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La expresión 'otra crítica' puede parecer impropia en la medida en que, como en filosofía
moderna, la idea de crítica se define principalmente por referencia a Kant. La crítica en este
sentido busca en primer lugar el a priori de las condiciones de posibilidad que permite el
conocimiento científico para ser el distin, el guished de las ilusiones de la razón metafísica y
dogmática. Para muchos historiadores, Kant era el que trajo la realización de un movimiento
que empezó como una crítica de lo antiguo, principalmente bíblico, de los textos.
Concibiendo de crítica como el tribunal de la razón, él dio al término 'crítica' un alcance que
va más allá de la comprensión textual: la crítica se volvió la tarea de una filosofía basada en
adelante en la primacía epistemológica de la subjetividad transcendental. Reformulando la
doctrina de la intencionalidad por lo que se refiere a los fines de la razón, Kant ha mantenido
una perspectiva creacionista que, privado de cualquier teoría y valor explicativo, se dice que
regula nuestra comprensión del mundo como lo bueno de nuestras acciones libres.
Para uno que sigue el juicio una vez hecho por Pierre Bayle en su artículo de Spinoza en el
Diccionario Crítico e Histórico, Spinoza es el ejemplo perfecto de un metafísico dogmático
que contradictoriamente y en base a su panteísmo del determinismo se comporta como un
ateo poderoso. Por contraste, yo defenderé, en lo que sigue, el pensamiento de Spinoza en
el que 'la crítica' toma un camino diferente, un camino que, de antemano, desafía cualquier
crítica que presupone la oposición entre el fenómeno y la cosa-en-él, la naturaleza y la
libertad, la causalidad y la intencionalidad, el cuerpo y su importa, la imaginación y la razón.
Spinoza parece compartir con Kant sólo una preocupación para el pensamiento libre de
examen. Cuando Kant, en el prólogo a la primera edición de la Crítica de la Razón Pura, dice
que el esclarecimiento es la edad de la crítica y que ninguna 'legislación, a través de su
majestad ni religión, a través de su santidad, debe exentarse de ello', sus palabras resuenan
con el pasaje siguiente de El Tratado Teológico-político de Spinoza:
Yo también pregunto, quién puede aceptar algo con su mente si su razón ¿ protesta contra él? Para lo que es
rechazar algo importa una protesta de la razón? Ciertamente, estoy absolutamente asombrado de que los
hombres deban querer sujetarse a la razón, el más grande y encendido divino regalo, a palabras antiguas con
que se pueden haber adulterado bien malévolamente intencionado (1).
Lu apelación al principio de libre examen, el aude sapere, es algo común a ambos autores.
Las diferencias, sin embargo, son inmensas. Yo incluso aventuraría que, de los dos, Spinoza
es el más crítico radical del esclarecimiento y modernidad como a tal.
Spinoza está preocupado por dos hechos contrarios que no pueden deducirse de un a priori.
El primer hecho es un escándalo que pertenece al mundo social-histórico. Las personas se
presentan como los adhesivos fieles a un institucionalización religiosa, pero ellos no viven
según los mandatos de su fe, ni incluso a los más razonables que promueven justicia y
trabajo por horas. Ellos se pierden en creencias que son injustificable y remotamente lejanas
a cualquier idea adecuada. Considerando que ellos imaginan que esas ideas expresan
creencias de lo que es bueno en sí mismo, estas creencias sólo son buenas para ellos. Visto
adelante, como esas creencias tienen sentido, ellos luchan en seguida entre sí para imponer
estas creencias en otros. Las pasiones amargas desarrolladas de odio, envidias y
resentimientos, comprometen más o menos en la obra religiosa a guerras civiles, mientras
mantienen una unión mínima dentro de un estado que requiere su obediencia, pero al
mismo tiempo los teme tanto cuando ellos temen a eso (3) que ellos llevan como una vida
supersticiosa porque ellos son incapaces de pensar y actuar razonablemente, cuando
Spinoza observa al principio de su Tratado Teológico-político:
Si los hombres pudieran regular sus asuntos con el juicio seguro, o si la fortuna siempre sonriera en ellos, ellos
no cogerían cualquier superstición. Pero desde que se reducen a menudo las personas al desperdicio de
apreturas ellos no pueden llegar a cualquier juicio sólido, y como tal las cosas de buena fortuna que para ellos
tienen un deseo ilimitado son bastante inciertas, que fluctúan miserablemente entre la esperanza y el miedo.
Esto es por qué la mayoría de las personas está bastante listo creer cualquier cosa (4).
La crítica debe desafiar la superstición que conecta con tierra y por consiguiente con ciertas
formas de religión que a menudo tienen lugar. El supersticioso 'parece haber mostrado sólo
esa naturaleza que los dioses están tan enfadados como el hombre' (5). Las autocracias
teológico-políticas acuden para temer, mientras generan lo fatal religioso a las sediciones
para la ciudad. La tarea de la crítica es denunciar cualquier formulario de vida en el que la
demostración del poder de deseo se ha convertido en el odio de deseos impotentes.
El segundo hecho por el que Spinoza está preocupado es la lógica y la experiencia ontológica
que cada mente del razonamiento puede tener mientras el descubrimiento que es capaz del
conocimiento adecuado. Cuando él declara en la Ética, la verdad habría permanecido
'oculta a la raza humana y a la eternidad, si la matemática no se preocupaba por los fines
sino sólo por el ser de propiedades de las figuras, no habiendo mostrado a los hombres otra
verdad normal' (6). Es un hecho de razón que el verdadero conocimiento ha terminado el
conocimiento de las causas. Pero Spinoza interpreta este refrán Aristotélico completamente
de una nueva manera. Radicalmente criticando la idea de las últimas causas, él pone
adelante una doctrina de causalidad en el que las causas eficaces se unen a un causa
inmanente que se comprende a través de su interdependencia. De suyo la crítica de la
superstición es epistemológica en el sentido en el que opone la verdadera idea de la ciencia,
es decir, la matemática como un método capaz de reformar el cuerpo entero del
conocimiento, a las creaciones delirantes de una imaginación ignorante gobernada de los
deseos. La geometría de las costumbres ha logrado en la Ética fijar como un modelo común
de un demostrativo que pide, en base a las ideas claras y distintas, reconstruir el orden de
cosas por medio de las definiciones genéticas.
Todos los prejuicios que aquí emprendo para exponer dependen de este uno: esos hombres normalmente
suponen que todas las cosas actúan, cuando los hombres hacen, a cuenta de un fin; de hecho, ellos mantienen
como cierto ese Dios que dirige todas las cosas a algún cierto fin, porque ellos dicen que Dios ha hecho todas
las cosas para el hombre, y ha hecho al hombre rendir culto a Dios (7).
Según Spinoza, por el contrario, no hay ningún sujeto de verdad. El hombre piensa, y el
pensamiento humano es una modalidad finita de un infinito y el poder impersonal de
pensar: él piensa la naturaleza, los mundos, los espacios. El hecho de que la comprensión
contenga las verdaderas ideas así como la capacidad de unirse juntos irrevocablemente
inhabilita alguna concepción del mundo por lo que se refiere a la finalidad. La finalidad
invierte causa y efecto; el hombre es una ilusión que previene el verdadero conocimiento
de cosas y causas (8 ). La crítica de Spinoza se enfoca en este punto.
Dada la situación específica en los Países Bajos de los días de Spinoza, la crítica de la
influencia del idioma supersticioso revelaron la religión y los estados de la teocracia que
eran estratégicamente importantes. Desde la reforma, los Países Bajos se dividieron en dos
grupos que, en clima de guerra civil y religiosa, justificaban sus demandas contrarias por
atracción a la Biblia. Considerando que una nueva élite política de protestantes liberales
defenderían una interpretación libre de las Escrituras, con la primacía de la fe, y
gratuitamente consciente, con la elección de pastores, en el campo contrario, la escena
puesta a consideración por la ortodoxia Calvinista, la defensa de la monarquía defendida y el
ejército de la aristocracia. La crítica de Spinoza apunta a la ortodoxia anti-liberal y a la
representación del anti-republicanismo de este último campo.
En su Tratado Teológico-político (1670) él elabora esta crítica por medio de una crítica, en
el sentido literal y estricto del término, del texto fundamental del Judaísmo y de la
Cristiandad. Para Spinoza, La biblia no contiene ningún misterio sobrenatural por el cual ha
de creerse sin cualquier razón excepto según se alega la naturaleza divina. Una
interpretación de este texto debe ser basada en el mismo método como en el método
empleado con respecto a la naturaleza:
El método correcto para interpretar la naturaleza consiste anteriormente en hacer trampas a la estructura de
la historia natural (el naturae de la historia) del que nosotros derivamos la definición de cosas naturales, como
de ciertos datos. Igualmente, para interpretar la Escritura, nosotros necesitamos congregar una historia
genuina (la historia sincera) de ella para deducir el pensamiento de los autores de la Biblia por válidas a las
inferencias de esta historia, como de ciertos datos y principios (9).
Spinoza concibe al texto bíblico como un individuo cuyo cuerpo - el o las cartas - deben
asirse en su literalidad y de quien el alma o el espíritu es el significado inmanente. De
acuerdo con ello, la interpretación crítica de La biblia consiste en dos fundamentos. El
primer fundamento (crítico, en el sentido lingüístico, filológico e histórico) es el de las
preocupaciones por la pluralidad de textos que juntos constituye las Escrituras: las historias
antiguas sobre la creación y sobre el génesis de las personas hebreas, profecías, crónicas de
los Reyes, las reglas del culto, los milagros, las cuentas de un Dios que revela, él a través de
los profetas y apóstoles, lo particular legal, lo moral y lo político y las enseñanzas morales. Es
decir, esta historia requiere el conocimiento del idioma hebreo, una clasificación de los
varios libros, una inscripción del disimulo y los textos contradictorios en atención al estilo y
la retórica de esos textos así como a las metáforas, parábolas y las máximas morales que se
contuvieron en ellos. También requiere del conocimiento de las vidas de los autores, de la
historia de sus personas, de la formación y las transformaciones de su nación, de las
circunstancias bajo las cuales los textos eran escrito así como de su pública intencionalidad.
Según el significado de las Escrituras extraídas por Spinoza, cada ser humanos debe
practicar justicia y caridad, guiarse por la imagen de un Dios amoroso. Auténticamente
católica, la fe universal puede ser considerada una crítica-misma de las representaciones
supersticiosas inmanente a cualquier revelación que procede por medio de las señales
lingüísticas. Tras los formularios la imagen de Dios es una idea práctica que, como un
esquema, eslabona la imaginación y la comprensión. Con tal de que uno está de pie atrás de
la violencia teológico-política que rasga la sociedad aparte, cualquiera puede encontrar esta
imagen adecuada de Dios en su corazón (11). Esta imagen no hace contradicción a los
mandatos de la razón natural, pero converge con la idea de la razón práctica.
El Dios que requiere obediencia y fe ciega, y quién se cree para ser representado por una
casta de especialistas que gobiernan las vidas de los individuos y la sociedad, está fuera de
un Dios nacido del miedo del hombre y de las fuerzas de la naturaleza. La crítica de Spinoza
consiste en la deconstrucción de esta imagen de Dios mientras lo reemplaza con una idea
moral de Dios por el que puede asirse un pureza en el sentido común. Dios no es una
realidad transcendente que se hace visible y nos habla. Ni puede crear ex nihilo, ni encarnar
como una persona, ni sube, ni juzga al vivo y al muerto concediendo la vida eterna a algunos
y condenación a otros. La crítica de Spinoza a las vinculaciones de la Escritura es una crítica
de la religión revelada y de la misma manera una crítica del bloque teológico-político
ortodoxo. Él propone por consiguiente un reparación de las instituciones existentes para
asegurar que el proceso que lleva a la formación del poder público y a los formularios de
deliberación libre es para las iglesias y las sectas (12). Esto requiere la constitución de una
esfera pública en el que cada individuo o grupo pueda expresarse estando de pie bajo la
justicia y la caridad, tal que este debate libre pueda contribuir a decisiones que involucran a
todos ellos (13). Éste es más un nivel político que ético y la demanda religiosa para la justicia
puede ser concretamente realizada (14).
Si la mente desea desarrollar una idea adecuada de eso que la Biblia llamada Dios, entonces
debe confiar en las Ética, y sobre todo en su primera parte. Spinoza aquí opone el imago Dei
a la idea Dei. La idea Dei postula a Dios como que productor y expresivo inmanentemente
en el infinito, productor de modos finitos, modos que - dependiendo de la magnitud a qué
ellos son capaces de acción y pensamiento - ellos se presentan como los efectos y las
causas. El imago Dei de la teología y de la moderna metafísica, por el contraste, resta en la
analogía política de un transcendente impulso que, como la subjetividad absoluta, permite
cualquiera emanación de varias jerarquías de seres inteligibles y sensatos o crea un mundo
para el hombre.
El propio Spinoza no usa el término ontología que era nueva en ese tiempo. Más bien, él
habla de una filosofía de la naturaleza de las cosas y lo extiende a lo que él llama el nivel de
ética. Su ontología inmanente especifica las condiciones de actividad y pasividad de modos
finitos, en particular las condiciones que le permiten al ser humano ponerse activo, es decir,
ético. Spinoza concibe a Dios como un anónimo infinito, y al poder impersonal de la
producción de la naturaleza humana como una parte finita (el naturans de la natura). La
fuerza de la crítica de Spinoza en la Ética está demostrando a Dios entendiendo y queriendo
- como se concibe en la tradición metafísica - referirse a nosotros de una manera redonda.
En lo suyo, este círculo vicioso sólo puede evitarse identificándose de pie bajo de Dios, es
decir, ya no concibiendo a Dios por lo que se refiere a las facultades humanas.
Según Spinoza, Dios mantiene siempre una reserva de poder permitiéndole intervenir
cuando sea apropiado. Cuando Carl Schmitt dice en los puntos de su primer trabajo de la
teología política, que el Dios de Spinoza puede decretar también un estado de excepción
que es análogo al estado de emergencia (15). Si tal es lo que los suyos quieren, él puede
suspender las leyes de creación para inventar nuevas (16). El constitucionalismo, por el
contrario, somete el poder divino a una ley definida como buena. Toma esta ley para ser un
competente modelo, 'a que Dios asiste…, en lo que él hace, y a lo que él apunta, como una
meta cierta. Ésta simplemente es sujetar Dios al destino.' (17). Pero Dios, como el infinito, la
afirmación del ser, es la causa de todas las cosas en el qué, y por qué, todas las cosas finitas
se producen según una necesidad interior libre. Spinoza toma menos ninguna emisión de
voluntarismo que igualmente reduce El poder de Dios. Si se hubieran producido las cosas de
otra manera, el voluntarismo y las demandas, entonces 'nosotros tendríamos que atribuir a
Dios otra naturaleza y… otra libertad' (18). La idea que Dios, en base a un testamento
absoluto, se compele para regresar en sus hechos iría contra el tesis que postula la
naturaleza de la perfección de Dios. Introduciría en Dios una indiferencia opuesta según se
alega a su testamento, mientras reduciendo así lo último a algo contingente. Según esta
consideración, no hay ninguna razón por el que no deben modificarse las leyes de
naturaleza completamente, y por el qué un poco de otra naturaleza no debe surgir como un
segundo Dios, como un segundo, la naturaleza. Para Spinoza, sin embargo, 'las cosas
podrían ser creadas por Dios en ninguna otra manera y ningún otro orden' (19).
Para que la imaginación deje de imaginarse para ser la planta del pie y verdadero formulario
de cognición, un salto debe hacerse, por así decirlo, para razonar. Este segundo formulario
de cognición - un hecho irreducible - se benefician por medio de nociones generales y la
Razón de ideas (25). Adecuado al movimiento del pensamiento por el cual se dibuja una
correcta 'conclusión' en base al sostén al todo común y las partes de ese todo, propiedades
son susceptible a promover su elaboración (26). Tales nociones generales abren al dominio
de verdad. Sin embargo, por razone exclusivamente no puede lograr el ser de cosas
singulares ni explicar su existencia. Esto es más bien logrado por intuición o la ciencia
intuitiva. Nada hay nada de místico a esta ciencia; consiste en una visión de la mente que
hace singular cada cosa - el cuerpo y mente - en su relación con el poder eterno de
naturaleza. La mente que es capaz de esta visión comprende que cada cosa contiene el ser
de la naturaleza como una parte que es menos eterna (27).
Considerando que las ciencias deducen nociones generales que se ponen más cercanas en la
vida a sus objetos, la ciencia intuitiva proporciona estas ciencias con su horizonte - todavía
un horizonte que se retira siempre que ellos se pongan más cercanas a él. Así, concibiendo
el trabajo de la razón bajo el título de un infinito y la naturaleza infinitamente productiva, la
filosofía de Spinoza tiene mucho en común con la corriente y las ciencias futuras. Implica,
primero, la capacidad de racional de superar lo particular, la percepción sensata, y la
limitación por medio de conceptos generales. Pero nunca implica, segundo, la capacidad de
la intuición racional de superar el formulario del pensamiento que es incapaz de v asir lo
singular. La mente es capaz de la racionalidad y la intuición es también como la parte de un
poder eterno e infinito del pensamiento - de lo que uno 'piensa' no se le puede atribuir a un
asunto. Visto de esta manera, la cognición humana es una máquina-productora de la verdad
que es la parte del pensamiento infinito a que el Tratado en la Enmienda del El intelecto se
refiere como un ' autómata espiritual.'
5 La crítica jurídico-política de Spinoza
Está en el Tratado Político que Spinoza desarrolla su última crítica, a saber, una crítica de la
creencia del humanista en una pura política de la razón. Este texto póstumo e inacabado
elabora ideas presentadas más allá del Tratado Teológico-político y las Ética. Según
Spinoza, la política no puede ser completamente convertida en la ética, para esto último
asume que los ciudadanos podrían gobernarse exclusivamente por la razón. La política, lejos
de ser, una práctica común gobernada por las ideas adecuadas, se define por su intrínseca
relación con una multitud que tiene que reconocer una autoridad soberana para sobrevivir.
La política es así una invención para que los hombres, actuando fuera de la pasión en lugar
de la razón, produzcan instituciones que habiliten su coexista. El poder de la multitud es a la
vida colectiva eso que el poder es al acto pensando que es la vida de los individuos. Una polis
de la razón no sería humana, pero sí cuasi-divina. Así, en cuanto la razón tenga que
entender y provoque estructuras políticas hace posible la coexistencia en una multitud de
hombres gobernada por las pasiones, este poder se convierte en el poder relativo a la
ausencia. La razón sólo puede tener en cuenta los procesos de racionalización porque un
sistema político - necesariamente manejada por la pasión - promulga una misma-crítica, y a
su propio nivel que es el nivel que afecta:
Los hombres son llevados por el deseo de la persiana más de por la razón de la persiana, y por consiguiente su
poder natural o derecho no deben definirse por la razón sino por cualquier apetito por el que ellos puedan
determinarse para actuar y porque ellos intentan conservarse así mismos (28).
Por consiguiente, mientras se cree que la teoría está a la variación con la práctica en todas las ciencias
prácticas, esto está particularmente para que en el caso político de la teoría, ningún hombre se considera
menos encajado para gobernar un estado que teórico o filosófico (30).
El derecho del estado o del soberano nada es más que el derecho de la Naturaleza y no es determinado por el
poder de cada individuo o de personas que se guían por una mente. Esto quiere decir, así como cada
individuo en el estado natural tanto tiene derecho como el poder que posee, lo mismo es verdad del cuerpo,
la mente y del Estado entero ( 33).
Spinoza va por consiguiente más allá del liberalismo para el que la multitud es nada más que
una colección de individuos que faltan unificarse a cualquier principio. Según se considera, la
multitud, los que la impulsan, no cesan de transferir su derecho a las instituciones que
asumen la tarea de articular a este último. Es por la fuerza del miedo que la multitud, en su
giro, inspira, siempre a retener una parte de su poder. Es, de hecho, el único principio de
legitimidad, para él este traslado puede discontinuar, no obedeciendo, rebelándose
incitando a la sedición, si el soberano viola eso que un considerable número de memorias
individuales como su derecho natural básico (34).
La multitud es la última y definitiva fuente de todo poder, derecho, y soberanía, sin tener
en cuenta si las últimas toman el formulario de una monarquía, aristocracia o democracia.
Pero uno debe agregar aquí que el poder constitutivo de la multitud sólo es eficaz si es una
'libre multitud' (35). Esto es decir que el poder de la multitud sólo se vuelve en la verdadera
fuente de poder cuando el tamaño de la multitud se refleja en el poder de tenencia de
estructuras jurídicas: 'Para el poder de un estado, hacer trampas en su derecho secuencial,
debe evaluarse con el número de sus ciudadanos' (36). Desde la democracia, con sus
asambleas atestadas, el régimen que trae está junto a la más grande cantidad de
ciudadanos activos, Spinoza sostuvo este sistema para ser un ' régimen absoluto' (37).
En la tercera denuncia, los blancos de la crítica de Spinoza son dos formularios de lo natural
moderno que hay que corregir, es decir el constitucionalismo y voluntarismo. Su crítica
consiste, en primer lugar, en la desmitificación de cualquier fetichización de la ley positiva,
pero también cualquier hipostatización de la ley de la naturaleza a que se alega conectada
con la ley positiva. Desde su punto de vista, ninguna ley positiva puede desplegarse para
limitar el poder de la multitud. Incitado por el deseo de la auto-preservación, así como por
el deseo para resistir sin que amenacen los formularios concretos ofreciendo satisfacción
permanente a la multitud, dinamismo de relaciones que exigen las masas para obedecer a
la resistencia. La insurrección sigue siendo un formulario permanente del derecho. Las leyes
son hechos, deshechos y rehechos, así como los estados nacen, se mueren y permitiendo
multitudes dentro de ellos para asumir formularios diferentes. La ley natural, por otro lado,
o no puede ser positiva como un imperativo moral absoluto, para eso que realmente las
materias son condiciones bajo la que la multitud interpreta la ley, aceptándola para sí
mismo y negándose a otros según la separación entre 'nosotros' y 'ellos' - nosotros que el
amor reconocemos en cada uno y otros como el francés, el alemán, el blanco, el cristiano, el
heterosexual, el civilizado, poniendo en cortocircuito, como los hombres reales, pero no
reconociendo a los otros como tal.
Desde que los hombres… se llevan más por la pasión que por la razón, ella formula naturalmente personas que
se unirán y consentirán ser guiado como si una mente y no a la razón inciten a través de un poco de emoción
común, tal como… una esperanza común, o el miedo común, o el deseo de vengar algunos injurias comunes
(39).
NOTAS
3. TPT, el Prólogo.
4. TPT, Prologue, 3. también Ver B. Spinoza, La Ética, traducido por E. Curley (Londres: Los Clásicos
del pingüino, 1996), yo, App.
6. Ibid.
7. La ética, pp., 26. Una vez los hombres consideraron las cosas como los medios, Spinoza escribe,
'ellos no podrían creer que las cosas se habían hecho, pero de los medios acostumbrados a que ellos
eran preparan para ellos, ellos tenían que inferir que había un gobernante, o varios gobernantes, de
naturaleza, dotados de la libertad humana que había cuidado de todas las cosas para ellos y hecho
todas las cosas para su uso' (el ibid.).
8. TPT, el Prólogo.
15. Vea C. Schmitt, Politische Theologie,: Vier el zur de Kapitel el Lehre von der Souveränität, 9 edn
(Berlín: el und de Duncker Humblot, 2009).
18. Ibid.
19. Ibid.
41. Yo estoy deduciendo aquí de mi ensayo 1982 titulado 'el Le courant souterrain du el
matérialisme del rencontre del la', en el Écrits philosophiques et politiques (París: Stock/Imec, 1994).