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Gombrich, E.H. La Historia del Arte. Hong Kong: Phaidon, 1999
Capítulos correspondientes a la Edad Media:
"Una división de caminos. Roma y Bizancio, del siglo V al XIII" pp. 133-142
"Mirando al Oriente. Islam, China del siglo II al XIII". PP. 143-156
"El arte occidental en el crisol.Europa del siglo VI al XI" pp. 157-170
"La Iglesia militante. El siglo XII". pp. 171-184
"La Iglesia triunfante. El siglo XIII" pp. 185-206
"Cortesanos y burgueses. El siglo XIV" pp. 207-222
Gombrich, E.H. La Historia del Arte. Hong Kong: Phaidon, 1999
Capítulos correspondientes a la Edad Media:
"Una división de caminos. Roma y Bizancio, del siglo V al XIII" pp. 133-142
"Mirando al Oriente. Islam, China del siglo II al XIII". PP. 143-156
"El arte occidental en el crisol.Europa del siglo VI al XI" pp. 157-170
"La Iglesia militante. El siglo XII". pp. 171-184
"La Iglesia triunfante. El siglo XIII" pp. 185-206
"Cortesanos y burgueses. El siglo XIV" pp. 207-222
Gombrich, E.H. La Historia del Arte. Hong Kong: Phaidon, 1999
Capítulos correspondientes a la Edad Media:
"Una división de caminos. Roma y Bizancio, del siglo V al XIII" pp. 133-142
"Mirando al Oriente. Islam, China del siglo II al XIII". PP. 143-156
"El arte occidental en el crisol.Europa del siglo VI al XI" pp. 157-170
"La Iglesia militante. El siglo XII". pp. 171-184
"La Iglesia triunfante. El siglo XIII" pp. 185-206
"Cortesanos y burgueses. El siglo XIV" pp. 207-222
UNA DIVISION DE CAMINOS
Roma y Bizancio, del sigh V al XIII
Cuando, en 311, el emperador Constantino establecié la Iglesia cristiana
como religién del Estado, los problemas con los que se vio enfrentado fueron
enormess/Durante los periodos de persecuciones no fire necesario, ni en reali-
dad posible, construir lugares piblicos para el culto. Las‘iglesias y locales de
reunién que existian eran pequefios y recatadosg Pero una vex que la Iglesia se
convirtié en el mayor poder del reino, el conjunto de sus relaciones con el arte’
tuvo qué plantearse de nuevo. lps lugares del culto no podian tomar por
an completamente
distintas, El interior del remplo no consistfa, en general, sino en un pequefio
modelo los templos antiguos, puesto que sus funciones ¢
altar para la estatua del Dios. Las procesiones y sacrificios se celebraban en el
exterior. La iglesia, por el contrario, tenia que contar con espacio suficiente
pa
célebrada por el sacerdote en el gran altarifo el sermén pronunciado por éte.
Por ello, las iglesias no tomaron como modeldflos templos paganos, sino las
grandes salas de reunién que en la época clisica habjan sido conocidas con el
nombre de basilicas, que aproximad
trucciones eran empleadas como mercados cubiertos y tribunales puiblicos de
justicia, consistiendo principalmente
bajos compartimentos en las paredes laterales, separadas de'la principal
mediante hileras de columnas. Envebjextremo” habia con»frecuencia un espacio?
a toda la congregacién de los fieles reunidos con el fin de escuchar la misa
mente quiere decir salas reales, Fstas cons-
n grandes salas oblongas, con estrechos y
para un estrado semicircular en el que el presidente de la asamblea, o el juezy
tenia su
asiento? La madre del emperador Constantino erigié una basilica
semejante como primera gran iglesia, y, en lo sucesivo, la palabra se empleé
para designar iglesias de este tipo. La hornacina o abside semicircular seria
hacia el que se dirigian las miradas de todos los fic=
parte del edificio, donde se ha
bre de coro, La sala principal o central, donde se congregaban los fi
den
empleado para el gran altar
les, Es llaba el altar, fue conocido con el nom-
+ Fu
minada después nave, mientras que los compartimentos mas bajos de los
laterales-recibieron el nombre de alas En la mayoria de las bastlicas, la nave
alta estaba sencillamente cubierta con techo de madera, dejando sus vigas al
aire; en las laterales, el recho era generalmente liso. La8 aluminas que separa-
ban Ia nave de los lados se decoraban con frecuencia suntuosamentg. Ninguna
de las basilicas primitivas se ha conservado tal como se la construyera, pero, a135 ROMAY SYZANCIO, DEL SILO WAL XIE
pesar de las alteraciones y renovaciones efectuadas en los mil quinientos afos
ttanscurridos desde entonces, ain podemos formarnos una idea del aspectoy
fue uno de los més serios y difici-
les, porque la cuestién de las imagenes y su empleo en religidn se planteé de nue
vo, provocando violentas disputas.
Las estatuas eran demasiado
parecidas a las imagenes talladas y a los odiosos idolos que estaban condenados
por la Biblia, Colocar la figura del Dios, o de uno de sus santos, sobre el altar era
algo totalmente absurdo.
ello la manera en que Simone Martini miraba la naturaleza y observaba los deta-
Peter Patter Joven
Autorretra, 1379.
1386.
Catedral de Pragaa5
143 (Paginas
siguientes)
Dipsco de Wilton
San Juan Bautista, san
Eduardo el Contesor y
san Edmundo
‘encomiendan a
Ricardo II al Cristo h
1395.
‘Temple sobre tabl
cada seccién mide
47,5 x 29,2 em;
‘National Gallery,
Londres.
Iles, pues los artistas europeos tuvieron numerosas oportunidades de aprender
de sus logros. Como el propio Petrarca, Simone Martini pasé muchos afios en la
corte del Papa, que no se haflabg,entonces en Roma sino en Avifién. Francia era
todavia el centro de Europa’ y las ideas y estilos franceses ejercian gran influjo
cn todas partes. Alemania estaba gobernada por una familia de Luxemburgo que
poseia su residencia en Praga. En la catedral de esta ciudad existe una maravillo-
sa serie de bustos que datan de esta época (entre 1379 y 1386); representan a los
protectores de la iglesia y obedecen a andlogo motivo que las figuras de los fun-
dadores de Naumburgo (pag. 194, ilustracién 130). Peetiagemabey a= 4
/La serie comprende bustos de contemporincos,
incluyendo uno del propio artista, Peter Parler el Joven
ilustra-
Sus contactos llegaron has-
estaba casado con Ana de Bohemia. Inglaterra
comercaba con Borgofa. Europa, al menes ls Europa deb Iglesia latina, re
in cjemplo mara-
sso de el en Inglaterra, postblemente pintado por un maestro francés para un
rey inglés, es el llamado 3) Es interesante para
nosotros por varias razones, incluyendo el hecho de que ih recuerda los
rasgos de un personaje his , que no es otro que el infortunado esposo
de Ana de Bohemia, ae. Este figura pintado rezando arrodillado
mientras san Juan Bautista y dos santos patrones de la familia real interceden
por él ante la Virgen, que parece estar en un florido prado del Paraiso, rodeada
de arcingeles de una belleza radiante, quienes portan el distintivo del rey, el
venado blanco de cuernos dorados. El Cristo nifio se inclina hacia el rey como si
le bendijera o le dicta la bienvenida y asegurara que sus plegarias han hallado
respuesta,
la
. Quién
sabe si el donante no se sentia mas seguro en los altibajos de la vida, en la cual
su intervencién no siempre seria muy santa, al saber que en alguna iglesia 0
capilla apacible habria algo de él, una imagen suya all fjada mediante la destre-
za del artista, que le ponia siempre en compaiiia de santos y angeles no cesando-
_ nunea de ora, =
Puede observarse facilmente que el arte del Diptico de Wilton se halla en
relacién con las obras de que hemos tratado anteriormente, compartiendo con
cllas el gusto por las lineas suaves y los temas exquisitos y delicados: La manera218
de coger la Virgen el pie del Cristo nifio, y las actitudes de los angeles, con sus
manos finas y alargadas, nos recuerdan figuras que hemos visto realizadas ante-
riormente. Una vez mds observamos cémo el artista ha demostrado su habilidad-
‘en los escorzos,por ejemplo en la postura-del-dngel-arrodillado-en-lavparte,
iaquierda del retablo, y de qué modo se ha deleitado realizando estudios del
natural en las muchas flores que adornan su paraiso imaginatio.
‘ue costumbre en
iversas ocupaciones, segdin
los meses: la siembra, la caza, la recoleccién. Un calendario perteneciente a un®
libro de oraciones, encargado por un rico duque borgofién al taller de los her=
‘manos De Limburgo (ilustracién 144), muestra cuinto habjan ganado estas
pinturas de la vida real en observacién y naturalism incluso desde la época del
Salterio de la reina Marta de la ilustracién 140. La miniavura representa la fiesta
anual de la primavera entre los cortesanos. Estos marchan a caballo a través de
un bosque, alegremente ataviados y con guimnaldas de hojas y flores. Podemos
observar cémo se complacié el artista en el espectaculo de las lindas muchachas
clegantemente vestidas, y como se deleité trayendo a esta pagina tanta pompa
y
colorido. Una vez més recordamos a Chaucer y sus peregrinos, pues nuestro
artista se esforz6 también en distinguir los diferentes tipos, y lo hizo tan habil-
mente que casi nos parece oirles hablar. Una tal pintura posiblemente fue ejecu-
tada con ayuda de una lente de aumento, y debiéramos mirarla de andloga
manera. Todos los detalles que ha acumulado el artista en esta pagina se combi-
nan para formar un cuadro que casi parece una escena de la vida real. Casi, pero
no del todo, pues cuando advertimos que el artista ha cerrado el fondo con una
especie de cortina de érboles, més alli de los cuales vemos los tejados puntiagu-
dos de un gran castillo, nos damos cuenta de que lo que nos offece no es una
escena extraida realmente del natural. Su arte parece tan alejado del simbolismo
expresivo de los pintores primitivos que hace falta esforzarse para darse cuenta
de que ni siquiera él pudo representar el espacio en el que se mueven las figuras,
y que consigue la ilusién de realidad principalmente por fijar su atencién en los
detalles. Sus Arboles no son drboles de verdad pintados frente a la naturaleza,
sino mas bien hileras de arboles simbélicos, uno junto al otros y hasta sus ros-
tros humanos se desenvuelven atin, mas 0 menos, segtin una formula deliciosa.
Sin embargo, su interés por todo el esplendor y la alegria de la vida real en torno
revela que sus ideas acerca de los fines de la pintura eran muy diferentes de las
de aquellos artistas del primitive medievo. Bl interés ha evolucionado, gradual-
_mente, de la mejor manera de plasmar un tema sacro tan clara y sugestivamente
como fuera posible a los métodos de representar un aspecto de la naturaleza de
“Ia manera més fiel. Hemos visto que los dos ideales no chocan entre si. Cierta-
mente, fue posible poner este conocimiento de la naturaleza recientemente
144
Pauly Jean de
Limburgo
‘Mayo, b. 1410.
Pagina de Las muy
ricas horas del dugue de
Berry, pintado para el
dluque de Berey
Museo Condé,
Chantilly$29 conrisosy wots
adquirido al servicio del arte religioso, como hicieron los maestros del siglo XIV,
y como otros harfan después de ellos; pero para el artista, la tarca, no obstante,
hhabia cambiado. Primeramente bast6 con aprender la férmula antigua de repre-
sentar las figuras més importantes del tema religioso, y con aplicar este conoci-
miento a combinaciones siempre nuevas. Ahora, la tarca del artista inclufa una
habilidad diferente, Tena que ser capaz de realizar estudios del natural y de tras-
Tadarlos a sus pinturas. Empezé a utilizar el cuaderno de apuntes y a acumular
en dl un conjunto de esbozos de plantas y animales raros y bellos. Lo que se hizo
cen el caso de Matthew Paris (pag. 197, ilustracién 132) se convir-
en regla. Un dibujo como el de la ilustracién 145, de autoria de
145
Anconio Pisanello
Apunes de wn mono
h. 1430,
Pigina de un cuaderno
de apuntes; punta de
plata sobre papel, 20,6
% 21,7 em; Museo del
Louvre, Paris221 ELsicLo xv
‘Antonio Pisanello (1397-14552), artista del norte de Italia, sélo veinte afios
posterior a la miniatura de los De Limburgo, revela cémo Ilevé esta costum-
bre de los artistas al estudio de la vida animal con apasionado interés. El
piblico que contemplaba las obras de los artistas empez6 a juzgarlas por la
habilidad con que era reproducida en elas la naturaleza, asi como por el valor
de los detalles atractivos que el artista acertaba a introducir en sus cuadros.
Sin embargo, los artistas deseaban avanzar mds, Ya no se contentaban con la
maestria recientemente adquirida de pintar del natural detalles como flores y
animales; querian explorar las leyes de la visién y adquirir el suficiente conoci-
miento del cuerpo humano para poder plasmarlo en sus estatuas y en sus pin-
“turas, como hicieron los griegos. Al llegar el turno a este interés, el arte medie-
val tocé realmente a su fin, empezando el periodo conocido generalmente con
el nombre de Renaci
Andrea Pisano
Bieuiorsabajando,
h 1340.
Relieve en mirmol
proveniente del
‘ampanileorenino:
100 em de altura:
Museo dell Opera del
Duomo, Florencia