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V I S T O, O I D O Y C O N S I D E R A N D O:
P R I M E R O: Tribunal e intervinientes.
Que ante esta Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Rancagua, constituida por el
Juez Presidente de Sala don Pedro Caro Romero, y los magistrados don Joaquín Nilo
Valdebenito y doña Carolina Lazen Maldonado, esta última en calidad de redactora, se llevó a
efecto la audiencia de juicio oral de la causa rol interno del Tribunal Nº 332-2011, el día
miércoles cuatro de enero del presente año, seguida en contra de N.A.P.R., auxiliar de
enfermería, cédula nacional de identidad 9.492.305-0, casada, 54 años de edad, nacida el día
7 de diciembre de 1957, en Lautaro, domiciliado en Avenida Las Perdices n° x, Peñalolén,
Santiago.
Fue parte acusadora el Ministerio Público representado por el Fiscal Adjunto don Camilo
Umaña Salinas, en tanto la defensa de la acusada estuvo a cargo de la defensora penal
privada doña Yosselin Eliseth Moyano Calabrano.
S E G U N D O: De la acusación Fiscal.
Los hechos que fueron materia de la acusación del Ministerio Público, según se señala en el
auto de apertura, consistieron en los que se indican a continuación: “ El día 04 de abril del año
2011, momentos antes de las 10:00 horas, la imputada P.R. concurrió hasta el Centro de
Cumplimiento Penitenciario de Rancagua, ubicado en la Gonzalina s/n de esta ciudad y al
ingresar, hizo entrega de una encomienda dirigida a su hijo, el interno Hasan Duran,
dirigiéndose posteriormente a la visita al módulo en el cual se encontraba su hijo. La
encomienda que la acusada pretendía ingresar al recinto penal fue revisada a través de rayos
x, pudiéndose comprobar que había algo anormal en dos tubos de pasta dientes que iban en
la encomienda, comprobando que al interior de estos habían dos globos con una sustancia
café verdosa en su interior, que resultaron ser 5,9 gramos de marihuana.” (sic)
El Fiscal califica los hechos previamente descritos como constitutivos de una Infracción al
artículo 4º en relación al artículo 1° de la ley 20.000; en el cual la acusada participa como
autora de un delito consumado, conforme lo disponen los artículos 7º y 15 Nº 1 del Código
Penal.
En su alegato de apertura el señor Fiscal ratificó su acusación en todas sus partes e indicó
que el hijo de la acusada está recluido en Rancagua desde el año 2009, y es hasta ese lugar
donde llegó la acusada e intentó ingresar a dicho centro penitenciario marihuana al interior de
tubos de pasta de dientes, lo que será ratificado por los gendarmes que estaban de turno ese
día, además se contará con la prueba científica que señala que la sustancia encontrada al
interior de dichos envases es marihuana. Agregó que el hecho que la marihuana haya sido
ingresada a la cárcel en una encomienda destinada al hijo de la acusada descarta que
estemos frente a una falta, pues no era para un consumo próximo, personal y exclusivo en el
tiempo.
Aquí hizo ver el señor fiscal que la defensa alegó dos aspectos fundamentales para pedir la
absolución cuales son la falta de dolo y el incumplimiento del reglamento que rige esta materia
por parte del funcionario de gendarmería. El ente persecutor afirmó que gendarmería no
incumplió el reglamento pues el funcionario que recibió la encomienda la revisó delante de la
acusada, esta fue una primera revisión manual, lo que no impide que después se haga una
revisión más minuciosa y tecnológica, haciendo ver que la propia encartada dijo “revisó la
encomienda en frente mío”.
Añadió que después que encuentra esta situación anómala en la encomienda, el funcionario,
le da cuenta de lo sucedido a Arriagada y éste, en compañía del funcionario Parra, procede a
efectuar una prueba de campo a la sustancia encontrada al interior de los tubos de pasta de
dientes y ahí comprueban que se trata de marihuana, verificando, a través de sus registros
internos, que la persona que llevó esa encomienda era la encartada, lo que demuestra que
ellos cumplieron en todo momento con el reglamento. A continuación el señor fiscal indicó que
la defensa además alegó la falta de dolo en la comisión de este ilícito, señalando que la
cuestión pera determinar es si la acusada sabía o no que llevaba droga, a lo que responde
que “no podemos abrir la cabeza de la acusada para ver el dolo”, para determinarlo hay que
basarse en sus acciones y es un hecho que ella llevaba la encomienda que contenía droga, en
este sentido no hay que dejarse llevar por la actitud adoptada por la acusada en audiencia
quien se mostró empática, respetuosa y cercana al Tribunal, sino que hay que fijarse en que la
historia que relata en cuanto a que un tercero que ella no conoce y que nadie vio le entregó
esas especies para su hijo y ella cándidamente aceptó llevárselas a su hijo, siendo esta
historia poco creíble, pues ella conoce el sistema penitenciario, por lo que su historia carece
de sustento, creyendo el señor fiscal que lo que aquí ocurrió es que ella se arriesgó por su
hijo, pues ella es la única que lo cuida y obviamente el interno Durán Polanco no iba a señalar
en juicio junto a dos gendarmes que consume droga pues al otro día le allanarían su celda y lo
castigarían.
T E R C E R O: Alegaciones de la defensa.
Por otro lado, hizo notar que no estamos hablando de un paquete sellado sino de una bolsa, y
existe una duda de que ocurrió con estas especies mientras se produce la detención de la
acusada, pues ella no es detenida de inmediato después de la revisión, ella ingresó a la visita
de su hijo ese día y es retenida a las dos horas que entregó la encomienda; entonces, también
se genera una duda razonable si la marihuana estaba o no en la encomienda que entregó su
representada.
En su alegato de clausura, la señora defensora reiteró que este es un juicio relacionado con la
credibilidad del relato, ella presenta una teoría alternativa, cual es que la acusada no sabía de
la existencia de la marihuana en estas dos pastas de dientes. Indicó la letrada que
presentaron una serie de antecedentes que dan cuenta de la situación de vida de su
representada, ella tiene una conducta certera e invariable señalando, desde que es detenida,
hasta este día, la misma versión, sin ninguna inconsistencia. Hace ver que la versión de la
acusada resulta plausible, pues los mismos funcionarios de gendarmería indican que al hacer
una revisión superficial de la encomienda no se advertía ninguna situación extraordinaria, sólo
advierten la presencia de la marihuana cuando pasan las especies por los rayos X, entonces
¿Cómo ella pudo saber que tenían droga?
También hace ver la defensa que es ilógico que la encartada haya elegido justo el día que
tiene visita de su hijo para dejar la droga, pues ese día ella se quedaría por lo menos dos
horas en el interior del penal dando el tiempo suficiente para que la tomen detenida, en ese
caso lo recomendable hubiera sido dejar la encomienda y no ingresar a la visita.
También argumenta la defensa que su hijo no le iba a pedir a su madre que ingresara droga,
pues lo más importante para los internos es cuidar sus visitas y su madre es la única que le
lleva cosas. Se preguntó:¿vale la pena arriesgarse por 5,9 gramos de marihuana, si el propio
interno dijo que había otras formas de conseguir droga sin arriesgar a ningún familiar?
Es importante considerar agregó esta profesional que su representada ha señalado con lujo
de detalles que ella sabía que todas las especies pasan por la máquina de rayos x por lo tanto
existía una gran probabilidad que los globos que contenían la marihuana pudieran observarse
en ese procedimiento, por lo que parece ilógico arriesgarse así, y a esto hay que agregar las
circunstancias de vida de su representada, ella no tiene antecedentes penales y tiene una vida
caracterizada por la superación personal y el trabajo, cuando ella ha necesitado dinero no
delinque estudia y trabaja, entonces se pregunta la señora defensora ¿parece plausible que
va arriesgar todo su trabajo y a su hijo por tan poco, ya que si a ella le pasa algo su hijo queda
desamparado?.
Indicó que a su parecer todos estos antecedentes hacen generar en el Tribunal una duda
razonable que impide la condena de la acusada. En segundo término, hizo notar que existen
defectos en el procedimiento, pues éste está regulado por la resolución exenta 1231, de 24 de
mayo de 2009, y que refiere en el artículo 24 que: “si en el registro de encomiendas se
observare la presencia presunta de droga u otra sustancia sicotrópica el funcionario a cargo se
limitará a retirar la sustancia sospechosa, sin alterar las condiciones del embase que la
contiene en presencia de un testigo, no pudiendo en ningún caso probar la sustancia que se
encuentre. Posteriormente el funcionario derivará a la persona involucrada ante el oficial de
guardia”. Por su parte, en el artículo 25 señala; “Una vez efectuado todo el procedimiento y en
aquellos establecimientos que no se cuente con personal calificado para realizar pruebas
químicas de droga, el oficial de guardia entregará la droga a personal de carabineros”.
Entonces a su juicio, es fácil advertir dos faltas en el procedimiento realizado, la primera de
ellas relacionada con la existencia de un testigo al momento mismo de la revisión que debe
ser en presencia de su representada. Esto no sucedió pues el Cabo Espinoza dijo que él
estaba solo con su representada, y segunda falta, no trasladar inmediatamente a su
representada ante el oficial de guardia. Estas dos circunstancias que pueden parecer muy
formales no son antojadizas, tienen que ver con una duda que se plantea desde la propia
investigación, tiene que ver con el tema que no se produzca un espacio de duda respecto de
que si estaban o no estaban en esa encomienda. Hay 500 encomiendas, hay que evitar
situaciones de ambigüedad, como la que se produjo en este caso.
C U A R T O: Declaración de la Acusada.
Señaló que cuando fue acusada se quedó sin respuesta y se preguntó cómo comprobaba ella
que no había puesto nada en los tubos de la pasta de dientes. Aclaró además que ella va a la
cárcel de Rancagua los días lunes ya que aprovecha de ver a su hijo, pues ese día hay visitas
y de dejarle las encomiendas, pues no puede venir desde Santiago sólo a dejarle la
encomienda. Narró N.P. que ella es auxiliar de enfermería desde el año 1997, ha trabajado en
consultorios, en el Hospital Luis Tisné, en Dipreca y ahora en la Clínica Tabancura y que su
labor es suministrar constantemente medicamentos y brindar atención al paciente. Precisó que
a su hijo sólo lo visita ella, sus hermanas y una tía de vez en cuando y que es ella quien cubre
todas sus necesidades.
También dijo que ella ha traído muchas encomiendas y conoce el procedimiento pudiendo
afirmar que es una experta en encomiendas. Precisó que cuando termina la revisión de los
objetos de la encomienda, amarran la bolsa y las dejan todas “amontonaditas”. Relató además
que ha estudiado bastante, sobre ancianos, cuidado de bebes, medicina general, cursos para
poner diversas clases de sonda, inyectar insulina, morfina, etc., estudios que ha financiado
ella con su trabajo. Indicó también que tener antecedentes penales sería el fin de su trabajo
pues ella va a cuidar enfermos a domicilio.
Además incorporó como otros medios de prueba, y con el reconocimiento efectuado por el
funcionario Arriagada Bravo, el acta de pesaje y prueba de campo de la droga incautada.
En tanto la defensa para probar su teoría del caso contó con los testimonios de N.D.P. y
J.D.P., así como con el Informe Social elaborado por el trabajador social Sebastián Rubilar
Iturra. Como prueba documental incorporó un certificado emitido por Gendarmería de Chile
que da cuenta del instructivo de ingreso de encomiendas y 6 certificados de títulos de
capacitaciones en salud y de perfeccionamiento laboral de la encartada.
Si bien con la prueba de cargo se acreditó que el día 4 de abril de 2011, alrededor de las
10:00 horas, el funcionario de gendarmería, don L.E.D., tras revisar por medio del sistema de
rayos x, las especies entregadas por la acusada dirigidas a su hijo J.D., encontró al interior de
dos tubos de pasta de dientes dos globos con cannabis sativa, cuyo peso total alcanzó a 5,9
gramos, lo que fue ratificado por el funcionario de gendarmería Maykol Arriagada Bravo, quien
efectuó el pesaje y la prueba de campo en el sitio del suceso a lo que se sumó el protocolo de
análisis de fecha 20 de mayo de 2011, emitido por el Servicio de Salud O’Higgins, que
estableció la presencia de canabinoles en la sustancia incautada, surgió una duda razonable
de que la imputada tuviera conocimiento del porte de dicha sustancia ilícita al interior de los
referidos tubos, por cuanto su versión entregada por ella desde el momento mismo de su
detención y hasta el juicio oral, resultó probable y verosímil, siendo además corroborada con
la prueba presentada por su parte.
En efecto, la versión de la acusada referida a que no tenía conocimiento que portaba droga,
en razón de que los artículos de aseo que ese día llevaba a su hijo le habían sido entregados
el día anterior por un joven desconocido en su casa y que no había notado nada extraño en
ellos, no obstante haberlos revisado exhaustivamente, además de ser factible resultó
plausible, pues no parece lógico que esta imputada, conocedora del sistema carcelario, en
virtud de que visitaba regularmente a su hijo en el Penal de Rancagua desde el 2009 y antes
en otros recintos carcelarios, haya intentado ingresar droga al centro penal a sabiendas de
que la encomienda iba a ser registrada exhaustivamente, incluso con un sistema de Rayos X,
y de que era altamente posible que fuese descubierta por personal de Gendarmería.
Entonces, no parece racional que la acusada, en dichas circunstancias, ingresare tan escasa
cantidad de droga al complejo penitenciario, dado, precisamente, su conocimiento del sistema
carcelario y de las consecuencias ciertas que le podía acarrear dicho actuar, menos aún si ese
día, además de llevar la mentada encomienda a su hijo, ingresó a visitarlo, exponiéndose
ilógicamente a ser detenida fácilmente, pues ella sabía que permanecería en el recinto
penitenciario al menos dos horas, tiempo suficiente para que se efectúe una minuciosa
revisión de la encomienda que portaba ese día, análisis que ratifica la credibilidad de la tesis
alternativa de la defensa, y que se vio ratificada por la propia prueba de cargo consistente en
los dichos de los funcionarios de gendarmería Espinoza Díaz y Arriagada Bravo quienes
contaron que la acusada ese día, luego de entregar la encomienda entró a la visita de su hijo,
y permaneció allí desde las 10:00 horas hasta las 12:00 horas aproximadamente.
Por lo demás, la versión de la acusada fue corroborada con la propia prueba de cargo y con la
testimonial presentada por la defensa. En efecto, los funcionarios de Gendarmería que
depusieron en el juicio, señalaron que la acusada manifestó, tras ser detenida, que
desconocía que portaba la droga y que ésta no era de su propiedad, agregando que ella
indicó que fue un joven quien le había hecho entrega de los artículos de aseo el día anterior,
tal como lo manifestó la acusada. Por lo demás, los asertos de la imputada en orden a que
revisó los elementos de aseo que le hizo entrega el sujeto extraño y que se los llevó a su hijo
debido a que no encontró nada particular en ellos, resultaron corroborados por el propio
funcionario de gendarmería a cargo de la revisión de encomiendas, Luis Espinoza Díaz, en
cuanto éste señaló que en la inspección visual y superficial que realizó de las especies
entregadas por la imputada tampoco constató nada extraño, y que sólo a través de la revisión
con rayos x pudo comprobar que en el interior de los tubos de pasta dental había algo
anormal, precisando que los cilindros estaban sellados, por lo que sólo al abrirlos verificó la
existencia de la droga, todo lo cual abona a la tesis de Nora Polanco en orden a que no notó
algo extraño o inusual en las especies que llevaba para su hijo y por tanto, desconocía la
circunstancia del porte de las sustancias ilícitas. En relación a lo anterior, cabe también
precisar que la imputada en ningún momento ha señalado que un tercero extraño le solicitó
llevarle una encomienda a su hijo, sino sólo que un joven le hizo entrega de artículos de aseo
para colaborar con la satisfacción de las necesidades de su hijo, elementos que en todo caso
revisó antes de llevar al recinto penal, según también lo confirmó su hija N.D.
Es decir, el conocimiento que tiene la acusada del sistema carcelario y en especial del
riguroso sistema de revisión de encomiendas en la cárcel de Rancagua, adonde ella asiste
desde hace dos años, contribuyen a afirmar su postura y versión de desconocimiento sobre el
contenido de las pastas dentífricas, pues hace improbable un actuar tan imprudente o
temerario por parte de ella- menos aún considerando lo ínfimo de la cantidad de droga
incautada- que la expusiera a un riesgo tan alto para ella, considerando especialmente, en
este punto, su historia de vida y esfuerzo.
De esta forma, atendido que la fiscalía logró demostrar su tesis sólo como probable y
considerando que la defensa estructuró una versión alternativa que alcanzó un margen de
credibilidad de cierta relevancia, surgió una duda razonable respecto a que la acusada haya
tenido participación culpable en el delito materia de este juicio, lo que necesariamente nos
obliga a dictar sentencia absolutoria a su respecto. A mayor abundamiento, cabe señalar que
la acusación por micro tráfico sostenida por el ente persecutor se basó únicamente en la
circunstancia que la acusada portaba droga cuando intentaba ingresar al recinto penal, pero al
ser probable y verosímil que no haya tenido conocimiento de dicho porte, no se configura a su
respecto la conducta de portar consigo pequeñas cantidades de droga que sanciona el artículo
4 de la Ley 20.000, ya que para que dicha conducta material sea punible se requiere al menos
acreditar, más allá de toda duda razonable, que quien porta dichos estupefacientes esté en
conocimiento de tal circunstancia, cuestión que no ocurrió en este caso.
Por último, conviene dejar asentado que este tribunal no ha basado su decisión en la mera
empatía con la historia de vida y la versión de la acusada, sino en base a un análisis razonado
sobre el surgimiento de una duda razonable respecto a la culpabilidad del actuar de la
imputada, basada en la prueba aportada en juicio por ambos intervinientes, análisis que
incluye, por cierto, las circunstancias personales de N.P., establecidas en juicio, y a la
insuficiencia de la prueba de cargo, que no fue capaz de acreditar todos los elementos del tipo
penal por el cual acusó, en este caso el dolo.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 1 del Código Penal; 4,
47, 295, 296, 297, 340, 342, 344 y 348 del Código Procesal Penal, se declara:
II.- Que, se exime al Ministerio Público del pago de las costas de la causa, por estimarse que
el ente persecutor no realizó un ejercicio desproporcionado ni arbitrario de la acción penal
pública en este caso.