Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
F Borie
8 Millat
posible transformación maligna 15~. ~~". La colecistectomía está colédoco > 10 mm en la ecografía) + 1,2 (si los cálculos de la
indicada si existen pólipos en la vesícula de más de 10 mm
en pacientes mayores de 60 años con cálculos vesiculares
vesícula < 10 mm) + 1 (si hay cólicos hepáticos) + 0,7 (si hay
colecistitis aguda). La probabilidad de no tener cálculos en la
asociados " ID="I186.24.2">1 83]. La sospecha preoperatoria de cáncer de vesí-
vía biliar principal (valor predictivo negativo) supera el 97 %
cula es una contraindicación del tratamiento laparoscópico.
cuando R< 3,5. En un paciente con litiasis biliar sintomática,
Las complicaciones de la litiasis vesicular incluyen el hidro-
sólo la colangitis (dolor, fiebre, ictericia) y la ictericia pre-
colecisto (distensión de la vesícula por encima de un cálculo
bloqueado en el cístico, sin síndrome infeccioso), la colecisti- operatorias se asocian a una probabilidad mayor del 50 % de
coledocolitiasis [1]. Las únicas indicaciones validadas para
tis aguda (infección aguda del contenido de la vesícula) que
realizar colangiografía retrógrada endoscópica (CRE)
una
puede provocar una fístula colecistoentérica, y las secunda- preoperatoria son la colangitis grave para el drenaje por
rias a la migración de cálculos a la vía biliar principal (icteri-
esfinterotomía endoscópica (EE) urgente de la bilis infectada
cia, colangitis y pancreatitis aguda). La difusión de la cole-
cistectomía laparoscópica ha aumentado la frecuencia de las " ID="I186.98.1">[921, y la intención de tratar mediante EE sin colecistectomía
asociada una coledocolitiasis en pacientes cuyos riesgos qui-
indicaciones quirúrgicas para la litiasis vesicular en los
pacientes más jóvenes y con síntomas más precoces íll, " ID="I186.35.10">1 1 . rúrgicos inmediatos sean considerados como demasiado
Las contraindicaciones absolutas de la colecistectomía lapa- grandes (puntuación ASA > 3).
La sensibilidad y la especificidad de la ecoendoscopia para
roscópica son las hemodinámicas o las respiratorias del neu- el diagnóstico de coledocolitiasis son del 92 y del 100 %, res-
moperitoneo. pectivamente ~’93L Comparada con la CRE y la colangiografía
Comparada con la técnica por laparotomía, la colecistecto- peroperatoria, la colangiografía por resonancia magnética
mía laparoscópica reduce el riesgo de complicaciones car-
(RM) tiene un 15 % de falsos positivos y un 9 % de falsos
diopulmonares postoperatorias " ID="I186.41.3">[141.157], pero no disminuye la
~’"5~
inmunitaria ni el traumatismo tisular " ID="I186.42.8">1"’, valo- negativos 141.45.98.99].
respuesta
rado por criterios secundarios (interleucinas, proteína C
reactiva [PCR], adrenalina, cortisol) ni evita la reacción
catabólica postoperatoria " ID="I186.45.3">[471. Las ventajas de la colecistecto-
mía laparoscópica sobre la realizada mediante minilaparo- Organización del quirófano
tomía se han demostrado en siete ensayos terapéuticos
según criterios clínicos 18.90,103.107,109.110,111,181.1861. Para ser una téc- NORMAS GENERALES
nica considerada sin duda alguna «mejor» 11"], los resulta-
dos son menos evidentes de lo que cabría esperar; sobre
La laparoscopia aumenta la complejidad de la organización
todo cuando el bienestar postoperatorio (dolor y vómitos) general del quirófano debido al estorbo de los aparatos nece-
sarios. El cirujano debe asegurarse de que todo el personal
o la duración de la hospitalización se valoran con una téc-
nica «ciega» (168].
que ayuda en la operación esté preparado para este tipo de
cirugía, conozca el procedimiento y domine la técnica de los
diferentes dispositivos necesarios: cámara y fuente de luz,
cable de transmisión de luz, monitor, aparato de insuflación
y fuente de C02, aparato de electrocoagulación y dispositivo
Valoración quirúrgica de irrigación-aspiración. La instalación de todos estos apara-
preoperatoria tos conlleva un tiempo de ocupación de los quirófanos que,
a veces, se subestima.
En función de los datos de la anamnesis y de la exploración La colocación del paciente sobre la mesa del quirófano y de
clínica durante la entrevista anestésica preoperatoria, hay los diferentes aparatos se hace en función de las dimensiones
que solicitar de forma selectiva las pruebas que serán útiles de los mismos y de la movilidad del fluoroscopio necesario
para evaluar el riesgo quirúrgico. para la colangiografía peroperatoria.
La ecografía hepatobiliar es el método de referencia para La preparación del material necesario para la cirugía lapa-
diagnosticar una colelitiasis. También ayuda en el diagnósti- roscópica de la coledocolitiasis no es sistemática. Puede estar
2
justificado realizar una valoración de la posible presencia de -
undisector de 5 o 10 mm de diámetro;
-
equipo básico -
ción, el ascenso, el descenso, las posiciones en declive y pro- Una parte del instrumental de laparotomía sirve tanto para
clive y una lateralización que va de +20° a -20°. Permite un colocar los trocares como para extraer la vesícula.
acceso radiológico y ofrece la posibilidad de añadir diversos Comprende:
tipos de accesorios que puedan instalarse durante la cirugía: -
un mango de bisturí;
apoyabrazos, férula de Quénu, tope púbico, apoyapiernas -
Backey;
-
un porta-agujas;
gulación controlado mediante pedales (monopolar y bipo-
-
unas tijeras;
una pinza de cálculos de tipo Mirizzi o Magil.
lar). El electrodo neutro (placa) se pone sobre el muslo y está
-
controlado con una alarma sonora de seguridad. El material desechable estéril que se utiliza es:
-
Un porta-agujas.
Material para la colecistectomía laparoscópica -
y 10 mm de diámetro, que deben desmontarse para que se 4/0 o 5/0, engastado en agujas redondas en 13.
puedan limpiar y esterilizar. -
dos pinzas de prensión atraumáticas y fenestradas, una oscila entre un 5 % y un 20 %, en función de la experiencia y
de ellas debe ser hemostásica (0: 5 mm); las indicaciones quirúrgicas. Es más elevada cuando el
un gancho de disección y electrocoagulación (0: 5 mm);
paciente es intervenido por una complicación aguda de la
-
unas tijeras hemostásicas (0: 5 mm); litiasis. Esta decisión de convertir la operación se toma a
-
una pinza de colangiografía (0: 5 mm); veces en una situación de urgencia, debido a una complica-
3
ción hemorrágica peroperatoria. Como norma de seguridad, presión intraabdominal pueden ser contrarrestados por los
se debe disponer de forma sistemática en el quirófano de dispositivos de compresión venosa intermitente de los miem-
todo el material necesario para realizar una laparotomía. bros inferiores " ID="I18 .65.3">[158]. Por todas estas razones, parece prudente
que se proponga una profilaxis de la trombosis venosa a este
Fuente de nivel en todos los pacientes intervenidos de colecistectomía
energía
El
laparoscópica mediante heparina de bajo peso molecular y
gancho de electrocoagulación monopolar fue inventado medias elásticas que reduzcan la estasis venosa.
para esta técnica. Se ha comentado mucho sobre los riesgos de
las corrientes monopolares cerca de la vía biliar principal, y
sobre los riesgos de difusión de la corriente mediante el fenó- PROFILAXIS DEL DOLOR POSTOPERATORIO
meno de arco eléctrico o por la conducción a través de los En estudios controlados y aleatorizados, se ha demostrado
clips metálicos. La disección puede hacerse con las tijeras y no que los siguientes métodos pueden reducir el dolor postope-
con el gancho. Se deben recordar algunas normas simples: ratorio después de la colecistectomía laparoscópica:
se debe revisar el aislamiento de la vaina en todos los ins-
aspiración del gas residual al final de la operación 153,80];
-
-
cualquier electrocoagulación hay que realizarla bajo con- tico después de la colecistectomía laparoscópica frente a los
trol visual. El gancho coagulante se utiliza separándolo del
trocares de 5 mm y 10 mm 118.29.95.1591. La utilización de man-
colédoco y no al revés;
driles con expansión radial puede reducir el dolor postope-
-
el láser YAG no presenta ventajas con respecto a la elec- ratorio si se compara con los mandriles cortantes (13.49,1971.
trocoagulación monopolar [20]. El disector con ultrasonidos
ha sido considerado, «de forma subjetiva», ventajoso para la
disección de elementos pediculares cuando están infiltrados PROFILAXIS ANTIBIÓTICA
por edema o grasa 1195]. En la laparotomía, un metaanálisis ~"3~ recomendaba la profi-
laxis antibiótica. Esta indicación sistemática ha sido puesta
en duda por los resultados de dos estudios aleatorizados
Anestesia y cuidados sobre laparoscopia " ID="I18 .92.3">1 >9,"; la profilaxis antibiótica debe reser-
varse a los pacientes operados por una complicación aguda
perioperatorios de la litiasis.
La cirugía abdominal laparoscópica requiere anestesia gene-
ral con intubación. La sonda nasogástrica se coloca bien de PROFILAXIS DE LAS NÁUSEAS Y VÓMITOS
forma sistemática, bien siguiendo las indicaciones del ciruja- POSTOPERATORIOSS
no si observa que la cavidad gástrica está dilatada y se reti- Se estima que la incidencia de náuseas y vómitos tras la cole-
ra al final de la intervención. Las indicaciones de la sonda cistectomía laparoscópica está entre el 10 y el 20 % " ID="I18 .98.1 ">[1 5, 11.85].
vesical se reservan a las intervenciones que duran más de Varios estudios controlados aleatorizados ~55, " ID="I188.99.6">11, l"] han valora-
120 minutos. Una vez que se crea el neumoperitoneo ha de do la influencia de los fármacos antieméticos (dimenhidri-
comenzarse la vigilancia continua de la proporción de gas
nato, ondansetrón, granisetrón, droperidol, metocloprami-
carbónico del aire espirado mediante un capnógrafo. da, hioscina transdérmica) sobre la prevención y el trata-
El objetivo del neumoperitoneo es crear un espacio quirúrgi- miento de las náuseas y los vómitos.
co. El volumen obtenido para una presión determinada es
función de la relajación muscular de la pared. Mantener la
normotermia no es algo prioritario para una colecistectomía
laparoscópica cuya duración se prevé entre 45 y 75 minutos, Neumoperitoneo
sin embargo la intervención puede prolongarse por la pre-
sencia de cálculos en el conducto colédoco. CREACIÓN DEL NEUMOPERITONEO
Se suelen utilizar dos técnicas para crear el neumoperitoneo.
ESTASIS VENOSA Y ANTICOAGULACIÓN La primera, «cerrada», emplea la aguja de Palmer o de
PROFILÁCTICA Veress que se introduce en la cavidad abdominal para insu-
El decúbito prono y el incremento de la presión intraabdomi- flar gas y luego inserta a ciegas el primer trocar. La segunda,
nal disminuyen el retorno venoso de las extremidades infe- «abierta», fue descrita por Hasson 1111 y consiste en introducir
riores " ID="I188.52.2">[10.59.76,116,1581 y aumentan la presión en las venas femorales el primer trocar de forma «quirúrgica» bajo control visual y
~’°, si) Con relación a la activación de la a continuación comenzar la insuflación.
coagulación sistémica
después de la colecistectomía laparoscópica, las informacio- Se calcula que la morbilidad asociada a la creación del neu-
nes publicadas han sido contradictorias [25.44.%,104. 14DI. Es posible moperitoneo y a la inserción del primer trocar está por deba-
que el obstáculo del retorno venoso de los miembros inferio- jo del 1 % de los casos 119,26.64,156], pero debido a múltiples ses-
res, el incremento de la presión intraabdominal y la activación gos, la incidencia real de lesiones viscerales y vasculares se
del sistema fibrinolítico aumenten el riesgo de trombosis sigue ignorando. Seis ensayos controlados aleatorizados han
venosa en este territorio durante la colecistectomía laparoscó- demostrado que la técnica «abierta» causa menos complica-
pica aunque no se ha establecido la incidencia real de las com- ciones, es más rápida y menos cara que la técnica que utili-
plicaciones tromboembólicas ~6,’~,’°°, " ID="I18 .61.4">1 1. Los efectos negativos zaba la aguja de Veress. En un análisis global, las tasas de
relacionados con la posición del paciente y el aumento de la complicaciones eran del 2,8 % (16/574) con la técnica «abier-
4
ta» y del 11,6 % (64/552) con la aguja de Veress ~z’,Z’,",~,’2’,’~~. de la colecistectomía laparoscópica, se deben respetar cier-
En las auditorías prospectivas o retrospectivas ~’.’9, ~’ ~’’ ~~ 91, ~i9, tas reglas simples:
’3’,’~.’"2,’~.’~.’m, la incidencia de lesiones viscerales y vascula- -
los elementos anatómicos que se han ido identificando
res era respectivamente del 0,09 % en 265 737 pacientes y del durante la disección deben asegurarse con clips y no seccio-
0,096 % en 269 178 pacientes operados con una técnica narse antes de la colangiografía;
«ciega», y del 0,05 y 0 % en 14 614 pacientes operados con -
5
res descansa sobre un apoyabrazos relleno, fijo y en abduc- sitúa a la izquierda del paciente y el instrumentista a su lado.
ción inferior a 90°; el otro brazo se pone a lo largo del cuerpo, Si fuera necesario un segundo ayudante, éste se pondría a la
protegido en una férula de Quénu para permitir el paso del derecha del paciente.
amplificador de intensidad luminosa. Las extremidades infe- La colocación de otros aparatos tiene en cuenta la organiza-
riores se colocan en abducción. Las piernas se ponen en un ción del quirófano y de los enchufes, pero también la ergo-
apoyapiernas de Goepel con las rodillas flexionadas a 5°. Para nomía operatoria. Para crear el campo quirúrgico se utilizan
evitar el deslizamiento del paciente en la mesa de operacio- paños autoadhesivos no de tela. El campo expone todo el
nes cuando se sitúa en proclive se coloca un tope púbico. El abdomen y debe adaptarse a los trocares accesorios, a un
paciente se coloca en proclive a 10°-20° y rotado hacia la posible drenaje y a una posible conversión a un procedi-
izquierda. La mesa se baja lo suficiente como para que el ciru- miento de laparotomía.
jano pueda operar con los hombros completamente relajados
y los codos flexionados a más de 90°.
La columna de vídeo se instala a la derecha del paciente, a la CREACIÓN DEL NEUMOPERITONEO
altura del hombro. Para facilitar la visión, la distancia entre
el ojo del cirujano y la pantalla debe ser unas 3-5 veces la dia- técnica «abierta»
gonal de la pantalla del monitor. Se recomienda porque asegura una mayor calidad.
La posición en «equipo doble» permite al cirujano colocarse
entre las piernas abiertas del paciente. El primer ayudante se La incisión para el primer trocar, que suele ser para la ópti-
ca, suele ser umbilical o periumbilical, por cuestiones estéti-
cas en cuanto a disimular la incisión cutánea.
La elección del ombligo es discutible por la resistencia apo-
neurótica, al igual que los orificios de los trocares situados
sobre la línea media alba. El seguimiento de las complicacio-
nes originadas sobre los orificios de los trocares muestra que
el riesgo de eventración es más significativo en esta zona.
Para resolver esta contradicción, se puede practicar la inci-
sión cutánea a nivel del ombligo y desviar la incisión apo-
neurótica a la superficie anterior de la fascia del músculo
recto. Después de la incisión se realiza un punto en «U» con
sutura reabsorbible 0, sobre la hoja posterior de la aponeu-
rosis. A continuación se introduce a través del orificio la
vaina de un trocar de 10 mm de calibre con extremo romo,
sin mandril. Por medio de una óptica introducida en la vaina
se comprueba que la localización sea intraperitoneal. Los
dos extremos de la sutura se tensan y aprietan con una pinza
para crear un cierre hermético alrededor de la vaina y se
comienza la insuflación. Estos extremos se utilizarán para
cerrar la aponeurosis al final de la intervención.
Técnica «cerrada»
La incisión serealiza sobre la piel a nivel umbilical o
periumbilical. La aguja de Veress o de Palmer está com-
puesta por un cuerpo de aguja hueco biselado en el extre-
mo en cuyo interior se desliza un mandril romo montado
en resorte de forma que desaparece en el cuerpo de la aguja
1 Posición del equipo.
cuando se atraviesa la pared, y sale protegiendo el bisel tan
izquierdo de 10 mm:
trocar operador.
6
pronto como éste no encuentra más resistencia. Es preferi- trocares se valida con el control visual laparoscópico y se
ble utilizar un material desechable, para asegurar los resul- introducen también visualizándolos.
tados del bisel y del sistema de seguridad. La sensibilidad El trocar epigástrico tiene un calibre de 5 mm. Se suele loca-
táctil sobre la parte metálica de la aguja permite, con algo lizar a la izquierda del ligamento redondo y del ligamento
de práctica, percibir el paso de la aguja por los diferentes suspensorio del hígado. Hay que evitar lesionar estas estruc-
planos anatómicos, de forma que cuando alcanza la cavi- turas durante la introducción. En este momento, hay que
dad peritoneal se siente un chasquido. El despegamiento comprobar que el estómago no se ha dilatado con las manio-
del peritoneo parietal al paso de la aguja puede dar lugar a bras de ventilación con la mascarilla. El trocar epigástrico se
dificultades. La unión del peritoneo sólo resiste a la pun- utiliza para introducir una pinza de prensión fenestrada y se
ción en la línea media. Se han propuesto distintas pruebas confía a la mano derecha del ayudante. Si las circunstancias
para asegurarse de que la aguja se localiza en la zona intra- quirúrgicas lo justifican, este trocar permite la introducción
peritoneal. La más simple es conectarla al cuerpo de una de una cánula de irrigación-aspiración que puede servir
jeringa lleno de suero sin el émbolo y comprobar que gotea para separar el hígado de forma simultánea.
libremente. Otra posibilidad es unir la aguja al aparato de El trocar lateral derecho tiene un calibre de 5 mm. Se intro-
insuflación y, antes de empezar a insuflar, comprobar que duce en función de la unión del ángulo derecho del colon. Se
al levantar la pared abdominal anterior se provoca una suele colocar un poco por delante de la línea axilar derecha,
depresión que se registra como presión negativa en la pan- a una distancia suficiente de la región infrahepática para que
talla de control del insuflador. Cuando se han realizado las maniobras del cirujano no se vean entorpecidas por la
estas pruebas se comienza la insuflación con el flujo más longitud intraabdominal de la vaina del trocar. Este trocar
débil, por debajo de 0,5 1/min. La presión intraabdominal sirve para introducir una pinza de prensión para la mano
se sigue en la pantalla y cualquier aumento rápido de la izquierda del cirujano. Para la disección del trípode coledo-
misma debe conllevar la parada inmediata de la insuflación cocístico, el cirujano toma el infundíbulo de la vesícula, trac-
y un nuevo control de la localización de la aguja. Tras la cionando hacia abajo y hacia fuera. Esta maniobra abre el lla-
insuflación de 250 a 300 ml de gas, se constata mediante mado triángulo de Calot. Todos los autores franceses consi-
percusión que ha desaparecido la matidez prehepática. deran que la abertura de este ángulo coledococístico
Durante ese tiempo, los anestesistas han sido informados mediante las maniobras de exposición contribuye a aumen-
del comienzo de la insuflación y siguen su desarrollo en el tar la seguridad de la disección y previene el riesgo de lesio-
nes biliares. Sin embargo, ningún estudio permite confirmar
capnógrafo. El flujo se mantiene a ese nivel hasta que se ha
insuflado el primer litro. Si la presión sólo ha aumentado que este método «francés» de exposición se asocie a un
un poco, entonces se puede incrementar el flujo. Sólo se menor riesgo de lesión biliar.
debe introducir el primer trocar cuando la pared abdomi- Ese trocar también se emplea para introducir la pinza de
nal está suficientemente tensa por el neumoperitoneo y colangiografía.
alcanza el umbral de 12 mm Hg. Se han propuesto algunos El trocar operador tiene un calibre de 10 mm, lo que sólo está
elementos artificiales para aumentar la resistencia de la justificado por la decisión de emplear clips reabsorbibles en
pared para introducir el primer trocar (presión abdominal cualquier cirugía biliar. Los demás instrumentos introduci-
temporal a 15 mm Hg, curarización limitada). El primer dos en ese trocar (gancho de electrocoagulación, disector,
trocar debe llevar un sistema «de seguridad» comprobado tijeras, cánula de aspiración) tienen un calibre de 5 mm. El
con antelación, y que en realidad es una falsa garantía, ya cirujano elige un lugar de introducción a la izquierda de la
que si el peritoneo se despega puede «retener» la vaina que línea media, de forma que el ángulo formado entre una
supuestamente recubre de forma automática la punta del pinza introducida por el trocar lateral derecho de un lado y
mandril, y puede exponer mucho más tiempo de lo que se el trocar operador del otro sea, al menos, de 90°. Si los orifi-
piensa al riesgo de traumatismo visceral dentro del perito-
neo. Se introduce «reteniendo» la maniobra de presión y se
realizan pequeños movimientos de rotación de la muñeca.
Si el cirujano es diestro, debe situarse a la izquierda del
paciente para realizar esta maniobra y así poder orientar el
trocar hacia la cavidad pélvica y no introducirlo de forma
vertical. Cualquier cirujano debe recordar que la relación
anatómica inmediata en la vertical del ombligo es la bifur-
cación aórtica. La distancia es más corta si el paciente es
joven o delgado, si el volumen de insuflación es insuficien-
te y si la pared está relajada. La finalidad de levantar la
pared abdominal por parte del cirujano (con su mano libre)
o por su ayudante es aumentar esta distancia.
7
4 Disección de los elementos del trípode cístico.
A. Abertura del peritoneo vesicular posterior.
B. Disección del pedículo cístico de abajo hacia arriba.
C. Identificación de los elementos del pedículo cístico.
cios de los trocares están muy cerca los unos de los otros, o díbulo de la vesícula hacia abajo y afuera. El gancho de
si los instrumentos trabajan formando un ángulo agudo, se disección, o las tijeras, se introducen por el trocar operador.
crean unas condiciones quirúrgicas incómodas, es decir, Aparte de cualquier inflamación patológica, la rodilla supe-
inseguras. Cuando el trocar operador se haya introducido, se rior del duodeno y el ángulo derecho del colon pueden estar
utiliza para conectar la insuflación del gas y así se evita la unidos a la vesícula por un ligamento cisticoduodenal o cís-
formación de vaho sobre la óptica. tico-duodeno-cólico que se debe liberar en un primer tiempo
para exponer la región infrahepática.
EXPOSICIÓN DE LA REGIÓN
INFRAHEPÁTICA (fig. 3) DISECCIÓN DE LOS ELEMENTOS DEL TRÍPODE
COLEDOCOCÍSTICO (figs. 4, 5, 6 y 7)
El primer instrumento introducido en la cavidad abdominal
es una pinza de prensión fenestrada que se inserta bajo con- La enfermedad biliar y la infiltración grasa intraabdominal
trol visual a través del trocar epigástrico. Con ella se agarra condicionan la disección del trípode coledococístico. La
de forma firme el fondo de la vesícula desplazándolo hacia variabilidad puede ser considerable si se trata de un pacien-
fuera y arriba, a la vez que se eleva el borde inferior del lóbu- te delgado, intervenido en frío, en el que todos los elementos
lo derecho del hígado. El control de la misma lo realiza el anatómicos se identifican de inmediato en un peritoneo
ayudante con su mano derecha. En el trocar lateral derecho «transparente», o si se trata de un obeso operado de una
se introduce una pinza de prensión fenestrada, sujetándola colecistitis aguda supurativa con adherencias epiploicas
la mano izquierda del cirujano. Con ella tracciona el infun- infrahepáticas, una pared vesicular engrosada y un pedículo
8
5 Abertura del peritoneo vesicular posterior.
9
ca de forma progresiva hacia delante y hacia atrás y con la co mediante un clip metálico moderadamente apretado. La
ayuda de movimientos hacia delante y atrás del infundíbu- colangiografía peroperatoria se realiza bajo fluoroscopia.
lo, se consigue individualizar el conducto que se sigue suje- Se introduce un instrumento atraumático en el trocar ope-
tando con la pinza de prensión. El disector puede ser útil rador o en el epigástrico para poder realizar una explora-
para crear una ventana a través del meso del infundíbulo y ción «dinámica» bajo control visual directo cuando se
exponer una longitud suficiente del cístico. Hay que colo- inyecta el medio de contraste. El hecho de pasar el instru-
car un clip en el conducto que se identifica como cístico en mento sobre la vertical del pedículo permite realizar imá-
el lado vesicular y no seccionarlo. La disección se prosigue genes en corte finos y distinguir las falsas imágenes lacu-
hacia arriba intentando no acercarse al pedículo y al hilio nares secundarias a burbujas de aire de las auténticas imá-
hepáticos. La estructura anatómica que se identifica enton- genes litiásicas. Una presión moderada sobre el pedículo
ces es el ganglio de Mascagni, acompañado de un conduc- por debajo del punto de inyección permite realizar la car-
to linfático que puede tener un calibre de 1 o 2 mm. Este tografía completa de las vías biliares intrahepáticas. Ante
ganglio recibe una arteria que siempre es de pequeño cali- cualquier duda de obstáculo del paso del medio de con-
bre, o al menos mucho menor que la arteria cística. Ésta dis- traste en el duodeno es útil realizar una ampliación en la
curre de forma paralela al conducto cístico por encima de zona inferior del colédoco a nivel de la papila.
él, situándose en un plano más profundo que estos ele- Al menos la mitad de las lesiones biliares que se observan
mentos linfáticos y aparece cuando éstos se seccionan. durante una colecistectomía laparoscópica se relaciona con
Entonces se coloca un clip en el lado del pedículo de ese un error de identificación del conducto cístico que se con-
conducto que se identifica como la arteria cística. Ningún funde con el colédoco, sobre todo cuando éste es fino. Si ha
elemento canalicular tiene que haber sido seccionado en
esta etapa, excepto los linfáticos.
La arteria cística está sujeta a variaciones anatómicas. La de
tipo largo se origina más abajo sobre el pedículo hepático y
accede al pedículo cístico de abajo a arriba, a veces por deba-
jo del conducto cístico. Esto puede crear algunas dudas
durante la disección. Cuando se ha identificado una arteria
de tipo «largo», hay que tener en cuenta la posible presencia
de una segunda arteria cística en posición anatómica nor-
mal. La anatomía «normal» se describe más arriba. En algu-
nas variedades llamadas «cortas», la arteria cística nace de la
arteria hepática derecha y accede al infundíbulo después de
un trayecto muy corto. En estas condiciones, la relación ana-
tómica entre el infundíbulo y la arteria hepática puede ser
peligrosa, sobre todo cuando existe una colecistitis aguda.
Un determinado número de lesiones biliares graves tienen
su origen en una hemorragia brutal que ocurre durante la
disección y en el peligroso control de esta hemorragia
mediante clips colocados a ciegas. De esta forma, el conduc-
to hepático derecho corre el riesgo de lesionarse, ya que es
contiguo a la arteria.
Los clips metálicos de titanio tienen la ventaja de montarse en
9 Colangiografla con la pinza de Olsen.
pinzas que se recargan de forma automática. Los clips reab-
sorbibles por su parte respetan la recomendación de no
emplear materiales no reabsorbibles para suturas biliares y
presentan un sistema de autobloqueo. Este dispositivo reduce
los riesgos de desplazamiento secundario de los clips e impo-
ne una calidad a la disección que es una garantía de seguri-
dad. Un clip con autobloqueo sólo puede colocarse sobre una
estructura canalicular si se ha individualizado por completo.
COLANGIOGRAFÍA (figs.8y 9)
Cuando el conducto cístico y la arteria cística se individua-
lizan, la colangiografía peroperatoria sistemática debe vali-
dar esta disección y permite evitar cualquier riesgo de
lesión biliar grave. El conducto cístico se abre con las tijeras
por la mitad de su circunferencia. Si su calibre es estrecho o
si existen válvulas císticas que impiden una progresión
fácil del catéter de colangiografía, hay que dilatarlo con
cuidado. Una norma sensata consiste en asegurarse de que
no existen microcálculos en el conducto cístico
que corran
el riesgo de migrar a la vía biliar durante la introducción
del catéter. La pinza de colangiografía, llamada de Olsen,
posee un conducto que permite introducir el catéter de
colangiografía y está provista de una mordaza que mantie-
ne el catéter en su lugar. Una alternativa consiste en intro-
ducir una aguja de un calibre suficiente como para permi-
tir el paso del catéter, a través de la pared abdominal, justo
en la perpendicular del pedículo hepático, a lo
largo del 10 Control de los elementos del pedículo cístico.
reborde costal derecho. El catéter puede unirse con el císti-
10
ocurrido esto durante la disección anterior, la colangiografía CONTROL DE LOS ELEMENTOS DEL PEDÍCULO
muestra de forma inmediata la ausencia de opacificación de CÍSTICO (figs. 10 y 11)
las vías biliares altas. Un conducto biliar que se ha abierto en El conducto cístico se secciona entre clips, que serán dobles
la zona lateral y que no está seccionado puede repararse de en el lado del pedículo. En la arteria, en la cual ya se había
forma inmediata o drenarse mediante una cánula en T, evi- colocado un clip en este lado, hay que colocar otro por deba-
tándose así una complicación más grave. Sin una colangio-
jo del anterior y a continuación seccionarla. No se debe colo-
grafía no se puede evitar que la intervención prosiga con car ningún clip del lado del pedículo después de haber obte-
sección completa del colédoco o con la resección de la con-
nido el control colangiográfico. Es la única regla que permi-
fluencia biliar superior. Este procedimiento no permite eli-
te continuar y concluir la colecistectomía con la certeza abso-
minar el riesgo de lesión biliar, sino acortar el retraso diag-
luta de no haber provocado una lesión biliar. Cuando el con-
nóstico y disminuir la posible gravedad.
ducto y la arteria císticos se han seccionado, la tracción hacia
Si la colangiografía es «normal» y los conductos biliares de
la segmentación hepática se han identificado en el colangio- abajo y hacia fuera sobre el infundíbulo mediante la pinza de
grama, se retira el catéter. Se tendrá que haber comprobado
prensión aleja definitivamente cualquier peligro en la disec-
ción hacia la confluencia biliar superior.
la longitud del conducto cístico disponible para la coloca-
ción de los clips, sin que haya riesgo de lesionar la vía biliar
principal. COLECISTECTOMÍA PROPIAMENTE DICHA
La disección del lecho de la vesícula se realiza de forma
retrógrada, es decir, desde el cuello vesicular hacia el fondo.
Las hojas de la serosa vesicular se cortan con el gancho coa-
gulador o las tijeras. La sección del peritoneo se tiene que
hacer manteniendo una distancia con el hígado. El plano
«bueno» de disección es el que más se acerca a la vesícula.
Cuanto más lejos de él, más cerca se está de la placa vesicu-
lar y mayor es el riesgo de despegarla del hígado. Este plano
es más hemorrágico. El contra-apoyo que ejerce el ayudante
al levantar el lecho vesicular hacia arriba facilita el despega-
miento y la disección de la vesícula. Para ello, puede despla-
zar la pinza o el aspirador apoyado en el lecho vesicular o
11
toriales o el deslizamiento hacia abajo del conducto parame- del 1 % 1941. El cierre de estos orificios evita una posible hemo-
diano o del conducto lateral derecho que pueden confluir rragia de los mismos en el interior de la cavidad peritoneal.
con el conducto hepático muy cerca del conducto cístico. La infiltración de los trayectos de los trocares con anestésicos
Una variación bastante peligrosa es la unión de un conducto locales reduce el dolor postoperatorio.
cístico corto directamente con el conducto lateral derecho. Las modalidades de cuidados perioperatorios se han tratado
Cuando se ha liberado completamente la vesícula, se intro- más arriba. El postoperatorio de una colecistectomía laparos-
duce en una bolsa de plástico que facilitará la extracción sin cópica debe ser simple desde el primer día después de la ciru-
riesgo de fuga. La vesícula dentro de su bolsa se coloca de gía. Cualquier fiebre, dolor o, de forma general, signo patoló-
forma temporal en el espacio interhepatodiafragmático gico en este intervalo no debe subestimarse, sino que debe
derecho. Aunque la intervención se haya desarrollado en poner en marcha de forma inmediata estudios que detecten
condiciones ideales, siempre resulta útil en este momento precozmente una posible complicación: ecografía o tomogra-
comprobar la ausencia de cualquier derrame sospechoso, fía computadorizada abdominal ante cualquier sospecha.
sobre todo biliar, y la calidad de los clips colocados sobre la La misma noche de la cirugía, o al día siguiente, pueden
arteria y el conducto císticos. Cualquier hemorragia que se pautarse bebidas y una alimentación ligera. El alta puede
detecte durante esta comprobación debe controlarse proponerse para la tarde del día siguiente de la intervención.
mediante una electrocoagulación lo más selectiva posible. La colecistectomía laparoscópica en cirugía ambulatoria 152]
Las técnicas de coagulación «en sábana» del lecho vesicular no está prevista en la «cultura» de los pacientes franceses.
son tan eficaces como peligrosas. Esta comprobación debe
realizarse antes de la extracción de la vesícula, ya que en
este estadio todavía se dispone de un buen neumoperito-
neo. El control al final de la intervención permite acabarla Variantes de la técnica
sin drenaje aspirativo infrahepático.
TÉCNICA «AMERICANA»
RECUPERACIÓN DE LA VESÍCULA (fig. 12) La técnica que se denomina «americana» se distingue de la
La extracción de la vesícula en una bolsa de plástico facilita «francesa» por la posición del paciente y de los cirujanos. Un
la maniobra, reduce el riesgo de contaminación parietal y estudio aleatorizado ha comparado estos dos métodos. De
tiene en cuenta la posibilidad, poco frecuente, de que exista forma inesperada, los autores han concluido a favor de la
un cáncer inadvertido de la vesícula. técnica «francesa» por la menor repercusión que ésta tiene
sobre la función respiratoria postoperatoria 1891.
Clásicamente, el ombligo era el orificio elegido para la
extracción de la vesícula. Esta elección respondía ante todo a El paciente se coloca en decúbito supino con las piernas jun-
una cuestión estética. En la práctica, el orificio umbilical está tas. El cirujano se pone a su izquierda y el primer ayudante
a la derecha. Un segundo ayudante que sujeta la cámara se
sujeto a infecciones y la fragilidad relativa de su cierre en un
coloca a la izquierda del cirujano. La columna de vídeo se
plano aponeurótico tiene riesgo de más complicaciones a
medida que se va agrandando. Una alternativa consiste en pone a la altura del hombro derecho del paciente, que tiene
el brazo derecho en abducción. El trocar óptico está en posi-
elegir el orificio del trocar «operador», cuya ventaja es que se ción umbilical y permite el paso de una óptica de 10 mm a
puede cerrar en dos planos aponeuróticos. La vesícula se 45°. El paciente se pone en posición anti-Trendelenburg,
extrae con la bolsa de protección con la precaución de coger
el borde de la misma a la vez que el muñón cístico, lo que girado hacia la izquierda de forma que «eleve» el hipocon-
drio derecho y separe las vísceras abdominales. Los otros
permite orientar bien la vesícula en su trayecto parietal. La
bolsa se retira simultáneamente con el trocar. Una pinza tres trocares se insertan bajo control visual. El segundo tro-
fuerte tipo Kocher o Kelly asegura que se agarre el borde de car se coloca en posición epigástrica, a la izquierda de la
la bolsa una vez fuera, lo que evita que se vuelva a introdu- línea media. Mide 10 mm para que puedan pasar la pinza de
cir de forma intempestiva. La bolsa sirve como protección de clips de 10 mm y la óptica al final de la intervención para
la pared durante la maniobra de extracción y no para la pro- comprobar que no existe hemorragia en el orificio umbilical.
Para elevar el ligamento redondo y el lóbulo izquierdo del
pia extracción, dada su relativa fragilidad. La vesícula y los
cálculos que contiene se extraerán en el interior de la misma hígado se introduce un instrumento por este trocar epigás-
mediante una tracción suave, con una dilatación si fuera trico y se sitúa a 90° con respecto al eje de la vía biliar prin-
necesario del orifico aponeurótico, una punción o una aspi- cipal. Los dos últimos trocares tienen un calibre de 5 mm,
ración del contenido biliar de la vesícula, o mediante la uno está situado en la línea axilar derecha y el otro en el
extracción con o sin fragmentación mediante la pinza de hipocondrio derecho, a lo largo del reborde costal, sobre la
cálculos en el interior de la vesícula. Es más seguro si se línea medioclavicular derecha, en la perpendicular de la
mantiene un control laparoscópico antes de extraer la bolsa unión entre el conducto cístico y el colédoco. Se empleará
de forma definitiva. para la colangiografía peroperatoria.
La pinza utilizada para coger el fondo de la vesícula se intro-
duce por el trocar lateral derecho y empuja el fondo de la
CONTROL AL FINAL DE LA INTERVENCIÓN vesícula hacia arriba y la derecha, a la vez que eleva la cara
Después de la extracción de la vesícula, se comprueba inferior del lóbulo derecho. Una segunda pinza se introduce
mediante laparoscopia la ausencia de hemorragias a nivel de por el trocar medioclavicular y toma el infundíbulo de la
los diferentes orificios de los trocares que participan en el vesícula que es empujado hacia abajo y la derecha, en direc-
procedimiento. Se puede dejar el aspirador en el trayecto ción a la fosa ilíaca derecha. La finalidad de esta maniobra es
cutáneo de uno de ellos para eliminar todo el gas residual aumentar la distancia entre el conducto cístico y el conducto
posible. El extremo del aspirador se coloca en el espacio inter- hepático común, al abrir el triángulo de Calot. En un pacien-
hepatodiafragmático. El aspirador se retira después sin la te no obeso, en este punto es posible identificar bajo el peri-
aspiración continua, ya que se podría incluir en la pared un toneo la arteria cística, el ganglio de Mascagni, el conducto
colgajo de epiplón introducido en los orificios de aspiración. cístico y el colédoco. La disección comienza en la unión entre
El orificio aponeurótico de los trocares de 10 mm se cierra el infundíbulo y el conducto cístico con un instrumento intro-
mediante puntos sueltos de hilo reabsorbible 0 o 00 enhe- ducido por el trocar epigástrico. Se realiza una incisión por
brado en pequeñas agujas. Se estima que la incidencia de delante en el peritoneo, a unos milímetros de la reflexión
eventraciones en el orificio de un trocar se sitúa alrededor sobre el hígado del peritoneo vesicular en la zona media del
12
1 1
cuerpo de la vesícula. Después se continúa hacia la unión Las dificultades encontradas durante la disección en la
-
vesiculocística. Se realiza la misma maniobra sobre la cara colecistitis aguda hacen necesario comprobar la ausencia
posterior de la vesícula, tras haber desplazado ésta hacia arri- de lesión biliar mediante una colangiografía peroperatoria.
ba y a la izquierda. El infundíbulo se separa del lado hepáti- La colecistitis aguda se asocia a mayor riesgo de coledoco-
co trabajando de forma alternativa hacia delante y hacia litiasis.
atrás, hasta que pueda pasar un instrumento por detrás de la -
La infección aguda de la vesícula conlleva alteraciones mediante un hilo trenzado reabsorbible 00. La disección
inflamatorias de la región infrahepática. La exploración
puede haber roto el cístico, en cuyo caso la identificación del
puede detectar la presencia de un derrame perihepático y muñón en los tejidos pediculares inflamados e infiltrados se
adherencias epiploicas que oculten toda o parte de la vesí- convierte en un proceso azaroso. Un lavado de la región aso-
cula. Estos datos exploratorios, si no se está demasiado fami- ciado a «masajes» del pedículo mediante la cánula puede
liarizado con la técnica laparoscópica, deben hacer plantear-
se de forma razonable y rápida la conversión. A la inversa, si
ayudar a localizar una salida de bilis e identificar así el
muñón cístico. Si no se consigue, no se puede aceptar la solu-
el paciente se interviene pronto, puede sorprender lo fácil ción de no cerrar el cístico y dejar un drenaje aspirativo de
que resulta separar estas adherencias de la vesícula, normal- contacto. Hay que convertir el procedimiento en laparoto-
mente incluso con el aspirador, lo que va a permitir separar mía para continuar la disección en mejores condiciones, y si
la «bolsa» epiploica de la vesícula tensa por la retención es necesario, con una ayuda adicional.
biliar infectada. -
aguda, la presión de la pared vesicular no permite tomar la cutánea y aponeurótica suficiente. Resulta inútil intentar
vesícula sin haber evacuado con antelación una parte del
ganar 1 o 2 cm con una incisión parietal.
contenido por punción. Incluso después de ésta, a veces hay -
toneo situado por detrás del infundíbulo con el fin de «sol- morbilidad 1721.
tar» lo antes posible la vesícula de sus inserciones infra-
hepáticas. Se trata de abrir un triángulo en el cual se podrá Fístulas colecistoentéricas y biliobiliares
individualizar la arteria y el conducto císticos. No siempre es
fácil encontrar un buen plano de separación. Por el contra- Las fístulas bilioentéricas son colecistoduodenales más que
rio, una vez se identifica este plano, la separación de la vesí- colecistocólicas. Deben considerarse, al margen de un caso
cula resulta relativamente fácil y rápida por el edema aso- particular de la cirugía biliar laparoscópica, como contrain-
ciado a la infección. dicaciones para proseguir con la intervención laparoscópica.
-
En caso de colecistitis aguda, una tracción intempestiva y Si el trayecto fistuloso se puede individualizar de forma
excesiva sobre la vesícula conlleva un despegamiento de la clara, la sección de la fístula en su vertiente digestiva (no
placa vesicular y este error de disección se acompaña inme- vesicular) puede hacerse gracias a la aplicación de una (o
diatamente de una supuración hemorrágica negruzca en dos) sutura-sección mecánica lineal, que se completará con
sábana que, sin ser grave, dificulta la intervención. puntos sueltos o una sutura interna. La continuación de la
13
intervención biliar no presenta particularidades, excepto por esta cirugía en el paciente obeso, se deben valorar todos los
la frecuencia de coledocolitiasis. beneficios que pueden obtenerse de una intervención que
Las fístulas biliobiliares son cístico o infundibulohepáticas. Se intenta minimizar la morbilidad parietal, más frecuente en
observan en pacientes con enfermedad biliar aguda o tras estos pacientes.
varios brotes infecciosos tratados con fármacos. La imposibi-
lidad de disecar bien el triángulo coledococístico suele conlle- E Embarazo
var la conversión en laparotomía que se deberá realizar como
norma cuando se observan las fístulas en el laparoscopio. Durante el embarazo pueden realizarse procedimientos de
cirugía laparoscópica " ID="I198.70.3">12.4.32]. De forma esquemática, una ope-
ración quirúrgica durante el primer trimestre del embarazo
Pancreatitis aguda corre el peligro de desencadenar un aborto, y durante el ter-
El tratamiento laparoscópico es posible en pacientes cuya cer un parto prematuro. Por tanto, el trimestre
trimestre,
litiasis biliar se haya diagnosticado junto con una pancreati- «óptimo» para esta operación, cuando es absolutamente
tis aguda ~’66,’~,’"2i. La puntuación de Ranson evalúa la grave- necesaria, es el segundo. La indicación de colecistectomía en
dad de la pancreatitis aguda [143.1441. En las benignas, es inútil el embarazo se reserva a las pacientes que tienen signos clí-
retrasar la cirugía por laparotomía más allá del intervalo nicos, analíticos y ecográficos (microlitiasis) que indican una
necesario para el estudio del pronóstico de la enfermedad 1", posible migración de los cálculos al colédoco. Durante el
111. En las formas graves, la cirugía de urgencias aumenta la segundo trimestre de embarazo también se puede realizar
morbilidad y se debe dar prioridad al tratamiento de la pan- una colangiografía peroperatoria.
creatitis y de sus complicaciones. Además, durante la lapa- Desde el punto de vista técnico, se recomienda utilizar una
roscopia, la gravedad de la pancreatitis se asocia con mayo- técnica abierta para crear el neumoperitoneo y evitar el
res dificultades y a un mayor riesgo de conversión en lapa- ombligo para el primer trocar. La localización de los trocares
rotomía. La tomografía computadorizada (TC) pancreática, se desplaza más hacia el hipocondrio derecho a medida que
realizada antes de la intervención biliar, valora el volumen avanza la edad gestacional. La presión intraabdominal está
de la glándula o de los seudo quistes necróticos, que pueden limitada a 10 mm Hg, o incluso a 8 mm Hg.
disminuir el volumen disponible para la intervención a la
hora de crear el neumoperitoneo.
Anatomía del
Complicaciones peroperatorias
pedículo
Es necesario conocer la anatomía biliar para interpretar la LESIONES VASCULARES Y VISCERALES
colangiografía peroperatoria. Las variaciones de la anatomía Las embolias gaseosas y las lesiones de los grandes vasos
de los conductos biliares aparecen sobre todo en los del lado
derecho: subdivisión del conducto hepático derecho en sus retroperitoneales se han descrito sobre todo, si no de forma
exclusiva, con la técnica «a ciegas» de creación del neumo-
componentes segmentarios y desplazamiento hacia abajo o
hacia la izquierda de un conducto sectorial. Las variaciones peritoneo : mediante aguja de Veress y primer trocar. La
embolia gaseosa se relaciona con una perforación vascular
anatómicas se detectan mediante el cartograma intrahepáti-
con la aguja. Aunque estos riesgos sean excepcionales, se
co durante la colangiografía peroperatoria. Es indispensable
saber reconocer y enumerar los diferentes conductos secto- pueden evitar si se usa de forma sistemática la técnica
abierta.
riales para poder garantizar que no falte ninguno. Las varia-
ciones «con riesgo» son aquellas que modifican la anatomía Las lesiones de los grandes vasos retroperitoneales se han des-
del pedículo. La confluencia de un conducto cístico corto crito de forma exclusiva, excepto en dos casos discutibles [63],
en relación con la introducción a ciegas de la aguja de Veress
puede realizarse con uno de los conductos hepáticos dere-
chos subdivididos. y del primer trocar. No deberían aparecer nunca con la intro-
ducción de los otros trocares que puede realizarse bajo con-
Antecedentes de abdominal
trol laparoscópico directo. Debido a la contrapresión asocia-
cirugía da al neumoperitoneo, o al fenómeno de la «herida seca»
Un antecedente de cirugía abdominal justifica la creación de secundario a la contractilidad de la pared arterial, una lesión
vascular puede no aparecer de forma inmediata durante la
un neumoperitoneo mediante la técnica «abierta» debido a
que resulta imposible prever con seguridad que no exista intervención, e incluso pasar desapercibida durante todo el
ninguna adherencia visceral a la pared abdominal. Sólo un procedimiento. Un shock brutal en la sala de despertar tras
la eliminación del neumoperitoneo puede ser el primer
cirujano experimentado en laparoscopia puede considerarse
autorizado a realizar una colecistectomía laparoscópica en signo de una lesión vascular retroperitoneal. En este caso, se
caso de que existan antecedentes de cirugía supra-mesocóli- debe volver de inmediato al quirófano e iniciar una laparo-
ca. Después de crear el neumoperitoneo, se deben elegir tomía de urgencia.
zonas libres de adherencias para introducir, poco a poco, los Las lesiones viscerales, al margen de las lesiones de los gran-
demás trocares necesarios para la intervención y crear des vasos, no amenazan de forma inmediata el pronóstico
mediante disección un espacio infrahepático útil para la vital. El riesgo de lesión visceral con el método «a ciegas»
colecistectomía. alcanza el 0,091 %, es decir el doble de lo que se estima con
el método «abierto» (0,048 %). Los órganos más expuestos a
este riesgo son el estómago (si no se ha extraído el aire
9 Obesidad
mediante una cánula de aspiración), el colon transverso (si
La obesidad conlleva más dificultades operatorias en el los trocares se introducen sin control visual directo) y el duo-
hombre que en la mujer. La creación del neumoperitoneo es deno y el ángulo derecho del colon durante la liberación de
delicada, sea cual sea la técnica elegida, debido al espesor de las adherencias infrahepáticas.
la pared. El peso del panículo adiposo abdominal justifica el
aumento de la presión intraabdominal a 15 mm Hg. La posi-
LESIONES BILIARES
ción proclive utiliza la gravedad para hacer descender la
cubierta epiploica y mejora las condiciones de ventilación La complicación más frecuente que se observa durante la
peroperatoria al disminuir la presión de las vísceras sobre las colecistectomía laparoscópica es la rotura de la pared de la
cúpulas diafragmáticas. Frente a las dificultades reales de vesícula. La salida de bilis, incluso infectada, puede contro-
14
larse rápidamente mediante lavado-aspiración. Se aconseja da arteria cística, y la lesión de la arteria hepática derecha,
entonces vaciar completamente el contenido biliar de la vesí- si la arteria cística es de tipo corto o si una sinuosidad de la
cula ya que es necesario recuperar todos los cálculos. Se han arteria hepática derecha la empuja a contactar con el infun-
descrito varias complicaciones relacionadas con los cálculos díbulo vesicular. En el primer caso, puede pinzarse de
abandonados en el abdomen o encontrados de forma secun- forma inmediata el origen de la hemorragia, retomar la
daria en el trayecto de un trocar. El lavado y la aspiración disección con la ayuda, si es necesaria, de un trocar de 5 mm
son útiles para recuperar pequeños cálculos que se pegan a adicional y colocar un clip hemostásico sobre la arteria, que
la cánula y pueden entorpecer el funcionamiento. Hay que se habrá individualizado de forma clara. En el segundo
buscar posibles cálculos bajo el hígado, en la punta del lóbu- caso, y si la hemorragia es desde un principio abundante, se
lo derecho, en el espacio interhepatodiafragmático y por aconseja colocar lo antes posible una pinza para garantizar
detrás del pedículo. una hemostasia temporal, y convertir la intervención en una
La complicación biliar más grave durante la colecistecto- laparotomía. Los tres consejos técnicos generales para
mía laparoscópica es la lesión del conducto biliar. Este ries- enfrentarse a una hemorragia en la laparoscopia se aplican
go se ha multiplicado por tres en la técnica laparoscópica de forma similar:
frente a la laparotomía: 0,6 frente a 0,2 %, respectivamente. -
precisa de la complicación. En función de la habilidad del hemorragias de la zona alta del pedículo que dan lugar a
lesiones del conducto hepático derecho son secundarias a la
cirujano o del nivel técnico del centro, se decidirá entre una colocación de estos clips.
reparación inmediata o la derivación del paciente a un ser-
vicio especializado.
Las lesiones hepáticas pueden deberse a la introducción «a hecho de que la fístula biliar se drene, disminuye la fre-
cuencia del dolor, de la fiebre y del íleo reflejo, pero no redu-
ciegas» de un instrumento durante la operación. El primer ce la frecuencia de ictericia y de signos peritoneales. En uno
tratamiento consiste en una compresión local que suele ser
suficiente. La segunda causa de hemorragia hepática es la de cada cuatro casos, se observa un cuadro clínico que
recuerda a una colangitis, se haya realizado drenaje o no. El
descapsulación del hígado. Es una hemorragia en sábana de
sangre negruzca, que suele detenerse con el taponamiento y diagnóstico de la acumulación intraperitoneal se realiza ini-
la compresión local. Si el sangrado persiste, puede ser nece- cialmente mediante ecografía y se completa con una tomo-
saria una mecha hemostásica aplicada de forma local al final grafía computadorizada abdominal. El diagnóstico de la
de la intervención. fuga de bilis se confirma al observar la imagen en la colan-
giografía retrógrada, sobre todo, o en la colangiografía
directa si se había colocado un drenaje biliar externo. La fis-
Hemorragia arterial pedicular tulografía del tubo de drenaje es inútil en el postoperatorio
Las dos causas más frecuentes de hemorragia de origen precoz. Las fístulas biliares que se originan en un conducto
arterial a nivel del pedículo son un error de disección, si se accesorio en el lecho vesicular pueden secarse de forma
ha pasado por alto la posibilidad de que exista una segun- espontánea o justificar una nueva exploración mediante
15
laparoscopia o laparotomía. Las fístulas biliares por relaja-
ción del muñón cístico se diagnostican mediante la intro-
ducción retrógrada endoscópica de contraste y se tratan
mediante endoprótesis con o sin esfinterotomía. Las fístulas
biliares por lesiones del colédoco tienen un tratamiento más
complejo y no forman parte de este capítulo. Si no se trata
de un centro especializado, deben ser drenadas y derivadas
sin retraso para llevarlo a cabo.
COMPLICACIONES HEMORRÁGICAS
La complicación hemorrágica más grave, y que puede ser
rápidamente mortal, es la lesión de los vasos retroperitonea-
les durante la creación del neumoperitoneo, que puede
pasar desapercibida durante la intervención. El diagnóstico
se sospecha cuando aparece un shock en la sala de despertar.
Se debe volver inmediatamente al quirófano y realizar una
laparotomía de urgencia para evitar lo peor.
La hemorragia en uno de los orificios de los trocares es mucho
menos alarmante, aunque pueda acabar de forma secundaria
en una transfusión o incluso en una reintervención. El diag-
nóstico viene dado por la pérdida sanguínea postoperatoria
cuya causa sólo se averigua cuando se vuelve a intervenir. La
laparoscopia no es el método más «adecuado» para volver a
explorar un hemoperitoneo. Es difícil realizar el lavado y la
aspiración de los coágulos mediante laparoscopia y esta
nueva exploración debe terminar con la certeza de haber iden-
tificado con precisión el origen de la hemorragia. Por tanto, se
recomienda realizar una laparotomía si la primera reexplora- 13 Posición de los trocares y de los cirujanos.
ción laparoscópica no alcanza el objetivo previsto. A: Columna de vídeo dellaparoscopio.
B: Columna de vídeo del coledoscopio.
l: Trocar de 10 mm.
2: Trocar de 5 mm.
Tratamiento laparoscópico 3: Trocar de 5 mm.
4: Trocar de 10 mm.
de la coledocolitiasis 5: Trocar de 10 mm.
O: cirujano.
La exploración laparoscópica del colédoco puede hacerse a al: primer ayudante.
través del conducto cístico o mediante coledocotomía. Un a2: segundo ayudante.
análisis de las series publicadas muestra que ambos méto-
dos son factibles y seguros ""l Cualquier comparación entre
ambas técnicas sería falaz ya que tienen indicaciones distin-
tas. La exploración transcística laparoscópica respeta la inte-
gridad de la vía biliar principal y dos de cada tres pacientes
se tratan con este método " ID="I20 .38.6">1 141. La esfinterotomía endoscópi-
ca se recomienda en los pacientes que presentan una colan-
el tamaño de los cálculos del colédoco debe ser compati- ciegas» [74]. El tipo de sonda empleada depende del cirujano.
ble con el del conducto cístico por el cual deberán pasar. El Algunos prefieren las urológicas de tipo Segura a las sondas
biliares. Algunos catéteres de Dormia llevan un balón que
calibre de este último puede ampliarse mediante dilatación
dilata el conducto cístico y que extrae los cálculos con un
mecánica con sondas o neumática mediante balones como único instrumento. Se recomienda utilizar catéteres de
los de la angioplastia. El muñón cístico puede desgarrarse o Dormia con capacidad para inyectar contraste ya que esto
romperse si se dilata en exceso; suele ser necesario durante las maniobras de extracción para
-
el número de cálculos que hay que extraer es una limita- visualizar el (o los) cálculo(s) existente(s). Las características
ción relativa para la vía transcística. Con más de cuatro o de la cesta dependen del tamaño de los cálculos: para los cál-
cinco cálculos, resulta más eficaz la coledocotomía; culos «grandes», una cesta con cuatro varillas es suficiente;
-
la presencia de cálculos por encima de la desembocadu- para los «pequeños», es mejor una de seis varillas.
ra del conducto cístico implica la elección de la coledocoto- La introducción del catéter se realiza mediante la aguja o el
mía. Con la vía transcística, es difícil hacer subir una sonda trocar que se coloca en la perpendicular del pedículo. La
hacia la parte superior de la vía biliar principal. Si los cálcu- pinza de prensión situada en el trocar lateral derecho permi-
te al segundo ayudante orientar el conducto cístico en el eje
los son móviles se puede intentar hacerlos descender a la
del catéter con cesta una vez insertado. Éste se introduce
zona inferior de la vía mediante masajes externos sobre el
bajo control laparoscópico y radioscópico en el colédoco sin
pedículo; atravesar la papila, incluso en el momento de la abertura de
-
un conducto cístico corto que desemboque sobre el borde la cesta. Luego se tracciona de forma progresiva y se le van
derecho del colédoco facilita las maniobras de extracción. haciendo movimientos de rotación sobre su eje para que
Por el contrario, uno largo que confluya en el borde izquier- vaya atrapando a su paso el (o los) cálculo(s). Estos movi-
do o en el trayecto transpancreático de la vía biliar principal mientos son aplicados por la mano derecha del cirujano que
es una contraindicación para la vía de acceso transcística. sujeta la vaina del catéter en la zona más cercana a su paso
17
por el trocar, y sólo son eficaces si se trabaja en un eje lo más xibilidad de ésta permite casi siempre el paso del balón hin-
directo y rectilíneo posible. La mano izquierda realiza las chado al lado del cálculo que se quiere subir y aunque puede
maniobras de abertura y cierre de la cesta. El procedimiento movilizarlo, casi nunca consigue hacerlo hacia el conducto
de extracción del cálculo en sí debe estar garantizado por el cístico y, sin embargo, puede hacerlo retroceder hacia las
control laparoscópico que lleva a cabo el primer ayudante. vías biliares superiores. El único caso en el que una sonda de
En los casos de cálculos cuyo calibre se acerque mucho al del
conducto cístico, puede ser necesario realizar una corta cisti-
Fogarthy puede resultar útil es para recuperar un cálculo
biliar que ha ascendido a las vías biliares intrahepáticas,
cotomía en el momento de la extracción, en el eje del con- localización a la que no se puede tener acceso por la vía
ducto, para que pueda salir el cálculo. Es preferible dilatar la transcística.
abertura del conducto cístico que fragmentar un cálculo fria-
Varios autores, sobre todo anglosajones, han descrito un
ble mediante una tracción excesiva, ya que se corre el riesgo
método de tratamiento de los cálculos pequeños de la vía
de dejar pequeños fragmentos en el colédoco. El cálculo
biliar principal mediante «flushing», un lavado de la misma
extraído se mete en una bolsa de plástico que se ha introdu-
cido previamente en el abdomen, pudiendo repetirse la bajo presión con suero, asociado o no a una prueba de rela-
maniobra si es necesario. jación farmacológica de la papila con glucagón. Este método
debe hacer pasar por la papila los cálculos microscópicos
que la atravesarían por sí mismos o las burbujas de aire que
Extracción bajo control coledoscópico (fig. 16) se confunden con cálculos. Hay que recordar que la hiper-
A nuestro entender, la extracción bajo control coledoscópico presión asociada al paso forzado de un cálculo por la papila
no es la técnica adecuada para la vía de acceso transcística. es una causa de pancreatitis aguda.
Es cierto que existen en el mercado coledoscopios de peque-
ño calibre (3,5 mm o menos) que se pueden introducir en un
Control peroperatorio de la vacuidad de la vía
conducto cístico de 4 mm de calibre, pero esos instrumentos
son tan caros como frágiles. Tienen sobre todo un interés
biliar principal
diagnóstico y permiten explorar una imagen visualizada de Hay que controlar la vacuidad de la vía biliar principal con
la vía biliar principal cuando la radiológica no ha ofrecido una colangiografía realizada en las mismas condiciones téc-
un diagnóstico preciso. Sea cual sea su calibre y su angula- nicas que las que se han descrito con anterioridad. El «masa-
ción, en un 80 % de los casos estos coledoscopios no pueden je» de la vía biliar principal con un instrumento romo para
explorar las vías biliares por encima de la confluencia cisti- obtener radiografías simples en cortes finos y evitar los «fal-
cohepática. Los coledoscopios de pequeño calibre poseen un sos positivos» es especialmente necesario después de las
conducto operativo que es el mismo que permite la irriga- maniobras múltiples de extracción.
ción necesaria para la exploración dentro del colédoco. Para
La coledoscopia no nos parece especialmente adaptada al
que ésta se haga en buenas condiciones se necesita una pre- control de la vacuidad de la vía biliar principal, por las razo-
sión de irrigación. La bolsa de suero empleada para la
nes que se han visto antes. Cuando se está convencido de la
misma se coloca en una bolsa como las utilizadas para las
no existencia de litiasis, el conducto cístico se vuelve a cerrar
transfusiones sanguíneas mientras una enfermera controla
de forma periódica el nivel de presión a medida que se va como durante una colecistectomía simple con dos clips reab-
utilizando el suero. Esa presión de irrigación no se podrá sorbibles. Si ha habido que dilatarlo o si se ha dañado duran-
mantener una vez que se haya introducido un catéter con te las maniobras de extracción, puede lograrse un cierre
cesta en el conducto operativo debido a la estrechez del con- estanco con una ligadura con hilo 00 reabsorbible con nudo
ducto de irrigación de estos coledoscopios. Una alternativa interno.
consiste en introducir el catéter con cesta no en el conducto
operativo sino al lado del coledoscopio, lo que no suele Drenaje biliar externo
resultar factible si el conducto cístico está nula o escasamen-
te dilatado. Si se consigue vencer estas dificultades, se puede Deben limitarse las indicaciones de un drenaje biliar exter-
intentar extraer los cálculos de la vía biliar principal bajo no tras una extracción por vía transcística. Las complica-
control laparoscópico. Para que exista una colaboración efi- ciones de un drenaje biliar externo dificultan los cuidados
caz del conjunto del equipo en las maniobras de extracción, postoperatorios y retrasan el alta. Además el tubo de dre-
se necesita una segunda cámara y un segundo monitor. Bajo naje transcístico presenta sus propias complicaciones: el
control visual, se abre en una zona alejada del cálculo que se desplazamiento o desprendimiento accidental y las dificul-
quiere atrapar el catéter de Dormia que se ha introducido tades o retraso de la extracción de un drenaje demasiado
por el conducto operativo del coledoscopio o al lado de éste. fijo son sólo dos ejemplos. La única indicación no discutida
Tanto para la captura del cálculo como para su extracción, del drenaje biliar externo transcístico es el abandono de un
habrá que manipular el coledoscopio y el catéter de Dormia cálculo que no se quiere tratar mediante coledocotomía
en bloque. Cuando se realiza una extracción bajo control
laparoscópica o conversión a un procedimiento de laparo-
coledoscópico, el cirujano se encarga de la angulación del tomía " ID="I20 .1 7.2">1501. Para esta misma indicación se ha propuesto la
coledoscopio y de la visualización en la pantalla de las introducción de una endoprótesis por el conducto cístico " ID="I202.1 8.9">1 491.
maniobras mientras que el ayudante vigila la abertura y cie- Se espera que el drenaje evite una retención biliar post-
rre del catéter de Dormia. No hay que intentar nunca extra-
er «a la fuerza» los cálculos cuyo calibre es incompatible con
operatoria, permita una colangiografía de control para
el del conducto cístico ya que se puede provocar la desagra- comprobar la presencia del cálculo residual y facilite la
esfinterotomía postoperatoria al garantizar la posibilidad
dable situación de bloquear el conjunto coledoscopio-
de localización de la papila. Se han propuesto varios tipos
Dormia-cálculo en la unión coledococística, cuya única solu-
ción es la conversión a un procedimiento de laparotomía.
de tubos de drenaje: catéter de Pédinelli o catéter de Escat.
Tras la extracción del primer cálculo, la maniobra puede El muñón cístico se liga sobre el tubo de drenaje con un hilo
reabsorbible 4/0 de forma que pueda retirarse con facilidad
repetirse si fuera necesario. en un plazo de 21 días. Una retirada demasiado precoz
18
Complicaciones peroperatorias de la vía El bloqueo en la vía biliar del catéter de Dormia con un
transcística cálculo exige casi siempre el cambio a un procedimiento de
laparotomía.
Rotura del muñón cístico, muy manipulado
durante las maniobras de extracción
COLEDOCOTOMÍA (fig. 17)
No debe considerarse como una complicación mayor. Puede
deberse a la inflamación que debilita al muñón, a una cisti-
Hay que plantear una coledocotomía laparoscópica cuando
se considera que existen contraindicaciones de la vía de
cotomía excesiva o a dilataciones extremas. El muñón cístico acceso transcística o después de que ésta fracase. En ambos
suele ser fácil de localizar en el lado pedicular si no hay una casos, la organización de la operación es la misma que la
pediculitis importante. Se disecará de nuevo 1 centímetro que se ha detallado para la vía transcística. Se debe poner
para que pueda agarrarse con facilidad y colocar después un un trocar adicional y se requiere la ayuda de un segundo
clip sin peligro. ayudante.
Desinserción del muñón cístico de la vía biliar pedicular
Exposición óptima
Es la forma más grave de rotura del muñón. Impide cual- Se necesita para realizar una coledocotomía supraduodenal
quier intento de cierre directo con clips o incluso suturas, laparoscópica. El descenso del duodeno mediante un instru-
debido al riesgo de estenosis secundaria. Debe considerarse mento introducido en el trocar epigástrico ofrece una buena
como el equivalente de una coledocotomía y realizarse como exposición siempre que se ejerza una contratracción sobre el
tal (cf. infra). hígado sujetado hacia arriba. Para conseguir este levanta-
miento hepático sin inmovilizar un trocar, se ha propuesto
Perforación de la vía biliar principal por el catéter sujetarlo con el ligamento redondo, mediante un hilo enhe-
de Dormia brado en una aguja recta, introducida en percutáneo y situa-
da lo más cerca posible del apéndice xifoides. El hilo se ase-
La falsa ruta abierta por el catéter de Dormia que provoca
gura mediante sutura enclavijada en el exterior de la pared
una perforación se suele diagnosticar por la salida del medio abdominal [12].
de contraste que se ha inyectado y que se traduce por una
imagen lacunar mal limitada, que no se modifica con la reas- anterior
piración del medio de contraste ni con la irrigación-lavado. Identificación y preparación de la cara
Esta complicación puede imposibilitar proseguir con la
de la vía biliar principal pedicular
exploración por la vía transcística y justificar un cambio a Es más o menos fácil, según la infiltración grasa y la infla-
coledocotomía con coledoscopia. Debe tratarse siempre con mación del pedículo. Dado que la prudencia ha de regir
un drenaje biliar externo que resuelve el problema, al menos cualquier electrocoagulación cerca de la pared biliar, es
en una fase inmediata. Este accidente puede ser una causa indispensable tener una visión clara y no hemorrágica de la
secundaria de estenosis del colédoco. Por tanto, debe men- misma antes de la abertura del colédoco o del conducto
cionarse en el informe quirúrgico. hepático común. La exposición de la cara anterior de la vía
biliar principal debe hacerse en unos 2 centímetros para que
no moleste el peritoneo pedicular en el momento del cierre.
Maniobras mal controladas de abertura y cierre de la cesta
La abertura de la vía puede hacerse con tijeras o bisturí con
del catéter de Dormia
hoja retráctil. La elección de la orientación de la incisión con
Pueden provocar una hemorragia si causan un traumatismo respecto al eje de la vía biliar, vertical o transversal, es muy
de la papila. Es necesario colocar un drenaje biliar externo y discutida. Si la vía biliar está dilatada, lo que suele ocurrir en
se aconseja un control de las concentraciones séricas de ami- las indicaciones de coledocotomía, la orientación de la inci-
lasa y lipasa en el postoperatorio. sión no tiene probablemente ninguna importancia. Se supo-
17 Coledocotomía.
19
18 Extracción de los cálculos con una pinza.
no realizar una disección excesiva de las paredes de la vía izquierdo, que es el de la mano derecha del cirujano. Esta
biliar para evitar cualquier riesgo de isquemia secundaria; incisión suele ser ligeramente oblicua en relación al eje de la
vía biliar principal. La incisión es perpendicular a la aguja
-
20
tomía favorece el control coledoscópico. El diámetro del co-
lédoco permite siempre el empleo de los coledoscopios de
«mayor» calibre, alrededor de 5 mm. Estos instrumentos son
más robustos que los coledoscopios finos y sobre todo pose-
en un conducto operativo que permite una buena irrigación
dentro del colédoco junto con el paso de un catéter con cesta
para recuperar los cálculos bajo control visual. La visualiza-
ción de los cálculos en el colédoco es aún mejor si se utiliza
una de las pinzas de
prensión para garantizar una hermetici-
dad relativa de la coledocotomía alrededor del coledoscopio.
El caso más satisfactorio es la salida espontánea del (o de los)
cálculo(s) cuando se abre el colédoco, lo que significa que se
debe estar alerta en el control laparoscópico desde el mismo
instante de la abertura.
Los cálculos pueden salir con maniobras externas aplicadas
con un instrumento romo sobre la cara anterior de la vía
biliar de abajo a arriba. Se aconseja este método si el (o los)
cálculo(s) es (son) móvil(es) en la colangiografía. La extrac-
ción puede hacerse con una pinza fenestrada introducida en
la vía biliar (fig. 18). Hay que saber que una pinza recta que
se introduce por el trocar epigástrico desciende hacia la vía
biliar inferior. En varias ocasiones, hemos utilizado para esta
exploración el juego de pinzas de Mirizzi, adaptadas en
principio a la cirugía por laparotomía. Si es necesario, se
pueden emplear estas pinzas si se retira el trocar epigástrico
de 5 mm, e introduciéndolas a través de la pared, a la vez
21 Extracción de los cálculos mediante un catéter de Dormia en el cole-
que se garantiza el cierre del neumoperitoneo mediante la
compresión temporal con un dedo. doscopio después de la coledocotomía.
La extracción se puede realizar con el catéter de Dormia bajo
control radioscópico. Sin embargo, la salida de medio de
contraste por la coledocotomía requiere múltiples reinyec-
ciones.
Para la extracción de los cálculos bajo control coledoscópi-
co, se necesita una segunda cámara y un segundo monitor.
El coledoscopio se introduce por el trocar de 10 mm situado
bajo el reborde costal derecho. El extremo interno del trocar
está en contacto con la coledocotomía, lo que permite intro-
ducir directamente el coledoscopio en la vía biliar principal.
La presión de irrigación en el interior del colédoco provoca
la movilización de los cálculos más pequeños y no es raro
que este único lavado haga salir los cálculos al lado del cole-
doscopio o cuando éste se retira (fig. 19). Si los cálculos no
han salido con el lavado, hay que utilizar un catéter de
Dormia que se introduce por el conducto de irrigación (fig.
20). En el mercado se pueden encontrar endoscopios con un
conducto operativo de 2 mm, para que pueda pasar sin difi-
cultad un catéter de Dormia con un buen flujo de irrigación.
Con la ayuda combinada de unos movimientos de rotación
del coledoscopio sobre sí mismo y de la angulación, el ciru-
jano puede colocar el cálculo que quiere coger «justo en la 22 Coledoscopia.
pantalla». El segundo ayudante introduce el catéter de
Dormia en el conducto operativo y lo sitúa por debajo del
cálculo, con la cesta abierta, bajo control visual. Se pueden
usar dos métodos para extraer el cálculo: retirar el catéter recurrir a los aparatos de litotricia de contacto hidroelectro-
con cesta sobre el que se hacen pequeños movimientos de lítico o al láser pulsado. Son pocos los centros, aparte de los
torsión sobre su eje o retirar el catéter y el coledoscopio «en
que trabajan cerca de servicios de urología, que tienen acce-
bloque». El cierre de la cesta que aprisiona el cálculo se rea- so a este tipo de material. Si, como suele suceder, no se dis-
liza bajo control visual y se hace retroceder el conjunto
pone de él, se recomienda la conversión del procedimiento,
endoscopio-catéter bajo control laparoscópico hasta que se donde las dificultades que encontrará el cirujano son las mis-
ve salir el extremo del catéter de Dormia con el cálculo. Hay mas que para el endoscopista y el paciente está expuesto a
que repetir la maniobra todas las veces que sea necesario una reintervención en caso de fracaso.
(fig. 21).
Los cálculos «enclavados» en la vía biliar baja son los más
Control peroperatorio de la vacuidad de la vía
problemáticos, sobre todo cuando parecen incluidos en un biliar principal (fig. 22)
receso del colédoco inferior. Seguramente son más numero-
sos los cálculos enclavados tras maniobras de exploración La coledoscopia es el método de control de la vacuidad de la
deficientes que los enclavados de forma espontánea. Nunca vía biliar principal tras la coledocotomía. En primer lugar se
se deben introducir a ciegas los instrumentos en la vía biliar recomienda el control de las vías biliares superiores intra-
sin asegurarse de que no van a empujar y bloquear un cálcu- hepáticas, ya que los cálculos pueden migrar hacia arriba
lo en la zona inferior del colédoco. Un método elegante es durante las maniobras de exploración. Para evitar las difi-
21
cultades de una angulación excesiva y los riesgos de un trau- Cierre sobre un drenaje biliar externo en T (fig. 23A)
matismo del coledoscopio, preferimos modificar la exposi-
El tubo de drenaje siempre es de látex y del calibre núm. 10
ción para la exploración de estas vías superiores e introducir
o 12. La cánula puede introducirse completamente en el
el coledoscopio por el trocar umbilical en el que se encontra-
abdomen si este método resulta más simple. En nuestro caso,
ba la óptica del laparoscopio. Basta con intercambiar las vías
sólo introducimos el extremo en T con una longitud de tubo
de acceso para cada uno de los endoscopios. La introducción
vertical suficiente, a través del trocar suplementario coloca-
del coledoscopio por el trocar umbilical permite subir sin
do justo por encima de la vía biliar. El extremo distal de la
problemas por las vías biliares superiores que se deben cánula se pinza para evitar la pérdida del neumoperitoneo.
explorar completamente y de forma sistematizada. Si en este Los brazos de la T se preparan antes recortándolos en canal,
estadio se descubre un cálculo intrahepático, lo más sencillo
es inmovilizarlo y, si es
lo que los vuelve más flexibles para su extracción posterior.
posible, extraerlo mediante una Es suficiente una longitud de 1 a 2 centímetros para cada
sonda con balón de Fogarthy. El control de la vía biliar infe-
uno de los brazos horizontales. Se han descrito diferentes
rior se realiza de abajo a arriba tras haber identificado el ori-
ficio de la papila. artificios técnicos para introducir la cánula en T en la vía
biliar. Suele bastar con coger el extremo de uno de los brazos
de la T y empujarlo en la vía biliar superior hasta que todo
Cierre de la coledocotomía el segmento horizontal de la T se encuentre en la luz del con-
Existen tres posibilidades: cierre de la coledocotomía sobre ducto. Después se retira la pinza y se estira suavemente del
un tubo de drenaje biliar externo en T, cierre de la coledoco- segmento vertical de la cánula para colocar los dos brazos de
tomía con un drenaje biliar externo transcístico y cierre pri- la T a cada uno de los lados de la coledocotomía. La cánula
mitivo de la coledocotomía sin drenaje biliar externo. El dre- se sitúa en el ángulo externo de la coledocotomía (abertura
naje externo con cánula en T está indicado en el caso de una horizontal) o hacia su ángulo superior (abertura vertical) con
colangitis con pared inflamada del colédoco, de maniobras o sin punto de cierre del mismo. La coledocotomía se cierra
de extracción con posibles traumatismos para la papila y de mediante puntos sueltos o sutura continua con hilo trenzado
cálculos múltiples o fragmentados por la extracción. reabsorbible 5/0. El inconveniente del hilo trenzado es que
23 Cierre de la coledocotomía.
A. Cierre sobre tubo de drenaje de Kehr.
B. Cierre de la coledocotomía con tubo de drenaje transcístico.
C. Cierre del colédoco sin drenaje.
22
se desliza peor que un hilo monofilamento; sin embargo, se
maneja y se anuda mejor. Para garantizar la hermeticidad de
la sutura, se puede inyectar suero por la cánula en T bajo
control laparoscópico. Un método sencillo consiste en
«aplastar» la cánula de goma con una pinza de prensión
justo a su salida de la vía biliar, lo que permite pasar un
punto adicional sobre los bordes de la coledocotomía.
Cuando se suelta la presión sobre la cánula, su elasticidad
garantiza la hermeticidad de la sutura. El tubo de drenaje se
saca por el orificio cutáneo del trocar que ha servido para
introducirlo a lo largo del reborde costal derecho. Se aconse-
ja dejar dentro del abdomen un lazo «de seguridad» para
evitar que se arranque la cánula durante los cuidados post-
operatorios o por parte del propio paciente. Hay que fijarlo
firmemente a la piel pero sin que se comprometa su permea-
bilidad. Algunos autores proponen que el tubo de drenaje se
coloque al final de la intervención para evitar que se saque
de la vía biliar por una maniobra intempestiva durante la
colecistectomía.
do una vacuidad completa de la vía biliar principal, sin recomienda actuar con mucha prudencia y suavidad en caso
traumatismo de la papila. La sutura de la propia coledoco- de inflamación del pedículo. La hemorragia debida a infla-
tomía no presenta particularidades técnicas y puede reali- mación de la mucosa de la vía biliar principal es una indica-
zarse con puntos sueltos o con sutura continua, con hilo ción para elegir el drenaje biliar externo con cánula en T de
monofilamento o con hilo trenzado reabsorbible 5/0. Los gran calibre, mayor que el calibre 10 o 12 habitual.
extremos de la sutura continua se anudan internos, o se blo-
quean con clips pequeños reabsorbibles. La hermeticidad de Seguimiento postoperatorio
la sutura y la vacuidad de la vía biliar se comprueban con
un medio de contraste al que se le añade azul de metileno y
El control después de la exploración de las vías biliares de la
se inyecta por el muñón cístico como para la colangiografía
concentración sérica de amilasa y lipasa sólo tiene interés si
clásica. Si la sutura es estanca y se reúnen las condiciones existe un cuadro de dolor que plantee un posible diagnósti-
co de pancreatitis postoperatoria.
para un cierre primitivo sin drenaje, el muñón cístico se
refuerza con dos clips. La vigilancia postoperatoria general y local se hacen en fun-
Se puede colocar un drenaje aspirativo de pequeño calibre ción de la técnica utilizada. En el caso de la vía transcística o
del cierre primitivo de la coledocotomía, se considera que la
por detrás del pedículo hepático y que salga por el orificio vacuidad de la vía biliar se ha confirmado durante el per-
cutáneo del trocar lateral derecho. Esta cánula permite una
vigilancia postoperatoria precoz de una posible salida de operatorio, por lo que no está justificada a priori ninguna
bilis y se retira a las 48 horas después de la intervención. exploración biliar. La vigilancia del drenaje aspirativo infra-
hepático permite confirmar la ausencia de cualquier salida
de bilis.
Complicaciones peroperatorias La presencia de un tubo de drenaje biliar externo postopera-
de la coledocotomía torio justifica una vigilancia específica. Lo primero que hay
Las principales dificultades que se encuentran durante la que controlar es su flujo.
coledocotomía se asocian a la extracción de los cálculos. Una -
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo original: Borie F et Millat B. Cholécytectomie et exploration de la voie biliaire principale par ccelioscopie. Traitement copliosco-
pique de la lithiase de la voie biliaire principale. Encycl Méd Chir (Elsevier SAS, Paris, tous droits réservés), Techniques chirurgicales - Appareil digestif, 40-950, 2003, 26 p.
24
Bibliografía
[1 Abboud PAC, Malet PF, Berlin )A, Staroscik R, Cabana MD, * [26] M, Gentileschi P, Santoro E. forThe lap
Catarci M, Carlini [50] Fitzgibbons Rj, Ryberg AA, Ulualp KM, Nguyen NX, Litke
Clarke JR etal. Predictors of common bile duct stones prior Group Roma. Majorand minorinjuries during the creation BS, CampsJ et al. An altemative techníquefortreatmentof
to cholecystectomy: a meta-analysis. Gastrointest Endosc of pneumoperitoneum. A multicenter study on 12,919 choledocholithiasis found at laparoscopic cholecystec-
1996 ; 44 :450-459 cases. Surg Endosc2001 ; 15 : 566-569 tomy. Arch Surg 1995 ; 130 : 638-642
[2] Affleck DG, Handrahan DL, Egger M), Price RR.The laparo- [27] Catheline JM, Capelluto E, Turner R, Rizk N, Barrat C, [51 Fletcher DR, Hobbs MST, Tan P, Valinsky li, Hockey RL,
scopic management of appendicitis and cholelithiasis Cazacu Fetal. Comparaison de I’écholapariDscopieetde la Pikora Ti et al. Complications of cholecystectomy: risks of
during pregnancy. Am Jsurg 1 999 178: 523-529 choiangiographie lors des cholécystectomies laparoscopi- the laparoscopic approach and protective effects of opera-
[3] Alexander DI, Ngoi SS, Lee L, So 1, MakK, Chan S etal. Ran- ques : résultats d’une étude prospective. Gastroentérol Clin tive cholangiography. A Population-based study. Ann Surg
Biol 2000; 24: 619-626 1999; 229:449-4577
domizedtrial of peri-portal peritoneal bupivacainefor pain
relief after laparoscopic cholecystectomy. Br/ Surg 1996 ;i [28] Chang L, Lo S, Stabile BE, Lewis RI, Toosie K, De Virgilio C. [52] Forrest Calland 1, Tanaka K, Foley E, Bovbjerg VE, Markey
83 : 1223-1225 Preoperative versus postoperative endoscopic retrograde DW, Blome S et al. Outpatient laparoscopic cholecystec-
[4] Amos ID, Schorr 51, Norman PF, Poole GV, Thomae KR, cholangiopancreatography in mild to moderate gallstone tomy : Patientoutcomesafterimpiementationofaciinicai
MancinoATetal. Laparoscopic surgery during pregnancy. pancreatitis. A prospective randomized trial. Ann Surg pathway. Ann Surg 2001 ; 233 : 704-715
Am / Surg 1996 ; 171 : :435-437 2000;231 :82-87 [53] Fredman B, ledeikin R, Oisfanger D, Flor P, Gmzman A.
lithiase vésiculaire: stratégie thérapeutique. [29] Cheah WK, Lenzi JE, So JBY, Kum CK, Goh PMY. Random- Residual pneumoperitoneum : a cause of postoperative
[5] Anonyme. La ized pain after laparoscopic cholecystectomy. Anesth Analg
Conference de Consensus (19-21 décembre1991), Stras- trial of needlescopicversus laparoscopic cholecystec-
tomy. Br/ Surg 2001 ; 88: 45-47 1994 ; 79 :152-154
bourg.Sem Hóp, 1992; 68:403-408
[6] Baca 1, SchneiderB, KóhierT, Misseiwitz F, ZehieA, MüheF. [30] Chundrigar T, Hedges AR, Morris R, Stamatakis ID. Intra- [54] FuhrerY,CharpentierC,BoulangerG,MenuN,Grosdidier
Tliromboembolieprophylaxe bei minimal-invasiven Ein- peritoneal bupivacaine for effective pai n relief after laparo- G, Laxenaire MC. Analgésie apris cholécystectomie par
scopic cholecystectomy. Ann R ColISurg Engl 199 3 ; 75 : voie ccelioscopique par administration intraperitonéale de
griffen und kurzstationárer Behandlung. Ergebnisse einer 437-439 bupivacaine. Ann FrAnesth Reonim 1996; 15 : 128-134
multicentri-schen, prospektiven, randomisierten, kontrol-
lierten Studie mit einem niedermolekuiaren Heparin. [31] Cogliandolo A, Manganaro T, Saitta FP, Mica¡¡ B. Blind [55] Fujii Y, Tanaka H, Kawasaki T. Randomized trial of
grani-
Chirurg 1997; 68 :1275-1280 versus open approach to laparoxopic cholecystectomy: a setron, droperidol and
metoclopramide tor the treatment
[7] Ballem RV, Rudomanski J. Techniques of pneumoperito-
randomized study. Surg LoparoscEndosc1998; 8: 353-355 of nausea vomiting after laparoscopic cholecystec-
and
neum. ~urt~oporosc¿ndfMf1993; 3 :42-43 [32] Cosenza CA, Saffari B, jabbourn, Stain SC, Garry D, Parekh tomy. Br/ Surg 2000; 87 : 285-288
[8] 8arkun]5,8arkunAN,sampalis]5,FñedG,Taylor8,Wexler
D et al. Surgical management of biliary gallstone disease [56] Gibney El. Asymptomatic gallstones. 8r/ Surg 1990; 77:
MI et al. Randomised eontrolled-trial 01 laparoscopic versus during pregnancy. Am 1 Sur_q 1999; 178:545-548 368-372
minicholecystectomy. Lancet 7 992 ; 340 : 1 116-11199 [33] Cox MR, Wilson TG, Toouli J. Peroperative endoscopic [57] GigotJF,NavezB,EtienneJ,CambierE,JadouIP,GuiotPet et
[9] Barteau JA, Castro D, Arregui ME, Tetik C. A comparison of sphincterotomy during laparoscopic cholecystectomy for al. Astratified intraoperativesurgical strategy is mandatory
intraoperative ultrasound versus cholangiography in the
choledocholithiasis. Br I Surg 1995 ; 82 : 257-259 during laparoscopic common bile duct exploration for
[34] Crosthwaite G, Chung T, Dunkley 5, Shimi S, Cuschieri A. common bileductstones. Lessonsand limitsfrom an initial
evaluation of the common bile duct during laparoscopic
cholecystectomy. Surg Endosc 1995 ; 9 : 490-496 Comparison of directvision and electronic two- and three- experience of 92 patients. Surg Endosc 1997;11 : 722-728
dimensional display systems on surgical task efficiency in [58] Gláttii A, Mtezger A, Klaiber C, Maddern GI, Baer HU.
[70] Beebe DS, McNevin MP, Crain ]M, Letourneau ]G, Belani endoscopic surgery. Br/ Surg 1995 ; 82 : 849-851 Cholecystocholangiography vs. cystic duct cholangiogra-
KG, Abrams JA et a). Evidence of venous stasis after abdomi- phy during laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc
nal insufflation for laparoscopic cholecystectomy. Surg [35] Cunniffe MG, McAnena 01, Dar MA, Callery Flynn N. A
prospectiverandomizedtrialofintraoperativebupivacaine 1994;8:299-301
Gynecol Obstet 1993 ; 176 : 443-447
[11] ] Berggren U, Gordh T, Grama D, Haglund U, Rastad 1,
irrigation for management of shoulder-tip pain following [59] Goodale RL, Beebe DS, McNevin MP, Boyle M, Letourneau
Arvidsson D. Laparoscopic versus open cholecystectomy : laparoscopy. Am/Surg 1998 ; 176: 258-261 JG, AbramsJH et al. Hemodynamic, respiratory, and meta-
[36] Curet M], Pitcher DE, Martin DT, Zucker KA. Laparoscopic bolic effects of laparoscopic cholecystectomy. Am / Surg
hospitalization, sickleave, analgesiaand trauma responses. 1993;166:533-537
er/ ~urg 1994; 61:1362-1365 antegrade sphincterotomy. A newtechniquefor the man-
agement of complex choledocholithiasis. Ann Surg 1995 ; [60] Gu)ta N, Pathti A, Lazzarini F, Thstaino B. Accesso anteriore
[12] Berthou JC, Drouard F, Passone-Szerzyna N. Traitement 221 :149-155 transperitoneale nella surrenalectomia videolaparo-
coelioscopíque de la lithiase de la voie biliaire principale. [37] CuschieriA,LezocheE,MorinoM,CroceE,LacyA,Toouli]J scopica. Minerva Chir2000; 55: 371-375
Encycl Med Chir(Editions MédicalesetScientifiques Elsevier et al. E. A. E. S multicenter prospective randomized trial [61] Hammarstróm LE, HoiminT, StridbeckH, lhsel. long-term
SAS. Tous droits réservés), 40-952, Techniqueschirurgica-
4
les. Appareil digestil, 1995, 1-14 comparing two-stage vs single-stage management of follow-up of a prospective randomized study of endo-
patients with gallstone disease and ductal calculi. Surg scopic versus surgical treatment of bile duct calculi in
[13] Bhoyml S, Payne J, Steffes B, Swanstrom L, Way LW. A ran- Endosc 1999; 13:952-957 patients with gallbladder in situ. Br 1 suri 1995 ; 82 :
domized prospective studyof radially expand i ng trocars in [38] Dath D, Park AE. Randomized controlled trial of bupiv- 1516-1521
laparoscopic surgery. 1 Gostrointest Surg 2000 ; 4: 392-397 acaine injection to decrease pain after laparoscopic chole- [62] Hanna GB, Shimi SM, Cuschieri A. Randomised study of
[14] Bingham J, Mc Kie LD, Mcloughiin j, Diamond T. Biliary cystectomy. Con 1 Surg 1999 ; 42 : 284-288 influence of two-dimensional versus three-dimensional
complications associated with laparoscopic cholecystec- [39] DePaula AL, Hashiba K, Bafutto M, Machado C, Ferrari A, imaging on performance of laparoscopic cholecystec-
tomy: analysís of common misconceptions. Br/ Surg 2000; Machado MM. Results of the routine use of a modified tomy.tancet1998;351:248-251
87 : 362-373
endoprosthesis to drain the common bile ductafter laparo- [63] Hanney RM, Carmalt HM, Merret N, Tait N. Use of the
[15] Birks E, Tate ))T, Dooley JS, Davidson BR. Occult biliary scopic choledochotomy. Surg Endose 1998; 12 :933-935 Hasson cannula producing majorvascular injury at laparo-
injury after laparoscopic cholecystectomy. Br/ Surg 1994 ; [40] Delaitre B, Testas P, Dubois F, Mouret PH, Nouaille JM, Suc scopy. Sur_q Endoscl999; 13:1238-1240
81 :1366-1367
B et al. Complications des cholécystectomies par voie [64] Hashizume M, Sugimachi K. Study Group of Endoscopic
[76] Birth M, Ehlers KU, Delinikolas K, Weiser HF. Prospective caelioscopique, Á propos de 6512 observations. Chirurgie Surgeiyin Kyushu. Needle and trocarinjuryduring laparo-
randomized comparison of laparoscopic ultrasonography 1992:118:92-102 scopic surgery in japan. !urg fndosc 1997; 11 :l198.1201
using a flexible-tip ultrasound probe and intraoperative [41 Demartines N, Eisner L, Schnabel K, Fried R, Zuber M, [65] Hasson HM. A modified instrument and method for
dynamic cholangiography during laparoscopic cholecys- Harder F. Evaluation of magnetic resonance cholangiogra- laparoscopy. Am/ Obstet Gyneco! 1971 ; 110: 886-887
tectomy. Surg Endosc 1998; 72 : 30-36 phy in the management of bile duct stones. Arch Surg
[7 Bisgaard T, Klarskov B, Kristiansen V8, Callesen T, Schulze [66] Hasson HM. Open laparoscopy vs closed laparoscopy : a
2000;135:148-152 comparison of complication rates. Adv Plan Parenthood
S, KehIetH H al. Multi-regional local anesthetic infiltration [42] Demers P, Ratelle R, Boudreault D, Couture P, Gravel D, 1978 ;13 :41-50
during laparoscopic cholecystectomy in patients receiving Girard D.Comparaisondeseffetshémodynamiquesetven-
prophylactic multi-modal analgesia: a randomized, tilatoires d’un pneumopéritoine avec insuffiation de CO,
[67] Hauer-jensen M, Karesen R, Nygaard K, So!heím K, Am)ie
E,
double-blinded, placebo-controlled study. Anesth Analg ou par suspension abdominale lors d’une cholécystecto-
Havig O et al. Predictive ability of choledocholithiasis indi-
1999;89:1017-1024 cators. A prospective evaluation. Ann Surg 1985 ; 202 :
mie par laparoscopie. Ann Chir 1996; 50: 593-600 64-68
[18] Bisgaard T, Klarskov 8, Trap R, Kehlet H, Rosenberg 1. Pain [43] Deziel DI, Millikan KW, Economou SC, DoolasA, SungTao
after microlaparoscopic cholecystectomy. A randomized [68] Hauer-lensen M, Karesen R, Nygaard K, Solheim K, Amlie
double-blind controlled study. Surg Endosc 2000 ; 14 : K, Airan MC. Complications of laparoscopic cholecystec- EJB, Havig O etal. Prospective randomized study of routine
340-344 tomy : a national survey of 4,292 hospitais and analysis of intraoperative cholangiography during open cholecystec-
77,604 cases. Am I Surg 1993 ; 165 : 9-14 tomy:long-termfollow-upand multivariateanalysisofpre-
[19] Bonjer H), Hazebroek Ej, Kazemier G, Giuffrida MC, Meijer [44] Di Vita G, Sciume C, Lauria Lauria G, Stella C, Raimondo D, dictorsofcholedocholithiasis. Surgery1993;113:318-323
WS, Lange ]F. Open versus closed establishment of pneu- Leo P. sistema fibrinolitico dopo colecistectomia laparo-
moperitoneum in laparoscopicsurgery. Br/Surg1997; 84: [69] Higgins A, London J, Charland 5, Razter E, Clark J, Haun W
599-602 scopica. M/ne~-o Ch~ 2000:55 : 587-592 et al. Prophylactic antibiotiü for elective laparoscopic
[45] Dwerryhouse S], Brown E, Vipond MN. Prospective evalu- cholecystectomy : are they necessary ? Arch Surg 1999 ;
[20] Bordelon BM, Hobday KA, Hunter JG. Laservs electrosur- ation of magnetic resonance cholangiography to detect 134:611-6133
gery in laparoscopic cholecystectomy. A prospective ran- common bileductstonesbefore laparoscopic cholecystec-
domized trial. Arch Surg 1993; 128: 233-236 [70] HoffmannJ,LorentzenM.Drainageaftercholecystectomy.
tomy. Br I Surg 1998; 85 :1364-1366 Br J 5urg 1985 ; 72 : 423-427
[21 ] Borgatta L, Gruss L, Barad D, Kaali SG. Direct trocar inser- [46] Elhakim M, Amine H, Kamel S, Saad F. Effects of intraperi-
tion vs. Verres needle use for laparoscopic sterilization. toneal lidocaine combined with intravenous or intraperi-
[71 ] Huang SM, Wu CW, Hong HT, Ming-Liu, King KL, Lui WY.
Bile duct injury and bile leakage in laparoscopic cholecys-
1 Reprod Med 1990 ; 35 : 891-894 toneal tenoxicam on pain relief and bowel recovery after
teetomy. Br /Surg 1993; 80:1590-1592
[22] BouiIlotJL,FernandezFJ,DehniN,SalahS,AIHajjG,Badawy laparoscopic cholecystectomy. Acta Anaesthesiol Scand [72] Huguier M. Le drainage aprés cholécystectomie. Étude
A et al.
Chalan9iographie peropératoire systématique au
cours des cholecystectomies par cerlioscopie. Gastroente-
2000 ; 44 :929-933
prospective contrôlée. Ann Chirl 980 ; 34 : 48-50
[47] Essen P, Thorell A, McNurlan MA, Anderson S, Ljungqvist
rol CIin 8io11995; 19 : 287-290 O, Wemerman J et al. Laparoscopic cholecystectomydoes [73] Huguier M, Bornet P, Charpak Y, Houry S, Chastang C.
Bounameaux H, Didier D, Polat O, Desmarais S, De Moer- not prevent the postoperative protein catabolic response
Selective contraindications based on multivariate analysis
[23] for operative cholangiography in biliary lithiasis. Surg
loose P, Huber O. Antithrombotic prophylaxis in patients in muscle. Ann Surg 1995; 222: 36-42
undergoing laparoscopic cholecystectomy. Thromb Res Gynecol Obstet1991 172 : 470-474
[48] EuropeanAssociationofEndoscopicSurgeons(EAES)Duc-
1997 ; 86 : 271-273 tal Stone Cooperative Group: Cuschieri A, Croce E, Fag- [74] Hunter JG. Laparoscopic transcystic common bile duct
[24] Byron JW, Markenson G, Miyazawa K. A randomized com- gioni A, Jakimowicy, Lacy A, Lezoche E, et al. EAES ductal exploralion. Am/Surg 1992 ; 163 : 53-58
parison of Verres needle and direct trocar insertion for stone study. Preliminaryfindings of multi-center prospec- [75] Hynes SR,Marshai)RL. Venousgasemboiism during gynae-
laparoscopy. Surg Gynecol Obstet 1993; 177: 259-262 tive randomized trial comparing two-stage vs single-stage coiogicaibparoscopy.Con~/tnofsth 1992; 39: 748-749
[25] Caprini JA, Arcelus J¡, Laubach M, Size G, Hoffman KN, management. Surg Endosc 1996; 10: 1130-1135 [76] Ido K, SuzukiT, Kimura K, Taniguchi Y, Kawamoto C, ]soda
Coats RW etal. Postoperative hypercoagulabilityand deep- [49] FestejR,80iahr8,TumerD]. Randomizedtrialcomparinga N et al. Lower-extremity venous stasis during laparoscopic
vein thrombosis after laparoscopic cholecystectomy. Surg radially expandable needle system with cutting trocars. cholecystectomy as assessed using color Doppler ultra-
Endose 1995; 9 : 304-309 ISL52000;4: 11-15 sound. Surg Endosc 1995 ; 9: 310-3133
25
[77] liliq KA, Schmidt E, Cavanaugh J, Krusch D, Sax HC. Are [104] Martinez-Ramos C, Lopez-Pastor A, Nunez-Pena JR, [130] Norby S, Herlin P, Holmin Siódahl R, Tagesson C. Early
prophylactic antibiotics required for elective laparoscopic Gopegui M, Sanz-Lopez R, jorgensen T et al. Changes in or delayed cholecystectomy in acute cholecystitis ? A
cholecystectomy. /Am Co~ ~u~ 1997; 184: 353-356 hemostasis after laparoscopic cholecystectomy. Surg clinical trial. Bfisurg 1983 ; 70 : 163-165
[78] jä~vinen HI, Hästbackaj. Eariyvsdelayed eholecysteetomy. Endose 1999; 13 : 476-479 [7 31] Nuzzo G, Giuliante F, Tebala GD, Vellone M, Cavicchioni
A prospective randomized study. Gastroenterology 1980 ; [105] Mayrhofer T, Schmiederer R, Razek P. Intraoperative C. Routine use of open technique in laparoscopic
79 : 766-769 endoscopic papillotomy and stone removal. End Surg operations. / Am Collsurg 1997 ; 184 : 58-62
[79] Jones DB, Dunnegan DL, Soper NI. Results of a change to 1993 ; 1 :144-149 [1 32] O’Hanlon DM, 0’Donoghue ]M, Flynn JR. Unusual biliary
routinefluorocholangiographyduring laparoscopicchole- [106J McArthur P, Cuschieri A, Selles RA, Shieids R. Controlled injury following laparoscopic cholecystectomy. Br/ Surg
clinical trial comparing early with interval 1994;81:1367
cystectomy. Surgery 1995 ; 118 : 693-702
cholecystectomy for acute cholecystitis. Br / Surg 1975 ; [1 33] Pasqualucci A, DeAngelis V, Contardo R, Colo F, Terrosu
[80] Jorgensen JO, Gillies RB, Hunt DR, Caplehorn IRM, Lumley 62 : 850-852 G, Donini A et al. Preemptive analgesia: intraperitoneal
T. A simple and effective way to reduce postoperative pain local anesthetic in
[107] McGinn FP, Miles AJG, Uglow M, Ozmen M, Terzi C, laparoscopic cholecystectomy. A
after laparoscopic cholecystectomy. Aust N Zi Surg 1995 ; Humby M. Randomized trial of laparoscopic randomized, double-blind, placebo-controlled study.
65 :466-469
cholecystomy and minicholecystectomy. 6r~ Sijrg 1995 ; Anesthesiology 1996 ; 85 : 1 1-20
[81 ] Jorgensen JO, Lalak NI, North L, Hanel K, Hunt DR, Morris 82:7374-1377 [134] Patel MI, Hardman DTA, Nicholls D, Fisher CM,
DL. Venous stasis during laparoscopic cholecystectomy. [108] Mc Mahon AJ, Baxter JN, Murray W, Imrie CW, Kenny G, Appleberg M. The incidence of deep veinous thrombosis
Surg Laparosc Endosc 1994 ; 4 :128-133 O’Dwyer PJ. Helium pneumoperitoneum for laparoscopic after laparoscopic cholecystectomy. Med 1 Aust 1996 ;
[82] loshi GP. Complications of laparoscopy. Anesthesiol Clin cholecystectomy : ventilatory and blood gas changes. Br 164 : 652-656
North America 2001 ; 19: 89-105 1 Surg 1994 ; 81 : 1033-1036 [135] Peitgen K, Nimtz K, Hellinger A, Walz MK. Offener
[83] KellyTR, WagnerDS.Gallstone pancreatitis: a prospective [109] McMahon Al, Ross S, Baxter JN, Russell IT, Anderson JR, Zugang oder Veress-Nadel bei laparo-skopischen
randomized trial of the timing of surgery. Surgery 1988 ; Morran CG et al, Symptomatic outcome 1 year after Eingriffen? Ergebnisse einer prospektiv randomisierten
104:600-605 laparoscopic and minilaparotomy cholecystectomy : a Studie. Chirurg 1997 ; 68 : 910-913
Kitano 5, lsoy, Tomikawa M, Moriyama M, Sugimachi K.A
randomized trial. Br/ Surg 1995 ; 82 : 1378-1382 [136] Penfield AJ. How to prevent complications of open
[84] laparoscopy. / Reprod Med 1983; 30: 660-663
prospective randomized trial comparing pneumoperito- (110] Me Mahon AJ, Russel IT, Baxter IN, Ross SUE, Anderson
neum and U-shaped retractor elevation for laparoscopic IR, Morran CG et al. Laparoscopic versus minilaparotomy [1 37] Peters JH, Krailadsiri W, Incarbone R, Bremner CG, Froes
cholecystectomy : a randomised trial. Lancet 1994 ; 343 : E, lreland AP et al. Reasons for conversion from
cholecystectomy. Surg Endosc 1993 ; 7 : 31 1-3144 135-138 laparoscopic to open cholecystectomy in an urban
[85] Koivusalo AM, Kellokumpu 1, Lindgren L. Gasless laparo- teaching hospital. Am Surg 1994 ; 168 : 555-559
[111] McMahon AJ, Russell IT, Ramsay G, Sunderland G, Baxter
scopic cholecystectomy : comparison of postoperative IN, Anderson JR et al. Laparoscopic and minilaparotomy [138] Pier A, Benedic M, Mann B, Buck V. Das
recovery with conventional technique. Br / Anaesthesia cholecystectomy : A randomized trial comparing postlaparoskopische Schmerzsyndrom: Ergebnisse einer
1996 ; 77 :576-580 postoperative pain and
pulmonary function.
Surgery prospektiven, randomisierten Studie. Chirurg 1994 ; 65 :
[86] Koivusalo AM, Kellokumpu 1, Lindgren L. Postoperative 1994 ; 115:533-539 200-208
drowsiness and emetic sequelae correlate to total amount (112] Meijer DW, Rademaker BPM, Schlooz S, Bemelman WA, [139] Playforth MJ, Sauven P, Evans M, Pollock AV. Suction
of carbon dioxide used during laparoscopic cholecystec- De Wit LT, Bannenberg JIG et al. Laparoscopic drainage of the gallbladder bed does not prevent
tomy. Surg Endosc 1997; 11 : 42-44 cholecystectomy using abdominal wall retraction. complications after cholecystectomy : a random control
Koivusalo AM, Kellokumpu 1, Ristkari S, Lindgren L. Hemodynamics and gas exchange, a comparison with dinical trial. Br/ Surg 1985 ; 72 : 269-271
[87]
Splanchnicand renal deterioration during and after laparo- conventional pneumoperitoneum. Surg Endosc 1997 ; [140] Prisco D, De Gaudio AR, Caria R, Gori AM, Fedi S, Cella
11 : 645-649 AP et al. Videolaparoscopic cholecystectomy induces a
scopic cholecystectomy : a comparison of the carbon hemostasis activation of lower grade than does open
dioxide pneumoperitoneum and the abdominal wall lift [113] Meijer WS, Schmitz PIM, jeekei J. Meta-analysis of
method. Anesth Anaig 1997; 85 : 886-891 randomized, controlled clinical trials of surgery. Surg Endosc 2000 ; 14 : 170-174
[88] KothariSN,BoydWC,BottcherML,LambertPJ.Antiemetic antibioprophylaxis in biliary tract surgery. Sr Surg 1990; [141] Putensen-Himmer G, Putensen C, Lammer H, Lingnau
77 : 283-290 W, Aigner F, Benzer H. Comparison of postoperative
efficacy of prophylactic dimenhydrate (Dramamine~) vs respiratory function after laparoscopy or open
ondansetron (Zofran~). A randomized, prospective trial in [114] Memon MA, Hassaballa H, Memon MI. Laparoscopic
patients undergoing laparoscopic cholecystectomy. Surg common bile duct exploration: the past, the present, laparotomy for cholecystectomy. Anesthesiology 1992 ;i
and the future. Am Surg 2000; 179 : 309-31S 77 : 675-680
Endosc 2000; 14:926-929
[115] Michaloliakou C, Chung F, Sharma S. Preoperative [142] Querlou D, Chapron C. Complications of gynecologic
[89] Kum CK, Eypasch E, Aljaziri A, Troidl H. Randomized com- multimodal analgesia facilitates recovery after laparoscopic surgery. Curr Opinion Obstet Gynecol 1995 ;i
parison of pulmonary function after the -French- and 7 : 257-261
-American- techniques of laparoscopic cholecystectomy. ambulatory laparoscopic cholecystectomy. Anesth Anaig
1996 ; 82 : 44-51 [143] Ranson JHC, Rifkind KM, Roses DF, Fink SD, Eng K,
Bfi Surg 1996; 83 : 938-941 Spencer RC. Prognostic signs and the role of operative
[90] Kunz R, Orth K, Vogel Steinacker 1M, Meitinger A, Bruc-
[6] Millard )A, Hill BB, Cook PS, Fenoglio ME, Stahlgren LH.
lntermittent sequential pneumatic compression in management in acute pancreatitis. Surg Gynecol Obstet
kner U et al. Laparoscopic cholecystectomy versus mini- of stasis associated with 1974 ; 139 : 68-81
prevention venous
laparotomy cholecystectomy: results of a prospective ran- pneumoperitoneum during laparoscopic [144] Ranson JHC, Rifkind KM, Turner JW. Prognostic signs and
domized study. Chirurg 1992; 63: 291-295 non operative peritoneal lavage in acute pancreatitis.
cholecystectomy. Arch Surg 1993 ; 128 : 914-9199
[91] LafullardeT,VanHeeR,GysT.Asafeandsimplemethodfor (11 7J Millat B, Decker G, Fingerhut A. Imaging cholelithiasis:
of Surg Gynecol Obstet 1976 ; 143 : 209-219
routine open access in laparoscopic procedures. Surg what does the surgeon need ? Abdom lmaging 2001 ; [145] Redmond HP, Watson RWG, Houghton T, Condron C,
Endasc1999; 13 : 769-772 26 : 3-6 Watson RGK, Bouchier-Hayes D. Immune function in
[92] Lai ECS, Mok FPT, Tan ESY, Lo CM, Fan ST, You KT. Endo- [11 8] Miffat B, Deleuze A, De Saxce B, De Seguin C, Fingerhut patients undergoing open vs laparoscopic
scopic biliarydrainageforsevereacutecholangitis. N Engl/ A. Routine intraoperative cholangiography is feasible and cholecystectomy. Arch Surg 1994; 129 : 1240-1246
Med1992;326:1582-1586 efficientduring laparoscopic cholecystectomy. Hepato- [146] Rhodes M, Sussman L, Cohen L, Lewis MP. Randomized
trial of laparoscopic extraction of common bile duct
[93] LaiPB,KwongKH,LeungKL,KwokSP,ChanAC,ChungSC Gostroenterofogy 1997 ; 44 : 22-27
et al. Randomized trial of early versus delayed laparoscopic [119] Mintz M. Risks and prophylaxis in laparoscopy: a survey
versus postoperative endoscopic retrograde
of 100,000 cases. / Reprod Med 1977 ; 18 : 269-272 cholangiography for common bile duct stones. Lancet
cholecystectomyforacute cholecystitis. Br} Surg 1998; 85: 1998;351:159-161
764-767 [120] Mirza DF, Narsimhan KL, Ferrazneto BH, Mayer AD,
McMaster P, Buckels )A. Bile duct injury following (147] Richardson MC, 8ell G, Fullarton GM. lncidence and
[94] LajerH,WidecrantzS,HeisterbergL.Herniasintrocarports nature of bile duct injuries following laparoscopic
following abdominal
laparoscopy. A review. Acto Obstet laparoscopic cholecystectomy: referal pattern and cholecystectomy : an audit of 591 3 cases. West of
C/rtpco~cond1997; 76: 389-393 management. Br/ Surg 1997 ; 84 : 786-790 Scottland Laparoscopic Cholecystectomy Audit Group.
[121] Monson JRT, Macfie J, Irving H, Keane FBV, Brennan TG, Br/ Surg 1996; 83 1356-1 360
[95J LeggettPL,Churchman-WinnR,MillerG.Minim12ingports Tanner WA. Influence of intraperitoneal drains on
to improve laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc [148] Ronaghan )E, Miller SF, Finley RK, jones LM, Elliott DW.
2000; 14 : 32-36 subhepatic collections following cholecystectomy: a A statistical analysis of drainage versus nondrainage of
prospective clinical trial. Br Surg 1986; 73 : 993-994 elective cholecystectomy. Surg Gynecol Obstet 1986
[96] Lindberg F, Rasmussen 1, SiegbahnA, Bergqvist D. Coagu- [122] Moreaux J. Traditional surgical management of common 162 : 253-255
lation activation after laparoscopic cholecystectomy in bile duct stones : a prospective study during a 20-year
spiteofthromboembolism prophylaxis.SurgEndosc2000; [149] Ronning H, Raundahl U, KÍ¡! Temporary use of a biliary
14 : 858-861
experience. Am J Surg 1995 ; 169: 220-226 endoprosthesis for unsuspected bile duct stones found at
[123] Mraovic B, Jurisic T, Kogier-Majeric V, Sustic A. laparoscopic cholecystectomy. Br 1 Surg 1993 ; 80 :
[97] Lindgren L, Koivusalo AM, Kellokumpu 1. Conventional Intraperitoneal bupivacaine for analgesia after 1443-1444
pneumoperitoneum comparedwith abdomínal wall liftfor laparoscopic cholecystectomy. Acta Anaesthesiol Scond [150] Róthlin MA, Schób O, Schlumpf R, Largiader F.
laparoscopic cholecystectomy. Br Anesth 1995 ; 75 : 1997 ; 41 193-196 Laparoscopic ultrasonography during cholecystectomy.
567-572 [124] Neoptolemos JP, Carr-Locke DL, Fossard DP. Prospective Br/ Surg 1996; 83 : 1512-1516
[98] Liu TH, Consorti ET, Kawashima A, Ernst RD, Black CT, randomised study of preoperative endoscopic [151] Saad S, Minor 1, Mohri T, Nagelschmidt M. The clinical
Greger PH et al. The efficacy of magnetic resonance cho- sphincterotomy versus surgery alone for common bile impact of warmed insuffiation carbon dioxide gas for
langiographyfor the evaluation of patients with suspected duct stones. Bf M~/1987 ; 294 : 470-474
laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc 2000 ; 14 :
choledocholithiasis before laparoscopic cholecystectomy. [125] Neugebauer E, Troidl H, Spangenberger W, Dietrich A, 787-790
Ami 1 Surg 1999; 1 78:480-484 Lefering R. Conventional versus laparoscopic [152] Saltzstein EC, Peacock JB, Mercer LC. Early operation for
[99] Lomanto D, Pavone P, Laghi A, Panebianco V, Mazzochi P, cholecystectomy and the randomized controlled trial. acute biliary tract stone disease. Surgery 1983 ; 94 :
Fiocca F et al. Magnetic resonance-cholangiopancrea- Cholecystectomy study group. 8r 1 Surg 1991 ; 78 : 704-708
131-132 [153] Sarac AM, AO, Baykan N, Yegen C, Yalin R. The
Aktan
tography in the diagnosis of biliopancreatie diseases. Am
1 Sur_q 1997 ; 174: 33-38 [126] Neuhaus 51, Gupta A, Watson Di. Helium and other effect andtiming of local anesthesia in laparoscopic
[100] Lord RV, Ling JJ, Hugh TB, Coleman MJ, Doust BD, alternative insufflation gases for
laparoscopy. Surg fndosc cholecystectomy. Surg Laparosc Endosc 1996 ; 6 :
Nivison-Smith 1. Incidence of deep vein thrombosis after 2001 ; 15 : 553-560 362-366
laparoscopic vs minilaparotomy cholecystectomy. Arch [127] Nezhat FR, Silfen SL, Evans D, Nezhat C. Comparison of [154] Sarli L, Costi R, Sansebastiano G, Trivelli M, Roncoroni L.
Surg 1998 ; 133 : 967-973 direct insertion of disposable and standard reusable Prospective randomized trial of low-pressure
[101] Lukban IC, jaeger Hammond KC, Lobraico DA, Gordon laparoscopic trocars and previous pneumoperitoneum pneumoperitoneum for reduction of shoulder-tip pain
AMC, Graebe RA. Gasless versus conventional with Veress needle. Obstet Gynecol 1991 ; 78 : 148-1 SO following laparoscopy. Br/ Surg 2000 ; 87 :1161 -1165
laparoscopy. N/Med2000; 97:29-34 [128] Nies C, Bauknecht F, Groth C, Cierici T, Bartsch D, Lange [155] Saville LE, Woods MS. Laparoscopy and major
[102] Lygidakis NI. Choledochotomy for biliary lithiasis : T-tube J. Intraoperative cholangiographie als routinemethod ? retroperitoneal vascular injury. Surg Endose 1995 ; 9 :
drainage or primary closure. Effect on postoperative Eine prospektive, kontrollierte, randomisierte studie. 1096-1100
bacteriemia and T-tube bile infection. Am 1 sura 1983 ; Chirurg 1997 ; 68 : 892-897 [156] Scháfer M, Lauper M, Kráhenbúhi L. Trocar and Veress
146 : 254-256 [129] Ninomiya K, Kitano S, Yoshida T, Bandoh T, Baatar D, needle injuries during laparoscopy. Surg Endosc 2001 ;i
[103J Majeed AW, Troy G, Nicholl JP, Smythe A, Reed MWR, Matsumoto T. Comparison of pneumoperitoneum and 15 : 275-280
Stoddard CJ et al. Randomised, prospective, single-blind abdominal wall lífting as to hemodynamics and surgical [757] Schauer PR, Luna J, Ghiatas AA, Cien ME, Warren JM,
comparison of laparoscopic versus small-incision stress response during laparoscopic cholecystectomy. Sirinek KR. Pulmonary function after laparoscopic
cholecystectomy. Lancet 1996; 347 : 989-994 Surg Endosc 1998 ; 12 : 124-128 cholecystectomy. Surgery 1993 ; 1 14 : 389-399
26
[158] Schwenk W, Bóhm B, Fugener A, Müller JM. intermittent [171] Stephen AE, Berger DL. Carcinoma in the porcelain [185J Troidl H, Spangenberger W, Langen R, Al-laziri A,
pneumatic sequential compression (ISC) of the lower gallbladder: a relatíonship revisited. Surgery 2001 ; 129 : Eypasch E, Neugebauer E et aL. Laparoscopic
extremities prevents venous stasis during laparoscopic 699-703 cholecystectomy: technical performance, safety and
cholecystectomy. A prospective randomized study. Surg [172] Stiegman GV, Goff JS, Mansour A, Pearlman N, Reveille patient’s benefit. Endoscopy 1992 ; 24 : 252-261
Endosc 1998 ; 12 : 7-11 RM, Norton L. Precholecystectomy endoscopic [186] Trondsen E, Reierüen 0, Andersen OK, Kjaersgaard P.
[159] Schwenk W, Neudecker J, Mall J, Bóhm B, Müller JM. cholangiography and stone removal is not superior to Laparoscopic and open cholecystectomy. A prospective
Prospective randomized blinded trial of pulmonary cholecystectomy, cholangiography and common duct randomized study. Eur Surg 1993 ; 159 : 217-221
function, pain, and cosmetic results after laparoscopic vs. exploration. Am / Surg 1992 ; 163 : 227-230 [787] Tsimoyiannis EC, Glantzounis G, Lekkas ET, Siakas P,
microlaparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc 2000 ; [173] Stiegman GV, Soper NJ, Filipi CI, Mclntyre RC, Callery Jabarin M, Tzourou H. Intraperitoneal normal saline and
14 : 345-348 MP, Cordova IF. Laparoscopic ultrasonography as bupivacaine infusion for reduction of postoperative pain
[160] Shea )A, Berlin JA, Bachwich DR, Staroscik RN, Malet PF, compared with static or dynamic cholangiography at after laparoscopic cholecystectomy. Surg Laparosc Endosc
McGuckin M et al. Indications for and outcomes of laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc 1995 ; 9 : 1998 ; 8 : 416-420
cholecystectomy. A comparison of the pre and 1269-1273 [188] Tsimoyiannis EC, Siakas P, Tassis A, Lekkas ET, Tzourou
postlaparoscopic eras. Ann Surg 1998 ; 227 : 343-350 [174] Stone HM, Fabian TC, Dunlop WE. Gallstone H, Kambili M. Intraperitoneal normal saline infusion for
[161] Shea ¡A, Healey MI, Berlin JA, Clarke IR, Malet PF, tract pathology in relation to time of
pancreatitis. Biliary postoperative pain after laparoscopic cholecystectomy.
Staroscik RN et al. Mortality and complications operation. Ann Surg 1981 ; 194 : 305-3122 World] / Surg 1998 ; 22 : 824-828
associated with laparoscopic cholecystectomy. A meta-
[175] Suc B, Escat J, Cherqui D, Fourtanier G, Hay JM, [189] Unbehaun N, Feussner H, Siewert J. Niederdruckin-
analysis. Ann Surg 1996 ; 224 : 609-620 Fingerhut A et al. Surgery vs Endoscopy as primary suffiationstechnik in der laparoskopischen
[162] Sheen-Chen S, Chou FF. Choledochotomy for biliary treatment in symptomatic patients with suspected Cholerystektomie. Minimal Invasive Chirurgie 1995 ; 4 :
lithiasis : is routine T-tube drainage necessary ? A common bile duct stones. A multicenter prospective 10-15
prospective controlled trial. Acto Chir Scand 1990 ; 156 : randomised trial. Arch Surg 1998; 1 33 : 702-708 [190] Ure BM, Troidl H, Spangenberger W, Neugebauer E,
387-390
(176) Sugiyama M, Atomi Y. Follow-up of more than 10 years Lefering R, Ullmann K et al. Preincisional local anesthesia
[163] Sigman HH, Fried GM, Garzon ). Risk of blind versus after endoscopic sphincterotomy for choledocholithiasis with bupivacaine and pain after laparoscopic
open approach to coeliotomy for laparoscopic surgery. in young patients. Br/ Surg 1998 ; 85 : 91 7-921 cholecystectomy. A double-blind randomized clinical
Surg Laparosc Endosc 1993 ; 3 : 296-299 [1 77J Suter M, Meyer A. A 10-year experience with the use of trial. Surg Endosc 1993 ; 7 : 482-488
[164] Siperstein A, Pearl 1, Macho J, Hansen P, Gitomrsky A, laparoscopic cholecystectomy for acute cholecystitis. ls ¡t [191] Van Der Linden W, Gedda S, Edlund G. Randomized trial
Rogers S. Comparison of laparoscopic ultrasonography safe ? Surg Endosc 2001 ; 15 1 187-1 192 of drainage after cholecystectomy. Suction versus static
and fluorocholangiography in 300 patients undergoing
laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc 1999 ; 1 3 : [178] Szem JW, Hydo L, Barie PS. A double-blinded evaluation drainage through a main wound versus a stab incision.
113-1177
of intraperitoneal bupivacaine vs saline for the reduction Am J Surg 1 981 ;141 : 289-294
of postoperative pain and nausea after laparoscopic [192] Van Der Linden W, Sunzel H. Early versus delayed
[165] Slim K, Bousquet J, Kwiatkowski F, Lescure G, Pezet D,
cholecystectomy. Surg Endosc 1996 ; 10 : 44-48 operation for acute cholecystitis. Am 1 Surg 1970 ; 120 :
Chipponi J. Effect of CO~ gas warming on pain after [179J Tang E, Stain SC, Tang G, Froes E, Berne TV. Timing of 7-12
2
laparoscopic surgery: randomized double-blind
a
[193] Vilgrain V, Palazzo L. Choledocholithiasis: role of US and
controlled trial. Surg Endosc 1999 ; 1 3 : 1110-1114 laparoscopic surgery in gallstone pancreatitis. Arch Surg
[166] Soper NI, Brunt LM, Callery MP, Edmundowicz SA, 1995; 30: 496-500 endoscopic ultrasound. Abdom Imaging 2001 ; 26 : 7-14
Aliperti G. Role of laparoscopic cholecystectomy in the [180] Targarona EM, Ayuso RMP, Bordas 1M, Ros E, Pros 1, [194] Wallace DH, Serpell MG, Baxter JN, O’Dwyer PI.
Martinez J et al. Randomised trial of endoscopic Randomized trial of different insufflation pressures for
management of acute gallstone pancreatitis. Am 1 Surg 84 :
1994;167:42-51 sphincterotomy with gallbladder left in situ versus open laparoscopic cholecystectomy. Br / Surg 1997 ;
[167J Soper NJ, Dunnegan DL. Routine versus selective intra- surgery for common bile duct calculi in high-risk 455-458
operative cholangiography during laparoscopic patients. Loncet 1996 ; 347 : 926-929 [195] Wetter LA, Payne JH, Kirshenbaum G, Podoll EF,
cholecystectomy. World J Surg 1 992; 16 : 11 33-1140 [181] Tate JJT, Lau WY, Leung KL, Li AKC. Laparoscopic versus Bachinsky T, Way LW. The ultrasonic dissector facilitates
[168] Squirrell DM, Majeed AW, Troy G, Peacock JE, Nicholl JP, mini-incision cholecystectomy. Lancet 1993 ; 341 : laparoscopic cholecystectomy. Arch Surg 1992 ; 127 :
Johnson AG. A randomized, prospective, blinded 1214-1215 1195-1198
[182] Tate JJT, Lau WY, Li AKC. Laparoscopic cholecystectomy [196] Wills VL, Jorgensen 10, Hunt DR. A randomized
comparison of postoperative pain, metabolic response,
and perceived health after laparoscopic and small for biliary pancreatitis. Br I Surg 1994 ; 81 : 720-722 controlled trialcomparing cholecystocholangiography
incision cholecystectomy. Surgery 1998 ; 123 : 485-495 [183] Terzi C, Sókrnen 5, Se~kin S, Albayrak L, Uóurlu M. with cystic duct cholangiography during laparoscopic
[169] Stain SC, Chohen H, Tsuishoyasha M, Donovan Al. Polypoid lesions of the gallbladder : Report of 100 cases cholecystectomy. Aust N 1 / Surg 2000; 70 : 573-577
Choledocolithiasis endoscopic sphincterotomy or with special reference to operative indications. Surgery [197J Yim SF, Yuen PM. Randomized double-masked
common bile duct exploration. Ann Surg 1991 ; 213 : 2000 ; 127:622-627 comparison of radially expanding access device and
627-634 [184] Thune A, Appelgren L, Haglind E. Prevention of conventional cutting tip trocar in laparoscopy. Obstet
[170] Steiner CA, Bass EB, Talamini MA, Pitt HA, Steinberg EP. postoperative nausea and vomiting after laparoscopic Gyneco12001 ; 97 : 435-438
Surgical rates and operative mortality for open and cholecystectomy. A prospective randomized study of [198] Zaraca F, Catarci M, Gossetti F, Mulieri G, Carboni M.
laparoscopic cholecystectomy in Maryland. N Engl Méd metodopramide and transdermal hyoscine. Eur 1 Surg Routine use of open laparoscopy: 1,006 consecutive
1994;330:403-408 1995;161:265-268 cases. 1 LaparoendoscAdv Surg Tech 1999; 9 : 75-80
27