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un gran amigo me contó una historia que se impone como el resumen secreto de
nuestros días sin calendario adquirió la consistencia del polvo que lleva años detenido y
parece proyectar una sombra como si el aire emanara de su reposo y fuera imposible
limpiar los muebles porque tocar los corpúsculos inertes significaría despertarlo para
llenar la atmósfera de su sequedad ardiente
así son las cosas que persisten aunque uno trate de relegarlas a la orilla sin puentes
donde no conviene ir pero que se dibuja a lo lejos como el límite de los asuntos sin
bienvenida a los que solo se puede llegar con cierto daño
mi amigo fue claro en su emocionada relación de esa historia que lo trabaja desde
hace cuatro meses con afilada lucidez
el testigo escucha el relato como un fluir de la conciencia que transmite algo que solo
puede definirse a partir de la incertidumbre de lo que no tiene término o no ha podido
tenerlo en la forma que nos resignamos a ver como habitual
a no ser que vacilar entre una orilla y otra sea un modo de concluir y aceptar que
después de todo no tener final definitivo es una variante comprensible del acabamiento
ella le dijo que se iba después de casi treinta años juntos sin usar palabras de
reproche o rencor ni apelar a otro recurso que la suave y casi fría voz de quien reconoce
y valora la dicha transcurrida pero no puede seguir adelante con esa vida donde todo da
señales de convertirse en una insostenible lastimadura y donde la única salida es apagar
la estufa y sus llamas azules un poco antes de girar por última vez las llaves demasiado
familiares para salir rumbo a la imprecisión y la nada o en todo caso la vaguedad de lo
que solo se insinúa como algo distinto y todavía futuro
él la visitó en esa tierra sólo para saber que podían convivir con extraña cortesía en
habitaciones separadas de un mismo departamento y coleccionar recuerdos agradables
que tenían la aguda cualidad de lastimar porque existían como el irrecuperable tiempo
escapado de algún álbum de fotografías donde mostraban las sonrisas de los momentos
felices a los que no es posible entrar de nuevo
en cierta forma hubiera sido preferible el odio para romper sin cortapisas y aceptar
que no hay regreso porque la injuria incendió el camino y no permite otro retorno que el
de los pasos cubiertos de cenizas
sin lástima ni celebración melancólica de lo que valió la pena pero ya solo podría
existir como impostura y daño y terca insistencia
buscó una clausura a través del recurso de escribir que ella había aquilatado a lo
largo de los años como una de las claves que les permitían tocarse sin mentiras y ser los
otros que también eran y reconocían en la callada sombra de lo que llega por escrito
al pulsar la tecla de envío experimentó el cansado alivio de quien hace bien las cosas
aunque se trate de algo que hubiera preferido evitar
mi amigo se preguntó si esas reflexiones demasiado largas no serían una variante del
insomnio en esos días sin horas en los que siempre parecía de madrugada
ella había sufrido un derrame cerebral sin padecer dolores ni sentir señales de que
eso pudiera ser posible más allá del hecho extraño de que hubiera decidido alejarse de
todo como si anticipara el estallido que la apagaría por dentro
los médicos explicaron que padecía un mal congénito cuyo incierto desenlace era el
derrame y cuya imposible predicción era el tiempo que podía durar ese letargo
refractario al decurso de los días y la vida insólita de quien puede abrir los ojos
¿ella huyó porque sentía que algo iba a ocurrir o sufrió las consecuencias de una
decisión que la alejaba de los suyos y acaso de sus propias emociones ilusionándola con
una remota vida preferible?
¿el cuerpo decidió el rumbo de las emociones o las emociones decidieron el rumbo
del cuerpo?
ella descansa lejos de su casa en un limbo donde la salida puede ser la arena negra de
lo que acaba para siempre o el regreso a un país que acaso ya no sea el suyo y donde el
presente quizá se manifieste como una sucesión de sueños confundidos con recuerdos o
recuerdos que no llegan a parecer sueños
en lo que eso ocurre la conciencia fluye con la minúscula insistencia de los insectos
ella preserva el mensaje de algo que solo puede ser intermedio e indefinido y sin
orillas