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INTRODUCCION

La mortalidad infantil se considera uno de los indicadores clave del nivel de salud
de una población, es una media ampliamente usada de la efectividad del sistema
de atención de salud de un país. Abarca el efecto de las condiciones
económicas, sociales y culturales, así como la eficiencia de los servicios
curativos y preventivos. Es un verdadero indicador del grado de desarrollo de
una comunidad en su totalidad y es espejo de su civilización. Por ello, siempre
que fallezca un recién nacido constituye un problema de salud que tiene vital
importancia, por lo que está sometido constantemente al análisis y seguimiento
de sus etiologías.

Antes del triunfo de la Revolución la despreocupación existente por los


gobernantes del país en relación con los aspectos de la salud del pueblo en
general, y en la niñez en particular, tuvo como uno de sus resultados directos
una elevada morbilidad y mortalidad dentro de la población menor de 15 años.
En aquel momento por cada 1 000 nacidos vivos morían más de 70 niños antes
de cumplir su primer año de vida, por enfermedades diarreicas e
infectocontagiosas acompañadas por la desnutrición. Así, en el año 1970, se
estableció el Programa de Reducción de la Mortalidad Infantil, que organizó una
serie de actividades. Desde entonces se trabajó arduamente y los resultados
obtenidos evidencian lo acertado de las medidas tomadas.

En el año 2000 Cuba alcanzó una tasa de mortalidad infantil (TMI) de 7,2×1 000
nacidos vivos (NV), y años siguientes tuvo descenso de estas cifras (anexo),ya
que se puede apreciar cómo en el año 2004 alcanzó 5,8×1 000 NV.
Según Osterleen, las estadísticas relacionadas con la mortalidad infantil "son un
termómetro muy sensible de bienestar público", hecho que coincide con nuestra
situación actual.

En países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, la mortalidad


infantil que se registra es elevada. La malnutrición, la carencia de asistencia
médica y las pésimas condiciones higiénico-sanitarias son el denominador
común (Delgadillo JL. La mortalidad infantil, perinatal y neonatal en Paraguay
1990-1999. Causas, desafíos, retos. Conferencia de apertura del I Congreso
Regional de Pediatría 2001, Nov. 2 Ciudad del Este Paraguay).En estos países
las enfermedades transmisibles, que pueden ser prevenibles por vacunas o
curables, representan 7 de las 10 causas de muerte en la niñez, y son las
responsables del 60 % de las defunciones infantiles.10 En Cuba las principales
causas de muerte en menores de 1 año son: las afecciones perinatales, las
anomalías congénitas cardiovasculares, las infecciones y los accidentes en el
hogar. Por ello, nuestro trabajo tiene como objetivo caracterizar el
comportamiento de la mortalidad infantil en el municipio de Guanabacoa y
determinar el estado de las variables trazadas.

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CAPITULO I: PROBLEMA

1.4 Planteamiento del problema

La Mortalidad infantil se ha convertido en una preocupación prioritaria para los


organismos internacionales y para las instituciones gubernamentales en nuestro
país, debido a las altas tasas registradas a lo largo de los últimos 20 años.

1.2 Formulación del problema

¿Cómo determinar el promedio de muertes infantiles?

1.3 Objetivo

1.2.1 Objetivo general:

 Determinar el promedio de muertes infantiles


 Reducir y controlar los riesgos y daños de las enfermedades
transmisibles en las distintas etapas de vida, brindando prestación
integral de salud, principalmente en la población excluida del
ámbito de la DIRESA
 Fortalecer la gestión y desarrollo de recursos humanos, mejorando
las condiciones de trabajo y el desempeño en la DIRESA y sus
órganos desconcentrados

1.2.2 Objetivo específico:

 Fortalecer las acciones que disminuyan los riesgos y eventos


producidos por factores externos * Índice de seguridad en EESS *
Tasa de mortalidad por accidentes de tránsito por 100,000
habitantes * Porcentaje de lesiones por accidentes de transito
 Implementar un modelo inclusivo de salud en el ámbito de la
DIRESA, que permita el acceso a servicios de salud de calidad,
priorizando las poblaciones excluidas y más vulnerables *
Porcentaje de población excluida con acceso a Servicios de Salud
 Mejorar el acceso a servicios de salud de calidad en el ámbito de
la DIRESA
 Promover la participación social para prevenir enfermedades No
Transmisibles y/o daños prioritarios con énfasis de la población
vulnerable, con enfoque de interculturalidad e interviniendo en los
determinantes de salud
 Disminuir la morbimortalidad infantil por enfermedades prevalentes
de la infancia en niños menores de 5 años principalmente en la
población excluida del ámbito de la DIRESA

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CAPITULO II: MARCO TEORICO

2.1 ANTECEDENTES

2.1.1 Antecedentes Internacionales

La Tasa de Mortalidad Infantil se utiliza como un indicador del nivel de calidad


de vida de una población. Se la señala también como el resultado del cuidado
del bienestar en general y de la atención de la salud. En publicaciones de
organismos internacionales, la tasa de mortalidad infantil se relaciona con el nivel
general de desarrollo de un país. Con los estudios pioneros de Villermé (Médico
y estadístico francés), en el siglo XIX, se comenzaron a entender las diferencias
económico-sociales en la mortalidad y la morbilidad humanas: los hallazgos
indicaban relación inversa de la mortalidad o la morbilidad con el ingreso o
relación directa con la pobreza y las condiciones de vida de las personas y
la comunidad. Desde esa época se desarrollaron trabajos en los que se midieron
indicadores como morbilidad y mortalidad con el nivel socioeconómico de
individuos o gruposhumanos, tanto por el lugar de residencia (barrios, regiones,
ciudades, países, etc.) como por la pertenencia a algún grupo en particular
(etnia, color, etc.). Este tipo de estudio tuvo nuevamente un gran impulso en el
último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI, especialmente en los países
desarrollados, cuando se verificó empíricamente un crecimiento de la
desigualdad en mortalidad y morbilidad. Se comenzó a relacionarla con un
crecimiento en la desigualdad en los ingresos de la población y con un viraje
hacia un cierto grado de restricciones en la utilización del estado de bienestar. La
tendencia señaló una relación directa entre el ingreso o nivel socioeconómico y
la calidad de los resultados en salud, tanto en indicadores de mortalidad como
de morbilidad. En estos últimos años, hubo interesantes estudios sobre la
relación entre la mortalidad infantil y las desigualdades socioeconómicas.

DESARROLLO:

La mortalidad infantil es la variable que da el número de muertes


de niños menores de un año de edad en un año determinado por cada 1000
niños nacidos vivos en el mismo año. Se incluye la tasa de mortalidad total, y las
muertes por género, masculino y femenino. Esta tasa se utiliza a menudo como
un indicador del nivel de salud de un país.
En el estudio de la mortalidad infantil se debe tener en cuenta un conjunto de
factores que influyen y determinan el nivel de la misma: biológicos, demo-
gráficos, socio-económicos, culturales, ambientales, de atención de la salud y
geográficos.
La tasa de mortalidad infantil relaciona las defunciones de menores de un año
acaecidas durante un año y el número de nacidos vivos registrados en el
transcurso del mismo año y es considerada como uno de los indicadores más
importantes para la planificación y programación de actividades en salud y,
debido a su especial utilidad, es necesario calcular e interpretar correctamente
sus valores. Probablemente, los errores más graves son los que provienen de

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una incorrecta aplicación de la definición del hecho y de la inscripción del mismo.
Existe una tendencia a inscribir como defunciones fetales a los niños que, aun
habiendo nacido vivos, mueren inmediatamente. O sea, que podría haber una
su inscripción de nacidos vivos y también de las defunciones infantiles, situación
que influye en el cálculo de las tasas de mortalidad infantil. Otro factor a
considerar es la omisión de registro del el nacimiento y la defunción.

Nro. de muertes de menores de un año de


edad acaecidas en la población de un área
geográfica dada durante un año dado
Tasa anual de mortalidad
---------------------------------------------- x 1000
infantil=
Nro. de nacidos vivos registrados en la
población del área geográfica dada
durante el mismo año

En general, suele considerarse que la mortalidad infantil es un problema


asociado a las condiciones de vida que impone el subdesarrollo. Por este motivo,
siendo la Argentina un país de desarrollo intermedio, se tiende a pensar que el
problema habría pasado a un segundo plano y que las dimensiones relevantes
de la pobreza serían otras, como la desnutrición o el bajo ingreso de los hogares
pobres. No obstante, existe amplia evidencia sobre la severidad de mortalidad
infantil en Argentina y, lo que es mucho peor, de que en gran parte ésta se
produce por la falta de criterios adecuados en el uso de los recursos públicos.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, la tasa de mortalidad infantil en niños
menores de 1 año es de 13,3 por cada 1.000 nacidos vivos, por lo que unos
9.300 niños mueren antes de cumplir su primer año de vida. Si bien este
indicador es el de uso más común, suele reflejar una realidad parcial porque es
influenciado por la mortalidad neonatal, que es la que se produce antes de
cumplir los 28 días de vida y está sensiblemente influenciada por las condiciones
de gestación (casi 6.000 casos de los 9.300 son niños que mueren en los
primeros 28 días). Un indicador más sensible a las condiciones de vida es
la probabilidad de muerte antes de cumplir los 5 años. Según los datos oficiales,
por año en Argentina mueren 15,6 niños menores de 5 años por cada 1.000
nacidos. En 2007, 10.912 niños murieron antes de cumplir los 5 años (incluyendo
los 9.300 que mueren durante el primer año).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), Argentina es uno
de los países que mayor gasto público asigna a la atención de la salud, por
encima de países comparables como Chile, Uruguay y Costa Rica. A pesar de
esto, Argentina presenta tasas de mortalidad infantil sensiblemente mayores
(Gráfico 1).

Este hecho sólo podría justificarse si Argentina fuera un país con menores
niveles de desarrollo. No obstante, si se aproxima el nivel de desarrollo utilizando
al PIB per cápita medido en dólares de Paridad de Poder de Compra (PPP), los
datos del FMI para octubre de 2009 muestran un PIB per cápita de USD 12.058
para Argentina, mientras que en Chile este indicador es de USD 13.067, en
Costa Rica de USD 9.618 y en Uruguay de USD 10.448. Es decir, excepto el
caso de Chile que presenta un PIB per cápita levemente superior, Costa Rica y

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Uruguay tienen valores inferiores a los de Argentina, de manera que la tasa de
mortalidad infantil no presenta justificaciones desde este punto de vista, con el
agravante adicional de tener un nivel de gasto público en salud sensiblemente
superior al de todos estos países.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que las
principales fuentes de mortalidad infantil en el mundo son las afecciones
neonatales. En este período, que va entre el nacimiento y los primeros 27 días
de vida se manifiestan afecciones congénitas y otras vinculadas con la falta de
atención de la madre durante el embarazo o el parto, o bien del niño durante los
primeros días de vida.
Estas afecciones representan el 37% de las causas de mortalidad en menores
de 5 años en todo el mundo, seguidas por las neumonías (17%) y
las diarreas (16%).Más atrás es posible encontrar causas como la malaria, el
sarampión, HIV, accidentes y otras. En todo caso, lo relevante es que los tres
factores principales son las afecciones durante el periodo neonatal, las
afecciones pulmonares y la diarrea, que explicarían el 70% de la mortalidad
infantil mundial.
En Argentina, los datos sobre la mortalidad infantil presentan severas
limitaciones por problemas de registración. De todas formas, se señalan a las
afecciones del periodo neonatal como la principal causa, seguidas por
las enfermedades respiratorias e infecciones gastrointestinales. Más allá de
consideraciones metodológicas, lo relevante es que tanto
las evidencias internacionales como la doméstica coinciden en que las causas
de la mortalidad infantil pueden y deben combatirse.
Las afecciones neonatales pueden evitarse con adecuadas políticas de
prevención y atención primaria del embarazo y de los 3 primeros meses de vida.
Las afecciones pulmonares y gastrointestinales pueden evitarse con acciones de
prevención y atención primaria pediátrica, pero -lo que es más importante- con
un tipo de acción que en la organización del sector público argentino no parece
estar asociada a su alto impacto sanitario: la infraestructura básica
de higiene pública, esto es, agua potable, cloacas y eliminación de residuos.
Un aspecto esencial en las políticas de combate a la mortalidad infantil es la
prevención y atención primaria de la población materno-infantil. Esto es,
acciones de monitoreo, control e intervenciones simples, realizadas por
enfermeras, paramédicos y trabajadores sanitarios, con la coordinación e
intervención directa de profesionales médicos en los casos necesarios.
Con estas medidas se procura atacar la mortalidad infantil que se da en el
periodo gestacional y que se produce en los primeros 3 meses de vida.
El plan consiste en detectar a mujeres embarazadas en los primeros meses de
gestación para proporcionarles información acerca de cómo conducir nutricional
y sanitariamente su embarazo, más los controles médicos imprescindibles para
detectar y corregir anomalías. Para la atención del parto se busca que éste sea
realizado con asistencia profesional en salas de parto, en condiciones
apropiadas de asepsia, comodidad y privacidad, en lo posible de manera natural
y con infraestructura para la atención de complicaciones. Una vez nacido el niño,
los pasos que siguen consisten en controlar el proceso de recuperación de la
puérpera (uno de los momentos más delicados para la salud de la mujer),
la inducción al amamantamiento y la información a la madre para el cuidado y el
control médico del niño. Pasado el parto, el seguimiento y control se enfoca
básicamente en la salud del niño.

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Esto es lo que la teoría indica. En la realidad, la responsabilidad por la
prevención y la atención materno-infantil primaria en la Argentina es de las
provincias. Este tipo de acciones no suelen demandar grandes volúmenes de
recursos públicos, sino esfuerzo y capacidad de gestión (esencialmente se trata
de hacer detección, seguimiento y monitoreo y brindar información a la madre,
sin llegar a la necesidad de intervenciones complejas o costosas). Pero,
adicionalmente, las provincias tienen la responsabilidad de brindar atención
médica integral a la población sin cobertura de una obra social y este tipo de
acción es altamente demandante de recursos e intervenciones de relativa
complejidad. Para brindar estos servicios, las provincias suelen apelar a
construir y administrar de manera directa hospitales públicos. Como el grueso de
los recursos provinciales para la salud termina siendo absorbidos por estos
hospitales, las autoridades sanitarias provinciales tienden a tratar de ejecutar las
acciones de prevención y atención primaria materno-infantil desde la
infraestructura hospitalaria.
El problema es que esta infraestructura no suele ser técnicamente apropiada
para la prevención y atención primaria, por lo que las acciones terminan
ejecutándose de manera parcial, sin controles de calidad y con poca efectividad.
El problema de la sobre-absorción de recursos sanitarios por parte de
la estructura hospitalaria se ve reforzado por la sobre-demanda que sufren los
hospitales públicos a raíz de las fallas en la cobertura de las obras sociales
(sindicales, el PAMI y la obra social provincial). Como consecuencia de que los
contenidos de los paquetes prestacionales de la seguridad social no son
consistentes con los recursos disponibles y que no hay una regulación
precompetitiva que induzca mejoras en la gestión de las instituciones, los
afiliados experimentan deficiencias de cobertura.
La situación descripta obliga a los afiliados a recurrir a los hospitales públicos
como única alternativa a la falta de prestaciones adecuadas de
la seguridad social. Varias entidades de la seguridad social directamente derivan
a sus afiliados al hospital público, al que luego algunas (PAMI) compensan con
el pago de bajos aranceles. De esta manera, las fallas en la cobertura de la
seguridad social absorben recursos que las provincias debieran destinar a la
prevención y la atención primaria materno-infantil.
Actualmente, el gobierno nacional ejecuta el Plan Nacer,
un programa financiado por el Banco Mundial que procura modificar la estructura
de incentivos al interior de los hospitales públicos provinciales. La idea básica es
inducir los esfuerzos necesarios para obtener mejoras cualitativas y cuantitativas
en las acciones de prevención y atención primaria materno-infantil que deben
ejecutar las provincias. Pero aún es prematuro observar sus impactos, ya que se
encuentra en pleno proceso de ejecución.
Una interesante encuesta realizada entre especialistas por el British Medical
Journal (2007) concluye que el descubrimiento considerado mayoritariamente
como el más importante de los dos últimos siglos desde el punto de vista
sanitario es la universalización de los servicios de agua potable y cloacas. El
avance hacia una cobertura universal habría permitido obtener una reducción de
la mortalidad infantil a niveles muy bajos. La universalización de la infraestructura
de higiene pública fue una meta sanitaria alcanzada por primera vez en las
ciudades de Alemania a finales del siglo XIX y luego emulada por Francia,
Inglaterra y el resto de las ciudades europeas.

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Hacia 1920, los servicios básicos estaban muy difundidos en Europa y -antes
que las acciones médicas- fue esta universalización de la higiene pública el factor
que más contribuyó a que la mortalidad infantil cayera a tasas de un dígito, que
hoy experimentan muchos países.
Está comprobado científicamente que las infecciones se originan en la diversidad
de contactos que las personas pueden tener -en entornos con malas condiciones
de vida - con restos de excrementos y otros residuos patogénicos. Por este
motivo, las conexiones de agua potable y los sistemas de eliminación de
excretas suelen ser poderosos dispositivos de reducción de la mortalidad. La
OMS recomienda medidas de atención médica primaria para combatir la
mortalidad infantil, pero sus advertencias se apoyan en una plataforma tan
básica como la promoción de la lactancia materna en condiciones de higiene, el
lavado de manos con agua no contaminada y jabón y la eliminación de las
excretas. Las estimaciones de la OMS sugieren que el 88% de los casos de
diarrea infantil –la causa de mortalidad infantil más evitable– se evita con agua
potable, cloacas y promoción de la higiene individual. Esto es precisamente lo
que falta en Argentina.
Desafortunadamente, no es posible contar con información actualizada del
INDEC sobre las condiciones sociosanitarias de la población. Los últimos datos
disponibles corresponden a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del 2º
semestre de 2006. En ese momento había 7,2 millones de hogares en los
grandes aglomerados urbanos de todo el país, de los cuales el 92% contaba con
agua potable de red, el 89% tenía un sistema de eliminación de excretas con
arrastre de agua y el 92% vivía alejado (a más de 3 cuadras) de un basural. Este
panorama cambia significativamente cuando se analizan las condiciones de vida
de la población pobre e indigente.
En el periodo de referencia se detectaron 1,4 millones de hogares pobres
habitados por 6,5 millones de personas, de los cuales 453.000 eran hogares
indigentes habitados por 2,1 millones de personas. En estos lugares, la cobertura
de la higiene pública es muy parcial. En los hogares pobres, el 25% no tiene
agua potable de red dentro de la casa, proporción que aumenta al 33% entre los
indigentes. Desde este punto de vista, habría aproximadamente 350.000
hogares pobres sin agua potable, de los cuales 150.000 son indigentes. Esta
realidad se da más intensamente en el Norte del país y el Conurbano
Bonaerense, precisamente donde la mortalidad infantil presenta una incidencia
mayor (Gráfico 2).

Algo peor ocurre con la cobertura del sistema de eliminación de excretas. Entre
la población pobre, el 33% de los hogares no tiene sistema de evacuación por
inodoro con arrastre de agua y este indicador aumenta al 41% entre los hogares
indigentes. Esto implica que casi medio millón de hogares pobres sufren estas
deficiencias, de los cuales unos 190.000 son indigentes. Otra vez, el norte y el
conurbano son las zonas más afectadas (Gráfico 3).

En lo que respecta a la cercanía de basurales, si bien a nivel agregado apenas


el 8% de la población estaría ex- puesta a este riesgo patológico,
esta exposición sube a un 16% entre los hogares pobres y a un 18% entre los
hogares indigentes.
El hecho de que las provincias del norte y el conurbano sean las regiones más
afectadas por las deficiencias de infraestructura sanitaria básica, no debiera

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hacernos perder de vista que aún la región patagónica tiene tasas de mortalidad
de dos dígitos y un déficit de infraestructura básica (en particular cloacas) que
no se condice con su capacidad adquisitiva. En cierto sentido, esta evidencia no
hace más que confirmar los orígenes de estas deficiencias de infraestructura de
higiene pública básica. Antes que un problema de falta de recursos, se trata de
una absoluta carencia de sentido estratégico para ejecutar la
necesaria inversión pública.
Además de las acciones de prevención y atención primaria materno-infantil, las
provincias y municipios son responsables también por la provisión de agua
potable y la eliminación de excretas. Sin embargo, en los últimos años se ha
observado un creciente protagonismo de la jurisdicción nacional en la toma de
decisiones sobre la infraestructura básica de higiene pública. Así es como la
inversión total en agua potable y alcantarillado se multiplicó casi por 3 en
términos reales entre 2000 y 2007 (último dato disponible), de $730 millones a
$2.297 (a precios de 2007). En lo que respecta a la composición del gasto, las
provincias pasaron de gastar $629 millones en el 2000 a $1.575 millones en
2007, es decir, más que duplicaron su inversión. En cambio, la jurisdicción
nacional, que en el 2000 gastaba $100 millones, pasó a gastar $722 millones.
Esto es, multiplicó por 7 su inversión en este recurso estratégico.
Los resultados de este creciente protagonismo de la jurisdicción nacional en la
inversión en agua potable y cloacas no han sido buenos. Los datos muestran
que Argentina gasta ahora más que en el año 2000, pero su tasa de mortalidad
infantil -mayor que la de Chile, Uruguay y Costa Rica- no se condice con su nivel
de desarrollo relativo. Las causas no son difíciles de reconocer: la excesiva
concentración de recursos y decisiones a nivel central burocratiza el proceso de
toma de decisiones detrás de las inversiones públicas, lo tiñe de sesgos
partidarios, electorales y clientelares que conducen a una priorización
de proyectos alejados de las necesidades sanitarias básicas y estratégicas.
Según esta lógica, es más conveniente impulsar una obra de alta visibilidad
mediática e impacto electoral que proveer de agua potable y cloacas a la
población de villas de emergencia. El Presupuesto 2010 asigna $1.848 millones
en subsidios a la aerolínea estatal mientras que la provisión de agua potable y
saneamiento sólo recibe $603 millones. Además de esta visible asimetría de
prioridades, la distribución de los recursos para agua y saneamiento entre las
provincias no tiene relación con la mortalidad infantil. Varias provincias con alta
mortalidad infantil no están incluidas para recibir fondos de la Nación para agua
y saneamiento o solo recibirán una mínima proporción de los recursos
disponibles.
En teoría, existe un amplio consenso en torno a la importancia que tienen las
acciones de prevención y atención primaria materno-infantil. Pero este consenso
no es el mismo -al menos a nivel de las autoridades políticas nacionales,
provinciales y municipales- en una cuestión que es tanto o más importante y más
básica que la atención primaria, como la universalización del acceso al agua
potable y cloacas. Es indudable que se trata de un aspecto de la agenda
estratégica de la política pública que necesita ser reforzado. En este sentido,
resulta necesario asignar muchos más recursos a la inversión destinada a
proveer de agua potable y servicios de saneamiento básico a la población, lo que
beneficiará particularmente a pobres e indigentes. Un objetivo deseable sería
alcanzar la cobertura universal en estos servicios hacia 2015. Para esto, la

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Nación no debería ejecutar las obras de manera directa, sino transferir mayores
recursos a las provincias en función de metas y parámetros específicos.
En lo que respecta a las intervenciones para la atención materno-infantil que hoy
se ejecutan desde el Plan Nacer, se deberían profundizar las rendiciones
de cuentas sobre algunos resultados sanitarios que se plantean como claves: (1)
captación temprana de la embarazada; (2) efectividad del cuidado prenatal y
prevención de la prematurez; (3) efectividad de la atención del parto y neonatal;
(4) auditoría de muertes infantiles y maternas; (5) cobertura de inmunizaciones;
(5) cuidado sexual y reproductivo; y (6)seguimiento de niños sanos hasta los 6
años. A la fecha no hay datos públicos que documenten los logros alcanzados ni
existe un adecuado seguimiento del impacto del Plan. Sin un adecuado
seguimiento parece poco probable que se obtengan los resultados esperados.
Otro aspecto importante son las acciones de "lucha contra el hambre" que se
mencionaran en el informe Empleo y Desarrollo Social No. 22. Es evidente que
estas acciones son complementarias de las políticas dirigidas a reducir la
mortalidad infantil. Para esto, el Estado debiera tener una política activa de
fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan para
disminuir el hambre en la Argentina, como así también de aquellas que se
dedican a la prevención y recuperación de los niños desnutridos o con un alto
riesgo nutricional.
Finalmente debe mencionarse que la jurisdicción nacional tiene una alta
responsabilidad en conseguir que las obras sociales funcionen correctamente y
dejen de descargar pacientes en los hospitales públicos provinciales. Esto
permitiría liberar recursos que debieran ser canalizados al combate de la
mortalidad infantil. Por otra parte, las provincias deberían implementar medidas
para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos que actualmente destinan a
la salud.
A nivel mundial las causas que provocan muertes durante el primer año de vida
son diversas, relacionadas con problemas en el ambiente, en la infraestructura
socioeconómica y sanitaria de la sociedad; con los aspectos biológicos
individuales, de la salud en general y de la salud sexual y reproductiva en
particular. Por ello nada o casi nada de lo que tiene que ver con la mortalidad
infantil, escapa al desarrollo social, pues ni aún los aspectos atribuidos al sistema
sanitario quedan fuera de este marco.
Por ser éste un grupo de edad vulnerable y por lo que implica la supervivencia
durante este período, la mortalidad infantil traduce más que la calidad de
atención a un sector de la población, traduce la calidad de un sistema sanitario.
Es requisito indispensable de las tasas de mortalidad infantil bajas, que exista
una plataforma sociocultural que le sirva de sustento, en la que las
responsabilidades familiar, comunitaria y social juegan un papel preponderante.
El acceso a agua potable, vivienda digna, calzado, saneamiento ambiental en
especial el manejo y disposición final de los residuos
sólidos, alimentación adecuada y educación son premisas de la salud y de la
reducción de la mortalidad infantil de manera sostenible. La accesibilidad a los
servicios de salud, acceso con calidad, equidad y oportunidad, lo que tiene
mucho que ver con el entorno socioeconómico ejerce una influencia indiscutible
en el comportamiento del indicador.
Poder controlar con información y responsabilidad el número de hijos y el
momento del embarazo, recibir atención prenatal calificada, favorecerse de la
institucionalización del parto, de los programas de vacunación actualizados

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acorde a los patrones epidemiológicos nacionales y de la puericultura (cuidado
de los niños) son derechos básicos de todos los seres humanos que deben ser
garantizados por los gobiernos.

2.1.2 Antecedentes Nacionales

En el Perú, la mortalidad infantil, se redujeron significativamente entre 1990 a la


fecha, constituyendo una de los principales logros sanitarios. La mortalidad
neonatal se redujo en 67% en los últimos 20 años, sin embargo, la proporción de
la mortalidad neonatal frente a la mortalidad infantil se mantiene estacionaria en
el tiempo; actualmente la mortalidad neonatal representa el 52.9% de la
mortalidad infantil, frente al 49% que tenía en 1992. Se ha reducido la brecha
entre la tasa de mortalidad neonatal rural y urbana. En los últimos tres años hay
un “estancamiento” en la curva de reducción de la mortalidad neonatal. Solo un
nuevo impulso en las intervenciones relativas a la salud materna infantil, con
énfasis en el periodo neonatal, permitirán consolidar y continuar reduciendo la
mortalidad infantil y neonatal. El peso al nacer es una variable usada para
evaluar las posibilidades de supervivencia de un recién nacido en sus primeros
momentos de vida. Según el SNVEPN, el 50% de las defunciones de RN con
peso normal, es decir con peso igual o mayor a 2500 gramos, registra como
causas de muerte la asfixia seguida de las infecciones, problemas que pueden
prevenirse en gran medida si se aplican medidas específicas de control y
tratamiento oportuno y de calidad. Según las proyecciones, las frecuencias de
muertes de niños menores de un año de edad por cada mil nacidos vivos (TMI),
disminuirán progresivamente a nivel nacional. Durante el período 1995-2015, la
reducción relativa de la tasa promedio de mortalidad infantil será de 40.0% y
estará acompañada de iguales reducciones en las tasas promedio femenina y
masculina. Sin embargo, aún al año 2015 ninguno de los departamentos
alcanzará una tasa de mortalidad infantil cercana la de los países
industrializados.
Las tasas proyectadas de mortalidad infantil, por departamentos, para el
quinquenio 1995-2000, muestran que Lima y Callao, con 19.0 y 16.0 por mil
respectivamente, alcanzarán las tasas más bajas. La TMI promedio nacional
será de 45.0 por mil y todos los departamentos de la Costa estarán por debajo
de ese promedio, con excepción de Piura (50.0 por mil). En tanto, todos los
departamentos de la Sierra y de la Selva, con excepción de Arequipa (33.0 por
mil), Ancash (43.0 por mil) y de San Martín (42.0 por mil) tendrán TMI iguales o
superiores a dicho promedio. Las TMI más elevadas de dicho quinquenio se
encontrarán en los departamentos de la Sierra (entre 43.0 y 86.0 por mil), con
excepción de Arequipa.
Hacia el quinquenio 2010-2015, Callao y Lima estarán alcanzando las TMI más
bajas del país, 13.0 y 14.0 por mil respectivamente. Esto se explicaría por la
mayor disponibilidad de los servicios públicos de salud y educación en tales
departamentos. Serán 16 departamentos los que mantendrán TMI iguales o
superiores a 28.0 por mil (el doble de la TMI de Lima) y entre ellos estarán Piura

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en la Costa; todos los de la Sierra, con excepción de Arequipa, y todos los
departamentos de la Selva. Serán Cusco, Huancavelica y Puno los que tendrán
TMI comprendidas entre 50.0 y 60.0 por mil

Mortalidad por características seleccionadas

La Tasa de Mortalidad Infantil rural fue 25 y la urbana 16 defunciones de menores


de un año por cada mil nacidos vivos. Con respecto a las Tasas estimadas en la
encuesta 2009 (27 en el área rural y 17 en el área urbana), se ha producido un
descenso de 7,4% en el área rural y 5,9% en el área urbana. La mortalidad en la
niñez también fue mayor en el área rural 32 contra 18 por mil en el área urbana.

Por región natural, el riesgo de mortalidad infantil continúa siendo mayor en la


Selva y la Sierra. Las niñas y niños que nacen en aquellas regiones tenían tasas
más altas de mortalidad infantil (26 y 24 por mil, respectivamente). Respecto a
la mortalidad en la niñez también es mayor en la Selva y la Sierra (33 y 29 por
mil, respectivamente). El nivel educativo de la madre establece diferencias en
los riesgos de mortalidad infantil: las/os niñas/ os de madres con educación
primaria tienen una mayor probabilidad de morir durante el primer año de vida
(24 por mil), que aquellos de madres que tienen estudios secundarios (17 por
mil), o estudios superiores (14 por mil).

La situación económica de los hogares es determinante en la mortalidad infantil:


el nivel de mortalidad infantil fue elevado en el quintil inferior y segundo quintil de
riqueza (27 y 23 por mil, respectivamente) en comparación con el quintil
intermedio de riqueza que fue de solo 14 por mil. Similar comportamiento se
presenta en la mortalidad de la niñez: en el quintil inferior fue 35 defunciones por
mil nacidos vivos, y en el quintil intermedio fue 14 por mil.
Mortalidad Por Características Demográficas
La Tasa de Mortalidad Infantil de los varones (20 por mil) fue mayor en tres
puntos que la Tasa de Mortalidad infantil de las mujeres (17 por mil). De forma
similar, la tasa de mortalidad en la niñez de los varones fue 25 por mil y de las
mujeres 20 por mil. También existen algunas diferencias en la mortalidad según
la edad de la madre, el orden del nacimiento de la niña/o y la amplitud del tiempo
transcurrido entre un nacimiento y otro. Al analizar los resultados por edad de la
madre, se encuentra un alto riesgo de mortalidad infantil para los niños de
madres mayores de 40 años (25 por mil) y de madres adolescentes (23 por mil);
y un menor riesgo de mortalidad para aquellos cuyas madres tenían entre 20 y
29 años de edad (16 por mil). Igualmente, se observa un patrón de riesgo con
respecto al número de orden de los nacimientos, así para el primer nacimiento,
la Tasa de Mortalidad Infantil fue 17 por mil; en tanto que para los nacimientos
de orden 7 y más la tasa llegó a 35 defunciones de menores de un año por cada
mil nacidos vivos. La duración del período intergenésico permite apreciar otro
aspecto en el que se vinculan estrechamente la fecundidad y la mortalidad
infantil, estableciendo además las mayores diferencias entre las características
demográficas: de cada mil niñas y niños nacidos vivos pertenecientes a
intervalos intergenésicos menores a dos años, 33 mueren antes del primer año

11
de vida, frente a 16 por mil para los niños y niñas cuyas madres tuvieron un
intervalo intergenésico de cuatro y más años.
MORTALIDAD POR DEPARTAMENTO
Se presentan las tasas de mortalidad por departamento con datos de los diez
años anteriores a la encuesta, realizadas en los años 2013 y 2014, las cuales
tienen como fecha central de estimación el mes de enero 2009. Loreto presenta
una tasa de mortalidad infantil de 30 defunciones de menores de un año por mil
nacidos vivos. Con respecto a la mortalidad en la niñez, Loreto (40 defunciones
de menores de cinco años por cada mil nacidos vivos) y Puno (38 por mil) son
los más altos.

12
CAPITULO III: ANALISIS DE LOS RESULTADOS
3.1 RESULTADOS DE MORTALIDAD INTERNACIONAL

Gráfico 2: Cobertura del acceso al agua potable Fuente: elaboración propia en base a EPH del INDEC
(2007-I)

13
Gráfico 3: Cobertura del sistema de eliminación de excretas Fuente: elaboración propia en base a EPH
del INDEC (2007-I

3.2 RESULTADOS DE MORTALIDAS NACIONAL (PERÚ)

14
15
3.3 DISCUSIÓN

Por lo que puede evidenciar en nuestro estudio, en la tabla que relaciona los
nacidos vivos con la mortalidad infantil en cada año podemos ver como la TMI
se comporta de forma irregular con tendencia a descender, excepto en el año
2005 donde solo se estudió semestralmente. Fue muy significativa la TMI de
2003 con 11,1×1 000 NV, que llegó a superar la nacional que en aquel momento
era de 6,3×1 000 NV.

Con respecto a las causas de muerte, son las infecciones con 37,5 % las que
ocupan el primer lugar, lo cual coincide con otros autores que enuncian como
principales causas de muerte las infecciones y las malformaciones
congénitas, todas relacionadas con la mortalidad neonatal precoz. Sin embargo,
otros estudios no concuerdan con lo anterior, al encontrar las malformaciones
congénitas en primer lugar, y las infecciones en segundo lugar en neonatos de
menos de 7 días de vida.

Mendieta y otros encontraron como principales causas de muerte las lesiones


debidas al parto, seguido de las infecciones, la prematuridad y las
malformaciones congénitas; en sus análisis estos vieron que la principal causa
de defunción era la hipoxia perinatal.

En esta investigación las infecciones ocupan el primer lugar, la sepsis el


segundo, y el tercer lugar la asfixia junto a las malformaciones congénitas;
aunque algunos autores plantean que la asfixia aporta el mayor número de
fallecidos, lo cual no sucede así en este trabajo. La sepsis, al ocupar el segundo
lugar por orden de frecuencia, concuerda con el texto consultado, que explica
que el paciente menor de 1 año de vida es más propenso a la sepsis, por la
inmadurez del mecanismo inmunitario frente a las infecciones bacterianas, sobre
todo, las provocadas por Estafilococo aureus.

En cuanto a las malformaciones congénitas, la bibliografía revisada las ubica en


un tercero y cuarto lugares, prevaleciendo las de origen cardiovascular, hecho
que es similar a lo encontrado en el presente estudio, aunque, según las últimas
estadísticas nacionales, estas constituían la segunda causa de muerte en
menores de 1 año y con presencia de anomalías en el desarrollo del tubo neural
o del SNC.

Con relación a la edad materna, entre los 20 y los 35 años de edad ocurre el
mayor número de fallecidos, lo cual se explica por la muestra de solo 48
defunciones estudiadas. Los factores de riesgo encontrados durante el
embarazo coinciden con la literatura médica actual; ellos son la moniliasis
vaginal, la anemia ferropénica, el bajo peso materno y el crecimiento intrauterino
retardado. Con respecto al recién nacido se observa que aumenta la mortalidad
en neonatos de menos de 7 días de vida, además de que es el sexo masculino
el que más se afecta, hecho que también concuerda con los textos revisados.

16
CAPITULO IV: CONCLUSIONES

4.1CONCLUSIONES
 A nivel macro, la tasa de mortalidad infantil ha sido considerada como un
indicador de desarrollo, ya que refleja la calidad de vida de una población
como resultado de procesos sociales, económicos, ambientales y
biológicos, así como de políticas, programas y proyectos sanitarios.

 A nivel micro, toda muerte evitable es consecuencia de las condiciones


en las que los niños y sus madres viven. Ello representa la dificultad en el
acceso al derecho a la salud y fundamentalmente al derecho elemental a
la vida. Pero, además, refiere directa o indirectamente al ejercicio de otros
derechos económicos y sociales tanto del niño como de su hogar de
pertenencia. De esta manera, la muerte evitable de un niño representa
una expresión más de injusticia social.

 La mortalidad infantil se comportó de forma irregular con tendencia


decreciente en los primeros 4 años estudiados.

 Las principales causas de muerte fueron las infecciones, la sepsis, la


asfixia y las malformaciones congénitas.

 Los factores de riesgo predominantes fueron la moniliasis vaginal, la


anemia ferropénica y el bajo peso materno.

 Predominó el componente neonatal precoz, y el sexo masculino en el


estudio.

17
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

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de Pavas durante el período de 2000-2003. Acta Pediátrica Costarricense.
2004;18(1).

18
ANEXO
GRAFICO 1:

GRAFICO 2:

19
IMAGEN 1:

IMAGEN 2:

20
IMAGEN 3:

IMAGEN 4:

21

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