por Lacan. No todo en la estructura es del orden del lenguaje, si
bien gracias a él nos es dado aprehender y bordear lo que le escapa.

Después de estas elaboraciones de Lacan es más fácil releer a Freud, en tanto su definición
del Inconsciente está justamente en el punto donde lo real del cuerpo se articula a los significantes.
Pero el punto de anclaje es sin palabras, por la razón de haberse constituido como goce del cuerpo
en la experiencia infantil. Así pues, cernir ese punto axiomático, sin sentido, implica una labor de
contorneo que con las imágenes y las palabras puede señalarse como el punto más íntimo y el más
extraño al sujeto: El objeto de una ética singular que le es propia a cada uno.

La labor del artista es el contorneo mismo alrededor de ese punto de goce, operación de la
que adviene al mundo una obra inédita, palpable, es decir que, el artista produce lo real con lo real.
Cada mujer por su lado, está conminada a una creación semejante si se decide a hacer existir su
feminidad. En este sentido podemos decir que la feminidad es la creación que cada mujer introduce
en el mundo como una novedad con su nada interior.
Leer a Freud es darse una cita con la pregunta que siempre permaneció abierta para él,
según su propia confesión: ¿Qué quiere una mujer?

Así, desde la práctica freudiana, el psicoanálisis está irremediablemente ligado a las mujeres
desde sus orígenes. La histeria, como todos sabemos fue el primer objeto de interés de Freud y la
histeria, lo avanzó Lacan, es la estructura femenina por excelencia. Fueron las histéricas, quienes
según confesara el mismo Freud le dieran los primeros señalamientos técnicos a seguir en una cura.

Desde esta perspectiva, planteo producir algunas elaboraciones para resaltar la importancia
que encuentro en lo que el psicoanálisis plantea sobre la feminidad y el lugar de la creación en el
mundo actual, donde aparentemente la diferencia no estaría destinada sino a la eliminación.

Aída Sotelo Céspedes


Septiembre de 2002

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