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Documento de Estudio

El ejercicio inicialmente propuesto concita la exploración y el análisis de las llamadas


“formas de organización política de los grupos y clases subalternas”, siendo estas, hasta
ahora evocadas como forma partido, forma movimiento, forma insurgencia y forma
partido-movimiento. Esta “tipología” que no pretende ser absoluta, ha sido referencia
para abrir la indagación de ciertos procesos de organización política de la izquierda
colombiana durante las últimas décadas.

En este sentido, se nos abre –por lo menos en el plano teórico– una interrogante
acerca del significado de las “formas”, es decir, ¿Qué implica la utilización de la noción
“formas” para aproximar un análisis de las organizaciones políticas? ¿Cuál es el
carácter y la naturaleza de las formas? ¿Tendrán las “formas” particular importancia
para el análisis de los actores o sujetos objeto de nuestra investigación?

Este documento, que no pretender agotar las diversas respuestas y acercamientos


interpretativos frente al particular, plantea situar una reflexión en torno al singular
abordaje epistemológico y político que expresa la noción de formas. Lo anterior
pretende, en un primer momento, avanzar en la construcción de uno de los capítulos
de lo que hemos denominado “marco teórico”, a su vez, aportar elementos que
problematicen el modo en que se interpelan los sujetos colectivos objeto de nuestra
investigación. Derivado de ello se busca, en un segundo momento, perfilar –quizá de
modo un tanto esquemático– ciertos elementos mínimos que funjan como
orientadores “de lo que se espera del capítulo”.

Espero su indulgencia, en especial frente a este último objetivo, la intensión –por


supuesto– no es encerrar las disquisiciones individuales en camisa de once varas, sin
embargo si busca, posicionar un derrotero “básico” frente al ejercicio de escritura, que
además posibilite la articulación orgánica del libro.

De las formas

Este enfoque de aproximación al estudio de las relaciones sociales procura develar


huellas de la racionalidad capitalista que funda la estructuración del poder político, es
decir, aboca el cuestionamiento de las tergiversadas formas de organización política
en Colombia. Aunque la búsqueda propuesta interroga las formas de organización
política subalterna, estas interactúan en un orden social específico y por ende, están
en cierto grado configuradas al tenor de una visión hegemónica.

Las formas sociales que constituyen los mecanismos de construcción de poder político
instaurados por el capital, deben considerarse a su vez, como ontológicamente
constitutivos, es decir, necesarios para su existencia. Dicha materialización demanda
historicidad, puesto que estas formas sociales están presentes y actúan en la
configuración de las dinámicas políticas societales, siendo mecanismos que instituyen
y legitiman al bloque hegemónico.

Por lo anterior, es necesario avanzar en el significado e implicaciones de la categoría


forma social, la cual prescribe, una particular forma de acercamiento al análisis de la
realidad social y su compresión. Dicha categoría adquiere consistencia epistémica con
los planteamientos del filósofo y economista francés Alfred Sohn-Rethel, en su obra
principal, Trabajo intelectual y trabajo manual. Critica de la epistemología.

En su introducción Rethel postula la necesaria historicidad del pensamiento científico,


como el adverso de la pretendida atemporalidad y universalismo de la ciencia
burguesa, ámbito que siendo tangencialmente abordado por Marx -sin mucha
claridad-, requiere un abordaje y explicación histórico-materialista. (Sohn-Rethel:
2001)

Esta postura frente al pensamiento científico conlleva a Rethel a señalar, de manera


consecuente, que “las estructuras de pensamiento socialmente necesarias de una
época están formalmente y muy estrechamente vinculadas a las formas de la síntesis
social de esta época.” (2001, 15) La síntesis social, concebida como una red de
relaciones por las que una sociedad toma coherencia, tendrá en lo que hacen los
hombres un elemento definitorio de primer orden, ubicando lo que piensan en un
nivel de importancia secundaria.

Lo anterior, parte de la premisa por la cual “no es la conciencia de los hombres lo que
determina su ser social, sino por el contrario, es su ser social el que determina su
conciencia” (Marx, ) esta concepción base del materialismo histórico, es asumida por
Rethel como una metodología que permite explicar la determinación de la conciencia
de los hombres por su ser social en cualquier circunstancia.

En consecuencia, en sociedades productoras de mercancías, la función del dinero


“como equivalente universal” fundamenta la síntesis social, para que cumpla tal
efecto, “el dinero necesita revestirse de un alto grado de abstracción que le permita
ejercer su función de equivalente para cualquier clase de mercancía que exista en el
mercado. Este carácter abstracto del dinero no se manifiesta como tal ni puede
hacerlo, pues no es más que una forma puramente abstracta que surge al hacer
abstracción del valor de uso de las mercancías en el acto de intercambio que considera
a las mercancías como valores” (Rethel, 2001: 15) La configuración permanente de
abstracciones-reales por la acción de los hombres, no solo (re)produce la síntesis
social, sino que además provee la base material de las creaciones “espirituales” de la
conciencia. Es decir, la materia prima de la conceptualización cognitiva se encuentra
actuante en la vida social, en formas que guardan una “inequívoca semejanza con los
elementos conceptuales de la facultad cognoscitiva (…) (…) Así, pues, nuestra
explicación sostiene que las categorías son históricas por su origen y sociales por
naturaleza, pues llevan a cabo la síntesis social sobre la base de la producción de
mercancías de manera tal que la facultad cognoscitiva que articulan es una capacidad
social a priori de la mente, aunque su apariencia sea exactamente la contraria, la de
que obedecen el principio del ego cogito.” (Rethel, 2001: 16)

La utilización de la noción forma social para el análisis y comprensión de los


fenómenos sociales, se ejemplifica en el trabajo del profesor Moncayo “El Leviatán
Derrotado”, en él se plantea que con el advenimiento del capitalismo se da la
emergencia de múltiples y novedosas “formas sociales” entre ellas, el Estado. Es decir,
el Estado, al ser una relación social capitalista -una realidad material- adquiere el
carácter de forma social o abstracción real constitutiva de dicha relación.

Uno de las claves de esta propuesta es la crítica a la metáfora base-superestructura, la


cual fue abierta con la acogida de los borradores de Marx, en particular, al remitir el
fenómeno de la producción a todas las formas de existencia social, incluso las del
“mundo superestructural. El Estado, por tanto, hace parte de una totalidad, no es
simplemente una salvaguarda del orden, es parte constitutiva del todo social orgánico.

Esta aproximación genealógica al problema del Estado, y las múltiples formas


advenidas y constitutivas de la relación social capitalista, son derivadas de lo que en
los sesenta emergió como la teoría de la derivación lógica o la lógica del capital a la
cual se asocian de manera indiferenciada el tratamiento de las categorías propias del
capitalismo como formas sociales. (Moncayo, 2004: 51)

Hay que advertir, sin embargo, que la temática de las formas sociales no se encuadra
en la funcionalidad que estas puedan proveer a la reproducción del sistema. Debe
asumirse en cambio, como formas que van atadas a la existencia misma de las
relaciones sociales capitalistas. “Esto es, mercancía, moneda, Estado y derecho no son
resultados que se expliquen de manera lógica porque los necesite el capital
preexistente, sino porque son parte misma de la relación capitalista. Son sus
dimensiones categóricas, sin las cuales es inconcebible la existencia de la relación
capitalista.” (Moncayo, 2004: 52)

Este abordaje del carácter histórico del Estado significa entender que este no se da
naturalmente, y que no es una creación del Espíritu o de la razón, sino que, en lo
fundamental es una forma o abstracción real, entre otras varias, del sistema de
dominación capitalista.
Un interesante abordaje de las formas sociales es el que ofrece Slavoj Zizek, al
interrogar la emergencia de la noción de síntoma social en el análisis de la forma
mercancía desarrollada por Marx, a partir de un trabajo realizado bajo un
procedimiento de interpretación que encuentra homología con el análisis de la forma
sueño efectuado por Freud.

“En ambos casos se trata de eludir la fascinación propiamente fetichista del


“contenido” supuestamente oculto tras la forma: el “secreto” a develar mediante el
análisis no es el contenido que oculta la forma (la forma de las mercancías, la forma de
los sueños) sino, en cambio, el “secreto de esta forma.” (…) Consiste en la respuesta a
la pregunta: ¿Por qué los pensamientos oníricos latentes han adoptado esta forma,
porque se traspusieron en forma de sueño? (…) Sucede lo mismo con las mercancías:
el problema real no es penetrar hasta el núcleo oculto de la “mercancía” –la
determinación del valor que tiene por cantidad de trabajo consumido en la
producción de la misma– sino explicar porque el trabajo asumió la forma valor de una
mercancía, por qué el trabajo puede afirmar su carácter social solo en la forma-
mercancía de su producto.” (Zizek, 1992: 35)

En este sentido, se inquieren las formas y su significado, estas no solo representan las
categorías con las cuales se capta un fenómeno, siguiendo a Rethel, Zizek señala que
las formas ya están presentes en la efectividad social antes del que el pensamiento
llegara a la pura abstracción. Es decir, las formas son una abstracción real, actuante.

Si miramos de cerca el estatus ontológico de lo que Sohn-Rethel denomina la


“abstracción real” (das reale Abstraktion) (es decir, el acto de abstracción que actúa en
el proceso efectivo del intercambio de mercancías), la homología entre su estatus y el
del inconsciente, esta cadena significante que persiste en “otra escena”, es
sorprendente: “la abstracción real” es el inconsciente del sujeto trascendental (…)

(…) así pues, “la abstracción real” no tiene nada que ver con el nivel de realidad, de las
propiedades efectivas, de un objeto, sería erróneo concebirlo por esa razón como una
abstracción pensamiento, como un proceso que tiene lugar en el “interior” del sujeto
pensante: en relación con este “interior”, la abstracción que pertenece al acto de
intercambio es de un modo irreductiblemente externa, descentrada, o, para citar la
fórmula más concisa de Sohn-Rethel: “La abstracción del intercambio no es
pensamiento, pero tiene la forma de pensamiento” (Zizek, 2008: 43 - 44)

La realización óntica de la forma (no de la abstracción-pensamiento – si la creación


factual de la mercancía) expresa la realización de un proceso que reproduce el orden
social, en él, se ven inmersos individuos que actúan como solipsistas prácticos, que
“reconocen equivocadamente la función socio-sintética del intercambio, (…) este
reconocimiento erróneo es el sine qua non de la realización de un acto de intercambio,
si los participantes tuvieran que tomar nota de la dimensión de “abstracción real”, el
acto “efectivo” de intercambio ya no sería posible.

(…) El propietario que participa en el acto de intercambio desdeña de la dimensión


universal y socio-sintética de su acto, reduciéndolo a un acto causal de individuos
atomizados en el mercado.” (Zizek, 2008: 46)

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