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La Edad Media - José Luis Romero

En el presente trabajo se analizará el libro del historiador argentino José


Luis Romero titulado La Edad Media, en cuya obra, el autor se propone a
analizar los aspectos más relevantes del período histórico.
El autor se sitúa en la corriente historiográfica Escuela de los Annales,
puntualizando principalmente en la Historia Social, cuestión que se puede
analizar en forma particular en segunda parte del libro y en relación al tipo
de fuentes que utiliza (Crónicas, libros, relatos, historias de la época) para
hacer sustento a su análisis de la sociedad feudal.
Como punto de partida del análisis del libro, resulta necesario delimitar el
objeto de estudio y el ámbito espacial y temporal al cual el autor apunta su
obra.
Romero, divide en forma tajante el libro en dos partes. En la primera de
ella, Historia de la Edad Media, se va a interesar por las cuestiones
políticas, económicas, sociales y religiosas de este período, como así
también por aquellos hechos más significativos que marcaron las
profundas transformaciones en diversos aspectos de la vida en la Edad
Media, tanto en el mundo europeo como aquellas cuestiones que
afectaron el mundo bizantino y musulmán.
A la segunda parte del libro el autor la titula Panorama de la Cultura
Medieval. Aquí va a ampliar algunas cuestiones analizadas en la primer
parte del libro y va a enfatizar en otras relacionadas principalmente a los
aspectos religiosos y políticos, y sus distintas vinculaciones con las distintas
configuraciones sociales del período y la influencia que ejercían no solo en
el aspecto social, sino en la forma de realización del individuo.
Una de las características principales de este libro es la periodización
interna que realiza José Luis Romero de la Edad Media, dividiéndola en tres
etapas claramente diferenciadas: La Temprana Edad Media¸ La Alta Edad
Media y La Baja Edad Media, periodización que sirve para delimitar y
vislumbrar las transformaciones ocurridas a lo largo esta era.
En La Temprana Edad Media, el autor va a comenzar a hablar de las
cuestiones que delimitan el mundo medieval del mundo antiguo, y
atestigua que es un error colocar al Siglo V como el siglo de fin de la Edad
Antigua y el inicio de la Edad Media en forma casi determinista, ya que las
transformaciones comenzaron siglos antes, en la época del llamado el Bajo
Imperio, etapa cronológicamente situada luego de la crisis del Siglo III, en
donde el Imperio Romano comienza a perder la primacía que tenía, y por
una serie de inconvenientes se produciría la ruptura de la unidad política y
cultural que había marcado la historia del mismo.
Comenzó una etapa de anarquía militar, los jefes militares comenzaron a
transformarse en una especie de líderes regionales disputando el poder,
una disminución de la clase servil provocada por éxodo de los campesinos
a los grandes latifundios y ciudades por ende una crisis económica y un
claro intervencionismo por parte de los emperadores, además de una crisis
religiosa con la primacía de cultos como la Mitra o el cristianismo relegando
los antiguos cultos romanos a un segundo lugar, y por supuesto, el inicio
de las primeras invasiones germánicas.
Hasta el año 406, los visigodos que estaban contenidos en las fronteras de
la parte occidental del imperio por un tratado con el emperador romano
Teodosio, a la muerte de este en el año 395 el pacto con los visigodos sería
ya inexistente y estos buscarían cualquier excusa para ingresar en Roma.
La muerte del emperador marcaría la definitiva unidad romana, el imperio
se había disgregado en dos (Occidente y Oriente) y hacia el año 476, el
emperador romano de Occidente había sido depuesto por los visigodos,
marcando así el conocido punto de inflexión que la historiografía
tradicional toma como delimitación la Edad Antigua y Edad Media.
Este período estaría marcado por dos cuestiones fundamentales: por un
lado una fuerte influencia de los pueblos bárbaras sobre la parte Occidental
que poco a poco irían transformando la cultura romana diferenciándola del
Oriente y destruyendo el orden político tradicional; y segundo, el ascenso
indiscutido de la fe cristiana como elemento de unidad imperial, la misma
iría socavando las bases del predominio que adquirió hacia finales de esta
Baja Edad Media y sería uno de los aspectos junto la influencia del imperio
sasánida a lo que Romero llamaría, Orientalización del Imperio. En Oriente,
el Imperio Bizantino iría marcando un predominio, hasta incluso por sobre
el Occidente cuando se adueñó de Italia considerándola una provincia
suya. Así mismo los musulmanes comenzarían a mostrar los primeros
signos bélicos y expansionistas.
La introducción del Cristianismo marcaría el comienzo de una nueva etapa.
Esta religión que en un principio estuvo prohibida por Diocleciano (fiel a las
tradiciones romanas), luego Constantino permitió su coexistencia con los
cultos romanos tradicionales, hasta que Teodosio la convirtió en la religión
oficial. Fue así que en el transcurso de los siglos este culto oriental comenzó
a ejercer influencias no solo en la vida de los ciudadanos sino en cuestiones
políticas. Los antiguos cultos paganos, incluidos los cultos bárbaros se iban
a ver suprimidos poco a poco por la fe cristiana mediante diversos
mecanismos como superposición de fiestas cristianas a fiestas paganas,
atribuir milagros a los viejos prodigios, logrando así cierto naturalismo
presente en estos ideales paganos.
Muchos de los reyes bárbaros comenzaron a convertirse al cristianismo,
muchas veces a otras ortodoxias totalmente distintas a la verdadera fe
cristiana, por ejemplo el arrianismo. En esta fe, considerada como hereje,
los germanos veían la posibilidad de no quedar bajo el dominio de la Iglesia,
les otorgaba cierta libertad. Pero la Iglesia ambicionaba, en un principio, la
universalidad espiritual, para ello debía eliminar todos cultos a los que
consideraba paganos, fue así que muchos de los reyes germanoromanos
arrianos fueron depuestos y asesinados. El máximo esplendor de la Iglesia
en la Baja Edad Media se vería dado por la coronación de Carlomagno, en
dónde se comienza a ver el poderío y los primeros designios del poder
papal en las cuestiones seculares. La llamada “tesis de las dos espadas”,
surgió en el contexto en que era Dios a través de la Iglesia manifestaba su
poder, y el emperador debía estar al servicio del orden eclesiástico. Así la
idea de unidad y universalidad por medio de la fe cristiana se manifestaría
en este período, y el Imperio Carolingio, sería el artífice de ello.
En cuanto a la organización social, la convivencia de dos sociedades (la
romana y la germánica) es lo que evidenció a este período, una convivencia
que no fue hostil dice Romero. Miembros de la antigua aristocracia romana
ocuparían cargos jerárquicos en cuestiones administrativas y judiciales. La
fusión entre las dos sociedades, dice Romero, se debió producir solo con la
aristocracia romana, mientras que la clase servil descendió un escalón más,
al estar sometida ahora, aparte de la nobleza romana, a la aristocracia
germana.
Con esta nueva doctrina, la concepción de otra tierra (trasmundo
denomina Romero) comienza a verse más explícita. La vida después de la
muerte iba a marcar el rumbo de los individuos. Para la élite la forma de
realización estaba marcada por el heroísmo individual, y su destino en el
trasmundo estaría marcado por su vida en el mundo terrenal. Por ello
podemos encontrar muchas epopeyas de la época relatando las hazañas
de los antiguos héroes.
En el Imperio Bizantino comenzaría revalorizarse los ideales de la cultura
latina y griega, mientras que los musulmanes comenzarían a gestar sus
primeros signos de expansión.
Romero asocia la culminación de esta etapa a la desintegración de la
unidad imperial creada por Carlomagno a su muerte en el 814, ya que él
ejercía una gran influencia personal sobre la estructura política. Además,
ve que la existencia del imperio estaba condicionada en cierto modo a la
actividad expansionista musulmana, con la desaparición de éste, la razón
de existir del imperio también desapareció, comenzando así, La Alta Edad
Media.
Nuevas invasiones llegarían a la parte occidental, entre ellos los
musulmanes, eslavos, normandos y mongoles. Frente a esto, los señores,
comenzaron a ejercer una jurisdicción más absoluta sobre esos territorios
en pos de su defensa, y aquí, es donde Romero ve el origen del feudo como
nueva unidad social, que si bien habían tenido un origen anterior, junto a
esta circunstancia de las invasiones habían desembocado en su
estructuración definitiva.
Siguiendo las palabras de José Luis Romero, podemos caracterizar a un
feudo: “El feudo se caracterizó, en efecto, por ser una unidad económica,
social y política de marcada tendencia a la autonomía y destinada a ser
cada vez más un ámbito cerrado. Había sido concedido a un noble por el
rey – o por otro noble de mayor poder – para que se beneficiara con sus
rentas y, al mismo tiempo, para que lo administrara, gobernara y
defendiera”[1]Asimismo, Romero sostiene que generaba un doble vínculo
con el rey, el de beneficio, que lo obligaba a reconocer la propiedad de
quien le otorgaba ese feudo y el de vasallaje, una especie de juramento en
el que el noble se comprometía a prestar ayuda al rey o noble de mayor
poder. Este vínculo feudal no solía hacerse por escrito, sino en ceremonia
pública e implicaba dos fases. En la primera, llamada de investidura, se
entregaba un objeto que representaba simbólicamente a la tierra y en la
segunda, se establecía el juramento de homenaje que hacía el futuro
vasallo a su señor.
En cuanto a la sociedad feudal, vemos que es una sociedad estamentada
en cuya cúspide se hallaba la nobleza, sociedad que comenzó a
estructurarse durante los reinos germanos y adquiriría su forma definitiva
en el siglo XIII. Era una sociedad estructurada en la desigualdad jurídica
En este período se produce un sorprendente avance musulmán sobre el
Imperio Bizantino, frente a esto la Iglesia organiza una serie de campañas
militares a las que llamó Cruzadas, cuyos objetivos principales fueron la
protección de la fe, pero luego de la cuarta campaña, el factor económico
es lo que la caracterizaría.
Romero, valiéndose de crónicas de la época, muestra cómo cambia la
mentalidad de la sociedad feudal. Esa forma de realización en el
trasmundo a través de las hazañas terrenales, ahora iba a cambiar en forma
drástica y se iba a ver determinada por la protección de fe, aquí es donde
se ve el objeto de las cruzadas, tanto la de los grandes señores como la de
los campesinos. Ese espíritu de cruzado en defensa de la fe es uno de los
rasgos característicos de éste período y que la Iglesia supo canalizar en pos
de mantener su poderío secular.
La mujer del caballero comienza a adquirir prominente. La Iglesia fue la
encargada de enaltecer la figura fémina, junto a ella el simple héroe se
transformaba en caballero cortesano suplantando esa mentalidad del
modelo de caballero fiero que predominaba en otra época.
Pero, ya durante esta etapa varias transformaciones comienzan a darse. En
primer lugar, la burguesía, que nacería en el seno de las ciudades libres
como un resquebrajamiento de la clase señorial, sería la privilegiada de la
monarquía con el propósito de limitar el poder de los señores. En segundo
lugar, la ciencia marcaría una nueva etapa en la vida del hombre, en
conjunto con el surgimiento de las grandes universidades, el saber tomaría
un papel central y la burguesía estaría en el centro de estas instituciones.
La Iglesia, comienza a perder su supremacía en las cuestiones seculares y a
ser cuestionada por los eruditos de la época, por ejemplo por Dante
Alighieri, y en cuya obra, afirma Romero, es innegable la presencia de
aspectos que demuestran la disolución del orden medieval.
La Baja Edad Media estaría marcada por la convivencia de dos clases
sociales con aspiraciones similares y opuestas al mismo tiempo. Los
burgueses asimilaban en sus lujos el modo de vida de los señores y la vida
palaciega, mientras que la clase señorial aspiraba a la riqueza y el prestigio
de los burgueses. La concepción del trabajo es un factor claramente
diferencial entre ambas clases. El ocio fue un rasgo característico de la
nobleza señorial, mientras que para los burgueses era algo a lo que le
tenían aversión.
La ciudad fue el hogar de la clase burguesa, las grandes construcciones de
edificios, catedrales, casas comunales, expresarían la riqueza y el prestigio
de este grupo social.
Pero, las clases inferiores notaban que la burguesía poco se diferenciaba
de la nobleza, y estos pronto descubrieron que esta nueva clase significaría
pocos en la vida económica, y pronto movimientos de resistencias frente a
las nuevas oligarquías burguesas.
Romero ya comienza de hablar de los primeros Estados propiamente
dichos. Durante esta etapa se consolidan varias alianzas estatales en pos
de exigencias territoriales que marcarían los siglos siguientes. Las luchas
por ajustes jurisdiccionales caracterizarían a esta etapa, proceso que
seguiría incluso en la Edad Moderna.
Nuevas potencias marcarían esta etapa. En Occidente, Inglaterra, Francia,
Castilla, Aragón, Portugal, Burgos, y en Oriente, un Imperio Otomano que
marcaría el fin del Imperio Bizantino.
Frente a esto, la Iglesia, pierde todo su poderío que había tenido en siglos
atrás. Nuevos cuestionamientos surgen hacia esta institución, y nuevos
movimientos surgirían en esta etapa como son el Humanismo y el
Empirismo. Aquí, la experiencia es considerada como la única forma de
conocer la realidad.
En el campo de las artes, la literatura estaba inseparable de la guerra y la
aventura, surgiendo así figuras como las de El Cid, Bernardo de Carpio,
Douglas, resignificando ese espíritu caballeresco e individualista.
Así, Romero finaliza su obra, contando a lo largo de su libro más de mil años
de transformaciones políticas, culturales, económicas y sociales en el seno
de la Europa Medieval.
Críticas de contenido no puedo realizarle, ya que el libro cumple con sus
objetivos a mi entender. Es un manual historia medieval que analiza en
forma sencilla aquellos aspectos que el autor considera más importantes
para entender el período.
A criterio personal, quizás, me parece innecesaria la separación que
Romero realiza del libro, explicando el panorama general de la Edad Media
en la primer parte, y el de la cultura en la segunda. Quizás hubiese sido de
lectura más ágil si tal separación no existiese.

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