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INTRODUCCIÓN

En el siguiente ensayo desarrollaremos el tema de la relación de la evolución con la


diversidad y el ambiente partiendo de una serie de preguntas: ¿Qué mecanismos
en plantas y animales permitieron la invasión del medio terrestre?, ¿Qué ha
determinado la diversidad de formas de vida en nuestro planeta? Y ¿Qué
mecanismos evolutivos explican la presencia de vida en diferentes condiciones y en
condiciones extremas?
Como introducción al tema podemos exponer que después de los primeros
organismos que poblaron los mares, la vida tuvo que esperar 3000 millones de años
para que empezara a poblar la tierra.
Si se pasaba a tierra firme significaba que los organismos tendrían que lidiar con
diferentes dificultades tales como soportar su propio peso a causa de la gravedad,
encontrar un suministro de agua para poder sobrevivir, ya que ahora no estarían
rodeados del líquido vital como lo estuvieran en el mar, y debieron superar el
obstáculo del intercambio de gametos evitando la desecación de los mismos para
poder preservar las especies.
Pero así como se presentaban obstáculos, la masa terrestre también presentaba
muchas ventajas potenciales para la sobrevivencia.

MECANISMOS EN PLANTAS Y ANIMALES QUE PERMITIERON LA INVASIÓN


TERRESTRE.
En las primeras fases de la invasión de la tierra firme por parte de las plantas, con
el nuevo hábitat despoblado, la densidad de ocupación era baja. En una segunda
fase, se incrementarían localmente tanto el número de individuos como de especies.
En una tercera fase, las plantas más altas obtendrían ventaja sobre las demás. Por
lo que sabemos, las primeras plantas vasculares, que contienen tejidos internos,
xilema y floema y que transportan fluidos a la vez que soportan verticalmente la
estructura, carecían de hojas y presentaban ejes fotosintéticos que tendían a crecer
verticalmente, sin reforzar con nuevas células el diámetro del eje, con lo cual existía
un límite al máximo crecimiento de ese diámetro. Trazada ya en detalle la historia
evolutiva de un linaje vegetal por paleo botánicos y por genetistas, les resulta aún
muy difícil ofrecer respuestas a ciertas cuestiones fundamentales: ¿por qué se dan
los patrones de evolución observados? ¿Qué proporción de lo que muestra el
registro fósil debe atribuirse al azar y cuál a procesos biológicos y a presiones
selectivas, ambas claramente definidas? Así se podría predecir que las plantas con
patrones de ramificación asociados a una máxima absorción de luz serán las de
mayor éxito. Los cambios en la estructura o forma que incrementen la capacidad de
absorción lumínica conferirán ventajas comparativas. Pero para competir en eficacia
en pos de la luz y del espacio, las plantas deben desempeñar otras funciones:
* “deben” evolucionar de manera que las esporas y las semillas se puedan
dispersar mejor, para garantir su buen éxito reproductor,
* “deben” mantenerse erguidas, soportando las tensiones mecánicas generadas por
el crecimiento vertical.
En los árboles actuales el principal soporte de la carga mecánica es el tronco leñoso,
que continuamente ensancha su grosor con nuevas capas concéntricas de células.
Ese mecanismo no existía en las plantas primitivas y es posible reconocer
cuantitativamente el conflicto que se suscita entre la exposición de grandes áreas
de tejidos fotosintéticos y el soporte de tensiones mecánicas resultantes cuando hay
un límite al diámetro. Otro conflicto a considerar guarda relación con las sombras
proyectadas sobre plantas vecinas y sobre sí mismas. Hacer sombra sobre una
planta vecina es ventajoso. Quitarse su propia luz no lo es. Debido a la proyección
de sombra del vegetal sobre sí mismo, cualquier incremento de la talla reduce la
eficacia de la captura de la luz. La planta captura más luz, pero capta menos luz por
eje. Sin embargo la planta grande proyecta sombra sobre las plantas vecinas y
sobre sus esporas, de modo que la tendencia al desarrollo de ejemplares mayores,
si bien perjudica a los ejemplares individuales, confiere ventajas a la especie. La
mera presencia de muchos individuos de la misma especie puede favorecer
tendencias evolutivas que ayuden a la especie a competir con otras.

Por otro lado, Es probable que los animales se formaran a partir de un grupo de
protoctistas heterótrofos llamados coanoflagelados. Estos son unos seres
unicelulares cuya morfología recuerda a la de los coanocitos, un tipo de célula que
se encuentra en los poríferos y se encarga de la alimentación.
Algunos de los coanocitos forman colonias. Podemos pensar que el precursor de
los animales sería parecido a una de estas colonias.
A partir del antecesor común a todos los animales se formarían las siguientes tres
ramas:

La de las esponjas, que guardan poca relación con el resto de los animales.
La de los cnidarios y otros animales relacionados con estructura muy sencilla, como
los ctenóforos o peines de mar.
Todo el resto de los animales, desde los gusanos hasta los vertebrados, con
simetría bilateral.
Es de suponer que los primeros animales tendrían cuerpos blandos, sin conchas o
caparazones. Por ello, es muy difícil encontrar fósiles que nos hablen del inicio de
los primeros pasos de la evolución de los animales.
Entre los primeros fósiles de animales figura la llamada «fauna de Ediacara». Se
trata de un conjunto de fósiles de unos 600 millones de años de antigüedad. Aunque
parece claro que se trata de animales, no está claro a qué grupos pertenecen. Entre
ellos se pueden identificar algunos similares a cnidarios, gusanos, artrópodos...
En la evolución de los animales encontramos varios hitos importantes; en primer
lugar, el paso de las esponjas a los cnidarios. Éstos ya presentan simetría, aunque
radial. Sus células se disponen formando dos tejidos diferentes, una epidermis
externa y una gastrodermis interna. Entre ambas, se dispone una capa gelatinosa.
Tienen, además, una red nerviosa difusa.
Otro hito importante fue la aparición de los primeros gusanos planos, con simetría
bilateral y una tercera capa de células, el mesodermo.

La presencia de simetría bilateral define un polo anterior, en el que se comienzan a


concentrar las células nerviosas y los órganos de los sentidos, para formar una
primitiva cabeza.

A partir de los anélidos surge el celoma, una cavidad llena de líquido en la que se
pueden situar diversos órganos. También aparece la segmentación, es decir, su
cuerpo está formado por una serie de módulos con una estructura similar que se
repiten.
Los artrópodos desarrollan un esqueleto articulado externo, el caparazón, que
recubre todo el cuerpo y sus numerosos apéndices, con lo que se hace más
eficiente el desplazamiento. Los insectos fueron los primeros animales que
conquistaron plenamente el medio terrestre. Además, influyeron en la evolución de
las plantas con flores, pues muchos de ellos participan en la polinización.

Los vertebrados, por su parte, también desarrollaron un esqueleto articulado,


aunque en este caso es interno.

DIVERSIDAD DE FORMAS DE VIDA EN NUESTRO PLANETA.


La biodiversidad, también llamada diversidad, es un concepto que engloba a todos
los seres vivos sobre la Tierra, y los patrones naturales que la conforman; abarca
todo un espectro de organizaciones biológicas, desde genes, hasta comunidades.
El análisis de la biodiversidad permite clasificar y conocer todas las especies que
habitan dentro de nuestro ecosistema, ver su evolución, y también sirve para definir
políticas conservacionistas.
La evolución se define como el cambio en las características hereditarias de grupos
de organismo en el curso de varias generaciones. Charles Darwin en 1859 fue quien
junto a Alfred Wallace, estableció los fundamentos de la teoría evolutiva.
Desde Darwin hasta nuestros días, los progresos en el conocimiento de la
evolución han sido enormes, y podemos decir que la biología ha establecido que
todos los organismos que poblaron y pueblan la Tierra han evolucionado de un
antecesor común en los últimos 3.500 millones de años.
Los objetivos de la biología evolutiva son dos: establecer la historia de la vida sobre
la Tierra, es decir, construir un árbol genealógico de la vida, y comprender los
procesos causales de la evolución, el cómo y por qué se generan los cambios
evolutivos.
Para comprender el primer objetivo tenemos los fósiles, otro enfoque para construir
la historia de la vida, son las características que encontramos en los organismos
actuales, a esa información se le aplica un modelo de cambio evolutivo.
El cambio evolutivo puede explicarse de una forma extremadamente simplificada,
por ejemplo, en el caso de los pesticidas y el desarrollo de resistencia por los
organismos atacados por ellos. Los organismos generan cambios en su material
hereditario, a los que llamamos mutaciones, por ello una especie posee diversidad
interna.

MECANISMOS EVOLUTIVOS QUE EXPLICAN LA PRESENCIA DE VIDA EN


DIFERENTES CONDICIONES.
Somos lo que somos gracias a un proceso biológico que llamamos Selección
Natural. La teoría de la evolución biológica por selección natural expuesta por
primera vez por Charles Darwin, es probablemente la idea más revolucionaria de la
historia del pensamiento humano. Sorprendentemente, y a pesar de la importancia
crucial que tiene para la comprensión de nosotros mismos como especie y de
cualquier otra especie biológica, muy pocos seres humanos entienden realmente, o
conocen siquiera, el mecanismo natural que nos ha creado. Nunca un concepto
aparentemente tan simple fue tan difícil de comprender. Es como si la selección
natural, al crear una especie inteligente como la nuestra, escondiera al mismo
tiempo la lógica biológica elemental que hay detrás de su operación. Pero sospecho
que la razón última por la que la selección natural no forma parte del bagaje cultural
de toda la humanidad se debe a una resistencia activa hacia ella, pues la idea de la
selección natural como fuente creadora del mundo natural nos obliga a despertar
de sueños milenarios. El conocimiento sobre la selección natural no es neutro como
pueda serlo el que un electrón tenga carga negativa o que haya una o cuatro fuerzas
fundamentales. Detrás de la selección natural hay una visión del mundo que sacude
lo más hondo de nuestras creencias y mitos recibidos culturalmente. La selección
natural es revolucionaria porque nos dice que no somos especiales, porque nos
pone en nuestro lugar en el orden de las cosas, de la naturaleza. Nadie mejor que
Monod (1970) ha expresado ese impacto emocional que significa descubrir nuestra
"soledad total, nuestra radical foraneidad, en un Universo sordo a nuestra música,
indiferente a nuestras esperanzas, a nuestros sufrimientos, y a nuestros crímenes."

En este artículo se expondrán los conceptos básicos de la teoría de la selección


natural, situándolos en el contexto de la teoría neodarvinista de la evolución.
También se hablará de la descripción y medida de la selección en las poblaciones
naturales, ilustrándolo con un organismo modelo que ha sido estudiado por nuestro
grupo de investigación.
Evolución y selección natural son términos que suelen aparecer juntos, pero ambos
conceptos ni son sinónimos ni están a priori necesariamente ligados. Las especies
que ahora pueblan la Tierra proceden de otras especies distintas que existieron en
el pasado, a través de un proceso de descendencia con modificación. La evolución
biológica es el proceso histórico de transformación de unas especies en otras
especies descendientes, e incluye la extinción de la gran mayoría de las especies
que han existido. Una de las ideas más románticas contenidas en la evolución de la
vida es que dos organismos vivos cualesquiera, por diferentes que sean, comparten
un antecesor común en algún momento del pasado. Nosotros y cualquier chimpancé
actual compartimos un antepasado hace algo así como 5 millones de años. También
tenemos un antecesor común con cualquiera de las bacterias hoy existentes,
aunque el tiempo a este antecesor se remonte en este caso a más de 3000 millones
de años. Ahora bien, la idea de evolución por si sola es un concepto abierto, es una
descripción mecánica de cambio que no dice nada acerca del motor o la fuerza
creadora que subyace a la transformación. Así, en principio, la evolución puede
estar dirigida por leyes inmanentes de la materia, o por una divinidad creadora, o
por fuerzas ciegas, etc.
Podemos acotar el ámbito de los posibles mecanismos evolutivos al considerar
las producciones de la evolución biológica. La complejidad es inherente a lo vivo.
Cada organismo presenta estructuras o comportamientos altamente improbables
que le permiten autoensamblarse y perpetuarse fuera del equilibrio termodinámico,
y no puede explicarse por unión al azar de sus moléculas constituyentes. Esta
complejidad característica de los organismos vivos se manifiesta en forma de
adaptaciones y son, sin duda, el aspecto que más nos fascina cuando estudiamos
cualquier especie. La habilidad que muestran las arañas cuando tejen su tela, la
conducta rígidamente jerarquizada de una sociedad de hormigas, el camuflaje en
forma y color de muchas especies con su medio, la delicada complejidad de un ojo.
Órganos, estructuras, conductas, suelen estar diseñados para la supervivencia y la
reproducción. Pero ¿cómo se producen? Darwin introdujo precisamente el
mecanismo de la selección natural para explicar las adaptaciones complejas y
características de los seres vivos. Consideremos la aportación de Darwin en el
contexto de la biología del siglo XIX.
En 1802 el teólogo W. Paley publicó la obra Teología natural, en la que argüía
que el diseño funcional de los organismos evidenciaba la existencia de un creador
omnisapiente. Según él, el ojo humano, con su delicado diseño, constituía una
prueba concluyente de la existencia de Dios. Para los naturalistas que querían
explicar los fenómenos biológicos por procesos naturales, explicar la adaptación, la
maravillosa adecuación de los organismos a su ambiente, constituía el problema
fundamental. El argumento del diseño de Paley tenía una gran influencia en los
naturalistas del XIX, a pesar de que esta visión intervencionista violaba
flagrantemente el concepto de naturaleza que se había establecido con el desarrollo
de la física en los siglos XVI y XVII. Los fenómenos del Universo, según esta nueva
concepción, eran explicables por procesos naturales. La naturaleza, per se, era un
objeto lícito para preguntar y contestar científicamente. Con el Origen de Darwin se
introdujo esta revolución en la Biología. Lo verdaderamente revolucionario en
Darwin fue el proponer un mecanismo natural para explicar la génesis, diversidad y
adaptación de los organismos.
Para imponer su teoría de la evolución y de la selección natural, Darwin tuvo que
introducir una nueva forma de entender la variación en la naturaleza, el pensamiento
poblacional (Mayr, 1976). En el tiempo de Darwin las especies se consideraban
entidades fijase inmutables; representaban a un tipo platónico, la idea perfecta de
la mente de su creador. Las diferencias en la forma, en la conducta, o en la fisiología
de los organismos de una especie no eran más que imperfecciones, errores en la
materialización de la idea de la especie. En contraste con esta visión esencialista
dominante, la variación individual, lejos de ser trivial, era para Darwin la piedra
angular de la evolución. La variación en el seno de las poblaciones de las especies
es lo único real, es la materia prima de la evolución, a partir de la que se va a crear
toda la diversidad biológica. Son las diferencias existentes entre los organismos de
una especie las que, al amplificarse en el espacio y en el tiempo, producirán nuevas
poblaciones, nuevas especies, y por extensión, toda la diversidad biológica.
Desde el pensamiento poblacional la evolución se entiende como un proceso
estadístico de transformación de las variantes genéticas de una población. El
adjetivo genético aquí no es superfluo, ya que es sólo el material genético lo que
transmiten los organismos a sus descendientes. Bajo esta perspectiva, la selección
natural es tan sólo uno de los factores de evolución, pues otros factores, tales como
la deriva genética al azar, la migración entre poblaciones, o la mutación genética,
pueden también producir cambios genéticos en las poblaciones. Sin embargo, la
selección natural es el único proceso conocido que permite explicar las
adaptaciones de los organismos, y por eso ocupa una posición central en la Biología
Evolutiva.

CONCLUSIÓN
La evolución se define como el cambio en las características hereditarias de grupos
de organismo en el curso de varias generaciones. Charles Darwin en 1859 fue quien
junto a Alfred Wallace, estableció los fundamentos de la teoría evolutiva.
Desde Darwin hasta nuestros días, los progresos en el conocimiento de la
evolución han sido enormes, y podemos decir que la biología ha establecido que
todos los organismos que poblaron y pueblan la Tierra han evolucionado de un
antecesor común en los últimos 3.500 millones de años.
Somos lo que somos gracias a un proceso biológico que llamamos Selección
Natural. Desde el pensamiento poblacional la evolución se entiende como un
proceso estadístico de transformación de las variantes genéticas de una población.
El adjetivo genético aquí no es superfluo, ya que es sólo el material genético lo que
transmiten los organismos a sus descendientes. Bajo esta perspectiva, la selección
natural es tan sólo uno de los factores de evolución, pues otros factores, tales como
la deriva genética al azar, la migración entre poblaciones, o la mutación genética,
pueden también producir cambios genéticos en las poblaciones. Sin embargo, la
selección natural es el único proceso conocido que permite explicar las
adaptaciones de los organismos, y por eso ocupa una posición central en la Biología
Evolutiva.
BIBLIOGRAFÍA

http://bioinformatica.uab.es/divulgacio/lasn/

http://www.taringa.net/posts/info/9107386/La-Evolucion-de-los-Animales.html

http://evolibro.webnode.es/actividades/la-conquista-de-la-tierra-las-plantas-/
Ciclo escolar: 2016-2017

Asignatura: Biología V

Profesor titular: Sara Oláis Jiménez

Grupo: 6020

Unidad 4

RELACION DE LA EVOLUCION CON LA DIVERSIDAD Y EL MEDIO


AMBIENTE

ILIANA VÁZQUEZ MEJÍA

Chilpancingo, Guerrero. A 23 de febrero del 2017.

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