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Unidad fracturaria: involucra a todos los tejidos que hayan sufrido junto a la fractura (músculos,
fascias, piel).
Cuando existe una fractura ocurre también cierto grado de lesión de las partes blandas que rodean al
hueso.
La clasificación alfanumérica proporciona un sistema capaz de identificar y describir la lesión del hueso
bajo un criterio universal y utilizar una terminología unificada.
1 2 3 4
Los huesos largos se dividen en 3 segmentos: metáfisis y epífisis proximal, diáfisis, metáfisis y epífisis
distal. Estos segmentos se designan con los números 1, 2 y 3 de proximal a distal.
Una vez localizada la fractura se define su tipo o morfología. Las fracturas diafisarias se designan con la
letra A cuando son fracturas simples, B cuando poseen un fragmento en cuña y C son las fracturas
multifragmentarias o conminutas.
Las fracturas epifisarias extraarticulares se designan con la letra A, las articulares parciales con la letra
B y las completas con la letra C. La diferencia entre las fracturas parciales y las completas es que en las
primeras una parte de la epífisis mantiene la continuidad con la diáfisis.
Metaphyseal/epiphyseal types
A Extra-articular fracture
Al tipo de fractura le siguen los grupos y subgrupos que se designan con números y se disponen en un
orden de gravedad creciente, de 1 a 3, de acuerdo a su complejidad morfológica y las dificultades en su
tratamiento y pronóstico.
Los tipos de fractura crecen en complejidad según avanzan las letras (A, B, C). Los grupos y subgrupos
tienen peor pronóstico según avanza la numeración (1, 2, 3).
Por lo tanto, una fractura se codifica de la siguiente manera:
Esta clasificación se basa en los hallazgos tras el desbridamiento quirúrgico y no en la evaluación inicial.
El tamaño de la herida no indica necesariamente el daño de las partes blandas. Al realizarse el
desbridamiento inicial puede determinarse el daño real en las partes blandas.
Una fractura tipo I es el resultado de un traumatismo de baja energía, la herida cutánea es de un
tamaño menor a 1 cm (herida puntiforme), sin contusión de la piel ni del músculo circundante. El tipo
de fractura es simple, espiral, transversa u oblicua corta con mínima conminución. El riesgo de
contaminación es mínimo y el pronóstico es excelente ya que no existe daño suficiente de los tejidos
circundantes como para que se produzca una necrosis.
Una fractura tipo II se produce por un traumatismo de alta energía con un daño de las partes blandas
más extenso. La herida cutánea mide entre 1 y 10 cm (herida lacerante), la contusión muscular es
moderada, con pérdida mínima de la cobertura perióstica de los fragmentos fracturarios. La fractura es
moderadamente conminuta y el riesgo de contaminación es moderado.
Una fractura tipo III-A presenta una herida cutánea mayor de 10 cm de longitud, con un daño severo
de partes blandas y contusión cutánea y muscular. Después del desbridamiento quirúrgico hay una
adecuada cobertura ósea, no son necesarios colgajos libres para cubrir el hueso. La alteración vascular
es poco significativa y hay un alto grado de contaminación.
Una fractura tipo III-B es un traumatismo de alta energía con contusión severa del músculo con
descubrimiento perióstico extenso y hueso expuesto tras el desbridamiento. Al no haber una
cobertura adecuada del hueso es necesario un colgajo muscular o un injerto libre. Puede haber gran
conminución ósea y contaminación de la herida. La alteración vascular es poco significativa. Estos
pacientes tienen un alto riesgo de tener complicaciones en la fractura, que incluyen infección y
pseudoartrosis, y con frecuencia requieren múltiples desbridamientos antes de poder tener una buena
cobertura ósea por las partes blandas.
La fractura más grave es la de tipo III-C, que es una fractura compleja con un daño vascular que
requiere reparación para poder conservar el miembro.
La consolidación o reparación ósea primaria ocurre cuando existe un contacto directo e íntimo entre
los fragmentos de la fractura. El hueso nuevo se forma directamente de los bordes óseos comprimidos,
es decir, desde el endostio (de adentro hacia afuera). La reparación ósea es muy lenta y no hay
evidencia radiológica de callo óseo. Es el único método de consolidación cuando la fractura se resuelve
quirúrgicamente por medio de una fijación con compresión rígida de la fractura. Esta fijación requiere
un contacto directo de la cortical y una vascularización intramedular intacta.
Este tipo de consolidación ocurre cuando hay un pequeño contacto entre los trazos fracturarios, lo que
genera la formación del callo óseo desde el periostio (desde afuera hacia adentro). La reparación
consiste en la mineralización y el reemplazo óseo de una matriz cartilaginosa con la formación de un
callo óseo visible en la radiografía.
Cuanto más movilidad (solicitudes mecánicas) tenga el foco de fractura, mayor cantidad de callo óseo
se va a formar. Po lo cual, es muy importante controlar la cantidad de carga que se le aplica a la
fractura según el momento en el que se encuentra.
El callo forma un puente externo que estabiliza el foco de fractura al aumentar el grosor del hueso.
Inicialmente el callo óseo es voluminoso, luego se remodela.
Este tipo de reparación sucede en el tratamiento de la fractura mediante inmovilización con férula o
yeso, en la fijación externa y en el enclavado intramedular. Es el tipo más frecuente de reparación
ósea.
FASE INFLAMATORIA: dura aproximadamente entre una y dos semanas (10% de la fase de reparación).
Al producirse la fractura se inicia una reacción inflamatoria que genera un aumento de la
vascularización y la formación de un hematoma. Éste es invadido por neutrófilos, macrófagos,
fagocitos y osteoclastos que limpian el tejido necrótico y preparan la zona para la fase de reparación.
Radiográficamente, la línea de fractura es más visible cuando se ha retirado el material necrótico.
FASE DE REPARACIÓN: dura varios meses (40% de la fase de reparación). El hematoma de la fractura es
invadido por condroblastos y fibroblastos que forman la matriz del callo. Inicialmente, se forma un
callo blando (fibroso), compuesto por tejido fibroso y cartílago, con pequeñas cantidades de hueso. El
callo fibroso es radiolúcido.
A medida que el callo madura las células osteogénicas se diferencian en osteoblastos, que son los
responsables de la mineralización del callo fibroso, convirtiéndolo en un callo duro de tejido esponjoso
que incrementa la estabilidad de la fractura. El callo se endurece gradualmente a medida que el
cartílago se osifica (osificación endocondral).
Este tipo de hueso es inmaduro y frágil, por lo que no puede ser sometido a estrés. Durante esta etapa
ya no se requiere inmovilización y se permite la movilización de las articulaciones relacionadas siempre
que se eviten las fuerzas deformantes en el sitio de fractura en curación. Los retardos de consolidación
y las pseudoartrosis son el resultado de los trastornos en esta fase de la consolidación ósea.
APORTE SANGUÍNEO AL FOCO DE FRACTURA: está dado por el endostio (2/3), el periostio (1/3) y por
las partes blandas. Las fracturas abiertas o muy conminutas con un daño perióstico importante tienen
dificultades de consolidación porque alteran el aporte sanguíneo. Lo mismo ocurre con el fresado de la
cavidad medular que altera el aporte sanguíneo endóstico. Los tejidos blandos que rodean al hueso
absorben algo de la fuerza transmitida al hueso durante el traumatismo, por lo cual, su lesión altera el
aporte sanguíneo a los fragmentos de fractura y alteran la consolidación ósea.
La localización de la fractura afecta al tipo de reparación ósea y a la cantidad de callo que se formará.
Las fracturas metafisarias estables tienden a consolidar con un pequeño callo externo visible debido a
la impactación estable de los fragmentos. Las fracturas diafisarias que se estabilizan adecuadamente,
se unen mediante un callo externo debido a la falta de impactación, la presencia de un espacio debido
a la formación de hueso nuevo y, de una cobertura perióstica adecuada. La fracturas intracapsulares
consolidan con menor formación de callo óseo debido a la ausencia de periostio y a la presencia de
líquido sinovial.
El tipo de fijación también afecta la consolidación de la fractura. Las fracturas con fijaciones rígidas
tienen menos callo en las radiografías debido a que tienen menor rango de movimiento, que es
necesario para estimular la formación del callo. Las fracturas que no se inmovilizan correctamente
consolidan con un callo óseo exuberante, esto indica que ha persistido la movilidad en el foco durante
la consolidación.
Otro factor es el tipo de fractura. Si es conminuta y con traumatismo de partes blandas el tiempo de
consolidación será mayor.
La edad del paciente y su estado nutricional ayudan a determinar el tiempo de consolidación. Las
fracturas en pacientes ancianos consolidan más lentamente que en niños.
Cuando se fractura el hueso esponjoso (matáfisis de huesos largos y cuerpo de huesos cortos y planos)
se pruduce la consolidación primaria a través de la formación de un callo interno (callo endostial).
Debido a que hay un abundante aporte sanguíneo y a que el área de contacto óseo es grande, la unión
es más rápida que en el hueso cortical denso.
Yesos
Tto. incruento
Férulas
INMOVILIZACIÓN DE LA FRACTURA: una vez que la fractura se reduce, debe ser inmovilizada hasta que
el callo óseo sea lo suficientemente sólido como para que no ocurra una refractura.
En las fracturas estables el método de elección es la reducción extemporánea y luego el yeso. En las
inestables se prefiere la reducción lenta con tracción continua alrededor de un mes para pasar luego a
la inmovilización con yeso.
OSTEOSÍNTESIS
Son implantes de reparación que permiten la reducción anatómica de los fragmentos óseos. Una
osteosíntesis estable restaura la extremidad lesionada. Esto sumado a una buena vascularización y al
movimiento activo y precoz ayudan a restaurar la función en menor tiempo evitando la atrofia por
desuso y la rigidez articular que conlleva una inmovilización prolongada.
Las osteosíntesis se colocan en el lado de la tensión o tracción (en la convexidad) para disminuir esta
solicitud mecánica sobre el hueso fracturado. El hueso soporta mejor los esfuerzos de compresión que
los de tracción. Si se colocaran del lado de la compresión (concavidad), las fuerzas de tensión seguirían
actuando, lo que llevaría a la ruptura de la osteosíntesis.
Clasificación: en rígidas y dinámicas.
OSTEOSÍNTESIS RÍGIDAS: permiten la osificación primaria, sin la formación de callo voluminoso. Los
extremos óseos se mantienen en contacto y no hay movimiento en el foco de fractura. Se debe esperar
la osificación para someter el hueso a una carga, de lo contrario se puede romper el material de
osteosíntesis.