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PICE II

ESTADO DEL ARTE

JENNIFER ALEJANDRA MARINES RODRÍGUEZ


MAXIMO JOSE CALDERÓN CORREA
ISMAEL ENRIQUE CARREÑO HIGUERA

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA DE CIENCIA Y DESARROLLO

BUCARAMANGA

2016
ESTADO DEL ARTE

“Un estudio sobre la situación de los partidos nos sitúa frente a problemas
estructurales, a paradojas y a expectativas sobre su desarrollo. Las principales
necesidades que deben ser atendidas se podrían agrupan en tres ítems:
sistema electoral y de partidos, sociedad civil, y funcionamiento interno,
democracia y comunicación”. (Giraldo, 2006)

“Una de las características más importantes de la democracia es la existencia


de partidos políticos representativos y adecuadamente motivados
ideológicamente.

La definición más universalmente aceptada de partidos políticos es la de


instituciones encargadas de agrupar las preferencias políticas de una
sociedad para construir el interés general. Así, autores como David Easton
plantean que los partidos políticos son “canales de transmisión hacia los
poderes públicos de las demandas de la población, mediante los cuales se
decide qué políticas públicas deben efectuarse para garantizar la convivencia
pacífica y el progreso social”. (Easton, 1974)

La función de los partidos, por tanto, es transformar las distintas preferencias


de los ciudadanos en plataformas programáticas donde las
diferentes dimensiones de lo público se agrupen y se traten en forma más o
menos coherente. En este proceso, los partidos reducen las dimensiones de la
decisión colectiva a una dimensión izquierda a derecha, facilitando que las
decisiones colectivas sean transitivas, y por tanto, estables. En dicho proceso,
los partidos políticos apelan a ideologías universales e imaginarios colectivos
en el proceso de representación y construcción del interés general.

Sin embargo, en la práctica se ha visto que este no siempre es el caso. De


hecho, muchos críticos de los partidos políticos, empezando por Madison
“en los documentos federales, consideran que los partidos no solo no facilitan
la agrupación de intereses individuales, sino que además se constituyen en un
escollo a la construcción del interés colectivo. El que esto suceda, sin embargo,
dependerá de las reglas electorales y del sistema de gobierno que determine
los incentivos de los políticos a representar intereses más o menos
generales.” (James Madison, 1787).

Si partimos de la base de que luego de duros y sangrientos esfuerzos


encaminados hacia el desarrollo político en Latinoamérica, hemos optado por
instaurar sistemas políticos democráticos presidencialistas, será interesante
evaluar hasta dónde esa opción se está aplicando adecuadamente.

El panorama político actual en nuestro hemisferio nos muestra una gran crisis
en el sistema de partidos. El surgimiento de liderazgos unipersonales de corte
populista, y por qué no decirlo, autoritario, sin fundamento ideológico claro y sin
una organización política estructurada que los respalde, nos lleva a
asegurar que algo está funcionado mal. Los partidos políticos efectivamente no
están cumpliendo con su tarea.

A pesar de lo anterior, los partidos políticos deben constituirse en el pilar


fundamental para un adecuado funcionamiento de la democracia, sistema
político que debe defenderse por encima de cualquier otro existente”. (Prieto,
La democracia te necesita, 2014)

“Es así como la democracia participativa juega también un papel importante en


los partidos políticos, encontrándose algunas ventajas como: la acción
ciudadana directa en asuntos públicos, la conducción democrática por los
consensos deliberativos no jerarquizados, las mayores simetrías entre el
Estado y los ciudadanos, y la aceptación de redes en cooperación y/o
delegación de acciones estatales. Así, con la democracia participativa se
combate la ineficiencia de representatividad, se otorga legitimidad a las
políticas públicas, se renueva la confianza de los ciudadanos en el Estado y la
nación, se co-responsabilizan las decisiones, se enriquece y diversifica el
saber a partir del cual se efectúan las deliberaciones con la intervención
de expertos, ciudadanos comunes, políticos, representantes de grupos
de poder y posibles afectados, y se reactiva la autonomía al elevar
muchos asuntos locales a la escala pública.

Para lograr lo anterior es necesario abatir la indiferencia hacia la participación.


Convencer y conmover al “ciudadano de a pie” que su mejor que hacer
es hacer política. Es decir, tomar conciencia de que: “no se es ciudadano para
participar, si no se participa para llegar a ser un auténtico ciudadano”. Porque
la participación ciudadana es el derecho a obtener derechos.” (Aguirre, 2014)

“De esta manera cuando existen partidos políticos institucionalizados, que van
más allá de lo puramente electoral, y sirven de infraestructura para el desarrollo
de políticas públicas integrales, adecuadas y encaminadas a proyectos de largo
plazo basadas en ideologías claras donde hayan posiciones comunes frente a
los temas económicos, sociales, de responsabilidad estatal, de manejo de la
seguridad nacional, de justicia, entre otros, se podrá decir por fin que se logró
consolidar un sistema democrático verdaderamente integral en busca del
bienestar de la mayoría de la población. (Prieto, Los partidos Políticos, 2007).
BIBLIOGRAFIA

Aguirre, J. F. (2014). La participación ciudadana: el derecho a conseguir


derechos. Perspectiva , 2.

Easton, D. (1974). POLITICAL THEORY. University of Georgia.

Giraldo, F. (2006). Estructura y funcionamiento formal de los partidos.

James Madison, A. H. (1787). The Federalsit Papers. Wesleyan University


Press.

Prieto, M. (2014). La democracia te necesita. Perspectiva , 2.

Prieto, M. (2007). Los partidos Politicos. Perspectiva , 2.

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