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CAETI - Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática

Martes 30 de marzo de 2010

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Hoy, la era del petróleo...¿y después?
INSTITUCIONAL
Por: Prof. María J. Regnasco
¿Qué es el CAETI?
Definición y Misión
1 - El escenario de la guerra de Irak.
Objetivos
Quiénes lo integran Estamos asistiendo al desarrollo de una guerra cuyo resultado, según los analistas, será el establecimiento de un
Autoridades nuevo orden mundial, un sistema de poder basado en dos conceptos estratégicos que implican un cambio radical
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respecto de nociones pasadas: el concepto de guerra preventiva, sumado al concepto de enfrentamiento
asimétrico. En otras palabras, una guerra basada en una superioridad bélica sin precedentes, que no deja dudas
INVESTIGACION acerca de su aplastante peso para definir la situación. En definitiva, sin embargo, la confrontación asimétrica
consiste en el reemplazo de la estrategia por la tecnología, con grandes bajas de civiles.
Programas
Líneas Estamos, como afirma Edgar Morin, en los preliminares de una posible post-historia, y nadie puede prever si lo
Cátedra que nos espera es una nueva y más elevada etapa de civilización, o una profundización de la barbarie.
Investigadores La historia ha culminado en la llamada globalización, que produjo las infraestructuras económicas, financieras e
informáticas de un intercambio mundial. Pero no se han podido consolidar los instrumentos institucionales y
CONTENIDOS
jurídicos de una verdadera sociedad global, una instancia supranacional donde poder plantear y buscar las
Eventos soluciones vitales para el planeta.
Congresos
Porque este conflicto es ya la manifestación lacerante de una primera derrota: la del débil poder efectivo de las
Tecnología
Naciones Unidas como espacio del derecho internacional, espacio que debería, en pleno siglo XXI, permitir superar
Entidades & Consejos los enfrentamientos armados y encontrar vías diplomáticas y civilizadas para dirimir los conflictos.
Libros
Toda guerra, y ésta no es una excepción, obedece a múltiples motivos.
DOWNLOADS
Es cierto que desde el 11/9/2001, Estados Unidos, a pesar de su enorme poderío económico y militar, se siente
DOCUMENTOS amenazado y vulnerable a los ataques del terrorismo internacional.
FOTOS Y VIDEOS También es cierto que Sadam Hussein utiliza métodos dictatoriales, que por otra parte no eran ignorados por las
grandes potencias que lo ayudaron política y militarmente no hace tantos años.

Pero nadie duda en absoluto que el petróleo constituye un fuerte determinante en esta guerra.

Para poder comprender el significado de este recurso energético, por cuyo control se genera una guerra, es
necesario analizar los caracteres determinantes de nuestra era: la era del petróleo.

2 - La era del petróleo.

a - La lógica del proceso.

Es indudable que los avances de los dos últimos siglos están conectados, de uno u otro modo, con el aumento
masivo de la energía generada por la quema de combustibles fósiles.
USUARIOS
Para tener una idea de la significación de este proceso, basta considerar que la mitad de la energía consumida por
Suscripción
la humanidad en los 2000 años de la era cristiana fue consumida en el último siglo.
Modificar datos
Las manifestaciones emergentes de esta colosal expansión energética son la globalización y la aceleración.
BOLETIN DEL CAETI
La globalización representa no sólo una mayor interconexión de los países, regiones e individuos a escala mundial,
sino también la mayor concentración de poder económico, tecnológico y financiero de la historia. Pensemos que
no más de 350 grandes corporaciones internacionales manejan hoy en el mundo no sólo la economía y los flujos
de capitales, sino también en gran parte la política, la industria cultural y los medios de comunicación.
UNIVERSIDAD
Esta concentración de poder corporativo convierte a su vez a los Estados nacionales en órganos gerenciales, sin
fines y sin política, meros transmisores y ejecutores de las decisiones de los grandes centros financieros.

La concentración económica va acompañada, a su vez, de marginalidad y exclusión social. Los analistas se


Visitas: 305242 refieren a este fenómeno como la "sociedad dual", en que los núcleos de riqueza aparecen rodeados por

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suburbios de miseria.

La aceleración, como afirma Toffler, es una de las fuerzas más importantes y menos comprendida. Implica
avances tecnológicos impresionantes, pero al mismo tiempo una pérdida de control sobre los procesos y sus
efectos en la sociedad y los ecosistemas.

Globalización y aceleración son dos fenómenos que se realimentan mutuamente.

Los grandes costos en infraestructura tecnológica impulsan las megafusiones. En efecto, la fórmula para lograr
competitividad está asociada a grandes economías de escala que permitan enfrentar las incertidumbres del
mercado. Una de las metas de las megafusiones es bajar costos y monopolizar el mercado, en especial, para
hacer frente a la ley de hierro del capitalismo: la disminución de la tasa de ganancia.

En efecto, las grandes ganancias se realizan con los productos más avanzados, y solamente al iniciarse una nueva
generación de tecnología, después de lo cual los precios bajan rápidamente.

Bill Gates lo expresa claramente: En la industria de las computadoras personales, la innovación señala el camino al
éxito. Es por eso que los fabricantes de PC, microchips, periféricos, programas y sistemas operativos incorporan
nuevos elementos de manera continua . . . en tanto los precios bajan rápidamente . . . Cada producto que está
hoy en el mercado quedará obsoleto en pocos años . . . si no nos mantenemos al ritmo impuesto por la tecnología
y el mercado, pronto perderemos toda relevancia . . .

Este proceso se reproduce actualmente cada 18 meses. La consecuencia es una guerra por el liderazgo que no
puede detenerse, una lógica de la aceleración fuera de control.

Las palabras de Bill Gates expresan crudamente la incondicionalidad bajo la que las decisiones tecnoeconómicas
quedan adheridas a la dinámica de los mercados.

La concentración de poder es la consecuencia de esta dinámica. Los analistas señalan la tendencia a la


concentración como la regla de tres, al advertir que tres empresas gigantes controlan al menos el 60% del
mercado en una línea de producción.

A su vez, la aceleración productiva necesita ir acompañada por la aparición de una nueva industria: la producción
de demanda.

El ritmo de producción y consumo excede de tal forma la capacidad de los ritmos naturales para reponer las
reservas y reciclar los residuos, que el impacto sobre los ecosistemas tiende a mostrarse como irreversible.

b - La infraestructura energética.

La descomunal dinámica del tecnocapitalismo es a la vez producto y productora del aumento masivo de energía
generada, a partir del siglo XV por el carbón, y desde fines del siglo XIX, principalmente por el petróleo.

Esta doble dependencia entre la economía y los combustibles fósiles implica una simple constatación: el sistema
económico no puede prescindir del petróleo, pero las reservas de petróleo no son ilimitadas.

Según la Administración de Información Energética (EIA) del Departamento de Energía de EEUU, faltan 35 años
para que la producción mundial de crudo llegue a tocar techo. Pero el resultado de estudios recientes indica que
podría tocar techo entre 2010 y 2020.

¿Qué significa "tocar techo" ? Significa que la mitad de las reservas existentes hayan sido ya explotadas.

Ahora bien, de acuerdo a la curva de Hubbert, de 1859 a 1969 (durante 110 años) se consumieron 227.000
millones de barriles de petróleo. Pero:

. la mitad de ese petróleo fue extraído en los primeros cien años;

. la segunda mitad, en sólo 10 años.

Esto significa que, de continuar esta tendencia, las reservas restantes se estarán explotando con una velocidad de
extracción tal, que en el momento de tocar techo, quedará muy poco margen de tiempo hasta el agotamiento
cuasi total de las reservas.

Cuando se toque techo, prácticamente la totalidad de las reservas sin explotar (las dos terceras partes) se hallarán
en los países árabes de Medio Oriente. Esta situación presenta un fenómeno geo-político que cambiará el actual
sistema de poder en el mundo.

Los posibles sustitutos del petróleo (carbón, crudos pesados y arenas asfálticas), no sólo son más difíciles y
costosos de extraer, también significan una mayor emisión de dióxido de carbono, con las consecuencias
ambientales que ello supone.

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Arabia Saudita posee 262.000 millones de barriles de reserva, Irak, 112.000 millones, Irán, 99.000 millones,
Kuwait, 96.000 millones, Rusia, 200.000 millones, EE.UU, 25.000 millones. (Hay otros estudios que estiman las
reservas en cifras menores, pero estas cifras pueden darnos una idea aproximada de las reservas mundiales y de
su situación geográfica).

Según estudios geológicos de EE.UU., el descubrimiento de nuevos yacimientos en todo el mundo alcanzó su
punto culminante en 1962, y desde entonces no ha cesado de bajar. Creció el 45% entre 1981-91, pero sólo el 5
% entre 1991-2001.

La demanda mundial de petróleo es aproximadamente de 24.000 millones de barriles por año, y se descubren
menos de 12.000 millones de barriles por año.

Es decir, consumimos dos barriles por cada nuevo barril que descubrimos!

A diario se producen en el mundo 77 millones de barriles. EE.UU. gasta 20 millones de barriles diarios y produce
sólo 10 millones.

Con sólo el 5% de la población mundial, EE.UU. consume el 26% del petróleo mundial.

China necesitaría 81 millones de barriles por día si quisiera tener el nivel de vida de los EE.UU., y si se le suma
India, ambas necesitarían 119.000 millones de barriles por día, o sea, el 50% más que el total de la demanda
mundial del año 2000.

Las reservas de EE.UU. son sólo el 3% de las reservas mundiales, mientras Arabia Saudita posee el 70%, (2/3
partes de las reservas mundiales), y el 79% los 11 miembros de la OPEP.

La política energética de la administración Bush está basada en el consumo creciente de petróleo, y presiona para
explotar las reservas del mar del Norte y de Alaska, lugar de un Refugio Nacional de Vida Salvaje, legalmente
protegido de la explotación comercial.

c - Aceleración de los procesos y concentración de poder.

Durante la Edad Media, la madera era no sólo la principal fuente de energía: las herramientas, los carros, los
baldes y zapatos, los telares, las presas de aceite, y hasta la primera imprenta, eran construidos con madera. Y
también, por supuesto, los barcos. Las crecientes necesidades de la Armada Británica generaron una
deforestación. El precio cada vez más caro de la madera condujo al uso del carbón.

Hacia el siglo XVI, el carbón fue ocupando el lugar de la madera como fuente de energía.

A principios del siglo XX el petróleo desplaza al carbón en la lista de combustibles fósiles empleados como fuente
de energía. Este traspaso en las fuentes de energía fue más acelerado que ningún otro cambio de régimen
energético en la historia del mundo.

Hace sólo treinta años, 3/4 partes del combustible usado en EE.UU. para los ferrocarriles, la calefacción o los
barcos de vapor era madera. La industria también contaba con molinos de viento y de agua.

En 1890, se consumen 9 millones de toneladas de petróleo en el mundo. A principios del siglo XX el petróleo
generaba menos del 4 % de la energía mundial. Pero sólo 70 años más tarde, se consumen 2.270 millones de
toneladas por año (200 veces más). Y para el 2000, el petróleo representa el 40% de la energía gastada en el
mundo (23 % gas natural, 22 % carbón, 1 % energía solar, 7 % energía nuclear e hidráulica).

El carbón era más sucio, contaminante, y sobre todo, difícil de extraer. La profundidad de los yacimientos
alcanzaba las capas freáticas, y el drenaje se convirtió en un serio obstáculo para sacar el carbón a la superficie.
Con este fin, en 1698 Sarvey patentó la primera bomba a vapor.

A su vez, el transporte del carbón presentaba un problema debido a su peso. La locomotora a vapor, sobre vías de
hierro, dio respuesta a este problema.

El petróleo, a su vez, es más difícil de encontrar, extraer, procesar y transportar que el carbón y la madera.

Por consiguiente, las infraestructuras tecnológicas, económicas y las superestructuras sociales y políticas se hacen
necesariamente más complejas, jerarquizadas y centralizadas.

La civilización del petróleo es así la organización social más compleja y centralizada de la historia. Estas
características que definen su poderío hacen simultáneamente al organismo social cada vez más vulnerable.

Para tener una idea de esta enorme concentración de poder tecnoeconómico, podemos observar que en 1930 ya
se habían creado las principales empresas petroleras: 26 compañías controlaban 2/3 partes de la estructura del
capital de la industria, el 60 % de las perforaciones y el 80 % de las actividades de marketing.

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Cincuenta años más tarde, se habían reducido a ocho corporaciones que últimamente se fusionaron, reduciéndose
a cuatro: Exxon se fusionó con Mobil, Chevron con Texaco, Royal Dutch con Shell y British Petroleum con Amoco y
Arco. Hay algunas otras grandes empresas de capital francés, que también se fusionaron: Total Fina con Elf.

La industria del petróleo, con ganancias de 2 a 5 billones de dólares anuales, es la más poderosa del mundo. Con
dimensiones colosales, comprende no sólo los yacimientos, oleoductos, barcos petroleros, refinerías, estaciones de
servicio, sino también productos petroquímicos, plásticos y fibras sintéticas, lubricantes, fertilizantes y medicinas.

Por los enormes costos de capital, la estructura industrial y comercial que depende del petróleo tiende a
configurar economías de escala, con tendencia a la concentración de poder.

Las grandes corporaciones transnacionales que hegemonizan el escenario económico no pasan de 350. Las
megafusiones entre ellas reducen este número continuamente. La llamada "globalización" no es sino la
manifestación más visible de la era del petróleo.

En 1990, el valor de las fusiones y adquisiciones alcanzó 3,4 billones de dólares, superando el PNB de 182 países,
y en 2000, llegó a 15 billones de dólares.

Para tener una idea de esta colosal concentración, tomemos sólo un ejemplo: la fusión de America On Line y Time
Warner representa un capital de 165.000 millones de dólares.

A su vez, esta enorme concentración de poder genera enormes tensiones económicas, políticas, sociales y
ambientales.

3 - La evolución de las civilizaciones y la ley de entropía.

Es indudable que en el curso de la historia las sociedades humanas no han cesado de incrementar el flujo de
energía en la vida individual y social.

Las sociedades de cazadores-recolectores captaban la energía solar almacenada en plantas y animales. No


requerían instituciones complejas para controlar el proceso.

A partir del neolítico, mediante la domesticación de animales, el cultivo de cereales, los sistemas de irrigación, se
produce un excedente de energía que a su vez implica, para su control, instituciones sociales y políticas cada vez
más complejas, y división en clases sociales. Se desarrollan también refinadas culturas, con manifestaciones
arquitectónicas, esculturas, literatura, de un gran valor artístico. También surge la cerámica, la metalurgia, y las
ciencias matemáticas y astronomía.

Pero a su vez, esos sistemas generan guerras por el control de territorios y para el suministro de esclavos. Se
requieren redes de transporte, maquinaria bélica y el mantenimiento de costosos ejércitos. Hay una mayor
explotación del medio ambiente y las sociedades se transforman en estructuras altamente estratificadas y
jerarquizadas.

Las sociedades agrícolas utilizan sobre todo la madera como combustible. A partir del siglo XVI, con el surgimiento
de la industria, se sustituye paulatinamente la energía animal y humana por las máquinas. Pero las máquinas
generan rápidamente una exigencia de nuevas energías, primero el carbón, luego el petróleo.

La necesidad de complejos sistemas de administración para controlar el proceso del flujo energético, su
producción, transporte, distribución, genera costosas burocracias y una enorme concentración de poder.

A su vez, la competitividad del sistema capitalista requiere producciones masivas y nuevos mercados, lo que
implica una exigencia energética implacable. Sólo con economías de escala es posible enfrentar los enormes
costos de capital que implica este proceso. El desarrollo económico y tecnológico implica también formas cada vez
más intensivas de explotación del entorno natural.

Ahora bien, el mayor consumo de energía por la sociedad se había interpretado hasta ahora en la dirección de una
más elevada evolución, mayor desarrollo, culturas más ricas, mayor bienestar, democracia y justicia. Con la
sociedad industrial surge la idea de progreso: el desarrollo tecnoeconómico se interpreta como una línea
ascendente ininterrumplida, acompañada de un avance social, cultural e institucional sin limitaciones.

Pero durante el siglo XX, las dos guerras mundiales, que dejaron un saldo de 60 millones de muertos, las bombas
atómicas sobre Hiroshima y Nagasaky en 1945, la constatación de los desórdenes ambientales y sociales en
continuo aumento, provocan la crisis de la idea de progreso ininterrumpido.

También cambia la percepción de los desórdenes que acompañaron el avance de las innovaciones tecnológicas y
el auge de la era de la productividad y el consumismo. Para la visión tradicional, se trataba simplemente de
"daños colaterales", de "efectos secundarios", que podrían ser controlados con sólo proponérselo. Pero, lejos de
ser controlados, los problemas ambientales, económicos, sociales fueron en constante aumento durante el siglo

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XX.

El fracaso de esta perspectiva abre otras vías de interpretación de este fenómeno, en que el avance civilizatorio
fue acompañado por su sombra, el avance de la barbarie.

Rifkin propone, para analizar el movimiento contradictorio de las civilizaciones, la perspectiva de las leyes de la
termodinámica.

1ra. ley; La primera es la ley de conservación de la energía: la energía del universo es constante. No se crea
nueva energía, ni disminuye. La energía se transforma.

2da. ley: Pero en esta transformación, la energía pasa de disponible a no disponible. En el proceso de
transformación se disipa energía. Este es el enunciado de la segunda ley, la ley de entropía.

Según la ley de entropía, cada vez que se crea una isla de orden en el universo, esto sucede a costa de crear un
desorden mayor en el ambiente circundante. Esta energía disipada ya no es susceptible de ser reutilizada, a
menos que se gaste más energía adicional que la que se quiere recuperar.

Desde este punto de vista, las grandes transformaciones históricas son un reflejo de la ley de entropía: cada vez
hace falta más energía para sostener a la sociedad humana, con la consiguiente pérdida entrópica en forma de
calor y crecientes desórdenes.

Para los seres vivos, la gran fuente de energía es el sol. Las plantas absorben la energía solar por medio de la
fotosíntesis, y los animales reciclan su energía mediante el consumo de vegetales o de animales herbívoros. Pero
en el proceso de alimentación, gran parte de la energía se disipa.

En el proceso de devorar una presa, el 80 % de la energía se pierde como calor en el entorno. Así, los seres vivos
pueden ser vistos como transformadores de energía, pero también como grandes disipadores de energía.

En los ecosistemas naturales existen procesos de reciclaje orgánico, que recuperan gran parte de la energía
disipada y la vuelven a utilizar en un nuevo proceso. Así, por ejemplo, los insectos, larvas y microorganismos que
aceleran la desintegración de los residuos orgánicos, permitiendo realimentar al sistema, actúan como grandes
reductores de entropía, permitiendo reequilibrar el ecosistema y hacerlo más perdurable. Se ha dado el nombre de
neguentropía a esta autoorganización de nuevo orden a partir del desorden. Sin embargo, la recuperación del
reciclaje de energía nunca es completa: siempre se necesita energía adicional en el proceso, y, por consiguiente,
si bien es posible retardar y disminuir, es imposible eliminar la entropía.

Cuando un sector de un sistema crece desmedidamente, requiriendo un flujo mayor y más acelerado de energía,
lo hará a costa de restar energía al sistema, e impidiendo su recuperación.

También las tecnologías son transformadoras de energía. La energía contenida en la gasolina para hacer funcionar
un automóvil, pieza clave del sistema industrial, se convierte en: 1) trabajo del motor, 2) calor general disipado,
3) energía disipada en los gases de escape (efectos de contaminación). Es verdad que la eficiencia del motor se
puede optimizar, pero no es posible eliminar totalmente la disipación de energía.

Al equiparar fenómenos como el de este ejemplo con una externalidad económica marginal, o efecto "secundario"
y por lo tanto fácilmente subsanable, la economía clásica ignoró la segunda ley de entropía. El resultado es que la
teoría económica no puede dar cuenta de los desórdenes del mundo contemporáneo: ¿por qué no pueden
solucionarse los problemas ambientales? ¿por qué aumenta, correlativamente con una enorme productividad, el
hambre, la marginalidad y el desempleo? ¿Por qué el mundo tecnológico, que prometía un mayor control, una
mayor seguridad, se vuelve cada vez más vulnerable? . . .

4 - El proceso entrópico y el enmascaramiento ideológico.

Desde la perspectiva entrópica, cuanto más energía consume una sociedad, más compleja debe ser la
infraestructura tecnoeconómica generada para producir, transformar, transportar y distribuir el flujo energético y,
por consiguiente, más compleja y centralizada será a su vez la superestructura burocrática, institucional, política,
jurídica y bélica para controlar y dominar el creciente poder acumulado.

Al mismo tiempo, toda civilización necesita generar una cosmovisión, es decir, organizar las creencias, principios
organizativos y modelos de comportamiento que canalicen la energía colectiva.

El aspecto más interesante de la visión del mundo de una sociedad determinada consiste en que sus componentes
individuales no son conscientes, en su mayoría, de cómo esta visión afecta su forma de hacer las cosas y de
percibir la realidad que los rodea. En este sentido, una visión del mundo tiene éxito, en la medida en que se halla
tan internalizada desde la infancia, que no es puesta en tela de juicio.

Una cosmovisión configura un poder tan importante como el poder político o militar. Según Toffler, una
cosmovisión no sólo organiza los marcos perceptuales y valorativos de acuerdo con los cuales se interpretan y

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explican los datos del mundo que nos rodea, sino que legitima tal organización.

¿Qué diferencia hay entre organizar, interpretar, explicar y legitimar? Es una diferencia fundamental. Explicar,
organizar, interpretar los datos perceptuales configura un conocimiento invalorable para establecer nuestra
conexión con el mundo natural y el espacio social. Da cuenta del por qué de los fenómenos, permite hasta cierto
punto prever las consecuencias de los hechos y las acciones humanas, y establece un marco normativo para
canalizar las acciones individuales y sociales. Todas las sociedades han organizado estos marcos conceptuales y
valorativos en cuerpos de conocimiento y sabiduría sumamente valiosos.

Pero la legitimación es de otra índole: presenta los espacios de poder bajo el aspecto de espacios de derecho, y
por lo tanto, bajo el manto de lo incuestionable.

En el curso de la historia los procesos de legitimación tomaron distintos aspectos: legitimación divina en el caso de
los antiguos imperios y monarquías, legitimación natural y racional a partir de la modernidad. Para dar un
ejemplo, la explotación colonial se legitimó durante mucho tiempo bajo la justificación de la necesidad de civilizar,
esto es, de llevar los principios de la economía, del derecho, la política y la racionalidad moderna a las
comunidades aborígenes, consideradas bajo la adjetivación de la barbarie, o, en el mejor de los casos, de una
niñez de la humanidad a la que había que educar. La devaluación y la destrucción de su cultura, su religión, arte y
tradiciones fue una consecuencia de esta política colonial que muchas veces derivó en el genocidio.

Ningún poder puede desplegar todo su potencial de dominio si no se legitima, y, en consecuencia, cuando sus
dispositivos de legitimación comienzan a debilitarse, a ser cuestionados, a no ser creíbles, es signo de que ese
poderío comienza su rápido descenso.

En otros términos, la legitimación permite a los poderes disimular la entropía que generan los sistemas
civilizatorios, es decir, enmascarar, disfrazar enormes desórdenes entrópicos mediante un discurso ideológico.

Al Gore se refiere a este proceso en su libro La tierra en juego, al señalar que el sistema económico, como
cualquier otra tecnología, proporciona poderes enormes al precio de enmascarar los gastos ambientales y los
desórdenes derivados.

Esta distorsión perceptual justifica, afirma Gore, la "externalización de gastos" que tanto países como empresas
realizan al desplazar los desórdenes entrópicos fuera de sus áreas, y en especial, de su contabilidad.

Esto es visible, por ejemplo, cuando se consideran los criterios para calcular el indicador funamental del
crecimiento económico de un país por medio del Producto Nacional Bruto. Al calcularlo, los efectos devastadores
de la industria sobre el medio ambiente no se contabilizan como gastos. En cambio, sí se calcula el deterioro de
máquinas y camiones, de edificios y fábricas. Este enmascaramiento se agrava, observa Al Gore, por el hecho de
que la definición del PNB y los criterios para calcularlo son revisados por la comunidad internacional, bajo la
supervisión de la ONU, cada veinte años.

Al Gore no duda en calificar de "arrogancia intelectual" la incapacidad de la teoría económica para incorporar en
los costos la pérdida de los recursos naturales, y evalúa como ciego, irracional, distorsionante, absurdo, obtuso,
los criterios de productividad vigentes.

Este enmascaramiento significa que la teoría económica legitima la productividad del sistema económico
soslayando la ley de entropía, e ignorando deliberadamente en sus cálculos los desórdenes entrópicos.

5 - Los procesos entrópicos en la historia - La desintegración del Imperio Romano.

El colapso de una civilización se produce cuando llega al punto de verse forzada a destinar un porcentaje cada vez
mayor de sus reservas de energía simplemente para mantener su compleja estructura, al mismo tiempo que
experimenta un descenso en el rendimiento de la energía consumida per cápita.

Así, la caída del Imperio Romano, vista desde las leyes de la termodinámica, puede resumirse en los siguientes
pasos: en un comienzo, las lucrativas conquistas militares aumentan el botín, el número de esclavos y los tributos
que sostienen el crecimiento del Imperio. Pero poco a poco, la extensión y complejidad del Imperio exige el
mantenimiento de tropas a lo largo de las fronteras, la conservación de carreteras, la administración de los
territorios anexados. El rédito obtenido comienza a disminuir en relación a los costos. Se genera entonces un
proceso recursivo en que, para reparar los desórdenes, se gasta más energía y se produce mayor entropía. Por
ejemplo, la sobreexplotación agrícola y la pérdida de bosques, el pastoreo excesivo, aumentan la erosión de los
campos. Los campesinos deben vender sus tierras que pasan a manos de terratenientes, y emigran a Roma,
donde deben ser auxiliados por la asistencia pública.

Las hordas bárbaras comienzan a hostigar a un Imperio debilitado. La decadencia ha comenzado: en 313 d.C.
Constantino promulgó el edicto de "servicio militar hereditario", signo de las dificultades para mantener un ejército
cada vez más exigido.

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Comienza la desintegración, que a su vez marca el origen de una nueva re-estructuración socio-económica: el
sistema feudal. Roma pasa de un millón a 30.000 habitantes.

6 - El control de los flujos energéticos en las dos guerras mundiales.

En 1911, por iniciativa de W. Churchill, la marina británica, la más poderosa del mundo en ese momento, sustituye
el carbón por el petróleo como combustible. Esto significa la necesidad de garantizar un suministro de petróleo
seguro y constante.

La intervención de Inglaterra en Medio Oriente en 1918 tuvo como resultado el desmembramiento del Imperio
Otomano, con el surgimiento de los actuales países de Irak, Irán, etc. Inglaterra se retira, pero en la zona queda
la British Petroleum.

Las dos guerras mundiales del siglo XX tuvieron entre sus motivaciones principales la competencia por el control
de los flujos del petróleo.

La falta de petróleo condicionó en gran medida la derrota alemana en la primera guerra mundial. Alemania tenía
ricas reservas de carbón, pero no de petróleo.

En 1930, el petróleo era ya la principal fuerza energética en EE.UU. En cambio, en Alemania, el carbón significaba
el 90 % de la energía, de donde extraían un combustible sintético, que no podía competir con el petróleo. Para
1940, Alemania cubre el 46 % de sus necesidades energéticas con carbón.

Sin petróleo, el proyecto expansivo de Hitler era imposible. Por este motivo, Alemania invade Rusia el 22 de junio
de 1941. Pero los rusos hacen volar los pozos y las refinerías del Cáucaso.

Para la finalización de la segunda guerra mundial, los aliados controlan el 86 % de las reservas mundiales de
petróleo.

7 - La factura entrópica de la civilización del petróleo.

La industria petrolera mueve hoy de 2 a 5 billones de dólares anuales, siendo la más importante del mundo. No
sólo comprende yacimientos, oleoductos, barcos, refinerías, fertilizantes, plásticos, medicamentos, transporte, luz
y calefacción. El confort, la sociedad de consumo, la cultura mediática no serían posibles sin este flujo de energía.

La civilización en base a combustibles fósiles ha producido resultados admirables: avances científicos y


tecnológicos, manifestaciones artísticas y culturales, fenómenos inéditos como el cine y la televisión, una red de
transporte y comunicaciones inigualable. El hombre llegó a la luna y explora el universo.

Pero la civilización construida en base a este sistema energético hace ya tiempo que comenzó a pasar la factura
entrópica.

El calentamiento global es quizás el resultado más significativo. La humanidad siempre alteró el medio ambiente,
pero por primera vez en la historia, en menos de un siglo hemos comenzado a modificar la biósfera y la
bioquímica de la tierra.

En 2000 hay 30 % más dióxido de carbono en la atmósfera que en 1750 (comienzo de la era de los combustibles
fósiles), y más de 151 % de metano, responsable del 24 % del calentamiento global. El dióxido de carbono es
responsable del 70 % del calentamiento global.

Estas cifras podrían no parecer preocupantes si las modificaciones fueran graduales. Pero cuando un sistema se
halla cerca del umbral, pequeñas fluctuaciones pueden provocar grandes cambios abruptos. Se producen "efectos
en cascada" , como cuando se deshiela una heladera: al principio caen gotas, pero poco más tarde se desprenden
bloques de hielo.

Por ejemplo, se estima que si la temperatura en Groenlandia aumenta a 20 grados centígrados, el deshielo
progresivo puede hacer subir hasta siete metros el nivel de los mares.

Estos efectos no son circunstanciales: dependen de un modelo civilizatorio que exige grandes flujos de energía. En
términos de Al Gore, los problemas medioambientales tienen su origen en el choque del sistema civilizatorio sobre
los ecosistemas de la tierra.

Además de los problemas ambientales, el proceso entrópico se manifiesta en los enormes costos para mantener el
flujo de energía.

Por ejemplo, sólo el mantenimiento de la infraestructura ya existente de EE.UU. necesitaría una inversión de 1,3
billones de dólares durante cinco años.

El 29 % de los puentes presenta deficiencias estructurales, a lo que debe sumarse deficiencias en aeropuertos,

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escuelas, plantas de agua potable, sistemas de alcantarillado.

Hay que añadir también el costo humano: sólo en las carreteras de EE.UU. mueren 13.800 personas por año.

Pero el sistema energético también necesita invertir cada vez más en equipamiento militar para proteger y
controlar el suministro de petróleo.

Durante la Guerra del Golfo por primera vez EE.UU. comenzó a gastar más dinero en asegurar sus intereses
energéticos en Medio Oriente del que percibía en términos del valor del petróleo importado.

Se estima que EE.UU gastó unos 70.000 millones de dólares en las operaciones y equipamiento militar, más
54.000 millones de dólares que provenían de las contribuciones de los aliados, además del costo de la presencia
militar permanente, de cientos de aviones de guerra patrullando la región, lo que representa un gasto anual que
oscila entre los 30 y los 60.000 millones de dólares.

Según datos de M. Castells, en 1986 el Departamento de Defensa de EE.UU. absorbió el 90 % del presupuesto de
investigación aplicada en ingeniería electrónica, y el 88 % de la investigación en informática, empleó el 30 % de
los matemáticos, el 24 % de los físicos y el 18 % de los ingenieros electrónicos.

Si bien hubo una reducción presupuestaria en 1988, desde 2002 el presupuesto militar de EE.UU. se aumentará
en 400.000 millones de dólares adicionales en cuatro años.

La política de defensa es la política industrial más importante en Estados Unidos, y constituye el núcleo de la
investigación de alta tecnología con fuertes conexiones con universidades líderes y laboratorios de grandes
empresas.

Para costear la actual guerra contra Irak, en la cual se llevan ya gastados más de 100.000 millones de dólares, ya
se solicitaron 70.000 millones de dólares adicionales al Parlamento de los EE. UU.

Se podría argumentar que, dado que el comercio de armas en el mundo representa más de 900.000 millones de
dólares anuales, la industria bélica es sumamente redituable, aún con la destrucción que conlleva. En este sentido,
las armas que mostraron su performance exitosa en una guerra son las más requeridas, por lo que los noticieros
de la CNN se convierten indirectamente en su instrumento de marketing.

Pero una civilización cuya mayor capacidad industrial está dirigida a la guerra y la destrucción demuestra hasta
qué punto está desvinculada de los principios éticos, hasta qué punto la irracionalidad se ha apoderado de los
criterios de productividad, hasta qué punto se enmascara como ganancia la entropía generada.

8 - La etapa de las "ganancias marginales".

Cuando los desórdenes entrópicos se multiplican, crecen a su vez las respuestas tecnoeconómicas para reparar los
daños. Pero estas respuestas generan a su vez un consumo adicional de energía cada vez más fuerte, lo que
genera a su vez más desórdenes, ...etc. ...

Cuando las respuestas a una crisis se suceden en la misma dirección de las causas que generaron la crisis, se
produce un proceso de realimentación (feedback), que agrava los problemas en vez de solucionarlos. (Si no
cambias de dirección... llegarás a donde te diriges [Ricardo Barbetti, ecologista]). En otras palabras, si en vez de
comprender el origen causal, tratamos de incidir meramente sobre las consecuencias de los problemas, si no
cambiamos nuestra perspectiva, se lograrán sólo soluciones transitorias a corto plazo, pero que a largo plazo
agravarán la situación.

El gasto energético genera gastos adicionales para reparar los daños. Se comienza entonces la etapa de las
"ganancias marginales", paso previo a la aceleración de los efectos entrópicos en que los impactos negativos
comienzan a ser irreversibles.

Veamos algunas cifras (cfr. Rifkin, La economía del hidrógeno, pgs. 191 y ss.) :

No sólo el transporte o la electricidad dependen del petróleo. La producción alimentaria depende casi
exclusivamente del petróleo: tractores, petroquímicos, fertilizantes, insecticidas, herbicidas, transporte,
distribución en el mercado, además de envases, publicidad, etc.

La mayor productividad de las cosechas requiere un constante aumento de la cantidad de petróleo consumida en
el proceso, pero en términos entrópicos, el resultado no es tan positivo como parece a simple vista.

En 1910 había 25.000 tractores de gasolina en EE.UU. ; en 1960 ya había 4,7 millones.

El uso de fertilizantes aumentó de 13 millones de toneladas en 1950 a 130 millones de toneladas en 1989. El uso
de pesticidas pasó de 90.000 kilos a 2.900 millones de kg. en el mismo período.

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Puede causar sorpresa advertir que, desde la perspectiva termodinámica, la agricultura moderna es la menos
productiva de la historia.

Rifkin da el ejemplo de una lata de cereales de 270 calorías, cuya producción requiere el consumo de 2.790
calorías gastadas en maquinaria, fertilizantes, pesticidas, sin considerar el transporte y la distribución.

Haciendo una comparación: un campesino tradicional produce 10 calorías por cada caloría gastada. La agricultura
actual, produce 1 caloría por cada 10 calorías gastadas en el proceso: consume más energía, por unidad de
energía producida.

Entre 1943 y 1970 los productores elevaron un 400 % el consumo energético, pero sólo elevaron la producción un
140 %.

Los rendimientos marginales se manifiestan también en el mayor agotamiento del suelo, la contaminación del
agua por nitratos y residuos químicos, pérdida de las bacterias microscópicas, protozoos, lombrices, que son las
encargadas del reciclaje natural del suelo. Esta situación conduce a mayor uso de fertilizantes, pesticidas, etc.,
soluciones transitorias que en definitiva agravan la situación.

Otro efecto entrópico es la concentración económica: sólo los grandes emprendimientos pueden hacer frente a los
enormes costos en maquinarias, tecnologías, petroquímicos, fertilizantes, requeridos en la actual industria agrícola
[1].

Cuando la producción de petróleo toque techo, la humanidad deberá decidir entre invertir gasolina para el
transporte o para la producción de alimentos (un automóvil que consume 4 litros cada 50 km., en 10 km. quema
la cantidad de gasolina necesaria para producir una pieza de pan).

La industria automovilística es una de las que impulsaron el crecimiento de EE.UU: en 1916 había 23.000 coches,
pero ya en 1930, el número creció a 3,4 millones.

Para 1970, la industria del automóvil absorbía el 43 % de la energía de EE.UU.

El Congreso de EE.UU. estipuló un índice de rendimiento por galón de nafta hacia 1985. En la última década una
demanda de autos más grande hizo disparar el consumo de nafta a razón de un 2% por año.

La etapa de las "ganancias marginales" se manifiesta igualmente en el crecimiento de la deuda mundial. Según el
economista Frederic F. Clairmont, entre 1980 y 2003 la deuda pública mundial pasó de 3,6 billones de dólares a
30 billones de dólares, en tanto la deuda financiera interna de las empresas pasó de 53.000 millones de dólares a
7,6 billones de dólares (el 72 % del PBI de EE.UU.). Una de las causas de este aumento ha sido, según Clairmont,
el frenesí de las fusiones y adquisiciones, financiadas con préstamos.

EE.UU. pasó de un superávit fiscal de 127.000 millones de dólares en 2001 a un déficit fiscal de 159.000 millones
de dólares (una caída de alrededor de 300.000 millones de dólares en un año).

También aumentó la deuda en los hogares: el consumidor estadounidense vive a crédito. En 1985 la deuda
privada representaba el 26% del ingreso individual, en 2002, el 40%.

Entre febrero y marzo de 2003, en EE.UU. se perdieron 465.000 puestos de trabajo.

9 - La cosmovisión de la era de los combustibles fósiles.

El calentamiento debido al efecto invernadero es la primera crisis verdaderamente planetaria. Refleja los valores
según los cuales hemos elegido vivir desde la época moderna. Estos valores expresan a su vez las exigencias de
las máquinas: precisión, velocidad, exactitud, calculabilidad.

Deslumbrados por los progresos de las innovaciones técnicas y su aplicación industrial, los pensadores del siglo
XVII concibieron el mundo como una gran máquina, y a Dios como el ingeniero supremo. Más tarde, la misma
idea de Dios es eliminada.

La visión mecanicista invadió rápidamente todos los aspectos de la vida y la sociedad: Descartes concebía a los
animales como máquinas animadas. La naturaleza fue interpretada, en términos de Heidegger, como una gran
"estación de servicio", o, como observa Al Gore, como un gran banco de datos a explotar.

El progreso, a su vez, se concebía como un subproducto del avance técnico-industrial y del crecimiento de capital.

A diferencia de las fuerzas de energía renovables, vinculadas más directamente a los ciclos vitales de la
naturaleza, el carbón y el petróleo son cantidades sin vida. Pueden dividirse y subdividirse.

Los ciclos de nacimiento, vida, muerte y renacimiento de la naturaleza son procesos cualitativos. Las fuentes de
energía renovables estaban ligadas a la vida.

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Los recursos no-renovables representan un depósito fijo, fácilmente cuantificable. Los recursos renovables, en
cambio, son cambiantes y fluyentes. Es difícil someterlos a mediciones exactas, que por otra parte no eran
relevantes en una cultura ligada a la tierra y los ciclos de las estaciones.

El paradigma galileo-newtoniano del mundo mecánico, con sus fórmulas matemáticas, exactas, su énfasis en la
medición y el cálculo, estaba hecho a la medida para dominar eficazmente una base energética de recursos no
renovables.

Disponíamos de "sol almacenado", que podía extraerse de la tierra y manipularse a voluntad.

La humanidad llegó a convencerse de que ya no dependía de la naturaleza, y que podía ordenar, controlar y
explotar el mundo según sus deseos.

El paradigma newtoniano-mecanicista ha creado el espejismo de que el tiempo es un proceso autónomo e


independiente del funcionamiento de la naturaleza, que podemos controlar a voluntad. La verdadera relación
entre la vida y el tiempo quedó eliminada de la conciencia humana. El resultado fue una cuasi-completa
separación del hombre con respecto a la naturaleza. El hombre moderno ya no se concibe como formando parte
de la naturaleza, sino como su "dueño y señor", según la aspiración cartesiana, y destinado a dominarla.

El tiempo perdió su relación con el despliegue natural de las cosas y pasó a ser una medida de la rapidez con que
podíamos aprovechar la energía solar acumulada en las minas de carbón y los yacimientos de petróleo, y de su
transformación por el ritmo mecánico de la industria automatizada.

El tiempo mecánico del reloj, medible, calculable, divisible, suplantó a los ritmos y ciclos naturales. Las mismas
características son atribuibles al espacio, la materia y la sociedad.

Esta concepción del tiempo mecánico era factible de introducirse en el proceso de producción, no así los tiempos
naturales.

Los tiempos mecánicos permiten la división del trabajo, la cronometrización y segmentación de los movimientos
de los obreros hasta la décima de segundo. A fines del siglo XIX Taylor diseña sobre estas bases la administración
empresaria cuantificada, cronometrizada, según los principios de "eficiencia".

Esta visión mecanicista, lineal, reduccionista, va impregnando el concepto de razón, invadida por la obsesión del
cálculo y la eficiencia productiva.

El concepto de productividad tiene en cuenta la velocidad y el ahorro de capital por unidad de producción. Pero no
considera la entropía causada en el proceso. La economía deberá reformular este concepto.

Los tiempos se aceleran en búsqueda de mayor eficiencia, mayor productividad. La aceleración productiva excedió
los ciclos de reciclaje natural, y los problemas ambientales no tardaron en manifestarse.

El paradigma mecanicista resultó irresistible: explicaba cómo funcionaba el mundo, era sencillo, predecible, daba
resultados.

Faltaba extenderlo a la concepción de la vida humana y a la sociedad, y eso se hizo.

Adam Smith concibe a la sociedad y la economía de acuerdo a los principios newtonianos y las leyes del mercado.
Su metáfora de la "mano invisible" incorpora la visión mecanicista al espacio social y económico: así como la
materia se concibe compuesta por átomos en movimiento, y fuerzas regidas por leyes, la sociedad se interpreta
como una suma de átomos: los individuos, movidos por una fuerza: el "egoísmo natural". Según la teoría de la
"mano invisible", los individuos, persiguiendo el interés personal, promueven el beneficio de la sociedad.

La abundancia y el progreso serían la consecuencia de la competencia entre individuos naturalmente ambiciosos.


El único límite reconocido para la ambición individual es el choque con la ambición de otros individuos.

La ética es gradualmente suprimida de la economía, pues se supone que el proceso económico, regido por las
leyes mecánicas de la oferta y la demanda, no necesitaría regulaciones morales.

Se suponía que la política del "laissez faire" - mínima intervención regulativa - en economía, era la clave de la
prosperidad económica, el bienestar y el progreso.

El progreso ilimitado se descontaba en este modelo como algo incuestionable.

Resulta sorprendente que estas ideas, surgidas hace más de trescientos años, aún sigan vigentes. Rifkin ha
observado que "cada vez que un hombre de negocios, un político o un científico habla en público sobre alguna
cuestión importante, es como si su discurso lo hubieran escrito los pensadores del siglo XVII" (pg. 54).

Sin embargo, no sólo se han multiplicado los cuestionamientos teóricos al paradigma mecanicista. La crisis de este

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modelo es hoy evidente, y han surgido alternativas para explicar los fenómenos.

Los métodos derivados del paradigma mecanicista fueron la linealidad, la hiperespecialización, la fragmentación,
que impedían ubicar los problemas en su contexto, establecer las articulaciones entre fenómenos encuadrados en
disciplinas aisladas.

La "visión de túnel" encasilló a los decisores políticos y económicos, a los científicos y a los educadores, incapaces
de poder apreciar la recursividad de los fenómenos, en que cada elemento de un sistema es al mismo tiempo
producto y productor de los demás.

Se aislaban para su estudio los hechos particulares, en vez de analizar los procesos, y se ignoraba la visión
hologramática (holos: totalidad, grama: gráfico), en que cada elemento de un sistema tiene incorporada la
información de la totalidad. De acuerdo con el concepto de holograma, "la parte está en el todo, pero el todo está
presente también en cada parte".

La perspectiva hologramática permite ver cada objeto como una red: este bolígrafo con el que escribo está
compuesto por plástico, un derivado del petróleo, que a su vez me remite a la industria química, tiene un tanque
de metal, que ha sido extraído de una mina, fue transportado en camiones (vinculación con el sistema de
transporte), por una carretera (sistema vial), fue vendido en una librería . . . etc.

El más insignificante objeto es un holograma del sistema al que pertenece. Podemos decir, entonces, que no sólo
cada cosa es lo que es - principio de identidad- , sino que cada cosa es más de lo que es - principio hologramático.

Es así como, de acuerdo al paradigma teórico que adoptemos - el analítico-mecanicista o el complejo-


hologramático -, el planteo y la resolución de los problemas cambiará radicalmente.

A esta alternativa de análisis desde la complejidad, Rifkin ha incorporado la visión de la teoría de la


termodinámica, a la que nos hemos referido, y en especial la segunda ley de entropía (cada vez que la energía
pasa de un estado a otro hay que pagar un precio), que no fue considerada por la teoría newtoniana.

El pensamiento de la complejidad y la visión entrópica cambian fundamentalmente la ubicación, la valoración y


planteos de resolución de los problemas, como también la evaluación de su alcance.

Conducen al intento de incidir sobre las condiciones de los problemas, en vez de actuar meramente sobre las
consecuencias, plantean analizar procesos y no hechos aislados, considerar los problemas como un sistema en
red, en vez de instancias cerradas con "efectos secundarios" o "colaterales". No hay "efectos secundarios" para la
visión hologramática o la perspectiva entrópica. Los llamados "efectos secundarios" son en verdad bien
"primarios", inherentes al sistema que los produce.

La civilización en base al petróleo ha logrado éxitos enormes, pero el costo que estamos pagando es abrumador.

Pero ya no se trata de una elección deliberada. Los estudios geológicos anuncian en un plazo históricamente muy
breve ( de 10 a 20 años) el momento en que la producción de petróleo tocará techo. Luego, habrá unas décadas
en que aún habrá petróleo de esquisto, petróleos asfálticos y otras fuentes no-renovables de energía. Pero su
costo será cada vez mayor.

Se impone, por consiguiente, pensar en alternativas viables para remontar esta etapa civilizatoria que, en forma
inevitable, está culminando.

10 - Buscando alternativas

Consideremos las distintas direcciones que se abren para remontar esta crisis civilizatoria.

1 - En primer lugar, habría que situar a quienes aún no han tomado conciencia de la gravedad de esta situación.
Con asombro, constatamos que en este nivel se sitúa la casi totalidad de los principales decisores políticos,
económicos y tecnológicos. La teoría económica no registra el problema.

Los políticos desconocen o soslayan la información, y proyectan el futuro como si las energías no-renovables
fueran ilimitadas.

Esto es preocupante, porque no se tomarán a tiempo los recaudos necesarios para realizar un tránsito ordenado
hacia un nuevo paradigma energético.

2 - En segundo lugar, encontramos a los que, tomando una parcial conciencia de la situación, proponen una
mayor eficiencia en los transformadores de energía de la era del petróleo: sistemas de iluminación de menos
consumo eléctrico, combustibles más eficientes, motores que ahorren más energía. Esta respuesta es necesaria,
pero no suficiente.

3 - También están quienes, tomando conciencia no sólo del próximo agotamiento del petróleo, sino de su efecto

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contaminante, promueven el uso de energías alternativas renovables (energías solar, eólica, hidráulica y
recientemente, de hidrógeno).

También se propone el reciclaje. Esta alternativa toma una conciencia mayor del problema que las anteriores,
pero, en general, no profundiza sobre todas las implicaciones de este cambio.

La mayoría de las personas creen que la nueva era en base a las energías renovables será igual a la actual, sólo
que más limpia. Nada más alejado de la realidad.

En primer lugar, las tecnologías a base de energías alternativas son en gran medida parásitas de las energías no
renovables. Los paneles solares, los molinos eólicos, se producen en las fábricas a base de petróleo. El hidrógeno,
energía con la que General Motors lanzó ya un primer automóvil experimental, se extrae todavía del petróleo
(aunque hay otras formas de obtenerlo, pero más caras). Por otra parte, no se encuentra en estado puro, y
requiere energía eléctrica para su separación y almacenamiento.

En segundo lugar, las energías renovables son difusas, no centralizadas, no aptas para economías de escala. La
infraestructura económica, industrial y tecnológica actual es altamente centralizada, a escalas gigantescas.
Pensemos en un solo ejemplo: el edificio Sears, de Chicago, consume diariamente tanta energía como una ciudad
de 140.000 habitantes.

Estados Unidos, con el 5% de la población mundial consume el 30% de la energía del planeta. No es posible
mantener un flujo de energía tan impresionante sobre la base de energías renovables. El mundo deberá ser más
austero.

En tercer lugar, si bien es necesario ir incorporando cada vez más sistemas en base a energía no renovable, y
fomentar el reciclaje, hay que tener en cuenta que también el reciclaje requiere un gasto adicional de energía para
la recolección, transporte y tratamiento de los residuos, lo que necesariamente genera más entropía. Actualmente
la eficiencia del reciclaje es de un 30 % para la mayoría de los metales de uso corriente.

Rifkin considera que muchos promotores de las energías alternativas poseen todavía una mentalidad anclada en el
paradigma de la era del petróleo.

4 - Hay que comenzar a tomar conciencia acerca de que, aunque es necesario ahorrar energía, reemplazar
paulatinamente las energías no renovables por energías renovables, estas medidas en sí mismas no son
suficientes, si no modificamos nuestra visión del mundo, nuestra percepción de los problemas y de sus verdaderos
alcances.

Aún siendo sumamente importante un recambio del sistema energético, lo más urgente es un cambio radical de
nuestro sistema de valores.

Como afirma Al Gore, "para responder enérgicamente a una crisis se requiere un profundo replanteo de las ideas".

a - Es necesario re-definir el concepto de progreso, que debe medir no solamente los parámetros
tecnoeconómicos, sino también los índices de salud, educación, armonía social, equidad y justicia.

El ideal de progreso ilimitado deberá ser reemplazado por una conciencia de la necesidad de límites, tanto en las
proyecciones tecno-económicas como en las metas humanas. No todo lo técnicamente posible es humanamente
deseable. Los límites se refieren no sólo a las reservas naturales, sino también al consumo desmedido, el cultivo
de las necesidades y el despilfarro de recursos.

b - Esto significa también profundizar en el concepto de libertad. Hay un falso concepto, muy difundido, y que
hasta se enseña en las escuelas, que define la libertad como la posibilidad de actuar como se quiera. El único
límite sería el choque con la libertad de los demás. Este concepto define la libertad humana en términos de los
mecanismos competitivos del mercado.

No sólo hay que vincular la libertad con la responsabilidad individual y social, sino también con la nueva conciencia
de la necesidad de límites.

c - Es necesaria una re-formulación de la ética. Actualmente hay una grave confusión de la ética con las
regulaciones meramente legales, que conduce a una banalización de los principios éticos.

Podemos distinguir tres dimensiones en la formulación de los criterios de eticidad:

La ética de la intención, nos hace responsables por nuestras acciones concientes y deliberadas. Este encuadre
está implícito en nuestro sistema jurídico.

La ética de la responsabilidad nos pide hacernos cargo de las consecuencias negativas de nuestros actos, aún si
no tuvimos la intención de que se produzcan.

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Ambas éticas vinculan nuestra responsabilidad primordialmente con referencia a acciones ya realizadas.

A estos encuadres podemos agregar la ética de la precaución, que nos pide prudencia con respecto a avances
tecnológicos cuyas consecuencias son inciertas, y cuyos efectos a largo plazo son difíciles de evaluar.

El principio de precaución admite la complejidad de la realidad, de los efectos de la praxis tecno-científica y de las
bifurcaciones de las acciones humanas. Implica un llamado a nuestra prudencia, a la responsabilidad sobre el
futuro.

Se trata de tomar conciencia de los límites de nuestra condición humana.

d - es también urgente superar la racionalidad reduccionista y lineal por una razón que abarque la complejidad,
capaz de cambiar los análisis hipersimplificantes que aíslan los fenómenos, por una mirada abarcadora de los
procesos y las redes, y la interrelación de todos los sectores del universo.

e - Será necesario elaborar una nueva antropología, en que el hombre no se considere dueño, sino parte de la
naturaleza, superar el individualismo extremo por una conciencia del "nosotros" y del destino común de la
humanidad.

f - Todas estas re-formulaciones deberían canalizar en un re-planteo de la educación, que deberá estar enfocada
con más énfasis en la formación que en la información.

Estos criterios no configuran un programa ni son exhaustivos. Simplemente, muestran que las transformaciones
que se avecinan no se limitarán a un recambio energético y tecnológico. Implican cambios muy profundos, que
modificarán totalmente nuestra manera de percibir el mundo, la sociedad, la economía y la política.

La transición a la era de energías renovables significará una tarea monumental de re-planteos para toda la
civilización.

Esta transición no será fácil. Los paradigmas poseen una gran inercia, lo que significa que se tiende a plantear y
resolver los problemas según los criterios y valores en vigencia.

Pero la humanidad sólo tiene dos opciones: tomar conciencia de la urgencia de los cambios, y hacer algo al
respecto, o ser tomada de improviso, cuando el margen para reaccionar sea ya muy reducido.

Bibliografía

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Gore, Al, La tierra en juego. Barcelona : EMECE, 1993.
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Biblos, 2000.Regnasco, M. J., Crítica de la razón expansiva. Bs. As. : Biblos, 1995.
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Toffler, A., La tercera ola. Barcelona : Plaza & Janés, 1992.
Artículos periodísticos
Aliscioni, C., El petróleo, objetivo clave, aunque no la única razón, en Clarín, 23/3/2003.
Clairmont, F., Una deuda que amenaza al imperio, en Le Monde diplomatique, abril 2003.
Morin, E., ¿Estamos en un Titanic Planetario? , en La Nación, 1/9/2002.
Restivo, N., Las reservas del fluido y sus dueños, en Clarín, 23/3/2003.

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[1] Podría argumentarse que sólo con una agricultura intensiva es posible alimentar a una población mundial en
creciente aumento. Pero también es verdad que las economías de escala necesitan una población masiva para
consumir su producción. Leemos en el diario Clarín, (12/10/01) (Fuente: Financial Times): "La población crece
poco y complica a la economía"..."Los economistas se preocupan porque la población mundial no crezca a una
velocidad suficiente para consumir todo lo que se produce."...

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