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bien primario
exportable
Economía
Argentina
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El período de progreso (1880- 1914) y los años entre las dos
guerras (1914- 1945)
El Período del Progreso (1880- 1914).
Crecimiento Económico y la teoría del bien primario exportable.
Desde una perspectiva de largo plazo, se puede destacar que la Batalla de Caseros enfrentó a
dos grupos antagónicos con concepciones diferentes respecto al modelo de país que se
deseaba: el liderado por Rosas, que consideraba que la economía debía basarse
exclusivamente en la actividad ganadera y el dirigido ideológicamente por Alberdi, que
pretendía el desarrollo económico pleno del capitalismo a través del comercio, la industria y
la inmigración de capital y mano de obra.
Se puede concluir, de este modo, que el triunfo de Caseros es el triunfo de las ideas
modernas sobre la organización política, económica y social del país.
Con la Constitución de 1853 se crean las bases para el desarrollo de la economía argentina y
su posterior integración a la división internacional del trabajo. Se produce la unidad del
mercado interno y se reglamenta el libre tránsito terrestre y fluvial.
El Código Civil asegura una serie de condiciones que posibilitan la incorporación de las tierras a la
producción destinada a satisfacer las necesidades del mercado interno y externo y sienta las bases
jurídicas para el desarrollo del capitalismo en Argentina.
A partir de 1880 Argentina se incorpora plenamente a la división internacional del trabajo como
país periférico productor de materias primas, abasteciendo las necesidades crecientes de los
países centros, en especial de Inglaterra.
La designación de Buenos Aires como capital del país y la fundación de la ciudad de La Plata como
capital de la provincia bonaerense en 1881 sentaron las condiciones institucionales para que
durante 50 años la República Argentina experimentara un sostenido desarrollo.
El producto bruto de la economía, entre 1900 y 1928 creció á una tasa del 5 % anual
acumulativa; la población pasó de 1.737.000 habitantes en 1869 a 11.600.000 en 1929,
creciendo a una tasa del 3,2 % anual acumulativa. El capital fijo existente tuvo una expansión
vigorosa pasando de 44.606 millones de pesos en el quinquenio 1900 - 1904 a 140.280
millones de pesos en 1925 - 1929.
Las causas que provocaron esta modificación fundamental en la estructura económica argentina
durante este período fueron:
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2- La inmigración de mano de obra cuyo origen principal fue España e Italia y la inmigración
de capitales que provinieron fundamentalmente de Gran Bretaña.
3- La incorporación de las tierras de la pampa húmeda para su explotación con una estructura
de tenencia de la tierra que trajo aparejada una definida estructura social en el sector agropecuario.
4- La definitiva organización del país con la federalización de la ciudad de Buenos Aires y la
unificación de la moneda en 1880.
Argentina se desarrolla económicamente en este período en estrecha dependencia con los países
europeos, en especial con Inglaterra, cumpliendo el papel de país productor de materias primas.
Todos los factores apuntados fueron fundamentales para que nuestro país se incorporara
definitivamente a la división internacional del trabajo. Pero diversos hechos de tipo institucional
jugaron también un rol importante.
La definitiva organización nacional, producto de la federalización de Buenos Aires y de la creación
de la ciudad de La Plata como capital de la provincia de Buenos Aires, permitió una estabilidad
institucional que aseguraba el beneficio de los capitales invertidos y que posibilitaba la inmigración
de mano de obra.
Otro de los factores institucionales que obraron a favor del rápido desarrollo económico durante esta
época fue la unificación de la moneda. Antes de 1880 en el interior del país circulaban monedas
chilenas, peruanas, bolivianas, además de monedas de tipo provincial y nacional, que provocaban
un inconveniente en las transacciones entre las provincias y la capital del país. En 1881 se prohibió
la circulación de monedas extranjeras con el objetivo de que circulara una moneda nacional. A
fines de 1883, Argentina tuvo un sistema monetario practicable que permitió la definitiva unificación
del mercado interno sin trabas de ningún tipo.
En el período que transcurre desde 1880 a 1930 también la demanda externa fue la variable más
significativa en la explicación del crecimiento de la economía Argentina.
A fines del Siglo XIX la demanda por productos agropecuarios experimentó una notable expansión
cuantitativa, modificándose además la composición de las exportaciones; el trigo, el maíz y el lino
comienzan a adquirir gran importancia. Los cambios tecnológicos que se producen en los medios
de transporte posibilitaron que Argentina pudiera ubicar en el mercado inglés, en una primera etapa,
carne congelada y en una segunda etapa carne enfriada.
Durante el decenio 1900-1910 se produjo una notable expansión en los precios de los productos
agropecuarios en los mercados europeos, lo que trajo un mayor beneficio al comercio de
exportación.
Argentina, entre 1900 y 1914 fue beneficiada con un significativo incremento en los precios de los
productos agropecuarios, el índice de precios de exportaciones generales creció en un 38% durante
ese período, el precio de las exportaciones de granos creció en un 34% y el índice de productos
pecuarios creció, con altibajos un 40% hasta 1914.
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Cuadro 1
El precio de los bienes exportados no era fijado por los productores domésticos sino que dependían
exclusivamente del mercado europeo. Argentina era “tomador de precios” debido a que no podía
controlar el precio de los productos exportados.
La demanda externa dependía de las fluctuaciones de las economías de los países europeos: en
épocas de auge se producían una fuerte demanda de productos agropecuarios que provocaba un
incremento en la producción y en las exportaciones de nuestro país, implicando un incremento en
el ingreso nacional. El proceso se revertía cuando se producía una crisis en los países centros, la
cual traía aparejada una contracción en la demanda de productos agropecuarios que a su vez
ocasionaba una disminución en las exportaciones y la consiguiente caída en el ingreso nacional.
Las dos variables más relevantes del crecimiento del país:
No podían ser manejadas por las autoridades nacionales, haciendo la economía interna vulnerable
al mercado mundial.
Cuadro 2
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Composición del valor de las exportaciones argentinas
Valores expresados en %
Productos 1899 1910 1919
1. Pecuarios 62 43 53
Animales Vivos 5 1 1
Carnes 3 10 24
Cueros 13 11 9
Lanas 39 16 14
Otros 2 5 5
2. Agrícola 35 53 42
Cereales y Lino 32 50 39
Otros 3 3 3
3. Otros No Agrícolas 3 4 5
Las carnes comienzan a tener una participación importante dentro del total de exportaciones desde
1899, según se puede observar en el cuadro anterior.
También a principios del Siglo XX, la agricultura comienza a destacarse como actividad destinada
a satisfacer la demanda externa de productos. El gran auge de la agricultura se desarrolla a partir
de la crisis ganadera de 1920. Este cambio de la ganadería por la agricultura también afectó el uso
del suelo, aumentando las tierras dedicadas a la agricultura en desmedro de las destinadas al
ganado bovino.
Argentina, entre 1900 y 1914 fue beneficiada con un significativo incremento en los precios de los
productos agropecuarios según se pudo apreciar en el cuadro 1. El índice de precios de
exportaciones generales creció en un 38% durante ese período, el precio de las exportaciones de
granos creció un 34% y el índice de productos pecuarios creció un 40% hasta 1914.
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El notable crecimiento que se produjo entre 1880 y 1914 se basó en la incorporación de factores de
la producción: tierra, capital y trabajo, y en una magnitud menor también se basó en el aumento de
la productividad de los factores.
El ferrocarril y la navegación a vapor acercaron mercados distantes, lo cual hizo que fuera redituable
poner en producción tierras fértiles hasta ese entonces no explotadas. Pero la utilización de las
tierras fue posible por la incorporación de trabajo y capital, de los que el país sólo contaba en
medidas muy escasas; sus rendimientos debían ser más altos que en los países más avanzados,
lo que explicaría su desplazamiento. Pero ese desplazamiento, a su vez, dependía de que los costos
de transporte o institucionales no fueran más altos que los diferenciales de rendimientos.
El traslado de capital o trabajo de una región a otra se hace con la idea de obtener una remuneración
más alta (debida a su mayor productividad por la escasez relativa del recurso); pero ésta debe
deducirse de los costos de transporte y de otros que llamamos institucionales, de los cuales el más
importante es el que puede imponer el Estado.
Esto explica porqué el desplazamiento de capital y trabajo, desde países europeos donde eran
abundantes hacia la argentina donde eran escasos, se produjo recién cuando se dieron
circunstancias históricas que permitieron que descendieran notablemente los costos de transporte,
pero también gracias a que, tras la organización nacional, se crearon instituciones que garantizaron
que la remuneración de los factores provenientes de su productividad no fuera reducida
arbitrariamente.
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Un régimen fiscal basado en impuestos tributarios conocidos que gravaba el consumo (impuesto a
las importaciones), el ordenamiento de la deuda (la relación deuda recaudación), que mostraba la
posibilidad de pagarla con la recaudación corriente, y las instituciones monetarias que aseguraban
la estabilidad de la moneda y que el gobierno no pudiera monetizar su déficit; permitieron un flujo
continuo de capital y trabajo con la seguridad de que sus remuneraciones se acercarían a sus
productividad marginal, y dado que esta era mayor en Argentina que en los países más viejos fue
la causa de ese desplazamiento que aumentó la cantidad de factores y crecimiento.
En el período entre 1875 y 1912, la agricultura y la industria fueron las causantes de la mayor parte
del crecimiento, seguidas por la construcción. La agricultura sufrió fluctuaciones debido a las
condiciones climáticas, y la construcción fluctuó aún más profundamente: hasta 1913 creció un 6,4%
anual y el transporte un 10% anual. La mayor parte de este crecimiento se debió a las inversiones.
Casi todo el desarrollo de infraestructura, incluyendo construcción pública y privada, se llevó a cabo
durante las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX. El ritmo de crecimiento del
comercio, se produjo a partir del aumento de la actividad en el resto de la economía.
La producción ganadera experimentó un índice de crecimiento del 2,9%. En 1885, el valor agregado
del ganado representó un 11% del total, y en 1914 alcanzó el 15%.
Las exportaciones constituyeron el motor de crecimiento: durante el período 1901-1913 el PBI1
creció prácticamente a las mismas tasas que las exportaciones, o sea, cerca del 5,7% anual. A su
vez el motor del crecimiento tuvo que ser apoyado por otros bienes y servicios y alimentado por la
incorporación al proceso de tierra, mano de obra y capital.
El crecimiento de la economía argentina fue más elevado que el de Australia, EEUU, Canadá y la
mayoría de los países europeos. Antes de la primera guerra mundial el PBI per cápita creció a un
promedio de 6,5 – 6,6% anual mientras que para el mismo período Australia, Canadá y EEUU
crecieron a un 3,5 y 4% anual.
Este mayor crecimiento argentino respecto a los otros países, se debió a la mayor capacidad de
adaptación de las exportaciones argentinas. Durante 1875-79 las exportaciones argentinas estaban
constituidas fundamentalmente por lanas, cueros y carne salada.
En 1890-1904 el maíz y el lino habían adquirido tanta importancia como los cueros y en 19101914
las exportaciones de carne congelada eran tan importantes como las lanas.
Sin bien la fuerte expansión de la demanda externa por los productos exportables nacionales fue
el factor dinámico que determinó el crecimiento del ingreso nacional en el período 1880- 1930, fue
necesario que se dieran una serie de condiciones para que fuese posible el vigoroso crecimiento de
la producción agropecuaria.
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infraestructura y norteamericanos a partir de 1910 y la inmigración de población de origen rural,
proveniente de Italia y España, fueron los factores que posibilitaron que el país respondiera con
su producción y sus exportaciones a la creciente demanda de productos agropecuarios en los
mercados europeos.
Hasta fines de la década de 1810 la Pampa Húmeda era una zona desértica sin población, destinada
especialmente a la explotación del ganado ovino y bovino. La falta de mano de obra por un lado y
la carencia de medios de transporte por otro, impedían colocar los productos a precios competitivos
en el puerto o en el mercado interno, trabando la expansión de la producción.
Tierra
A fines del siglo XIX hubo un continuo aumento de tierras que se pusieron en explotación. No sólo
los 400.000 Km2 de la zona pampeana incorporadas durante las campañas al desierto entre los
años 1876 – 1890 que se destinaron principalmente a la ganadería; también se trató de tierras que
al ser alcanzadas por el ferrocarril, se beneficiaban con la baja de costos que esto significaba y
pudieron destinarlas a cultivos agrícolas.
Esto implicó un cambio en el uso de la tierra que aumentó su ingreso por hectárea, lo que le otorgó
un mayor valor.
La baja población y el gran volumen de las tierras hicieron que su precio fuera por mucho tiempo,
relativamente bajo. Recién comenzó a subir en el segundo quinquenio de los ochenta, como
resultado de un proceso inflacionario que se revirtió en los noventa.
Mientras que el primer movimiento de fronteras permitió la puesta en explotación de las tierras, el
segundo produjo un cambio en su utilización y fue consecuencia de la baja de los costos de
transportes marítimo y terrestre.
El acercamiento en términos de costos de las tierras americanas a los mercados europeos, resultó
de un cambio en la tecnología de transportes marítimos y ferroviario que lo hizo posible porque
bajaron los fletes marítimos y los ferrocarriles acercaron la producción de zonas interiores a los
puertos (que a un costo mayor no eran explotables).
Esto requirió una inversión en infraestructura mayor al ahorro que podía generar nuestro país y fue
provista por los países extranjeros, principalmente Inglaterra y EEUU.
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En el segundo quinquenio de los ochenta hubo un fuerte incremento de las exportaciones agrícolas.
Sin embargo, el desarrollo de la agricultura no alcanzó salvo en algunos años la magnitud de la
ganadería.
Los años noventa fueron en cambio de una fuerte expansión agrícola. Aumentaron las áreas
cultivadas con cereales alcanzando notoriedad el trigo y el lino en menor medida. Las exportaciones
de trigo subieron de 328.000 toneladas en 1890 a 1.930.000 en 1900.
A mitad de la década de los noventa, el área dedicada a la agricultura por provincia era la siguiente:
Santa Fe: - - - - - - - - 1.684.937 hectáreas.
Buenos Aires: - - - - - 1.395.129 hectáreas.
Córdoba : - - - - - - - - 660.125 hectáreas
Entre Ríos: - - - - - - - 430.593 hectáreas
Una de las características de la expansión agrícola fue que ocurrió en un período de precios
declinantes. La inconvertibilidad del peso papel se tradujo en su depreciación en relación al oro y
otras monedas extranjeras, que disminuyó los ingresos reales de los productores sobre todo dado
que los precios internacionales no subieron tanto como se devaluó la moneda cotizada en oro, en
particular en el período 1891- 1892.
Entre 1888 y 1895 se agregaron más de 2 millones de hectáreas a los cultivos agrícolas, y la
extensión de la superficie cultivada aumentó un 98%. Entre 1888 y 1895, la escala de explotación
de los establecimientos agrícolas disminuyó sensiblemente, convirtiéndose más intensivos en el uso
del trabajo, coincidiendo con un elevado porcentaje de explotaciones trabajadas por su propietario.
En este período, se produjo también un cambio en la tendencia de los precios, iniciándose una
tendencia alcista. El trigo subió de 2,73 Pesos Oro en 1900- 1901; a 4,19 Pesos Oro en 19081909,
incrementándose un 82% en 7 años.
Estos aspectos influyeron en el fuerte aumento del ingreso agrícola, que entre 1900 y 1907 subió
en promedio un 205%. Este aumento en la rentabilidad de las explotaciones agrícolas incidió
durante esos mismos años (1903- 1908), en el fuerte aumento de los precios de la tierra.
El otro hecho característico de la década fuel el incremento de las exportaciones de carne,
especialmente la de carne congelada, resultante del cambio tecnológico y de un uso más intensivo
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del capital, y no de un aumento en la producción (faena), o de las existencias. Las existencias
vacunas sólo aumentaron ligeramente, pero se dio un cambio sustancial en la calidad y por lo tanto
en los valores de las existencias ganaderas. Al mantenerse estable los precios de los bovinos de
exportación, lo que ocurrió es que se produjo un cambio en la composición de los activos, de unos
de menor valor, a otros de valor mayor, cambio para el que se necesitó un inversión en bienes de
capital, pasturas permanentes que permitieron obtener una rentabilidad más alta de los activos ya
existentes.
Las exportaciones de carne subieron de 25.000 toneladas en 1900 a 145 mil en 1910. La mayor
rentabilidad del negocio ganadero y la explotación agropecuaria combinando agricultura y ganadería
debió de haber pesado sobre la demanda de activos de tierra y por lo tanto en el aumento de sus
precios.
Capital
La mayor inversión de capital se hizo en obras de infraestructura, ferrocarriles, puertos, etcétera,
que posibilitaron la puesta en explotación de las tierras pampeanas.
1857 = 10 Kilómetros.
1887 = 6.700 Kilómetros.
1900 = 16.600 Kilómetros.
1914 = 33.500 Kilómetros 1930
= 38.634 Kilómetros.
La estructura de las líneas férreas se asemejaba a un abanico cuyo punto de partida era el puerto
de Buenos Aires: todas las líneas que cruzaban la pampa húmeda y el resto del país convergían a
la principal salida de los productos al exterior.
Algunas inversiones inglesas en los ferrocarriles estaban garantizadas por el Gobierno Nacional con
un porcentaje determinado sobre la inversión que oscilaba en algunos casos entre el 6% y el 8%
anual: además, se solían entregar las tierras colindantes a las líneas férreas en concepto de
garantía. A partir de 1880, los beneficios de los ferrocarriles fueron cuantiosos debido al gran auge
de las cargas de cereales y productos pecuarios.
El ferrocarril amplió el área de mercado de los productos debido a que provocó una disminución en
los costos medios totales de transporte, posibilitando el tráfico de los productos agropecuarios hacia
los puertos, haciéndolos comercializables en el mercado internacional.
Así como el ferrocarril permitió que la producción interna se expandiera en forma vigorosa para
satisfacer la demanda creciente de productos agropecuarios en los mercados europeos, también
posibilitó que los bienes importados, especialmente ingleses, afectaran la industria artesanal del
interior del país, dado que los productos elaborados en el interior no podían competir ni en calidad
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ni en precio con los fabricados en serie en los países europeos. Se produce por lo tanto, un deterioro
de las economías regionales del interior con la llegada del ferrocarril. De todas maneras estas
economías regionales pudieron revertir esta situación con una expansión de actividades primarias
regionales.
El ferrocarril, al consolidar la unión del mercado interno argentino, determinó que el interior pasara
a depender económicamente de un polo de desarrollo que fue el litoral en especial Capital federal
y el Gran Bs. As. Toda esa zona creció vertiginosamente durante el período: Capital Federal pasa
de 187.000 Habitantes en 1869 a 663.000 en 1895 y alcanza 1.576.000 en 1914.
Paralelamente a las inversiones ferroviarias financiadas por los capitales ingleses, el destino de los
fondos recaudados por el gobierno nacional a través de los empréstitos extranjeros fue asignado a
la creación de la infraestructura económica: puentes, caminos, comunicaciones, que posibilitaron
un mejor proceso de comercialización de los productos agropecuarios.
A partir de 1887 comienzan las radicaciones de inversiones directas en frigoríficos por parte de los
ingleses y en 1907 se produce el desembarco de capitales norteamericanos en el sector de carnes.
En la década de 1880 las inversiones crecieron a un ritmo vertiginoso alcanzando las de origen
inglés, en el año 1889, el 50% de las inversiones totales realizadas por ese país fuera del Reino
Unido.
Con la crisis de Baring, en 1890, el ritmo de los préstamos extranjeros y las inversiones directas
disminuye en forma significativa, recuperándose la economía a principios del Siglo XX.
Las principales inversiones externas se dirigían a empréstitos emitidos en el mercado de Londres
por el Gobierno Nacional y algunos gobiernos provinciales, luego le seguían las inversiones en
ferrocarriles, en bancos y en servicios públicos.
Este esquema de dependencia del mercado de capital inglés duró hasta iniciada la Primera Guerra
Mundial. A partir de entonces, Gran Bretaña suspendió los préstamos masivos a nuestro país y
EEUU comenzó a aparecer como el principal acreedor, situación que se consolidará con el tiempo.
Las inversiones norteamericanas en el período tienen naturaleza distinta en relación a las británicas:
se trataba de préstamos para financiar o refinanciar la deuda inglesa y de inversiones directas en
sectores productivos que proporcionaban una alta rentabilidad. Las ramas en las cuales se
radicaron los capitales norteamericanos fueron: los frigoríficos, las plantas de embalaje de
automotores y la industria de bienes de consumo. De tal manera, que a partir de la Primera Guerra
Mundial la dependencia económica de Argentina respecto a Inglaterra comienza a desintegrarse,
pasando a depender del capital norteamericano.
Podemos señalar que el capital extranjero cumplió un papel significativo en el desarrollo económico
argentino durante este período, creando la infraestructura económica (Ferrocarriles,
comunicaciones, puertos, etc.) necesaria para posibilitar que la Argentina se integrara a la división
internacional del trabajo como país productor de bienes agropecuarios.
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El capital extranjero jugó un papel muy importante en la fuente de financiamiento del proceso de
acumulación del capital en este período 1880- 1930. Una economía para poder iniciar un fuerte
proceso de crecimiento de acumulación debe financiarlo con el ahorro interno o el ahorro externo o
resto del mundo. En el caso argentino el ahorro del resto del mundo tuvo una importante
participación en el financiamiento de la inversión a través de un elevado nivel de importaciones de
bienes de capital que excedían en numerosos períodos las exportaciones, generando un importante
saldo negativo en la cuenta corriente.
Trabajo
La incorporación de otro factor que alcanzó una magnitud extraordinaria fue la del trabajo. La
escasez de mano de obra en la región pampeana fue solucionada por la inmigración proveniente
de Italia y España. No sólo se produjo un aumento de la población debido a la inmigración sino un
incremento en su tasa de crecimiento y en su distribución regional con un desplazamiento desde el
Centro y Noroeste hacia el Litoral.
El saldo inmigratorio neto entre 1871 y 1914 fue de 4.100.000 habitantes, de los cuales un 90% se
radicó en la Pampa Húmeda. La población de esta región pasó de 600.000 habitantes en 1869 a
1.300.000 habitantes en 1875, alcanzando 1.900.000 habitantes en 1914. El período de mayor auge
se dio entre 1906 y 1910 donde el saldo de inmigración neta fue de 844.000 personas, siendo muy
destacado el flujo migratorio del período 1886-1890 con un saldo neto de 757.000 personas.
Como consecuencia del proceso de acumulación de capital, durante varios siglos Inglaterra
experimentó un crecimiento económico sostenido, alcanzando la máxima rentabilidad en todos los
sectores a mediados del Siglo XIX. La saturación de la tasa de rentabilidad del capital motivó a los
inversionistas a que buscaran un rendimiento más elevado de sus capitales en los países
periféricos.
El ingreso de capitales debido al incremento en los precios de los productos agropecuarios, permitió
que las exportaciones argentinas aumentaran en forma significativa provocando un incremento en
el ingreso nacional. Este auge económico inducía a personas de baja posición económica de Europa
a emigrar a nuestro país en busca de mejores condiciones de vida. Es decir, siempre el flujo de
capitales durante el período considerado fue acompañado por una inmigración sostenida de mano
de obra. La importante diferencial de salario real entre Europa y Argentina inducía este fuerte
proceso de inmigración. Aunque las diferencias de salario no fueran tan importantes entre ciudades
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de Europa y la zona rural Argentina, el bajo costo de los alimentos hacía atractivo por un mayor
salario real (expresado en alimentos) comparativamente con la zona de origen de los inmigrantes.
El proceso se revertía cuando por cualquier fenómeno coyuntural había una disminución en el precio
de los productos exportados. La depresión de los precios provocaba una disminución en la
rentabilidad en este tipo de industrias y el flujo de capitales de los países centros a los países
periféricos se desaceleraba o invertía su signo, provocando una disminución en las exportaciones
y por consiguiente en el ingreso nacional, lo que exigía a numerosos inmigrantes a regresar a sus
países de origen.
No solamente el aumento o la disminución en los precios de los productos de exportación eran las
causas que provocaban una expansión o contracción en el nivel de actividad económica interna;
también las crisis que se producían en los países del centro se traducían en crisis en los países
periféricos. Una disminución en el ingreso nacional en los países centros provocaba una contracción
en la demanda de productos agropecuarios. Esto traía aparejado una disminución en las
exportaciones nacionales, una disminución en el ingreso nacional y una pérdida en la capacidad
importadora del país.
El rendimiento de Capitales
Los capitales de desplazan desde donde son abundantes y tienen rendimientos más bajos hacia
donde son escasos y tienen rendimientos más altos.
La tasa de interés, medida como el rendimiento de los títulos argentinos, fue más elevada respecto
al de los Bonos Consolidados del Tesoro Británico. Parte de esa diferencia corresponde a una prima
de riesgo, que se fija según la evaluación que hagan los inversores acerca de los factores
institucionales que pueden perjudicarlos, impidiendo obtener la ganancia que tendría un mercado
donde ésta correspondiera a la productividad del factor.
Cuando la prima por riesgo es demasiada alta se produce un efecto distinto al esperado, a pesar
que los mayores rendimientos debieran atraer capitales, ocurre lo contrario, el alto riesgo desalienta
la inversión y sólo queda aquella que está dispuesta a asumir el riesgo a un cierto precio.
La prima de riesgo se estima como la diferencia entre los rendimientos de la deuda pública en un
país donde no se percibe la posibilidad de confiscación o algún tipo de incumplimiento que baje la
rentabilidad de capital, y aquél en que la percepción es en diferente s grados más negativa. La prima
de riesgo mantuvo muy elevadas tasas de interés en el país, y fue la causa de la gran escasez de
capitales durante gran parte del siglo XIX. Durante la primera mitad del siglo XIX los ahorros se
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atesoraban, no se colocaban en el mercado; cuando en la segunda mitad comienzan los períodos
de estabilidad se produce un aumento en los ahorros.
Las circunstancias que contribuyeron a cambiar las expectativas de los capitales fueron
generándose a partir de la sanción de la Constitución que decidió la asignación de jurisdicciones
tributarias entre la Nación y las provincias.
La Constitución y el acuerdo con Baring de la deuda externa en Buenos Aires en 1857, la fundación
del Banco Provincia con un régimen bimonetario; el definitivo arreglo fiscal entre Nación y provincias
de 1862, con la cesión de la Aduana de Buenos Aires a la Nación; la ley de conversión de Buenos
Aires de 1863, el arreglo de la deudas flotantes y la formación de un fondo de amortización fueron
creaciones institucionales que modificaron las expectativas sobre la capacidad del gobierno de
cumplir con sus obligaciones y que no se vería en la necesidad de recurrir a confiscaciones
explícitas o veladas.
En síntesis, podemos decir que las causas que motivaron la inmigración de recursos productivos a
la Argentina fueron:
1. La disminución de la tasa de rentabilidad en los países centros que exigió a los inversionistas
europeos a buscar mejores oportunidades de inversión en los países exportadores de materias
primas.
2. El auge económico provocado por la expansión de las exportaciones con un efecto
multiplicador sobre el ingreso, inducía la inmigración de personas a la Argentina.
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harineros y la industria del azúcar orientada al mercado interno y, cuando se presentaban
condiciones favorables, al mercado internacional.
• La industria harinera comenzó a desarrollarse con el cultivo del trigo en la pampa húmeda;
posibilitando un desplazamiento de los molinos regionales a los centros urbanos para aprovechar
las economías de escala. El auge de la producción de harina a fines del siglo XIX, permitió que se
pudiese exportar harina a Brasil a pesar de que este mercado era muy competitivo debido a la oferta
de harina norteamericana.
• La industria azucarera se desarrolla con la llegada del ferrocarril a Tucumán, lo que permitió
enviar a precios razonables este producto al mercado del litoral. Como consecuencia de la
industrialización de la caña en gran escala, se produce un desarrollo económico de la zona,
atrayendo mano de obra de las provincias aledañas como Cajamarca, Salta, etc. Es necesario
señalar que esta industria estuvo sujeta a numerosas crisis de subproducción y superproducción;
en algunas épocas podía exportar y en otras era necesario la importación. Durante todo el período
analizado, la industria del azúcar fue una industria protegida con elevados aranceles sobre la
importación que sólo disminuían en épocas de escasez del producto.
• Con la radicación de los capitales ingleses en una primera etapa (a partir de 1887) y los
capitales norteamericanos en una segunda (a partir de 1907), se estructura la industria frigorífica
en el país, destinada a abastecer el mercado inglés. El número de obreros empleados por esta
rama industrial fue el más elevado de la época alcanzando en 1914 los 15.000. A pesar de la
magnitud esta fuerza laboral tuvo poca importancia política puesto que cada frigorífico tenía su
gremio. Pero sin relaciones entre los mismos. Sin embargo, es importante destacar que los
principales actores de las huelgas del período fueron los obreros de esta industria.
Dadas las características oligopólicas de la industria frigoríficas diversos conflictos surgieron entre
las empresas frigoríficas inglesas y norteamericanas que se manifestaron a través de guerras de
precios. Sin embargo, el mayor poder económico y financiero de los frigoríficos norteamericanos les
permitió en pocos años tener la mayor participación en los despachos de carne al mercado inglés.
Así en el año 1911 al constituirse el primer "pool" los frigoríficos americanos participaban con un
42 % en los envíos al exterior, los británicos con el 40 % y los argentinos con un 15 % y en el
año 1926 los frigoríficos norteamericanos absorbían el 55 %, los ingleses el 35 % y los
argentinos sólo el 10 % del mercado inglés.
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Referencias
Cortés Conde, R. (2007) La Economía Política de la Argentina en el Siglo XX. Buenos Aires:
Edhasa.
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