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Napoleón Rodríguez
Autor:
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz
Portada:
La portada, fue elaborada por mi compañera, quien es ingeniera mecánica
y por esa complicidad que nos une como pareja, tomó algunas clases de pintura
con el maestro Fernando Botero Mendieta.
Contraportada:
Corresponde a una escena de la obra “la democracia en Colombia” de Víctor Javier Cadena
Alarcón; licenciado en ciencias sociales y artista autodidacta.
Fotografías internas:
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz
Impreso en Colombia
Mayo 2016
DEDICATORIA
Prefacio ..................................................................................................................................... 11
Introducción ............................................................................................................................ 13
¿El fin del conflicto armado garantiza la paz para Colombia? .................................. 50
Luz Mery Pulido
Cuando el profesor Sayed Vanegas Muñoz me invitó a escribir en este libro del
Colegio Castilla I.E.D, lo asumí como el hecho cortes de invitación que había que hacer a
la rectora de la institución, pero no tenía claridad sobre el tipo de documento a produ-
cir; sólo sabía que era un futuro texto denominado “Colibrí”.
Aventurándome a la escritura y con la revisión previa de lo ya construido para el
libro, comprendí que realmente se titula “INSTRUCCIONES PARA DESAPARECER Y
TORTURAR UN COLIBRÍ” y que lo aquí relatado, es fruto de un interesante ejercicio
pedagógico de reflexión y producción escrita que realizan el docente y algunos de sus
estudiantes de grado décimo; tomando como excusa de la enseñanza – aprendizaje de
la guerra originada por las guerrillas y paramilitares en Colombia, y el proceso de Paz
que se adelanta en la Habana, “la tortura de un colibrí”.
El valor de lo que se ha logrado producir aquí radica en la capacidad del docen-
te para movilizar en sus estudiantes ideas, creatividad, emociones, introspecciones y
naturalmente, que produjeran un texto escrito con coherencia y cohesión (una de las
tareas más complejas en educación). Muchos podrán pensar que no se logró nada, en
últimas porque como lo señalan algunos de los estudiantes, el ejercicio estuvo motivado
inicialmente en la calificación que obtendrían por esta actividad; pero quienes somos
maestros, sabemos que hoy en día nuestros jóvenes en formación han perdido hasta el
interés por las notas, así que sin importarles que pierdan, si no les “inspira nada” lo que
se les está proponiendo, no lo harán.
En propuestas como esta se visibiliza el hecho de que el rol actual de la educación y
la escuela trascendió la transmisión de conocimientos en vació, a la tarea compleja de
formar al sujeto en su individualidad, para comprender la diferencia, ser autónomos
y actuar éticamente, más que por el premio – castigo que en cualquier circunstancia y
etapa de la vida podemos encontrar. Si la intención del docente fuera de manera exclu-
siva que sus estudiantes conocieran la historia, el trabajo podría no haber sido más que
una consulta teórica de los hechos, que muy seguramente los alumnos habrían bajado
de la red, en el ejercicio de copy – page, tan común hoy en cualquiera de los niveles
educativos.
Finalmente, con el logro de la sistematización de esta experiencia pedagógica, tam-
bién se hace una invitación a los demás docentes a escribir sobre sus prácticas, a visi-
bilizar su quehacer en el aula y las distintas ideas que se tienen sobre cómo lograr que
los estudiantes se cautiven e interesen por aprender, permitiéndoles tener una mirada
crítica de la realidad que vivimos. Ojalá en próximas publicaciones sea posible recopilar
el ejercicio cotidiano de los excelentes maestros y estudiantes con que cuenta el Colegio
Castilla I.E.D.
INTRODUCCIÓN
2 Los escritos de los estudiantes que se incluyen en éste libro, cuentan con la debida autorización tanto de
los autores, como de sus padres, con el fin que sirvan de material de análisis y discusión ya no solamente
de la comunidad docente, sino de la sociedad en general.
14 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
experiencia como tal; los diversos momentos en que la misma se llevó a cabo; incluyen-
do textos completos de algunos de los jóvenes, y finalmente una reflexión de carácter
pedagógico sobre los límites de la barbarie en circunstancias de conflicto y los retos de
trasformación social.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 15
PATOLOGÍAS MOTIVADORAS
especiales, he leído sobre las cruentas torturas. He visto películas sobre el tema de los
desaparecidos en Chile, en Argentina y la conclusión de todo esto; es que no es muy
difícil convertir a un ser humano en torturador, en una máquina de destrucción, en un
instrumento de guerra y que por el contrario la dificultad enorme es construir lo que
se ha llamado cultura ciudadana, ética de la alteridad, convivencia pacífica, ciudadanía
responsable, corresponsabilidad, pedagogía de la desobediencia argumentada.
En relación a éstas historias de guerra y de barbarie, lo que resalto es la existencia
de un entrenamiento, que como tal es cotidiano, que requiere gran esfuerzo y discipli-
na, y que como fruto de esto, se logra contar con personas cuyo ejercicio es la guerra, la
violación de Derechos Humanos, el disfrute del dolor ajeno; y que por el contrario no
contemos con una escuela , una universidad de la paz, en la cual, con el mismo y quizá
mayor entrenamiento y disciplina con que se forma a los militares para el ejercicio de la
guerra, formemos expertos en sanar las heridas de la guerra.
Vemos como los militares caminan verticalmente por un edificio, sostenidos por una
soga y, en cuestión de segundos, bajan ilesos con todo el equipo militar a sus espaldas.
Si alguno de nosotros, sin ese entrenamiento previo, intenta realizar ese ejercicio segu-
ramente terminará estrellado contra el piso. Dicha destreza no es posible sin años de
práctica y de estudio de técnicas de asalto, cuyo fin bien puede ser el rescate de rehe-
nes, allanamientos en zonas de conflicto. Lo mismo sucede cuando vemos hombres y
mujeres de las fuerzas especiales, descender de un helicóptero con la ayuda de sogas y
en cuestión de segundos tomar el dominio de una zona o como en el caso de Colombia,
lograr colocar pequeñas cámaras de video en zonas controladas por la guerrilla y en
segundos retirarse de dichas zonas; estas son actividades sumamente peligrosas y ries-
gosas; pero el entrenamiento y la disciplina adquirida logran que se realicen.
De igual manera a los militares se les entrenan en concentración, y control de la
disciplina mental mediante ejercicios y técnicas psicológicas conductistas que aseguran
la capacidad para realizar una tarea determinada y concluir las pruebas en el tiempo
estipulado y por supuesto con las respuestas que se consideran correctas.
En relación a los cuerpos denominados élite, o comandos, cuyo desempeño lo sería
el rescate de secuestrados, de rehenes, recuperación de sedes diplomáticas tomadas
por movimientos guerrilleros, vemos que su entrenamiento es milimétrico, puntual, los
hacen entrar en cuartos, de los cuales van apareciendo siluetas humanas y deben dis-
tinguir en milésimas de segundo entre el secuestrado, el rehén y el guerrillero, y de un
solo disparo lograr acabar con la vida de éste último.
En este caso son famosos los comandos israelíes y en Colombia la llamada operación
Jaque, en donde si bien se contaba con la colaboración del comandante del grupo que
mantenía a los secuestrados, se logró el rescate de los mismos sin un solo disparo. Esto
es evidencia de que los procesos de formación militar se ocupan rigurosamente de en-
trenar física y psicológicamente a sus agentes.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 17
de la cátedra de la Paz, por cuanto, esos actos violentos, han originado que sea el in-
fractor, el matón, el que termine imponiendo las normas y amenazando a aquellos que
intentan mantener la convivencia sobre la idea del respeto a la norma. Baste no más
el ejemplo de aquel dueño de mascota que se niega a recoger los excrementos de su
perro y acusa de sapo, cuando no desafía al ciudadano que le llama la atención sobre su
comportamiento.
Indudablemente el escenario que se nos presenta de una Colombia, en donde
los grupos guerrilleros como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el
Ejército Nacional de Liberación, han depuesto las armas y se han convertido en mo-
vimiento político, exige además de implementar los acuerdos con el Estado y apelar a
recursos pedagógicos como a las cátedras de la paz, conocer la historia del conflicto,
lo que se ha denominado como la recuperación de la memoria histórica, y en dicha re-
cuperación escuchar las voces de las víctimas, pero también los relatos de los victima-
rios. Todo esto constituye una labor de lo que se conoce como reconstrucción del tejido
social, en la que todos tenemos que ver. Y en esa reconstrucción se debe realizar un
diagnóstico que nos diga hasta donde dicho tejido se ha visto afectado, un análisis que
determine hasta qué punto los jóvenes han sido permeados por estas realidades; preci-
samente esa es mi intención pedagógica de mostrar el ejercicio de clase que da cuerpo
a los siguientes relatos.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 19
Los siguientes relatos son una muestra del ejercicio realizado en clase. Se han omi-
tido los nombres de sus autores por razones ético-pedagógicas y se ha utilizado en su
lugar el sistema de códigos E1, E2, E3…, para identificar cada relato y el nombre del
autor que conservo con la debida autorización de estudiantes y padres de familia.
RELATO E1
“El 4 de julio del 2014 mataron a mi padre, en el parque principal de Prado veraniego, ya
pasó un año y los policías no han logrado encontrar al asesino, pero ahora yo voy a tomar
venganza con mis propias manos.
Era un día oscuro y frio, salí al parque y no encontré a nadie, volteé a mirar a un árbol y
vi a un colibrí comiendo polen, en ese momento se me ocurrió la idea de cogerlo para que el
me dijera quien mató a mi padre ya que el colibrí vive en el parque.
Me fui para mi casa a planear como cogerlo, primero conseguí mucho polen y al polen le
eché super bonder para cuando el colibrí comiera le quedara el pico pegado y no se pudiera
soltar.
Al siguiente día fui al árbol que queda en el parque y le puse el polen, tardó media hora
en llegar a comer, y todo salió como lo planeé, en ese instante fui y lo cogí, lo llevé para mi
casa y lo amarré de una pierna, le dije que no le iba a pasar nada pero que me dijera quien
mató a mi padre, él me dijo que no sabía nada, en ese momento comenzó mi tortura, cogí
un lápiz y le enterré puntillas pequeñas para que solo quedara el borde por fuera del lápiz
y se lo metí por el culo, le sangraba y él seguía diciendo que no sabía nada, se lo metía y se
lo sacaba varias veces, después vi que la técnica no funcionaba ya que no había hablado,
después le quite uña por uña con un alicate pero otra vez no habló, después le comencé
a quemar las alas y todo el cuerpo hasta que quedó sin plumas, pero él no quería hablar,
cogí un cortaúñas y le quité un dedo y así sucesivamente hasta quedar sin dedos, el colibrí
me decía que no lo matara y llorando me dijo que había sido una mujer pero que no sabía
el nombre, lo seguí torturando hasta que me dijera el nombre, cogí un alicate y le quite
la parte de arriba del pico, sangrando me dijo que la mujer se llamaba Melissa esta mujer
era la amante de mi papá, ya sabiendo quien lo había matado no iba a dejar ir al colibrí y
le quité la otra parte del pico y con ello la lengua y después lo cogí a puñaladas hasta que
murió y se lo eché a mi gata luna que muy bien le apeteció comérselo”.
22 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
RELATO E2
“Justo antes de torturar algo, debo encontrar ese algo. Evidentemente no optaré por
una gran oso grisly que pueda arrancarme una pata de cuajo. Siendo un zorro tengo que
buscar algo pequeño e indefenso.
Un colibrí, sería una excelente opción para comenzar, grácil, ágil, vital, pequeño y hermo-
so, sobretodo hermoso. Matar algo hermoso sin más seria una pérdida de tiempo, es más,
no encuentro nada más insultante. Por eso disfrutaré cada gota de sangre, cada piar, cada
bellísima pluma y veré como su vida se extingue poco a poco entre mis garras.
Mi historia se remonta cuando mi jefe, el gran lobo, había escuchado acerca de una revo-
lución que estaba dando lugar en el bosque. Así fue como me encontré con ella.
Siguiendo mi quisquillosa rutina de caza me encontré con ella, una bellísima hembra de
colibrí. Ella destacaba por encima de las demás con su hermoso plumaje plateado que brilla-
ba con el sol, y sus inteligentes ojos negros que parecían esconder los secretos del universo,
era más pequeña que la media y por eso el batir de sus alas parecían el rumor de un mundo
lejano. Era perfecta.
Me dispuse a seguir cada uno de sus movimientos desde las sombras, y me sorprendió
saber que tan bellísimo ejemplar no vivía con nadie y mantenía su vida social al mínimo.
Todos los días se despertaba a las 7:00 a.m, succionaba néctar y regresaba a casa a las 7:00
p.m, para seguir con su rutina al día siguiente.
Exceptuando los domingos cuando se reunía con camaradas revolucionarios. Raptarla
no fue demasiado difícil, era asocial, por lo que simplemente la adormecí con una mezcla de
cloroformo.
Aquí es donde comienza mi parte favorita. En un principio debo amarrarla a una silla con
un nudo doble corrido, si tratara de forcejear sus delicadas alas se quebrarían. En cuanto
despierte comenzará mi pequeña charla de ética barata, una vez haya comprendido que soy
un psicópata todo el proceso será mucho más fácil.
Hay tantos métodos para torturar, y tan pocos lienzos para retratarla. Pero antes de practicar
bricolaje con ella debo anteponer mi profesionalidad, por eso escojo la clásica tortura japonesa de
alfileres en las alas. Lo hacía lentamente, con cuidado para prolongar su sufrimiento. Sus gritos
de dolor eran excitantes y me hacían sentir vivo. Después de casi seis horas de tortura decidí irme
por algo un poco más fuerte, así que introduje alfileres en su piquito, enterrándolos y sacándolos
suave y lentamente. Al final cedió y respondió todas y cada una de mis preguntas acerca de la re-
volución y sus camaradas. Una vez entregada la información, mi superior me comunicó que podía
hacer con ella lo que quisiera, algo que me hizo sentir en extremo feliz, hasta el punto en el que
parecía un niño con un juguete nuevo.
En cuanto regresé a la habitación en donde ella se encontraba ver su cara de alivio y
expectativa me causó una erección. Para tener un pequeño abrebocas la dispuse de manera
horizontal en el piso, con la planta de sus patas expuestas.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 23
Allí, con la ayuda de mi amiga la cabra hice que esta chupara sus pies durante unas cuan-
tas horas, gracias a la textura áspera de su lengua sus patas fueron pelándose poco a poco,
hasta el punto en el que se podían observar sus tendones, y con una rama áspera piqué sus
expuestos tendones hasta que lloró.
Ver sus ojos llorosos era lo más hermosos sobre la tierra y quería ver más.
Introduje la pera de la angustia en su ano, una y otra vez, casi podía ver placer en su
dolor. Pero claro yo que voy a saber, solo soy un psicópata.
La desplumé, pluma por pluma, quemé pequeñas partes de su piel con ácido sulfúrico
y clorhídrico, pero sin amenazar su vida. Rompí la mitad del total de todos sus huesos y la
ahogué y reviví cuantas veces me fue posible. Cada vez que la reanimaba eyaculaba en su
cuerpo, el placer sexual era divino, aunque jamás llegué a penetrarla, pensar en ello me daba
un poco de asco, jamás me gustaron mucho las hembras.
Después de casi cinco días de esto, al final expiró. Una lástima.
Me enojó bastante recordar que lo bello siempre es bello, así que para que su cuerpo no
hiriera mis ojos con su belleza, descuarticé su cuerpo en pequeños pedazos que luego disolví
en los sobrantes de ácido sulfúrico…
Era hora de buscar un nuevo romance.
RELATO E3
“Todas las mañanas antes de tomar mi café diario se paraba al borde de mi ventana, era
colorido y con un pico muy largo, daba una maldita sensación de alegría y paz en el lugar.
Termine mi café y me dirigí a mi habitación, era un lugar frío y de poca luz, tenía los ojos
de una vieja vaca colgados junto a mi cama, tenía muy pocos colores, no me gustaban, odia-
ba todo lo que tuviera vida, incluyéndome.
Luego de inyectarme heroína cada tarde salía a un pequeño patio que había detrás mi
casa, donde siempre estaba ese maldito pájaro parado en una cuerda y solo me veía fijamen-
te, varias veces trate de cogerlo pero era inútil.
Esa noche no pude dormir, sentía que caminaban insectos bajo mi piel, bajé a la cocina y
tomé un cuchillo y empecé a clavarlo varias veces en mi brazo para dejar de sentir esa sensa-
ción, volví arriba, la noche paso lentamente y yo seguía acurrucado en la esquina de mi cama
con la mirada perdida y un único pensamiento el de matar.
De repente se acercó a mi ventana, el ave seguía mirándome, yo no me movía para nada
así que entro y se paró sobre un vaso de agua que llevaba ahí ya varios días. Me acerqué
lentamente y lo tomé con las dos manos, el ave luchaba pero lo apreté muy duro y le rompí
un ala. Bajé al baño con una sonrisa escalofriante y macabra, lo puse un momento sobre
el lavamanos con la llave abierta mientras buscaba unas cosa en los cajones. Lo saqué y lo
llevé a la cocina, lo miré y solté una carcajada, lo amarré con un cordón, tomé un cuchillo
24 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
y empecé a cortarle las patas muy lentamente, el ave se retorcía y hacia sonidos extraños,
yo seguía con mi gran sonrisa, luego ´le tomé las patas y las puse en el lavaplatos, lo desaté
y lo puse sobre la mesa, le abrí las alas empecé a tocarlas de lado a lado con el borde del
cuchillo. Entonces tomé un encendedor y empecé a pasarlo por todo su cuerpo, sus plumas
ya estaban muy quemadas.
Dejé el encendedor un momento en la cabeza hasta que su piel empezó a derretirse, le
abrí el pico y con unas tijeras fui cortando lentamente su lengua, luego la saqué del todo.
Encendí una vela y fui dejando que la cera caliente cayera sobre los ojos del ave, tomé un
cuchillo y le corte el cuello, con su sangre escribí sobre la mesa “papá” pues desde muy
pequeño he estado solo, lo único que conozco es la droga y nunca supe quién era mi madre.
Volví a tomar el cuchillo y abrí lentamente su tórax, saqué cada uno de sus intestinos,
sus pulmones hasta su corazón. Coloqué todo en la licuadora y luego lo regué por el piso,
de repente cayó un pequeño pedazo de plástico, lo puse en mi celular y encontré un video
de mi madre, me abandonó a mi corta edad y me había dejado con mi padre y una hermana
de ella, la hermana de mi madre tenia trastornos mentales y una tarde mató a mi padre, mi
madre había dejado eso dentro del ave porque antes de que se fuera su hermana le había
contado lo que pasaría.
Empecé a cogerme la cara con mis manos llenas de sangre y empecé a temblar y a sofo-
carme, me inyecté de nuevo y me acosté.
RELATO E4
“El colibrí un animal indefenso, colorido, rápido, pequeño y bonito hasta donde parece.
Digo hasta donde parece porque cuando lo ves siguiéndote a todas partes deja de serlo y
aun peor, empiezas a verlo como tu peor enemigo, un segundo después de sabe una de tus
verdades más oscuras, de hecho la más oscura, la cual puede costarte hasta tu propia exis-
tencia. Fue desde ese instante cuando un instinto totalmente anormal surgió de mí, empecé
a pensar en cómo cubrir la verdad de mi secreto y a la única conclusión que llegué fue que
tenía que desaparecer a ese colibrí de una u otra forma.
Primero, empecé por seguirlo, por cada flor en la que posaba, cada pausa de vuelo que
hacía, en cada lugar a donde iba, cada acción que realizaba y en especial donde dormía. Ya
sabiendo que era lo que diariamente hacía, me concentré en cómo atraparlo pues con su
agilidad parecía difícil, era obvio el único momento en el que él estaba quieto y tranquilo
era cuando dormía, y por suerte sabía exactamente en donde lo hacía. Al llegar allí, esta-
ba completamente dormido, rápidamente lo agarré y me lo llevé al lugar en donde había
comenzado todo, lo encerré y muy asustado, tan solo con sus ojos, me decía, no me hagas
nada por favor, pero era tan grande mi odio que si lo dejaba ir no podría dormir tranquila.
Al tenerlo en mi poder empecé a escribir las diferentes posibilidades que tenía para tor-
turarlo y para hacerle saber que no tenía por qué haber escuchado eso.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 25
Recuerdo que empecé quitándole una a una las uñas de sus dedos con un alicate, lo obli-
gué a caminar en una tabla totalmente cubierta de puntillas oxidadas, y aun viéndolo sufrir
no calmaba mi odio, me decidí por quitarle una a una las plumas coloridas de su pequeño
cuerpo, y como nadie podía oír sus lamentos opté por echarlo a nadar en alcohol puro. No
me bastaba con ello, pues sentía que no era suficiente, finalmente me harté de sus chillidos
horrorosos y con un bisturí corté su pico y seguí así, cortando de abajo hacia arriba sus patas
hasta llegar a su pelvis, y así mismo seguí con sus alas. Ya llegando a la última opción que
quedaba, tras la pérdida de sangre, murió. Ya no quedaba más tortura pues en definitiva
podía quedar tranquila.
Posteriormente tuve que deshacerme del cuerpo y de toda la evidencia que me podía in-
culpar, abrí un hueco de aproximadamente cinco metros, coloqué todo allí, le rocíe gasolina
y observé como se quemaba todo hasta ver que quedarán únicamente cenizas, para luego
llenar completamente el hueco de tierra y sembrar allí mi flor favorita, la orquídea. Con eso
no olvidaría el lugar en donde lo dejé y podría recordar mi primera vez como detective e
investigadora”.
26 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
RELATOS SALVAJES
Finalizado el ejercicio de escritura se procedió, aun sin socializar los textos a pro-
yectar el video relatos salvajes, la cinta argentina, que con ironía aborda el tema de
los conflictos cotidianos, la venganza, la inoperancia y corrupción estatal, que llevan al
límite de la desesperación a las personas. Una vez visto dicho video, se preguntó a los
estudiantes, de quienes se habían vengado en alguna ocasión, cómo lo habían hecho y
las cuales fueron las razones de sus acciones.
Además, se les solicitó que colocaran un seudónimo u otro nombre para no ser iden-
tificados, por cuanto pretendía sinceridad en esos actos de venganza.
Precisamente, en relación a los hechos acaecidos en la ciudad de Bogotá; en donde
ha sido recurrente, que las personas que protestan contra el sistema masivo de trans-
porte; ya sea por las demoras o el mal servicio, proceden a la destrucción tanto de los
buses como de las instalaciones, me encontré con el siguiente testimonio:
“Me he vengado del sistema público, por ser tan caro, abusivo con la gente,
pedir mucho y no ofrecer un buen servicio. Dañé una puerta del transmilenio,
para que todos entraran”.
De la misma manera aparecen otras confesiones de venganza que no dejan de ser
inquietantes:
“Yo me vengué de una vecina, porque su perro siempre hacía sus necesida-
des en la puerta de mi apartamento; me vengué cogiendo un recogedor, reco-
giéndolas necesidades del perro y se las estrelle en la puerta y la insulte”
“Me vengué de una prima, cuando teníamos aproximadamente ocho años,
porque una noche, cuando yo dormía y ella estaba durmiendo a mi lado, tomó
unas tijeras y procedió trasquilar la parte derecha de mi cabello. Sólo por un
impulso infantil.
En ese entonces nos bañamos juntas, así que cuando estábamos en el baño,
la tomé del cabello e intenté meter su cabeza en el inodoro”
“De mi prima, desde muy pequeña cuando me dejaban en la casa de ella;
mientras mis papás trabajaban, ella me molestaba y me asustaba por las
noches.
Un día que ella se encontraba sola en la casa, empecé a bajar los tacos de
la luz, con ayuda de otro primo gritábamos por el teléfono, empezábamos a
golpear las puertas, a prender y apagar los televisores.”
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 27
Pero es que esa estrategia de enfrentar la supuesta lucha guerrillera, por actores
no estatales, se encuentra desvirtuada desde las mismas declaraciones de los ex jefes
paramilitares, los cuales, en sus testimonios ante la justicia nacional e internacional,
han mencionado, como ellos hacían parte del engranaje estatal para frenar el ascenso
guerrillero, sin limitaciones a la observancia de las normas, así mismo, atendían a los
intereses de los poderosos gremios económicos y de las multinacionales petroleras y
bananeras y por supuesto de los mismos políticos, lo que ha desencadenado la llamada
parapolítica:
“Desde que llegaron al Urabá antioqueño las Autodefensas Campesinas de
Córdoba y Urabá (ACCU) en 1995, el despojo de tierras comenzó a ser masivo y
sistemático. La gente perdió el trabajo de toda la vida, a la fuerza y sus fincas
pasaron a manos de inversionistas por métodos legales e ilegales. Algunos ven-
dieron forzados, por cualquier dinero a compradores sospechosamente cerca-
nos a los despojadores. Y otros, sólo cuando se arriesgaron a regresar a donde
los habían sacado a tiros, se enteraron de que en sus parcelas prosperaban
enormes plantaciones industriales”.4
Es el adulto, que mediante el servicio militar obligatorio, la escasez de oportunida-
des laborales, o por gusto por las armas, ha llegado a formar parte de las fuerzas mili-
tares, en donde se le ha inculcado un concepto de la guerra contra la subversión, en el
cual no existe límites para enfrentar a dicho enemigo subversivo. Es tristemente famosa
la llamada escuela de las Américas, en donde los militares estadounidenses inculcaron
a los futuros altos mandos de los ejércitos latinoamericanos, la práctica de la tortura
y la desaparición del oponente político. Pero también tenemos al político que con su
retórica de la defensa de la patria, de la nación, del orden liberal y democrático, imparte
órdenes, facilita la desaparición y la tortura, lo mismo el industrial que fomenta con
los ingentes recursos económicos la denominada guerra sucia. Es el adulto que bajo el
ropaje de la ideología, las prebendas, la coerción, lleva a la práctica estas reprobables
conductas.
El juez español Baltasar Garzón, en un excelente trabajo a dos manos con Vicente
Romero, publicó la obra relacionada con la desaparición forzada, y la tortura, obra que
incluye entrevistas con víctimas de la dictadura argentina, y con los propios torturado-
res. Apartes de este libro relacionados con la vida normal de los torturadores, se leyeron
en clase y allí se desvirtúa que el torturador, que la persona que desaparece a otro ser
humano; sea un sicópata. Precisamente varias de las madres del movimiento de la plaza
de mayo, dicen que el tratar al torturador como un enfermo mental, lo exonera de su
responsabilidad en las crueldades cometidas, y que, al contrario, el torturador sabe per-
fectamente lo que está haciendo, del mal que se encuentra infringiendo, se encuentra
capacitado para la labor que realiza, es su trabajo, ha tomado cursos con médicos, con
psicólogos, para poder afectar de la mejor manera la salud física y mental del torturado;
precisamente lo que se le mostró a los alumnos fue que esa persona que torturaba, que
asesinaba, que no dejaba rastro de sus víctimas, a la vez era un padre de familia, que
asistía puntualmente a reunión de padres en el colegio en donde estudian sus hijos, era
un esposo, que asistía los domingos a los oficios religiosos, y que comulgaba sin vestigio
de arrepentimiento alguno, era el vecino que compartía el asado de los festivos, el em-
pleado que recibía una remuneración por sus servicios, en definitiva la persona normal
que a diario nos topamos en la calle, nada en su fisionomía lo delata.
Precisamente, en eso consiste la experiencia pedagógica que se presenta, es relati-
vamente fácil, conducir a esa persona que en este momento comparte un salón de clase,
que tiene sueños, aspiraciones, que elabora carteleras muy llamativas con los temas
de la defensa de los derechos humanos, en un torturador. Lo difícil por el contrario, es
formar en ciudadanía, en respeto, se requiere una escuela de altos estudios para la paz,
más observatorios de paz, desarrollo de actos cotidianos de convivencia, el denominado
posconflicto, es la oportunidad para estructurar una nación, en donde se respete al otro,
la enorme influencia de las violencias, conlleva a triplicar las propuestas para derrotar
la politiquería, el clientelismo, la corrupción, la expoliación de los recursos naturales,
la teoría del vivo.
30 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
REFLEXIÓN
RELATO E5
LO HICE POR QUE SOY UN ASCO COMO SER HUMANO
“¿Por qué?” Siempre he considerado que esta pregunta es peligrosa, puesto que devela
incontables secretos que muchas veces es mejor no conocer, o quizás porque es tan compli-
cado de entender que muchas veces es mejor hacer oídos sordos.
Pero mi caso no es en lo absoluto complicado, simplemente tengo dos razones bajo las
cuales explico mi comportamiento.
La primera razón es muy sencilla, la actividad me pareció retorcidamente interesante.
Me explico, usualmente mi vida, y general el ambiente que me rodea es condenadamente
aburrido, así que el poder realizar una actividad diferente es renovador.
La segunda razón es incluso más sencilla: Doy asco como ser humano. Soy mentirosa,
taimada, perezosa y de tanto en tanto agresiva, pero acaso ¿no te suena de algo semejante
descripción? Sí, en efecto, te recuerda a ti. Tú también das asco como ser humano. Pero lo
que me diferencia a mí de ti, es que lo acepto.
A diferencia de muchas personas que estarán encontrando una justificación o una discul-
pa, yo me estoy haciendo responsable de mis actos. Que si me arrepiento o no, no importa.
Nada de lo que yo diga o haga regresara a ese pequeño colibrí a la vida, devolviéndole su
vitalidad y hermosura.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 33
RELATO E7
¿POR QUÉ OBEDECEMOS?
“Pienso que la mayoría lo hicimos por la nota, pero personalmente no solo
lo hice por esta, también porque este trabajo es muy interesante ya que podía-
mos entregar en éste nuestros más retorcidos pensamientos y conocer que tan
sicópatas es cada de nuestros compañeros.
RELATO E8
HUBIESE SIDO MEJOR TORTURAR A UNA PERSONA
“Después de haber hecho el escrito; nos disponemos a reflexionar por qué lo hicimos y
es algo interesante ya que podemos explicar lo que hicimos. Bueno, yo lo hice más que por
una nota, lo hice porque es algo que en otras materias o muchas veces en otros colegios no
se da o no se hace este tipo de trabajos.
5 BUITRAGO Ángela María. El silencio y el miedo, las mayores dificultades en la investigación sobre el pala-
cio de justicia. En ÁMBITO JURÍDICO. 9 al 22 de noviembre de 2015. Página 17.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 35
RELATO E9
ES SOLO UN ESCRITO
“Frente al trabajo acerca de cómo torturar a un colibrí podemos concluir que es
bastante fácil poner a una persona a imaginar o idear como hacer daño a un animalito in-
defenso e incluso otra persona que realmente no le ha causado ningún daño con la excusa
de qué es sólo un escrito y lo que se describa en el o lo que se haya imaginado no se va a
aplicar en la vida real porque “es sólo un escrito.
Pero nadie se pone a pensar en que cualquier matón, violador o secuestrador idea las
cosas antes de hacerlas, entonces, ¿a cuenta de qué es erróneo pensar siquiera de broma
que aquellas personas qué hicieron “bien” el trabajo del colibrí en algún momento lleguen
a hacer realmente todo lo relatado en este escrito o algo peor? Al fin y al cabo todos los
grandes asesinatos, atentados, secuestros, etcétera, salieron simplemente de una idea, pen-
samiento o incluso una broma, vaya uno a saber”.
Para concluir éste aparte, surge el cinismo, la ironía, como la respuesta de éste joven
la pregunta problema:
“Hice el escrito para que el profesor no me torturara con una mala nota”
Al elegir al colibrí como víctima de la desaparición y tortura, quería presentar a
un ser vivo, indefenso, que llevara a la admiración, a la contemplación, y que por su
forma de vida, de alimentarse esencialmente del néctar de las flores, y por sus colores
vivos, nos provocase admiración; es decir; no quería espacio, ni justificaciones para
la tortura, por eso realicé el símil del colibrí con el hipismo, que si bien los jóvenes no
los conocieron, sus padres y abuelos si cuentan con una referencia clara de este mo-
vimiento, era presentar a ese hippie, con el pelo largo, lleno de manillas de todos los
colores, de vestimentas estrafalarias, con la guitarra al hombro, en busca de una flor
para mascar, y cuyo lema era paz y amor. A un ser así es difícil provocar daño; pero sin
embargo se le provocó.
Esperaba, de manera incauta, que así hubiese sido por razones religiosas al-
guien se hubiese opuesto a realizar dicho trabajo, pero no fue así, todos, absoluta-
mente todos hicieron el trabajo, practicaron las torturas al indefenso colibrí; digo
que de manera incauta, por cuanto basta recordar que la tortura fue practicada
ampliamente por la religión católica apostólica y romana, y que tuvo su auge en
la llamada inquisición, y que de igual manera reconfortó a los torturadores en los
batallones.
Pero no solamente se practicó la desaparición forzada, la tortura y muerte del
colibrí, sino que al contrario de lo esperado varios jóvenes, realizaron la actividad
con personas, buscando excusas para hacerlo, se inventaron que la persona a la
que torturaban eran violadores, asesinos; no encontraron justificación para tortu-
rar al colibrí, pero sí a un ser humano; pero es que esas justificaciones en verdad
se dan en la sociedad, ejemplo de ello son las torturas practicadas en la cárcel de
Guantánamo, por el país que se autodenomina el adalid de los derechos humanos
y la democracia; no son pocas las denuncias e imágenes de los marines estadouni-
denses acompañados de perros, amedrantando a sus prisioneros árabes. Es tal la
situación que muchos de estos prisioneros optan por el suicidio, mientras que los
jefes de gobierno, manifiestan que no practican torturas sino interrogatorios bajo
presión.
Hagamos una pausa ante tanta barbarie y con licencia del lector y en homenaje al
colibrí, me permito traer a colación la leyenda Guaraní referida a nuestro personaje:
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 37
LA LEYENDA
DEL COLIBRÍ
Recordemos que el ejercicio académico que se presenta en este texto, consistió en mo-
tivar a los estudiantes, mediante la obtención de una buena nota, en adoptar la postura
del torturador, de encontrar motivaciones, que un primer momento no existen para des-
aparecer y torturar a un colibrí, cuyo único delito es vivir como hippie en el mundo, que
dicha actividad tenía como objeto el tratar de entender lo que pasó en muchos países del
conocido Cono Sur, bajo las dictaduras militares; de esta manera los jóvenes procedieron
a tenderle trampas al colibrí, a realizarle seguimientos, a imaginar ese momento de la
captura. Llama la atención en los relatos la forma minuciosa con que se planea la captura
del colibrí considerando incluso recursos modernos, como las comunicaciones satelitales.
RELATO E9
“Usualmente el colibrí sale de su casa a las 12:59 am y regresa aproximadamente a las
10:50 pm, en ese momento entraré con él a su casa amenazándole con un revolver en la
cabeza. Una vez que estemos en la casa me aseguraré de apagar las luces y cortar cualquier
tipo de ayuda satelital.”
RELATO E10
“Llevamos dos días observando el colibrí, noto claramente que viene por las mismas
flores, para extraer su néctar y alimentarse, vemos también que cuando termina de alimen-
tarse da una pequeña vuelta, tal vez va en busca de otras flores, tal vez está buscando otro
colibrí, tal vez para estar con alguien y compartir con otro animal de su especie, después de
dar esta vuelta que dura más o menos diez o quince minutos, sigue su camino hacia su nido
o a otro lugar, nos falta averiguar ese pequeño detalle, tendríamos que esperar y seguirlo,
sin que se dé cuenta que estamos ahí”.
RELATO E11
“Primero toca hacerle inteligencia, yo lo seguí unas semanas, para saber dónde vivía,
que rutas recorre, para saber dónde se alimenta y que lugares son lo menos transitado. Para
hacer más fácil el trabajo se debe alquilar una camioneta, destruir las cámaras”
En el escrito de la desaparición y tortura del colibrí, se contemplaba una motivación
para su desaparición y posterior tortura, pero: ¿qué se perseguía con este acto? ¿Cómo
se iba a sustentar las posteriores torturadas ha infringir al débil colibrí?
40 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
RELATO E12
“Porque necesito saber cómo está construido su aparato digestivo, necesito buscar
toda esa información de él y la única forma es capturarlo y desaparecerlo. Lo necesito por
cuanto estoy haciendo un experimento, que muy pronto revelaré a toda la humanidad”.
Las abuelas de la plaza de mayo en sus contundentes declaraciones, niegan a los
torturadores el rótulo de sicópatas, y coinciden con la sentencia condenatoria contra
Miguel Etchecolatz, el principal responsable de un circuito de centros de detención y
presentada por los autores del alma de los verdugos que entre otras cosas dijo:
“Los verdugos no son monstruos, sino simples seres humanos, aunque haya crímenes cuya
magnitud y atrocidad pueda hacer que la gente dude de la humanidad de sus autores. Pero la
realidad es que éstos no se alejan tanto de la normalidad como para no sentarse en el banquillo.
Por otra parte, para cometer tales crímenes, esos verdugos necesitaron sacarles la condición
7 Garzón Baltasar y Romero Vicente. El alma de los verdugos.. primera edición. Buenos Aires: Del Nuevo
Extremo. España. 2008. Páginas 313-314
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 41
de seres humanos a sus víctimas. Y no debemos hacer lo mismo con ellos. No son monstruos,
sino simples seres humanos que cometen crímenes gravísimos contra otros seres humanos.
Convivimos diariamente con centenares de verdugos. Nos cruzamos con ellos por la
calle, pertenecen a las comunidades de vecinos y a las asociaciones de padres de alum-
nos. ¿Podemos llegar a convivir con un verdugo como convivimos con un taxista o con un
bibliotecario?”8
En el ideario de nosotros; por tanta maldad desplegada por éstos sujetos, nos inclina-
mos a incluirlos en dicha categoría:
“cambié el colibrí por una niñita, porque esta tiene más partes que torturar y por ende
disfrutar más el placer al lastimarla; ya que si uno tortura a un ser viviente lo hace para sentir
un gran placer”
“Tal vez para muchos, yo sea una persona común, que no hace gran cosa para ser notado en
la sociedad, tomando en cuenta como un ser indefenso, que tan sólo existe porque el destino
así lo quiso. Pero mi realidad es otra, soy esa clase de personas que vive dividido en dos reali-
dades; la primera de un hombre con una familia feliz, con dos hijos y una hermosa esposa; pero
la segunda, es mi realidad, mi verdadera vida, soy un hombre que siente felicidad al asesinar,
mato por dinero, sin importar el motivo, no me importa a quién, ni cómo, tan sólo soy feliz así”
CREEPY PASTA
Hay otros elementos desconocidos tanto para padres como para maestros, relacio-
nados con el mundo tecnológico de los jóvenes y precisamente cuando encontré un es-
crito con una palabra que no conocía (creepy pasta), llamé al estudiante y éste me expli-
có, que son videos juegos que permiten recrear al espectador sus propias historias, que
dichos juegos, suelen ser tenebrosos; así que a él le resultó fácil la actividad:
El texto trata de instrucciones para desaparecer y torturar aun colibrí; pero en no
pocos casos los estudiantes lo cambiaron por un ser humano:
“No lo hago con un colibrí, porque como lo dijo el profesor, es una criatura
indefensa y pues estoy de acuerdo, es una criatura indefensa, no hace daño, no
destruye nada. Pues mi personaje, es una persona, porque como ser humano,
nosotros sí causamos daño, nosotros síi destruimos ciertas cosas en nuestro
planeta y pues con esto me refiero a aquella persona mayor de edad; porque de
un niño, no podría venir aquello nombrado. Una persona mayor, ya sabe y es
consciente de lo que hace, pero aun así causan daño a la demás gente, a nuestra
naturaleza, destruimos nuestro entorno.
Y pues quisiera reunir a cada una de esas personas, que causan daño, desa-
parecerlas y hacerles lo mismo para que sientan lo que la demás gente siente,
8 Garzón Baltasar y Romero Vicente. El alma de los verdugos.. primera edición. Buenos Aires: Del Nuevo
Extremo. España. 2008. Páginas 553-554.
42 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
RELATO E13
¿POR QUÉ YO?
¿Por qué yo? Si soy un pobre colibrí indefenso, porque me tuvo que hacer eso a pesar que
yo no iba a contestar, ya que no puedo hablar, lo único que hago es un zumbido que con mis
alas se puede escuchar.
Te pregunto otra vez: ¿por qué me descuartizaste? Empezaste por mis alas y patitas,
fue tanto el dolor que ni siquiera podía ver lo que me estabas haciendo. Te ODIO MALDITO,
porque no entiendo aún, porque conmigo tuviste que haber hecho todo eso, te odio; NO
ME CANSARÉ DE DECIRTELO, “maldito te odio”, por más que esté muerto, no saco el dolor y
tampoco me sacaré lo tanto que te odio.
Ahí te dejo maldito y ojalá que mueras o te hagan algo peor de lo que tú me hiciste a mí,
te odio maldito, te odio”.
A manera de conclusión, quiero citar al escritor pacifista israelí DAVID GROSSMAN:
“…aunque al final haya paz, puede que nos llegue ya demasiado tarde. Porque la
guerra y la violencia nos ha envenenado la sangre y cegado la vista hasta el extremo de
convertirnos a algunos en asesinos y a otros en silenciosos cómplices de esos asesinos”9
9 GROSSMAN David. La muerte como forma de vida. Seix Barral. Primera reimpresión Colombia octubre
2003. Página119.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 43
damos a la tarea de volver a recorrer los sitios y las calles, por las cuales transitamos el
día de la compra, especialmente en la cafetería de un centro comercial, ese fue el primer
sitio, al que llegamos, por cuanto allí nos habíamos tomado un café, le preguntamos a
las personas que se encontraban atendiendo si habían encontrado unas boletas, una de
ellas dijo que sí; nos miramos y nos dijimos, las encontramos, la persona nos entregó
unas boletas, pero eran unas entradas al Museos del Oro, no eran las boletas de nosotros,
las devolvimos dimos las gracias, no había nada que hacer los boletos se habían perdido
definitivamente, al contrario de esta aceptación de pérdida, al tratarse de personas, no se
acepta dicha desaparición. Entendamos que el crimen de la desaparición forzada es uno
de los más horrendos que se pueden cometer contra la humanidad. La búsqueda, la cons-
tante zozobra, la espera en cualquier momento de una llamada, situación que persiste,
no solamente por la vida de una generación, sino que se transmite a otras, a los hijos, a
los nietos, siempre permanece la angustia de qué ha pasado con esa persona.
Retornemos a la figura del colibrí, en otras culturas; el colibrí es sinónimo de sabidu-
ría, de alegría, por eso al desparecer el colibrí podemos hacer la analogía que desapare-
ce no solamente la persona, sino que desaparece inicialmente en su entorno inmediato,
esa alegría, y se fomenta el dolor, la desesperanza, pero a largo plazo y con las continuas
desapariciones forzadas, se fomenta el miedo, el terror, la desconfianza, en una socie-
dad y por supuesto lo que reina, no es la sabiduría, sino la inseguridad, la desconfianza
en las llamadas autoridades y por supuesto en el mismo Estado.
La alegoría del colibrí desaparecido y torturado, es la representación del reino de
la caverna de Platón, en este caso, el reinado de la deshumanización, del terror, de la
angustia, de la represión desmedida.
Prosiguiendo los encuentros con los colibríes, me entrevisté con LUCIO LARA, la me-
moria visual, la memoria fotográfica de las luchas sindicales, campesinas, estudiantiles,
del magisterio en Colombia, Lucio, un colibrí, que como él mismo dice, su única arma
para enfrentar el sistema, ha sido su cámara fotográfica, por ello, fue apresado y tortu-
rado en las caballerizas de Usaquén.
La historia de Lucio, es la de muchos campesinos colombianos, que desde niño, no
solo observó la violencia, sino que la vivió; así como yo recuerdo, los enfrentamientos
entre campesinos, los días de mercado, Lucio, vio llegar a los pueblos que recorría con
su padre, el cual tenía que huir constantemente de las amenazas de muerte, por su con-
dición de liberal, a las mulas, que cargaban los cuerpos mutilados de campesinos; Lucio,
presenció, el robo de fincas, de semovientes, con la disculpa de la lucha bipartidista,
entre los llamados liberales y conservadores, pero desde muy joven, fue tomando con-
ciencia, que en esas luchas era el campesino quien sufría, y buscó en la JUCO, Juventud
Comunista, la alternativa revolucionaria, que permitiera revertir ese desastre. Lucio
Lara, con tan solo tercer año de primaria cursado, llegó a ser miembro del Comité Central
de la Juventud Comunista. Así mismo logró viajar a la entonces República Democrática
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 45
Alemana R.D.A, por un tiempo de ocho meses, donde tomó un curso de preparación po-
lítica y posteriormente compartió en Moscú la experiencia revolucionaria con los bol-
cheviques. A la par que se iba consolidando como líder comunista, fue afianzando sus
conocimientos de fotógrafo, que finalmente lo llevaron a convertirse en el fotógrafo del
periódico VOZ PROLETARIA, el órgano de difusión del Partido Comunista Colombiano;
con su cámara registró las tomas de tierras, las protestas de los estudiantes, las luchas
del magisterio colombiano, la represión hacia los movimientos sociales.
Con ocasión de la acción del grupo guerrillero M-19, del asalto al cantón norte en
Bogotá, donde sustrajeron más de cinco mil armas, se desató la represión nuevamente
en suelo colombiano; en esa locura represiva, es allanada la casa de Lucio Lara, buscan-
do armas. Rememora Lucio, que les mencionaba a los miembros del ejército, que la úni-
ca arma que él tenía era su cámara fotográfica, aun así, sin encontrar ningún elemento
que lo vinculara con esa acción, ni con el grupo guerrillero, fue apresado, conducido a
las caballerizas, y sometido a torturas, fue sumergido en pocetas , colgado de los brazos,
desvestido, sometido a los fríos del clima bogotano, con muy poco alimento, pero lo
peor para él, la amenaza de llevar a su señora madre para ser torturada. Cuenta Lucio,
que pasados los días, débil, creyó escuchar los gritos de su madre, siendo torturada.
El hambre, también como elemento represivo, fue empleado con Lucio, los tortura-
dores, hacían caer sus cucharas, los platos de comida, lo que incrementaba el hambre
en los prisioneros, finalmente fue dejado en libertad, y de manera lacónica menciona
que estuvo de buenas, por cuanto en ese tiempo, no se utilizaba la desaparición, sino
que precisamente a raíz de las denuncias de los torturados para acallar esas voces se
recurrió a la desaparición.
De manera anecdótica, me dice Lucio, que en una ocasión se les rió, a los torturado-
res, los cuales airados le increparon de sus risas, y les dijo, que como ellos, los tortura-
dores, acostumbraban en las pausas de tortura a contar chistes, el los escuchaba y pre-
cisamente se había acordado en la tortura de uno de esos chistes, por eso se había reído.
Lo cierto dice Lucio, su risa obedecía al hecho, que como campesino había aprendido a
nadar desde niño, y al momento de ser introducido boca abajo en las pocetas, él tomaba
aire y lograba resistir, y que después hacia teatro para engañar a sus torturadores que
estaban logrando su cometido de hacerlo tragar agua.
Lucio, es dejado en libertad, no sin antes, haber sido cambiado de patio, de ser ali-
mentado, para que no se notara los malos tratos y de haber firmado en la Brigada un
documento en el cual constaba que había sido tratado bien, él lo firmó, por consejo de
su abogado, quien le manifestó que firmara lo que le ponían, que la prioridad era que
saliera de allí, y así lo hizo; de igual manera se comprometió a abandonar su profesión
de fotógrafo, pero ya en libertad; se encontró con el abrazo solidario de sus camaradas,
con el calor humano de su familia y amigos, lo que le dio más fortaleza para continuar en
su lucha, por construir un país con justicia social. Ese colibrí; quien compartió conmigo
46 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
parte de sus vivencias, ahora es jubilado pero no retirado de las luchas sociales, sigue
siendo a pesar de su enfermedad, que lo obliga a caminar en muletas, enfermedad que
se le pronunció a raíz de las torturas, un líder social, esperanzado que con el proceso de
paz, nuevos amaneceres, acompañen la instauración de la justicia en Colombia.
Otro Colibrí que llegó inesperadamente, es el bordado por una de las mujeres tejedo-
ras de la población chilena de San Pedro de Atacama; en donde acudimos a una exposi-
ción de artistas populares, entre ellas Verónica Ramos, quien reflejó en su obra “Colibrí”,
la creencia de la resurrección. Manifiesta que se identificó con el colibrí, por cuanto
según cuentan los antiguos el pájaro de noche pasaba mucho frío y ellos los antiguos,
creían que moría en la noche y renacía al salir el sol, cuando tocado por los primeros
rayos se ponía a aletear; en la noche moría y en la mañana volvía a nacer con el sol.
El hermoso tejido y la
referencia que se hacía del
colibrí, me recordó la pacien-
cia del tejedor, la sabiduría
ancestral, por cuanto la lana
fue teñida por la propia au-
tora partiendo de elementos
naturales, para finalmente
esperar una resurrección,
que en términos sociológicos,
no cristianos, puede pensar-
se como la esperanza de un
pueblo a vivir , a disfrutar, a construir, definitivamente un país, en donde los campesinos
tengan acceso integral a la tierra, esto comprende que la misma venga acompañada de….
riego, crédito, asistencia técnica y apoyo para la comercialización, con programas de de-
sarrollo con enfoque territorial, que hace relación a la reconstrucción de las regiones más
afectadas por el conflicto y la pobreza. Con planes de desarrollo que realmente transfor-
men esos territorios, garantizando los derechos y faciliten la reconciliación; un país, en
donde la participación política, se refleje en la creación de nuevos partidos políticos.
Con circunscripciones transitorias especiales de paz, que faciliten la participación
de los habitantes de aquellas regiones más golpeadas por el conflicto, participar con
unas normas de discriminación positiva, en la toma de decisiones, a la vez que ofrezca
seguridad a la vida de aquellos que han dejado las armas para proseguir la búsqueda de
sus ideales por nuevos caminos de tolerancia y un concepto ampliado de lo que sería la
democracia, un país en donde se le dé solución a la problemática de las drogas ilícitas,
con programas de sustitución de cultivos , con planes integrales de desarrollo con parti-
cipación de las comunidades en el diseño y ejecución de dichos planes y la recuperación
ambiental de aquellas zonas que se vieron afectadas por dichos cultivos; aspectos éstos
acordados por ahora en la mesa de la Habana.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 47
DE LA BARBARIE A LA CONSTRUCCIÓN DE
UNA PEDAGOGÍA DE LA DESOBEDIENCIA ARGUMENTADA
prestar servicio militar obligatorio y que le sean reconocidos y avalados sus derechos.
Pero me pregunto, como llegar a la mayoría de edad, tiempo en el cual el joven debe
definir su situación militar, y poder decir NO lo voy a prestar, esgrimir sus razones, si en
la escuela no se la ha permitido y fomentado su disentimiento. Es que este mismo texto
es un ejemplo de sumisión, miremos que ninguna persona se rehusó a realizar la acti-
vidad, y ellos mismo lo dicen, lo hicieron por una nota, y otra vez volvemos a la escuela
conductista, otros porque se les ha inculcado que al docente hay que obedecerlo o lo
hicieron por inercia de una tarea más, vamos a hacerla.
Precisamente, para ilustrar la importancia histórica que reviste el decir no, o de votar
por el no, lo encontramos entre otros ejemplos en la consulta popular, convocada por los
militares golpistas uruguayos, que el 30 de noviembre de 1980, llamarón a elecciones en el
denominado plebiscito constitucional, con el fin de dejar sin vigencia la constitución vigen-
te en ese momento y legitimar su poder de facto; convencidos de su triunfo, los militares
permitieron televisar el reconteo de votos, con la sorpresa que el NO fue la opción ganado-
ra. El escritor uruguayo MARIO BENEDETTI, quien vivió en el exilio, con ocasión de dicha
dictadura militar, describió en su novela: Primavera con una esquina rota”, dicho momento:
“No creía en el plebiscito, me parecía una trampa ridícula. Pero a las tres
de la madrugada me desperté y tuve la corazonada de encender la onda corta.
Y la noticia vino como entremezclada con mi sueño y el NO había arrollado la
propuesta de los milicos… la dictadura decidió abrir, no una puerta, sino una
rendija, y una rendija tan pequeña que sólo pudiera entrar en ella una sola sí-
laba, y entonces la gente vio aquella hendedura y, sin pensarlo dos veces, colocó
allí la sílaba NO…En esta época de bombas neutrónicas y ojivas nucleares, es
increíble cuánto puede hacer todavía una pobre sílaba negadora”10
Aquí no se trata de proponer la grosería en el aula, por eso se habla de la desobe-
diencia argumentada, no se trata salir a la calle y romper los articulados del sistema
masivo de transporte y demuestro mi rebeldía, pero en los días posteriores lo sigo utili-
zando, y sigo soportando tan pésimo servicio público de transporte.
No es fácil llevar a la práctica esta propuesta, pero la considero esencial, en la formación
ciudadana y en la construcción de la paz, me duele ver como los curas siguen abusando de
los pobres, construyendo enormes y elegantes seminarios y templos con el sudor del trabajo
del campesino y del obrero (lo mismo vale decir de los demás recintos de las otras iglesias),
me conmueve ver llegar en camiones acarreados como ganado a los electores en los días
de elecciones, que impotencia se siente al ver al pueblo aclamar a los políticos corruptos,
culpables muchos de ellos, de hechos de violencia y persecución contra el mismo pueblo.
Por ahora dejo aquí, eso sí con el propósito de seguir nutriéndome del pensamiento
anarquista y mis propias reflexiones, que me permitan dedicarme a esta temática y en
lo posible darla a conocer y socializarla con la comunidad educativa.
10 Benedetti. Mario. Primavera con una esquina rota. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Página 139.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 49
Al leer los escritos de los estudiantes sobre la manera en que torturarían y desapa-
recerían a un colibrí, no deja de venir a mi mente que por encima de la imaginación de
estas circunstancias y la creatividad con que cada uno adecua la narración, lo que está
en el fondo son los mecanismos de desaparición y tortura de los cuales se han enterado
por sus clases en el colegio, lo que les han contado sus familias y amigos, y naturalmente
por los medios de comunicación.
Y es que para muchos de nosotros los colombianos el escenario real del conflicto
armado y el nivel de tortura y desaparición que han sufrido muchos de nuestros compa-
triotas resulta ajeno, incluso extraño. Si usted por ejemplo ha vivido la mayor parte de
su vida en Bogotá, quizá no se ha preocupado pensando en un posible enfrentamiento
armado entre guerrilla y ejército, en donde su casa, la de su familia o vecinos pueda
resultar completamente destruida a razón de las balas o las pipetas de gas; de la misma
manera en la que camina aún desprevenido de dónde pisar, pues la probabilidad de
toparse con una mina antipersona es casi nula.
Dependiendo de cuántos años tenga, claro que ha sentido miedo e incluso dolor
por hechos que han estremecido a la ciudad de Bogotá, como el atentado al edificio
del DAS a finales de la década de los 80´s (que vale la pena recordar no fue originado
por un actor armado sino por el narcotráfico), o sin ir tan lejos, ya como hecho muy
cercano a la edad de los estudiantes que participaron de este libro, el atentado al Club
El Nogal ocurrido en el 2003 a manos de las FARC. Pero ninguno de estos hechos a los
que seguramente sí hemos sido más cercanos, puede quizá alcanzar el nivel de afec-
tación de miles de familias Colombianas que han tenido que ver violar a sus niñas y
mujeres, descuartizar otros tantos familiares, reclutar a sus niños y jóvenes o asesinar
a sus padres; así como abandonar todo lo que han construido como vida, para poder
continuar respirando.
Entonces, cuando se piensa en el fin del conflicto armado con el “Proceso de Paz”
adelantado en la Habana entre el Gobierno Nacional y las FARC, pensamos en que quizá
muchas de esas familias, las víctimas de tantos años de enfrentamiento por ideologías
políticas distintas, podrán recuperar su vida porque “serán reparadas” y que Colombia
estará en paz. Y no pongo en duda que éste sea el ideal de todos los que habitamos este
hermoso país, sin embargo, es necesario reflexionar en torno a las circunstancias de
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 51
desaparición y tortura que se han convertido en el hecho cotidiano y que cada día co-
bran más vidas, imposibilitando una Colombia en PAZ.
Por encima de las torturas que en algún momento han cometido los actores arma-
dos, están las que padecen muchos niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres adul-
tos y de la tercera edad en su propia casa. La madre que le quema las manos a su hijo por
no hacerle caso, el hijo que asesinó a su abuela porque no le dio el dinero para drogarse,
el padre que mata a su esposa delante de sus hijos por la discusión que tuvieron cuando
llegó ebrio, el padre que coge a golpes a su bebé de apenas meses de nacido como “casti-
go” a su esposa, los padres diciéndole todo los días a su hija que es una buena para nada;
¿no son acaso estas formas de tortura?
Este tipo de violencia, que es conocido como intrafamiliar, y que en su mayoría de
casos tiene como agresor principal a los hombres, ha sido en Colombia prácticamente
una costumbre. El aumento o disminución de las tasas de violencia intrafamiliar no sue-
len ser precisas, dado que dependen de la denuncia de los casos, y lamentablemente no
siempre la víctima instaura la queja. En el año 2015 por ejemplo, se recibieron 54.936
denuncias por violencia intrafamiliar, superando las ocurridas en el 2014. De todas es-
tas denuncias, tan solo 9.345 originaron capturas por las lesiones generadas o porque
acabaron con la vida de la persona.
¿Qué ocurre entonces con los restantes casos?; ¿La denuncia y la captura del agresor
o agresora en la familia restituyen y sanan a quien fue objeto de violencia?;
¿Qué clase de ciudadano se forma en una familia en donde prima la violencia?
Si ponemos ahora la mirada al escenario en el cual compartimos seis horas diarias
por cuarenta semanas – el colegio – se evidencia la tortura que en muchas ocasiones
sufren la multiplicidad de colibrís que en el confluyen (docentes, estudiantes, pa-
dres). El escenario de formación complementario a la familia, en donde se pretende
que a través de la implementación de una “cátedra de la paz” niños, niñas y jóvenes
aprendan a convivir con los demás, hoy en día tiene que dedicarse es a la atención
de las problemáticas de violencia social del país que se reproducen en su interior.
Y es que en últimas, como lo señala Mejía (1999), “La escuela es un hervidero de
emociones, de encuentros y de reconocimientos, de conocimientos, de aceptación y
de rechazo” (p.36)
Quizá titulares como “estudiante de 15 años apuñaló a su compañero de 13 por-
que no le pagó $200 que le debía”; “un grupo de estudiantes se citó en un parque y se
agredieron con palos, piedras y cuchillos”; “rector fue asesinado en su oficina por estu-
diante”, entre otros, le suenen conocidos. Todos naturalmente trágicos, como las demás
realidades de violencia que vive nuestro país, que van más allá del conflicto armando,
como se ha manifestado reiterativamente en este documento.
La violencia en la escuela se ha venido constituyendo en sistémica, lo cual se entien-
de como “cualquier práctica o procedimientos institucionales que produzcan un efecto
52 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
adverso en los individuos o en los grupos al imponerles una carga psicológica, mental,
cultural, espiritual, económica o física” (Ross, 1996, p.15).
Nos afecta a todos los que estamos en ella. El sistema educativo, del que estudiantes,
docentes, padres y madres de familia y autoridades educativas hacemos parte, es por
un lado generador de violencia y por el otro encubridor de la misma. Esto se refleja en
que el sistema definido desde las políticas públicas ha sido diseñado desde una realidad
inexistente y bajo criterios de corte económico que desconocen las realidades sociales,
personales, culturales, políticas, morales, entre otros, de aquellos que son parte directa
de la relación enseñanza – aprendizaje; y tienden sólo a la homogenización y el control
de la población, propiciando acciones que coartan el derecho a la diferencia y la libertad.
Pero al ser tan distinta la realidad de la que el sistema espera, al interior de las insti-
tuciones educativas - unas más que otras-, se ha venido pasando de procurar el aprendi-
zaje del conocimiento que ha producido la humanidad en ciencias, humanidades, artes,
tecnología, entre otros, del aprender a ser y a convivir, a luchar cada día con la agresión
que ocurre entre estudiantes de manera verbal y/o física, el expendio y consumo de
sustancias psicoactivas.
Por otra parte, también se ejerce violencia en ciertas ocasiones por parte de algunos
maestros y padres de familia, con sustento en falencias académicas y de convivencia de
los estudiantes, a través de lo que Ross (1996) cataloga como “el castigo”. El castigo
sobre los estudiantes es diferente al que existió en otras épocas. Los golpes a un es-
tudiante de parte de un docente son prácticamente nulos, muy pocos padres también
ejercen esta práctica; se es muy cuidadoso del escarnio público, no se deja a nadie sin
descanso, ni con las manos arriba.
Los castigos hacia los estudiantes son fundamentalmente psicológicos, cuando se
desconoce el valor de sus aprendizajes, se niegan las capacidades, se coloca 1.0 por
salirse de los parámetros de lo que se considera disciplina, se impide su acceso a clase o
simplemente deja de haber preocupación por su asistencia, debido a que se reconocen
sólo sus acciones negativas, por lo que es mejor su ausencia. El castigo de los estudian-
tes a padres y docentes por su parte, se refleja principalmente en acciones como el de-
safío de la autoridad con agresión verbal y gestual, en algunos casos hasta físicos sobre
todo hacia sus padres, generando una carga emocional que en ocasiones, para el caso de
los docentes, termina siendo incapacitante. ¿Cómo puede entonces puede haber paz si
donde se forman los ciudadanos abundan las situaciones de violencia?
Ya en el rol de ciudadanos como tal, el panorama de tortura puede iniciar incluso si
debe montarse al bus. ¿Ha hecho el ejercicio de subirse a una buseta o al transmilenio
en horas pico?; la gente se agrede verbal e incluso físicamente por una silla. Ante la falta
de proyección del Estado y con una política social de asistencialismo más que de garan-
tía de derechos, en Colombia se ha venido promoviendo la violencia y la delincuencia
en las calles.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 53
Los ciudadanos cada vez somos menos tolerantes, a tal punto de ser capaces de ase-
sinar a otra persona por el exceso de ruido en la fiesta, por golpear una puerta, por
estrellarse en el carro, y si le suma el alcohol de por medio, la razón puede no ser nin-
guna. El precio de una vida es el mismo de un celular e incluso menos que eso. El Centro
Nacional de Memoria Histórica señala que en 54 años de conflicto armado en Colombia,
la cifra de muertos registrados es de 220 mil compatriotas.
Pero si se revisan las cifras de homicidios (cuya causa no es considerada la guerra),
la cifra en los mismos años, es más del doble. Para el año 2015 por ejemplo en Colombia
fueron asesinados 12.193 personas, lo que representa 25 casos por cada 100.000 ha-
bitantes; de estos casos, 1.112 ocurrieron solo en diciembre y la causa principal fue la
intolerancia (44%).
Considerando estas cifras, lo que nosotros ciudadanos hacemos cada día no es pre-
cisamente vivir en paz. La cantidad de muertos en el país claro que bajarán con el cese
del conflicto armado, particularmente se salvarán muchas vidas de policías y militares,
pero ¿y el resto de las vidas? ¿El fin del conflicto armado hará que seamos más toleran-
tes y nos torturemos menos entre nosotros mismos?
Por otra parte, hay que tener presente que la principal causa de muerte en Colombia
no tienen su origen en la violencia. De acuerdo con el Departamento Administrativo
Nacional de Estadísticas (DANE) y el Ministerio de Salud, la principal causa de muerte
en el país son las enfermedades cardiovasculares, cuyos principales factores de ries-
go son la obesidad y el sobrepeso, el sedentarismo, la hipertensión y el tabaquismo.
Aunque pueda parecer una situación que es de responsabilidad individual, no es del
todo así. El sistema de salud del país no funciona, si usted pertenece al plan obligatorio
o al subsidiado, conseguir una cita con un especialista le puede tomar mínimo un mes,
así que debe encontrar la manera de sobrevivir a su enfermedad durante ese tiempo.
Pasamos de producir nuestros propios alimentos en los campos, a importar la ma-
yoría de lo que consumimos, sobre todo de comida procesada. Y es que claro, con las
políticas de nuestro país, a un campesino le resulta más rentable sentarse a esperar el
subsidio de familias en acción, que trabajar a pérdida en la producción agrícola. Así,
considerando que no somos ajenos al consumismo, pues estamos mal alimentados, en
obesidad – sobrepeso y nuestros niños hasta desnutridos; en cualquiera de los casos,
con un amplio factor de riesgo para morir. ¿Qué paz se concibe en un país donde un
derecho fundamental como la salud no está garantizado?
En este panorama, si un Colombiano sufre la tortura y desaparición de su esencia
como ser humano en el seno de su hogar, en la institución encargada de contribuir en
su formación (la escuela) y en general en los escenarios dispuestos para el ejercicio
de su ciudadanía, la finalización del conflicto armado lejos está de garantizar que po-
damos vivir en paz. Para que se logre la paz, es necesario por lo menos que el Estado
garantice los derechos fundamentales de los ciudadanos, que cada uno de nosotros
54 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
recuerde que la convivencia en una sociedad está regulada por normas que debemos
comprometernos a cumplir; que nuestras actuaciones requieren de ética; que somos
diferentes unos de otros, lo cual en lugar de ser un obstáculo nos enriquece; que de la
solidaridad depende nuestro crecimiento y que nuestras acciones no sólo nos afectan
a nosotros, sino a los demás.
Cada uno de nosotros podría enlistar todas aquellas situaciones que se hace nece-
sario transformar para que podamos decir que realmente vivimos en paz; piénselas y
repítaselas cada día, de tal forma que la suma de tantos compromisos y energías en el
mismo sentido, puedan constituir la realidad. Queremos y necesitamos un país en paz,
pero esta sólo será posible con el aporte de cada uno de nosotros.
No puede haber desesperanza, la Paz es posible, solo que requiere de muchos más
esfuerzos que el de acabar con el conflicto armado. Niños, niñas y jóvenes de este país
tienen la oportunidad de disfrutar un ambiente distinto; está en manos de todos noso-
tros, con nuestras acciones, sin importar la edad, hacer que esto sea posible.
REFERENCIAS
Centro de Memoria Histórica. (2013). Guerrilla y población civil. Trayectoria de las FARC
1949 – 2013. Recuperado de: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/des-
cargas/informes2013/farc/guerrilla-y-poblacion-civil-2016.pdf
Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE. (2015). Estadísticas Vitales.
Recuperado de: http://www.dane.gov.co/index.php/esp/poblacion-y-demografia/
nacimientos-y-defunciones/118-demograficas/estadisticas-vitales.
En el 2015 hubo 1.150 homicidios menos en el país. (2 de Enero de 2016).
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MEJIA, Sonia. (1999). Matoneo en la Escuela. En Chiape Clemencia y otros. Violencia en la
Escuela (pp.36 – 42). Bogotá: IDEP.
ROSS EPP, Juanita. (1996). Escuelas, Complicidad y Fuentes de Violencia. En Ross Epp,
Juanita y Watkinson M, Ailsa. La Violencia en el Sistema Educativo (pp.15 – 47).
Madrid: La Muralla.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 55
Llegando al tema que nos convoca “cómo torturar y desaparecer a un colibrí”, ten-
dría varios comentarios que hacer, pero antes, debo explicar que es una idea ingeniosa
del profesor, quien ha solicitado a los estudiantes imaginarse y describir cómo harían
para torturar y desaparecer a un colibrí. El tema propuesto buscaba inducir a los estu-
diantes a reflexionar sobre el fenómeno de la desaparición forzada en Colombia.
En términos generales, todos los estudiantes hicieron la tarea, y quien lea los re-
sultados no puede menos que sentirse aterrado con las respuestas, casi todas igual-
mente espeluznantes.
Mis reflexiones sobre el particular, son, en principio:
1- Me ha preocupado demasiado ver a unos jóvenes que con una sencilla instruc-
ción, permiten que su mente genere tanta perversidad y que a ninguno de ellos
le afecte el dolor de un ser vivo. Se me ocurre pensar que pueden llegar a hacer
cosas indebidas solo por cualquier estímulo, porque los colombianos somos
muy dados a conseguir las cosas de manera fácil.
2- Terrible que una niña sienta más pena por torturar un pajarito que por torturar
a un ser humano.
3- Grave que estos jóvenes reaccionen igual ante una orden, no hubo uno solo que
se opusiera ante semejante tarea del profesor, siendo muchachos mayores de
quince años, ¿actuarán así en todos los aspectos de la vida? ¿caminan para ade-
lante porque ven caminar? ¿Así aceptarán todo lo que dicen los medios de co-
municación, sus superiores en el ámbito laboral o profesional?
4- Pareciera que la juventud en general ha tomado una actitud muy pasiva, de apa-
tía, de conformismo e indiferencia ante los temas sociales, políticos y económi-
cos del país al igual que la mayoría de la sociedad Colombiana (esto lo notamos
también en los foros que se realizan en el colegio, sobre la Paz).
56 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
Pero considero que a Colombia van a llegar cambios muy positivos cuando se firmen
los acuerdos de La Habana, no solo por los recursos económicos y los muertos que nos
ahorraríamos, sino también porque los 5 puntos negociados hasta ahora son reivindi-
caciones que nos favorecen a todos, por tanto debemos presionar para que se cumpla
todo lo acordado.
Considero que nosotros como docentes que tenemos en nuestras aulas a más de 10
millones de estudiantes, debemos preocuparnos menos de las pruebas saber o por los
exámenes del ICFES. Más bien debemos realizar con ellos una gran labor de concienti-
zación, dedicarnos más al rescate de los valores de nuestro país, en educar para la vida,
donde no sean los medios de comunicación los que nos muevan, necesitamos que los
estudiantes salgan de esa apatía e indiferencia, que dejen el consumismo, los deportes
“espectáculo” (que llevan a la violencia)… Creo que si ellos entienden que las cosas no
se ganan tan fáciles que deben esforzarse para superarse no por el dinero y por cosas
fáciles; sino por defender sus comunidades, su cultura, sus recursos naturales, asumir
posiciones no sexistas, ser solidarios, respetar y defender a los grupos más vulnera-
bles como son: los pobres, los afrocolombianos, los indígenas, las mujeres, los grupos
LGBTI… De esa manera no tendríamos un país mejor, sin violencia y no tendríamos que
preocuparnos por los resultados de los escritos de los estudiantes sobre temas “cómo
torturar y desaparecer un colibrí”.
60 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
Alejandro Rojas
“Libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes
piensan, no quienes obedecen. Enseñar, es enseñar a dudar”
Eduardo Galeano
el autor material de los hechos. Por supuesto se iniciaron los procesos administrativos
correspondientes y fueron citados los padres de familia del estudiante. Inicialmente
llegó al colegio una dulce abuelita quien era la encargada del cuidado del estudiante;
cuando se le preguntó por los padres, afirmó que la madre lo había abandonado cuando
era muy pequeño. Por su parte el padre pasaba varios meses trabajando fuera del país.
Indagando más a fondo se encuentra que cada vez que el padre venía al país, propinaba
fuertes golpizas tanto a su hijo, como insultos a su propia madre por la crianza que le
daba a su hijo.
Una canción del grupo de Rock-Grunge norteamericano Pearl Jam podría ofrecernos
un primer acercamiento sobre el fenómeno mencionado. Su canción Jeremy fue una de
sus canciones más importantes lanzada en el año 1991; escrita por Eddie Vedder, voca-
lista de la banda, basado en la historia de Jeremy Wade Delle quien a sus 16 años se qui-
tó la vida frente a sus 30 compañeros de clase. Allí se narra la situación de un niño que
estaba abandonado por sus padres “daddy didn’t give attention/ to the fact that mommy
didn’t care/…” (Papá nunca le prestó atención/ y de hecho a mamá no le importaba)
además sus compañeros se burlaban de él “but we unleashed a lion/ Gnashed his teeth/
and bit the recess lady’s breast” (pero liberamos a un león, enseñó sus dientes y mordió
la soledad de su corazón). El video de esta canción fue duramente criticado y censurado.
A partir de esta fecha en Estados Unidos se han presentado diversos episodios en los
que menores de edad disparan a sus compañeros de clase.
Esta canción ilustra dos de los graves problemas que enfrentan los estudiantes en
su vida cotidiana. El primero de ellos es la ausencia de los padres de familia, quienes
afirman trabajar diariamente hasta 16 horas, lo cual implica dejar la educación de sus
hijos en manos de la escuela y de otros familiares o vecinos que en muchas ocasiones no
muestran el interés suficiente en la orientación que se le debe dar durante su desarrollo.
Pero también muestra la inmensa tensión que deben soportar al interior de los propios
salones de clase, en donde afrontan todo tipo de agresiones físicas y verbales por cuenta
de los estereotipos que imperan en la sociedad. El niño o la niña que es gordo, es recha-
zado, el que es flaco es sujeto de burlas, el que no socializa o se equivoca expresándose
en público es objetivo de rechiflas, el que no consume drogas es objetivo de presiones y
amenazas, y un largo etcétera. Ni que hablar del afro, del indígena, o los LGBTI. En este
panorama se produce el trabajo pedagógico Instrucciones para desaparecer y torturar
a un Colibrí en donde se busca indagar sobre las estructuras psíquicas más profundas
que se han ido configurando en Colombia, un país que no solo ha vivido inmerso en un
Conflicto Armado de más de 100 años, sino que a diario soporta la violencia ocasionada
por el estrés y la intolerancia cotidiana.
Así como este ejemplo pueden ser enumerados distintos ejemplos de la cotidianidad
de los colegios distritales y privados en Colombia. Aunque no se les permite el porte de
armas a los ciudadanos de nuestro país, los actos de crueldad son evidentes a lo largo y
ancho del país. Solo me permitiré mencionar dos de ellos. El primero es el relacionado
62 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
con el suicidio del estudiante que era discriminado por su condición sexual, el segundo
de ellos la niña que quedó en silla de ruedas por haber caído desde una silla debido a
que uno de sus compañeritos le había escondido su cartuchera. Somos una sociedad
violenta, en la que el respeto por los demás no es una prioridad para nadie. Pese a ello
los medios de comunicación pasan horas hablando del proceso de paz que se adelanta
en la Habana con las FARC y recientemente la apertura de la mesa de negociaciones con
el ELN.
Muchos de esos comentarios que se hacen por parte de la opinión pública, rechazan
la desmovilización de estos grupos armados, resaltando que deben pagar por sus crí-
menes en las mazmorras del Estado. Pero la paz pocas veces pasa en las páginas de los
periódicos y las crónicas de los noticieros, por la vida cotidiana de la gente. Por ejem-
plo cuántos accidentes de tránsito ocurren diariamente por la intolerancia y el estrés
cotidiano. Cuantas riñas se presentan a diario por los efectos causados por las distintas
sustancias que consumen los colombianos. O simplemente cuántos jóvenes han muerto
por cuenta del fanatismo por el fútbol. Si se acaban los tiros de fusil en los campos de
nuestro país, será maravilloso pues que mucha gente pueda vivir tranquila sin el temor
de que en su cabeza le caiga un cilindro de gas, o una bomba del Ejército Colombiano.
Pero la guerra de la cotidianidad continuará. La violencia que persiste en nuestro inte-
rior persistirá si no dedicamos nuestros esfuerzos a pensar la paz de una manera más
amplia incluyendo el perdón y la solidaridad con los otros.
He tenido el gusto de acompañar el proceso de construcción de esta propuesta por
parte de mi Colega y amigo Sayed Vanegas. Al calor de un café me ha ido contando
cómo se fue desarrollando el proyecto y qué perspectivas analíticas y de acción emer-
gen de un ejercicio de imaginación. Por ejemplo es preciso pensar los escritos de los
estudiantes a la luz de la teoría psicoanalítica en donde el colibrí se convirtió en objeto
sexual de varias de las torturas. O desde el punto de vista de los Estudios Culturales
buscar una explicación sobre el origen de sus representaciones sociales de la tortura,
de la violencia y de la guerra. En oposición a ellos el autor plantea la dificultad de pen-
sar las caricias, el amor y la paz en un país en donde esas palabras se mantienen en
reserva permanente.
La utopía que se está caminando en este instante, se denomina Pedagogía de la
desobediencia argumentada, Esta apuesta tiene sus fuentes en los tres pilares que han
orientado la vida del camarada, La pedagogía como un ejercicio crítico que no se limita
a reproducir los designios del Ministerio de Educación, sino a pensar la vida y las tensio-
nes que se originan en ella. La desobediencia se origina en sus constantes lecturas sobre
el anarquismo que lo han llevado no solo a asumir una opción política individualista, la
cual le he cuestionado en reiteradas oportunidades, sino que en realidad ha llevado a la
práctica en su vida personal. Finalmente el argumento, que sería la alternativa que se
ofrece a la guerra. Es poder decir lo que se piensa, sin el temor a ser asesinados.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 63
De este modo, en el marco del proceso de paz, el aporte más importante de esta obra
es pensar la cotidianidad escolar. Es ver cómo alcanzamos la paz en los hogares de los
colombianos, como los estudiantes alcanzan la paz interior que les permita una relación
armoniosa con su medio ambiente y sus pares. Estamos ante la primera parte de un
ejercicio que resultará polémico y del cual obtendremos un aporte para la reflexión pe-
dagógica. Es preciso poner en cuestión por ejemplo el sistema de evaluación mediante
el cual el estudiante no sienta una retribución de su trabajo con una valoración cuan-
titativa ni cualitativa. La principal motivación que tenían los estudiantes era alcanzar
una nota que les permitiera pasar su materia. Si por el contrario entendiéramos que la
evaluación debe ser un mecanismo que debe ser cada vez más autónomo, en donde el
propio estudiante pueda valorar sus aprendizajes.
Simultáneamente vale la pena reflexionar sobre los juicios morales que realizan los
jóvenes. Vale la pena pensar qué percepción tienen los jóvenes sobre la justicia, la equi-
dad social, la solidaridad, el amor, la vida. Al parecer escribir sobre la muerte, la tortura
y la explotación sexual, habría que mirar que tan fácil resulta pensar el otro lado de
la moneda. Finalmente es necesario señalar que los propios estudiantes hablan en los
pasillos sobre las tareas y ejercicios que el profesor Sayed les propone. Estos trabajos
han sido significativos para ellos y han logrado captar su atención e interés. Ante una
realidad en la cual las experiencias se han vuelto efímeras y las redes sociales han atra-
pado a la sociedad, encontrar alternativas pedagógicas que suscitan reflexiones se ha
convertido en un ejercicio arqueológico. Ojalá este ejercicio motive a otros docentes a
mostrar sus experiencias y socializarlas para que podamos transformar conjuntamente
el sistema educativo.
64 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
La Lección de la Mariposa
Un día un hombre encontró un capullo de mariposa y observó que en él había un peque-
ño orificio. Se sentó y se entretuvo en observar mientras la mariposa luchaba durante varias
horas para forzar su cuerpo tratando de pasar a través de agujero.
Pasó un largo rato observando los esfuerzos de la mariposa por salir al exterior, pero
parecía que no hacía ningún progreso, como si hubiera llegado a un punto donde no podía
continuar.
Apiadado, el hombre decidió ayudar a la mariposa, tomó las tijeras y cortó el resto del
capullo.
La mariposa salió fácilmente, pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas y
arrugadas.
El hombre continuó mirando porque esperada que en cualquier momento las alas se
extenderían para poder soportar el cuerpo que, a su vez, debería deshincharse.
Pero nada de esto ocurrió. Por el contrario, la mariposa pasó el resto de su vida con el
cuerpo hinchado y las alas encogidas... ¡NUNCA PUDO VOLAR!
Lo que aquel hombre, con su amabilidad y apuro, no llegó a comprender es que el capu-
llo restrictivo y la lucha necesaria para que la mariposa pudiera salir por el diminuto agujero,
era la manera que utilizaba la Naturaleza para enviar fluido del cuerpo de la mariposa hacia
sus alas de modo que estuviera lista para volar tan pronto obtuviera la libertad del capullo.
Recuperado de:http://www.doslourdes.net/la_lecci%C3%B3n_de_la_mariposa.htm
REFERENCIAS
Gallego, A., (2012). Recuperación crítica de los conceptos de familia, dinámica familiar
y sus características Revista Virtual Universidad Católica del Norte, núm. 35, febre-
ro-mayo, 2012, pp. 326-345 Fundación Universitaria Católica del Norte Medellín,
Colombia
Insuasty, L., (2003). Documentos de la especialización en pedagogía para el desarrollo
del aprendizaje autónomo. Universidad Nacional a Distancia. UNAD.
Sayed Guillermo Vanegas Muñoz 67
DE LA CONDUCTA MALVADA
La pregunta más importante durante la época de los experimentos era si “¿las perso-
nas crean las situaciones o las situaciones crean a las personas?” Recordemos que en el
experimento de la prisión los participantes fueron escogidos de manera aleatoria, reco-
nociendo así que se pueden crear condiciones para que todos obedezcan, así como para
que no lo hagan, independientemente de la personalidad; tal es el caso de los Reallity
Shows que ponen a los participantes ante situaciones extremas.
En cuanto a la ética, solo el experimento de la prisión de Stanford fue catalogado
como antiético, recordemos que el mismo Zimbardo decidió suspenderlo antes de tiem-
po. De todas maneras ambos experimentos ofrecieron datos importantes acerca de la
obediencia y la autoridad.
Un análisis posterior, mostraba a los participantes del Experimento de la Prisión afir-
mando que no entendían el por qué de su conducta; los “guardias” se consolaban a sí
mismos afirmando que lo único que hicieron fue obedecer órdenes. Esto es algo signifi-
cativo, ya que la conducta malvada es más probable cuando la responsabilidad está divi-
dida; alguien da la orden y alguien obedece, por lo tanto ambas partes pueden responsa-
bilizarse la una a la otra y así, el sentimiento de la propia responsabilidad es disminuido.
REFERENCIAS
http://heroicimagination.org
http://www.stanleymilgram.com/
https://www.youtube.com/watch?v=sIxmw2RSYq0
https://www.youtube.com/watch?v=Il8pHMupqFs
https://www.youtube.com/watch?v=gb4Q20z0T1Q
72 Instrucciones para desaparecer y torturar a un colibri
Napoleón Rodríguez