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Cachín Antezana: Jorge Suárez, “un orfebre de la forma”

En la entrevista, el escritor conversa sobre literatura boliviana, su obra y su participación en la


preparación del volumen Jorge Suárez. Obra reunida, de la BBB. [por Ricardo Aguilar
Agramont]

http://www.paginasiete.bo/letrasiete/2018/3/25/cachin-antezana-jorge-suarez-un-orfebre-de-la-
forma-174006.html

Luis H. Antezana, más conocido como Cachín, habla de literatura boliviana, su ordenamiento, su
trabajo de preparación del libro de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB), Jorge
Suárez. Obra reunida (libro que se presentó el pasado miércoles en Sucre) y de su obra crítica
ensayística que desarrolla una experiencia de escritura estética, la cual será publicada también
por la BBB en el futuro próximo.

¿Cómo se da el paso de la lectura a la escritura en su obra crítico ensayística, la cual también será
parte de la Biblioteca del Bicentenario? Digo escritura en su sentido menos restrictivo, como
conciencia del lenguaje.

En mi caso no hay mucha distancia entre la lectura y la escritura. La lectura, si quieres, es mi


oficio.
Finalmente, a lo largo de toda mi carrera, comenzando por estudiar para ser profesor de
Literatura y Lenguaje en la Normal Superior, hasta tener mi doctorado en Filología, siempre he
estado obligado e inclinado a la lectura como oficio, a parte del gusto de leer desde niño.
Entonces, mis lecturas tenían que ser traducidas en algún tipo de trabajo, de informe, de ensayo,
a veces más sencillamente hasta de resumen. Ese es mi paso inmediatamente a la escritura, el
análisis. Yo no pretendo tener la escritura en el sentido creativo de la palabra, en el sentido de un
poeta o novelista.

Pero en una experiencia de escritura, digamos, en el sentido que le da Barthes, con cierto gozo
con esa escritura por más que no sea ficcional.

Sí, pero el peso que puede tener cuando escribo no viene tanto de mí como de los autores que me
ayudan a leer. Profesionalmente nunca he leído solo, siempre he leído acompañado de alguna
perspectiva teórica o acompañado de otros estudios sobre lo que yo estoy leyendo. De ahí viene
lo de informe académico. Ahí, tomando la mención que haces, muchas veces he tomado a
Barthes porque da muchos instrumentos que son útiles para leer mejor. Si eso se traduce en
escritura, bueno en mi caso, habrá una referencia o una cita a los autores que me han ayudado.

Ahora a lo más general. Recuerdo que uno de los primeros intentos de ordenamiento de la
literatura boliviana a los que llegué era su propuesta temática que proponía hace varios años:
literatura de Guerrilla, de la Guerra del Chaco, de mina, urbana, etcétera. Quisiera que podamos
hablar hoy de qué regiría un nuevo ordenamiento, si es que lo hubiese.

Yo diría que tenemos un momento clave en torno a 1958-59, cuando Óscar Cerruto publica
Cerco de penumbras. Leyendo esa obra estoy bastante convencido que hay una transformación
en nuestra narrativa, no vamos a hablar de literatura, sino de nuestra narrativa. Gracias a Cerruto
se reemplaza un realismo tradicional por un acceso muy directo a la ficción, pero a la ficción en
su sentido más radical. Hay dos sentidos en ficción, uno que es hacer verosímil lo posible, es
decir el Quijote no ha existido, pero es posible, entonces lo hago vivir medio loco en La Mancha,
esa es una ficción que hace verosímil lo posible; pero hay otro nivel de ficción que es la que hace
verosímil lo imposible. Esa es la ficción de Cerruto. Ahí los muertos vuelven para molestar a los
vivos. Después de Cerruto, nuestra narrativa comienza a ser mucho más flexible, se abren las
puertas.

Casi simultáneamente, con la novela Los deshabitados, de Marcelo Quiroga, hay otro cambio
que va a tener ecos después. En Los Deshabitados hay una fuerte búsqueda de la subjetividad.
Los personajes no están vistos desde fuera, sino desde dentro, y eso incluye no solo los
personajes, sino también al narrador. Hoy nuestra literatura recorre por ancho y largo esos
caminos: los de la ficción y la introspección.

Después, hay varios momentos de la novela previa: hemos tenido una novela minera; rural
indigenista; costumbrista, la novela del encholamiento con La Chaskañawi como cumbre; y
hemos tenido, curiosamente, un género que hasta el día de hoy se hace, aunque parecía un género
inmediato, la narrativa de la Guerra del Chaco, que se hizo mucho en su momento, pero hoy en
día Adolfo Cárdenas o Jesús Urzagasti, entre otros, tocan el tema décadas después del hecho.
Esas serían unas cuantas pistas.

Más adelante se va desarrollando algo que, si bien no es un cambio sustancialmente, sí un


cambio de referencia. Nuestra literatura deja de ser rural, minera, y se vuelve cada vez más
urbana. Ahí, un momento clave es la novela Felipe Delgado, de Jaime Saenz, y la enorme
literatura urbana de hoy como Periférica Blvd, de Adolfo Cárdenas.

De algún modo, todos los ensayos posteriores de ordenamiento se remiten su análisis. Quisiera
hablar del canon boliviano en referencia al proyecto de la BBB, que tiene una vocación canónica.
¿Para qué sirve un canon, es necesario?, ¿cómo ve el proceso de formación de un canon de
escritores bolivianos que no necesariamente son de literatura, sino de escrituras con alta
conciencia del lenguaje (como Almaraz o Zabaleta), para volver al concepto del principio?

Perfecto, son nombres que han trabajado al mismo tiempo que sus ideas, su lenguaje, pienso en
Almaraz y Zabaleta. Ambos felizmente son parte de esa colección. Así, también en algunos
trabajos de historiadores se logra esto por ser una forma de narrar, están muy cerca de la
literatura. La historia como documento sería la historiografía, pero el libro de historia, cuando
está bien narrado, con riqueza literaria, es el que más tiende a pervivir y dejar huella en una
sociedad. No sé si está en la colección, pero un historiador que narra de maravilla es Querejazu.

Están dos de sus libros.

Cuenta de maravilla. Masamaclay, Llallagua, La biografía de Costa Du Rels, son libros que se
pueden leer con gusto. Esas son labores de escritura, no hay que olvidar que la escritura implica
un acercamiento al difícil problema de lo estético, de la imaginación con el pensamiento, no
solamente ideas.
Volviendo, en las Ciencias Sociales, porque me ha tocado estudiarlo, Zabaleta tiene una enorme
riqueza verbal y siempre es un desafío leerlo. Es bueno que sean un poco difíciles, en el sentido
de que provoquen nuevas ideas, desafíos de comprensión. No solamente se trata de establecer un
canon al que haya que obedecer, sino un canon que provoque y que abra puertas. Un canon tiene
que provocar. Los autores que han escogido, por lo menos los que conozco de literatura como
Cerruto, Sáenz, Suárez (que yo he preparado), está Adolfo Cárdenas, y más, todos son
provocadores. En historia, hay dos libros maravillosos que sé que están, una joya de nuestra
literatura e historia, Los últimos días coloniales en el Alto Perú, de Gabriel René Moreno, y ya
publicada una joya historiográfica maravillosa que es el Diario del Tambor Vargas. Esos libros
no son solo para educar, no, son provocaciones para pensar mejor, ver mejor y pensar de otra
manera. Son libros antiguos, el Diario del Tambor es de la época de la independencia, van a
pasar 200 años y sigue desafiando. Lo maravilloso de ese libro (y acá quizá venga la palabra que
usted está buscando) es que es un diario fundamentalmente escrito en medio de la guerrilla de
Lanza, escrito ahí, a golpe de tambor, qué teórico de cenáculo va a poder competir con escribir a
golpe de tambor en medio de las batallas de la independencia. Nadie le gana al Tambor.

Algo así se puede decir también, en cuanto escritura, de la Historia de la Villa Imperial de
Arzáns…

Es una bomba atómica, ¿está pensando en Arzáns?

Exacto.

Eso no es un libro, es una bomba atómica. Absolutamente inagotable. ¿Está incluida en la


Biblioteca?
Están los tres volúmenes.

Aunque es un error porque ese libro es anterior a la República.

Se incluyen varios textos del periodo colonial, incluso precolonial…


Eso es un error porque no son libros de la República. Aunque, como digo, probablemente no hay
libro superior al de Arzáns.

Pero son libros que explican Bolivia.

No había Bolivia entonces, en el territorio boliviano. No importa. Me alegra que se haya colado
Arzáns, porque ese libro merece ser parte de nuestro horizonte cultural.

Finalmente, Potosí es la razón más fuerte por la que Bolivia se constituyó independiente, ¿no?
En cierta forma sí, por lo menos el occidente.

Entonces, en defensa del corpus colonial de la BBB (que debe llegar a algo más de 10 títulos),
pienso que, de algún modo, ese es el criterio que se tomó.

Me alegra que no seamos rencorosos con la Colonia. Debemos agradecerle a Arzáns y a don
Gunnar Mendoza. Hay países, como México, que tenían enormes problemas con su pasado
colonial. Hasta que Octavio Paz tuvo que reivindicar a Sor Juana Inés de la Cruz para que se den
cuenta que muchas cosas importantes habían pasado en la colonia.

Ese es el criterio.

Está bien que se rescate.

Quisiera que nos hable de la edición de Jorge Suárez. Obra reunida en la BBB, que ha estado a
su cargo.

La obra que ha promovido la BBB es la Obra reunida, está todo lo que él ha publicado como
literatura, no está su obra periodística. Por supuesto ahí está El otro gallo.

Era su vocación ser poeta, lo dice en alguna entrevista. Pero se lanzó y narró cuentos, logrando
un libro que creo que es maravilloso: El otro gallo, que es una joya de saber manejar la ficción.
Son las aventuras imaginarias de un bandido, de un chico, que en sus borracheras cuenta una
serie de aventuras, todas ellas narradas, a momentos, con una prosa extraordinaria, prosa poética
de primera calidad y el otro lado que a veces le falta a nuestra literatura: un exquisito sentido del
humor.

Por suerte, en la Obra reunida los directores de la Biblioteca han aceptado incluir un libro que
sacó que se llama Melodramas auténticos de políticos idénticos, eran crónicas en verso donde
tomaba el pelo, en el año 60 del desarrollo del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario),
sobre el problema de la diferencia entre el MNR de Paz Estenssoro y el PRA (Partido
Revolucionario Auténtico) de Walter Guevara, ahí ve quienes eran los idénticos y cuáles los
auténticos, ahí se ve su enorme sentido del humor.

Suárez poeta y narrador-poético tiene una novela inconclusa, pero que la Casa de la Cultura de
Santa Cruz publicó póstumamente y que también está incluida: Las realidades y los símbolos.
Entonces, tiene una buena parte de poesía y otra de prosa, faltaría su obra periodística y algunos
inéditos que recién la familia está ordenando.

Jorge Suárez fue activísimo, toda su vida trabajó de periodista. Ya va a ser 20 años de su muerte.
Él estaba trabajando como director del Correo del Sur y le dio un ataque al corazón, pero
también trabajó con Jornada, Los Tiempos, El País de Santa Cruz. También fue diplomático
durante el gobierno de Juan José Torres, primero en México y luego en Argentina. Cuando vino
el golpe tuvo que huir a Chile y después a México. En fin, un hombre cuya fidelidad al sentido
de su labor de periodista fue excepcional. Junto a eso estuvo su pasión por la literatura, fue un
orfebre de la forma cuando trabaja los sonetos, por ejemplo, pero también cuando trabaja la lírica
popular, como en su libro Serenata, donde hay obras que tienen que ver con los boleros de
caballería, con taquiraris, etcétera.

Si se quiere encontrar una síntesis de lo que ha hecho, ahí está El Otro Gallo, donde está la
tradición popular, el mundo de lo cotidiano (que le gustaría al periodista), lo fantástico de un
narrador excelente, en una prosa poética.

A propósito de la falta de sentido del humor que mencionaba en nuestra literatura (salvo
excepciones que cada vez son más frecuentes), ¿se deberá quizá a nuestra herencia realista?

Sí, la seriedad viene de que de todo ese pasado realista nuestra literatura tuvo que trabajar como
sociología. Entonces, nuestros autores, recogiendo las enseñanzas del realismo y naturalismo,
tuvieron una especie de suplencia laboral, hicieron literatura, pero también tuvieron que hurgar la
sociología.

Entonces, como usted decía, esa seriedad es porque la literatura tuvo que cargarse un fardo
excesivo, cargarlo en el hombro y esperar reemplazar a la sociología hasta que ésta comience a
caminar por sí sola. Cuando la sociología pudo caminar, entonces la literatura se sintió más libre
y pudo corretear por otras partes.

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