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Desde hace 30 años la dinámica social ha cambiado mucho en todas sus esferas:
el ambiente familiar, el laboral, el vecinal, el institucional y el educativo. Los jóvenes
del siglo XXI, bautizados como milenians, crecen en un mundo que es un poco ajeno
a quienes crecimos a finales del siglo XX. Cuentan con otros referentes identitarios,
culturales, e históricos. Los contenidos disciplinare s (para el caso de materias como
Historia de México o Ciencias Sociales) pueden parecer ajenos debido a que no se
enlazan con referentes propios. Las tecnologías han ampliado sus horizontes, y
aunque muchos docentes se niegan a caminar por tan vastas praderas informáticas
e informativas, éstas son el paquete con el que nacen, crecen y se desarrollan las
nuevas generaciones. Este contexto hace necesario que se modifiquen distintos
elementos que se encuentran alrededor de la educación de las y los jóvenes. Así,
no es suficiente con reelaborar planes y programas de estudios, con sugerir e
implementar estrategias pedagógicas o actualizar las estrategias de trabajo del
personal docente: se hace necesario que cada uno de los que estamos frente a
grupo desarrollemos una serie de habilidades para poder cumplir con dos objetivos:
1) proporcionar herramientas suficientes a las y los jóvenes para que ellos se lancen
al infinito espacio del conocimiento y la información, con una conciencia crítica, y 2)
hacer que el trabajo en el aula sea el parteaguas para que lo anterior se cumpla.
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La formación de individuos integrales, con una conciencia crítica, capaz de detectar,
proponer y desarrollar alternativas de solución a situaciones personales o colectivas
es una necesidad de las nuevas generaciones. No es suficiente que los estudiantes
adquieran un conocimiento disciplinar, sino que es indispensable fomentarles la
idea de saber qué hacer con él. El conocimiento es poder, entendido éste como la
capacidad o facultad para hacer o no determinada cosa. En la toma de decisiones
poseer información, poseer conocimientos, es indispensable para cada contexto, es
decir, debe servirnos para algo, para nuestros fines, para diferentes momentos de
la vida de las personas. Y por ahí se debe reorientar el enfoque por competencias,
aplicado en distintas partes del mundo con diferentes resultados.
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preparación académica, sigue vigente. Cada contexto espacial, social, cultural,
económico, temporal requiere que las personas desarrollen diversas capacidades y
saberes, con las que se tiene una mayor probabilidad de generar un bienestar a
nivel social, familiar e individual. Aunque formado en una disciplina, puede hacer
uso de herramientas de otras para poder ampliar su panorama laboral. Las y los
jóvenes al egreso de sus estudios se plantean, “Estudié Biología, pero de momento
no encuentro trabajo como biólogo, pero aprovecho mi habilidad que tengo para
escribir, y mando algunos textos a revistas de divulgación, o propongo realizar una
sección de cosas sobre mi disciplina en un programa de radio”. No se trata de ser
“todólogos”, se trata de contar con diferentes herramientas que nos proporcionan
todas las disciplinas, para ampliar nuestro panorama laboral y económico. Para
cumplir esta circunstancia, el personal docente y directivo tiene que reorientar el
trabajo entre las diversas academias, para que haya comunicación entre los
profesores que trabajan con los mismos grupos. Y también se requiere que el
personal docente adquiera herramientas que permitan trabajar la interdisciplina.
Hacer complejo lo simple, para ampliar nuestro abanico laboral, académico,
empresarial, familiar y social.
A partir de esto, surge otra necesidad pedagógica de los jóvenes del siglo XXI:
proporcionar una educación para la paz, la equidad y el respeto. En este mundo
1Nos referimos a las ideas de las teorías constructivistas, que enfatizan que el conocimiento se
construye a partir de la realidad de cada persona.
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cada vez más interconectado, día a día aprendemos y conocemos cosas nuevas,
nuevas formas de ser, nuevos estilos, nuevas modas. Aprender a respetar, a
convivir y a construir con esas diferencias es de vital importancia para una sociedad
donde la diversidad es cada día más visible. Fomentar el conocimiento y uso de los
derechos humanos en el aula promoverá en los estudiantes un comportamiento
ético y una actitud respetuosa frente a la diversidad social. De igual manera, que las
personas se conozcan y se reconozcan como sujetos de derechos, fortalecerá su
autoestima, entendida ésta como la capacidad de reconocer las propias fortalezas
y debilidades, la capacidad de reconocer lo que se sabe y lo que se desconoce y de
lo que se requiere saber para poder desarrollarse en los diferentes ámbitos de la
vida. Además, la autoestima, en el alumno, le permitirá se empático con sus pares.
Los docentes de hoy en día debemos contar, además del conocimiento de nuestra
materia, con instrumentos pedagógicos que nos permitan generar empatía con las
y los jóvenes, adentrarnos en sus problemas para visibilizar cuáles son los posibles
obstáculos que interfieren en su desarrollo cognitivo. Es indispensable que seamos
empáticos, respetuosos, desprendernos de aquellos elementos que de una manera
u otra impiden que nuestra labor formativa sea efectiva.
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puede acceder a él a través del aprendizaje. Para ello, independientemente de
nuestra disciplina, es indispensable contar con distintas herramientas
psicopedagógicas (habilidades socioemocionales) que nos permitan ejercer ese
papel de manera positiva. Formarnos como talleristas más que como docentes
tradicionales, construyendo el conocimiento de manera conjunta con los
estudiantes, tomando en cuenta su contexto y atendiendo a los distintos estilos de
aprendizaje y a las inteligencias múltiples. Conocer aspectos como los intereses,
retos, estados de ánimo, capacidades y habilidades de nuestros estudiantes nos
permitirá entenderlos mejor, y apoyarlos o reorientarlos en su toma de decisiones.
La atracción del conocimiento es el principal reto que tenemos los docentes. Las
personas que gustan por estar constantemente aprendiendo tienen un espectro más
amplio de desarrollo psicosocial. Debemos diseñar estrategias que atrapen a los
estudiantes, que les motiven el gusto por conocer más, que les resignifiquen el por
qué de los temas que vemos dentro del aula. No es algo fácil, porque tenemos
muchos estudiantes y todos con distintos estilos de aprendizaje. Pero ahí está
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precisamente el reto: reconocer el contexto personal del alumnado y ubicarnos
como agentes de cambio social, y no solamente como meros transmisores del
conocimiento.
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pasatiempos, contexto familiar y social, etcétera, arrojan información sobre nuestros
estudiantes, que podemos utilizar para mejorar nuestra labor.