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Contaminación minera e intoxicación

por metales pesados en el Perú


PUBLICADO: 2015-06-05

Por Carlos Castillo Peralta.

Las industrias extractivas, como la minería y la explotación de hidrocarburos,


son las actividades económicas que causan mayor impacto ambiental
(explotación de recursos no renovables que puede suponer su agotamiento
para las generaciones futuras, contaminación del aire, del suelo y subsuelo, del
agua, contaminación sonora, destrucción o perturbación de hábitats naturales,
impacto visual en el paisaje, etc.), y por consiguiente las que más conflictos
han generado entre las comunidades, las empresas y el Estado, durante las
últimas décadas.

En el Perú, la contaminación del agua ha estado en el centro de los principales


conflictos socioambientales, y en su mayoría relacionados con la minería. Una
de las principales causas del conflicto en nuestro país, es que la minería se
realiza a "cielo abierto", ello junto a que realiza sus actividades generalmente
asentada en cabeceras de cuenca, precisamente donde nacen las fuentes de
agua que proveen el líquido elemento a las comunidades y contribuyen a
mantener el equilibrio ambiental.

Un problema grave radica en que la minería genera en sus procesos sustancias


elevadamente tóxicas y peligrosas, como ácido sulfúrico y metales pesados
(níquel, cobalto, cobre, zinc, cadmio, plomo, mercurio, etc.), las que terminan
difundiéndose en el medio ambiente, principalmente a través del agua,
afectando cultivos y animales, hasta llegar a los pobladores que viven cerca
del área de influencia de la minera.

En ese sentido, son casos emblemáticos relacionados con la contaminación y


la minería: Cerro de Pasco (Pasco), Espinar (Cuzco) y Conga (Cajamarca),
entre otros.

Cerro de Pasco está tan contaminada que incluso el 2008 se planteó reubicar a
sus pobladores, declarándose la ciudad en emergencia ambiental, debido a que
nueve de cada 10 niños presentaban altos niveles de plomo en el organismo,
producto de la contaminación de la minería a cielo abierto de zinc y plomo,
que funciona desde hace medio siglo (http://goo.gl/dGTnBj). Sin embargo, no
se logró el consenso entre la población, ni tampoco se contó con el
presupuesto suficiente para iniciar el proceso de reubicación.
En Espinar, los habitantes de las comunidades de Alto Huancané y Huisa –
ubicadas junto al yacimiento Antapaccay y a la relavera de la mina Tintaya–
viven con más de una veintena de metales pesados en sus cuerpos, habiéndose
detectado la presencia de cadmio, arsénico, plomo, talio, manganeso y
mercurio. También antimonio, bario, berilio, cobalto, cesio, estaño, estroncio,
molibdeno, platino, uranio y tungsteno, en diversas cantidades, durante un
despistaje hecho en enero del 2013 (http://goo.gl/5OLPhJ).
En el caso del proyecto minero Conga, el reciente conocimiento en el mes de
mayo del presente año, de los resultados de un examen practicado el 2012 y
que dio positivo a la presencia de plomo en el organismo de los analizados,
pobladores de la provincia de Hualgayoc, generó la indignación de la
población y la protesta masiva (http://goo.gl/SZq3uk).

En relación con los casos anteriormente mencionados, la situación es


preocupante, debido a que metales pesados como el plomo, el mercurio y el
cadmio, son sumamente tóxicos, constituyéndose en factores de riesgo para la
salud de la población, especialmente de los niños y niñas afectados.

El plomo es uno de los metales pesados más tóxicos, carente de valor


biológico, es decir, no es requerido para el funcionamiento normal de los seres
vivos. Las vías principales de contaminación en los humanos son a través de
la respiración y los alimentos, tanto sólidos como líquidos. La intoxicación
crónica (a largo plazo) por este elemento se denomina "saturnismo" o
"plumbismo". El saturnismo provoca anemia, debido a que el plomo en la
sangre bloquea la síntesis de hemoglobina y altera el transporte de oxígeno
hacia los demás órganos del cuerpo. No obstante, la parte más sensible al
plomo es el sistema nervioso central, particularmente en los niños, que ven
afectada su capacidad cognitiva posiblemente de forma irreversible, lo que
afectará negativamente en el futuro su nivel de vida y la productividad laboral
del país. Adicionalmente se conocen otros efectos, como su capacidad para
generar lesiones renales; alteraciones digestivas como estreñimiento, dolor
abdominal y vómitos; afecta negativamente la función reproductora;
inducción de cardiopatías (aunque este efecto pudiera derivarse de la
disfunción renal que también provoca); y su potencial capacidad
carcinogénica (aunque este efecto todavía ofrece dudas).

El mercurio posee una de las peores reputaciones entre los metales pesados. El
riesgo de intoxicación viene determinado por la forma química en la que se
presenta. En ese sentido vamos a hablar de dos en particular: el mercurio
metálico en forma de vapor y el metilmercurio. La exposición crónica a
vapores de mercurio hace que éstos ingresen al organismo a través de las vías
respiratorias y de la piel, bioacumulándose y dando origen con el tiempo a una
enfermedad neurodegenerativa denominada "hidrargirismo" o
"mercurialismo", cuyos principales síntomas son temblores, pérdida de
apetito, diarrea, lesiones bucales, hipertensión, insomnio e irritabilidad. Por
otro lado, el metilmercurio causa un mayor impacto, debido a que este
compuesto por ser altamente soluble, puede pasar desde los suelos fácilmente
a los ríos y lagos, e incluso a los mares. Se absorbe en el tracto
gastrointestinal, por inhalación y a través de la piel. La intoxicación crónica
ataca principalmente al sistema nervioso provocando inicialmente ataxia
(disminución de la capacidad de coordinación de movimiento), dificultades en
la audición y en el habla y en constricción del campo visual, en casos
extremos conduce al coma y a la muerte. En mujeres que lactan, el mercurio
pasa a la leche materna.

El cadmio puede ser ingerido a través de la cadena alimentaria o de manera


más efectiva a través de las vías respiratorias. En la intoxicación crónica los
riñones son el órgano crítico principalmente afectado, sin embargo, también
genera osteoporosis y osteomalacia. Asimismo, la intoxicación crónica puede
producir cáncer de pulmón y posiblemente también de próstata.

A modo de conclusión, las evidencias demuestran una vez más, que la gran
minería en el Perú NO se gestiona de manera responsable, sino como un
suculento negocio que busca favorecer a unos pocos privilegiados, a costa de
la depredación de nuestros recursos naturales, la destrucción de los territorios,
la contaminación del medio ambiente y violentando la salud y otros derechos
humanos de las comunidades.

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