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I.
II
El problema del indio: «Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o
eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios
teóricos, —y a veces sólo verbales—, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a
algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la
realidad del problema». Mariátegui concibe el problema del indio no como un asunto racial,
administrativo, jurídico, educativo o eclesiástico, sino como un problema sustancialmente
económico cuyo origen está en el injusto régimen de propiedad de la tierra, en el
gamonalismo; mientras subsista esta forma de propiedad todo intento por solucionar el
problema del indio quedará disuelto en el estéril denuncia lírica o en la prédica oportunista
e inconsciente. Terminar con el gamonalismo, con la feudalidad, significa devolver más
que tierras; significará para la raza desposeída su rendición histórica, la recuperación de su
esencialidad moral y su auténtica integración a la vida nacional. «La solución del problema
del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios.
Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico.
Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no
representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta
comunicando a los indios de diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional.
Sus protestas han sido siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su
abatimiento. »
III
IV
El factor religioso: La religión incaica fue un código moral antes que un conjunto de
abstracciones metafísicas. Su iglesia (por llamarla de algún modo) fue una institución social
y política, cuyo culto estaba subordinado a los intereses sociales y políticos del imperio; la
iglesia era el estado mismo. Es lo que se llama Teocracia. Producida la conquista, se
impuso el culto católico más que la prédica del evangelio, de modo que el culto pagano de
la religión incaica subsistió bajo el culto católico, fenómeno al que se conoce como
sincretismo religioso. El rol de la iglesia católica durante el virreinato fue de aval del estado
feudal y semifeudal instituido. Si bien es cierto que hubo choques entre el poder civil y el
eclesiástico, éstos no tuvieron ningún fondo doctrinal, sino que fueron meras querellas
domésticas. Con el advenimiento de la República no hubo cambio en tal sentido. La
revolución de la Independencia, del mismo modo que no tocó los privilegios feudales,
tampoco lo hizo con los eclesiásticos. El radicalismo gonzalez-pradista surgido a fines del
siglo XIX constituyó la primera agitación anticlerical surgida en el Perú, pero careció de
eficacia por no haber aportado un programa económico-social. De acuerdo a la tesis
socialista, las formas eclesiásticas y doctrinas religiosas son peculiares e inherentes al
régimen económico-social que las sostiene y produce, y por tanto, su preocupación es
cambiar ésta y no aquellas.
VI
VII
Son también analizados por Mariátegui: Mariano Melgar, Magda Portal (a quien llamó la
primera poetisa del Perú), Alberto Guillén, Alberto Hidalgo y César Vallejo de quien dice
es el poeta de una estirpe, de una raza, creador absoluto, nostálgico pero no retrospectivo.
«No añora el imperio como el pasadismo perricholesco añora el virreinato. Su nostalgia es
una propuesta sentimental o una protesta metafísica. Nostalgia de exilio; nostalgia de
ausencia».