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Parte superior
Ensamble
de las patas
Pata
Mesa
Semanas
Ensamblado de la mesa * 1
Terminación del ensamblado de las patas 1
Compra de las patas 1
1
Compra de los rieles cortos
1
Compra de los rieles largos 1
Compra de la parte superior 2
Semanas
1 2 3 4 5 6
Mesas:
Necesidades brutas -- -- -- 200 150 100
Recepciones disponibles / programadas* 50 -- -- -- -- --
Necesidades netas -- -- -- 150 150 100
Liberaciones planeadas de las órdenes -- -- 150 150 100 --
Partes superiores:
Necesidades brutas -- -- 150 150 100 --
Recepciones disponibles / programadas* 50 50 -- -- -- --
Necesidades netas -- -- 50 150 100 --
Liberaciones planeadas de las órdenes 50 150 100 -- -- --
Ensamblado de patas:
Necesidades brutas -- -- 150 150 100 --
Recepciones disponibles / programadas* 100 -- -- -- -- --
Necesidades netas -- -- 50 150 100 --
Liberaciones planeadas de las órdenes -- 50 150 100 -- --
(Figura D)
Semanas
1 2 3 4 5 6
Patas:
Necesidades brutas -- 200 600 400 -- --
Recepciones disponibles / programadas* 150 100 -- -- -- --
Necesidades netas -- -- 550 400 -- --
Liberaciones planeadas de las órdenes -- 550 400 -- -- --
Rieles cortos:
Necesidades brutas -- 100 300 200 -- --
Recepciones disponibles / programadas* 50 -- -- -- -- --
Necesidades netas -- 50 300 200 -- --
Liberaciones planeadas de las órdenes 50 300 200 -- -- --
Rieles largos:
Necesidades brutas -- 100 300 200 -- --
Recepciones disponibles / programadas* -- -- -- -- -- --
Necesidades netas -- 100 300 200 -- --
Liberaciones planeadas de las órdenes 100 300 200 -- -- --
En este caso, el programa maestro contiene la demanda para las
mesas terminadas: 200 en la semana cuatro, 150 en la semana
cinco y 100 en la semana seis.
Estas cantidades se enlistan como necesidades brutas para las
mesas completas.
Como se muestra en el plan de materiales, existen 50 mesas
disponibles en el momento actual (se supuso que todas las cifras
de la Figura D ocurren al inicio de la semana).
Así, pueden sustraerse tales mesas disponibles de las necesidades
brutas para llegar a las necesidades netas.
En este caso, el programa maestro contiene la demanda para las
mesas terminadas: 200 en la semana cuatro, 150 en la semana
cinco y 100 en la semana seis.
Estas cantidades se enlistan como necesidades brutas para las
mesas completas.
Como se muestra en el plan de materiales, existen 50 mesas
disponibles en el momento actual (se supuso que todas las cifras
de la Figura D ocurren al inicio de la semana).
Así, pueden sustraerse tales mesas disponibles de las necesidades
brutas para llegar a las necesidades netas.
Posteriormente, las necesidades netas quedan compensadas en
una semana, debido al tiempo de ciclo planeado para el ensamblado
de las mesas, lo cual conduce a la liberación planeada de las
órdenes; por consiguiente, para satisfacer las necesidades brutas
del programa maestro, deben liberarse órdenes de trabajo para
ensamblar 150 mesas en la semana tres, 150 en la cuatro y 100 en
la cinco.
A continuación se usan las liberaciones de órdenes planeadas para
las mesas a efecto de calcular las necesidades brutas para las
partes superiores y para los ensambles de las patas al siguiente
nivel hacia abajo de la lista de materiales.
Las liberaciones finales planeadas para las órdenes de las mesas se
transfieren a las necesidades brutas para las partes superiores y los
ensambles de las patas sobre la base de uno por uno, puesto que
se necesita una parte superior y un ensamble de las patas para
producir una mesa.
El inventario disponible y las recepciones programadas se sustraen
de las necesidades brutas para llegar a las necesidades netas.
Éstas se compensan por el tiempo de ciclo para llegar a las
liberaciones planeadas de las órdenes para las partes superiores y
los ensambles de las patas.
Observemos que, en la Figura D, ahora se dispone de 50 partes
superiores y se ha programado que llegaran 50 al inicio de la
semana dos.
La orden programada para 50 partes superiores se colocó hace una
semana de acuerdo con un plan de materiales previo.
Ya que se tiene un tiempo de ciclo de dos semanas, estas partes
superiores llegarán al inicio de la semana dos.
Todos los materiales disponibles y los ordenados deben incluirse
cuando se hace la explosión de partes.
Entonces, las liberaciones planeadas para los ensambles de las
patas se utilizan para calcular las necesidades brutas para las patas,
para los rieles cortos y para los largos.
Las órdenes planeadas para los ensambles de las patas se
multiplican por cuatro para las patas, por dos para los rieles cortos y
por dos para los rieles largos, para llegar así a las necesidades
brutas.
Una necesidad bruta a cualquier nivel es el monto de materiales que
se requiere para dar apoyo a las órdenes planeadas al siguiente
nivel más alto.
El cálculo de bruto-a-neto y la compensación del tiempo de ciclo se
ejecutan para cada una de las tres partes restantes para llegar a las
liberaciones planeadas de las órdenes.
Ello completa la explosión de las partes.
La tabla de la Figura D se construyó hacia abajo del programa
maestro, un nivel a la vez, a través de la lista de materiales.
¿Qué nos indica el plan de materiales de la tabla de la Figura D?
Primero, que deberíamos liberar de inmediato órdenes de compra a
los proveedores por 50 partes superiores, 50 rieles cortos y 100
rieles largos ya que éstas son órdenes planeadas al inicio de la
semana uno.
Asimismo, el plan de materiales proporciona las liberaciones
planeadas de las órdenes para cada semana en el futuro.
Si el programa maestro y todas las demás condiciones permanecen
constantes, estas órdenes planeadas se liberarán cuando llegue el
momento; por ejemplo: en la semana dos se planea liberar una
orden para el taller a efecto de completar 50 ensambles de patas.
Si los materiales llegan como se planeó, deberá tenerse disponibles
las patas y los rieles necesarios para esta orden del taller: 200
patas, 100 rieles cortos y 100 rieles largos.
Además de la orden de trabajo para los 50 ensambles de patas, se
planean liberar, en la semana dos, órdenes de compra para 150
partes superiores, 550 patas, 300 rieles cortos y 300 largos.
Dichos materiales serán esenciales para dar apoyo a las órdenes de
trabajo futuras de ensambles de patas y de ensambles de mesas.
Este ejemplo ilustra la construcción de un plan de materiales
organizado por fases de tiempo.
Todas las órdenes de compra y las órdenes de trabajo se
interrelacionan para brindar los materiales cuando ello sea
necesario.
Si los tiempos de espera reales pueden administrarse de modo que
se satisfagan los tiempos de espera planeados, no habrá
acumulaciones innecesarias de inventario o tiempos de espera
desperdiciados para los materiales en el taller y las órdenes para la
entrega de las mesas terminadas se embarcarán a tiempo.
En efecto, una vez que cualesquiera inventarios iniciales se agotan,
el sistema de MRP no planeará un inventario de productos
terminados.
Éste es el caso porque se planeó la producción para que sea
exactamente igual a la demanda final, después de ajustar los
inventarios disponibles.
De la misma manera, luego de que los inventarios iniciales y las
recepciones programadas se agotan, no se planea algún inventario
de partes compradas; en realidad, el sistema de la MRP hace cortes
muy estrechos.
A menos que se añadan inventarios de seguridad para las
incertidumbres o se añadan inventarios para uniformar los niveles
de producción, no se planeará un inventario excepto la producción
en proceso indispensable para el ensamblado o la fabricación. La
lógica de la MRP supone que las partes están disponibles
exactamente cuando se requieren para dar apoyo al plan de
producción.
Se refiere a una empresa (persona, sociedad u organización) que
tiene por fin el abastecimiento de materias primas, recursos,
productos, mercaderías, mercancías u otros bienes necesarios para
los procesos productivos de la empresa a la cual proveen.
El sistema de producción J.I.T. se desarrolló inicialmente por la
empresa japonesa Toyota Motor Corporation y ha sido adoptado por
numerosas empresas a partir de la década de los 70, ya que
constituye un método racional de fabricación, cuyo fin primordial es
la eliminación drástica de costes mediante la supresión de todos los
elementos innecesarios en el proceso de producción y la adopción
de una filosofía cimentada básicamente en un proceso continuo de
mejora, pudiendo decirse que es la respuesta japonesa al enfoque
americano del M.R.P.
Casi todos los enfoques para la gestión de la fabricación se mueven
alrededor de algún tipo de paquete de software.
Algunos ejemplos de paquetes de software para la gestión de
fabricación son:
• Tecnología de producción optimizada (O.P.T.) .
• Planificación de necesidades de materiales (M.R.P.).
• Punto estadístico de pedidos (B.O.P.)
Estos tres enfoques siguen esencialmente el mismo método.
• Se recogen datos.
• Se introducen en un paquete informático .
• Los resultados se utilizan como base de acción directiva.
El J.I.T. no funciona de este modo. Aunque el análisis de datos
forma parte de una instalación J.I.T. básica, este aspecto no se
considera primordial. En vez de las grandes cantidades de análisis
de datos que son normales en los tres enfoques indicados
anteriormente, la acción directiva se ocupa de otras fases más
fundamentales que garantizan que el trabajo fluya suavemente por
el sistema de fabricación.
En definitiva, el J.I.T. no es un paquete de software.
Con el J.I.T. la dirección se encargará de crear un entorno correcto
para conseguir una operación eficaz, de acuerdo con la siguiente
segmentación de problemas o niveles de decisión, sobre los cuales
se ha de cimentar la gestión de la fábrica:
Problemas estratégicos.
Abarca los aspectos principales que rigen el funcionamiento de la
empresa a largo plazo.
Problemas de naturaleza táctica.
Se refiere a las acciones y decisiones que tienen relativamente poco
impacto en el funcionamiento de la empresa a medio, largo plazo,
pero que sin embargo afectan a la operatoria diaria.
Los enfoques J.I.T. apartan a los directivos de las tomas de
decisiones tácticas detalladas y los orientan hacia áreas más
estratégicas, como reducir la gama de productos mediante una
mayor estandarización, reducir el tiempo de preparación de
máquinas, disminuir los niveles de merma, organizar el flujo de
productos, etcétera.
Esto significa que la atención de los directivos y supervisores se
dirige hacia aquellas áreas que más se podrían beneficiar de sus
esfuerzos y se aparta del tipo de gestión que exige una respuesta
instantánea minuto a minuto.
En definitiva, el J.I.T. es una filosofía y no una metodología.
Para aplicar el J.I.T. no utilizamos fórmulas con derivadas, quedan
ya muy lejos las ideas que hay detrás de, por ejemplo, la cantidad
de pedido económica que determina el lote óptimo a pedir.
Sustituimos estos enfoques metodológicos tan rígidos por otros
mucho más flexibles, que no intentan obtener soluciones óptimas a
los problemas tácticos a pequeña escala, sino resolver algunos de
los problemas fundamentales.
El J.I.T. marca un cambio sustancial que nos aleja de otros enfoques
para la gestión de la fabricación. En vez de comprar un paquete de
software y/o utilizar una fórmula para obtener una solución definitiva,
el directivo que adopta el enfoque J.I.T. debe examinar y valorar
gradualmente los problemas fundamentales de la organización.
La mejor definición de J.I.T. es que se trata de una filosofía que, si
se aplica correctamente, se introducirá en todas las secciones de la
empresa y cambiará el funcionamiento de cada una de ellas.
Objetivos de la Filosofía J.I.T.
Los objetivos fundamentales que persigue la filosofía J.I.T. se
pueden agrupar en los siguientes puntos:
• Atacar los problemas fundamentales
o Cuando aparecen problemas, debemos enfrentamos a
ellos y resolverlos directamente, sin salimos por la
tangente tomando soluciones que traten de posponerlos o
encubrirlos.
o Por ejemplo: un exceso de stocks en curso de fabricación
pudiera ser debido a una falta de sincronización de la
cadena productiva o a paros imprevistos de máquinas por
falta de fiabilidad. Sin embargo, una decisión típica podría
ser retrasar el lanzamiento de nuevos pedidos para evitar
acumular más stocks.
• Eliminar despilfarros
o El segundo objetivo de la filosofía J.I.T. se puede expresar
como la eliminación de todo lo que no añada valor al
producto desde el punto de vista del cliente.
o Tomemos el caso de la inspección y el control de calidad.
El enfoque tradicional es tener inspectores
estratégicamente situados para examinar las piezas y, si
es necesario, interceptarlas.
o El enfoque J.I.T. consiste en eliminar la necesidad de una
fase de inspección independiente, poniendo énfasis en
dos imperativos:
- Hacer las cosas bien a la primera.
- Conseguir que el operario asuma la responsabilidad de
controlar el proceso que lleve a cabo las medidas
correctoras que sean necesarias, proporcionándole
unas pautas que debe intentar alcanzar.
o El almacenamiento de las existencias es otro ejemplo de
actividad ineficiente. El coste real del inventario tiene dos
vertientes:
- Coste directo en términos de capital y gastos de
almacén y riesgo de que las existencias se vuelvan
obsoletas.
• Las exigencias ocultan los problemas.
• Elimina todas las actividades que no añadan valor al producto,
reduce costes, mejora la calidad, reduce los plazos de
fabricación y aumenta el nivel de servicio a los clientes.
Indirectamente, por supuesto, también puede aumentar las
ventas.
• Eliminar despilfarros implica mucho más que un solo esfuerzo.
Requiere una lucha continua para aumentar gradualmente la
eficiencia de la organización y exige la colaboración de una
gran parte de la plantilla de la empresa. Si queremos que la
política sea eficaz, no se puede dejar en manos de un "comité
para la eliminación de despilfarros", sino que tiene que llegar
a todos los rincones de las operaciones de la empresa.
• Las empresas que han obtenido los mejores resultados
utilizando esta filosofía de eliminación de despilfarros,
normalmente:
- No lo han considerado el único criterio.
- Han movilizado a los empleados para aplicar a fondo la
filosofía.
• Si se quieren eliminar las pérdidas con eficacia, el programa
debe implicar una participación total de la mayor parte de los
empleados. Ello significa que hay que cambiar el enfoque
tradicional de decirle a cada empleado exactamente lo que
hay que hacer, y la filosofía J.I.T. pone mucho énfasis en la
necesidad de respetar a los trabajadores e incluir sus
aportaciones cuando se formulen planes y se hagan funcionar
las instalaciones.
• Sólo de esta forma podremos utilizar al máximo la experiencia
y la pericia de todos los empleados.