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Cuando Dios dice NO

(Por Roberto Cofré Navarro)

Introducción

1.- Historia de Ezequías


Que tan dispuestos estamos a escuchar y acatar la voluntad de Dios, cualquiera que
fuere su decisión, no importando que aquella respuesta de lo alto no fuera la que queríamos,
esperábamos o nos merecíamos.
La experiencia que vivió el rey Ezequías es muy particular y muy apropiada para notar
que tan dispuesto está el hombre a aceptar la voluntad de Dios. La vida del pueblo de Israel
está marcada por un ir y venir de apostasías, desgracias por sus pecados, llamados al
arrepentimiento y algunas reformas espirituales, esto está relacionado principalmente con la
vida espiritual del rey de turno, si el rey era un apóstata el pueblo se iba tras dioses ajenos, si
el rey era temeroso de Dios el pueblo se arrepentía y se volvía a su Creador. Uno de los buenos
reyes que tuvo Judá fue el rey Ezequías, este fue el responsable de una reforma espiritual en el
pueblo de Dios, quitó los lugares altos en donde el pueblo adoraba ídolos, quebró las imágenes
y cortó los símbolos de Asera, he hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés
y que el pueblo estaba adorando. Hizo lo recto delante de Jehová quién le prosperó, guardó los
mandamientos de Dios, puso todas sus esperanzas en Jehová y Jehová estaba con él. Su
reinado fue uno de los más prósperos y bendecidos tanto así que incluso pudo librarse de sus
enemigos derrotando al gran imperio asirio, hirió a los filisteos y fue librado de todo peligro
extranjero.
Una vez completada su obra, el rey Ezequías cayó gravemente enfermo y el profeta
Isaías le dijo: “Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás”. Cuando el rey supo de la
noticia oró y con llanto suplicante le pidió a Dios que tenga en memoria todo lo que había
hecho como rey de Judá y como había andado con corazón integro delante de Él. Dios oyó la
oración del rey y pese que su voluntad era otra le otorgó 15 años más de vida.
Lamentablemente para el pueblo de Dios en esos 15 años nació su sucesor, Manasés, quién en
su reinado hizo todo lo contrario de su padre, hasta llevar al pueblo a una gran apostasía y
entregarlos a los enemigos.
En los diferentes casos que repasaremos a continuación veremos como en muchas
ocasiones la respuesta de Dios es No o su respuesta no está en armonía con lo que el
suplicante pide.

Desarrollo

2.- Moisés y su entrada a la tierra prometida


El pueblo de Israel llevaba cerca de 400 años viviendo en Egipto, los últimos los había
vivido como esclavos. Dios vio el sufrimiento de sus hijos, escucho el clamor de los oprimidos
y por amor a ellos es que decidió intervenir a favor de Israel y cumplir la promesa a Abraham,
Isaac y Jacob de vivir en la tierra que el Señor les había concedido. Para cumplir su promesa
Dios escogió a Moisés para ser el encargado de sacar al pueblo de Egipto. Desde pequeño
Moisés escucho de boca de su madre de la responsabilidad que tenía, pero diferentes razones,
primero, su educación egipcia, crecimiento y el asesinato de un egipcio provocó la huída del
hombre de Dios, después, pasó 40 años en el desierto apacentando ovejas de su suegro. Es
increíble pensar que el hombre que Dios había destinado para salvar y libertar a sus hermanos
pasó de ser el prometido salvador a un hombre temeroso que escapa por asesinato y cuidador
de animales ajenos.
Finalmente, Dios lo trae de vuelta a cumplir con la misión de su vida, pese a la edad de
80 años, es en este tiempo que realiza la labor más importante de toda su vida, en forma
poderosa y milagrosa saca a Israel de la opresión del imperio más grande de entonces, por
medio de él el Señor realiza todo tipo de milagros y maravillas, conversa directamente con
Dios, recibe los 10 mandamientos y todo tipo de instrucciones y enseñanzas, dirige al pueblo
por el desierto, detiene rebeliones, intercede ante Dios en favor del pueblo y vence a diferentes
pueblos. Cuando está por concretar el más anhelado de todos los sueños, entrar a la tierra
prometida: “Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel
buen monte, y el Líbano” (Deuteronomio 3: 25). La respuesta del Señor fue un No rotundo, es
más, le pidió al Moisés que no le hablase más del tema. Moisés recibió un No a uno de sus
anhelos más íntimos de su corazón, en el pasado cometió un error, Dios se enojó con él y le
privó de este privilegio. Es muy probable que a nuestros ojos parezca ser una decisión muy
dura y quizás hasta injusta, pero el que es grande en amor y misericordia tenía un plan aún
más sublime para el siervo de Dios. Después de su muerte el Señor le resucitó y le hizo entrar
y gozar de la verdadera tierra prometida, la Canaán Celestial. Bueno, para ser justo, muchos
siglos después de todo esto logro pisar la tierra anhelada, en el momento en que junto al
profeta Elías acompañaron a Jesús en el monte.

3.- Samuel y los hijos de Isaí


Samuel fue el último Juez de Israel, un gran profeta también, pero en los últimos años
como juez vinieron ante él los ancianos de Israel a solicitar que no los dirigiese más, los
ancianos de Israel vinieron ante Samuel en nombre del pueblo a pedir un Rey. Esta situación
entristeció a Samuel, Dios le dijo que no era a él a quien estaban desechando sino que no
querían a Dios como Rey.
El profeta Samuel por indicación divina fue a Belén, llegó a la casa de Isaí, en esa casa
encontraría al sucesor de Saúl, al rey de Israel. Cuando el profeta Samuel llegó a su destino y
se entrevistó con cada uno de los hijos de Isaí, el profeta de Dios se dejó llevar por la
apariencia y el distinguido porte de los hermanos de David, y cuando Samuel se disponía a
ungir a cada uno de ellos Dios le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura,
porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; porque el hombre mira
lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7)
El problema de Samuel es muy habitual en nosotros, muchas veces nos dejamos llevar
por las apariencias, escogemos diferentes cosas para nuestras vidas o estamos tomando
constantes decisiones, antes de escoger o decidir en forma apresurada preguntemos a Dios cual
es el camino que debemos escoger.

4.- David y su ruego por el hijo con Betsabé


Seguramente el perdón otorgado de Dios a David deben ser uno de los más
misericordiosos y recordados. No solo había pecado cuando se allegó a Betsabé, urdió un plan
siniestro para engañar primero y matar después a Urías, esposo de Betsabé. Todo esto sucedió
una vez que el rey David se enteró de que Betsabé había quedado embarazada. Después del
trágico final de la vida de Urías, vino el profeta Natán, quién amonestó al rey de Israel, una
vez que este reconoció su pecado el profeta de Dios le indicó que el hijo de Betsabé iba a
morir. Una vez que enfermó el hijo de Betsabé, David oró a Dios para que se apiade del niño,
pero no fue cualquier oración, ayunó, se vistió con otras ropas, pasó toda la noche acostado en
tierra, pero al séptimo día murió el bebé. David había orado con una súplica muy especial, no
le quites la vida al niño. Dios a la oración de David había dicho no. Y no es un Dios
vengativo, es un Dios lleno de amor, fue las acciones de David lo que provocaron tal respuesta
de Dios.
5.- David y la construcción del templo
David fue otro hombre de Dios a quién se le denegó concretar un deseo del alma.
Desde que el pueblo estaba en el desierto la presencia del señor se había manifestado en forma
maravillosa en el tabernáculo de reunión. Habían pasado unos 450 años desde entonces y
David se dispuso a construir una casa para que habitase el Señor. Realizó todos los
preparativos, el lugar el monte de Jerusalén, el monte Moriah, el mismo monte donde Dios
proveyó el sustituto de Isaac. Mandó labrar piedras con los mejores canteros extranjeros que
había en su reino. Mandó también juntar mucho hierro para la construcción del templo, bronce
y tal cantidad de madera de cedro que no se podía contar entre una gran cantidad de otros
materiales para realizar una de las obras más magnificas y sublimes. Cuando David se
disponía a comenzar su titánica tarea Dios le dijo: “Tú has derramado mucha sangre, y has
hecho grandes guerras, no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre
en la tierra delante de mí. He aquí e nacerá un hijo, el cuál será varón de paz, porque yo le
daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré
paz y reposo sobre Israel en sus días. El edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por
hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre”. (1
Crónicas 22; 8-10)
David obedeció humildemente la disposición del Señor de Paz, comprendió que un
hombre de guerra no podía construir un lugar en donde se usaría como centro de adoración y
servicios de reconciliación entren Dios y los hombres.

6.- Dios y la oración de Elías


Elías recién había vencido poderosamente a 450 profetas de Baal en el Monte Carmelo,
había presenciado el poder de Jehová, también había desafiado al rebelde rey Acab, pero de
aquel momento de fervor y victoria se pasó a un momento de desesperación, desanimo y
terror. Cuando Jezabel, la esposa infiel del rey Acab, se enteró de lo sucedido en el Monte
Carmelo, llamó a un mensajero y lo envió a Elías con el fin de comunicarle que la misma
suerte que habían corrido sus profetas. Jezabel amenazó de muerte al profeta de Dios y Elías
olvidándose de lo que Dios había hecho en su favor, temió de tal forma que huyó de esta
mujer. Una tremenda paradoja, hace unas horas Elías había desafiado al hombre más poderoso
de Israel y a 450 de sus más incondicionales hombres, ahora escapaba y se escondía de una
mujer. En ese huir, el profeta de Dios llegó a Judá y en ese lugar le pidió a Dios que le quitase
la vida, Dios de forma muy misericordiosa e inteligente le mostró nuevamente su poder, lo
perdonó y siguió confiando en su ministerio. Dios a la petición de Elías dijo no.

7.- Los fariseos piden señales


Las obras de Jesús se habían hecho muy populares por todo el país de Israel, de
diferentes partes acudían para escuchar sus palabras, encontrar paz y tranquilidad para sus
aflicciones, salud para sus enfermedades, consuelo para el sufrimiento humano, a todos
aquellos que acudían sinceramente a él nunca los defraudó ni los envió de vuelta a sus casas
con las manos vacías, “el que a mi viene no le hecho fuera”. Pero a un grupo de judíos no les
fue contestada su petición. Multitudes de personas acudían a su encuentro y luego de que
Jesús había pasado tres días predicando no quiso enviar a las personas sin comer a sus casas,
con la ayuda de sus discípulos multiplicó 7 panes y 2 peces y comieron más de 4000 personas.
Preocupados los sacerdotes y dirigentes judíos por tal popularidad alcanzada por Jesús una y
otra vez enviaban comisionados con el fin o de tentar y hacer caer al Señor o encontrar motivo
para arrestarlo, acusarlo y condenarle a muerte. Vinieron fariseos y saduceos quienes pidieron
a Jesús señal del cielo con el fin de creer. Jesús conociendo realmente las intenciones de estos
religiosos no contestó su petición, solo les dijo que iban a recibir la señal de Jonás, una vez
dicho esto el Señor se fue.
8.- Pablo y la visión del varón macedonio
Pablo una vez que se separó de Bernabé, comienza un viaje misionero más, pero el
primero junto a Silas, cuando ambos llegaron a la ciudad de Listra, se encontraron con una fiel
familia, era la familia del joven Timoteo, era tan bueno el testimonio de Timoteo y su familia
que Pablo quiso llevarlo consigo en este nuevo viaje. Fueron de ciudad en ciudad
confirmando, animando y fortaleciendo las iglesias cristianas que encontraban a su paso y que
gracias a este trabajo cada día crecían en número de creyentes. Luego de recorrer una gran
cantidad de ciudades y pueblos se dispusieron a visitar la ciudad de Bitinia, seguramente ellos
querían conocer la obra de Dios en ese lugar y fortalecer a los hermanos, pero el relato bíblico
dice que: “El Espíritu no se lo permitió”. La razón exacta no la conocemos, puede ser algún
peligro grave, aunque el relato continúa diciendo que luego de esta situación Pablo recibió la
visión de un varón macedonio en que este le rogaba que pasase a Macedonia. Finalmente se
dispusieron a ir a Macedonia donde Pablo predicó y se convirtió una mujer y toda su familia,
luego vino el incidente en que Pablo saca un demonio de adivinación a un joven que por ese
medio daba mucho dinero a sus amos, estos lograron acusar a Pablo y a Silas quienes fueron
azotados y encerrados en la cárcel. En la noche, estos discípulos oraban y cantaban alabanzas
a Dios, de pronto un terremoto que hizo abrir todas las puertas, cuando el carcelero despertó y
al ver como había quedado la cárcel tomó su espada y cuando se disponía a terminar con su
vida Pablo lo detuvo y le dijo que todos estaban en la cárcel. El carcelero los llevó a su casa,
Pablo les habló de la palabra de Dios y toda la familia fue bautizada. Pero recordemos que
todo esto comenzó con un no de Dios, recuerden que fue el Espíritu Santo quién no les
permitió ir a la ciudad de Bitinia.

9.- Pablo y el aguijón en la carne


Hechos 12:7-9 dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me
abofetee, para que no enaltezca sobremanera; respecto del cual tres veces he rogado al Señor,
que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose
sobre mí el poder de Cristo”.
La situación es la siguiente: Pablo estaba realmente sufriendo por un problema
personal, Pablo estaba haciendo lo correcto y que pocas personas hacen frente a un problema
real, está rogando a la persona adecuada, es decir a Dios, y lo hacia 3 veces por día, las
Escrituras indican que debemos orar sin cesar, Pablo estaba orando a Dios para que su
tormento se termine. Algunos piensan que al apóstol no le fue contestada la oración, a Pablo si
se le contestó la oración, lo que no se le contestó fue lo que él estaba solicitando, que su
problema terminase. Pablo oraba tres veces al día para que este mensajero de Satanás lo
dejase tranquilo, Dios por supuesto que le contestó su ruego, le dijo: “Bástate mi gracia”.
Seguramente después de está pequeña explicación podemos entender el porque muchas veces
algunos tormentos, problemas o aflicciones personales no se acaban. Dios no nos está
pidiendo que nos conformemos, Dios está pidiendo que en todo momento, con problemas o sin
ellos nos acerquemos al trono de la gracia, es allí donde encontramos consuelo, tranquilidad,
paz y esperanza para nuestras vidas.
Conclusión

10.-Jesús en el Getsemaní
La oración de Jesús en el Getsemaní es sin duda uno de los momentos más cruciales
que presenta la Biblia, y sin duda es uno de los momentos más cruciales en la historia del
Universo. Había llegado para Jesús el momento en que iba a entregar su vida como
propiciación por los pecados de todos los hombres, y el Universo estaba expectante ante esta s
escenas del Hijo de Dios. En el Getsemaní; Jesús estuvo sufriendo lo indecible, se aproximaba
la hora en que sería entregado en manos de sus escarnecedores y verdugos, sus discípulos
pronto huirían, le iban a maldecir, burlar, golpear, atormentar hasta matarlo de la forma más
cruenta vista alguna vez. Jesús comenzaba en el huerto su sufrimiento y agonía, fue en ese
momento de soledad y dolor que acudió a su Padre y le rogó diciendo: “Pase de mí esta copa”.
Jesús oró tres veces pidiendo no pisar el cruento camino que las siguientes horas traían. Los
ángeles estaban expectantes, estaban deseosos de ser el portador de la respuesta del Padre a su
Hijo sufriente que su agonía se terminaba, pero la oración no fue contestada como pedía el
Señor, Dios solo dispuso que un ángel le viniese a fortalecer en aquel momento con el fin de
entregar su vida por la humanidad. Dios incluso a su amado Hijo le dijo que no.
Cada uno de nosotros tenemos que aprender a confiar en las promesas de Dios,
tenemos que aprender a buscar primero el reino de Dios y su justicia, pero también tenemos
que aprender a escuchar la voz de Dios y estar dispuestos a aceptar su voluntad, sobre todo en
aquellos momentos en que su voluntad no está en concordancia con nuestra voluntad.
Recordemos está maravillosa promesa que Dios nos entrega por medio de su profeta:
“No se exhala un suspiro, no se siente un dolor, ni ningún agravio atormenta el alma, sin que
haga también palpitar el corazón del Padre… A toda oración sincera, él contesta: "Aquí estoy."
Levanta al angustiado y pisoteado. En todas nuestras aflicciones, él es afligido. En cada
tentación y prueba, el ángel de su presencia está cerca de nosotros para librarnos” (Deseado de
todas las gentes p. 323)
Dios da respuesta a todas nuestras oraciones, tengamos la certeza y absoluta confianza
que todas las respuestas de Dios están relacionadas con nuestro beneficio, su palabra dice que:
“Vive siempre para interceder por nosotros” (Hebreos 7:25). Estemos preparados por que
muchas veces un No de Dios es una tremenda bendición para nuestras vidas.

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