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Autor:

Nicolás Rosales Piñón

Resumen:

En México se ha llevado a cabo un trabajo didáctico-pedagógico sobre los planes de estudio que pueden
reconocerse históricamente en sus instituciones educativas. Reconocer la influencia del pensamiento
norteamericano en este campo, sobre los estudios se puede llegar a un comparativo de los estudios de los
mexicanos Díaz Barriga y González Gaudiano y los norteamericanos Giroux, Pinar y Penna. Sobresaliendo el
pensamiento crítico-propositivo y el histórico-conceptual del discurso curricular.

Evaluación curricular

Entre las instituciones educativas ha sido poca la práctica del seguimiento y evaluación curricular, la mayoría
de las veces se les deja a “especialistas” en este campo, gente totalmente ajena a los procesos y dimensiones
del análisis curricular. Explicar este campo nos remonta pensar sobre un primer desarrollo conceptual y
metodológico, vinculado a la tecnología educativa, como pensamiento hegemónico educativo en los Estados
Unidos. En sus orígenes, la evaluación curricular se concibió principalmente a partir de un cambio en el objeto
de la evaluación educativa y del diseño curricular. El esfuerzo en descentrar la evaluación del aprendizaje de
los alumnos, en sentido directo y estricto.

La evaluación curricular nace de este interés por revisar y actualizar los materiales de instrucción.[1]

Evaluar no solo desde el diseño, o el alcance de los objetivos por parte de los alumnos, motivo a pensar en
este campo que aspiraba a tener ciertas especificidades.

En las últimas dos décadas se ha visto emerger la evaluación curricular como un campo de estudio
independiente en el dominio de las ciencias de la educación. Sus raíces pueden encontrarse en el campo más
general, como es la evaluación educacional, en la medición y en la confección del test. En consideración a
que la preocupación primera reside en la evaluación del alumno en vez de la del programa, se vio la
necesidad de desarrollar una serie de nuevos conceptos, principios, métodos, teorías, y modelos. Son ellos
los que constituyen las bases del nuevo campo de la evaluación curricular.

Ya en Chicago en 1974, tiene el antecedente la Reunión de la Asociación Americana de investigación


educacional, donde se presentaron cerca de 150 trabajos, esto son signos claros de la aparición de un nuevo
campo de estudio. Podemos decir con propiedad que los mismos planteamientos curriculares realizados a
nivel macro han hecho surgir las nuevas interrogantes que la creciente ciencia de la evaluación curricular
intenta responder. (Lewy: 1976).
En México esta corriente no ha visto un auge, ya que todo intento de evaluación se da y solo se tiene el
interés en el nivel cuantitativo, y la forma de justificar el gasto del presupuesto asignado a cada institución de
nivel superior y se burocratiza de tal forma que no es clara la evaluación curricular de forma y fondo.

El caso mexicano

De 1989 a 1994 el gobierno mexicano dicto políticas públicas de restricciones financieras más agudas que de
los años anteriores, gracias a la crisis mundial. También a diferencia de gobiernos anteriores, ya no será la
planeación la prioridad, sino la evaluación que se convirtió en el tema decisivo.

La modernización educativa en los que se establecieron lineamientos de política nacional, la agenda de


estrategia principal para el cambio fue la evaluación. En 1991 se crea la Comisión Nacional de Evaluación de
la Educación Superior (CONAEVA) con líneas muy apreciadas: el desempeño escolar, el proceso educativo,
la administración, la política educativa y el impacto de los egresados.

Dejando a los Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES), la autoevaluación


institucional, la evaluación interinstitucional y el desempeño académico individual, modalidades d evaluación
determinantes en la época actual.

En el plano internacional las condicionantes de evaluación de los sistemas de políticas publicas


gubernamentales, representados por la OCDE y el Consejo Internacional para el Desarrollo Educativo (ICED)
con sistemas básicos de indicadores de información. Se evalúa de manera casi simbólica por la resistencia de
las instituciones educativas por concebir sobre su propio modelo de evaluación permanente o no y sobre todo
en la forma de operación. En especial la evaluación individual, la de personal académico, queda a cargo de
las propias instituciones que reciben apoyo selectivo.[2]

Las diferencias individuales

En el caso de todas las instituciones de educación superior, las políticas anteriormente mencionadas se ven
reflejadas en el programa de estímulos al desempeño académico y cuyos criterios de evaluación con mayor
incidencia en la UNAM, UAM, UIA, CIESAS, UAQ, ITESM, UAA, por ejemplo, se basan en:

Productividad académica, la cual incluye la publicación de materiales derivados de la investigación.

Docencia y formación de recursos humanos, que valora por ejemplo, la dirección de tesis o proyectos de
investigación y/o la impartición de cursos en diferentes niveles.

Difusión, extensión y servicios a la comunidad, que comprende, ente otros, divulgación, asistencia,
organización o realización de eventos académicos.
Superación académica, la cual incluye la obtención de posgrados, premios, distinciones y becas.

Vinculación social.

Participación institucional, en la que se valora principalmente que el académico se involucre en comités y


comisiones tanto internas como externas a la institución educativa.[3]

Dado por hecho el valor a la investigación, dejando a un lado la docencia.

La importancia de hacer un recuento, refiere a la tarea específica de abordar un currículo con fines de
comprenderlo y valorarlo, implica la intención de someterlo a una tarea analítica determinada. En concreto
evaluar el currículo es revisar determinadas dimensiones, planos y niveles de significación. Por tanto es la
dimensión social amplia, es aspecto cultural, político, social, económico e ideológico. En la dimensión
institucional, la dimensión didáctica y las dimensiones particulares y especificas. En los planos de análisis
curricular, se da el plano estructural formal y el, plano procesal practico y los niveles de significación están en
la revisión de las teorías de la cultura, de la lingüística y del psicoanálisis, en si el análisis del currículo oculto.

Por ahora solo debemos preguntarnos, ¿quién otorga el poder de evaluar y con la puesta en tela de juicio,
como llave de el devenir del proceso mismo?

[1] Conformación conceptual del campo. Evaluación curricular; Alicia De Alba. CESU, UNAM 2002 México
D.F.

[2] Este es el origen de los fondos competitivos como (FOMES) que se puso en operación en los noventa.

[3] Cuadro 1, lineamientos para evaluar el desempeño académico en distintas instituciones, en Perspectivas
desde la investigación y la intervención profesional, Rueda; Frida Díaz Barriga, coordinadores UNAM. México,
D.F. 2004.

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