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La poesía del siglo XVI presenta dos tendencias fundamentales: una sigue la tradición castellana y

otra,renovadora, se desarrolla bajo la influencia de los autores italianos y los clásicos latinos y griegos.
El Cancionero, obra del poeta italiano Francesco Petrarca (1304-1374), se convierte en el modelo de la nueva
poesía amorosa. Al igual que esta obra, la poesía amatoria del Renacimiento se centra en el proceso
psicológico del amante, en la descripción de sus sensaciones y sentimientos, y en una historia de amor que se
desarrolla en torno a la amada.

Imagen de Petrarca

La poesía italiana viene a reforzar las tendencias anteriores que se apreciaban en la lírica cortesana del XV.
Desde el punto de vista formal, de la literatura italiana se toman versos como el endecasílabo, estrofascomo
la octava real, los tercetos encadenados y la lira, y algunas composiciones como el soneto,
la canción petrarquista y la silva. En este proceso de adaptación de las formas italianas al castellano fue
determinante la labor de dos poetas: Juan Boscán y Garcilaso de la Vega.
De la literatura clásica se recuperan los temas mitológicos y diversos géneros: la oda, idónea para la reflexión
existencial, moral y filosófica; la epístola, que permite la expresión de temas domésticos y familiares; la égloga,
en la que los sentimientos se expresan a través de la voz de unos pastores que viven en una naturaleza idílica, y
la canción, empleada para el lamento amoroso. Se retoman también algunos tópicos o motivos clásicos: el
carpe diem («aprovecha el momento»); el beatus ille («feliz aquel...»), que ensalza la felicidad de quien se aísla
del mundo y busca la paz de la naturaleza; y el locus amoenus («lugar idílico»).

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